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lunes, 3 de octubre de 2022

La pintura "San Dionisio Areopagita", de Clemente Torres, en la sala XI del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Dionisio Aeropagita", de Clemente Torres, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.  
     Hoy, 3 de octubre, Conmemoración de San Dionisio Areopagita, que se adhirió a Cristo al escuchar al apóstol San Pablo hablando ante el Areópago, y fue primer obispo de Atenas. (s. I) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
      En la sala XI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "San Dionisio Areopagita", de Clemente Torres (1662-1730), realizado hacia 1720, siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, con unas medidas de 2,23 x 1,51 m., y procedente de la Desamortización, en 1840.
     San Dionisio Areopagita aparece representado de pie, de tamaño mayor al natural, con planeta de color siena tostada y adornos más oscuros. Túnica alba blanca, palio con grandes cruces negras, cíngulo blanco recamado de oro y pedrería, y en actitud de mostrar al espectador un libro. A su izquierda se ven las mitades inferiores de dos columnas dóricas estriadas, sobre cuyos pedestales tiene apoyado el báculo; y la mitra sobre un zócalo o banquillo del mismo edificio.
     Fondo de paisaje, y en último término la figura del Santo contemplando el eclipse ocurrido a la muerte del Señor (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
     El nacimiento de este artista se sitúa en Cádiz "por el año de 1662", pero a pesar de su origen gaditano su trayectoria está vinculada a la escuela pictórica sevillana, habiéndose señalado que realizó su formación en el taller de Valdés Leal. A juzgar por la fecha de su nacimiento hubo de iniciar su actividad hacia 1682, con veinte años cumplidos, tal y como era usual en aquella época. Sin embargo, a pesar de haber sido considerado como uno de los artistas más relevantes de su momento histórico, es muy escasa la producción que de él conservamos y muy reducido por tanto el conocimiento de su personalidad pictórica. Su capacidad y talento creativo trascendió del ambiente sevillano, puesto que existen noticias de una estancia suya en Madrid en 1724. En aquella ocasión el erudito y crítico D. Antonio Acisclo Palomino le dedicó un soneto laudatorio, lo que evidencia que su fama era notoria en el ambiente cortesano. Sus días terminaron en Cádiz, donde trabajó hasta la fecha de su muerte, acaecida en 1730.
     De sus escasas obras conocidas hemos de referirnos en primer lugar a su intervención en el proceso decorativo del interior de la iglesia del convento de San Pablo de Sevilla, actual parroquia de la Magdalena. Este trabajo hubo de realizarse a principios del siglo XVIII, después de haber contratado con los dominicos la ejecución de un apostolado en los pilares de la nave principal de la iglesia. Sin embargo, según informa Ceán Bermúdez, cuando Clemente de Torres había realizado los tres primeros apóstoles entró en pleito con los dominicos y paralizó la ejecución de la serie, que fue concluida por Lucas Valdés. Ateniéndonos a esta referencia, se constata que los tres primeros apóstoles son San Pedro, San Pablo y San Andrés y que son los que hubo de realizar Clemente de Torres. En estos apóstoles se advierten figuras dotadas de actitudes monumentales y solemnes, con movida expresividad y una acentuada vehemencia en su manifestación espiritual.
     En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se viene atribuyendo a Clemente de Torres, desde que se hiciera el Inventario de dicho Museo en 1854, la autoría de un San Nicolás de Bari y un San Dionisio Areopagita. El San Nicolás muestra efectivamente un estilo pictórico pujante y monumental que coincide con el espíritu artístico de los Apóstoles que pintó en los pilares de la antigua iglesia de San Pablo. No así el San Dionisio, que muestra una actitud hierática, de apagada expresividad que no coincide en nada con la de San Nicolás. A pesar de que ambas pinturas forman pareja y tienen el mismo tamaño, puede pensarse que se trata de obras realizadas por dos artistas distintos (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Dionisio Areopagita, obispo;
     Ateniense, contemporáneo de Jesucristo, miembro del tribunal del Areópago, de donde procede  su  mote.
     Según los legendarios relatos citados por Vicente de Beauvais, san Dionisio observó en Atenas el eclipse solar que se produjo con la muerte de Cristo. Impresionado por el fenómeno, lo explicó por el advenimiento de u n "Dios desconocido" a quien elevó un altar.
     Cuando el apóstol Pablo fue a predicar a Atenas, convirtió a Dionisio y lo bautizó; y en el momento de partir, lo consagró obispo.
     Según San Juan Damasceno, Dionisio habría visitado a la Virgen en Jerusalén, e incluso asistido, junto a San Timoteo, primer obispo de Éfeso, a sus últimos momentos, en compañía de los apóstoles.
     El Areopagita habría sido quemado vivo en Atenas, en 95. De acuerdo con otra tradición, que procede de su tardía identificación con su homónimo, San Dionisio, obispo de París, que vivió en el siglo III, habría ido a Las Galias donde lo decapitaron.
     Su popularidad durante la Edad Media se debe no sólo a esta confusión, hecha aposta por los monjes de Saint Denis para retrotraer hasta la época de Cristo la vida de su santo patrón, sino, sobre todo, a que es el presunto autor del tratado De la Jerarquía Celeste donde los ángeles se reparten en nueve jerarquías o coros.
     La catedral de Soissons se jactaba de poseer su cabeza traída de Constantinopla después de la cuarta cruzada.
     La abadía de Longpont, en la región de Soissonnais, también conservaba reliquias del Pseudo Dionisio Areopagita.
ICONOGRAFÍA
     Vestido con un omoforio constelado de cruces, como los obispos griegos, no lleva mitra, salvo que se lo asimile con san Dionisio de París, en cuyo caso está representado como cefalóforo, con la cabeza en las manos. Sólo en el arte bizantino se lo ve asistir, con los apóstoles y San Timoteo, a la Dormición o Tránsito de la Virgen (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Clemente Torres, autor de la obra reseñada
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     Clemente de Torres, (Cádiz, 1662 – ?, 1730). Pintor.
     La vida de este pintor se desarrolló entre Cádiz, ciudad donde nació, y Sevilla, aunque hay constancia de que viajó a Madrid al menos en 1724. En la Corte entabló amistad con el artista y escritor Antonio Palomino, a quien dedicó un soneto laudatorio publicado en el segundo tomo de El museo pictórico y escala óptica. Ello muestra la elevada cultura de Clemente de Torres, que en aquel año ya vivía nuevamente en Cádiz, después de haberse formado como pintor en Sevilla, ciudad en la que desarrolló la mayor parte de su actividad profesional.
     Fue reconocido como uno de los mejores artistas de su época, tanto en las representaciones al óleo como en la pintura mural. La obra conocida de Clemente de Torres muestra una indudable calidad y lo relaciona con la producción artística de la familia Valdés, por su dominio de la técnica mural probablemente aprendida junto a Juan Valdés Leal, y la expresiva monumentalidad de sus figuras.
     Ceán Bermúdez relata cómo Torres participó en la decoración de la iglesia del antiguo Convento de San Pablo, donde contrató la ejecución de un apostolado en los pilares de la nave central. El mismo Bermúdez informa de que cuando llevaba realizadas tres figuras inició un pleito con los dominicos y abandonó el trabajo. Efectivamente se conservan en dichos pilares las pinturas al temple de San Pedro, San Pablo y San Andrés, de carácter muy monumental. Sin embargo, tres apóstoles más que representan a San Matías, Santiago el Menor y Santiago el Mayor muestran el estilo del pintor; el resto se relacionan con las formas empleadas por Lucas Valdés.
     Por otro lado, desde que en 1850 se realizó el inventario del Museo de Bellas Artes de Sevilla, un San Nicolás de Bari y un San Dionisio Areopagita se atribuyen a Clemente de Torres. En la primera obra es fácilmente identificable el estilo de los apóstoles mencionados de la iglesia de San Pablo, mientras que la segunda se presenta más distante.
     En Cádiz quedan algunas obras de su mano, como un Padre eterno pintado en San Felipe Neri o la decoración de los techos de las sacristías de San Agustín y de la Merced; incluso varias Inmaculadas, que se conservan en la contaduría eclesiástica y en la Capilla de las Reliquias de la catedral, muy significativas por su estilo murillesco que no está reñido con la formación adquirida al lado de Valdés Leal. El propio Ceán Bermúdez afirma tener algunos “dibuxos suyos de lápiz y de aguada, tocados con tal gracia, espíritu y corrección que muchos inteligentes los han creído de Murillo”. 
   Otras obras de las que existen referencias escritas no han llegado a la actualidad, aunque Clemente de Torres aparece citado con frecuencia en los inventarios de bienes realizados durante el siglo xviii. Sobre la puerta principal del atrio del mismo Convento de San Pablo realizó una pintura de San Fernando desaparecida. Para el coro bajo del Convento de las Mercedarias Descalzas de Sevilla llevó a cabo una Virgen de Belén y los Santos Juanes. Asimismo, pintó la imagen de San Lucas que presidía la capilla de los pintores en la parroquia de San Andrés; esta obra formó parte de la colección de Aniceto Bravo, pero actualmente se encuentra en paradero desconocido (Ana Aranda Bernal, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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