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viernes, 11 de noviembre de 2022

La Iglesia de San Martín, en Carrión de los Céspedes (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Martín, en Carrión de los Céspedes (Sevilla)
     Hoy, 11 de noviembre, Memoria de San Martín, obispo, en el día de su sepultura. Nacido en Panonia, en la actual Hungría, de padres gentiles, siendo soldado en las Galias y aún catecúmeno, cubrió con su manto a Cristo en la persona de un pobre, y luego, recibido el bautismo, dejó las armas e hizo vida monástica en un cenobio fundado por él mismo en Ligugé, bajo la dirección de San Hilario de Poitiers. Después, ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours, teniendo ante sus ojos el ejemplo del buen pastor, fundó en distintos pueblos otros monasterios y parroquias, adoctrinó y reconcilió al clero y evangelizó a los campesinos, hasta que fue al encuentro del Señor en Candes, población de Francia (397) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Martín, en Carrión de los Céspedes (Sevilla).
     La Iglesia de San Martín, se encuentra en la plaza de San Martín, s/n; en Carrión de los Céspedes (Sevilla).
     Fue originalmente un templo mudéjar transformado y ampliado en el siglo XVIII. A la primera etapa pertenece la estructuración del interior del edificio, compartimentado en un principio en tres naves de cuatro tramos cada una, separa­das por arcos apuntados sobre pilares cruciformes. En el siglo XVIII se le añadió una nueva nave en el lado izquierdo, levantándose hacia 1760 la Capilla Sacramental  adosada a la nave derecha. Las naves centrales se cubrieron en un principio con techumbres mudéjares de madera. En el XVIII la cubierta de la nave central se enmascaró por medio de una bóveda de medio cañón, cubriéndose en la actualidad las naves laterales con estructuras de madera en forma de colgadizo que mantienen las formas de las originales. La portada del lado izquierdo es del siglo XVIII, estando formada por un vano adintelado, flanqueado por pilastras y coronado por un frontón curvo y roto. La del lado derecho es asimismo adintelada, aunque de moderna construcción. La torre se sitúa a los pies de la nave derecha y pertenece a la segunda mitad del siglo XVIII, rematándose por medio de un cuerpo de campanas con vanos de medio punto entre pilastras. La corona un chapitel piramidal decorado con azulejos.
     El retablo mayor es de tipo neoclásico, figurando en él una escultura de San Martín, del siglo XIX. A ambos lados del presbiterio se sitúan dos retablos gemelos, de estilo neoclásico y realizados a principios del siglo XIX, y una escultura de San José con el Niño, de la misma época. En el muro de la nave izquierda hay que señalar dos pequeñas pinturas sobre lienzos del tercer cuarto del XVIII con buenos marcos de época y un retablo neoclásico en el que aparecen una imagen moderna de candelero de la Virgen del Carmen y una escultura de San Miguel, del momento del retablo. En la primera capilla de la nave derecha hay un gran lienzo de principios del XIX que representa a las Ánimas del Purgatorio. En la capilla contigua, o Sacramental, destacan las pinturas murales, ejecutadas hacia 1760, y tres retablos del último tercio del siglo XVIII. En el muro frontal figura un  relieve de la Coronación de la Virgen y dos esculturas de San Joaquín y Santa Ana, del primer tercio del XVIII, y en los de los muros laterales una imagen de candelero de la Dolorosa y una escultura de San Antonio de Padua del momento de los retablos. A los pies de la nave se encuentra un gran lienzo de San Cristóbal de principios del XVIII.
     Entre los objetos de orfebrería con que cuenta la iglesia hay que destacar unas pequeñas crismeras de plata de hacia 1500; un copón de plata repujada con el escudo de los Céspedes de hacia 1600; un ostensorio de plata dorada del primer cuarto del XVII; una cruz parroquial con los escudos de los Céspedes de la misma fecha que la pieza anterior; un incensario de plata, del tercer cuarto de ese mismo siglo; un cáliz de plata lisa, del tercer tercio del XVII con los punzones del platero Cárdenas y un copón de plata de principios del XIX con los punzones de la ciudad de Sevilla y de los plateros Zuloaga y González. La iglesia cuenta asimismo con una serie de vestiduras sagradas del siglo XVII, destacando entre ellas una capa pluvial bordada en seda (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
         Edificio de estilo mudéjar, construido a fines del s. XV, a la que se le agregaron nuevos elementos arquitectónicos siguiendo los patrones neoclásicos imperantes en los siglos XVIII-XIX, debido al terremoto de 1755. En el Retablo Mayor se encuentra la imagen de San Martín, titular de la Parroquia. También hay un camarín, que cuenta con un retablo neoclásico de comienzos del siglo XIX y la imagen de vestir de la Virgen del Rosario, que podría datar del último cuarto del siglo XV, según la Hermandad de la misma. También cuenta con otras piezas pictóricas y escultóricas de gran valor (Ayuntamiento de Carrión de los Céspedes).
     La iglesia de San Martín fue un templo de estilo mudéjar en el siglo XV. En su origen constaba de tres naves con pilares de sección cruciformes, arcos apuntados y de medio punto con alfiz. En el siglo XVIII, después del terremoto de Lisboa, se añadió la capilla sacramental, se cubrió la nave central con una bóveda y se realizó una de las portadas. En esta capilla hay valiosas pinturas murales de la fecha de su construcción y su cúpula está decorada con frescos de los Santos Mártires. Las cubiertas, de madera, mantienen el estilo mudéjar.
     El templo presenta dos portadas: una del siglo XVIII y otra de moderna construcción. El con-junto queda rematado por una torre, también del siglo XVIII, que termina en campanario. El retablo mayor es de estilo neoclásico y representa a San Martín, la imagen titular del templo. Además del retablo mayor, destacan dos retablos gemelos, neoclásicos del siglo XIX: el de Ntra. Sra. del Rosario y el de San José. Otro retablo neoclásico acoge una moderna imagen de candelero de la Virgen del Carmen.
     El interior de la iglesia está decorado con numerosas piezas escultóricas. Las pinturas también son un elemento importante del edificio, destacando un gran lienzo del siglo XIX que representa a la ánimas del purgatorio y un lienzo del XVIII, de San Cristóbal. Es interesante destacar la presencia de importantes objetos de orfebrería como pequeñas crismeras de plata del siglo XVI, un copón de plata del XVII y un cáliz también de plata del XVIII (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Martín, obispo;
HISTORIA Y LEYENDA
     Apóstol de Las Galias y obispo de Tours, cuya historia, llena de elementos legendarios, fue contada por Sulpicio Severo en su Vita S. Martini, y por Gregorio de Tours en sus cuatro libros De Virtutibus S. Martini, y finalmente por Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada (Legenda aurea).
     Ese santo tan francés no nació en Las Galias sino en Panonia, es decir, en la actual Hungría, antes de la invasión de los magiares a ese país, a la sazón poblado por eslavos. Su origen quizá deba buscarse en el condado de Györ (Raab), en la actualidad, la ciudad de Szent Marton, o más bien, de acuerdo con recientes investigaciones, en Szombathely, la antigua Savaria, en el condado de Vas. Se ignora la fecha de su nacimiento, que según ciertos au­tores fue hacia 317 y según otros hacia 326.
     Criado en Pavía, se incorporó al ejército romano como hijo de un veterano, y durante muchos años fue soldado, primero en Italia y luego en Las Galias.
     Un día de invierno del año 337, cuando estaba en la guarnición de Amiens, vio a un pobre andrajoso que pedía la caridad de los transeúntes para combatir el frío. Sin vacilar cortó en dos su manto de caballero (paludamentum), con su espada, y dio la mitad al mendigo (según otra versión, mucho menos popular porque es más trivial, habría regalado al mendigo una moneda de plata).
     La siguiente Cristo se le apareció en sueños, vestido con el trozo de manto regalado al pobre, y dirigiéndose a los ángeles que le rodeaban dijo: "Martín, aunque simple catecúmeno, me ha cubierto con esta vestidura".
     Hacia 356, Martín abandonó el ejército, se hizo bautizar, y se dirigió a Poitiers, junto al obispo San Hilario, quien lo incorporó a su iglesia como exor­cista que era el grado más humilde de la jerarquía  eclesiástica . Realizó un corto viaje a su casa  natal, en Panonia, para convertir a sus padres y predi­car contra el arrianismo. Pero muy pronto se unió a san Hilario para fundar en los alrededores de Poitiers el monasterio de Ligugé.
     Su fama de taumaturgo se había difundido en toda la región, en 370 fue elegido mediante la vox populi  obispo de Tours, donde sucedió a san Gaciano y a San Lidorio.
     A partir de entonces, la historia de san Martín se confunde con la de su episcopado que duraría veintiséis años. A pesar de su nueva dignidad, quiso seguir viviendo como un monje y se instaló en las afueras de la ciudad, sobre la orilla derecha del Loira, en Marmoutier, en una simple celda que se convirtió en el nudo de un gran monasterio (Majus monasterium).
     Demolió templos paganos, taló árboles sagrados y  pudo conseguir conversiones masivas.
     Fundó numerosas parroquias rurales, especialmente en Candes, en la con­fluencia (Condate) del río Vienne con el Loira; y allí murió, en 397.
La leyenda de san Martín de Tours
     La Leyenda Dorada agregó numerosos ornamentos al relato de Sulpicio Severo que no puede considerarse tampoco un documento histórico fiable, sino que es, más bien, una compilación hagiográfica en la cual muchos detalles se copiaron de la vida de santos anteriores, como san Antonio abad .
     Allí se encuentra el relato de una segunda Caridad de san Martín. Como el santo había regalado su túnica, sin más, a un mendigo, celebró misa con unos harapos miserables que un archidiácono había comprado para el pobre. Un rayo de sol iluminó entonces su cabeza, muchos de los asistentes vieron salir de ella un globo de fuego. Como sus mangas eran demasiado cortas, los ángeles rodearon sus muñecas con piedras preciosas y le trajeron mangas tejidas con oro.
     A las puertas de Lutecia, curó a un leproso dándole un beso. Esta  anécdota, sin duda ha sido inventada  para formar pareja con la escena del mendigo a las puertas de Amiens.
     La leyenda de la sangre de san Mauricio y sus compañeros de la Legión te­bana, recogida en ampollas en Agaune, es también una invención tardía de la cual no se encuentra huella alguna ni en Sulpicio Severo ni en Gregorio de Tours. Fue forjada para acreditar la reliquia que se conserva en la catedral de Saint Maurice de Angers. 
     Uno de los milagros más populares del apostolado de san Martín era la leyenda del   pino derribado. Se trataba de un árbol sagrado que los paganos veneraban. Éstos sólo aceptaban derribarlo si san Martín se ponía debajo para recibirlo en su caída. Como tenía fe en Dios, se dejó atar del lado en que el tronco caería, hizo una señal de la cruz, y el pino, que se echó hacia atrás, se derrumbó del lado opuesto. Este milagro habría sucedido en Turena, en un sitio llamado Arbrepinière.
      Además, se contaba que había  emprendido  una peregrinación  en compañía del obispo Maximino de Tréveris. Ambos peregrinos iban a pie, junto a un burro que transportaba su equipaje. En un camino de los Alpes un oso devoró al asno, y san Martín obligó a la fiera a cargar el equipaje sobre el lomo y llevarlo hasta Roma. De ahí los proverbios acerca del burro Martín y el oso Martín, es decir, de Martín, el nombre del santo funciona allí en genitivo, como Dios (Dieu) en la expresión Hôtel Dieu (hospital). Se trata sólo de un tópico hagiográfico, en Baviera se atribuye el mismo milagro a san Corbiniano, quien  también  empleó un oso como bestia de carga.
     El robo de los restos de san Martín, que los de Tours habrían sacado con nocturnidad de su celda de Candes haciéndolo pasar por la ventana, en las barbas de los de Poitou, quienes lo reclamaban para el monasterio de Ligugé, también carece de fundamentos históricos. Se trata de una invención de monjes del siglo VI, que disputaban por el cadáver de un santo para atraer a los peregrinos.
     La crítica moderna tiende a devaluar el papel histórico de san Martín. Se trataría de una creación de su hagiógrafo, Sulpicio Severo, y de su sucesor, Perpet, quien organizó el culto del santo en Tours. La leyenda habría agrandado desmesuradamente a un obispo que en vida parece haber sido muy cuestionado.
CULTO
     La popularidad de san Martín, a quien se llamaba el apóstol decimotercero y a quien el abad de Cluny califica de par Apostolis es un fenómeno excepcio­nal. Como ha dicho el poeta  Fortunat,  "en todos los sitios donde se conoce a Cristo se venera a Martín".
Principales lugares de culto   
   En Francia, aún en la actualidad, a pesar de los cambios de las advocaciones, existen quinientos pueblos y cerca de cuatro mil iglesias parroquiales que llevan el nombre Saint Martín.
     A las  toponimias  deben  agregarse  las  localidades  llamadas  Dammartin,  o Dommartin (Dominus Martinus), Martigny o Martelange.
     Como apellido tuvo tanto éxito como en las toponimias, y en Francia es, con gran ventaja, el patronímico más difundido.
     En  los tiempos de los merovingios y carolingios, san Martín se convirtió en el patrón de la monarquía francesa. Con la  dinastía  de los Capetas  conser­vó sus privilegios, a pesar de la competencia de san Dionisio, patrón  de París. La capa de san Martín, considerada por los reyes merovingios como la más preciosa de todas las reliquias, es un paladión  nacional, con el mismo título que la oriflama de san Dionisio. De ahí, de su capa (fr.: chape), procede la palabra chapelle (capilla), que originalmente designaba el sitio donde se guardaba la capa  de san Martín.
     La tumba de san Martín, en Tours, era el principal centro de peregrinación de los francos. La primera basílica fue destruida por los normandos . En el mismo sitio se edificó una nueva iglesia de estilo románico en 1008; luego, en el siglo XIII, una iglesia gótica que subsistió hasta la Revolución a pesar del vandalismo de los hugonotes. En 1797 las bóvedas se derrumbaron y en 1802 se la demolió: sólo se dejaron dos torres.
     Alrededor de la basílica  se agrupaban los edificios de una poderosa  abadía que  los reyes colmaron de privilegios: contaba con derecho de asilo, derecho de justicia y derecho a acuñar moneda. Enriquecida por numerosas donaciones, poseía un vasto patrimonio, hasta  en Italia  y Alemania.
     Durante toda  la Edad Media, la peregrinación a Saint Martín de Tours, la Gallicana peregrinatio, como la llama el concilio de Orleans, fue la gran peregrinación francesa, tan frecuentada como la de Santiago de Compostela. Desde Tours, el culto de san Martín conquistó el resto de Francia y luego a Europa entera.
     En Poitou y Turena se lo veneraba particularmente en las dos abadías de Ligugé y de Marmoutier que él fundara, y en Candes, donde murió. Tenía iglesias puestas bajo su advocación en  las provincias  vecinas de Anjou y de Berry, en Angers, Glanfeuil (Maine et Loire), Vic, y Thevet Saint Martín (Indre).
     En Amiens, donde tuviera  lugar el reparto del manto con el mendigo, cada año, el día de san Martín, los peleteros donaban al obispo una pelliza de cordero para vestir a un pobre o abrigar a un centinela. Se le dedicó una igle­sia bajo la advocación Saint Martin aux Jumeaux (San Martín de los Gemelos), en la época de san Gregorio de Tours. El Palacio de Justicia, construido sobre el antiguo emplazamiento  de la abadía, lleva una  incripción  en  dialecto picardo: Sainct Martin chy divisa son mantel (San Martín que dividió su manto).
     Uno de los prioratos parisinos más importantes de la orden de Cluny adoptó el nombre de Saint Martin des Champs. La iglesia de Montmorency, en la región parisina, también está puesta bajo la advocación de san Martín.
     Además, el obispo de Tours era titular de numerosas iglesias, tanto en el norte de Francia: Argentan  (Normandía),  Vendôme, Laon, Autun, Chablis, Clamency y Never, como en Colmar (Alemania). En el Rosellón, se lo veneraba en la abadía de Saint Martin du Canigou y en Saint Martin de Fenollar.
     Todos los países extranjeros rendían homenaje al apóstol de Las Galias, comenzando por Italia, Roma le dedicó hasta siete iglesias, la más célebre de las cuales es S. Martina ai Monti. En Rávena, la iglesia  de San Apolinar il Nuovo, originalmente estaba consagrada a san Martín bajo la advocación de Sanct Martinus in coelo aureo. Y es el santo quien, en el friso de mosaicos de fondo de oro de la nave, avanza vestido de púrpura en cabeza de los santos. Era  muy  popular en la Italia montañesa, en  una de cuyas ciudades, Pavía, fue recibido como catecúmeno. Tiene una  iglesia puesta  bajo su advocación en Chioggia, en la laguna de Venecia, y una capilla decorada por Simon Martini en la basílica de Asís. Su leyenda está ilustrada en las iglesias de San Martín (S. Martina) de Pisa y de Lucca; y la bahía  de Nápoles está dominada por la cartuja (it.: certosa ) di san Martina.
     España le ha dedicado numerosos santuarios en Santiago de Compostela, Orense, Valladolid, Segovia, Segorbe, Gerona y Valencia.
     En los Países Bajos se lo encuentra en Ypres y Hal, en tierra flamenca, y en Tournai y Lieja, en territorio valón. En Inglaterra, se lo venera en Canterbury y en York. Londres, al igual que París, posee la iglesia de Saint Martin des Champs, tiene una puesta bajo la advocación de St. Martin's in the Fields.
     El culto del gran santo francés también se difundió mucho en Europa central. En Alemania, donde la catedral de Maguncia le está dedicada, y donde una de las más bellas iglesias románicas  de Colonia lleva el nombre de­ Gran San Martín; en Hungría, su país natal, donde cerca de Martinsberg, una ciudad del Burgenland fue bautizada Kismarton (Pequeña San Martín). La ciudad de Presburgo, durante mucho tiempo húngara y llamada Poszony, luego checoslovaca con el nombre de Bratislava, también es uno de los feudos de san Martín de Tours.
Fiestas 
   La fiesta de san Martín (11 de noviembre), que conmemora su deposición, es decir, sus exequias, era muy popular. Y señalaba el comienzo del invierno. Ese día se comía la oca de san Martín, se bebía el vino nuevo llamado el vino de San Martín y se encendían fuegos de fiesta, como el día de san Juan. En algunos pueblos también era una jornada de grandes ferias en las cuales se inauguraba el nuevo año con las contrataciones de peones rurales y el pago de arrendamientos y aparcerías. En estas costumbres populares hay vestigios­ de festividades paganas que la Iglesia cristianizó con gran habilidad. Quizá la oca haya sido asociada con el culto de san Martín porque en Roma estaba consagrada al dios Marte, pero es aún más probable que los campesinos pagasen sus impuestos por la crianza de aves en la fiesta de San Martín.
Patronazgos
     La popularidad de san Martín todavía está probada por el número excepcional de sus patronazgos.
     Es el patrón de los soldados y sobre todo de los jinetes, porque el santo había servido en la caballería romana. Pero lo era también de los sastres, peleteros y vendedores de paño, y también de los mendigos, a causa del reparto de su capa o manto con un pobre; de los curtidores, porque el joven oficial lle­vaba su humildad hasta el punto de lustrar las botas de su ordenanza; de los cantineros y posaderos que enriquecían su fiesta, y muchos de los cuales usaban como lema: "Con el gran san Martín"; de los bebedores y de los borrachos, porque había convertido el agua en vino.
     No era un santo curador. No obstante, según dice Gregorio de Tours, el polvo de su tumba, tomado en infusión, era el remedio supremo contra la disentería y los cólicos infantiles.
     Su protección se extendía a los animales. Era  el amigo de los caballos porque estaba representado como jinete, y también el de las ocas.
   Todos sus patronazgos se conservaron  largo tiempo en  la cristiandad, salvo en la Alemania protestante, donde a partir del siglo XVI fue suplantado por otro Martín, un anti Martín que se apellidaba Lutero. En la iglesia de San Pedro, en Hamburgo, se ve un retrato de Lutero fechado en 1603, donde el Reformador tiene como atributo la oca de san Martín.
ICONOGRAFÍA
     La riqueza de su iconografía está en relación directa con su extraordinaria popularidad.
     A san Martín se lo representa ya como legionario romano, y en tal caso, está a pie o montado en un caballo blanco; ya como obispo, dignificado con la mitra y el báculo.
     A título de curiosidad señalemos que en el monumento que se le dedicó en la catedral -a la sazón húngara- de Presburgo, el legionario está disfrazado de oficial de húsares, cubierto con un dormán (chaqueta militar adornada con alamares y vueltas de piel) .
     Además del mendigo con quien reparte su manto, a veces tiene como atributo una oca silvestre, que es una alusión al paso de dichas aves migratorias que coincide con la fiesta de san Martín, cuando comienzan los primeros fríos invernales. Pero este atributo apareció a finales del siglo XV, y  principalmente en la Alta  Baviera.
     La copa medieval es atributo infrecuente y tardío (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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