Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Castellar, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 10 de noviembre, es el aniversario de la concesión (10 de noviembre de 1539) por parte de Carlos I a Juan Arias de Saavedra, del título de Conde de Castellar, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Castellar, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Castellar es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo; y va de la calle Alberto Lista, a la plaza de San Marcos.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
En obras tardías se indica que desde comienzos del s. XIV por lo menos se llamaba Melgarejos, por el hecho de encontrarse aquí la casa de este linaje, pero las primeras menciones en documentos coetáneos son de comienzos del s. XVI (1516 y 1533). Es posible que antes, en el s. XV, fuese conocida como calle de los Señores de Fuentes, porque también tenían aquí su residencia desde el s. XIV los Señores de Fuentes de Andalucía. En el año antes citado de 1516, en que aparece como calle de los Melgarejos, otro documento la identifica como de Gonzalo Mariño de Ribera, sin duda por la misma razón antes señalada.
Es a finales de esta centuria decimosexta cuando comienza a ser conocida por Conde de Castellar. Este nuevo topónimo obedece, una vez más, al haberse instalado en ella la rama del linaje de los Saavedra que porta dicho título. Sin embargo, el citado topónimo permanece vacilante, ya que lo mismo aparece como Castellar que como Conde o Conde de Castellar a lo largo de los siglos XVII y XVIII; es más, a veces incluso, por vacilación gráfica de la 11 en 1,como Castelar. En 1845 se fija oficialmente con la forma Conde. En 1869 se le cambia por el de Castelar, por ignorancia de los munícipes o porque el error antes mencionado pervivía -así aparece en el plano de Olavide (1771); lo cierto es que el Ayuntamiento pretende hacer coincidir el mantenimiento del citado título con el apellido del político republicano Emilio Castelar (1832- 1899); a los pocos meses se subsanó el error y se rotuló Castellar. Ese mismo año se le añadía otra calle, lo que hoy constituye su primer tramo. Este, desde el s. XVI, era conocido como Pava o Pavas, entre Alberto Lista y Feria. El nombre de Caño Quebrado que le da el plano de Olavide a una parte es un error, pues tal nombre era, precisamente, el que recibía la actual Feria al cruzarla.
Es calle relativamente larga y de trazado irregular. Su arranque posee una forma trapezoidal, y por su anchura fue conocido como plaza en siglos pasados; seguidamente se estrecha y forma un ángulo.
A partir de allí tiene tendencia a la línea recta, aunque con ligeros quiebros. Por lo demás, su anchura tampoco es uniforme, pues alternan tramos estrechos con otros algo más anchos, sobre todo en su segunda mitad. Dichos ensanches están, en parte, relacionados con procesos de alineación llevados a cabo en el pasado siglo y en la primera mitad del actual. Está cruzada por Feria; desembocan en ella, por la derecha, Hidalgo de Agüero y Espíritu Santo; y por la izquierda, Laurel, Churruca, Heliotropo y Maravillas. Aunque debía estar empedrada en el s. XVI, en la primera mitad de la siguiente centuria hay como mínimo una quincena de intervenciones, según las actas capitulares, relativas a su empedrado. En el último cuarto del s. XIX, además de este sistema, las aceras estaban dotadas de losas de Tarifa. A comienzos del actual fue adoquinada y se construyeron aceras de cemento, posteriormente sustituidas por las actuales de losetas. En el primer tramo, hasta el cruce con Feria, sobre los adoquines se ha vertido riego asfáltico. La iluminación se efectúa mediante farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas. Contó, desde el s. XVI como mínimo, con conducciones de agua y caños de desagüe. Los edificios presentan variedad en sus alturas, que oscilan entre dos y cuatro plantas, aunque predominan las de tres; así como en las fechas de su construcción y estilos. Bastantes responden al tipo popular del pasado siglo y comienzos del actual, aunque hay algunas más antiguas.
En las dos últimas décadas ha conocido una gran actividad constructora, sobre todo en sus extremos, apareciendo al final el tipo con hueco de patio abierto al exterior que prolifera desde hace unos años. Entre las casas antiguas cabe destacar las núm. 57 y 59, típicas de la clase burguesa del s. XVIII, y el gran edificio frontero de 1897 (núm. 48-52), por uno de cuyos portones se accede a un gran jardín actualmente ocupado por diversos talleres de coches y de trabajo del hierro. Hay varias casas cerradas a todo lo largo de la calle.
Como se ha indicado al comienzo, allí radicaron las casas-palacio de importantes linajes sevillanos, todas ellas en la acera de los pares de la segunda mitad, como aún hoy queda reflejado en el parcelario. Una de ellas fue la de los señores de Fuentes, luego conde de Talhara, que en 1824 fue convertida en fábrica de jabón, y como tal subsistía a fines de siglo. A continuación venía otra, derribada en 1815, en la que vivió doña Leonor de Guzmán, madre de Enrique II, y que este monarca regaló al adelantado Per Afán de Ribera; su descendiente, doña Catalina Mariño de Ribera, la vendió al I conde de Castellar, permaneciendo en este linaje hasta comienzos del pasado siglo. A ésta pertenecía el enorme jardín más arriba citado, y sobre su solar se construyó la casa de 1897, destinada a oficinas y talleres. Según Álvarez-Benavides, además de los Melgarejos, tuvieron también sus casas los Cabeza de Vaca.
Aparte de esta presencia nobiliaria, también acogió temporalmente a instituciones eclesiásticas. Entre 1310 y 1369 el convento de monjas agustinas de San Leandro; en 1571 se funda allí el de Nuestra Señora de la Paz, de la misma orden; por ella tenía acceso el Colegio de Monte-Sión. En el s. XIX se citan numerosos talleres y fábricas, como la mencionada de jabón y otra de zapatos, además de varios colegios. Esta función educativa la ha conservado, pues durante varias décadas estuvo el Colegio de las Salesianas, y hoy hay un colegio privado. Asimismo han proliferado, sobre todo a partir de Feria, numerosos talleres y tiendas o almacenes pequeños y medianos de diversas ramas de actividad, pero con predominio de los relacionados con el mueble en todas sus variantes, así como varios artesanos. En el núm. 14 se encuentra la sede de la Unión Sindical Obrera (U.S.O.).
Desde el siglo pasado destaca también su función como vía de comunicación. Álvarez-Benavides resalta su intenso tráfico, y hoy canaliza el que desde San Luis y San Marcos entra a Feria. En esta calle nació en 1583 el poeta Francisco de Rioja y en 1886 el escritor José Mª. Izquierdo, como recuerda un azulejo en el núm. 59. Entre los personajes curiosos relacionados con la misma cabe aludir a Martín Armijo, que alcanzó popularidad en la zona por su carácter excéntrico en el pasado siglo, y la Cervanta, considerada como la primera ditera, a comienzos del mismo. Finalmente hay que destacar la perspectiva de la torre de la iglesia de San Marcos desde la mitad de la calle [Antonio Collantes de Terán Sánchez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Castellar, 17. Casa del siglo XVIII, de tres plantas; la superior dividida por pilastras pareadas y vanos de medio punto por la fachada de calle Feria.
Castellar, 26. En este número sólo merece destacarse una serie de azulejos de distinto tipo que existe en el patio.
Castellar, 57. Casa del siglo XVIII, de dos plantas y ático. La portada está flanqueada por pilastras toscanas con su correspondiente entablamento y rematada por pirámides. El ático posee vanos de medio punto, separados por pilastras toscanas.
Castellar, 59. Casa con características semejantes a la anterior, en lo que se refiere a la disposición de la fachada. En el interior destaca el patio de columnas [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
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La calle Castellar, al detalle:
Edificio calle Castellar, 17.
Edificio calle Castellar, 26.
Edificio calle Castellar, 57.
Edificio calle Castellar, 59.
Retablo cerámico Virgen del Rocío, en edificio calle Castellar, 63.
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