Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la plaza de San Lorenzo, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 10 de agosto, Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir, que fervientemente deseoso, como cuenta San León Magno, de compartir la suerte del papa Sixto II en su martirio, al recibir del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundante dinero. Tres días más tarde, por la fe de Cristo venció el suplicio del fuego, y el instrumento de su martirio se convirtió en distintivo de su triunfo. Su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Campo Verano, conocido desde entonces por su nombre (258) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la plaza de San Lorenzo, de Sevilla.
La plaza de San Lorenzo es, en el Callejero Sevillano, una plaza que se encuentra entre las calles Conde de Barajas, Cantabria, Cardenal Spínola, Martínez Montañés, y Eslava, en los Barrios de San Lorenzo, y de San Vicente; del Distrito Casco Antiguo.
La plaza responde a un tipo de espacio urbano más abierto, menos lineal, excepción hecha de jardines y parques. La tipología de las plazas, sólo las del casco histórico, es mucho más rica que la de los espacios lineales; baste indicar que su morfología se encuentra fuertemente condicionada, bien por su génesis, bien por su funcionalidad, cuando no por ambas simultáneamente. Con todo, hay elocuentes ejemplos que ponen de manifiesto que, a veces, la consideración de calle o plaza no es sino un convencionalismo, o una intuición popular, relacionada con las funciones de centralidad y relación que ese espacio posee para el vecindario, que dignifica así una calle elevándola a la categoría de la plaza, siendo considerada genéricamente el ensanche del viario.
Desde el s. XV y probablemente desde la erección de la parroquia a fines del s. XIII, puesta bajo el patronazgo de este mártir, se conoce con su actual denominación. También se conoció como plaza Grande o Mayor de San Lorenzo, en contraposición a la Chica, actual Hernán Cortés, pues al decir de González de León "...se nombra toda la circunferencia del templo...". Presenta traza trapezoidal, cuya forma es consecuencia de la situación en diagonal del templo con respecto a la trama ortogonal del barrio. Hasta 1761 la iglesia estuvo separada por el ábside de la manzana contigua por una estrecha callejuela; en el s. XIX se incorporó el cementerio adosado a la capilla del Sagrario. El trazado actual es debido al proyecto de Balbino Marrón en la segunda mitad del XIX, que le dio al salón forma elíptica sobre elevada perimetralmente cerrada con bancos.
El pavimento en los siglos XVI y XVII era de piedra aunque frecuentemente se perdía, como consecuencia de los prolongados períodos en que permanecía inundada por las aguas, hasta dos y tres meses en algunas ocasiones. En la primera mitad del s. XX fue dotada de aceras con bordillo y su parte central pavimentada con mortero de cal y albero. En los años cuarenta se adoquinó y en la actualidad presenta la capa de rodadura asfáltica sobre el adoquín. El salón central está pavimentado con ladrillos en sardinel, ajedrezado con losas y chino lavado en el que se intercalan numerosos y amplios alcorques, plantadas dos palmeras en el eje central de la plaza y en su perímetro castaños de Indias; asimismo hay instalados un quiosco y una cabina telefónica. El sistema de alumbrado es variado, pues junto a farolas de brazo de fundición y de tipo gas adosadas a las fachadas, se encuentran candelabros de dos brazos rematados con farolas hexagonales. Este espacio estuvo dotado desde el s. XVI de un pilar con agua procedente de la Fuente del Arzobispo, desmontado en 1853 y posteriormente sustituido por una fuente de hierro con dos grifos; también hubo una cruz de cerrajería elevada sobre peana de material y algunos naranjos, éstos al menos desde el s. XVIII; ha contado asimismo con un reloj en la torre de la iglesia mantenido por el Ayuntamiento, con una parada de carruajes y varios puestos de agua. En la fachada de la parroquia existe actualmente un reloj de sol de mármol, un retablo de azulejos del Gran Poder, obra de Manuel Rodríguez Tudela (1912), otro de las Animas Benditas y un alto relieve dedicado al cardenal Spínola, que fue párroco de esta iglesia. En el lado opuesto una placa nos recuerda al juglar y cantor de Sevilla Paco Palacios "el Pali". El caserío está formado por viviendas unifamiliares de dos plantas, destacando la fábrica de la iglesia parroquial, de estilo mudéjar, aunque ha sufrido profundas reformas en los siglos XVIII y XIX. En la fachada lateral del templo que conforma la plaza se abre una portada diseñada por Diego López Bueno en 1625, coronada por una hornacina con una imagen de San Lorenzo que sujeta una parrilla Paredaño con el templo parroquial está el templo y casa de la Hermandad de Jesús del Gran Poder, de factura reciente y estilo neobarroco (1965), obra de Alberto Balbontín.
Cumple funciones residenciales, aunque destacan las comerciales y de sociabilidad, con establecimientos diversos de uso diario, dos bancos y dos bares. En una de sus casas está instalada una residencia de ancianos de la Fundación Magníficat. A finales del s. XIX hubo una casa de socorro. Fue usada con frecuencia, ya en el s. XVIII, para jugar a las cartas y al "joyuelo", extendiéndose incluso al espacio que ocupaba el cementerio parroquial, práctica que movió a los curas y feligreses a solicitar que se cercara con una verja de hierro; los niños la utilizaban en el s. XIX, según la prensa, para diversos juegos, tales como el corro, aunque también para pedreas y batallas infantiles con palos. Esta plaza, centro geográfico y social del barrio de San Lorenzo, ha sido testigo de muchos sucesos relevantes; en 1652 se puso fin al motín de la Feria, ocasionado por la carestía del pan, ahorcando en ella a uno de los amotinados. Ha presenciado numerosas inundaciones y paso de barcas; en la segunda mitad del s. XIX se celebraba en agosto una velada en honor de San Lorenzo. En 1897 fue marco del jubiloso traslado de la imagen del Gran Poder desde la parroquia a su nueva capilla, y en 1920 del sepelio del gran torero Joselito el Gallo. En ella, en una taberna tienda, mantuvo durante años tertulia el político sevillano Pedro Rodríguez de la Borbolla. El acontecimiento más destacado se repite cada año desde hace decenios, cuando en la noche del Viernes Santo, en medio de un silencio sobrecogedor, surge la imagen del Gran Poder y suenan las saetas. Muchos son los escritores que se han referido a esta salida, como Martínez Kleiser (1925), que ha dejado unas páginas muy descriptivas, a la vez que líricas, de este momento: "Faltan pocos minutos para las dos de la madrugada. Hace frío. Seis ríos humanos afluyen, pausada, pero constantemente, a la plaza de San Lorenzo por las seis calles que en ella desembocan. La multitud se oprime, se estrecha, se densifica hasta convertirse en un cuerpo inmóvil. Parece ya imposible dar cabida a más personajes en la plaza; sin embargo, la gente sigue afluyendo sin cesar, y la presión aumenta...". En esta tarde-noche de emociones no faltará siquiera la popular visita de la centuria de "armaos" de la Macarena. La imagen del Gran Poder es objeto de una gran devoción entre los sevillanos, que la visitan en su capilla, especialmente, todos los viernes del año. También se llena de público el Martes Santo cuando sale la Hermandad del Dulce Nombre, conocida como "la Bofetá", y el Sábado con la Soledad. En los últimos años se viene instalando una Cruz de Mayo. Es sin duda el verano la estación en que más se ocupa la plaza, buscando los bancos y veladores de los bares al fresco de la noche [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Lorenzo, diácono y mártir;
LEYENDA
Diácono nacido en Aragón, cerca de Huesca, y martirizado en Roma en 258.
Según sus Hechos legendarios, por humildad lavaba los pies de los cristianos, habría curado a una viuda, Ciríaca, del dolor de cabeza y dado la vista a un ciego mediante el bautismo.
Tres días después del martirio del papa Sixto II, quien lo había ordenado diácono y le había confiado el tesoro de la Iglesia, fue detenido y conminado a entregar dicho tesoro. Pero no quedaba nada de éste, ya que Lorenzo lo había distribuido entre los pobres, tal como hiciera santo Tomás con el dinero a construir el palacio del rey de las Indias; y por la virtud de su caridad, lo trasmutó en tesoro celestial.
Furioso por haber sido frustrado en su codicia, el emperador Decio ordenó que se lo flagelase con varas, se le quemaran las costillas con un hierro candentes y que, por último, se lo extendiera desnudo sobre una parrilla dispuesta sobre un manto de brasas.
Asado a medias, el mártir aún desafió a Decio. Mientras su carne chirriaba tuvo el valor de mofarse: «¡Muy bien, ya me has asado de un lado; dame la vuelta y así podrás comerme cocido a punto!» (Assasti unam partem, gira et aliam et manduca).
Este suplicio, que recuerda las comidas de los antropófagos, está desprovisto de toda verosimilitud. Era extraño a la tradición romana asar a los condenados a las brasas, sobre una parrilla. Como el mismo suplicio se atribuye a otro aragonés, san Vicente de Zaragoza, puede conjeturarse que se trata de una invención española, quizá copiada de Oriente, puesto que esta leyenda vuelve a encontrarse en la Pasión de los mártires frigios. También se ha supuesto que podía tratarse de un error de lectura: la expresión passus est habría sido transformada por un copista que omitió la letra inicial en assus est.
CULTO
Aunque san Lorenzo no tuvo la gloria de ser protomártir, como el diácono Esteban, en cambio se lo consideraba como el más meritorio de los mártires portadores de palma a causa de la crueldad del suplicio que sobrellevó. Sus reliquias eran muy buscadas. Calvino señala irónicamente entre los tesoros de la Iglesia católica la parrilla sobre la cual fue extendido, lonjas de carne asada y frascos llenos de su grasa fundida.
Lugares de culto
Los dos principales centro del culto del santo estaban en España, su país natal y en Italia, donde murió, o más bien, de acuerdo con la tradición cristiana, donde nació a la vida eterna.
España
En Aragón, su patria natal, comparte popularidad con san Vicente, sobre todo en Huesca.
Pero en el siglo XVI este culto local se extendió a toda España. Como la victoria española de San Quintín había coincidido con el día de su fiesta, el rey Felipe II lo convirtió en un santo nacional y le ofrendó como exvoto el monasterio de El Escorial cuya planta tiene dibujo de parrilla.
Italia
Roma no demoró mucho en honrar al santo diácono cuyas reliquias conservaba. La iglesia de San Lorenzo in Lucina se jactaba sobre todo de poseer la parrilla de san Lorenzo y dos ampollas llenas con su sangre y con la grasa fundida del beatífico mártir (cum sanguine et adipe beatissimi martyris).
En Roma no había menos de cinco iglesias dedicadas al diácono español la basílica constantiniana de San Lorenzo extramuros, la iglesia de San Lorenzo in Damaso, rodeada de galerías porticadas que servían como bibliotecas; San Lorenzo in Panisperna, edificada sobre el lugar donde el santo fue asado (ubi assatus est) y llamada así a causa del pan (panis) y del jamón (perna) que se distribuía entre los pobres; San Lorenzo in Lucina, cuyo nombre procede sin duda de una matrona cristiana, y finalmente San Lorenzo in Miranda, que es un templo pagano convertido en iglesia.
En Florencia, san Lorenzo se hizo popular sobre todo como patrón de Lorenzo de Médicis. La iglesia de San Lorenzo, muy próxima al palacio de los Médicis (palazzo Riccardi), era la parroquia de la ilustre familia de farmacéuticos y banqueros que hizo edificar allí una grandiosa capilla funeraria con forma de rotonda, para guardar las tumbas esculpidas por Miguel Ángel. Junto a la iglesia, que conserva en un relicario la cabeza momificada del mártir, se encuentra la Biblioteca Laurenciana.
Las catedrales de Génova, Viterbo y Ancona y la iglesia de San Lorenzo Maggiore, en Milán, están puestas bajo su advocación.
Alemania
El culto de San Lorenzo se difundió en Alemania a partir del siglo X, después de la victoria de Lechfeld (955), obtenida el día de la fiesta del santo, y en la cual el emperador Otón I se impuso a los húngaros. Uno de los ábsides de la catedral de Worms está dedicado a san Lorenzo. En Nuremberg una de las dos mayores iglesias está puesta bajo su advocación.
Holanda
Alkmaar
Francia
En Francia, el número de iglesias puesto bajo la advocación de san Lorenzo es muy restringido. La más notable de todas ellas es la de Saint Laurent de Grenoble, que posee una cripta merovingia.
Patronazgos
Según una curiosa leyenda, san Lorenzo descendía todos los viernes desde el Paraíso al Purgatorio, donde ejercía el privilegio de rescatar un alma.
San Lorenzo era el patrón de los pobres entre quienes distribuyera los tesoros de la Iglesia. Además, fue adoptado como patrón por numerosas corporaciones y oficios.
Sus funciones de diácono le valieron el homenaje de los bibliotecarios, bibliófilos y libreros, porque los diáconos estaban encargados de la guarda de los libros sagrados. Pero sobre todo fue el suplicio en la parrilla lo que le aseguró la mayor popularidad. Se lo invocaba contra el fuego, y se lo consideraba protector de todos los oficios expuestos a las quemaduras: bomberos, carboneros, panaderos, cocineros, asadores, vidrieros, planchadoras. Por la misma razón se lo invocaba contra el lumbago y contra la erupción llamada parrilla de san Lorenzo que se manifestaba por un ardor quemante en la cintura.
El día de su fiesta (10 de agosto) había que abstenerse de encender fuego en las casas.
En Sicilia, a manera de medicina de empleo tópico contra las quemaduras, se aplicaba sobre éstas una una imagen del santo. Y como la fecha de su fiesta coincidía con el período de la lluvia de estrellas se llamó a las estrellas fugaces (stelle cadenti) lágrimas de san Lorenzo (lagrime di san Lorenzo).
ICONOGRAFÍA
San Lorenzo, joven y con la cabeza descubierta, viste una dalmática de diácono sobre la cual, a veces, hay llamas bordadas.
Biblióforo y stauróforo, lleva el Libro de los Evangelios y una cruz procesional, porque portar la cruz y guardar los Evangelios era responsabilidad de los diáconos. Una bolsa o un cáliz lleno de monedas de oro aluden a los tesoros de la Iglesia que el papa le confiara y que él distribuyó entre los pobres.
Pero su atributo más característico es una parrilla, instrumento de su martirio, que él sostiene por el asa. Excepcionalmente (retablo de Hans Süss Kulmbach), lleva la parrilla sobre el hombro. A veces se yergue sobre la parrilla que le sirve de pedestal. Finalmente, tiene una pequeña parrilla suspendida del cuello e incluso bordada en la dalmática.
Suele formar pareja con los santos diáconos: Esteban, Vicente y Ciríaco (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de San Lorenzo, diácono y mártir;
San Lorenzo (? p. m. s. III – Roma, Italia, 10 de agosto de 258). Diácono, mártir, santo.
Lo único que puede afirmarse con seguridad del más famoso mártir de la Iglesia de Roma es que era diácono del papa Sixto II y que sufrió el martirio en la Ciudad Eterna durante la persecución de Valeriano. A fines del siglo v se redactó la primera versión de la Passio Polycronii, donde se cuenta su muerte, escrito que poco a poco se fue enriqueciendo con todos los detalles que hoy se conocen sobre la figura de este mártir, pero que no tienen garantía alguna de historicidad.
Según la tradición, Lorenzo nació en Huesca en el seno de una pudiente familia que lo envió a estudiar a Zaragoza. De aquí pasó a Roma, donde llegó a ser archidiácono de la ciudad. Al comenzar la persecución de Valeriano, Lorenzo, como administrador de los bienes de la Iglesia, los vendió todos y distribuyó el producto a los pobres. Cuando el emperador Valeriano le exigió la entrega de los haberes a él confiados, Lorenzo se presentó ante él con cuantos pobres y enfermos pudo, diciéndole que aquellos eran los tesoros de la Iglesia. Irritado, el Emperador mandó torturarlo cruelmente y finalmente darle muerte asándolo sobre una parrilla.
El culto a san Lorenzo se extendió rápidamente por toda la cristiandad; en España el poeta Prudencio le dedicó el himno segundo del Peristephanon (compuesto entre los años 398-405), lo que le valió una gran popularidad (Miguel C. Vivancos Gómez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La plaza de San Lorenzo, al detalle:
Monumento a Juan de Mesa
Azulejo conmemorativo a Francisco Palacios "El Pali"
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