El banco de la provincia de Soria, en la Plaza de España

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el banco de la provincia de Soria, en la Plaza de España, de Sevilla.

      Hoy, 7 de agosto (primer sábado del mes de agosto), tiene lugar en Soria, "El cerco romano de Numancia", representación escénica de los episodios de las Guerras Numantinas, a cargo del Aula Arqueológica y la Asociación Tierraquemada de Soria, siendo ésta la escena histórica que se representa en el panel central del banco de la provincia soriana de la Plaza de España, así que hoy es el mejor día para Explicarte el banco de la provincia de Soria, en la Plaza de España, de Sevilla.

     La Plaza de España [nº 62 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; nº 31 en el plano oficial de la Junta de Andalucía; nº 1 en el plano oficial del Parque de María Luisa; y nº 11 al 21 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929], se encuentra en el Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla];  en el Barrio de El Prado - Parque de María Luisa, del Distrito Sur.

   La plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.

   La estructura de cada banco provincial consiste en un panel frontal representando un acontecimiento histórico representativo de la provincia en cuestión, incluyendo por lo general escenas con los monumentos más representativos de la ciudad o provincia. 

   Flanquean el conjunto anaqueles de cerámica vidriada, destinados originalmente a contener publicaciones y folletos de la provincia en cuestión. Rematando el banco aparece un medallón cerámico en relieve con su escudo. En el suelo se reproduce en azulejos el plano de la provincia y sus localidades más destacadas. Entre los arcos figuran los bustos en relieve de los personajes más importantes de la historia de España. La ejecución de la mayoría de los mismos corrió a cargo del escultor ceramista Pedro Navia Campos.    

   La Exposición Iberoamericana tuvo sus motivaciones políticas y propagandísticas, y éstas influyeron en algunos detalles. Respecto a las escenas históricas representadas en los bancos de las provincias, algunos de ellos fueron retirados precipitadamente en los meses previos a su inauguración por sus incorrecciones históricas o su inconveniencia política, ya que se consideró que no sintonizaban con la idea de unidad y paz que pretendía proyectar el recinto monumental.

   En el banco de la provincia de Soria, situado entre los de las provincias de Segovia, y de Tarragona, y entre las Puerta de Navarra, y la Torre Sur, de la Plaza de España, la escena histórica representada en su panel central es la reproducción de la pintura Los Últimos días de Numancia, del pintor Alejo Vera y Estaca (Viñuelas-Guadalajara) pintado en 1880, que fue medalla de plata en la Exposición Nacional de 1881 y depositado en la diputación de Soria. A la izquierda figura la Plaza Mayor y a la derecha el Claustro de la Concatedral de San Pedro. En los extremos de la cenefa superior los escudos de la ciudad castellana y el nacional. Dicho panel cerámico, realizado en la fábrica Vda. de Tova Villalva, por Enrique Orce Mármol, a mediados de la década de 1920. 

   Restaurado in situ por la Escuela Taller de la Plaza de España, en la última fase de los trabajos finalizada en 2010.

   El motivo original retirado una vez limpio y catalogado fue depositado en los almacenes del Patrimonio del Estado ubicado en los bajos del edificio de la Plaza de España, y en los extremos unos anaqueles, también cerámicos, donde se colocaron originalmente folletos de cada localidad. En la zona inferior encontramos otro panel cerámico con el mapa de la provincia y tres bancos en forma de "U" decorados con dibujos vegetales derivados de los típicos candelieri centrados en algunos de ellos por cartelas con los monumentos más representativos de la provincia soriana. 

   Sobre el balcón, encontramos una balaustrada centrada por el escudo, en forma de tondo, de la provincia, decorado con una especie de corona de laurel. En el arco que está sobre él, aparecen en sus enjutas los relieves con los bustos de Tomás Luis de Victoria, Luis Victoria (1548 - 1611), maestro de capilla y organista; y, Francisco de Goya y Lucientes, Goya (1746 – 1828), pintor; como personajes relevantes de nuestra historia (www.retabloceramico.net).

Conozcamos mejor el hecho histórico que aparece en el panel principal del banco de la provincia de Soria: 

   Después de 7 años de duro asedio de los ejércitos romanos y cuando el cerco se había apretado cada vez más y los numantinos estaban convencidos de que su rendición era inevitable, apelaron al sublime sacrificio de preferir la muerte por independencia de su tierra antes que la vida bajo el yugo de la esclavitud, prendiendo fuego a Numancia con todos los habitantes y riquezas dentro.

   El enfrentamiento de Roma con los pueblos de interior de Hispania, formaba parte de la segunda fase de la conquista de la Península Ibérica por parte de las legiones. Y no fue una tarea nada fácil. Los pueblos celtibéricos participaron en la guerra contra los púnicos únicamente en calidad de mercenarios. No existieron operaciones militares, ni expediciones de saqueo alguna en sus territorios, con lo cual, las infraestructuras, economía y recursos en general, se encontraban intactos. Es más, estos pueblos se habían enriquecido gracias a los beneficios aportados por esas guerras exteriores en las que habían participado. Tal vez, por eso, es más exacto hablar de las "guerras de Numancia", que calificar únicamente de "sitio" a lo que fue en realidad una sucesión de ellos, enmarcados todos en los diversos enfrentamientos bélicos ocurridos en la Meseta Superior desde el año 154, hasta el 133 a.C. Hechos que alargarán el proceso de conquista y de romanización de Hispania un siglo más.

   Los pueblos de la Meseta Norte de Iberia vivían básicamente de la agricultura y de la recolección. Y, para desgracia de los romanos, eran pueblos guerreros. Se encontraban constantemente en estado de alerta con sus vecinos, haciendo y deshaciendo continuamente pactos y alianzas. El pueblo más belicoso era el de los pelendones, o sea, los celtíberos numantinos.

   Numancia, tras un largo periodo de paz, había incluso derribado sus murallas, a causa de la expansión demográfica, resultante de la bonanza económica arriba mencionada. Por tanto, sus habitantes se verían sorprendidos por la noticia del avance romano hacia la ciudad. Así que, rápidamente, se pusieron manos a la obra y prácticamente tenían la cerca levantada cuando hizo acto de presencia el ejército romano.

   La ciudad nunca contó con más de diez mil guerreros bien pertrechados, pero aun así, vio cómo hasta cinco cónsules de Roma, estrellaban consecutivamente las legiones contra sus murallas.

   La campaña se estaba convirtiendo en una constante sangría para el ejército consular, ya que esta contrariedad, no estaba, en absoluto, prevista ni por el Senado, ni por los estrategas romanos. Para zanjar de una vez por todas la humillación que estos descalabros suponían para el orgullo romano, el Senado nombra a su más prestigioso cónsul, Publio Cornelio Escipión, comandante de las fuerzas sitiadoras de Numancia. El plan de Escipión consistía básicamente en elevar la moral de sus hombres, entrenarlos bien y, después, cercar con un doble vallado la ciudad, aislándola totalmente hasta que cayera por hambre o sed. 

   Los numantinos quisieron forzar la lucha, pero el cónsul siempre evitaba el encuentro directo con ellos, respondiendo a los ataques únicamente con los arqueros o los honderos. Así, los cercados, fueron perdiendo, poco a poco, toda relación y contacto con el exterior. El hambre y las enfermedades empezaron a hacer mella en la población; las salidas de los guerreros, así como las lluvias de flechas y de proyectiles acababan estrelladas contra las estacadas romanas sin provocar daños. Desde el exterior, otros hispanos amigos intentaron socorrerlos, pero Escipión, siempre atento, evitó que la ayuda siquiera se acercase. Finalmente, su jefe, Avaro, rindió Numancia, mientras muchos de sus habitantes se inmolaban. Escipión ordenó que no quedase de la ciudad piedra sobre piedra.

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