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sábado, 28 de agosto de 2021

La pintura "San Agustín", de Martin de Vos, del Retablo del Convento de San Agustín, en la sala II del Museo de Bellas Artes

      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Agustín", de Martin de Vos, del Retablo del Convento de San Agustín, en la sala II, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     Hoy, 28 de agosto, Memoria de San Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, que, convertido a la fe católica después de una adolescencia inquieta por los principios doctrinales y las costumbres, fue bautizado en Milán por San Ambrosio y, vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en la actual Argelia, durante treinta y cuatro años fue maestro de su grey, a la que instruyó con sermones y numerosos escritos, con los cuales también combatió valientemente los errores de su tiempo y expuso con sabiduría la recta fe (430) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "San Agustín", de Martin de Vos, del Retablo del Convento de San Agustín, en la sala II del Museo de Bellas Artes, de Sevilla
     El Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En la sala II del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "San Agustín", obra de Martin de Vos (h. 1532-1604), siendo un óleo sobre tabla en estilo manierista, pintado en 1570, con unas medidas de 1'32 x 0'63 m., y procedente del Convento de San Agustín de Sevilla, tras la Desamortización (1840) (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
    Nació Martin de Vos en Amberes, hacia 1532 y murió en esta misma ciudad en 1604. Realizó su aprendizaje en el taller de Frans Floris y posteriormente viajó a Italia en 1551, donde permaneció durante seis años, de los que la mayor parte de ellos residió en Venecia. A partir de 1558 estuvo de nuevo en Amberes, donde practicó una pintura de espíritu italianizante, en la que acertó a fundir armoniosamente influencias venecianas y romanas con la tradición pictórica de su propio país.
   Fue Martin de Vos uno de los principales maestros de la segunda mitad del siglo XVI y su influencia en épocas posteriores fue muy grande debido sobre todo a su facilidad para componer y recrear personajes que muestran una intensa versatilidad expresiva. Por ello muchas de sus pinturas fueron grabadas, difundiéndose así por toda Europa occidental, siendo objeto de inspiración para otros pintores, tanto en su época como en el siglo XVII.
   Proceso interesante en la vida de este artista fue la reconversión que hubo de realizar desde el punto de vista moral y también pictórico a causa de su condición de luterano, cuando a partir de 1585 el país flamenco fue obligado a acatar el catolicismo. Martin de Vos debió aceptar la fe católica y al mismo tiempo hubo de poner su arte al servicio de las ideas triunfantes, que por contra de la desnudez que imperaba en las iglesias protestantes fomentaba la creatividad artística para revestir con retablos adornados con pinturas las paredes de los templos. Este proceso se desarrolló en los momentos en que Martin de Vos fue uno de los más famosos pintores de Amberes y ello motivó que se le demandara una gran producción que consagró su fama. Por otra parte su pestigio atrajo también la atención de la nobleza española que gobernaba en los Países Bajos, la cual le adquirió numerosas obras que fueron enviadas a España, justificando así el notable repertorio de obras de este artista conservado en nuestro país.
   Las obras de Martin de Vos pertenecientes al Museo de Bellas Artes de Sevilla son de gran calidad y de notoria importancia dentro de la producción de este artista. Formaron parte de un retablo e ingresaron en el Museo en 1840, procedentes del convento de San Agustín. En dicho retablo figuraba en su centro el Juicio Final, que está firmado y fechado en 1570 y en los laterales aparecían San Agustín y San Francisco.
   La representación del Juicio Final muestra una bien resuelta composición en la que el artista ha delimitado dos áreas muy concretas: en la parte inferior aparece el ámbito terrenal, donde, a la izquierda, resucitan los bienaventurados, con actitudes serenas y estudios corporales que tienden a la belleza y armonía expresiva. A la derecha aparecen los condenados, con gestos convulsos y contorsionados, que son conducidos por los demonios a las profundidades infernales. En el registro superior se describe la gloria celestial, donde aparece Cristo juzgando en el centro, con la Virgen y San Juan a cada uno de sus lados; más al fondo se advierte la corte de los santos y bienaventurados.
   Las pinturas laterales de este retablo, San Agustín, y San Francisco fueron publicadas en 1957 por D. Diego Angulo como obras del taller de Martin de Vos, quien condicionado por el mal estado de conservación de las tablas, no se decidió a señalarlas como obras originales. Sin embargo no las relacionó con el Retablo del Juicio Final, al desconocer que también procedían del convento de San Agustín. Son, sin embargo, obras de gran calidad, cuya inminente restauración permitirá confirmar la atribución al propio Martin de Vos sin ningún tipo de reserva.
   La pintura del Juicio Final de Martin de Vos, debido a los abundantes y esplendorosos desnudos femeninos que aparecen en su parte inferior, fue comentada por Francisco Pacheco en su Arte de la Pintura en los siguientes términos. "...cierto religioso pío y grave de la Orden de San Agustín me contó, siendo ya obispo, que celebrando un día ante un famoso cuadro de esta historia, el Juicio Final que está en su convento, en Sevilla, de mano de Martin de Vos, valiente pintor flamenco, acabado el año 1570, estando a la mitad de la misa, levantó los ojos y vio una figura frontera de mujer con harta belleza, pero más descompostura, y fue tanta la fuerza que hizo a su imaginación, que se vio a punto de perderse, hallándose en el mayor aprieto y aflicción de espíritu que jamás tuvo. Y por haber navegado a las Indias, afirmaba con encarecimiento, que tomara antes estar en el Golfo de la Bermuda en una tempestad deshecha, que en tal paso, y cobró miedo al cuadro, que no se atrevió jamás a ponerse en semejante ocasión, y que tenía tan presente el caso, que habiendo pasado algunos años, aún le duraba el temor." (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
HISTORIA Y LEYENDA
   Es uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina.
   Nació en 354 en Tagaste, cerca de Hipona, en el norte de África. Estudió retórica en Cartago, luego en Roma hacia donde se fugó en 383. En sus Confesiones ha contado los extravíos de su juventud disipada y la obstinación con que se ató a la herejía de los maniqueos. 
 Su conversión tardía, por la influencia de las plegarias de su madre Mónica  las instrucciones de San Ambrosio, tuvo lugar en Milán, en 387. Estaba acostado bajo una higuera en un jardín cuando oyó una voz que le decía: "Toma y lee (Tolle, lege)." Abrió al azar las Epístolas de San Pablo que tenía a mano y cayó en este pasaje (Rom. 13_ 13-14): "Andemos decentemente (...) no en amancebamiento y libertinaje (...), antes vestíos del Señor Jesucristo (Induite Dominum Jesum Christum)." En su espíritu, las tinieblas de la duda se disiparon de inmediato. Recibió el bautismo con su amigo Alipio y su hijo Adeodato.
   Mónica, su madre, murió en Ostia en el momento en que él se embarcaba para regresar a África. Volvió a su patria y en 395 fue consagrado obispo de Hipona, donde murió en 430, después de haber escrito la Ciudad de Dios durante el sitio de Hipona por los vándalos. 
   El episodio más popular de su leyenda es la aparición ante el santo de un niño -a veces convertido en angelito o en Niño Jesús- cuando meditaba acerca del misterio de la Santísima Trinidad. El niño se esforzaba en la playa queriendo vaciar el mar con una concha o cuchara: la empresa era tan insensata como pretender explicar el misterio de la Santísima Trinidad.
   Esta historia apareció a principios del siglo XIII, en una compilación de Exempla para uso de los predicadores que reunió el cisterciense renano Cesario de Heisterbach. Pero en esa obra se hablaba de un teólogo anónimo. 
   Fue el dominico francés Thomas de Cantimpré quien tuvo la idea de sustituir al scolasticus quidam por San Agustín, a causa del tratado que éste escribiera: De Trinitate. Al mismo tiempo, dicho autor transfiere la escena a la costa mediterránea africana, cerca de Hipona; aunque otros autores la sitúan en Civita Vecchia. Puede verse la inconsistencia de esta leyenda que sólo se hizo popular en el siglo XV.
CULTO
   En el siglo VIII su cuerpo fue transportado por Luitprando, rey de los lombardos, a Pavía, cerca de Milán, en cuya iglesia de San Pietro in Ciel d'Oro se edificó su tumba. Algunos fragmentos de sus reliquias fueron depositados en el emplazamiento de Hipona en el siglo XIX.
   Lo reivindican fundador de orden los ermitaños y los religiosos regulares de San Agustín, agustinianos o agustinos, quienes se diferencian de los franciscanos por un cinturón de cuero que les ciñe el hábito, el lugar del cordón.
   En Padua, la capilla de los Eremiti o Eremitani fue decorada por Mantegna con unos frescos destruidos en 1944, durante la guerra.
   La regla de San Agustín fue adoptada además por los antonitas, los premonstratenses, los servitas, los trinitarios, los mercedarios y las órdenes de Santa Brígida.
   Por sus escritos lo han elegido como patrón los teólogos y los impresores. En Florencia su protección se extiende a los pezzai (recolectores de residuos) que juntan los papeles viejos.
   Aunque no sea un santo curador, en los países de lengua germánica la etimología popular, que estableció una relación entre Agustín y Auge (ojo), le confirió el poder de curar enfermedades oculares. Y también el de calmar la tos (Husten).
   Por su carácter africano, se lo invocó contra las plagas de langosta.
ICONOGRAFÍA
   Está representado casi siempre como obispo, con mitra y báculo; pero a veces como el simple monje Agustín con hábito negro y cinturón de cuero. Su atributo habitual es el corazón inflamado, atravesado por una o tres flechas (cor caritate divina sagittatum), del que habla en el IX libro de sus Confesiones: "Habías herido mi corazón con las flechas de tu amor (Sagittaveras tu cor meum charitate tua)." Lleva el corazón en la mano o pintado sobre el pecho. Así como hay santo cefalóforos, puede decirse que Agustín pertenece a la categoría de los cardióforos.
   A partir del siglo XV con frecuencia se lo caracteriza por la presencia de un niño que se aparece en la playa, donde se empeña en vaciar el mar con una concha o cuchara (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre la sala II del Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.

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