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viernes, 8 de enero de 2021

El banco de la provincia de Orense, en la Plaza de España

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el banco de la provincia de Orense, en la Plaza de España, de Sevilla.
   Hoy, 8 de enero, se conmemora el final del asedio de la Catedral de Orense (8 de enero de 1472), siendo éste el tema del panel central del banco de la provincia orensana, así que es hoy el mejor día para Explicarte el banco de la provincia de Orense, en la Plaza de España, de Sevilla.
     La Plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.
   La estructura de cada banco provincial consiste en un panel frontal representando un acontecimiento histórico representativo de la provincia en cuestión, incluyendo por lo general escenas con los monumentos más representativos de la ciudad o provincia. Flanquean el conjunto anaqueles de cerámica vidriada, destinados originalmente a contener publicaciones y folletos de la provincia en cuestión. Rematando el banco aparece un medallón cerámico en relieve con su escudo. En el suelo se reproduce en azulejos el plano de la provincia y sus localidades más destacadas. Entre los arcos figuran los bustos en relieve de los personajes más importantes de la historia de España. La ejecución- de la mayoría de los mismos corrió a cargo del escultor ceramista Pedro Navia Campos.
   La Exposición Iberoamericana tuvo sus motivaciones políticas y propagandísticas, y éstas influyeron en algunos detalles. Respecto a las escenas históricas representadas en los bancos de las provincias, algunos de ellos fueron retirados precipitadamente en los meses previos a su inauguración por sus incorrecciones históricas o su inconveniencia política, ya que se consideró que no sintonizaban con la idea de unidad y paz que pretendía proyectar el recinto monumental.
   En el banco de la provincia de Orense, situado entre los de las provincias de Pamplona (Navarra) y Oviedo (Asturias), y entre las Puertas de Castilla (Capitanía General) y la de Navarra, la escena histórica representada en su panel central es el final del asedio de la Catedral de Orense, hecho acontecido el 8 de enero de 1472, flanqueado por los escudos de la capital orensana y el nacional, siendo un boceto de Enrique Orce, y realizado en la Fábrica Vda. de Tova Villalva en 1926. Restaurado in situ por la Escuela Taller de la Plaza de España, en la última fase de los trabajos finalizada en 2010. 
   Los azulejos retirados fueron restaurados por dicha Escuela y depositados en los almacenes del Patrimonio del Estado ubicado en los bajos del edificio de la Plaza de España, y en los extremos unos anaqueles, también cerámicos, donde se colocaron originalmente folletos de cada localidad. En la zona inferior encontramos otro panel cerámico con el mapa de la provincia y tres bancos en forma de "U" decorados con dibujos vegetales derivados de los típicos candelieri con angelotes, y cartelas con las imágenes de monumentos orensanos como el Puente Mayor, y el Monumento a Concepción Arenal, entre otros.
   Sobre el balcón, encontramos una balaustrada centrada por el escudo, en forma de tondo, de la provincia, decorado con una especie de corona de laurel. En el arco que está sobre él, aparecen en sus enjutas los relieves con los bustos de Miguel de Cervantes Saavedra, Cervantes (1547 – 1616), escritor, novelista, dramaturgo, poeta, militar.; y Luis de Góngora y Argote, Góngora (1561 – 1627), poeta (www.retabloceramico.net).
Conozcamos mejor el hecho histórico que aparece en el panel principal del banco de la provincia de Orense,  el final del asedio a la Catedral orensana, el 8 de enero de 1472
   La catedral de Orense, como otros edificios eclesiásticos, aparte de sus funciones religiosas cumplió desde un primer momento con otros fines menos píos. Uno de estos fue el defensivo, siendo el bastión último del poder del Cabildo e Iglesia de esta sede. Sobre sus bellas portadas y esbeltas bóvedas existieron siempre los almenados paseos de ronda y las torres fortificadas.
   No es de extrañar que en esta situación la obra catedralicia, como tantas otras, se viera afectada en todos aquellos tan frecuentes momentos de crisis, inestabilidad o enfrentamiento con otros poderes, nobleza y ayuntamiento sobre todo.
   Una de estas situaciones se vivió en las últimas décadas del s. XIV cuando las incursiones de los ingleses arruinaron la ciudad. A causa de estos enfrentamientos se hizo necesario reparar los antepechos y ronda almenada de la Catedral, para lo cual se contó, en el primer tercio del siglo siguiente, con los servicios de Alfonso de Merça, pedrero vecino de Orense.
   Más adelante, la noche del 20 de septiembre de 1455 los vecinos y el Concejo de Orense, cansados de los continuos agravios que recibían desde la fortificada catedral, tomaron al asalto los pazos y corral del Obispo, continuando los enfrentamientos durante los siguientes días. 
   No es muy difícil deducir que estos hechos provocaran un cierto temor a sectores del Cabildo, puesto que el 26 de abril de 1464, reunido éste en la claustra nova, don Juan González de Deza, arcediano de Baroncelle y electo en la dicha Iglesia, junto con los vicarios informó del acuerdo a que habían llegado para que Rodrigo de Varsea, vizcaíno y pedrero morador en Orense, alzase las torrecillas y circuito que se hallaban sobre dicha iglesia hacia la claustra nova, acuerdo éste que contó con el apoyo de todos pues non tenian outro defendemento cerca nen fortalesa para se amparar e defender en esta cibdade salvo a dita Iglesia, excepto del maestrescuela Alfonso Yáñez partidario de invertir ese capital en libros, capas y ornamentos que de seguro serían también muy necesarios. Este recinto amurallado todavía se conserva hoy sobre la Claustra Nova.
   Si esta zona del edificio catedralicio, con la presencia de esta nueva construc­ción, era el baluarte más sólido para su defensa, parece lógico pensar que ante un eventual ataque éste se hiciese por el flanco más vulnerable, el norte. Y así sucedió cuando a finales de 1471 don Rodrigo Alonso de Pimentel, conde de Benavente se acercó a la ciudad de Orense, con el apoyo de buena parte de la nobleza (empezando por su hermano Juan Pimentel, Sancho Sánchez de Ulloa conde de Monterrey, Lope Sánchez de Moscoso conde de Altamira y Pedro Álvarez de Sotomayor "conde de Camiña" entre otros) con el propósito de hacerse con su control, atacando precisamente por el flanco norte la fortaleza que era la Catedral, donde se hicieron fuertes los hombres del Concejo y algunos beneficiados de esta Iglesia, ayudados por el conde de Lemos, don Pedro Álvarez Osorio, que a la sazón tenía por alcaide de dicha fortaleza a Rodrigo de Ousende.
   Aunque como veremos se les achacará no tener "justa causa", los motivos de este enfrentamiento habría que llevarlos mucho más atrás. La relación del conde de Lemos con la ciudad de Orense había comenzado ya desde 1442 cuando había mantenido contactos con el concejo a fin de convertirse en comendador de la ciudad, acuerdos estos que no cristalizaron hasta 1447 con el consentimiento del Cabildo, ratificados por el nuevo obispo, Fr. Pedro de Silva, en 1448. Por otra parte, la enemistad que había entre las dos familias comienza, si no antes, entre 1449 y 1454 cuando se suceden cruentos enfrentamientos por derechos territoriales a raíz de la vinculación del de Benavente (padre de Rodrigo Alonso Pimentel) al infante Juan de Navarra, lo que le costó la prisión y el secuestro de sus bienes, pasando los de Galicia a la dependencia del conde de Lemos. Así las cosas, el interés de ambos con­des por hacerse con el control de esta importante ciudad y punto estratégico de las vías comerciales se entremezcla con las rencillas de carácter personal.
   Desconocemos cuanto duró el asedio del conde de Benavente, que consta docu­mentalmente los días l y 8 de diciembre, pero sí sabemos que acabó el 8 de enero de 1472 cuando la gente armada de la catedral entregó el edificio a las fuerzas atacantes. Unos días antes, el 3 de dicho mes de enero, los dos condes firmaban los acuerdos poniendo fin a sus luchas. Esto se conseguía mediante el matrimonio de sus respectivos hijos Luis Pimentel y Juana Osorio, estableciendo, según el padre García Oro, en "el capítulo de las restituciones... que los Osorio devolverían a los Pimentel Allariz, Sandianes, Puebla de Brollón, y dejarían bajo la dependencia de los mismos la catedral de Orense y el castillo Ramiro, los cuales quedaban de momento en poder de Diego Osorio, primo del conde de Lemos y caballero al servicio del de Benavente. Así mismo, el conde de Lemos daría a conocer las disposíciones testamentarias de su hijo D. Alonso respecto a la viuda Leonor (Pimentel, hija del conde de Benavente, a la que había dejado heredera universal en su primer testamento) y les daría cumplimiento en el plazo máximo de dos meses" y otras condiciones como el perdón general a los hombres que actuaron en cualquiera de los dos bandos, pactos estos que todavía recogían flecos en 1479. Quedaría pues el de Benavente al mando de la ciudad, ratificando por escrito los acuerdos definitivos el 3 de febrero de 1473 con el obispo D. Diego de Fonseca, que lo recibiría como comendador vitalicio. 
 A consecuencia de este triste acontecimiento fueron muchos los daños que sufrió la ciudad, se destruyó el Palacio y Corral del Obispo y más de ochenta casas, muchas de ellas en la Rúa de Obra. También la fábrica de la catedral, que había conservado en esencia las características marcadas por sus primitivos constructo­res, se ve seriamente dañada, y especialmente las zonas donde los ataques de las tropas de asedio se hicieron más patentes, es decir, el frontis norte. con la capilla del Crucifijo, y la capilla de San Juan.
   Pero para comprobar el alcance de los hechos veremos un alegato público del canónigo y procurador del cabildo, Juan de Loureiro, diez años después de acaeci­dos los acontecimientos, el 17 de diciembre de 1480: el señor conde de Lemos e sus criados caballeros e escuderos fezieron resistenia en lo alto e fuerzas de la Iglesia como poderoso en contenençia con el señor obispo e Cabildo de la dicha Iglesia parte de la una, e de la otra el magnifico señor conde de Benavente e sus aliados los condes de Monterrey e de Altamira e de Camiña e don lohan de Pimentel e outros muchos caballeros escuderos piones e onbres a ellos aderentes e aliados. con poco remar de Dios... et en opoblio et yncontinto de los Cuerpos Santos de la gloriosa señora Santa Eufemia virgen et señor Sant Fagundo et San Premitibo cuios cuerpos estan dentro de la dicha iglesia et del Santo Crucifixo et otras muchas reliquias de santos que en ella estan. Et sin ninguno de ellos aver justa causa los unos a la defender et los otros a la tomar destruyr e derribar trabaron su guerra de manera que la minaron et derribaron grande parte de ella con la bobeda et membros de la porta principal de ella que sale contra la Rua de Obra et la casa del Santo Crucifixo et ansimismo derrocaron la capilla grande de bobeda del señor Sant Iohan Bautista donde rescebian los Sacramentos del Santo baptismo. Et nunca la quesieron aderesçar ny adobar ny tornar a redificar e fazer segun eran y son obligados a causa de lo qual el Cabildo de la dicha Iglesia ha puesto sus rentas e con las elemosynas de los buenos fieles e catolicos christianos procuran su poder para la adobar e reparar e sus facultades non pueden bastar nin bastan para ello exhortando los canónigos con tomar medidas judiciales ante el Rey y pena de excomunión para que la quieran reedificar et la tornar a adobar et refazer et la tornen en el estado que antes estaba et paguen lo que hasta aquí ha custado et custare a fazer, es decir cuatro contos de mrs. viejos como indemnización a la Fábrica  por los daños ocasionados.
   A pesar de ello tardarían mucho los hombres del cabildo en ver alguna indemnización. El de Benavente no se consideraba culpable haciendo lo que creía justo, y el de Lemos por haber mantenido los pactos contraídos y no gozar ya de los beneficios que antes tenía.
   El primero en aportar algo fue el de Benavente que el 11 de enero de 1498, tras varias breves Apostólicas, renuncia a 10.000 mrs. de juro de los 45.000 que tenía sobre la alcabala de vino y carne de la ciudad de Orense a favor de la Fábrica de la Catedral, en satisfacción por los daños ocasionados en las guerras con el conde de Lemos. No satisfecho el cabildo, envía en 1500 a fray Francisco Dávila, fraile de San Francisco de Orense, a Benavente para tratar con los condes sobre la satisfacción de los daños causados en su iglesia, dando sus frutos en las concesiones de su sucesor Alonso Pimentel hasta alcanzar los 600.000 mrs. por los dichos dapnos y rotura fechos en la dicha Yglesia de la capilla del señor san Juan y puerta de la Rua Dobra con la capilla en que esta el Santo Crucifixo y ansymismo en los pala­cios hepiscopales... por el muy ilustre señor don Rodrigo Alonso Pemyntel su padre que aya gloria al tiempo que vino sobre esta dicha Yglesia y palacios hepiscopales por raçon de las guerras discordias y diferencias que abia entre dicho señor conde defunto e el magnifico don Pedro Alvarez Osorio conde de lemos otrosy defunto.
   Luego el de Lemos,  Rodrigo  Enríquez  Osorio, sucesor y  nieto  de D. Pedro Álvarez Osorio, quien el 26 de junio de 1500 donó al Cabildo la aldea y coto de Trelle y el casar de Coytelo, para el alumbrado de una lámpara ante la imagen del Santo Crucifijo. Y finalmente las donaciones de otros implicados como el conde de Monterrey que en su testamento de 1505 no olvida conceder 25.000 mrs. para la capilla del Crucifijo por la ofensa y daño que se le hizo en los tiempos pasados (ya antes, en su testamento de 1480, mandaba 30.000 mrs. a la Iglesia de Orense para su reparo, pidiendo perdón al obispo, beneficiados y ciudadanos a los cuales había hecho mal sin razón).
   No tardaron, sin embargo, en repararse los destrozos ocasionados. Esta situación, sumada a la obra del puente, supusieron los dos grandes alicientes para la construcción en el Orense de finales del siglo XV, dinamizando todos los sectores relacionados con ella y por extensión la vida económica de la ciudad. No será pues extraña la presencia de maestros foráneos que intenten hacerse con la responsabilidad de las obras (Julio Vázquez Castro, Las obras góticas en la Catedral de Orense 1471-1498).
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