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miércoles, 11 de agosto de 2021

Un paseo por la calle Santa Clara

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Santa Clara, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 11 de agosto, Memoria de Santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos Menores, siguió a San Francisco, llevando en Asís, en la región italiana de Umbría, una vida austera pero rica en obras de caridad y de piedad. Insigne amante de la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni siquiera en la más extrema indigencia y en la enfermedad (1253) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día que hoy, para ExplicArte la calle Santa Clara, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La calle Santa Clara es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de San Gil, y de San Lorenzo; del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de las calles Hernán Cortés, Eslava, y Alcoy, al Monasterio de San Clemente.
   La calle (desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos) está dedicada al Convento de Santa Clara, que tiene una de sus entradas por esta calle.
   El primer tramo fue conocido, al menos desde 1533, como Santa Clara, por el convento de monjas franciscanas clarisas fundado en el s. XIII, y como San Clemente el último, por terminar a las puertas del monaste­rio de monjas cistercienses también fundado en el s. XIII por Alfonso X. El plano de Olavide (1771) unifica la toponimia, denominan­do Ancha de Santa Clara a toda la calle, con la excepción del último tramo, que rotula como calle del Arquillo, Real del Arquillo y Arquillo de San Clemente. Esta y algunas colindantes fueron también conocidas como callejuelas de San Clemente. En el primer tercio del s. XIX aparece denominado el primer tramo (Hernán Cortés-Santa Ana) como Gloria; el segundo (Santa Ana-Hombre de Piedra) como Generales, por los hermanos Bucarelli: Antonio María, que fue virrey de México (1771-17791 y Francisco, que gobernó Buenos Aires, y habían nacido en ella; el tercero, Santa Clara, y el último, San Clemente, unificándose de nuevo en 1845 bajo la actual denominación, excepto el último tramo, que se rotuló Compás de San Clemente. En 1868 se acordó llamarla Govantes Bizarrón, por el político que había formado parte de la Junta Revolucionaria de 1840 y había fallecido poco antes en esta calle; en 1875 recobra de nuevo su actual denominación. Desde mediados del s. XV y hasta mediados del XVI se cita en padrones una calle Primera que pudo ser ésta.
   Rectilínea y una de las más largas del sector, constituye uno de los ejes norte-sur que forman el sistema vial en cuadrícula característico del barrio de San  Lorenzo, ligado al poblamiento cristiano. Es conformada por los grandes conventos medievales y por los palacios construidos por la nobleza de los siglos XVII y XVIII, cuyos muros de fachada contribuyen en gran manera a alinear ambas aceras; esta alineación se pierde en el último tramo, que a su vez es más estrecho. En el proyecto de rectificación de líneas aprobado en 1862-63 se contemplaba también el ensanche de este tramo, sobre el que se volvió en 1912-13, al parecer sin mucho resultado. En 1918 se planeó comu­nicarla con Becas a través del convento de Santa Clara pero tampoco se llevó a efecto. Está cruzada por Santa Ana y Lumbreras; confluyen en ella, por la derecha, Hombre de Piedra y Yuste; y Dalia, Álvaro de Bazán y Arte de la Seda por la izquierda. Desde el s. XVI estuvo empedrada hasta principios del s. XX, en que se sustituyó por pavimento de cemento en la calzada y de asfalto en las aceras; posteriormente fue adoquinada y en la década de los 70 del presente siglo cubierta de asfalto. El acerado es de losetas de cemento. Se ilumina con farolas de brazo de fundición adosadas a las fachadas. En el s. XVII se abrió y cerró varias veces un albañal o salida de aguas fecales que desembocaba en la calle procedente del convento de Santa Ana. A principios de este siglo había una fuente pública.
   El caserío, que actualmente ofrece una gran diversidad, era muy uniforme hace pocas décadas, con viviendas unifamiliares de dos y tres plantas y alguna casa de escalera. Estas casas ofrecían a la calle numerosos balcones y ventanas con sus correspondientes guardapolvos. A mediados del siglo pasado la prensa local se hacia eco de la eco de la existencia de estos elementos protectores y decorativos abogando por su desaparición (La Andalucía, 4-XII-1859). En la actualidad quedan todavía muchas casas unifamiliares, algunas de tipo popular, rehabilitadas unas y otras abandonadas o en ruinas, concentrándose estas últimas en el tramo cercano a San Clemente. Son también numerosos lo bloques de cuatro plantas con viviendas de cierta calidad. Los grandes conventos y palacios forman también parte de la identidad de esta calle, entre los que destaca el Real Monasterio de Santa Clara, fundado en 1289, de gran riqueza en su interior, aunque se muestre externamente con una sencilla portada. En los jardines, sin perspectiva exterior, se encuentra la Torre de don Fadrique, construida por el hijo de Fernando III en 1252; la edificación, de base cuadrada y tres cuerpos con elementos románicos y gótico-mudéjares, formaba parte de las casas principales del infante. En el año 1918 se compró por el Ayuntamiento con derecho de entrada por el compás del convento. En este espacio se creó en 1925 el Museo Arqueológico Municipal. Otro edificio destacable es el Real Monasterio del Señor San Clemente, fundado por Alfonso X y reformado en los siglos XVI y XVIII, como recuerda una placa situada en una puerta contigua. El convento de María Reparadora, fundado en 1877, ocupa el palacio de los marqueses de las Torres de la Pressa, levantado en el s. XVIII. Frontero con éste, en la aeera de los impares, hay otro palacio construido a finales del s. XVII por la familia Bucarelli, marqueses de Vallehermoso, y que pasó posteriormente a los condes de Santa Coloma. Merece destacarse por su singularidad la casa núm. 67, que recuerda un retablo callejero y que formó parte del Arquillo de San Clemente que daba acceso al compás de este convento; fue restaurada en 1756 y demolida antes de 1839.
   Tiene funciones fundamentalmente residenciales, localizándose familias de mayor nivel económico en los primeros tramos y de menor poder adquisitivo en el último. Fue residencia hasta el s. XIX de tejedores de la seda, que en 1404 tenían un hospital junto al monasterio y bajo la advocación de San Clemente. Dispone de un pequeño comercio de uso diario que cubre las necesidades básicas y de algunos establecimientos especializados. Esta calle, como gran parte de la zona, se veía sometida a inundaciones periódicas que duraban semanas, por lo que era necesario en el s. XIX montar servicio de barcas para los primeros auxilios, los cuales se solicitaban durante la noche haciendo disparos al aire. Ha sido considerada por los tratadistas históricos de las calles de Sevilla como de primer orden, ancha, de gran longitud y buenos edificios; reconociendo, además, su unidad a pesar de los diversos nombres que han recibido los distintos tramos. Su singularidad ha sido evocada por numerosos escritores que han recordado su ambiente tranquilo, su silencio, sus luces, sus atardeceres, su centralidad en el barrio, e incluso más recientemente, su "espíritu de una ciudad ida". En este lugar sitúa la leyenda los amores del infante don Fadrique con la joven reina, doña Juana Pountiheu, su madrastra, y también se cita como el sitio donde doña María Coronel arrojó aceite hirviendo sobre su rostro para hacer desistir a Pedro I de su pretensiones amorosas. Aquí evoca Gustavo Adolfo Bécquer un idealista amor juvenil, "la niña de la calle de Santa Clara". El poeta Joaquín Romero Murube ha sabido sintetizar en los siguientes versos to­da la personalidad que caracteriza a esta calle:
          "Algún día por esta calle 
       de Santa Clara, en la paz 
       de un atardecer de oro, 
       pasará un hombre perdido 
       hacia un afán inconcreto.
       Habrá esta luz transparente, 
       celeste, pura, sin fin.
       Habrá este claro reposo 
       lleno de sonoridades
       de cal profunda y sencilla"
      (Tierra y Canción) [Santiago Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Santa  Clara, 1. Casa de dos plantas, de bellas proporciones, con patio de columnas.
Santa  Clara, 12. Esta casa fue levantada en el siglo XVIII por los marqueses de las To­rres de la Presa, cuyo escudo aparece sobre la portada. Consta de tres plantas en la crujía de fachada, con portada de mármol, flanqueada por pilastras toscanas acanaladas sobre pedestales, que sostienen un en­tablamento con friso de triglifos y metopas. Sobre esta portada un balcón con jambas decoradas por molduras y rematado por un frontón triangular.
Santa Clara, 21. PALACIO DE SANTA COLOMA. Este edificio, construido a fines del siglo XVII fue residencia de la familia de los Bucarelli y, más tarde, de los condes de Santa Coloma.
   Es un edificio de dos plantas con fachada a tres calles. La principal está dividida por pilastras pareadas superpuestas, con ventanas en cada uno de los paños. La portada, cuyas jambas están decoradas por una moldura quebrada, está flanqueada por pilastras corintias, con sus correspondientes entablamentos, que sostienen la cornisa, sobre la que se apoya un balcón con rica decoración de molduras y rematado por una cornisa curvada, con las armas  de  la casa.
   Un amplio apeadero, con un gran arco sobre columnas flanqueado por dos espacios adintelados, da acceso, por un lado, a las caballerizas situadas a la derecha y, a través de un portón en el muro frontero a la puerta, a la vivienda principal. Esta tiene como centro un pa­tio, con arquerías en ambas plantas, todas del mismo tipo con la única diferencia de que los arcos de las in­feriores apean sobre cimacios, mientras que las de la superior lo hacen sobre los capiteles. Las de la planta alta son ciegas y cada una de las arcadas alberga un balcón. La escalera, que se abre en uno de los frentes de este patio, consta de dos tramos y se cubre con bóvedas. Sobre el jardín da un pórtico de columnas y arcos se­micirculares del mismo tipo que los del patio.
Santa Clara, 40. Portada del compás de Santa Clara, flanqueada por pilastras toscanas avitoladas con sus correspondientes entablamentos y rematada por un frontón partido y una hornacina con un azulejo de la santa titular.
Santa  Clara. TORRE DE DON FADRIQUE
. En el Compás de este convento se ha instalado la portada del Colegio Mayor de Santa María de Jesús. Es de principios del siglo XVI y pertenece al estilo de transición del gótico al renacimiento. Esta portada sirve de acceso a un jardín de propiedad municipal, en cuyo centro se alza la Torre de don Fadrique, construida por éste en 1252, en la huerta de las casas que le correspondieron en el repartimiento. Es de planta cuadrada y consta de tres pisos, el inferior de cantería, y los dos superiores de ladrillo. Los vanos de los pisos bajos son de tradición románica, mientras que los del tercero pertenecen al estilo ojival. Las salas se cubren con bóvedas de crucería y de planta octogonal.
Santa  Clara, 55. Casa de dos plantas, de tipo popular.
Santa Clara, 57. Casa de dos plantas, gemela de la anterior. El balcón está defendido por un guardapolvo de pizarra con cartabones del mismo material.
Santa  Clara, 67. En la fachada de este edificio quedan restos de una especie de retablo o rica fachada, compuesta por pilastras toscanas y entablamento con friso de triglifos y metopas, que albergan un arco rebajado.
Santa Clara, 68. Reja de ventana de estilo plateresco.
Santa Clara, 73. Casa de dos plantas, de tipo popular.
Santa Clara, 78. Casa del siglo XVIII, de dos plantas, de hermosas proporciones, con fachada avitolada y portada resaltada.
Santa Clara, 91-92. Portada del monasterio de San Cle­mente. La correspondiente al número 91 es una puerta sencilla sobre cuyo dintel se conservan restos de un azu­lejo con la fecha de 1771. La del número 92, que da entrada al jardín que precede a la iglesia, es almohadillada y en la parte superior posee una hornacina con un azulejo de San Fernando [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Clara, virgen
   Hija espiritual de San Francisco de Asís y fundadora de la orden de las clarisas.
HISTORIA Y LEYENDA
   Nacida en 1193, en 1211 abandonó la casa paterna, distribuyó todo su patrimonio entre los pobres y fue recibida en la capilla de la Porciúncula por San Francisco, quien le cortó el pelo y ciñó su cintura con el cíngulo o cordón de la orden.
   Acompañada por su hermana Inés y luego por su madre, Ortolana, se instaló en el convento de San Damián. Allí vivió en clausura perpetua, sometida a una regla austera. Fiel a los preceptos del Poverello, no tenemos -decía- más que un tesoro por conservar: la Santa Pobreza. Un día el papa la visitó en su monasterio. Ella hizo preparar la comida y pidió al Santo Padre que bendijera los panes. Pero el papa ordenó a Santa Clara que los bendijese ella misma. Apenas lo hubo hecho, todos los panes quedaron marcados con el signo de la cruz.
   En 1241 los sarracenos llegados de Nocera quisieron saquear el convento cuyos muros escalaron. La abadesa fue a su encuentro con el Santo Sacramento en una custodia, y los puso en fuga.
   Murió en 1243. La hermana que la velaba vio entrar en la habitación una procesión de vírgenes coronadas que la cubrieron con un manto dorado, al tiempo que la Virgen María recibía su alma.
CULTO
   Canonizada en 1255 por el papa Alejandro IV, Santa Clara es la patrona de Asís y de la orden de las clarisas que se desarrolló en todo el mundo cristiano.
   Como Santa Lucía, su nombre le valió ser invocada "para ver claro" por los ciegos y los enfermos de la vista. También es la patrona de las trabajadoras vinculadas con el color blanco: lavadoras, planchadoras y bordadoras.
   A causa de la custodia de cristal que lleva en las manos, es la protectora de los pintores vidrieros.
   Ha sido propuesta recientemente como patrona de la radio televisión tanto a causa de su nombre como de una visión que habría tenido en su lecho de agonía: la ceremonia de Navidad celebrada en la basílica de San Francisco de Asís.
ICONOGRAFÍA
   Está representada con una edad variable, ya joven, ya como una anciana religiosa.
   Su hábito es de las monjas franciscanas, con un cordón de tres nudos y un manto con rayas transversales.
   Sus atributos habituales son la custodia eucarística con la que rechazó a los sarracenos, y una cruz rematada en un ramo de olivo, que recuerda su apasionado amor al crucifijo.
   Los pintores de Siena y de Umbría casi siempre le ponen en la mano un tallo de lirio, símbolo de la pureza.
   Como patrona de los clérigos, sostiene una lámpara de arcilla o una linterna procesional (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

La calle Santa Clara, al detalle:
Edificio de la calle Santa Clara, 1
Edificio de la calle Santa Clara, 12
Edificio de la calle Santa Clara, 55
Edificio de la calle Santa Clara, 57
Edificio de la calle Santa Clara, 67
Edificio de la calle Santa Clara, 68
Edificio de la calle Santa Clara, 73
Edificio de la calle Santa Clara, 78

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