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miércoles, 29 de enero de 2025

Un paseo por la calle Mendoza Ríos

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Mendoza Ríos, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 29 de enero, es el aniversario del nacimiento (29 de enero de 1761) del marino, astrónomo y escritor sevillano José de Mendoza y Ríos, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Mendoza Ríos, de Sevilla, dando un paseo por ella
   La calle Mendoza Ríos es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de San Vicente, del Distrito Casco Antiguo, y va de la calle Redes, a la calle Baños.
    La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     Desde el primer tercio del s. XV se denomina de Naranjos o del Naranjuelo, topónimo que aparece sustituido hacia 1530 por el de No Molerás. En la primera mitad del s. XIX la zona próxima a la actual Baños se conocía como plaza de la Cabeza. En 1848 se sustituyó por el actual en memoria del marino, astrónomo y escritor sevillano José de Mendoza y Ríos (1761-1816), autor de importantes obras de navegación y nacido en una de sus casas. El de Martín de Castro está documentado en 1426 para la "vuelta del Carmen hasta calle Redes".
     La calle muestra en la actualidad la mis­ma configuración que ya puede verse en el plano de Olavide (1771), formando un án­gulo recto en su arranque para luego discu­rrir hasta el final con un trazado relativamente rectilíneo. Es estrecha y entre los nú­meros 29 y 31 se abre en ella la plaza del Duque de Veragua. Está cruzada por Alfaqueque. Ya en la segunda mitad del s. XVI hay noticias de su empedrado. En 1899 se pavimentó de cemento, y en 1905 de ado­quines. Hoy presenta uno de losetas en mal estado, hasta el cruce con Alfaqueque. El resto es de adoquines, con aceras muy estrechas de losetas. Se ilumina con farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas. Su caserío es de porte tradicional, con casas sevillanas de la primera mitad de siglo, que alternan con otras de escalera y al­guna intercalación moderna. En general ofrecen un aceptable nivel de conservación. Destacan la núm. 36, del s. XVIII, de dos plantas y ático, y la 38, de iguales características, aunque reformadas en su fachada. La núm. 4 tiene un interesante balcón de hierro. Abundan en la calle las celosías de ma­dera en las ventanas, como en otros muchos puntos del barrio de San Vicente. Cumple una función exclusivamente residencial, y es un espacio tranquilo, de marcado carácter tradicional y sin apenas tránsito. En una de sus casas, hoy desaparecida, tuvieron su último domicilio sevillano los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Mendoza Ríos, 16.
Casa del siglo XVIII, que consta de dos plantas y ático recorrido por pi­lastras.
Mendoza Ríos, 21. Casa del siglo XVIII, de dos plantas y ático con vanos de medio punto separados por pilastras.
Mendoza Ríos, 36. Casa del siglo XVIII, de dos plantas y ático, este con vanos de medio punto separados por pilastras pareadas.
Mendoza Ríos, 38. Casa con fachada de iguales características que la anterior. Ha perdido su distribución primitiva por la reforma de que ha sido objeto [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Biografía de Mendoza Ríos, a quien está dedicada esta vía del callejero sevillano;
     Joseph de Mendoza y Ríos, (Sevilla, 29 de enero de 1761 – Brighton, Reino Unido, 4 de marzo de 1816). Astrónomo y matemático (artífice de la Astronomía Náutica e inventor de instrumentos científicos).
     Nació dentro de una familia sevillana encumbrada, hijo de Joseph-Ygancio Rodríguez de Mendoza y de María-Romana Morillo y Ríos. Más tarde Joseph agregó el prestigioso nombre de su abuela materna, Ríos, al de su padre. Fue educado en los Reales Estudios de San Isidro, Madrid, donde dio muestras tempranas de su excepcional aptitud para las matemáticas; más tarde se incorporó al Ejército como cadete del Regimiento Real de Dragones. Sin embargo, pronto pidió su traslado a la Marina que, en esos años, era el arma más decididamente interesada en la Astronomía y la matemática contemporáneas. El traslado se hizo efectivo el 16 de marzo de 1776. En agosto de 1779, en viaje de retorno desde Manila, su navío, la Santa Inés, trabó combate con dos cruceros ingleses; Mendoza y Ríos fue hecho prisionero y destinado a Cork, Irlanda, adonde llegó a principios de septiembre. Un año más tarde fue dejado en libertad, retornando a Cádiz en septiembre de 1780. Este primer contacto con la Gran Bretaña habría de tener cierta significación en su vida futura.
     A su regreso siguieron otras posiciones y promociones.
     Fue precisamente en este período, posterior a su detención en Irlanda, cuando Mendoza y Ríos escribió su Tratado de Navegación. En 1787 sometió sus manuscritos al teniente general de la Armada Baylío fray Antonio Valdés (1744-1816), entonces ministro de Marina. Valdés, seriamente interesado en la modernización de la Marina española, recomendó su publicación.
     En ese mismo período Mendoza y Ríos fue relevado de sus obligaciones en la Marina debido a su delicada salud, y enviado a Madrid para supervisar la impresión de su tratado. Una vez que los dos volúmenes fueron publicados, hacia fines de 1787, fue promovido a capitán de fragata. Para esta época Mendoza y Ríos había iniciado ya una segunda, y en alguna medida novedosa carrera, como investigador científico al servicio de los intereses de la Armada española.
     De regreso a Cádiz, Mendoza y Ríos sometió a la consideración de sus superiores un proyecto relativo a la creación de un instituto de investigaciones en las ciencias relacionadas con la navegación. Su plan, extremadamente novedoso para su tiempo, incluía también la creación de un depósito cartográfico e hidrográfico que recomendaba fuera situado cerca de Cádiz, próximo a las principales instalaciones de la Marina. Sus ideas fueron aceptadas y el Rey destinó una suma elevada para la financiación del proyecto.
     Mendoza y Ríos proponía además recolectar, o copiar, los mapas de interés naval que habían quedado en manos de oficiales de Marina después de su retiro y, también, los que se encontraban en colecciones privadas de miembros de la nobleza (algunos de ellos antiguos oficiales o políticos). Para esa tarea, que aconsejaba fuera realizada con delicadeza, tacto y eficiencia, recomendó a un joven oficial naval, Martín Fernández de Navarrete (1765-1844), que más tarde habría de convertirse en un destacado historiador naval.
     En otra faceta del mismo proyecto se preveía la adquisición en diversos países de Europa de mapas, cartas, libros, manuales, e instrumentos de interés para la navegación. Asimismo propuso que se realizara un balance de los avances científicos e industriales recientemente realizados en Europa. Ese balance ayudaría a orientar más específicamente la labor futura y el envío de becarios españoles a diferentes centros científicos e industriales de Europa. Mendoza y Ríos tomó a su cargo la tarea de hacer un mapa científico de Europa; con este propósito, en octubre de 1789, poco después de la toma de la Bastilla, su puso en camino de París. Lo acompañaba un joven oficial naval, José María de Lanz (1764-¿1839?) que, pocos años más parte adquiriría notoriedad por sus originales ideas en el campo de la teoría abstracta de las maquinas mecánicas y que, a partir de fines de la década de 1810, haría también importantes contribuciones al afianzamiento de las ciencias en Argentina y en Colombia, buscando luego un nuevo acercamiento entre España y las nuevas repúblicas sudamericanas.
     El tratado de navegación había hecho conocer el nombre de Mendoza y Ríos en los principales círculos científicos de Europa. Sir Joseph Banks (1743-1820), presidente de la Royal Society de Londres, se contó entre quienes se interesaron por su trabajo y estableció correspondencia con Mendoza y Ríos, mientras que en París algunos de los principales científicos de la época, Antoine Lavoisier (1743-1794) y Pierre-Simon Laplace (1749-1827), entre otros, fueron sus interlocutores.
     En esos mismos años Mendoza y Ríos comenzó a interesarse por las oportunidades que ofrecía el uso de materiales nuevos (piedras preciosas y metales entonces raros, como el platino) en el diseño de una variedad de nuevos instrumentos científicos. Él mismo diseñó, o mejoró el diseño, de varios instrumentos científicos; uno de ellos fue remitido a Alessandro Malaspina (1754-1809) para ser utilizado en los trabajos de su expedición. Interesa destacar que, mientras que la navegación de Malaspina constituía una experiencia de exploración de los aspectos físicos del Nuevo Mundo, Mendoza y Ríos, simultáneamente, evaluaba el desarrollo intelectual de Europa en las áreas de interés para la Marina.
     Al tiempo de su llegada a París, científicos franceses estaban considerando la construcción en Francia de un gran telescopio capaz de emular los éxitos que William Herschel había logrado en el campo nuevo de la Astronomía sideral en Inglaterra. Mendoza y Ríos aconsejó el uso del platino en la construcción del espejo proyectado para el gran telescopio francés, sugiriendo la posibilidad del uso de platino español proveniente de las colonias de América. Esta sugerencia fue discutida en una comisión que incluía a Lavoisier.
     El 4 de agosto de 1792 Mendoza y Ríos fue elegido miembro correspondiente extranjero de la Academia de Ciencias de Francia.
     A medida que la inestabilidad avanzaba en la escena política francesa, aproximándose los días del Terror, el proyecto del telescopio fue pasando a un segundo plano. Mendoza y Ríos, finalmente, decidió dejar París moviéndose a la seguridad que entonces le ofrecía Londres. En 1792 visitó importantes establecimientos industriales de Inglaterra y luego escribió un detallado informe confidencial para las autoridades navales de su país en el que hacía reflexiones sobre lo que había visto y aprendido. Por otra parte, y en mérito a sus contribuciones a la Astronomía náutica, el 11 de abril de 1793 la Royal Society lo incorporó como miembro (Fellow).
     En 1796 Mendoza y Ríos envió a España una extensa y valiosa colección de mapas, cartas y libros referentes a la navegación, a la Geografía y las ciencias relacionadas con ellas, que había adquirido en Inglaterra. En ese mismo año abrió negociaciones con Herschel para la adquisición con destino a España de uno de los más grandes telescopios que éste había construido. Sin embargo, una vez instalado en Madrid, el formidable potencial de este instrumento científico, entonces el segundo más poderoso de Europa, no fue aprovechado plenamente, destinándoselo a observaciones de la Luna o los planetas, lo que no era su función específica.
     A partir de la década de 1790 Mendoza y Ríos se contó entre aquellos que deseaban modernizar un amplio frente de actividades en la Marina española.
     Entre ellas, tareas vinculadas a la cronometría y la mecánica de precisión, que trató de afianzar en el país mediante el envío de becarios españoles a Francia e Inglaterra. También contribuyó al desarrollo de actividades nuevas en el campo de la óptica y del cálculo numérico, en particular en sus aplicaciones a la construcción de tablas marinas. A través de su elevado perfil en el ambiente científico de Inglaterra, y de sus contactos con algunos de los principales fabricantes de instrumentos científicos, logró colocar a algunos jóvenes españoles como aprendices en talleres ingleses. Llegó, incluso, a lograr que uno de ellos fuera instruido en el arte del tallado de piedras preciosas para usos científicos e industriales que, en ese momento, era un arte envuelto en el secreto más estricto.
     Tuvo también considerable influencia en la introducción de técnicas modernas para el diseño y la operación de faros en España.
     Mendoza y Ríos se ocupó muy especialmente del uso de tablas matemáticas y otros auxiliares de la navegación astronómica, tema que, con anterioridad, había atraído su atención en España. Poco después de su llegada a Londres propuso a las autoridades de Inglaterra la publicación de una colección de tablas especialmente diseñadas para auxiliar el posicionamiento en la navegación oceánica. En 1797 publicó en las Philosophical Transactions de la Royal Society un importante trabajo sobre los problemas centrales de la navegación astronómica, que entonces era un tema científico de considerable dificultad e interés.
     Logró simplificar considerablemente los cálculos necesarios para determinar la posición de un navío en el mar, reduciéndola a la lectura de una sucesión de entradas pre-calculadas y reunidas en tablas especiales, muy compactas. En el diseño de esas tablas, cuyo tamaño y simplicidad las hacía particularmente adecuadas para su uso en un navío, demostró un talento matemático considerable.
     Luego de largas discusiones, un grupo importante de instituciones inglesas interesadas en la resolución del problema de la longitud prestaron concurso para que Mendoza y Ríos pudiera completar el cálculo de sus tablas y publicarlas en Inglaterra. Entre ellas se contaban la Royal Society, el Board of Longitude (la agencia británica encargada de promover la resolución del problema del posicionamiento de un navío en el mar), la Trinity House (que atendía a la construcción y mantenimiento de faros para la navegación), la East India Company (que controlaba el comercio con el oriente), y otras organizaciones. El soporte de esas instituciones hizo posible que las tablas se pudieran publicar a un precio accesible a los navegantes. El interés del trabajo de Mendoza y Ríos hizo que también Portugal, Rusia y otras potencias extranjeras se comprometieran a adquirir copias de su obra en números grandes.
     Las tablas de navegación fueron calculadas por un grupo de “computadores” —como entonces se llamaba a los calculistas— trabajando en paralelo y bajo la supervisión de Mendoza y Ríos; cada uno de ellos realizaba una tarea muy sencilla y repetitiva. El mismo sistema fue utilizado en Francia para la construcción de las grandes tablas trigonométricas decimales, proyecto en el que participó Lanz.
     En 1801 publicó, nuevamente en Philosophical Transactions, una descripción completa de uno de los instrumentos científicos a los que luego se le dio su nombre —el círculo reflector de Mendoza y Ríos— que mejora un diseño anterior de su amigo Jean- Charles de Borda (1733-1799).
     A partir de los primeros años del siglo XIX sus diferentes tablas fueron reimpresas con frecuencia en varios países; la introducción y la descripción de esas tablas fueron traducidas a varios idiomas, incluso al español. Las últimas ediciones de estas singulares tablas fueron hechas en la tercera década del siglo XX.
    Hacia finales del siglo XVIII, Mendoza y Ríos decidió transformar su visita a Londres en una residencia permanente; el 8 de noviembre de 1798 contrajo enlace en esa ciudad con Anna Maria Parker. El matrimonio tuvo dos hijas, Francisca y Anna Fermina (nacida en 1799). La segunda se casó con Sir Patrick Bellew (1798-1866), más tarde Lord Bellew of Barmeath Castle, Dunleer, co. Louth, Ireland, en 1829.
     En septiembre de 1796 Mendoza y Ríos había pedido permiso para retirarse de la Armada española.
     Durante varios años no se tomó acción alguna en relación con esa petición, posiblemente esperando un cambio de idea. Sin embargo, en mayo de 1800 el Rey de España decidió remover su nombre de la lista de la Armada española. Aunque no haya hecho explícita la razón, es posible que el hecho de que Mendoza y Ríos no regresara a España durante la guerra con Inglaterra puede haber tenido influencia en esa resolución, que fue contestada por Mendoza y Ríos hasta su muerte; rivalidades personales pueden también haber tenido cierta influencia en esa decisión. Sin embargo, la Armada y la Corte continuaron consultando a Mendoza y Ríos sobre temas navales, aun sobre cuestiones de cierta confidencialidad, hasta el fin de sus días.
     Mendoza y Ríos sufrió de mala salud desde su infancia y a lo largo de toda su vida; en su correspondencia personal, e incluso en sus obras científicas, hay referencias frecuentes a esta circunstancia. Sus dificultades se hicieron más serias —y quizás más obsesivas— hacia 1815, período en el que conmutaba entre sus casas de Londres y de New Steine, en la elegante Brighton, donde tomaba sus descansos una buena parte de la aristocracia inglesa. El 4 de marzo de 1816 Mendoza y Ríos se suicidó, ahorcándose en su casa de campo de Brighton. El informe forense dice que “habiendo enloquecido, se colgó a sí mismo”. El 11 de marzo fue enterrado en la iglesia de St. Nicholas, Brighton. Al morir, Mendoza y Ríos dejo a su esposa e hijas una fortuna considerable bajo la administración de un apoderado, como era entonces costumbre con las herencias dejadas a las mujeres.
     Mendoza y Ríos es, muy posiblemente, el matemático y astrónomo español que en los dos últimos siglos ha recibido el más alto reconocimiento internacional por su obra científica. Inglaterra lo reivindica como uno de sus principales científicos (Eduardo L. Ortiz, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Mendoza Ríos, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

La calle Mendoza Ríos, al detalle:
Edificio de la calle Mendoza Ríos, 4.
Edificio de la calle Mendoza Ríos, 16.
Azulejos conmemorativos a los Hermanos Bécquer.
Edificio de la calle Mendoza Ríos, 21.
Edificio de la calle Mendoza Ríos, 36.
Edificio de la calle Mendoza Ríos, 38.

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