Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Madre María de la Purísima de la Cruz, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 18 de septiembre, Memoria de Santa María de la Purísima Salvat Romero, virgen, religiosa católica española que ingresó el 8 de diciembre de 1944 en la Compañía de la Cruz, congregación fundada en el siglo XIX por Santa Ángela de la Cruz para atender a los pobres, enfermos y niñas huérfanas.12 Fue canonizada por el papa Francisco el 18 de octubre de 2015 [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y qué mejor día que hoy, para ExplicArte la calle Madre María Purísima de la Cruz, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Madre María Purísima de la Cruz es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de la Feria, y de la Encarnación-Regina; del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de las calles Regina, San Juan de la Palma, y Feria, a la calle Viriato.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
La vía, en este caso una calle, está dedicada a Madre María Purísima de la Cruz, Santa de la orden de las Hermanas de la Cruz, que tiene su casa-madre, en las cercanías.
En el s. XVIII este espacio se conocía con el nombre de calle de la Pava (plano de Olavide, 1771), denominación a la que hay que suponer bastante antigüedad. Se llamó también Arquillo de los Viejos, quizás sólo a una parte de la misma, por la presencia de uno de estos arcos frecuentes en la Sevilla histórica, Oficio de Gerardo García, Oficios (1705), Hospital de los Viejos, y finalmente Viejos (1845), como referencia al Hospital de San Bernardo, llamado vulgar mente de los Viejos, ubicado allí. Todos esto topónimos designaban al espacio en forma de Y formado por las actuales Viriato y Viejo conjuntamente. En 1868 se dio el nombre de Viriato al espacio que actualmente se llama así, y se mantuvo el de Viejos para el corto tramo entre Viriato y Amparo. En el s. XVI la parte inicial de la calle se conocía, según Santiago Montoto, como plazuela del Señor de Fuentes, por vivir allí este noble sevillano. Y hace pocos años se le dio el nombre de la segunda santa de la compañía de las Hermanas de la Cruz.
Es ancha en su tramo inicial, a la altura de la Casa de los Artistas, donde forma un rincón, para estrecharse en su final, salvo en un pequeño tramo más ancho a la altura de Viejos. La morfología actual no debe distar mucho del trazado antiguo de la calle, aunque hay algunas noticias de alineaciones sueltas en la segunda mitad del s. XIX. El pavimento es de asfalto con aceras de losetas bastante estrechas. La primera referencia histórica de su enladrillado data de 1581, en que se habla, sin embargo, de la existencia de otro "viejo", anterior. En 1866 se decide adoquinarla.
Dominan las casas de tres plantas de corte tradicional y entre sus edificios sobresale un magnífico palacio del s. XVI, hoy en ruinas, conocido popularmente como Casa de los Artistas, por haber situado en ella sus estudios algunos pintores y escultores del siglo pasado y del actual: "Era un palacio venido a menos, o mejor, venido a más, porque si dejó de albergar el fasto de sucesivas familias aristocráticas, terminó acogiendo a pintores, escultores y coleccionistas, quedando convertido, por grato azar, en amable recinto de de arte y para el arte... Subiendo la ancha, cómoda y señorial escalera estaba, entre otras dependencias, la tienda de estampas antiguas: miles de grabados con huella del tórculo y raros impresos de siglos atrás, láminas japonesas. litografías, edictos, prospectos, convocatorias; y entre tanto papel desordenado, un olvidado poeta, fundador de la revista Grecia (Isaac del Vando), la más importante del ultraísmo, atendía con aparente disciplina el pausado negocio" (Manuel Ferrand, Calles de Sevilla). En la Casa de los Artistas estuvo ubicada también la academia de flamenco y bailes de sociedad del maestro Pericet, que tuvo mucha fama en Sevilla antes de que Realito instalase la suya en la Alameda de Hércules. El palacio, asentado en las antiguas casas medievales de la familia Saavedra, ofrece a la calle una espléndida portada de piedra con una amplia balconada y escudos nobiliarios. La calle ha soportado históricamente un intenso tráfico de carruajes y peatones, a juzgar por las numerosas quejas de la vecindad recogidas en actas capitulares y periódicos. Ello se acentuaba los días del mercado del Jueves. que todavía hoy da un marcado acento comercial a la primera parte de la calle, en contraste con la función residencial y la tranquilidad del resto. En efecto, delante de la Casa de los Artistas siguen instalándose los puestos ambulantes que los jueves por la mañana proporcionan a esta rinconada un sabor característico y un intenso bullicio humano [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Madre María de la Purísima de la Cruz, 1 al 5 acc. CASA DE LOS ARTISTAS. Esta casa-palacio perteneció al mariscal Gonzalo Arias de Saavedra, pasando luego a distintos propietarios hasta que, en el siglo XVIII, la adquiere el I marqués de Torrenueva, cuyas armas aparecen en la portada. Esta es de piedra y está enmarcada por un gran moldurón, de estilo gótico, y con dintel adovelado. Pasada esa crujía de fachada se encuentra un amplio apeadero, en la actualidad ocupado por pequeñas habitaciones donde poseen sus estudios algunos artistas. A la derecha de este apeadero se encuentra la vivienda en torno a un gran patio con arquerías en dos de los frentes, con arcos de distinta luz, inscritos en alfices, que apean sobre columnas con cimacios, en la planta baja; los de la planta superior son escarzanos. En uno de los ángulos de este patio se encuentra la caja de escalera cubierta con bóveda. Conserva algunas yeserías y artesonados [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Biografía de Santa María de la Purísima Salvat Romero, virgen;
Madre María de la Purísima de la Cruz, (en el siglo: María Isabel Salvat Romero) nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926 en la calle Claudio Coello nº 25, en el seno de una distinguida familia de alto nivel social. Fue bautizada en la Parroquia de la Concepción, en la calle Goya de Madrid. El día 8 de diciembre de 1944, cuando contaba 18 años, ingresó en la Compañía de la Cruz. Tomó los hábitos en 1945, profesó temporalmente en 1947 e hizo los votos perpetuos en 1952. Culta y distinguida hablaba tres idiomas, francés, inglés e italiano y debido a su piedad, no extrañó a la familia su decisión de ser hermana de la Cruz.
Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera generalicia.
Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas de las «cuevas» de Villanueva del Río y Minas, cuando estuvo allí de superiora. Diariamente por la mañana iba hasta las «cuevas» para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.
Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fue hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto. Falleció el día 31 de octubre de 1998.
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La calle Madre María de la Purísima de la Cruz, al detalle:
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