La Casa Blanco, de Antonio González Cordón, se encuentra en la urbanización Simón Verde; en Mairena del Aljarafe (Sevilla).
El encanto de la escala pequeña de una casa unifamiliar en una urbanización de lujo cercana a la capital, es conseguido por González Cordón mediante el uso de una doble actitud, la reservada hacia la calle de acceso, resuelta con una pieza prismática que difícilmente deja adivinar nada de lo que ocurre más allá de los propios límites que muestra, y la abierta, con aires de celebración, hacia el espacio interior de la parcela, construida tanto por los elementos que físicamente se levantan, como por aquellos otros que se intuyen o se reconstruyen con el pensamiento del visitante de la casa.
El espacio, patio y jardín, huerta y alberca, olor y color de la casa, enseña el logro que una actitud comprometida puede obtener para un espacio doméstico que buscó adecuarse a la trama ortogonal que recreó en su pavimento.
El proyecto se compromete así con la arquitectura tradicional de la Baja Andalucía con su carácter abierto al exterior durante el día, del que se protege cerrándose en la noche, dialogando con esos elementos que siempre utilizó aquella para humanizar lo construido, las láminas de agua, el olivar, los patios como espacios de accesos, de vecindad o de vida (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La casa Blanco, proyectada en 1977 con un programa mínimo, se asienta en la cornisa de un terreno alto: "El Aljarafe", desde el que se divisa el valle del Guadalquivir y la ciudad de Sevilla. Es una comarca con asentamientos históricos como los restos tartésicos de "El Carambolo" o las ruinas de Itálica. Quizás lo más interesante de este lugar son sus antecedentes de ricas cosechas, sus almazaras de aceite o sus haciendas y cortijos que lo han marcado como un territorio muy ligado a la cultura mediterránea y con ella a un entendimiento entre fiesta, cosecha y romería. De sus pueblos parten todos los años las más importantes hermandades hacia el Rocío.
Fiesta y arquitectura son, en este lugar, dos términos específicos y en conversación permanente.
Cuando se me planteó este trabajo, ya distante en el tiempo, reflexionaba sobre la arquitectura de soportes eternos y techumbres caducas y perecederas; sobre la construcción principal y los habitáculos añadidos; sobre los morteros de cal y sobre la misma cal.
Hay un cuadro excepcional de Murillo que representa a Santa Justa y Rufina, patronas de Sevilla, sosteniendo la Giralda que aparece pintada en rosa salmón y gris plata-ceniza. Nunca he sentido, más cerca de mi espíritu, dos colores que mejor representen la arquitectura del soporte eterno y de la techumbre caduca.
La sala de estar alargada y abierta al patio a través de una pieza intermedia o logia por su lado más largo, la galería de planta alta con anchura de estancia invernal y la terraza con geranios en el dormitorio principal, forman parte de esa construcción principal de simpleza funcional.
Quiero referir, en último lugar, que la casa se complementa en verano de unas velas o toldos que cubren en vertical y horizontal el patio, terminando así de construir un espacio íntimo y vital para las largas tardes veraniegas (Antonio González Cordón, en Revista Arquitectura nº 239, 1982).
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