Hoy, 27 de octubre, es el aniversario del descubrimiento de la isla de Cuba (27 de octubre de 1492), por parte de Cristóbal Colón, y la conquistó en nombre de España, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Pabellón de Cuba para la Exposición Iberoamericana de 1929, de Sevilla.
El Pabellón de Cuba [nº 89 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929], de Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, para la Exposición Iberoamericana de 1929 (actual sede de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo), se encuentra en la Avenida de la Palmera, 24; en el Barrio del Sector Sur-La Palmera-Reina Mercedes, del Distrito Bellavista-La Palmera.
La Exposición Iberoamericana de 1.929 supone la transformación urbana más importante de la ciudad en época contemporánea hasta 1992. El recinto se desarrolla en un entorno ajardinado en el que se disponen arquitecturas singulares que lo monumentalizan: apoyado en el curso del río y en edificios existentes de la importancia de la Fábrica de Tabacos o del Palacio de San Telmo, da forma al deseo de crecimiento hacia el sur que la ciudad ya había manifestado en proyectos como el trazado del Salón de Cristina o El Jardín de las Delicias de Arjona.
El escenario fundamental es el del sector segregado de los jardines del Palacio de los Montpensier y que constituyeron el Parque de María Luisa en honor de la cesión por la infanta María Luisa de Orleáns, prolongado en el Jardín de las Delicias y a lo largo de la Avenida Reina Victoria (hoy Paseo de las Delicias y de la Palmera) hasta el Sector Sur. Otros edificios dispersos se situaron en los jardines de San Telmo o, en el caso singular del Gran Hotel "Hotel Alfonso XIII- en el Jardín de Eslava.
El trazado inicial surge como consecuencia del concurso de anteproyectos celebrado en 1911 y del que se eligió la propuesta de trazado unitario presentada por el arquitecto Aníbal González y que, en los que le siguieron (1913, 1924, 1925 y 1928), se fue desfigurando en aras de una implantación dispersa con la intervención de un número más amplio de profesionales. El arquitecto dimitió falleciendo poco antes de inaugurarse el certamen.
El Pabellón de Cuba, situado en el extremo sur de la exposición y vinculado a la actual Avenida de la Palmera, pertenece al grupo de pabellones de participantes que elaboraron el proyecto en su país de origen. Careciendo de arquitectura autóctona que permitiera ser representada en el edificio, se opta por una muestra de arquitectura neocolonial, construyendo finalmente "una casa aristocrática del barrio habanero de Vedado" en palabras de Villar Movellán.
Se organiza en tres cuerpos: central y más elevado con cubierta de pabellón, destacando sobre los dos laterales, de dos plantas, simétricos respecto al primero. La axialidad se refuerza con un porche, de tres arcos de medio punto al frente, avanzado para recibir a los visitantes.
Destacan los balcones por sus barandas y columnas salomónicas soportando su tejado, al estar construidas con maderas nobles que resaltan sobre los colores claros de la fachada.
Un volumen trasero, pabellón efímero destinado a exposiciones, fue demolido tras la exposición y, de alguna manera, recuperado tras la reforma de 1995, ahora destinado a tareas administrativas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La República de Cuba concurrió a la Exposición Iberoamericana con un pabellón realizado por Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, que constaba de dos partes, un primer elemento definitivo y, tras éste, un claustro provisional de grandes proporciones que, finalizado el Certamen, fue desmontado. Hoy, una vez rehabilitado el edificio, se le ha adosado una construcción de nueva planta que no guarda relación alguna, estilística ni espacial, con la construcción efímera que se levantó para la Muestra.
Gestiones hacia la concurrencia
A la primera invitación a la Exposición Hispanoamericana, el Gobierno respondió con una evasiva, comunicando que, antes de tomar una decisión al respecto, habría de conocer con más detalle el contenido del Certamen. Como señala Eduardo Rodríguez Bernal, en Cuba no había un ambiente favorable dada la proximidad del 98, la rivalidad existente entre el partido liberal y el conservador (este último con muchos adeptos hispanistas) y la llamada a los Estados Unidos por parte de los liberales en 1906.
Los cambios habidos en el ambiente político motivaron que en septiembre de 1926 se obtuvieran las primeras respuestas favorables, aunque hasta marzo de 1927, el Gobierno de Cuba no anunció oficialmente su participación.
Enseguida se nombró una Comisión para preparar la concurrencia que estuvo integrada por el Coronel Enrique Quiñones, como Delegado de la Exposición, Julián Martínez Castell, en calidad de Delegado Técnico, y Alberto Herrera, Jefe de Estado Mayor y del Ejército de Cuba, quien en abril de 1929 pasó a presidirla. La decisión de asistir se explicaba dentro de la política de fomento de las relaciones hispanocubanas que había promovido el Presidente del Gobierno, el General Machado; tengamos en cuenta que, meses más tarde, concretamente el 5 de noviembre de 1927, se pondría en vigor un tratado comercial con Cuba, con lo cual, esta nación pasaba a ser la primera en firmar con España un tratado comercial. El plan de concurrencia sería aprobado en octubre de 1927. En la participación de Cuba en Sevilla jugarían un papel fundamental las colonias de españoles y las sociedades españolas establecidas en el país, a las que el Gobierno se destinaría la planta alta del pabellón.
La reelección del general tras las votaciones de agosto de 1928 trajo consigo el mantenimiento de esta política; por ejemplo, en estas fechas se inauguró la comunicación telefónica entre España y Cuba y se apoyó la fundación en Sevilla de un Instituto Hispanocubano por parte de Rafael González Abreu cuya sede se instaló en el antiguo Convento de los Remedios. En lo que respecta a la Iberoamericana, en 1928, por deseo expreso del Presidente, se intensificaron las gestiones referentes a la asistencia de Cuba a la Exposición, para lo que se enviaron a Sevilla dos comisiones, una del poder ejecutivo y otra del Congreso.
La enfermedad del Embajador de Cuba en España, García Kholy, vino a retrasar la entrega de los terrenos hasta meses más tarde, el 9 de junio de 1928, cuando los trabajos estaban ya muy adelantados. La ocasión se aprovechó para dar el nombre del país a la actual Plaza de Cuba . Por último señalar que a poco de iniciarse la Iberoamericana, en febrero de 1929, El Liberal de Sevilla propuso que se erigiera en la ciudad un monumento a Cuba, correspondiendo al que, dedicado al soldado español levantaría en la isla, propuesta ésta que no fructificó.
Análisis arquitectónico: los dos proyectos presentados
En octubre de 1927, el Senado cubano había votado 750.000 ptas., es decir 50.000 pesos para el pabellón de la República en Sevilla, que -en conjunto- tendría 40 x 40 m. de extensión superficial.
Realizado en estilo neocolonial, constaría de dos partes, rodeadas por una zona ajardinada: la Casa de Cuba al frente, de 30 x 2 m., sería para alojamiento de pensionados y consulado, y contiguo a ésta, el pabellón de exhibiciones.
En los jardines que circundarían el cuerpo central del edificio, se colocaría una fuente de piedra, réplica de la primera fuente pública de La Habana, la de Santa Clara, realizada en 1546, que aún hoy se encuentra en el convento, en el cual -en aquellas fechas- se encontraba la sede del Ministerio de Obras Públicas. El cuerpo central de dicha fuente asemeja en su base la proa de una carabela avanzando sobre las aguas, alzándose en el centro un pedestal coronado.
El escaso presupuesto asignado, el edificio habría de ser provisional. Se construiría todo en maderas que, ornamentadas en fachadas e interiores, vendrían ya trabajadas desde Cuba para su inmediata colocación. Lo más destacado del conjunto sería su amplia puerta de entrada de cuatro metros. Este primer proyecto, del que conocemos más datos que los referidos, fue obra de dos jóvenes e ilustres ingenieros del Ejército Nacional, el Comandante Luis Hernández Savio, quien acababa de ser premiado con la medalla de oro para el edificio de los Veteranos de la Independencia de Cuba, y su auxiliar, el capitán Alfonso González del Real.
Al margen de este pabellón oficial, en octubre de 1927, en una reunión en La Habana, los representantes de la industria tabaquera de Cuba acordaron construir un edificio, también provisional, que se llamaría Salón del Tabaco, que tendría una superficie de 300 m2. En él cada fabricante expondría sus productos en stands especialmente diseñados por reputados artistas cubanos; previamente, los proyectos habrían de ser aprobados por una Comisión de Ornamentación se construirían en Cuba. En su centro se representarían maquetas de una vega y una fábrica de tabaco, para mostrar el cultivo y la elaboración del producto.
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El incremento hasta 170.000 pesos en el crédito consignado por el Congreso cubano y el poder ejecutivo, del que en enero de 1928 ya se tiene constancia, posibilitó que el edificio adquiriera carácter permanente. Además los industriales cooperarían económicamente. La realización de un nuevo proyecto de pabellón fue encomendada a dos jóvenes arquitectos cubanos, Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, quienes, como indica Gutiérrez Viñuales "llegaban respaldados por obras como la residencia del empresario azucarero Juan Pedro Baró en El Vedado, una de las primeras expresión es del Art Decó cubano, que data de 1926". Serían estos mismos autores quienes, influenciados por el pabellón mexicano de la Iberoamericana, realizarían en 1932 la construcción y ornamentación en Neomaya del Teatro Lutgardita en Rancho Boyeros, y años más tarde, en un estilo bien distinto, el Capitolio Nacional de Cuba. El proyecto del pabellón debe datar de 1927 pues está constatado que en diciembre los arquitectos llegan a Sevilla.
El edificio, con una extensión de 2.000 m2., constaba de dos partes: una permanente, para recepciones, que tras la Muestra sería Consulado Nacional y centro de exposición de productos del país y, tras él, un pabellón provisional, desmontado al finalizar la Exposición, de igual altura que en el pórtico de la permanente, y en cuyas galerías, a modo de patio criollo, se exhibirían las distintas industrias (sobre todo alcoholes, perfumes, maderas,...). A él se accedía directamente desde el vestíbulo central del pabellón permanente. Ambas partes se complementaron con la fuente de Santa Clara, como se planteó en el proyecto inicial. El conjunto estaba rodeado por jardines con tropicales y diversos tipos de palmeras locales.
La construcción del edificio fue dirigida por aquellos arquitectos a los cuales se había encomendado el anterior, es decir, el Comandante Luis Hernández Savio y el Capitán Alfonso González del Real. A su muerte, González del Real fue sustituido por José M. Heredia. Las obras se iniciaron en enero de 1928 y a principios de febrero se comenzó la cimentación.
Aunque en febrero de 1929, a la llegada de Julián Martínez Castell, ya se habían acabado el pabellón provisional y las galerías de exhibiciones, los trabajos estaban bastante atrasados y se hizo necesario intensificar las obras. En marzo ya se había terminado el pórtico exterior; en abril el edificio ya estaba muy adelantado y entonces se construían los stands de la planta baja y todos los productos ya expuestos. En el pabellón permanente sólo faltaban pequeños detalles de construcción; en el tercer piso se estaba terminando la pintura y la colocación de las ventanas y cristales; en éste, faltaban los zócalos de madera de acana y también en los otros pisos. Ya estaban cimentadas las calles del jardín y se estaba abonando el terreno, pero la fuente aún no se había colocado. Finalmente, las obras concluyeron el 24 de abril, estando a punto para la inauguración de modo que en mayo se celebró en él la toma de posesión del General Machado como nuevo Presidente del Gobierno.
En el edificio permanente, Evelio Govantes y Félix Cabarrocas sintetizaron elementos constantes y típicos de la arquitectura cubana: pórticos de piedra y ricas carpinterías exteriores e interiores. Este consta de dos pisos y un mirador.
En origen la disposición de su planta era muy simple. Tenía un gran vestíbulo cuadrado, de unos 10 m. de lado, al que se accedía por un sobrio pórtico de entrada de tres arcos de medio punto. Realizado con piedra de la cantera de Jamanitas, tenía cubierta de azotea. A la derecha del vestíbulo había una sala; a la izquierda, tras una doble arcada, una monumental escalera daba acceso al piso alto. Bajo ésta y entre los muros que la sustenta, se dispusieron salas y dependencias auxiliares. En planta alta, todo el espacio estaba ocupado por un salón de conferencias y exposición de objetos de agrupaciones regionales de españoles en Cuba. Desde él, por una escalera secundaria, se pasaba al mirador.
Como indicaron F. Torres Martínez y J. Pérez Torres, la distribución de su planta obedece a un trazado geométrico: "la planta del pabellón está formada por tres cuadrados yuxtapuestos a los que se superpone otro, central, cuyo lado es la mitad de la suma de los otros tres y que determina la dimensión del porche y la anchura del mirador".
La cubierta de cada uno de estos elementos era independiente. La de la parte central, correspondiente al mirador, era una artesa invertida, formada por vigas en U, compuesta por tablas de caoba. Esta cubierta tenía en todo su perímetro un pronunciado alero, formado por ménsulas macizas de caoba cubana; en el ángulo Noreste del mirador, una pieza indica la fábrica cubana que lo realizó.
Lo más sobresaliente del edificio es su rica carpintería exterior (fachadas y mirador) y, en el interior, la escalera principal y el revestido de las jácenas del vestíbulo. Los elementos de más interés fueron balcones y balconeras, artesonados, rejas, frisos y balaustradas. Estos se realizaron en maderas preciosas, entre otras dagame, sabicú, júcaro, sangre de doncella, yaba, roble, nogal, ocuje, majagua, ácana y jocuna. Según Torres Martínez y Pérez Torres, las maderas empleadas fueron: la caoba de Cuba para artesonados, balcones y balconeras, rejas de planta alta, alero de la cubierta, revestido de las jácenas del vestíbulo y mascarón de la escalera principal; cedro del Líbano en puertas y librillos de balcones y balconeras de planta primera y en ventanas de planta baja.
En la fachada del pabellón permanente se combinaban elementos del repertorio local como las columnas y los vanos cuadrilobulados de la Catedral de La Habana y las ventanas de Camagüey, entre otros. El aspecto general del edificio era el de las casas del barrio habanero del Vedado.
Aunque desconocernos en qué consistieron, el proyecto primitivo del claustro sufrió algunas modificaciones a fin de que ofreciera un aspecto más típico porque se consideró que no guardaba semejanza con la arquitectura tradicional.
Análisis decorativo y contenido expositivo
Respecto a la realización de piezas para la ornamentación del edificio, no hay más referencia que la de un busto de Martí, que se colocó a la entrada del pabellón, en el cual aparecían grabadas las palabras del caudillo "Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber" y un gran mapa en relieve de Cuba (10 m. x 3'5 m.), realizado en la isla, con un presupuesto de 25.000 pesos.
En el pabellón se prestó gran atención a la exhibición de artesanías populares, que corrió a cargo del Ministerio de Instrucción Pública. La exposición de obras de arte se encomendó al Ministerio de Bellas Artes. Concretamente, se encargó a un conocido artista de la época, José Hurtado Mendoza, quien también gestionó la decoración del edificio. Con objeto de seleccionar entre las numerosas obras contemporáneas presentadas, aquellas que habrían de exponerse en el pabellón cubano, en enero de 1929 se reunió en La Habana un jurado formado por miembros de la Academia de Bellas Artes del país, que habían sido elegidos por los expositores. A través de la prensa sevillana conocemos quienes fueron los artistas escogidos, aunque no cuáles sus piezas. Entre los pintores se mencionan los siguientes: Aguiar, Baxter, Blanco, Canal Ripoll, Crucet, María Capdevila, Rosario Cuervo, Caravia, Ferrant, Blanca González Simó, Legido, Hernández Giro, Loy, Mencier, Maribona, Olivera, Porro, Domingo Ramos, Rivero Merling, Rodríguez Morey, Rodríguez Valdés, Sánchez Araujo, Tejedor y Valderrama. Entre los escultores: Batancourt, Valderrama, Navarro, Paredes y Ramos Blanco.
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Conclusiones sobre el pabellón de Cuba
Resulta evidente que el principal factor que retardó la decisión del Gobierno cubano de tomar parte en la Exposición fue la cercanía del desastre del 98. Por el contrario, ésta vino estimulada por las colonias de españoles en la isla y la existencia de sociedades españolas. Ello determinó que en el proyecto de 1927 el Gobierno designara la planta alta del pabellón a dichas empresas. No obstante, el principal impulso vino de manos de Machado, para quien la Exposición fue un eslabón más en la serie de medidas prohispanistas que emprendió.
El pabellón permanente respondía a un estilo ecléctico de claro sabor local que incorporaba elementos de la arquitectura religiosa y civil de La Habana (Amparo Graciani García, La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Ayuntamiento de Sevilla, 2010).
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Más sobre la Exposición Iberoamericana de 1929, en ExplicArte Sevilla.
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