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lunes, 24 de noviembre de 2025

El Retablo de la Virgen de la Antigua, en la nave del Evangelio, de la Iglesia del Salvador

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de la Virgen de la Antigua, en la nave del Evangelio, de la Iglesia del Salvador, de Sevilla.
     Hoy, 24 de noviembre, es el aniversario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Antigua (24 de noviembre de 1929), así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Retablo de la Virgen de la Antigua, en la nave del Evangelio, de la iglesia del Salvador, de Sevilla.
     La Iglesia Colegial del Divino Salvador [nº 19 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 44 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Salvador, 3 (también tiene acceso por la calle Córdoba, s/n); en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo.
     En la nave del Evangelio de la Iglesia del Salvador, junto a la puerta de acceso al patio de los naranjos se sitúa un pequeño retablo recompuesto dedicado a la Virgen de la Antigua, reproducción de la pintura mural de la Catedral que fue la gran devoción de Sevilla en la Edad Moderna. El retablo se recompuso en la segunda mitad del siglo XVIII con piezas de diferente procedencia, siendo la pintura una pieza original del siglo XVI (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
     Se trata de una obra retablística barroca de la 2ª 1/2 del siglo XVIII, con unas medidas de 5,75 x 2,49 x 0,87 mts., de modesta factura realizada con piezas de distintas procedencia y formas; con el único objetivo de proporcionar un encuadre ornamental a la pintura que se halla en su parte central.
     Está compuesto de mesa de altar, banco, dos cuerpos y tres calles; hallándose una escultura de San Antonio en el banco, un lienzo de la Virgen de la Antigua en el cuerpo principal y unas pequeñas esculturas de Santa Lucía, San Blas y Santa Águeda en el último.
     En el banco del Retablo podemos contemplar la imagen de San Antonio de Padua, talla anónima rococó de 1800, con unas medidas de 0,53 x 0,20 x 0,20 mts. Se trata de una pequeña pieza muy elaborada, ya que posee un detallado tratamiento en las encarnaduras de los rostros, en los ropajes, sobre todo en los del Niño Jesús que se hallan dorados y policromados, y en el modelado de las manos del santo.
      Se encuentra además muy exornada con labores de orfebrería en plata, halo del santo, vara de flores y potencias en el Niño. 
     La composición resulta estática y frontal a la vez que muy amble y tierna; resultando una derivación preciosista del modelo iconográfico creado por el barroco, especialmente advertible en el sonrosado y nacarado rostro de los protagonistas.
     El lienzo de la Virgen de la Antigua que preside este retablo es una recreación pictórica anónima del último 1/4 del siglo XVI, en óleo sobre madera, con unas medidas de 1,63 x 0,93 mts., de un modelo iconográfico gótico muy divulgado, cuya inspiración procede del original de la segunda mitad del siglo XIV conservado en la catedral de Sevilla.
      El ejemplar que nos ocupa se trata de una visión amable, pero se halla falto de la riqueza goticista, la profusa decoración en los ropajes y los ornamentos áureos de la primitiva, aunque participa de su linealismo y de la dulzura de su actitud.
      Carece del donante a sus pies y del ángel que, en el caso de la originaria catedralicia, sostiene una cartela; portando los ángeles de esta pieza, además de la corona de la Virgen, palmas.
     En este caso la figura de María se ubica sobre un pavimento levantado en perspectiva que da paso a un fondo plano, con la intención de acentuar el espacio, aspecto muy relacionable con otra imagen coetánea: la Virgen de Rocamador de la parroquia de San Lorenzo de Sevilla.
     Los dos siglos de diferencia existentes entre el original y la copia han servido para desarrollar mayor modelado y expresividad en los rostros tanto de la Virgen, como del Niño y los ángeles acompañantes. Estos presentan facciones populares e ingenuas y una mejor captación en el, muy incipiente aún, movimiento en los ropajes y gestos de estos últimos.
     El cuerpo superior del Retablo lo centra la imagen de San Blas; es esta una pieza anónima de mediana calidad de la segunda 1/2 del siglo XVII, con unas medidas de 1,00 x 0,60 x 0,30 mts., en la que se recrea el prototipo iconográfico con el que se  identifica a San Blas. Así encontramos al santo vestido de obispo con capa, alba, mitra, báculo y guantes; y alzando una mano en actitud de bendecir, acción con la que se relacionan todos sus milagros, ya que según la leyenda este mártir oriental curaba tanto a hombres como a animales sólo con este sencillo gesto.
      Es esta una obra muy frontal e inexpresiva, dada la hierática captación del rostro del protagonista, aunque bastante resuelta en cuanto al movimiento de paños, gracias a la pierna adelantada que muestra el santo.
     A la imagen de San Blas la flanquean, Santa Águeda y Santa Lucía, vírgenes y mártires.
     Santa Águeda, es una imagen barroca del último 1/4 del siglo XVII, anónima, con unas medidas de 0,45 x 0,20 x 0,15 mts. Se trata de una pequeña obra pero su tamaño no desmerece su cierta valía, ya que participa de los prototipos iconográficos creados para las santas mártires cristianas por el barroco sevillano.
     Porta una voluminosa palma, a la vez que su cuerpo se arquea en un marcado contraposto, acentuándose el movimiento de paños de su ropaje, dirigiendo su mirada hacia el lado derecho, en un acusado perfil.
      La imagen sujeta con ambas manos una bandeja en la que están depositados sus propios senos, según cuenta la leyenda de su martirio, ya que después de negarse a ser poseída por el prefecto siciliano Quintiliano, sufrió diversos suplicios que la llevaron, además a intentar ser violada, para finalmente morir quemada sobre carbones ardientes.
      Es habitual en este periodo histórico su representación junto a Santa Lucía.   
     Santa Lucía, es una imagen barroca del último 1/4 del siglo XVII, anónima, con unas medidas de 0,45 x 0,20 x 0,15 mts. Se trata de una pequeña obra pero su tamaño no desmerece su cierta valía, ya que participa de los prototipos iconográficos creados para las santas mártires cristianas por el barroco sevillano.
     Porta una voluminosa palma, a la vez que recoge hacia un lado sus elaborados ropajes, que muestran un buen movimento de paños, manteniendo una actitud reconcentrada y cabizbaja; hallándose falta de otro de los atributos que la identifican y que dada la posición de su mano en alto, bien pudo ser una espada.
     Esta santa siciliana fue perseguida por sus creencias religiosas, aunque el relato de la suerte de su martirio sólo es recreado por Santiago de la Vorágine en la "Leyenda Dorada", que lo recoge de las "Actas" griegas y latinas de su vida. Según estos escritos en su suplicio sufrió variadas torturas: fue violada, quemada en la hoguera, para por fin ser atravesada por una espada, ya que había salido indemne de sus anteriores martirios.
      Esta pequeña imagen recoge la iconografía de la santa en sus versiones posteriores al siglo XIV, donde se le añade un episodio más a su suplicio, y se la suele representar con una bandeja en la que porta sus propios ojos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Bonito y encantador lienzo barroco, donde las líneas de la primitiva efigie gótica quedan traducidas a la gracia cálida y riente de principios del siglo XVIII. Está muy bien conservado en su fresco y grato colorido, por hallarse bajo cristal. Mide 1,60 x 0,90 m. Ocupa un retablo a los pies de la iglesia, nave Evangelio, flanqueando la puerta que comunica con el patio de los Naranjos. Por este emplazamiento tan a mano, goza de cierta devoción. Es titular de una simpática hermandad benéfica, fundada en 1946, que también venera a San Antonio de Padua, y que se dedica al noble y caritativo fin de socorrer a los conventos de religiosas de clausura [Juan Martínez Alcalde, Sevilla Mariana. Repertorio iconográfico. Ed. Guadalquivir. Sevilla, 1997].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Virgen con el Niño;
   Tal como ocurre en el arte bizantino, que suministró a Occidente los prototipos, las representaciones de la Virgen con el Niño se reparten en dos series: las Vírgenes de Majestad y las Vírgenes de Ternura.
La Virgen de Majestad
   Este tema iconográfico, que desde el siglo IV aparecía en la escena de la Adoración de los Magos, se caracteriza por la actitud rigurosamente frontal de la Virgen sentada sobre un trono, con el Niño Jesús sobre las rodillas; y por su expresión grave, solemne, casi hierática.
   En el arte francés, los ejemplos más antiguos de Vírgenes de Majestad son las estatuas relicarios de Auvernia, que datan de los siglos X u XI. Antiguamente, en la catedral de Clermont había una Virgen de oro que se mencionaba con el nom­bre de Majesté de sainte Marie, acerca de la cual puede dar una idea la Majestad de sainte Foy, que se conserva en el tesoro de la abadía de Conques.
   Este tipo deriva de un icono bizantino que el obispo de Clermont hizo emplear como modelo para la ejecución, en 946, de esta Virgen de oro macizo destinada a guardar las reliquias en su interior.
   Las Vírgenes de Majestad esculpidas sobre los tímpanos de la portada Real de Chartres (hacia 1150), la portada Sainte Anne de Notre Dame de París (hacia 1170) y la nave norte de la catedral de Reims (hacia 1175) se parecen a aquellas estatuas relicarios de Auvernia, a causa de un origen común antes que por influencia directa. Casi todas están rematadas por un baldaquino que no es, como se ha creído, la imitación de un dosel procesional, sino el símbolo de la Jerusalén celeste en forma de iglesia de cúpula rodeada de torres.
   Siempre bajo las mismas influencias bizantinas, la Virgen de Majestad aparece más tarde con el nombre de Maestà, en la pintura italiana del Trecento, transportada sobre un trono por ángeles.
   Basta recordar la Madonna de Cimabue, la Maestà pintada por Duccio para el altar mayor de la catedral de Siena y el fresco de Simone Martini en el Palacio Comunal de Siena.
   En la escultura francesa del siglo XII, los pies desnudos del Niño Jesús a quien la Virgen lleva en brazos, están sostenidos por dos pequeños ángeles arrodillados. La estatua de madera llamada La Diège (Dei genitrix), en la iglesia de Jouy en Jozas, es un ejemplo de este tipo.
El trono de Salomón
   Una variante interesante de la Virgen de Majestad o Sedes Sapientiae, es la Virgen sentada sobre el trono con los leones de Salomón, rodeada de figuras alegóricas en forma de mujeres coronadas, que simbolizan sus virtudes en el momento de la Encarnación del Redentor.
   Son la Soledad (Solitudo), porque el ángel Gabriel encontró a la Virgen sola en el oratorio, la Modestia (Verecundia), porque se espantó al oír la salutación angélica, la Prudencia (Prudentia), porque se preguntó como se realizaría esa promesa, la Virginidad (Virginitas), porque respondió: No conocí hombre alguno (Virum non cognosco), la Humildad (Humilitas), porque agregó: Soy la sierva del Señor (Ecce ancilla Domini) y finalmente la Obediencia (Obedientia), porque dijo: Que se haga según tu palabra (Secundum verbum tuum).
   Pueden citarse algunos ejemplos de este tema en las miniaturas francesas del siglo XIII, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia. Pero sobre todo ha inspirado esculturas y pinturas monumentales en los países de lengua alemana.
La Virgen de Ternura
   A la Virgen de Majestad, que dominó el arte del siglo XII, sucedió un tipo de Virgen más humana que no se contenta más con servir de trono al Niño divino y presentarlo a la adoración de los fieles, sino que es una verdadera madre relacionada con su hijo por todas las fibras de su carne, como si -contrariamente a lo que postula la doctrina de la Iglesia- lo hubiese concebido en la voluptuosidad y parido con dolor.
   La expresión de ternura maternal comporta matices infinitamente más variados que la gravedad sacerdotal. Las actitudes son también más libres e imprevistas, naturalmente. Una Virgen de Majestad siempre está sentada en su trono; por el contrario, las Vírgenes de Ternura pueden estar indistintamente sentadas o de pie, acostadas o  de rodillas. Por ello, no puede estudiárselas en conjunto y necesariamente deben introducir en su clasificación numerosas subdivisiones.
   El tipo más común es la Virgen nodriza. Pero se la representa también sobre su lecho de parturienta o participando en los juegos del Niño.
El niño Jesús acariciando la barbilla de su madre

   Entre las innumerables representaciones de la Virgen madre, las más frecuentes no son aquellas donde amamanta al Niño sino esas otras donde, a veces sola, a veces con santa Ana y san José, tiene al Niño en brazos, lo acaricia tiernamente, juega con él. Esas maternidades sonrientes, flores exquisitas del arte cristiano, son ciertamente, junto a las Maternidades dolorosas llamadas Vírgenes de Piedad, las imágenes que más han contribuido a acercar a la Santísima Virgen al corazón de los fieles.
   A decir verdad, las Vírgenes pintadas o esculpidas de la Edad Media están menos sonrientes de lo que se cree: la expresión de María es generalmente grave e incluso preocupada, como si previera los dolores que le deparará el futuro, la espada que le atravesará el corazón. Sucede con frecuencia que ni siquiera mire al Niño que tiene en los brazos, y es raro que participe en sus juegos. Es el Niño quien aca­ricia el mentón y la mejilla de su madre, quien sonríe y le tiende los brazos, como si quisiera alegrarla, arrancarla de sus sombríos pensamientos.
   Los frutos, los pájaros que sirven de juguetes y sonajeros al Niño Jesús tenían, al menos en su origen, un significado simbólico que explica esta expresión de inquieta gravedad. El pájaro es el símbolo de l alma salvada; la manzana y el racimo de uvas, aluden al pecado de Adán redimido por la sangre del Redentor.
   A veces, el Niño está representado durante el sueño que la Virgen vela. Ella impone silencio a su compañero de juego, el pequeño san Juan Bautista, llevando un dedo a la boca.
   Ella le enseña a escribir, es la que se llama Virgen del tintero (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000). 
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Más sobre la Iglesia del Salvador, en ExplicArte Sevilla.

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