Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Antonio abad, en Pruna (Sevilla).
Hoy, 17 de enero, Memoria de San Antonio, abad, quien, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres, siguiendo la indicación evangélica, y se retiró a la soledad de la región de Tebaida, en Egipto, donde llevó vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, apoyó a San Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes (356) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Antonio abad, en Pruna (Sevilla).
La Iglesia de San Antonio abad, se encuentra en la plaza de la Iglesia, 13; en Pruna (Sevilla).
Su construcción se inició a mediados del siglo XVII, concluyéndose aproximadamente un siglo después. Presenta planta rectangular, con tres naves de cinco tramos compartimentados por arcos de medio punto que apean sobre pilares, crucero y cabecera plana, a la que a mediados del siglo XVIII se le adosó un camarín de planta cuadrada, cubierto con una bóveda semiesférica sobre pechinas. El coro se sitúa a los pies de la nave central, ocupando el primer tramo. La citada nave se cubre por medio de una bóveda de cañón con arcos fajones y falsos lunetos, y las naves laterales con bóvedas de arista entre arcos fajones. El crucero presenta una bóveda semiesférica sobre pechinas que está decorada con unas interesantes yeserías, cuyo diseño permite observar la vigencia de los esquemas decorativos manieristas en el barroco sevillano. La bóveda aparece dividida radialmente en doce segmentos, en cada uno de los cuales figuran mascarones que sostienen guirnaldas y grandes cartelas sostenidas por ángeles, en cuyo interior se sitúan relieves con las figuras de los Apóstoles. Las pechinas están asimismo recubiertas con yeserías, apareciendo en ellas cartelas con los relieves de los Evangelistas. En la parte inferior de estas cartelas figura una inscripción en la que se dice que fueron iniciadas en 1665 y se concluyeron en 1750, habiéndolas dibujado y cortado Antonio Francisco Frausto.
Hoy, 17 de enero, Memoria de San Antonio, abad, quien, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres, siguiendo la indicación evangélica, y se retiró a la soledad de la región de Tebaida, en Egipto, donde llevó vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, apoyó a San Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes (356) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Antonio abad, en Pruna (Sevilla).
La Iglesia de San Antonio abad, se encuentra en la plaza de la Iglesia, 13; en Pruna (Sevilla).
Su construcción se inició a mediados del siglo XVII, concluyéndose aproximadamente un siglo después. Presenta planta rectangular, con tres naves de cinco tramos compartimentados por arcos de medio punto que apean sobre pilares, crucero y cabecera plana, a la que a mediados del siglo XVIII se le adosó un camarín de planta cuadrada, cubierto con una bóveda semiesférica sobre pechinas. El coro se sitúa a los pies de la nave central, ocupando el primer tramo. La citada nave se cubre por medio de una bóveda de cañón con arcos fajones y falsos lunetos, y las naves laterales con bóvedas de arista entre arcos fajones. El crucero presenta una bóveda semiesférica sobre pechinas que está decorada con unas interesantes yeserías, cuyo diseño permite observar la vigencia de los esquemas decorativos manieristas en el barroco sevillano. La bóveda aparece dividida radialmente en doce segmentos, en cada uno de los cuales figuran mascarones que sostienen guirnaldas y grandes cartelas sostenidas por ángeles, en cuyo interior se sitúan relieves con las figuras de los Apóstoles. Las pechinas están asimismo recubiertas con yeserías, apareciendo en ellas cartelas con los relieves de los Evangelistas. En la parte inferior de estas cartelas figura una inscripción en la que se dice que fueron iniciadas en 1665 y se concluyeron en 1750, habiéndolas dibujado y cortado Antonio Francisco Frausto.
La portada de la nave derecha ha sido muy reformada modernamente. La configura un vano adintelado enmarcado por pilastras toscanas sobre las que se sitúa un entablamento y un frontón triangular rematado por una escultura moderna del Sagrado Corazón, vinculable, al igual que las de San Pedro y San Pablo situadas sobre los contrafuertes que aparecen a ambos lados de la puerta, a Kapacha, quien en 1954 pintó el interior de la iglesia. La torre, situada a la cabecera de la nave izquierda, ha sido muy reformada en el XIX y consta de un solo cuerpo y campanario, que se remata por un chapitel piramidal decorado con azulejos.
El antiguo retablo mayor, hoy desaparecido, fue obra del maestro ensamblador y escultor Antonio de Carvajal, quien lo realizó en 1712. El actual retablo y las esculturas que figuran en él son modernas, destacando entre ellas la imagen de candelero de la Inmaculada que aparece en el camarín. Remata el conjunto una gran pintura de la Piedad firmada y fechada en 1954 por Kapacha, autor asimismo de las pinturas situadas en los lunetos de la nave central y en el sotocoro.
En el lado izquierdo del crucero se sitúan dos retablos. El más cercano al presbiterio es neoclásico y de hacia 1800, apareciendo en la hornacina central, flanqueada por columnas jónicas policromadas imitando jaspes, una imagen moderna de la Virgen del Carmen. El contiguo está recompuesto con elementos de otro anterior del segundo cuarto del siglo XVIII y en él aparece una escultura del Crucificado de esa misma época muy restaurada y repintada modernamente. Otros dos retablos figuran en la nave derecha. El primero, dedicado a la Milagrosa, está labrado en mármoles polícromos y se puede fechar hacia 1760. El segundo es moderno.
En el lado derecho del crucero se hallan dos retablos. El primero, muy reformado, es de hacia 1780, situándose en la hornacina central una imagen moderna de candelero de la Dolorosa. El otro, asimismo muy transformado, se fecha a mediados del XVIII, disponiéndose en sus tres calles, compartimentadas por estípites, unas esculturas modernas. Al inicio de la nave derecha se halla un retablo de mármoles polícromos, similar en su estructura y ornamentos al de la nave contraria, que también se fecha hacia 1760. Está dedicado a San José. A los pies de la iglesia se sitúa una pequeña capilla de planta cuadrada, en la que recibe culto una escultura de candelero de Cristo con la Cruz a cuestas, de finales del XVII, muy restaurada modernamente.
La parroquia posee una interesante colección de piezas de orfebrería. Entre ellas destacan una pequeña cruz de altar de plata decorada con botones repujados y gallones del primer tercio del siglo XVIII, una cruz parroquial de plata repujada con decoración de rocalla fechable en el tercer cuarto del siglo XVIII, que presenta el punzón del platero Alexandre, un cáliz de plata repujada de igual cronología que ostenta los punzones de Sevilla y de los plateros Cárdenas y Alexandre, un cáliz de plata dorada y repujada de la misma fecha decorado con querubines, unas crismeras y una concha bautismal de plata repujada de comienzos del siglo XIX que presentan los punzones de Sevilla y de los plateros García y González y un ostensorio de plata repujada fechado en 1849, que lleva el punzón del platero Garazoni (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Iglesia de planta de cruz latina con tres naves y siete tramos, separados por pilares de planta elíptica, sobre los que se apean arcos fajones de medio punto, siendo también de medio punto el arco triunfal.
- Nave del Evangelio: retablo de la Milagrosa en alabastro constituido por un cuerpo y una calle, columnas bulbosas y acanaladas y decoración vegetal, con rocalla. En el remate superior lleva una cartela con la leyenda "Viva Jesús" y en el penacho exterior los símbolos de San Agustín. La arquitectura del retablo es obra de la segunda mitad del siglo XVIII, mientras que su imagen titular es moderna.
- Capilla de Jesús Nazareno, del siglos XVII en la cabecera de la nave.
- Crucero: en la nave del Evangelio un Cristo de la Vera Cruz, realizado en madera dorada y policromada, obra de la segunda mitad del s. XVIII. En la nave de la Epístola: retablo de la Virgen de los Dolores, en madera policromada y dorada, con un cuerpo y una calle, con el anagrama de María en el banco y decoración de rocalla y jaspeado; obra de inicios del siglo XIX.
- Nave de la Epístola: imagen de San Nicolás; Sagrado Corazón; Imagen de Santa Ana. Retablo de San José en alabastro, similar al de la Milagrosa de la nave del Evangelio, constituido también por un cuerpo y una calle, con columnas bulbosas y acanaladas, con decoración vegetal y de rocalla, obra del siglo XVIII, con imagen titular moderna.
Una pila de agua bendita en piedra caliza, posee pie cilíndrico y copa gallonada, obra del s. XIX. A los pies se ubica un fresco de grandes dimensiones y con el motivo pictórico de la Santa Cena, es obra del mismo pintor que ha policromado el retablo mayor. También se ubica el retablo de la Virgen del Carmen, de talla moderna.
- Presbiterio: mesa calicera en jaspe de Morón.
- Retablo con la imagen de San Antonio Abad y la Patrona, la Pura y Limpia. Pintura al fresco
- Camarín de la Virgen.
- Sacristía.
Los materiales constructivos son: arena, piedra, cal y yeso, madera, ladrillos, baldosas, hierro, cristal y tejas.
Los elementos sustentantes son muros maestros de mampostería y ladrillos; pilares de planta elíptica y sobre los que se sostiene los arcos fajones de medio punto.
Los elementos sostenidos son: arco triunfal en el crucero; cubierta a dos aguas en la nave central, a cuatro en el crucero y a una en las naves laterales; a cuatro aguas en la torre-campanario. Bóveda de cañón con lunetos en la nave central y en los brazos del crucero, bóvedas de aristas en las naves laterales. La cubierta del crucero es una cúpula sobre pechinas, divididas en doce segmentos con mascarones, guirnaldas y cartelas sostenidas por ángeles con los doce Apóstoles en relieve; en las pechinas, cartelas con los relieves de os cuatro Evangelistas y la siguiente leyenda: "desde el año 1665 Antonio Frs. Frausto Debuxo I coroto, acabose 1750". A los pies de la nave se halla el coro alto.
Solería de baldosas blancas y de reciente reforma.
Dos puertas de acceso: portada de la nave de la Epístola, formada por un vano enmarcado por pilastras y rematado con frontón triangular.
En la torre campanario, puerta de acceso a la casa hermandad de la Pura y Limpia.
Puertas de madera de notable interés.
En la sacristía dos alacenas de cuarterones y tracería mudéjar del siglo XVIII; en la comunicación del presbiterio a la sacristía, dos del siglo XVIII, siendo de este mismo siglo la del camarín de la Virgen. En el acceso a las dependencias parroquiales hay una puerta de madera del siglo XIX.
Detalles de la cúpula: guirnaldas, cartelas, mascarones...
La torre se halla junto a la cabecera de la nave del Evangelio y consta de un cuerpo de campanas y chapitel con azulejos.
Retablo de San José y de la Milagrosa.
Camarín de la Pura y Limpia (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Iglesia de San Antonio Abad de Pruna es un espléndido edificio barroco. Su estructura anterior al siglo XVI constaba de una sola nave de cañón, de estilo indefinido, con fachada al fondo (debajo del coro). Esta fue complementada entre los siglos XVII y XVIII anexando las dos laterales actuales, el presbiterio y la magnífica cúpula bajorenacentista del crucero. En 1720 se cambió la fachada a su ubicación actual y se dotó la entrada de un magnifico cancel.
Así ha llegado a nuestros días, para admiración del visitante que además se sorprenderá por la riqueza de estilos de sus retablos y sus importantes piezas de orfebrería (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Edificio de estilo barroco, comenzado a construir en el XVII y concluido un siglo después. Es muy interesante su colección de piezas de orfebrería de los siglos XVIII y XIX (Ayuntamiento de Pruna).
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía, de San Antonio, abad;
Patriarca de los cenobitas de la Tebaida cuya vida, contada por san Atanasio y san Jerónimo, se hizo popular en el siglo XIII por la Leyenda Dorada.
LEYENDA
Nació hacia 251 en el Alto Egipto y muy joven se retiró en soledad.
Habría sido asaltado por tentaciones diabólicas en el desierto, que en general se interpretan como alucinaciones de un solitario agotado por el ayuno y la vela.
¿Puede creerse que este tema tradicional tenga origen hindú? Las semejanzas con la leyenda de Buda, quien, como san Antonio, fue hostigado por monstruos y después tentado por mujeres que desnudaban sus pechos, son más ingeniosas que probatorias. Se trata más bien de paralelismo que de copia.
Hacia el final de su vida, visitó a Pablo ermitaño, superior de los anacoretas de la Tebaida, milagrosamente alimentado por un cuervo que ese día llevó en su pico doble ración de pan. Algún tiempo después, al enterarse de la muerte de su venerable hermano, fue a enterrarlo ayudado por dos leones.
Además, en Cataluña se le atribuyeron aventuras que sirvieron de tema a Jaume Huguet para su gran retablo de san Antonio, en Barcelona.
El rey de Cataluña suplicó a san Antonio que exorcizara a su esposa e hijos poseídos por demonios. El santo abandonó la Tebaida viajando sobre una nube, como los apóstoles advertidos de la muerte inminente de la Virgen, y desembarcó en Barcelona. Se dirigió a la casa del preboste Andrés. En el momento de atravesar el umbral, una marrana le acercó un lechoncillo monstruoso que llevaba en las fauces, y que había nacido sin ojos ni patas. Andrés quiso expulsar a la intrusa, pero san Antonio se lo impidió diciéndole que después de todo la pobre bestia quería implorar, igual que lo hacía el rey, la curación de su progenie.
Después tomó la mano de Andrés y para transmitirle su poder de exorcismo, hizo con ella el signo de la cruz sobre el cochinillo que milagrosamente adquirió la vista y los miembros que le faltaban de nacimiento. Después de ello, Andrés exorcizó de la misma manera a la reina de Cataluña arrodillada a sus pies.
La invención del cuerpo de san Antonio, que moriría más que centenario en 356, había hecho nacer otras leyendas popularizadas en el siglo XV por una traducción del latín al francés de Pierre de Lanoy.
El obispo Teófilo descubrió su cuerpo envuelto en una túnica de fibras de palma que le había regalado san Pablo ermitaño. Los restos fueron desenterrados por dos leopardos. Antes, un pájaro blanco de pico rojo indicó el sitio que el santo había elegido para su sepultura.
Para dar cuerpo a su leyenda póstuma, los hagiógrafos le atribuyeron un milagro del apóstol Santiago: habría sostenido durante muchos días el cuerpo de un joven condenado a la horca por una acusación falsa.
CULTO
En el desierto del Mar Rojo hay dos monasterios coptos vecinos del siglo IV, dedicados, uno a san Antonio y el otro a Pablo ermitaño: son los más antiguos del mundo cristiano. El cuerpo del célebre asceta, transportado en principio a Constantinopla, en 1050 habría sido trasladado a una abadía del Delfinado, que tomó el nombre de Saint Antoine en Viennois.
Esta pretensión era resistida por los pobladores de Arles, en Provenza, que poseían otro cuerpo de san Antonio cuya autenticidad afirmaban. El humanista Henry Estienne se burla del «gran combate» que libraron los de la ciudad de Arles con los antonitas de Vienne del Delfinado por esa causa: «Al final san Antonio se quedó con dos cuerpos enteros, y además, numerosos miembros en diversos lugares, y al menos con media docena de rodillas.» En Florencia, en la iglesia de San Antonio dei Francesi, también hay fragmentos de reliquias que se consideran suyas.
La orden de los antoninos
Los monjes de Saint Antoine en Viennois, que se llamaban antoninos o antonitas, salieron victoriosos del duelo. La orden hospitalaria, fundada en el siglo XI bajo la advocación de san Antonio convertido en santo curador, se especializó en el tratamiento de enfermedades contagiosas: fuego sagrado o fuego de San Antón, peste, y más tarde, la sífilis. Como esas terribles enfermedades estaban muy difundidas, la peregrinación de San Antonio en el Delfinado se volvió muy frecuente y concurrida, hasta el punto de rivalizar con Santiago de Compostela y San Nicola di Bari.
Gracias a las numerosas filiales o encomiendas creadas por la casa matriz, el culto de san Antonio se difundió en toda la cristiandad a finales de la Edad Media. La orden tenía veinticinco establecimientos en Francia, diseminados en Lyon, Toulouse, Albi, París -donde el convento del Petit Saint Antoine ha dado su nombre a un barrio-. Alsacia poseía dos encomiendas antonitas en Estrasburgo y en Issenheim, cerca de Colmar. En la Suiza alemana, vecina del Delfinado, los antonitas se habían establecido en Basilea y Berna; en Alemania, enjambraron a todo lo largo del valle del Rin, en Constanza, Friburgo, Maguncia, Frankfurt,Colonia.
Sólo Italia se mostró refractaria a esta propaganda, sin duda porque el culto de San Antonio entró en competencia con su homónimo san Antonio de Padua.
En el siglo XVI Borgoña se convirtió en un feudo de san Antonio a causa de la particular devoción del duque Felipe el Atrevido hacia este santo cuya fiesta había coincidido con el día de su nacimiento.
Otra circunstancia contribuyó a reforzar el prestigio del santo ermitaño; en 1382 Alberto de Baviera, conde de Hainaut, Holanda y Zelanda, fundó una orden de caballería en honor de san Antonio que a partir de 1420 se transformó en cofradía piadosa. El collar de la orden imitaba un cinturón de ermitaño y la insignia de los caballeros era la tau u horca de san Antonio de la que estaba suspendida una campanilla de oro o plata, de una onza de peso.
Los recursos de la orden
Para mantener sus encomiendas y hospitales, los antonianos recurrían a la crianza de cerdos. Gozaban del privilegio de dejar vagar sus animales, reconocibles por la campanilla que tintineaba en sus cuellos, por las calles de los pueblos, hozar en la basura y en los terrenos comunales. Era un derecho muy envidiado por las otras órdenes monásticas que no se privaban de enviar a sus monjes a competir acompañados de un cerdo con esquila, lo cual dio lugar a muchos procesos.
Las colectas les proveían también amplios recursos. El papa los había autorizado a servirse de una campanilla para reunir a los transeúntes en las plazas públicas o en las calles, y solicitar limosnas.
Patronazgos de corporaciones
Además, san Antonio se había convertido en patrón de numerosas corporaciones: los cesteros porque los solitarios de la Tebaida ocupaban su tiempo ocioso en trenzar cestos, los sepultureros, porque san Antonio enterró a san Pablo ermitaño en el desierto.
La mayoría de los patronazgos los debe al cerdo, que se convirtió en su atributo más popular. De ahí que fuera devotamente honrado por los porquerizos, vendedores de cerdos, carniceros, chacineros, fabricantes de cepillos -que empleaban cerda porcina-campaneros a causa de la esquila de los cerdos. Además, en Bretaña era patrón de los alfareros, en Saint Omer de los curtidores, y en Reims de los arcabuceros.
Patronazgos contra el fuego de san Antón, la lepra, la peste y la sífilis
Pero la extraordinaria popularidad de san Antonio se debía sobre todo a su fama como santo curador, hábilmente explotada por los antonitas.
1. Se lo invocaba contra el llamado mal de los ardientes, que había recibido el nombre de fuego san Antón. Esta enfermedad ha sido asimilada por los médicos con la erisipela gangrenosa, cuya causa era una mala alimentación con pan de centeno atizonado, es decir, contaminado por un parásito llamado tizón. El efecto del fuego de san Antón era un desecamiento de las extremidades que obligaba a su amputación.
En su forma convulsiva, el ergotismo se caracteriza por alucinaciones visuales y auclitivas. Con frecuencia, el delirante se cree presa de seres espantosos, diablos o animales salvajes. Tal vez sea dicho síntoma la fuente de la leyenda de las Tentaciones de san Antonio.
El tratamiento era simple. El enfermo recibía un santo vino encabezado, elaborado en el viñedo del convento donde todos los años, en la Ascensión, se hacían macerar las reliquias del santo en el caldo. Tan pronto como el paciente llegaba, se le daban algunas gotas a beber.
Si el medicamento se mostraba inoperante y la gangrena continuaba royendo los miembros del paciente, un hermano cirujano procedía a la amputación.
Cuando desapareció esa modalidad de erisipe la gangrenosa, o fuego de San Antón, se aplicó la misma terapia al lumbago.
Esa causa del fuego de san Antón, su atributo habitual, que se recurría a él contra las llamas del infierno y los incendios. En España se lo representaba en las escaleras o en los rincones oscuros, como un coco y con una antorcha encendida en la mano, no para iluminar sino para impedir que allí se arrojas en basuras.2. San Antonio también era invocado contra la peste: junto a san Sebastián y san Roque, es uno de los principales santos antipestosos (Pestheiligen) ¿De dónde procede ese privilegio que en su leyenda nada parece justificar?
Es posible que la iconografía haya engendrado el culto. Uno de los atributos usuales de san Antonio es una muleta u horca con forma de tau. Pues bien, en el momento del Éxodo de Egipto, Aaron marcó con ese signo, dibujado con la sangre del cordero pascual, las casas de los judíos a quienes debía respetar el ángel exterminador, y el profeta Ezequiel (9: 4) dice que Dios ordenó a un ángel marcar a los justos con el mismo signo sobre la frente. La tau de san Antonio se asimiló a ese amuleto apotropaico y fue considerada como un preservativo contra las enfermedades contagiosas y la muerte súbita.
Cuando las epidemias de peste se volvieron más infrecuentes y menos mortíferas, los antonitas se dedicaron a la lucha contra la sífilis, bautizada «mal de Nápoles» o «mal francés» (morbus gallicus), pero que en verdad era una enfermedad universal. Se la creía provocada por el aliento envenenado de un gallo negro de pico venenoso: el basilisco de los Bestiarios, símbolo de la lujuria.
3. La sarna, pruritos, comezones, furúnculos, várices y, de manera general, todas las enfermedades de la piel, eran de la competencia de san Antonio. Era el patrón del Hospicio de Beaune.
El poder curativo de san Antonio se extendía a los animales: estaba clasificado entre los santos protectores del ganado, y sobre todo de la especie porcina. Para preservar la salud de los cerdos, les daban bolitas de pan frotadas contra la estatua del santo.
Además, como san Eloy, era el patrón de los caballos.
ICONOGRAFÍA
San Antonio está representado usualmente como un anciano barbudo, que viste el sayal con capucha prenda común de los monjes de su orden. Sus atributos habituales más característicos son la tau, la esquila, el cerdo y las llamas del «fuego de san Antón».
l. La tau o cruz potenzada (crux commissa, tau-shapedcrutch) ya era el símbolo de la vida futura en el antiguo Egipto. Ese bastón le sirve de báculo abacial; está bordado en azul sobre su hombro.
2. La esquila (Antoniusglocklein) está suspendida del travesaño de la tau. A veces la lleva en la mano. Era el atributo de los ermitaños, que la empleaban para rechazar los ataques de los demonios, quienes se espantaban por el ruido de las esquilas igual que por la luz de los cirios.
3. El cerdo es el inseparable compañero del santo. En Italia se lo llamaba Antonio del parco, en Suiza Säu Antoni. El cerdo no es la personificación del demonio, de las tentaciones de la carne de las cuales san Antonio fuera blanco: el animal se frota contra él con familiaridad, como un buen perro, y alude a su patronazgo sobre los puercos cuyo tocino se consideraba un remedio eficaz contra el fuego de san Antón.
Esta intimidad con semejante animal debía parecer comprometedora y hasta escandalosa a los orientales, sobre todo a los judíos, pueblo violentamente porcófobo.
Por ello el «Cerdo de san Antonio» pertenece en exclusiva a la iconografía occidental. Es desconocido en el arte bizantino, lo que prueba que su significado nada tiene de simbólico.
El animal casi siempre lleva una esquila (pig with bell) pendiente del cuello. Era la insignia de los «cerdos de san Antonio» que gozaban del privilegio de libre pastoreo, y que en los pueblos, como en otros tiempos los perros de Constantinopla, cumplían los servicios de limpieza y recolección de las basuras domésticas. A veces dos esquilas cuelgan de sus orejas como pendientes sonoros. Una estatua del siglo XV, que se conserva en el Museo de Troyes, representa a un porcino rascándose la oreja con una de sus patas traseras.
4. Las llamas del fuego de san Antón (juóco di S. Antonio). Las llamas salen de sus pies o del libro que tiene en la mano: alusión a la enfermedad curada por los antonitas. A veces las llamas salen de los dedos de los enfermos.
A causa de una confusión, este emblema también fue atribuido a san Antonio de Padua.
A estos atributos a veces se suma un rosario de gruesas cuentas y el Libro de la regla de los antonitas.
Una estatua de piedra del siglo XV en la residencia Vauluisant de Troyes, agrega al cerdo y a las llamas el león, con cuya asistencia cavó la tumba de san Pablo ermitaño.
San Antonio está representado ya solo, ya asociado con los otros santos «antipestosos», sobre todo san Sebastián y san Roque.
La mayoría de las realizaciones donde se lo encuentra se remontan al siglo XV y a principios del XVI, que marcan el apogeo de su culto (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Antonio abad, en Pruna (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Patriarca de los cenobitas de la Tebaida cuya vida, contada por san Atanasio y san Jerónimo, se hizo popular en el siglo XIII por la Leyenda Dorada.
LEYENDA
Nació hacia 251 en el Alto Egipto y muy joven se retiró en soledad.
Habría sido asaltado por tentaciones diabólicas en el desierto, que en general se interpretan como alucinaciones de un solitario agotado por el ayuno y la vela.
¿Puede creerse que este tema tradicional tenga origen hindú? Las semejanzas con la leyenda de Buda, quien, como san Antonio, fue hostigado por monstruos y después tentado por mujeres que desnudaban sus pechos, son más ingeniosas que probatorias. Se trata más bien de paralelismo que de copia.
Hacia el final de su vida, visitó a Pablo ermitaño, superior de los anacoretas de la Tebaida, milagrosamente alimentado por un cuervo que ese día llevó en su pico doble ración de pan. Algún tiempo después, al enterarse de la muerte de su venerable hermano, fue a enterrarlo ayudado por dos leones.
Además, en Cataluña se le atribuyeron aventuras que sirvieron de tema a Jaume Huguet para su gran retablo de san Antonio, en Barcelona.
El rey de Cataluña suplicó a san Antonio que exorcizara a su esposa e hijos poseídos por demonios. El santo abandonó la Tebaida viajando sobre una nube, como los apóstoles advertidos de la muerte inminente de la Virgen, y desembarcó en Barcelona. Se dirigió a la casa del preboste Andrés. En el momento de atravesar el umbral, una marrana le acercó un lechoncillo monstruoso que llevaba en las fauces, y que había nacido sin ojos ni patas. Andrés quiso expulsar a la intrusa, pero san Antonio se lo impidió diciéndole que después de todo la pobre bestia quería implorar, igual que lo hacía el rey, la curación de su progenie.
Después tomó la mano de Andrés y para transmitirle su poder de exorcismo, hizo con ella el signo de la cruz sobre el cochinillo que milagrosamente adquirió la vista y los miembros que le faltaban de nacimiento. Después de ello, Andrés exorcizó de la misma manera a la reina de Cataluña arrodillada a sus pies.
La invención del cuerpo de san Antonio, que moriría más que centenario en 356, había hecho nacer otras leyendas popularizadas en el siglo XV por una traducción del latín al francés de Pierre de Lanoy.
El obispo Teófilo descubrió su cuerpo envuelto en una túnica de fibras de palma que le había regalado san Pablo ermitaño. Los restos fueron desenterrados por dos leopardos. Antes, un pájaro blanco de pico rojo indicó el sitio que el santo había elegido para su sepultura.
Para dar cuerpo a su leyenda póstuma, los hagiógrafos le atribuyeron un milagro del apóstol Santiago: habría sostenido durante muchos días el cuerpo de un joven condenado a la horca por una acusación falsa.
CULTO
En el desierto del Mar Rojo hay dos monasterios coptos vecinos del siglo IV, dedicados, uno a san Antonio y el otro a Pablo ermitaño: son los más antiguos del mundo cristiano. El cuerpo del célebre asceta, transportado en principio a Constantinopla, en 1050 habría sido trasladado a una abadía del Delfinado, que tomó el nombre de Saint Antoine en Viennois.
Esta pretensión era resistida por los pobladores de Arles, en Provenza, que poseían otro cuerpo de san Antonio cuya autenticidad afirmaban. El humanista Henry Estienne se burla del «gran combate» que libraron los de la ciudad de Arles con los antonitas de Vienne del Delfinado por esa causa: «Al final san Antonio se quedó con dos cuerpos enteros, y además, numerosos miembros en diversos lugares, y al menos con media docena de rodillas.» En Florencia, en la iglesia de San Antonio dei Francesi, también hay fragmentos de reliquias que se consideran suyas.
La orden de los antoninos
Los monjes de Saint Antoine en Viennois, que se llamaban antoninos o antonitas, salieron victoriosos del duelo. La orden hospitalaria, fundada en el siglo XI bajo la advocación de san Antonio convertido en santo curador, se especializó en el tratamiento de enfermedades contagiosas: fuego sagrado o fuego de San Antón, peste, y más tarde, la sífilis. Como esas terribles enfermedades estaban muy difundidas, la peregrinación de San Antonio en el Delfinado se volvió muy frecuente y concurrida, hasta el punto de rivalizar con Santiago de Compostela y San Nicola di Bari.
Gracias a las numerosas filiales o encomiendas creadas por la casa matriz, el culto de san Antonio se difundió en toda la cristiandad a finales de la Edad Media. La orden tenía veinticinco establecimientos en Francia, diseminados en Lyon, Toulouse, Albi, París -donde el convento del Petit Saint Antoine ha dado su nombre a un barrio-. Alsacia poseía dos encomiendas antonitas en Estrasburgo y en Issenheim, cerca de Colmar. En la Suiza alemana, vecina del Delfinado, los antonitas se habían establecido en Basilea y Berna; en Alemania, enjambraron a todo lo largo del valle del Rin, en Constanza, Friburgo, Maguncia, Frankfurt,Colonia.
Sólo Italia se mostró refractaria a esta propaganda, sin duda porque el culto de San Antonio entró en competencia con su homónimo san Antonio de Padua.
En el siglo XVI Borgoña se convirtió en un feudo de san Antonio a causa de la particular devoción del duque Felipe el Atrevido hacia este santo cuya fiesta había coincidido con el día de su nacimiento.
Otra circunstancia contribuyó a reforzar el prestigio del santo ermitaño; en 1382 Alberto de Baviera, conde de Hainaut, Holanda y Zelanda, fundó una orden de caballería en honor de san Antonio que a partir de 1420 se transformó en cofradía piadosa. El collar de la orden imitaba un cinturón de ermitaño y la insignia de los caballeros era la tau u horca de san Antonio de la que estaba suspendida una campanilla de oro o plata, de una onza de peso.
Los recursos de la orden
Para mantener sus encomiendas y hospitales, los antonianos recurrían a la crianza de cerdos. Gozaban del privilegio de dejar vagar sus animales, reconocibles por la campanilla que tintineaba en sus cuellos, por las calles de los pueblos, hozar en la basura y en los terrenos comunales. Era un derecho muy envidiado por las otras órdenes monásticas que no se privaban de enviar a sus monjes a competir acompañados de un cerdo con esquila, lo cual dio lugar a muchos procesos.
Las colectas les proveían también amplios recursos. El papa los había autorizado a servirse de una campanilla para reunir a los transeúntes en las plazas públicas o en las calles, y solicitar limosnas.
Patronazgos de corporaciones
Además, san Antonio se había convertido en patrón de numerosas corporaciones: los cesteros porque los solitarios de la Tebaida ocupaban su tiempo ocioso en trenzar cestos, los sepultureros, porque san Antonio enterró a san Pablo ermitaño en el desierto.
La mayoría de los patronazgos los debe al cerdo, que se convirtió en su atributo más popular. De ahí que fuera devotamente honrado por los porquerizos, vendedores de cerdos, carniceros, chacineros, fabricantes de cepillos -que empleaban cerda porcina-campaneros a causa de la esquila de los cerdos. Además, en Bretaña era patrón de los alfareros, en Saint Omer de los curtidores, y en Reims de los arcabuceros.
Patronazgos contra el fuego de san Antón, la lepra, la peste y la sífilis
Pero la extraordinaria popularidad de san Antonio se debía sobre todo a su fama como santo curador, hábilmente explotada por los antonitas.
1. Se lo invocaba contra el llamado mal de los ardientes, que había recibido el nombre de fuego san Antón. Esta enfermedad ha sido asimilada por los médicos con la erisipela gangrenosa, cuya causa era una mala alimentación con pan de centeno atizonado, es decir, contaminado por un parásito llamado tizón. El efecto del fuego de san Antón era un desecamiento de las extremidades que obligaba a su amputación.
En su forma convulsiva, el ergotismo se caracteriza por alucinaciones visuales y auclitivas. Con frecuencia, el delirante se cree presa de seres espantosos, diablos o animales salvajes. Tal vez sea dicho síntoma la fuente de la leyenda de las Tentaciones de san Antonio.
El tratamiento era simple. El enfermo recibía un santo vino encabezado, elaborado en el viñedo del convento donde todos los años, en la Ascensión, se hacían macerar las reliquias del santo en el caldo. Tan pronto como el paciente llegaba, se le daban algunas gotas a beber.
Si el medicamento se mostraba inoperante y la gangrena continuaba royendo los miembros del paciente, un hermano cirujano procedía a la amputación.
Cuando desapareció esa modalidad de erisipe la gangrenosa, o fuego de San Antón, se aplicó la misma terapia al lumbago.
Esa causa del fuego de san Antón, su atributo habitual, que se recurría a él contra las llamas del infierno y los incendios. En España se lo representaba en las escaleras o en los rincones oscuros, como un coco y con una antorcha encendida en la mano, no para iluminar sino para impedir que allí se arrojas en basuras.2. San Antonio también era invocado contra la peste: junto a san Sebastián y san Roque, es uno de los principales santos antipestosos (Pestheiligen) ¿De dónde procede ese privilegio que en su leyenda nada parece justificar?
Es posible que la iconografía haya engendrado el culto. Uno de los atributos usuales de san Antonio es una muleta u horca con forma de tau. Pues bien, en el momento del Éxodo de Egipto, Aaron marcó con ese signo, dibujado con la sangre del cordero pascual, las casas de los judíos a quienes debía respetar el ángel exterminador, y el profeta Ezequiel (9: 4) dice que Dios ordenó a un ángel marcar a los justos con el mismo signo sobre la frente. La tau de san Antonio se asimiló a ese amuleto apotropaico y fue considerada como un preservativo contra las enfermedades contagiosas y la muerte súbita.
Cuando las epidemias de peste se volvieron más infrecuentes y menos mortíferas, los antonitas se dedicaron a la lucha contra la sífilis, bautizada «mal de Nápoles» o «mal francés» (morbus gallicus), pero que en verdad era una enfermedad universal. Se la creía provocada por el aliento envenenado de un gallo negro de pico venenoso: el basilisco de los Bestiarios, símbolo de la lujuria.
3. La sarna, pruritos, comezones, furúnculos, várices y, de manera general, todas las enfermedades de la piel, eran de la competencia de san Antonio. Era el patrón del Hospicio de Beaune.
El poder curativo de san Antonio se extendía a los animales: estaba clasificado entre los santos protectores del ganado, y sobre todo de la especie porcina. Para preservar la salud de los cerdos, les daban bolitas de pan frotadas contra la estatua del santo.
Además, como san Eloy, era el patrón de los caballos.
ICONOGRAFÍA
San Antonio está representado usualmente como un anciano barbudo, que viste el sayal con capucha prenda común de los monjes de su orden. Sus atributos habituales más característicos son la tau, la esquila, el cerdo y las llamas del «fuego de san Antón».
l. La tau o cruz potenzada (crux commissa, tau-shapedcrutch) ya era el símbolo de la vida futura en el antiguo Egipto. Ese bastón le sirve de báculo abacial; está bordado en azul sobre su hombro.
2. La esquila (Antoniusglocklein) está suspendida del travesaño de la tau. A veces la lleva en la mano. Era el atributo de los ermitaños, que la empleaban para rechazar los ataques de los demonios, quienes se espantaban por el ruido de las esquilas igual que por la luz de los cirios.
3. El cerdo es el inseparable compañero del santo. En Italia se lo llamaba Antonio del parco, en Suiza Säu Antoni. El cerdo no es la personificación del demonio, de las tentaciones de la carne de las cuales san Antonio fuera blanco: el animal se frota contra él con familiaridad, como un buen perro, y alude a su patronazgo sobre los puercos cuyo tocino se consideraba un remedio eficaz contra el fuego de san Antón.
Esta intimidad con semejante animal debía parecer comprometedora y hasta escandalosa a los orientales, sobre todo a los judíos, pueblo violentamente porcófobo.
Por ello el «Cerdo de san Antonio» pertenece en exclusiva a la iconografía occidental. Es desconocido en el arte bizantino, lo que prueba que su significado nada tiene de simbólico.
El animal casi siempre lleva una esquila (pig with bell) pendiente del cuello. Era la insignia de los «cerdos de san Antonio» que gozaban del privilegio de libre pastoreo, y que en los pueblos, como en otros tiempos los perros de Constantinopla, cumplían los servicios de limpieza y recolección de las basuras domésticas. A veces dos esquilas cuelgan de sus orejas como pendientes sonoros. Una estatua del siglo XV, que se conserva en el Museo de Troyes, representa a un porcino rascándose la oreja con una de sus patas traseras.
4. Las llamas del fuego de san Antón (juóco di S. Antonio). Las llamas salen de sus pies o del libro que tiene en la mano: alusión a la enfermedad curada por los antonitas. A veces las llamas salen de los dedos de los enfermos.
A causa de una confusión, este emblema también fue atribuido a san Antonio de Padua.
A estos atributos a veces se suma un rosario de gruesas cuentas y el Libro de la regla de los antonitas.
Una estatua de piedra del siglo XV en la residencia Vauluisant de Troyes, agrega al cerdo y a las llamas el león, con cuya asistencia cavó la tumba de san Pablo ermitaño.
San Antonio está representado ya solo, ya asociado con los otros santos «antipestosos», sobre todo san Sebastián y san Roque.
La mayoría de las realizaciones donde se lo encuentra se remontan al siglo XV y a principios del XVI, que marcan el apogeo de su culto (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Antonio abad, en Pruna (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre la localidad de Pruna (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario