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miércoles, 12 de julio de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Granada; Iglesia de San Martín; Monumentos; Murallas; La Peñuela; y Puente sobre el río Tinto) de la localidad de Niebla (y II), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Granada; Iglesia de San Martín; Monumentos; Murallas; La Peñuela; y Puente sobre el río Tinto) de la localidad de Niebla (y II), en la provincia de Huelva.

Iglesia de Santa María de la Granada
     La actual iglesia de Santa María de la Granada es el resultado de la superposición de dos edi­ficios: una mezquita y una iglesia gótico-mudéjar. Tras la conquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio, se aprovechó el alminar y la estructura y los materiales de la mezquita, quedando en la misma orientación de ésta, es decir, noroeste-su­deste. Más tarde, a finales del s. XV o principios del XVI, se varió la orientación, se agregaron nuevos pilares y se aumentó en altura la cabecera. Los muros del edificio están realizados con mampostería, intercalándose hileras de ladrillos. El edificio fue restaurado por Rafael Manzano Marros, según proyecto fechado en ju­nio de 1979.
     El sahn de la mezquita tenía en sus laterales tres naves, que correspondían a las asaquifas, lugar de oración de las mujeres, con una nave en cada lateral. En época almohade se le añadió otra nave a la izquierda. Los arcos de separación del sahn son gemelos, de herradura, enjarjados, con claves de piedra y alfiz descentrado. Descan­san sobre columnas visigodas, sin basa, y están decorados con molduras en pequeños salientes. El alero se ve recorrido por modillones de rollo, que indican la primitiva altura de la mezquita. En un lateral del sahn permanece lo que habría sido una pila bautismal visigoda de mármol, que en época almohade, o incluso califal, habría estado en el centro del patio.
     El acceso al interior de la mezquita se debe a un arco de herradura polilobulado, soportado por antiguas columnas visigodas reaprovechadas. El arco se enmarca en un alfiz, al que, en su parte superior, se le añade un alero o tejaroz.
     El alminar es robusto, de planta cuadrada por fuera y circular por dentro, como el alminar campanario de la iglesia del Salvador de Sevilla. La torre, tal como ha llegado a nosotros, se divide en tres cuerpos, en altura. El primero, sin vanos, es de época árabe. Los otros dos presentan un revestimiento de sillería, realizado en época poste­rior a la Reconquista, como refuerzo para la instalación de las campanas. La separación queda marcada mediante un listel de ladrillo. El segundo cuerpo presenta, en sus cuatro caras, ventanas con arcos pareados, formados por arcos gemelos de herradura, que descansan en columnillas de basa y capitel visigodos. La ventana que da a la plaza está inscrita en un arco apuntado, mientras que las otras ventanas se inscriben en alfices. En el tercer cuerpo hay arcos rebajados en las fachadas este, oeste y sur. La fachada norte presenta un arco túmido inscrito en un alfiz. La torre se corona por merlones escalonados de ladrillo.
     La iglesia parroquial se halla exenta por tres de sus lados, mientras que el ábside queda unido a otras edificaciones. Se accede al templo por un patio, antiguo sahn, de planta irregular, rodeado por galerías con arcos de herradura de va­riado formato, como queda dicho. Es de planta basilical, orientado litúrgica­mente, de este a oeste, por lo que la cabecera se sitúa a levan­te y los pies a poniente. Frente a la puerta, es decir, al sahn se halla el nicho del mihrab. Tras las últimas obras, que han dejado los paramentos sin enfoscar puede apreciarse la compleji­dad de la edificación, reflejándose las vicisitudes experimen­tadas en el edificio a lo largo de un milenio.
     El templo se compone de tres naves longitudinales, separadas por dos arquerías, de tres arcos apuntados y doblados, que apean sobre pilares de sección rectangular, con pilastras adosadas por sus caras mayores. Dichas pilastras achaflanadas presentan en la parte superior del chaflán, junto a la imposta, el segundo ladrillo cortado en triángulo. Las impostas molduradas conservan restos de su policromía roja. Los pilares exhiben en su aparejo hiladas de piedra y ladrillos superpuestas.
     En la nave del evangelio, seis arcos de medio punto enmarcan otros tantos arcos de herradura, que enlazan el sahn con el oratorio de la antigua mez­quita, orientada de norte a  sur. Por esta razón, en el paramento opuesto, en la nave de la epístola, se conservan los testigos que marcan el arranque de las arquerías que configuraban los seis ámbitos espaciales del interior de la mezquita. A la nave del evangelio abre la actual capilla del Sagrario, en lo que era la última galería de la asaquifa, o mezquita de las mujeres. El arco de herradura de acceso apea sobre dos columnas con capiteles visigodos. A la nave de la epístola se adosa la capilla de la Virgen de los Dolores, de planta rectangular, con techumbre de viga y tablazón de madera.
     La cabecera del actual templo gótico-mudéjar presenta una subdivisión tripartita. Cada nave, a través de sus correspondientes arcos apuntados y moldurados en sus aristas, enlaza con sendas capillas. Las dos laterales, acabadas en testero plano, tienen impostas que marcan el arranque de las nervaduras góticas de las bóvedas de terceletes, trabajadas en ladrillo. La capilla mayor ostenta un esbelto arco triunfal apuntado, de sección mixtilínea. El ábside facetado, de tres lados, se subdivide con dos impostas. La primera sigue a juego con las de las capillas laterales; y la segunda, paralela a la anterior, indica el arranque de los nervios que sustentan los dos tramos de bóvedas, de compleja traza ojival estrellada, que cierran este noble espacio. En el primer tramo, de planta cuadrada, se dibujan cuatro bóvedas de terceletes unidas en el centro por una gran clave, cuyos nervios se agrupan en haces para descansar en las columnas del arco toral o en las ménsulas. El segundo tramo, ochavado, de menores dimensiones, ve decorado sus muros con tres arcos ciegos apuntados, y se cubre con sendas bóvedas nervadas.
     La iglesia parroquial sufrió pérdidas irreparables en sus bienes muebles por tres veces consecutivas, el 7 de marzo de 1936, en que ardieron muchas imágenes junto con el templo; el 13 de abril prendieron fuego al archivo parroquial; y, finalmente, el 6 de agosto, pereció lo poco que quedaba.
     Hoy día vemos, a los pies de la nave del evan­gelio, un lienzo de medio punto, con la Virgen del Carmen y las Ánimas del Purgatorio, de J. Montes, 1960. En el primer arco ciego de la nave, un cancel visigodo, de mármol blanco, que se decora con tres arcos peraltados sobre colum­nas, y se remata con cenefa de rosetas; en los flancos laterales presenta decoración de círculos. En el siguiente arco ciego, sobre el suelo, el fuste de una columna visigoda, similar al de la torre, con decoración geométrica y simbólica: cruces, pámpanos, racimos y aves.
     Pasada la puerta, hay un relieve de piedra, que representa un imafronte de un templo tetrástilo, cerrado, de orden toscano. En el arco rehundido siguiente, un fragmento de columna visigoda, al que se le ha adaptado un capitel de castañuela, de mármol. En la capilla sacramental, situada en el espacio de lo que había sido la última galería de la asaquifa, se encuentra un gran tabernáculo de plata, obra de Manuel de los Ríos Navarro, de 1985, construido a partir de la portezuela de la primera mitad del siglo XIX, que conserva el punzón de Palomino y Zuloaga.
     Situada a la cabecera de la nave, la capilla bau­tismal tiene en su centro una pila de jaspe rojo y blanco, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias, del año 1693. Hay un óleo de San Pedro, con de­talle de su martirio, obra anónima sevillana del siglo XIX.
     En el presbiterio preside un Crucificado, titulado de la Buena Muerte o de la Sangre, sobre cruz arbórea, obra de Antonio Castillo Lastrucci, de 1942. Delante, una sede tallada en piedra, de factura gótico-flamígera, que, desde Rodrigo Caro, es conocida como «el sillón de los obispos de Niebla». Aún dentro del presbiterio, en el ángulo del lado del evangelio, sobre un pilar, la Inmaculada, en madera policromada, con cabeza tallada por Antonio León Ortega en 1963. El ambón está formado por un cancel visigodo, de mármol blanco, a juego con el de la nave del evangelio, con los relieves mejor conservados.
     En la cabecera de la nave de la epístola, en una hornacina de arco rebajado y baquetón en todo su perfil, se venera un San José, con el Niño en los brazos, escultura en madera policromada de hacia 1800. Luce una vara de plata con el punzón de Conde. En el paramento lateral hay un óleo de la estigmatización de San Francisco, de factura popular, del siglo XVII.
     En la misma nave, un confesionario de ladrillo, formado por piezas de tracería gótica. El asiento es una pieza de mármol, con decoración visigoda en su frente, formada por dos series de semicírculos superpuestos, a modo de imbricaciones o escamas.
     Tras la puerta lateral, se abre el arco de herradura y alfiz del antiguo mihrab de la mezquita, facetado, de cinco lados y techumbre lígnea de vigas y tablazón. A continuación se encuentra la capilla de la Virgen de los Dolores. En la pared principal se adapta un retablo, rehecho con frag­mentos del retablo de la capilla sacramental, del s. XVIII, con decoración de rocallas y guirnal­das de flores. Sobre las repisas laterales hay dos tablas repintadas, que representan a San Rafael y a San Francisco de Paula. Al centro, la Dolorosa, imagen de candelero para vestir, de Antonio Castillo Lastrucci (1942). En el paramento izquierdo de la capilla se expone un relieve, en madera policromada, de la Piedad, de fines del s. XVI. En un costado, sobre pedestal, un Nazareno, imagen de vestir, de Juan Martínez Cerrillo (1940). Por último, el simpecado de la Virgen del Rocío, obra del orfebre Manuel de los Ríos, estrenado en 1991. A los pies de la nave, en marco vitrina con penacho y rocallas del siglo XVIII, se exhibe el simpecado de la Virgen del Pino, bordado en oro y sedas de colores, sobre terciopelo verde.
     En la sacristía, en una hornacina lateral hay un Niño Jesús, imagen de vestir de fines del XVI. Esta figura infantil del Salvador está situada so­bre un basamento de mármol, de la segunda mitad del siglo II de nuestra era, de singular im­portancia arqueológica. La pieza presenta una inscripción, que traducida dice así: «Un cuerpo terrenal y un celestial espíritu hubo en mí; al vol­ver a su verdadera sede, ahora vivimos allí, don­ de Fabato goza ya de los dioses en la eterna luz». En el tesoro podemos ver su exigua orfebrería. Una ampolleta o vaso de crisma, de formas bajorrenacentistas, del siglo XVII. Cáliz de plata liso con punzones sevillanos de Méndez y García, del último tercio del XVIII. Copón de pla­ta liso, de Flores, de la primera mitad del XIX. Un portaviático de plata, en forma de corazón, del siglo XIX. Copón de plata liso con el pun­zón de Seco Velasco, de la segunda mitad del s. XX. Copón de plata decorado con cartelas, espigas, racimos de uvas, corona de espinas, etc., de Marmolejo (1957). Hay un crucifijo de marfil con peana chapeada de plata y remates en la cruz del mismo metal, de estilo hispano-filipino, de hacia 1700 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La iglesia se ubica en la Plaza de Santa María. Es probable que el emplazamiento de este templo pudiera coincidir con la catedral visigoda. Más tarde, en la época de dominación musulmana se transformó en la mezquita oriental de la que aún se conservan varios elementos originales. Más tarde convertiría en una de las cuatro parroquias fundadas en Niebla por Alfonso X, a raíz de su conquista.
     El templo es el resultado de la transformación de una mezquita islámica, orientada hacia el sur, en un templo cristiano orientado al este. El resultado es un edificio constituido por la intersección y macla en ángulo recto de la mezquita e iglesia. Muchos elementos de la mezquita persisten dentro del templo o junto él. Al lado de la torre se halla el patio o sahn con tres naves, correspondientes a las asaquifas o lugar de oración de las mujeres. Aparece una a la derecha y dos más pequeñas a la izquierda, de las cuales la última y más pequeña corresponde a la ampliación llevada a cabo por los almohades, hoy se ha cegado hacia el patio, para abrirse como capilla de San Walabonso.
     Fuera del perímetro de la iglesia y al lado del patio queda la torre, que fue alminar de la mezquita, de planta cuadrada. La mezquita tenía cinco naves y, en época taifa, se le añadió una nave más a levante.
     El cuerpo de la iglesia es de planta basilical rectangular, con tres naves de tres tramos, rematado con crucero de una nave. La capilla mayor sobresale con respecto a las laterales, cerrándose su cabecera con un ábside poligonal. Las laterales presentan en cabecera un testero plano. En el lado de la epístola hay una capilla de pequeñas dimensiones denominada del reservado del Jueves Santo. Es de planta cuadrada. Durante un tiempo estuvo cegada por el muro.
     También en el lado de la epístola se encuentra el mihrab, de planta ochavada, y otro hueco abierto en el muro para guardar el púlpito musulmán. En el muro del evangelio se observan, cegados los seis arcos de herradura pertenecientes al acceso a la mezquita, desde el sahn y sus galería. Sólo uno permanece abierto, el correspondiente a la nave más pequeña del patio o sahn. Esta nave se ha cerrado al patio para albergar una pequeña capilla. Este arco de acceso a la capilla apea sobre unas columnas sin basamento y con capiteles de gruesas pencas. El patio o sahn tiene dos galerías con arcos gemelos que descansan sobre columnas visigodas que carecen de basas y van decoradas con nacelas.
     Dichos arcos son enjarjados de herradura y tienen claves de piedra. Un alfiz descentrado los enmarca, el cual corta el arco en los riñones. El alero se muestra recorrido por modillones que nos indican la altura que poseyó la mezquita. El lado del patio que da entrada al templo tiene tres arcos, los laterales, de herradura, están cegados y en el central está la portada principal.
     La iglesia se encuentra exenta por tres de sus lados; mientras el cuarto, correspondiente al ábside, queda adosado a otras edificaciones. Antiguamente se entraba al templo por los tres lados libres, pero hoy sólo se accede por el norte, junto a la torre, y por el sur. El acceso por el norte da al patio o sahn de la mezquita. Sólo por este lado se da un tratamiento de fachada, con una portada sencilla que se ubica junto a la torre. Flanquea a aquella un contrafuerte y el alero es soportado por unos canecillos. En la cabecera, es decir, en el crucero y en el ábside, destacas unos gruesos contrafuertes.
     La portada de ingreso al sahn de la mezquita presenta un arco de herradura enjarjado realizado en ladrillo, con alfiz descentrado que corta el arco en los riñones, como en la arcada del patio.
     La portada de acceso al templo, por el muro del evangelio, consta de un arco de herradura apuntado y decorado por lóbulos rebajados, enmarcado por un alfiz y que descansa en dos columnas visigodas sin basamento ni capitales. Los otros cinco arcos del muro del evangelio son de herradura, ligeramente apuntados sin lóbulos. Los cuatro cegados apean sobre nacelas apoyadas a su vez sobre machones de ladrillo sin columnas. Flanquean la parte superior del alfiz dos ménsulas como testigos de que hubo un tejaroz cubriendo y realzando la portada.
     La portada cegada de los pies, está totalmente construida en ladrillo. Está formada por dos arcos concéntricos ligeramente apuntados, enmarcados por un alfiz que a su vez está enmarcado por una moldura de perfil rectangular que sube desde el suelo.
     La portada de la epístola, es muy parecida a la de los pies. Los arcos concéntricos apuntados se encuentran enmarcados por un alfiz.
     La torre alminar presenta planta cuadrada con un machón cilíndrico central. Entre éste y los muros se desarrolla una escalera de caracol. En la torre se distinguen tres niveles, de los cuales sólo el primero de ellos constituye el alminar. Los cuerpos restantes son obras posteriores a la Reconquista. Una moldurada imposta separa este primer cuerpo del segundo, el cual es ya de mucha menor altura, mostrándonos en el centro de cada una de sus caras ventanas formadas por arcos gemelos de herradura elevada que descansan en el centro de una columna, cuyo fuste y capitel fueron aprovechados de anteriores edificios visigodos. El tercer nivel o cuerpo de campanas posee arcos rebajados en sus fachadas y coronamiento de almenas dentadas de ladrillo.
     En el ábside, adosado al exterior, existe una esbelta torrecilla poligonal de ladrillo, con escalera de caracol. En la bóveda de ésta, se dibujó con nervios de ladrillos una estrella de ocho puntas. La torre se remata con una cubierta piramidal revestida de ladrillo.
     La Iglesia de Santa María fue una de las cuatro parroquias fundadas en Niebla por Alfonso X, a raíz de la conquista de dicha plaza. El templo transformó la mezquita preexistente, que había sufrido, a su vez, una primera reforma, una ampliación, pasando de tener cinco a seis naves en la época taifa. Al principio, cuando Alfonso X conquistó la villa, la mezquita no varió mucho. Se hicieron las reformas indispensables para el nuevo culto y cristianizar el edificio: se añadió al alminar el cuerpo de campanas y se reforzó todo él con sillares. Varió también la dirección Norte-Sur por la de Este-Oeste, propia de los templos cristianos. Pero cuando Niebla paso, como condado, a monos de los descendientes de don Alonso Pérez de Guzmán, a comienzos del siglo XVI, la antigua mezquita experimentó sensibles cambios. Debía de estar en mal estado, que fue necesario derribar una buena parte de ella. Se eliminaros las arquerías, y en su lugar se elevaron tres naves con unas cubiertas de artesonado de par y nudillo, hoy inexistentes. Se arregló también la cabecera formada por el crucero y el ábside, góticos, con complejas bóvedas ojivales estrelladas. Las obras se concluirían hacia 1515. En estas fechas se cerró la entrada a la iglesia desde el sahn, cegando todos los arcos a excepción del arco de acceso actual.
     La comprobación de que la mezquita se encontraba en el interior de la iglesia tuvo lugar en 1956. Al efectuar el cura párroco ciertas obras en el templo, como fueron la restauración del artesonado y el derribo de unas casas que se levantaban en lo que fue el sahn de la mezquita, aparecieron restos de arcos, unos sobre columnas y otros adosados al muro de la iglesia. Gracias a estos hallazgos la Dirección General de Bellas Artes inició las obras de restauración. El edificio fue restaurado por Rafael Manzano Martos, según proyecto fechado en junio de 1979 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia de San Martín
     Según Amador de los Ríos, la iglesia de San Martín está emplazada en la antigua mezquita menor, correspondiente al barrio norte de la ciudad. En 1922 se demolió el buque del tem­plo, para permitir un acceso más directo desde la puerta del Socorro hasta la zona central de la ciudad, creándose una espaciosa plaza en lo que era su solar. El edificio fue declarado monumento nacional en l922.
     La capilla mayor, abierta a la intemperie, se compone de dos cuerpos. El primero, de planta rectangular, se cubre con bóveda de nervaduras simples. El segundo cuerpo, casi semicircular, con siete lados, articulado por columnillas ci­líndricas sin base, y con capitel con decoración vegetal de hojas de vid. La unión de cuerpo rectangular con el ábside se enriquece con semicolumna cilíndrica, entre otras dos cilíndricas semejantes a las anteriores. Sobre ellas discurre moldurada imposta, de la que arrancan los nervios de la cubierta del ábside. Entre ellas hay arcos ojivales soportados por columnillas con capitel de hojas de vid en sus aristas, y molduras semejantes a las columnillas en el perfil superior de los citados arcos.
     En el lado del evangelio, hay un vano con arco rebajado, que accede a un pequeño edículo con bóveda rebajada y nicho o lóculo en el paramen­to frontal, que era la antigua reserva sacramen­tal. Contiguo, en el presbiterio bajo, hay otro arco apuntado y moldurado con baquetones e imposta de hojas de vid, por el que se accede a la escalera de la espadaña, con bóveda de cañón apuntada de aristas, semejantes a las de Villalba, Trigueros y Santa Clara de Moguer, del s. XIV. En el presbiterio se conservan fragmentos de pinturas murales del siglo XV, en las que se representa a San Martín a caballo, partiendo la capa. Hay restos de otro mural contiguo, en el que figura un ángel y un caballero orante. En el tramo primero, rectangular, hay dos ventanas con restos de tracería gótica.
     La portada, exenta, y situada en el lugar que primitivamente ocupó, está labrada en ladrillo, en formas netamente islámicas. Tiene doble arco de herradura enjarjado sobre nacelas de mármol, con doble alfiz, y rematado por una cenefa de lacería. Debido al barroquismo del alfiz, puede datarse en el s. XV. En el extremo oriental, sobre un fuste de planta cuadrada, se levantan dos espadañas superpuestas. La posterior, más alta, tiene tres cuerpos: el inferior, macizo; el segundo, con un vano de arco apunta­do y campana, y otro arco macizado; el tercero y superior con dos vanos de medio punto peraltados, con alfiz y frontón triangular, con óculo ciego en el tímpano, de los siglos XV y XVI. La espadaña anterior tiene dos cuerpos, el inferior con un gran vano de medio punto entre pilastras pareadas, y el superior también de un vano con arco de medio punto entre pilastras y cartones o estribos laterales, y rematada con frontón triangular, del siglo XVII.
     El ábside, por el exterior, está dotado de con­trafuertes, y su perfil superior presenta modillones con hojas cuadrifolias, y gárgolas con cabezas de animales (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La capilla mayor, abierta a la intemperie, se compone de dos cuerpos. El primero, de planta rectangular, se cubre con bóveda de nervaduras simples. El segundo cuerpo, casi semicircular, con siete lados, articulado por columnillas cilíndricas sin base, y con capitel con decoración vegetal de hojas de vid. La unión de cuerpo rectangular con el ábside se enriquece con semicolumna cilíndrica, entre otras dos cilíndricas semejantes a las anteriores. Sobre ellas discurre moldurada imposta, de la que arrancan los nervios de la cubierta del ábside. Entre ellas hay arcos ojivales soportados por columnillas con capitel de hojas de vid en sus aristas, y molduras semejantes a las columnillas en el perfil superior de los citados arcos.
     En el lado del evangelio, hay un vano con arco rebajado, que accede a un pequeño edículo con bóveda rebajada y nicho en el paramento frontal, que era la antigua reserva sacramental. Contiguo, en el presbiterio bajo, hay otro arco apuntado y moldurado con baquetones e imposta de hojas de vid, por el que se accede a la escalera de la espadaña, con bóveda de cañón apuntada de aristas, semejantes a las de Villalba, Trigueros y Santa Clara de Moguer, del siglo XIV. En el presbiterio se conservan fragmentos de pinturas murales del siglo XV, en las que se representa a San Martín a caballo. Hay restos de otro mural contiguo, en el que figura un ángel y un caballero orante. En el tramo primero, rectangular, hay dos ventanas con restos de tracería gótica.
     La portada, exenta, y situada en el lugar que primitivamente ocupó, está labrada en ladrillo, en formas netamente islámicas. Tiene doble arco de herradura enjarjado sobre nacelas de mármol, con doble alfiz, y rematado por una cenefa de lacería. En el extremo oriental, sobre un fuste de planta cuadrada, se levantan dos espadañas.
     El ábside, por el exterior, está dotado de contrafuertes, y su perfil superior presenta modillones con hojas cuadrifolias, y gárgolas con cabezas de animales.
     El origen de la Iglesia de San Martín bien pudiera ser una catedral visigoda, debido al hallazgo de varios capiteles y fustes ornamentales. Además, según testimonio de Rodrigo Caro, aquí estaba el sillón de piedra donde se sentaban, según la tradición, los obispos de Elepla (hoy en Santa María).
     El actual templo se asienta sobre la mezquita occidental del Liblah árabe. Posteriormente, se concedió a los judíos como sinagoga y más tarde se construyó la iglesia cristiana.
     Alfonso Jiménez propone un posible proceso histórico: probablemente existió una mezquita a la que se añadió un ábside para poder adaptarla al culto cristiano. Las diferencias de edad y de conservación propiciarían la renovación de estas organizaciones provisorias en momentos distintos y con criterios estilísticos bien diferentes. Lo primero que se sustituiría sería el cuerpo del edificio, que tal vez se derribara y reconstruyera con formas mudéjares en los últimos decenios del XV, cuando Niebla pasó a formar parte de las posesiones de la casa de Medina Sidonia, según la entregó el primer Trastámara a Don Juan Alonso de Guzmán. Pocas décadas después, ya entrado el siglo XV, se renovó el ábside en unas formas que reunían aspectos arcaicos con rasgos modernos. Posteriormente se realizó la capilla mudéjar y la espadaña doble, con unos sectores mudéjares y otros claramente barrocos.
     En 1922 se destruye parte del inmueble, por necesidades urbanísticas, para poder facilitar el tráfico rodado. La iglesia queda divida en dos partes con características muy diferenciadas: la cabecera por un lado y la portada por otro.
     Podemos adscribir el edificio al estilo gótico- mudéjar, diferenciando estas dos partes. El ábside es de estilo ojival y sencillo con reminiscencias románicas en los escasos elementos decorativos y la portada es de estilo mudéjar. Para Angulo incluso es de un mudejarismo tan absoluto que de no corresponder al eje de la iglesia pudiera considerarse como obra árabe.
     En 1979 Rafael Manzano realiza una intervención para restaurar los restos. Interviene consolidándolos, también en los ventanales y el ábside y se excava para recuperar la planta y los elementos originales.
     En 1981 Ismael Guarnier González realiza un informe previo a su intervención en el edificio donde especifica las actuaciones que considera necesarias para su restauración (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Monumentos
     En el centro de la Plaza de la Feria se levanta el monumento al Rey Sabio. Tanto el proyecto como el modelado de los relieves y figuras de bulto, son obra de Joaquín Moreno Daza, 1970. A los pies del recinto amurallado, se encuentra un monumento dedicado a la Paz. Una gran paloma, realizada por Rafael Mélida el año 1988, en chapa  de hierro recortada,  abre sus alas al vuelo y sostiene una rama de olivo en el pico. De 1969 es el monumento dedicado a los már­tires San Walabonso y Santa María, ubicado al pie de la muralla, junto a la Puerta del Buey, consiste en un sencillo crismón laureado, que se eleva sobre una columna de fuste liso, levantada sobre pedestal escalonado de ladrillo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Las Murallas
     Lo más significativo del conjunto histórico de Niebla es, sin duda, su recinto amurallado, Tan­to las murallas como el castillo fueron declarados monumento nacional el 14 de abril de 1945 Presentan las murallas una estructura poligonal, adaptada al terreno, en longitud, anchura y altura, por lo que respeta las condiciones específicas del terreno, de unas 16 Has. de extensión y 2 Km. de perímetro. Circunda toda la ciudad y do­mina el río Tinto que corre a sus pies, formando, a su vez, una defensa natural, a modo de foso.
     Las murallas están compuestas por muros de tapial o tapiería, construidos con la tierra arcillosa rojiza, extraída de las orillas del río Tinto, por lo que las fuentes árabes la llaman al-Hamra o la roja. De los muros romanos asoman vestigios en la sillería escuadrada que aflora en diversos lugares, especialmente en las torres cercanas al río, con estructura de hiladas regulares a soga y tizón, rehechas en período califal. Los sillares regulares en las esquinas, y el asentamiento de otros sillares en la cerca resultan del aprovechamiento de los restos romanos de la ciudad. A lo largo de la muralla se construyen 41 torres con función defensiva y de vigilancia, de planta cuadrada, poco salientes, siguiendo todavía el tipo califal. Resulta de este modo una muralla infranqueable para los posibles asaltantes. Parte de las murallas fueron destruidas en el siglo XV para la construcción del alcázar de los Guzmanes, escondiendo éste una de las torres de la antigua alcazaba.
     En síntesis, puede decirse que la muralla existió desde época romana en sus cimientos; se fue remodelando con el paso del tiempo y según las necesidades de la población allí asentada. Bajo el dominio almorávide se reconstruyó en la actual extensión; y con la conquista de 1154, los al­mohades construyeron las torres en saliente con base poligonal, alcanzando la configuración que hoy conocemos.
     Las puertas de la muralla de Niebla se encuentran en cinco de las torres cuadrangulares: la Puerta del Socorro, la Puerta del Buey, la Puerta del Agua, la Puerta del Embarcadero, la Puerta de Sevilla, y otras puertas pequeñas o poternas. Conocida por los musulmanes con el nombre de «Bad al-Nassri», la Puerta es llamada del Socorro, debido a una  representación  pictórica  de la Virgen del Socorro, aunque popularmente se dice que por ella recibieron los muslines el socorro cuando eran asediados por Alfonso X. Está situada en el lienzo noroeste de la muralla, o sea, en uno de los torreones romanos que protegían el acceso norte de la ciudad, el cardo máximo romano. La puerta del Socorro es la más importante de Niebla, ya que da lugar a la calle principal o hara mayur (hoy conocida como la calle Real), y llega hasta la Puerta del Agua.
     Sobre el nombre de la Puerta del Buey, hay una versión popular. Comenta que el nombre de Buey se debe a que cuando la ciudad estaba sitia­da por Alfonso X, los habitantes de Niebla rea­lizaron una estratagema para confundir al rey. Para dar la impresión de que vivían bien y holgados, sin ninguna clase de padecimientos, dejaron salir por esa puerta un buey bien cebado, con lo que venían a decir que tenían suficientes alimentos como para resistir.
     Conocida como bad al-wadi, la Puerta del Agua, está situada en el lienzo sur de la muralla, o sea, en lo que habría sido la puerta sur del cardo máximo romano. La Puerta del Embarcadero está situada en el lienzo este de la muralla, o sea, lo que antes fuese la puerta oriental del decumano máximo. La puerta está orientada al norte, y tiene su entrada, como todas las demás, en eje acodado. El nombre que recibe la puerta se debe a función que realizaría en la época, que se utilizaba para el acceso al embarcadero.
     La Puerta de Sevilla está situada en el muro norte, y no guarda relación con el antiguo trazado romano, por lo que sería una puerta de época musulmana. Su nombre proviene de su situación, frente al camino que se dirigía hacia Sevilla (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Las murallas de Niebla ciñen completamente la población, describiendo el perímetro del promontorio a orillas del Tinto donde está enclavada. Forma un polígono irregular más accidentado por el lado Sur y más preciso por el Norte. La muralla tiene aproximadamente 2 km de longitud, encerrando una superficie de 16 Hectáreas. Su perímetro está jalonado por 50 torreones de sección cuadrada o rectangular, excepto dos que son octogonales.
     Las murallas edificadas con tapias de tierra arcillosa rojiza y esquinales de cantería describen un enorme polígono irregular cuyo foso natural, por dos de sus frentes es el río Tinto. La muralla está flanqueada por torres macizas de tierra y ladrillo con esquinas de piedra. Son rectangulares, de poco saliente, siguiendo todavía un tipo califal. Carecen de cámara superior, y sus terrazas destacan con muy poca altura sobre el adarve, desmantelado en la actualidad e invadido por vegetación parásita. Han desaparecido las almenas que debieron ser rematadas en pirámides. En este tipo de torre, poco saliente sobre el adarve, debieron inspirarse las de otras murallas cristianas posteriores.
     Existen cinco puertas en recodo de acceso al recinto: del Buey; del Socorro; del Agua; del Embarcadero y de Sevilla.
     Además de estas cinco puertas, existe una poterna (cegada) al Oeste del recinto, un postigo llamado Puerta del Agujero que presumiblemente se abrió en el siglo XV para facilitar el acceso al Castillo y otros dos accesos junto a las puertas del Buey y del Socorro abiertas más recientemente para facilitar el tráfico. La fábrica está construida fundamentalmente a base de tapial de tierra roja del lugar, reforzándose con sillares los ángulos exteriores de los torreones. A menudo, la fábrica de tapial se asienta sobre resistente fábrica de sillería, sobre todo los torreones. La mayor parte de la fábrica es obra almohade del siglo XII.
     Producto de las intervenciones arqueológicas se conoce que en una fecha cercana al cambio del II-I milenio a.C. (Bronce final prefenicio), como resultado de los cambios que se están produciendo en todo el suroeste peninsular con la introducción de la metalurgia del bronce, Niebla se dotará de una primera muralla de piedra, observándose desde entonces una sucesión de hasta 7 niveles superpuestos de muralla, siendo la almohade que ahora se contempla, la más monumental y mejor conservada.
     La segunda fase viene dada por el arrasamiento parcial y los procesos erosivo-sedimentarios que afectan a la primera muralla; Posteriormente se construiría la segunda muralla, con cronologías del Bronce fenicio, entre los ss. VIII y VI a.C.; Nuevas reparaciones y alzados aparecen en el s. II a.C., en época ibero-romana republicana; La muralla romana se ha fechado en torno a finales del siglo I d.C. y sobre ella se levantará la muralla almohade (ss. XII y XIII). Se observan con posterioridad reformas entre los siglos XIV y XV que afectan al alzado superior de las murallas y, finalmente, quedan indicios de mínimas intervenciones durante el siglo XVI. Mientras, en las últimas décadas del siglo XX se procedió a la restauración de la mayor parte de las murallas, a excepción del tramo comprendido entre las torres 29 y 35, en el talud del Río Tinto. Estas restauraciones presentan gran inestabilidad en su masa y se están desprendiendo, por lo que las últimas actuaciones que se empiezan a acometer en 2010 van destinadas a la reposición de tapiales de la restauración precedente (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

La Peñuela
     La aldea de La Peñuela está situada al norte de la ciudad de Niebla, por la carretera de Valverde. En ella se levanta una iglesia rural, dedicada a San Antonio, con categoría de parroquia, construida en 1945. Consta de una sola nave, dividida en tres tramos y presbiterio, separados por arcos apuntados transversales, y cubierta a dos aguas. En una hornacina lateral, se venera la figura de San Antonio de Padua, escultura en madera policromada, de hacia 1600. El Niño Jesús es de nueva talla, realizado por Abascal (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Puente sobre el río Tinto
     El puente de Niebla cruza el río Tinto, que surca las antiguas murallas de la población. Es una construcción romana, sin embargo, ciertas reconstrucciones medievales y reformas modernas han alterado sensiblemente su fisonomía original. Se conocen obras y reparaciones en el mismo, durante los siglos XVII y XVIII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El Puente Romano de Niebla es uno de los mejores conservados de la península ibérica. Situado en la carretera Huelva-Sevilla al paso por el pueblo de Niebla, por debajo de él corren las aguas de el Río Tinto, destacado por su color rojizo fruto de los metales pesados que contiene como el cobre o el zinc y a la acidez de sus aguas procedente de las minas. Es el puente más conocido y estudiado de la provincia de Huelva e históricamente es, es, sin duda, el más interesante.
     Es un puente de nueve vanos, con una mezcla de bóvedas de medio punto, apuntadas o rebajadas, de sillería basta o ladrillo. Sus orígenes son romanos (formaba parte de la Vía de Ayamonte a Mérida), aunque ha sido modificado posteriormente en diversas épocas.
     Actualmente el puente está en uso, dando servicio a la carretera nacional N-431, sobre el río Tinto. Este hecho, junto con su proximidad a un centro urbano e industrial pues está a la entrada de Niebla, lo convierten en un puente particularmente vulnerable. Hoy y a pesar del paso de los tiempos, sigue soportando el ritmo de una circulación, cada vez más densa.
     En cuanto a su señalización, debería hacerse resaltando su singularidad o importancia destacando, por ejemplo, la vía romana a la que pertenece (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Granada; Iglesia de San Martín; Monumentos; Murallas; La Peñuela; y Puente sobre el río Tinto) de la localidad de Niebla (y II), en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

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