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sábado, 30 de abril de 2022

El Apeadero, de Vermondo Resta, del Real Alcázar

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Apeadero, de Vermondo Resta, del Real Alcázar, de Sevilla.
     El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     En el Real Alcázar, se encuentra el Apeadero [nº 53 en el plano oficial del Real Alcázar]
     Es un amplio zaguán que atravesándolo nos conduce a la salida del Alcázar por el Patio de Banderas. Este vasto espacio fue remodelado a comienzos del siglo XVII (1607-1609), por el arquitecto milanés Vermondo Resta, Maestro Mayor de obras del Palacio en aquellas fechas, quien construyó esta entrada suntuosa y solemne que posee el carácter casi de espacio basili­cal, organizándolo con tres naves de la misma altura, siendo la más ancha la central, con rítmi­cas arquerías de medio punto apeadas en columnas de mármol pareadas de orden toscano, que tienen su correspondencia en las pilastras murales sobre las que se sustentan arcos rehundidos en el paramento. Bellas molduras de cuño manierista decoran las enjutas y roscas de estos arcos.
     A este gran espacio abren las puertas que dan acceso al antiguo Cuarto del Sol en el flanco izquierdo y al Cuarto del Maestre en el derecho, donde actualmente se hallan las oficinas del Alcázar. Al fondo parte el corredor por el que hemos llegado desde los jardines y arranca el pasaje que conduce hasta el Patio de la Montería.
     Sobre este Apeadero, originalmente se construyó una sala alta que en el siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V, se transformó en Armería Real. Aún ostenta en su techo la decoración al fresco con el emblema heráldico del monarca y de su esposa Doña Isabel de Farnesio. En la actualidad suele utilizarse como sala de exposiciones y su puerta de acceso se halla en el flanco derecho del Apeadero.
     Este zaguán posee una suntuosísima portada que vierte al Patio de Banderas, obra tam­bién del arquitecto Vermondo Resta, ejecutada por el cantero Diego Carballo, que en ella nos dejaría una de las piezas maestras del ma­nierismo arquitectónico sevillano. En la zona central, sobre el vano de entrada, destaca una lápida de mármol con la siguiente inscripción:
     "Reynando en España Phelipe Terzero se edificó esta obra año de MDCVII reparase ampliase y aplicase a Real armería Reynando Felipe V año de MDCCXXIX"
     En el remate de la fachada, debajo de una gran corona de cerrajería, campea el escudo del monarca Felipe V ejecutado en cerámica y a su pie se halla otro azulejo con la fecha de su más reciente renovación (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
     Fue trazado por el arquitecto milanés Vermondo Resta en 1607, finalizándose dos años más tarde junto a la puerta que le precede y que es el acceso al palacio desde el Patio de Banderas. Se organiza en tres naves de desigual anchura, pues la central es más amplia, mediante parejas de columnas toscanas que apean arcos de medio punto. Los muros laterales se organizan de igual manera con pilastras que sostienen arcos rehundidos en el muro. Esquemas geométricos sirven para decorar las enjutas de los arcos. La techumbre es plana, sobre viguería de madera. Tan singular organización basilical de este majestuoso espacio guarda estrecha relación con otras creaciones de Resta en el ámbito de la arquitectura religiosa. 
   En el testero de la nave central se sitúa un retablo de madera dorada y poli­cromada cuya escena central, flanqueada por columnas salomónicas, corresponde a la Presentación de la Virgen en el Templo. Se trata de una obra del último tercio del siglo XVII. Sobre este espacio y con acceso por medio de una escalera abierta en el muro de poniente se accede a una sala ubicada en el piso alto, que sirvió de armería durante el reinado de Felipe V.
     La portada de este Apeadero también fue trazada por Resta, aunque se remodeló en el siglo XVIII, como indica una lápida de mármol emplazada sobre el dintel: "Reynando en España Phelipe Terzero se edificó esta obra año de MDCVII, reparase ampliase y aplicase a Real Armería reynando Felipe V año de MDCCXXIX". En el diseño de esta refinada portada demuestra Vermondo Resta su conocimiento del lenguaje clásico y su capacidad para trastocar las reglas que lo rigen. Algo simple resulta el hueco superior, aunque las intervenciones del siglo XVIII debieron alterarlo. Remata la portada una corona de hierro cobijando un panel de azulejos con el escudo del citado Felipe Y, que fue elaborado por alfares trianeros a partir del diseño que en 1889 realizó José Gestoso, en sustitución de otro anterior de pintura que estaba muy deteriorado.
     La portada comunica con el Patio de Banderas, amplio espacio en el que se solían organizar distintos festejos con motivo de las visitas reales y con ocasión de las diversas efemérides relacionadas con la familia real. Desde esta singular plaza, ordenada y perfumada por naranjos y arrullada por el murmullo de una fuente, se tiene una visión privilegiada de la grandiosa mole de la catedral gótica y de su esbelta torre, la Giralda (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
Conozcamos mejor la Biografía de Vermondo Resta, autor de la obra reseñada;
     Vermondo Resta, (Milán, Italia, 1555 – Sevilla, 23 de diciembre de 1625). Arquitecto, maestro mayor de fábricas del Arzobispado y de los Reales Alcázares de Sevilla.
     Figura clave en el ámbito de la arquitectura sevillana de finales del siglo XVI y principios del XVII, al que se puede considerar como introductor de la corriente italianizante y de un lenguaje renovador en el que aplica nuevos conceptos espaciales y decorativos.
     Hijo de Alejandro Resta e Isabel Milach, llegó a la ciudad hispalense en torno a 1582. Tres años más tarde es nombrado maestro mayor de fábricas del Arzobispado, puesto que ocuparía hasta el año 1606, trazando iglesias y conventos, y dando diseños para retablos, monumentos conmemorativos, etc. Alcanzó un gran prestigio en la ciudad, entrando en contacto con la élite artística del momento, colaborando en numerosas ocasiones con arquitectos como Juan de Oviedo y de la Bandera, Diego López Bueno o Miguel de Zumárraga, escultores como Andrés de Ocampo o pintores como Francisco Pacheco, llegando incluso a supervisar proyectos trazados por otros arquitectos como el de Alonso de Vandelvira para la iglesia del convento de Santa Isabel de Sevilla.
     Las primeras obras documentadas, aunque desgraciadamente desaparecidas, fueron los hospitales sevillanos del Espíritu Santo y del Amor de Dios para los que dio trazas entre 1587 y 1588, concluyéndose ambos en 1602. 
     Fueron encargados expresamente por el cardenal Rodrigo de Castro que estuvo al frente del arzobispado hispalense desde 1582 a 1600. En 1592 diseña el Colegio de Jesuitas de Monforte de Lemos en Lugo, fundado por el indicado prelado y elegido como su lugar de enterramiento. Tras su muerte en 1600, Resta se desplazó a la ciudad gallega con el objeto de dirigir los trabajos necesarios para depositar los restos del cardenal en el citado Colegio. En 1603, da las trazas y las condiciones para la construcción de la iglesia, coros, locutorios y salas del convento de San José (Las Teresas), en Sevilla.
     En 1604, es nombrado maestro mayor de los Reales Alcázares, institución en la que realizó una importante e intensa labor arquitectónica y urbanística.
     Destaca la construcción del Apeadero, espacio en el que introdujo el uso de las columnas pareadas solución que tendrá un amplio eco en la arquitectura sevillana del siglo XVII y cuya portada demuestra sus conocimientos del lenguaje manierista y su habilidad para la composición. De su actividad en el noble recinto, cabe resaltar también la labor realizada en el Jardín de las Damas, y la Galería del Grutesco, proyectada sobre una vieja muralla en la que dispuso grutas con diferentes figuras mitológicas (Juan Antonio Arenillas, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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