Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de la Virgen Milagrosa, en la Iglesia de San Julián, de Sevilla.
Hoy, 27 de noviembre, la iglesia católica conmemora la festividad de la Medalla Milagrosa, y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Retablo de la Virgen Milagrosa, en la Iglesia de San Julián, de Sevilla.
La Iglesia de San Julián [nº 38 en el plano oficial del Ayuntamiento; y nº 75 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Julián, 2 (con portada lateral a la calle Moravia); en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo.
En el muro del Evangelio, pasada la puerta de comunicación con las dependencias parroquiales, se encuentra un retablo moderno de escayola dorado, en el que se amalgaman estilos como el nazarí y el renacentista, en cuya hornacina se halla la Inmaculada Milagrosa, imagen de talla completa de Antonio Castillo Lastrucci (1945-1946). De mucha devoción en el barrio por la cercanía del colegio de San Cayetano y el comedor social, regentados por las Hijas de la Caridad (Hermandad de la Hiniesta).
Una de las advocaciones que se introduciría en el templo será la dedicada a la Virgen Milagrosa, el archivo parroquial conserva copia del contrato donde se especifica: "En Sevilla reunidos de una parte el Sr. Don Santos Arana Párroco de San Julián y de otra Don Antonio Castillo Lastrucci escultor. Convienen lo siguiente:
El Sr. Don Santos Arana, encarga al Sr Castillo Lastrucci la construcción de una Imagen de la Milagrosa, de un metro sesenta y seis de altura, más la peana y el medio globo, todo tallado en madera de la mejor calidad, estofado en oro y policromado en el precio de PESETAS SEIS MIL QUINIENTAS, el resto de PESETAS CUATRO QUINIENTAS, al recoger la Imagen completamente terminada en mi domicilio calle San Vicente n°52. Dicha Imagen estará terminada en el mes de Febrero del año 1946. Y para que conste, firmamos el presente por duplicado y a un solo efecto a siete de Noviembre del año de mil novecientos cuarenta y cinco". La imagen se situaría en un retablo de estilo neoclásico, del que desconocemos su procedencia, en la cabecera de la nave del Evangelio lugar que ocupaba la antigua Hiniesta Dolorosa. La fecha de entrega de la imagen coincide con los preparativos de la inauguración del templo (Yedra María García Sánchez, Historia y Patrimonio (1932-2018) de la Iglesia Parroquial de San Julián (Sevilla)).
Parroquia de San Julián. Talla muy dignamente esculpida por Castillo Lastrucci, en la década de los cuarenta del presente siglo. Es de gran tamaño, pues tiene cerca de dos metros de alto, incluída la aparatosa nube que la soporta [Juan Martínez Alcalde, Sevilla Mariana. Repertorio iconográfico. Ed. Guadalquivir. Sevilla, 1997].
Esta memoria hace referencia a la devoción a la Inmaculada Milagrosa y su medalla, que tiene como divulgadora a Santa Catalina Labouré, que atribuyó a inspiración divina. En el año 1830, en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en París, Francia, narró que la Virgen se le había aparecido en tres ocasiones cuando era una humilde y piadosa novicia. En las tres, Catalina vio a la Virgen, recibió mensajes y fue tratada con amorosa y maternal atención. La primera visión fue hacia las 11,30 horas de la noche del dieciocho de julio, en que oyó que alguien la llamaba por su nombre: “Sor Labouré, Sor Labouré, ven a la capilla. Allí te espera la Santísima Virgen”. Quien la llamaba era un niño pequeño y él mismo la condujo hasta la capilla. Catalina se puso a rezar y después de oír un ruido semejante al roce de un vestido de seda, vio a la Virgen sentada al lado del Altar. Catalina fue hacia Ella, cayó de hinojos apoyando sus manos en las rodillas de la Santísima Virgen y oyó una voz que le dijo: “Hija mía, Dios quiere encomendarte una misión... tendrás que sufrir, pero lo soportarás porque lo que vas a hacer será para Gloria de Dios. Serás contradecida, pero tendrás gracias. No temas”. La Virgen señaló al pie del Altar y recomendó a Catalina acudir allí en los momentos de pena a desahogar su corazón pues allí, dijo, serían derramadas las gracias que grandes y chicos pidan con confianza y sencillez.
En la segunda visión, hacia las 5,30 horas de la tarde del veintisiete de Noviembre, la Virgen comunicó a su vidente el mensaje que le quería transmitir. Esta aparición tuvo tres momentos distintos. Oyó nuevamente el ruido semejante al roce de la seda y vio a la Virgen. En un primer momento, Ésta estaba de pie, sobre la mitad de un globo, aplastando con sus pies a una serpiente. Tenía un vestido cerrado de seda aurora con mangas lisas; un velo blanco le cubría la cabeza y le caía por ambos lados. Como vemos, presentaba la iconografía habitual de la Inmaculada. En sus manos, a la altura del pecho, sostenía un globo con una pequeña cruz en su parte superior. La Virgen ofrecía ese globo al Señor, con tono suplicante. Sus dedos tenían anillos con piedras, algunas de las cuales despedían luz y otras no. La Santísima Virgen bajó la mirada. Y Catalina oyó: “Este globo que ves, representa al mundo y a cada uno en particular. Los rayos de luz son el símbolo de las gracias que obtengo para quienes me las piden. Las piedras que no arrojan rayos, son las gracias que dejan de pedirme". Cuando el globo desapareció, las manos de la Virgen se extendieron resplandecientes de luz hacia la tierra; los haces de luz no dejaban ver sus pies. Se formó un cuadro ovalado alrededor de la Virgen y en semicírculo, comenzando a la altura de la mano derecha, pasando sobre la cabeza de Ella y terminando a la altura de la mano izquierda, se leía: "OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS, QUE RECURRIMOS A TI". Catalina oyó una voz que le dijo: “Haz acuñar una medalla según este modelo, las personas que la lleven en el cuello recibirán grandes gracias: las gracias serán abundantes para las personas que la llevaren con confianza”.
El cuadro se dio vuelta mostrando la letra M, coronada con una cruz apoyada sobre una barra y debajo de la letra M, los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que Catalina distinguió porque uno estaba coronado de espinas y el otro traspasado por una espada. Alrededor del monograma había doce estrellas. En el curso del mes de diciembre del mismo año, Catalina fue favorecida con una nueva aparición, similar a la del veintisiete de Noviembre. También durante la oración de la tarde. Catalina recibió nuevamente la orden dada por la Virgen de hacer acuñar una medalla, según el modelo que se le había mostrado el día citado, y que se le mostró nuevamente en esta aparición. Quiso la Virgen que su vidente tuviera muy claros los simbolismos de su aparición, por eso insistió de una manera especial que el globo, que Ella tenía en sus manos, representaba al mundo entero y cada persona en particular; en que los rayos de luz que arrojaban las piedras de sus anillos, eran las gracias que Ella conseguía para las personas que se las pedían, que las piedras que no arrojaban rayos, eran las gracias que dejaban de pedirle; que el Altar era el lugar a donde debían recurrir grandes y chicos, con confianza y sencillez, a desahogar sus penas. Después de vencer Catalina todos los obstáculos y contradicciones que le había anunciado la Santísima Virgen, en el año 1832, las autoridades eclesiásticas aprobaron la acuñación de la medalla. Una vez acuñada, se difundió rápidamente. Fueron tantos y tan abundantes los milagros obtenidos a través de ella, que se la llamó, la medalla que cura, la medalla que salva, la medalla que obra milagros, y finalmente la medalla milagrosa. La Iglesia aprobó esta devoción con el decreto de institución de la fiesta de la Medalla Milagrosa, el veintisiete de noviembre, sancionado por León XIII Pecci (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
Conozcamos mejor la Biografía de Antonio Castillo Lastrucci, autor de la imagen que preside la obra reseñada;
Antonio Castillo Lastrucci, (Sevilla, 20 de febrero de 1882 – 29 de noviembre de 1967). Escultor.
Autor de innumerables imágenes y misterios para las cofradías sevillanas: titulares y sayones de la Hermandad de la Bofetá 1923-1924; todo el misterio de San Benito 1928; grupo de la Sentencia, sin la efigie del Señor 1929; titulares de la Hermandad de la Hiniesta e imagen de la Magdalena 1937-1938 y 1944; grupo de las Tres Caídas de Triana, sin el Señor 1940-1941; misterio completo del Prendimiento y sus andas 1945; apóstoles de la Oración en el Huerto 1950; sayones del grupo de las Penas de Triana 1952; misterio completo del Beso de Judas 1958-1960; sayones en el grupo de Jesús ante Caifás 1961. También realizó distintas restauraciones, destacando las efectuadas a la Virgen de la Esperanza de Triana en 1929, la de Jesús Nazareno (La O) en 1936 y al Señor de la Oración en el Huerto 1942. Su obra es inmensamente prolífica (unas 1.150 esculturas), ya que tuvo que sustituir tras la guerra numerosas imágenes que se perdieron. En mayo de 1961 fue merecedor de un homenaje de las Cofradías sevillanas. Fue nombrado hermano de honor en las Hermandades del Prendimiento 1962 y en la Hiniesta 1965.
El gobierno de la nación le hizo acreedor de la Medalla al Mérito de Trabajo, que se le puso póstumamente sobre su féretro. Su nombre ha quedado perpetuado desde 1964 en la nomenclatura de la ciudad, Imaginero Castillo Lastrucci, entre las calles San Vicente y Torneo. El 9 de noviembre de 1995, los restos de este imaginero fueron enterrados en la parroquia de San Julián a petición de la Hermandad de la Hiniesta, bajo una imagen de la Piedad que él labró en 1949 (Juan Carrero Rodríguez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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