Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Pabellón de Guatemala para la Exposición Iberoamericana de 1929 (actual sede anexa del Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla "Antonio Ruiz Soler"), en los Jardines de las Delicias, de Sevilla.
Hoy, 5 de noviembre, se conmemora una conspiración encabezada por los curas José Matias Delgado y Nicolás Aguilar intentó apoderarse de unas armas que existían en la casamata de San Salvador el 5 de noviembre de 1811, primer movimiento independentista, que culminaría el 15 de septiembre de 1821, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Pabellón de Guatemala para la Exposición Iberoamericana de 1929, en los Jardines de las Delicias, de Sevilla.
El Pabellón de Guatemala para la Exposición Iberoamericana de 1929 (actual sede anexa del Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla "Antonio Ruiz Soler") [nº 74 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla, y nº 37 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929], se encuentra en los Jardines de las Delicias, en el Paseo de las Delicias, 2; en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur.
La Exposición Iberoamericana de 1.929 supone la transformación urbana más importante de la ciudad en época contemporánea hasta 1992. El recinto se desarrolla en un entorno ajardinado en el que se disponen arquitecturas singulares que lo monumentalizan: apoyado en el curso del río y en edificios existentes de la importancia de la Fábrica de Tabacos o del Palacio de San Telmo, da forma al deseo de crecimiento hacia el sur que la ciudad ya había manifestado en proyectos como el trazado del Salón de Cristina o El Jardín de las Delicias de Arjona.
El escenario fundamental es el del sector segregado de los jardines del Palacio de los Montpensier y que constituyeron el Parque de María Luisa en honor de la cesión por la infanta María Luisa de Orleáns, prolongado en el Jardín de las Delicias y a lo largo de la Avenida Reina Victoria (hoy Paseo de las Delicias y de la Palmera) hasta el Sector Sur. Otros edificios dispersos se situaron en los jardines de San Telmo o, en el caso singular del Gran Hotel "Hotel Alfonso XIII- en el Jardín de Eslava.
El trazado inicial surge como consecuencia del concurso de anteproyectos celebrado en 1911 y del que se eligió la propuesta de trazado unitario presentada por el arquitecto Aníbal González y que, en los que le siguieron (1913, 1924, 1925 y 1928), se fue desfigurando en aras de una implantación dispersa con la intervención de un número más amplio de profesionales. El arquitecto dimitió falleciendo poco antes de inaugurarse el certamen.
El Pabellón de Guatemala se sitúa en la entrada al Paseo de las Delicias, próximo al Pabellón de Argentina y a la Plaza de América. Se trata de una de las piezas más sencillas de las ejecutadas, de geometría rectangular y dos plantas en origen, semisótano y principal, si bien la reforma posterior supuso la compartimentación del edificio con nuevas entreplantas. Guatemala, que decide tardíamente incorporarse al evento, encarga el proyecto al arquitecto español Emilio Gómez Flores, correspondiendo a Juan Granados de la Vega la dirección de la obra.
El único elemento destacable, aparte de la ya mencionada sencillez de geometría, es el revestimiento cerámico de la totalidad del volumen "ejecutado en la fábrica trianera de Ramos Rejano-, única ornamentación que incorpora el quetzal "ave símbolo de la República de Guatemala- y estelas monumentales de la cultura maya. Los colores utilizados son los de la bandera de la nación, el azul y el blanco, salvo las representaciones del quetzal y otros elementos de los escudos, en verde. La carpintería recorta la fábrica de la fachada en un escalonado que recuerda el aterrazado de las pirámides mayas y su puerta, lateral, se distingue por el dintel escalonado, solución invertida a la del resto de los vanos.
Escala y colorido convierten al Pabellón en un elemento próximo e integrado en el jardín, sin pretender competir en ningún caso con los demás pabellones cercanos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
EL PABELLÓN DE GUATEMALA
Los insistentes reclamos habidos durante los años veinte por parte de la prensa guatemalteca para aprovechar el Certamen Iberoamericano con objeto de promocionar el café nacional, no encontraron eco entre los industriales del sector, quienes no se mostraron interesados en estar representados en Sevilla.
Por ello, habría de ser el Gobierno Nacional el que acometiera los gastos de asistencia. Como, además, el país estaba envuelto en numerosos problemas económicos y de política interna, la decisión se fue demorando hasta noviembre de 1926, fecha de la que datan las primeras afirmaciones por parte de los representantes de Guatemala de que su país estaría representado en Sevilla. Fue entonces cuando se comunicó que la nación participaría en la Exposición de forma modesta en las Galerías americanas. Recordemos que poco después Panamá, El Salvador y Costa Rica determinarían también hacerlo, mientras que Nicaragua y Honduras rehusarían a ello.
Dos años más tarde, en noviembre de 1928, Manuel Herrera y Herrera, Cónsul en Sevilla, fue designado Delegado en la Exposición, asesorado por Juan Irigoyen e Ignacio G. Saravia. Con motivo de la inauguración de la Muestra, la Comisión fue renovada: pasó a estar presidida por D. Sánchez Letour, siendo Luis Vergara subcomisario y delegados de honor Rubén Andino Aguilar y José Calleja. Con posterioridad se incorporaría J. Ismael Leraguino.
A principios de 1929 el Gobierno de la República aceptó el ofrecimiento de 150 m2. de las Galerías Americanas, situados entre las representaciones de Ecuador y Panamá. La concesión en febrero de 1929 por parte del Ministerio de Fomento de Guatemala de un crédito de 30.000 dólares, o pensar que se podría levantar un pabellón permanente en la Iberoamericana, cuyo éxito parecía presagiarse. Así, meses más tarde, se justificaría el cambio de orientación que el Gobierno de Lázaro Chacón había dado a la participación del país:
"El Gobierno de Guatemala, que se ha decidido a construir este pabellón en vista a la resonancia lograda en la Hispanoamericana por el éxito de la Exposición de Sevilla, se propone no omitir gasto alguno para que su representación sea digna del propósito".
El 10 de abril de 1929 Guatemala confirmó que asistiría a la Exposición con un pabellón de 20 x 30 m. De esta forma, el Comité de la Iberoamericana asignó a la República el terreno contiguo al Pabellón de Venezuela, siendo entregado el solar el 3 de agosto de 1929.
El Gobierno de Guatemala encargó el proyecto del pabellón a Emilio Gómez Flores, quien durante su etapa de residencia en Hispanoamérica había estudiado las construcciones prehispánicas. Gómez Flores diseñó un edificio permanente y, con carácter provisional, un rancho típico en el que ofrecerían café y otros productos a los visitantes.
La plasmación de este proyecto fue encomendada a la Dirección Técnica de la Muestra; concretamente se ocupó de ello José Granados de la Vega, arquitecto autor del pabellón de Colombia y de las Galerías Comerciales. Las obras se iniciaron en septiembre, una vez aprobados los planos del pabellón. Este fue inaugurado el 31 de octubre. El costo del edificio fue 208.000 ptas.
El pabellón consta de dos plantas, una de semisótano y otra elevada con una superficie construida de 378 m2, teniendo 189 m2 cada una. El edificio es de muros de carga de ladrillo, revestido de azulejos azul y blanco de la fábrica sevillana de Ramos Rejano.
Escasos detalles evocan la nación representada. Entre ellos, los colores de los azulejos que se escogieron por ser los nacionales. Además, en el edificio aparecían el signo escalonado en el acceso principal cuyo vano era ligeramente trapezoidal y el acceso elevado en altura.
Los elementos más significativos fueron los motivos decorativos indigenistas y, muy especialmente, el ave Quetzal, símbolo nacional, no sólo por la abundancia de ejemplares en la región sino por ser un pájaro que no puede vivir en cautiverio. Aparece representado flanqueando la portada del pabellón y en los remates del conjunto, donde se integraba en el escudo del país, con las dos armas cruzadas y, sobre un pliego, las palabras Libertad y Orden y la fecha de la independencia de Guatemala, el 15 de septiembre de 1821.
A la derecha de la puerta de entrada, construyó con carácter efímero un banco para degustación de café, que fue usado por el Frente de Juventudes del Movimiento y luego fue reformado.
En enero de 1935, el pabellón estuvo a punto de ser demolido, pues, una vez cedido a la ciudad por la República de Guatemala, el Municipio hispalense no sabía que hacer con el edificio, si echarlo abajo o "conservarlo como reliquia de aquel hermoso certamen, que tantas ilusiones nuestras arrastró consigo". Gracias a las gestiones del Alcalde, J. Talavera y el Ingeniero Director de Parques y Jardines, el pabellón pasó a dependencia municipal. Afortunadamente, gracias a la labor de estos tres hombres hoy se mantiene este pequeño edificio que, aunque arquitectónicamente es de poco interés, refleja no sólo los continuos cambios de opinión por parte de las naciones concurrentes y la voluntad de estar representadas en Sevilla, sino el concepto de esta República y de su arte nacional que un arquitecto español tenía.
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Conclusiones sobre el pabellón de Guatemala
El proyecto del pabellón no es de José Granados, sino de Emilio Gómez Flores, a quien el Gobierno de Guatemala encargó el edificio. Granados fue el encargado de la ejecución por parte del Comité del Certamen (Amparo Graciani García, La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Ayuntamiento de Sevilla, 2010).
Probablemente el pabellón de menos envergadura de cuanto se construyeron para la Exposición Iberoamericana de 1929. El pequeño pabellón y un rancho típico, situado a su derecha -en el que se obsequiaba con café al público visitante-, constituían el conjunto arquitectónico que el Gobierno de Guatemala instalaba en el recinto de la Exposición.
Se trata de un rectángulo de 18 x 10 m., conformado por tres crujías, en cualesquiera de las dos direcciones y con dos plantas (semisótano y planta baja). Sus paredes exteriores están revestidas en su totalidad con una interesante azulejería, respondiendo a las influencias de una temática maya, realizada en la fábrica sevillana de Ramos Rejano en 1930.
El arquitecto autor del proyecto fue José Granados de la Vega, que trabajó abundantemente para la Exposición, construyendo, además de este pabellón los de Colombia, Guinea, Maquinaria Agrícola, Industrias Agrícolas, Derivadas, Hidroeléctrica Española, de la Prensa y el de las Industrias Agrícolas y Ganaderas, éste último en colaboración con Vicente Traver. Fue autor, igualmente, de la plaza de los Conquistadores, que agrupaba las galerías comerciales, y fuente de la Hispanidad.
El pabellón ocupa en planta baja una superficie de 200 m2, estimándose una superficie total construida, incluyendo el semisótano de 400 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
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Más sobre la Exposición Iberoamericana de 1929, en ExplicArte Sevilla.
Más sobre los Jardines de las Delicias, en ExplicArte Sevilla.
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