Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Patio de las Muñecas, en el Palacio del Rey Don Pedro, del Real Alcázar, de Sevilla.
El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En el Real Alcázar, en el Palacio del Rey Don Pedro, se encuentra el Patio de las Muñecas [nº 18 en el plano oficial del Real Alcázar]; Desde el Dormitorio de los Reyes Moros pasamos a través de una pequeña sala conocida como la Cuadra de Pasos Perdidos cubierta por bella techumbre de época de los Reyes Católicos, al Patio de las Muñecas. En torno a él discurre el sector íntimo, más doméstico del Palacio. Es un patio pequeño, frágil, lleno de delicadeza y muy granadino. Sus columnas de mármol parece ser que fueron traídas de Córdoba en tiempos de Mutamid y son coronadas por bellísimos capiteles califales. El equilibrio asimétrico de sus frentes menores, muy bien resuelto, lo dota de gran belleza. Este patio tiene acceso directo desde el vestíbulo de entrada a través de un corredor angosto, dispuesto en eje acodado, permitiendo la salida directa desde la zona residencial al patio principal, sin necesidad de atravesar el sector oficial. En su flanco norte se abre el acceso al Cuarto del Príncipe y desde su galería de mediodía se accede al Salón de Embajadores y otras dependencias del sector cortesano.
Durante el siglo XVI y XVII poseyó una galería alta de arcos rebajados sobre columnas de mármol y antepechos de este mismo material, pero en el siglo XIX el arquitecto Don Rafael Contreras le introdujo un entresuelo y una galería historicista, así como una montera de cristal que han configurado su actual aspecto. Sus labores de yeso fueron intensamente retocadas también en aquella campaña de obras aunque quedan restos de las primitivas en las enjutas de los arcos mayores, paños de sebka de los menores, frisos de los muros interiores y adornos de los arrabaes de los vanos de cada uno de los frentes. La parte superior se embellece utilizando gran número de los vaciados de la Alhambra (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
La zona privada del palacio mudéjar se organiza en torno al Patio de las Muñecas. En contraposición al de las Doncellas, es de reducidas dimensiones y de aire más intimista. Rodeado de una galería con frentes asimétricos, pero solucionado con extrema belleza, sus arcos descansan sobre columnas califales, alternando las realizadas en mármol blanco con las de color negro y rosado, procedentes de Madinat al-Zahra y traídas a Sevilla por Al-Mutamid. Las yeserías que adornan la galería, salidas de las manos de los artesanos enviados por Muhammad V, entremezclan los atauriques y los paños de sebqa, rematándose con un friso de arquitos polilobulados. A esta decoración pertenecen las cuatro cabecitas, origen del nombre del patio, existente en el arranque del arco más próximo al corredor que comunica con el vestíbulo de entrada al palacio. En uno de los capiteles de este arco, de época califal, aparece parte de la Sura II del Korán "en el nombre de Alá, vuestro dios (es) Alá, no (hay) dios sino él, el vivo, el inmutable. No le embarga estupor ni sueño. Para él (es) cuanto (hay) en los cielos y en la tierra. ¿quién será el que ruegue...". La citada aleya se completaba en otro capitel, posiblemente, de los colocados en el Salón de Embajadores, cuyas inscripciones aparecen ilegibles, y que continuaba "... a él sin su permiso?. Sabe lo que (hay) entre sus manos (delante de ellos) y detrás de ellos; y no alcanzan de las cosas que sabe, sino las que quiere. Su trono (se haya sobre) los cielos y la tierra, y no le cuesta (nada) su guarda. Él (es) el excelso, el grande". También de origen granadino son los alicatados del zócalo, así como las leyendas con el lema nazarí y las dedicadas al rey Pedro I, "¡oh dueño incomparable, nacido de estirpe regia!... ¡protégele (Alá)!..."
Entre los siglos XVI y XVII se le construyó una galería superior que resultó destruida, a mediados del siglo XIX, al levantarse los dos pisos altos del patio y la montera de cristales que lo cierra. Tales obras fueron dirigidas por el arquitecto Rafael Contreras, también responsable de las restauraciones de la Alhambra de Granada, quien cubrió los paramentos con yesos sacados a molde del fascinante palacio granadino.
A ambos lados del patio se abren dos pequeñas habitaciones (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
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