Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

miércoles, 3 de junio de 2020

La Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara)


      Por Amor al Arte, Déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara), de Sevilla
   Hoy, 3 de junio, es el aniversario del Decreto de la declaración de la Torre de Don Fadrique como  Monumento Histórico Artístico (3 de junio de 1931), así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara), de Sevilla.
   La Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara) [nº 56 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 65 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Santa Clara, 40 (aunque, también tiene acceso por la calle Becas, 7); en el Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo.
   Construida en 1252, es de planta cuadrada y posee tres cuerpos. El primero cubierto con bóveda ojival en el que se sitúan la puerta, tiene ventanas tipo saeteras. El segundo con bóvedas también ojivales tiene ventanas románicas y el tercero con bóvedas octogonales posee ventanas góticas.
   La torre de Don Fadrique formaba parte del palacio del citado infante, el mayor de los quince hijos del Rey Fernando III, 'El Santo'. La construcción del conjunto arquitectónico se inició en 1252 para en 1289 donarse a las monjas clarisas, que se instalaron en la casa del infante para mas tarde construir el actual Convento de Santa Clara (siglos XV-XVI). En esa remodelación que las religiosas efectuaron dentro del conjunto arquitectónico, desapareció toda la casa-palacio quedando únicamente la Torre.
   El interés arqueológico estriba en conocer con precisión el carácter exento que hasta ahora se ha atribuido a la Torre o si por el contrario ésta estuvo conectada con algunas dependencias de la desaparecida casa-palacio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
   Santa Clara, 40. TORRE DE DON FADRIQUE. En el compás de este convento se ha instalado la portada del Colegio Mayor de Santa María de Jesús. Es de principios del siglo XVI y pertenece al estilo de transición del gótico al renacimiento. Esta portada sirve de acceso a un jardín de propiedad municipal, en cuyo centro se alza la Torre de don Fadrique, construida por éste en 1252, en la huerta de las casas que le correspondieron en el repartimiento. Es de planta cuadrada y consta de tres pisos, el inferior de cantería y los dos superiores de ladrillo. Los vanos de los pisos bajos son de tradición románica, mientras que los del tercero pertenecen al estilo ojival. Las salas se cubren con bóvedas de crucería y de planta octogonal [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].

Conozcamos mejor la Leyenda de la Torre de Don Fadrique:
     El Infante de Castilla don Fadrique, nació en 1224, siendo hijo de Fernando III, rey de Castilla, y de su primera esposa, la reina Beatriz de Suabia. Su hermano Alfonso X lo hizo matar en 1277. Fue acusado de conspiración y su ejecución desencadenó una sublevación contra el monarca. A él se debe la construcción de la Torre de don Fadrique en 1252, situada en el convento de Santa Clara. Sin embargo, el infante es un personaje misterioso, a caballo entre leyenda e historia.
   Históricamente, participó junto a su padre Fernando III y sus hermanos en la Reconquista. En 1235 falleció su madre, la reina Beatriz de Suabia. En 1240 el infante Fadrique fue enviado por su padre a la Corte de Federico II Hohenstaufen, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, con el propósito de que recibiera la herencia de su madre, consistente en diversas posesiones en el Imperio y en el ducado de Suabia.
   El infante fue recibido por el emperador Federico II Hohenstaufen en la ciudad italiana de Foggia, donde se hallaba en esos momentos la Corte imperial, y en el mes de abril, el emperador agradeció a Fernando III el Santo en una carta que hubiese enviado a su hijo a su Corte, demostrando con ello que las buenas relaciones entre ambos países. Sin embargo, no queda demostrado que le fuera entregada propiedad alguna.
   No obstante, también se considera que la reclamación de los bienes que pertenecieron a Beatriz de Suabia fue la excusa utilizada por el infante para permanecer en la Corte al lado de su tío.
   En el mes de julio de 1245, y poco después de la huida del infante Fadrique a Milán, el emperador Federico II Hohenstaufen manifestó su descontento a su padre, Fernando III de Castilla, calificando el comportamiento del infante de ingrato y traicionero.

   En el reparto de Sevilla, y a diferencia de su hermano el infante Enrique de Castilla, el infante Fadrique recibió numerosas propiedades, entre ellas villas y alquerías repartidas por toda la ciudad. De los palacios que poseyó se conservan en la actualidad, además de la Torre de Don Fadrique, otros restos incorporados al clausurado convento de Santa Clara de Sevilla.
   El rey Fernando III de Castilla, que había enviudado con casi 50 años de edad de su primera esposa Beatriz de Suabia, contrajo nuevo matrimonio con Juana de Danmartín, para acercarse políticamente a Francia. La diferencia de edad entre el rey y su nueva esposa, era cercana a los 30 años, pues ella tenía 17.
La Leyenda
   Cuatro años después el falleció el rey, quedando la viuda en Sevilla. Un día visitó el Alcázar el infante Fadrique, hijastro de Juana aunque sus edades, eran de 27 y 25 años respectivamente. Don Fadrique que nunca había vivido en Sevilla, acudió a presentar sus respetos a doña Juana. Desde ese día, las salidas se hicieron cada vez más frecuentes, a pesar de las críticas.
   Con la llegada del invierno, el infante mandó construir una torre para que la reina viuda pudiese cazar teniendo cerca un fuego aunque él argumentó que era para prácticas defensivas, aunque los entendidos no estaban de acuerdo con éste.
   El rey Alfonso X ante los rumores de la corte decidió trasladarla a Toledo, pero la nobleza de Sevilla y el pueblo se unieron a una guerra contra los amantes, ya que una reina viuda no podía volverse a casar ni tener amores secretos.
   La reina decidió volver a Francia y mientras surcaba el río camino al Atlántico, dirigió una última mirada con los ojos llenos de lágrimas a la torre, que durante tres años había sido su nido de amor. Con un pañuelo hizo una señal en dirección a la torre donde el infante le hacía una señal de adiós con la mano.
   El rey Alfonso X de Castilla autorizó el proceso contra éste obligado por la nobleza y el clero. Don Fadrique fue sentenciado a muerte por haber ofendido el decoro real al tener relaciones ilícitas con la viuda del rey, tras lo cual, fue ejecutado en Burgos. Desde entonces la Torre de don Fadrique no volvió a ser utilizada.
La Historia
   La realidad, según la documentación de la época, es que el infante don Fadrique murió por orden del rey Alfonso X, acusado de intrigar contra el soberano: «el rey mandó afogar a don Fadrique», el ahogamiento en agua, pena generalmente usada para actos de traición. La actitud del infante no fue nueva, traicionando a su hermano en varias ocasiones.
   La torre se entendería como una estructura militar y su similitud con torres militares ubicadas en Italia donde el infante residió; algunos investigadores también han apuntado a un pabellón de caza.
Conozcamos mejor la Biografía de Don Fadrique, quien le da nombre al monumento reseñado;
     Fadrique de Castilla, (Guadalajara, 1223 – Burgos, abril de 1277). Infante de Castilla y León, hijo de Fernando III.
     Segundo de los hijos varones de Fernando III, rey de Castilla y León, y su esposa Beatriz de Suabia, hija del emperador Felipe Hohenstaufen y la princesa bizantina Irene Angelos.
     Desde su nacimiento, su madre le destinó a heredar el ducado de Suabia, que le pertenecía por linaje. Por eso, en 1240, fue enviado a Italia para solicitar un reconocimiento de este derecho de estirpe al emperador Federico II. Durante un lustro, hasta 1245, permaneció en Italia sin obtener otro resultado que las buenas palabras de su poderoso pariente, más comprometido en los asuntos con el Papado que condujeron a un enfrentamiento abierto durante esa misma etapa. En recuerdo de esta vinculación de linaje, siempre portó en sus armas las águilas de los Hohenstaufen cuarteladas con los emblemas paternos.
     A su vuelta de Italia, participó en las empresas militares de su padre al frente de su propia mesnada, al igual que sus hermanos Alfonso y Enrique. En 1248, después de la toma de Sevilla, recibió un extenso patrimonio, tal y como figura en el posterior Repartimiento en Sanlúcar, La Algaba, Albaida, Cambullón, Gelves, Gicirat, Brenes, Rianzuela, La Isla, Chozas, Puslena, la Torre de Alpechín, y, por supuesto, diversas propiedades sitas en la propia ciudad de Sevilla, en su parte norte. Señor de Guadalajara, su ciudad natal, allí residió durante varios años.
     A la muerte de su padre se mantuvo fiel al sucesor, Alfonso X, especialmente en 1255 mientras duró la revuelta de su hermano el infante Enrique, que capitaneaba a un amplio sector de la nobleza en el que se encuentra a los últimos mayordomo mayor y alférez del difunto Fernando III y aún al señor de Vizcaya.
     Durante esos años, don Fadrique ordenó traducir el Sendebar, llamado en Castilla El libro de los engaños y de los ensañamientos de las mujeres, una colección de cuentos árabes de raíz persa o hindú. Si de su interés por el mundo de la cultura resta el ejemplo antes referido, de sus inquietudes arquitectónicas han sobrevivido a los siglos la torre hispalense llamada de don Fadrique que forma parte de las posesiones del convento de Santa Clara de Sevilla así como las ruinas de otra que se conserva en Albaida del Aljarafe.
     Junto a Alfonso X permaneció hasta 1260, fecha en la que desaparece de los diplomas de la cancillería real, aunque tampoco se rastrea su presencia en las Cortes de Toledo de 1259. De ambas situaciones se desprende que las pretensiones al Imperio de su hermano mayor, gestadas durante esos mismos años (1256-1260), fueron consideradas por el infante como una intromisión del Monarca en sus derechos hereditarios, pues no en vano la madre de ambos, Beatriz Hohenstaufen, había cedido los suyos a Fadrique respecto al ducado de Suabia y la herencia alemana.
     En 1260 le encontraremos como mercenario junto a su hermano menor don Enrique al servicio del califa de Túnez. Junto a él, participa en la toma de la ciudad de Miliana. Los beneficios obtenidos por estos servicios permitieron a ambos príncipes gozar de suficiente fortuna para mantener a sus mesnadas e, incluso, optar a intervenir en el reino de Sicilia pocos años más tarde.
     En 1265, Manfredo, hijo ilegítimo del emperador Federico II, se hace con el trono de Sicilia. El Papa, ante el creciente poder del Soberano y sus apoyos gibelinos, se inclina por un aliado capaz de enfrentarse a éstos con garantías de éxito: el conde Carlos de Anjou, hermano del rey de Francia, a quien corona como nuevo Monarca de Sicilia. Los partidarios de ambos contendientes buscaron la ayuda de los dos infantes castellanos en Túnez, aunque con diferentes resultados: si el dinero de don Enrique ayudó a pagar las pretensiones de Carlos, el infante Fadrique con sus hombres, conocidos como los caballeros de la muerte en las crónicas italianas que registran estos episodios, optan por acompañar a Manfredo, causa que apoya el señor de Túnez con el envío de arqueros. El 26 de febrero de 1266, en Benevento se enfrentan ambos ejércitos y consta la presencia de Fadrique de Castilla entre las huestes de su pariente Manfredo, que es derrotado y muerto en el campo de batalla.
     Después de unos meses de prudente regreso a Túnez, el infante volverá a reaparecer en el teatro de operaciones italiano, si bien en esta ocasión compartiendo suerte con su hermano Enrique. Éste, deseoso de recuperar el dinero prestado a Carlos de Anjou u obtener en contrapartida por el mismo un feudo digno, obtuvo sendas negativas del ahora único Monarca de Sicilia, por lo que optó por solicitar la intervención del Papa, que le nombró senador de Roma.
     Mientras Enrique afianza su posición en el centro de Italia, don Fadrique, en 1267, es reclamado por Conrado Capece y otros nobles del partido gibelino para que invada Sicilia. Con sus propios caballeros, a los que se sumarán teutones, toscanos y tunecinos, amén de los propios sicilianos favorables a la causa gibelina, el infante castellano se hace con Palermo, Mesina y Siracusa.
     Entretanto, su hermano Enrique el Senador abre las puertas de Roma a las tropas de Konrad, nieto del emperador Federico II, y se suma a su deseo de recomponer la herencia italiana de los Staufen. Ambos infantes, Enrique y Fadrique, son excomulgados por el Papa.
     Carlos de Anjou, empujado por el norte, invadido por Sicilia, se enfrentará en Tagliacozzo a Enrique en 1268, capturando a sus adversarios en el campo de batalla o en su huida. Pero si en Tagliacozzo concluye el desafío gibelino peninsular, en Sicilia será necesario enviar a Guillermo de Stendardo, senescal de Carlos de Anjou, para que expulse a los gibelinos comandados por don Fadrique, a cuyas órdenes se suman los supervivientes alemanes e hispanos de la desafortunada batalla. Después de diversos encuentros, el infante castellano, ante la imposibilidad de recuperar el dominio de la isla, decide cruzar de nuevo a Túnez, no sin antes cobrarse venganza dando muerte a Stendardo y muchos otros caballeros franceses en 1269.
     Al servicio, de nuevo, del tunecino, don Fadrique se convierte en el jefe de la mesnada cristiana gibelina y castellana. Junto a él encontraremos a nobles destacados defensores de los Staufen como el conde Federico Lancia, entre otros.
     En 1270 el rey de Francia convoca una nueva Cruzada para luchar contra los musulmanes, siendo su objetivo el Monarca de Túnez. Su hermano, Carlos de Anjou, rey de Sicilia, se sumará a su empeño, participando en la empresa africana, al igual que otros príncipes y nobles europeos. Entre los defensores, don Fadrique, quien, reunido con el señor de Túnez, aconseja que no se llegue a una confrontación armada so riesgo de sufrir una derrota. Entretanto, mientras las negociaciones siguen su curso, en el ejército cristiano invasor se propaga la peste, que causa estragos entre los franceses, falleciendo su mismo Soberano.
     El consejo del castellano es aceptado por los musulmanes y, a cambio de la entrega de ciento cinco mil onzas de oro, los cruzados abandonan para siempre Túnez.
     Meses después, don Fadrique regresa a Castilla, junto a su hermano Alfonso X, que le devuelve parte de su patrimonio original y de quien ha de convertirse, hasta la víspera de su muerte, en uno de sus más leales vasallos. Pero si el rey sabio supo recuperar la lealtad del infante y le regaló el perdón, no ocurrirá lo mismo con el Papa de Roma, que renovará en dos ocasiones más su excomunión a don Fadrique, en recuerdo de los turbulentos episodios vividos pocos años antes.
     Quedaba por resolver, además, un complicado asunto que implicaba tanto al Pontífice como al señor de Castilla: la cuestión del Imperio. En 1275 Alfonso X decide acudir a entrevistarse con el Papa para revocar el nombramiento reciente de Rodolfo de Habsburgo. 
   En lugar del Rey se encontrará al infante heredero: Fernando de la Cerda. Junto a él, don Fadrique, uno de sus pilares más sólidos.
     La prematura muerte del joven príncipe, en 1275, abrirá la difícil cuestión sucesoria, que ha de marcar los años finales del reinado de Alfonso X, dividido entre la tradición hereditaria, representada por el infante Sancho, y las nuevas costumbres que desea imponer y que transmiten los derechos de Fernando de la Cerda a sus vástagos.
     Se desconoce qué papel exacto jugó en esta compleja situación el infante Fadrique, mas lo cierto es que, apenas unos meses después del retorno del Monarca castellano, los recelos hacia su hermano aparecen en el horizonte político. Suspicacias que, en 1277, conducen a la fulminante ejecución del príncipe y su yerno, Simón Ruiz de los Cameros, sin juicio previo ni explicación de motivos, pues las fuentes se limitan a caminar de puntillas sobre las órdenes del Monarca, que mandó prender a Simón Ruiz y quemarle vivo y ese mismo día de la captura, envió a Diego López de Salcedo a apresar a don Fadrique, a quien, por decisión de Alfonso X, se ejecutó por ahogamiento en Burgos, donde su cadáver, después de ciertos episodios, recibiría sepultura en el convento de la Trinidad de dicha ciudad castellana.
     La dureza de ambas muertes ha despertado múltiples interpretaciones que oscilan desde el supuesto castigo a la descubierta homosexualidad de ambos reos hasta el escarmiento por sus actividades conspiradoras contra el Rey. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por encontrar cierta racionalidad en estos hechos, sólo se puede suponer un cierto apoyo a la segunda de las hipótesis mencionadas, ya que varios magnates castellanos optaron por extrañarse del reino apenas tuvieron noticia de esta muestra de contundencia jurídica del Monarca.
     Gil de Zamora nos dejó una descripción del infante Fadrique, a quien califica de discreto, ingenioso, astuto en los negocios, valiente en la lid, sereno y reflexivo en todas las situaciones militares y civiles. A este esbozo psicológico se suma el perfil que se debe, según es tradición, al mismo Alfonso X cuando, en 1258, hubo de desposar a la princesa Cristina de Noruega y elegir a uno de sus hermanos para tal menester.
     Afirmaba el Monarca que Fadrique era valiente, gran jinete, amante de la justicia, buen cazador y que tenía el labio partido por culpa de un desafortunado incidente venatorio. Su trayectoria vital, como se ha comprobado, no desmerece de tales calificativos coevos.
     Por lo que respecta a su vida familiar, se sabe que, en 1258, o bien se encontraba viudo o todavía no había desposado, pues su mano es una de las que se barajan para unir a la de la infanta noruega. El exilio en 1260 le alejará del reino los años necesarios para que sobre su matrimonio y descendencia existan algunas lagunas y dudas de difícil resolución.
     Pellicer y otros genealogistas posteriores aceptaron su enlace con una dama de nombre Catalina Dukas, hija del déspota del Épiro, aunque más recientes investigaciones localizan este desposorio en el seno de la familia Malaspina, concretamente en una de las hijas del marqués Conrado Malaspina, destacado gibelino italiano cuyo patrimonio se apoya en posesiones de la Toscana y vinculado espúreamente por parentesco con Federico II. Esta dama, de nombre Beatrice, se habría unido al infante durante sus estancias discontinuas en Italia. Sea de un linaje o de otro, lo único que se puede aseverar con certeza es que don Fadrique hubo de este matrimonio una hija de nombre Beatriz, mujer en primeras nupcias de Alfonso Téllez de Meneses y, en segundas, de Simón Ruiz de los Cameros.
     Durante su vida italiana se sabe que mantuvo el príncipe castellano al menos una relación amorosa que generó prole en la estirpe di Troia. Un hijo de Fadrique, de nombre Alfonso, le acompañará a su regreso desde Túnez, y, en tiempos de Enrique III de Castilla, a las costas hispanas arribó un tal Lancelotto, hijo de Federico di Troia, que era biznieto del infante Fadrique y como a tal se le reconoce en 1394 (Margarita Torres Sevilla, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
   Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara), de Sevilla, dando un paseo por ellos. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de apertura de la Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara):
            De Martes a Sábados: de 10:00 a 19:00
            Domingos y Festivos: de 10:00 a 15:00

Página web oficial de la Torre de Don Fadrique, en el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara):  www.icas.sevilla.org/espacios/espacio-santa-clara

Más sobre el Convento de Santa Clara (Espacio Santa Clara), en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario