Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Pedro mártir (Santo Domingo), en Marchena (Sevilla).
Hoy, 6 de abril, se conmemora en Milán, ciudad de la región italiana de Lombardía, Pasión de San Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres seguidores del maniqueísmo, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo Santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, proclamando hasta en el último momento el símbolo de la fe (1252) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Pedro mártir (Santo Domingo), en Marchena (Sevilla).
La Iglesia de San Pedro mártir (Santo Domingo), se encuentra en la calle Santo Domingo, 1: en Marchena (Sevilla).
La verdadera advocación de este templo es la de San Pedro Mártir, aunque por haber pertenecido a la Orden Dominica tradicionalmente se llama de Santo Domingo. Formó parte del convento fundado en 1517 por D. Rodrigo Ponce de León, señor de Marchena y Duque de Arcos. La iglesia ha perdido sus capillas laterales, quedándole únicamente su gran nave central, que se cubre con bóveda de cañón. El presbiterio tiene bóveda de crucería y en sus plementos se conservan pinturas que representan ángeles músicos y labores doradas realizadas en 1638. En 1754 se documentan una serie de obras en la bóveda de la nave realizadas por los maestros Nicolás Carretero, Miguel Batán y Francisco Díaz.
En el presbiterio, elevado sobre el nivel de la nave, se dispone un retablo, fechable hacia 1620, con esculturas de Santa Elena, San Pedro Mártir, Santo Domingo, Santa Catalina, Santo Tomás y otro santo dominico. Preside el retablo un Cristo Crucificado del siglo XVI. Un conjunto de pinturas de la misma fecha que el retablo se sitúa en sus calles laterales. Representan el Éxtasis de Santa Catalina, la Inmaculada, el Éxtasis de Santa Teresa y el Éxtasis de San Francisco. Las paredes de este presbiterio se adornan con un excelente zócalo de azulejería, fechado en 1638, que presenta un amplio repertorio de motivos geométricos y figurativos, entre los que destacan escudos de los Ponce de León y de la Orden Dominica, así como temas serlianos. Dichos azulejos se atribuyen al taller de los Valladares. En las paredes laterales del altar mayor se disponen los sepulcros de D. Rodrigo Ponce de León y sus descendientes, realizados en jaspe rojo y negro, siendo fechables en el primer cuarto del siglo XVII. Completa la decoración del presbiterio un conjunto de cuatro pinturas, dispuestas en lo alto del muro, que narran episodios de la vida de San Pedro Mártir; otras dos pinturas de la Inmaculada, del siglo XVII, y de Santo Tomás de Aquino, de la misma época, figuran en la parte baja de las paredes.
En el muro izquierdo de la nave hay tres retablos. El más próximo a los pies de la iglesia es fechable hacia 1700 y tiene en su hornacina principal una escultura de candelero de Santo Domingo de Guzmán, datada en el siglo XVIII; a sus lados figuran esculturas de Santa Isabel de Hungría y Santa Isabel de Portugal. El siguiente retablo, de mediados del siglo XVIII, tiene en su centro una imagen de candelero de la Virgen de las Angustias, realizada en 1867 por Gabriel de Astorga. El ático del retablo, de movida arquitectura, presenta relieves del Ecce Homo y del Padre Eterno. El retablo más próximo al presbiterio, también barroco de mediados del XVIII, está dedicado a la Virgen del Rosario, completando su iconografía esculturas de Santa Catalina de Siena y Santa Catalina de Risis, en las calles laterales, y la Virgen con el Niño, San Francisco y Santo Domingo, en el ático.
En el muro derecho se sitúa un retablo del primer tercio del siglo XVII con pinturas de San Antonio Abad y Santa Catalina de Siena, en los laterales, una escultura de Santa Lucía en la hornacina central, y una pintura de la Inmaculada en el ático.
Sigue un retablo rococó fechado en 1774 con pinturas de San José con el Niño. Otros dos retablos, de menor interés, completan la decoración de este muro. El primero es de mediados del siglo XVIII y alberga una imagen de vestir de Santo Tomás. El segundo es neoclásico, del principio del siglo XIX, y está presidido por una escultura de Santa Ana y la Virgen, de esa misma época.
La entrada principal, situada a los pies de la nave, aparece cerrada en su parte interior por un espléndido cancel de madera fechado en 1757. En unas dependencias laterales se guarda el ajuar litúrgico y el tesoro de la Hermandad del Cristo de San Pedro, que tiene su sede en el templo. Asimismo se conserva en una sala de la iglesia un lienzo representando a Santa Úrsula y el Martirio de las Once Mil Vírgenes, obra del pintor Juan Bautista de Amiens fechable a comienzos del siglo XVII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Edificio construido en ladrillo, tapial y sillería, de planta rectangular y cabecera plana, diferenciada por contrafuertes. La nave central posee arcos ojivales laterales, formando vanos a modo de capillas de poca profundidad. El presbiterio se cubre con bóveda estrellada de nervadura gótica, que se diferencia de la nave por un arco toral de medio punto de menos altura que la bóveda. La nave central se cubre con bóveda vaída. La cubierta es de tejas a dos aguas, diferenciándose en altura la del presbiterio, siendo esta a tres aguas. El presbiterio posee un alero con canes, algunos de ellos de carácter esquemático y antropomorfo, apoyándose en una cornisa a modo de listel ajedrezado.
El coro alto se encuentra a los pies sobre un arco rebajado.
A los pies de la Epístola se sitúa una espadaña de tres vanos. La portada es simple, con rosetón y arco de acceso rebajado, muy reformada.
La sacristía, en el presbiterio en el lado del Evangelio, es del siglo XVII, cubierta por una falsa cúpula de yeserías y bóveda de crucería.
La iglesia construida en el siglo XVI ha sufrido muchas transformaciones, siendo la más importante la del siglo XVIII que le da el aspecto actual (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Iglesia de San Pedro Mártir, -conocida popularmente como Santo Domingo-, pertenece al antiguo convento de frailes dominicos cuyo origen se remonta a 1517.
Fue construido también como mausoleo del Duque de Arcos Don Rodrigo Ponce de León y su familia.
Tras varias transformaciones arquitectónicas en el Siglo XX, fue cedida, en usufructo, a la Hermandad Cristo de San Pedro.
En las actuales dependencias de la Casa-hermandad se conservan algunas estancias del convento como la antigua portería, la espadaña, coro alto o alguna galería del claustro.
Su capilla mayor se cubre con una bóveda de crucería decorada con pinturas del Siglo XVII.
El retablo principal es obra del Siglo XVII de transición al Barroco y combina escultura y pintura.
En el centro, destaca la imagen del Santísimo Cristo de San Pedro, escultura del Siglo XVI, transformada en el XIX que sale en procesión el Viernes Santo por la tarde.
En el ático la imagen del Sto. Domingo de Guzmán flanqueada por escudos de la Casa Ducal.
La zona inferior presenta un zócalo de azulejos con motivos dominicos y escudos de la casa Ducal de Arcos, fechado en 1638.
De la localidad, imagen de la Virgen del Rosario con el Niño, del último tercio del Siglo XVIII, cabría destacar una magnífico cancel que cierra la puerta de ingreso al templo.
Es de madera tallada con símbolos y escudos, y está fechado en 1757.
Otras dependencias del convento se integran hoy en edificios cercanos (Ayuntamiento de Marchena).
La verdadera advocación de este templo es la de San Pedro Mártir, aunque por haber pertenecido a la Orden Dominicana tradicionalmente se llama de Santo Domingo. Formó parte del convento fundado en 1517 por D. Rodrigo Ponce de León, señor de Marchena y Duque de Arcos. La iglesia ha perdido sus capillas laterales, quedándole únicamente su gran nave central.
Las paredes del presbiterio se adornan con un excelente zócalo de azulejería fechado en 1638, que presenta un amplio reportorio de motivos geométricos y figurativos, entre los que destacan escudos de los Ponce de León y de la Orden Dominica. La entrada principal, situada a los pies de la nave, aparece cerrada por su parte interior por un espléndido cancel de madera que data del año 1757 (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Pedro de Verona, presbítero y mártir;
Inquisidor dominico del siglo XIII, llamado ya san Pedro de Verana, porque nació en dicha ciudad hacia 1203, ya san Pedro el Nuevo, para diferenciarlo del Príncipe de los apóstoles, ya san Pedro Mártir, porque fue asesinado por heréticos. Los dominicos han impuesto este tercer nombre porque honraba más a su orden, aunque sólo se justifique a medias. Además, se presta a confusión, porque san Pedro apóstol puede vindicar el mismo epíteto.
Nacido de padres maniqueos, fue atraído a Bolonia donde estudió según las prédicas de santo Domingo. A los quince años fue admitido en la orden de los hermanos predicadores (de santo Domingo), y tomó los votos en el convento dominico de Bolonia.
Después de haber sido prior en Como, en 1232 fue designado por el papa inquisidor de la fe en Milán. Residía en el convento que los dominicos acababan de construir cerca de la iglesia de San Eustorgio, sede de la Inquisición en Lombardía. En Florencia, en el convento dominico de Santa María Novella tuvo las mismas funciones, y fue allí donde en 1246 fundó la cofradía de la Misericordia, llamada Bigallo, en honor de la Santísima Virgen.
Su rigor contra los heréticos, maniqueos y cátaros del norte de Italia, le valió el odio de sus adversarios que conspiraron para asesinarlo. En 1252, cuando viajaba desde Como a Milán, fue atacado en un bosque por Carino de Balsamo, que le partió el cráneo con un machete y le atravesó el pecho de una estocada. Bañado en su propia sangre, oraba por el asesino, murmurando con las manos elevadas al cielo: In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum. Más tarde se inventó que con la sangre que brotaba de su cabeza partida, había tenido fuerzas para escribir sobre el camino polvoriento estas tres palabras: Credo in Deum. Su compañero, el hermano Domingo, que intentó huir, fue atravesado por una flecha junto a él.
En cuanto a su asesino, tocado por la gracia, se arrepintió. Convertido en dominico en el convento de Forlì, fue acogido allí por el propio hermano del mártir, quien le perdonó el crimen, y llevó una vida edificante, hasta tal punto que murió cuarenta años después del asesinato, y en olor de santidad. El beato Carino (puesto que fue beatificado) tal vez sea el único ejemplo de beatificación de un asesino después de la canonización de su víctima.
CULTO
El cuerpo de san Pedro de Verona, transportado a Milán, fue enterrado en la iglesia del convento de San Eustorgio. A partir de 1253, es decir, un año después de su muerte, fue canonizado por el papa Inocencio IV. Entonces su cuerpo fue elevado, es decir, expuesto encima del piso de la iglesia. En 1339 esa tumba fue reemplazada por un relicario monumental (arca), que atraía a numerosos peregrinos.
Patrón de Verona, de Como y de Milán, de los dominicos y de los inquisidores, además se lo invocaba contra los dolores de cabeza a causa de la herida que recibiera en el cráneo.
ICONOGRAFÍA
Está representado en hábito de peregrino. Por esa túnica se diferencia del carmelita san Ángel y del arzobispo mártir de Canterbury, santo Tomás Becket, cuyas características son más o menos las mismas: una herida sangrante en el cráneo donde la hoja del machete o sable corto permanece hundida (sword cleaving his head) y el pecho agujereado por un puñal.
Escenas
El milagro de la pierna cortada
Los franciscanos atribuyen el mismo milagro a san Antonio de Padua.
San Pedro Mártir detiene un caballo a la carrera
San Pedro Mártir hace llover
El asesinato de san Pedro Mártir
Arrodillado sobre un camino polvoriento con un machete clavado en el cráneo, escribe con su sangre: Credo in Deum. El detalle, de sospechosa autenticidad, casi nunca es omitido por los pintores, porque es el medio que empleaban los dominicos para glorificar a un miembro de su orden, transformando en martirio lo que en verdad no fue más que un asesinato (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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