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viernes, 29 de mayo de 2020

La pintura "El vendedor de bebidas", de Pedro Núñez de Villavicencio, en la sala VI del Museo de Bellas Artes


      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "El vendedor de bebidas" de Pedro Núñez de Villavicencio, en la sala VI, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
   El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
   En la sala VI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "El vendedor de bebidas", obra de Pedro Núñez de Villavicencio (1640 - h. 1695), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado en 1694, con unas medidas de 1,60 x 0,89 m., y procedente de la adquisición por parte del Estado (1973).
   Escena de referencia murillesca en la que se representa a un niño, pobremente vestido, que arrodillado sirve alguna bebida de una vasija de metal a otro a cambio de una moneda. La vestimenta de este segundo personaje, más rica y cuidada, nos habla de una clase social superior. Como fondo, se abre un paisaje vacío con tonos neutros. 
   A pesar de la influencia de Murillo, el tratamiento cálido de los tonos y la minuciosidad en el modelado de las figuras personalizan la obra de Núñez de Villavicencio con referencias de la pintura italiana. 
   Podemos ver a simple vista un arrepentimiento sobre la mano izquierda del personaje principal, detalle propio de un pintor que trabaja más a la prima que realizando bocetos (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
   Pedro Núñez de Villavicencio nació en Sevilla en 1640 en el seno de una familia nobiliaria, ya que su padre fue almirante de la armada española. Su distinguido origen le permitió recibir una educación de elevado nivel que le orientó hacia la carrera de las armas, ocupación que compaginó con la dedicación a la pintura. Algunas noticias biográficas nos indican que se aficionó a la pintura al lado de Murillo y que fue éste quien encauzó su vocación artística. En efecto, ambos fueron amigos e incluso Murillo nombró a Núñez de Villavicencio su albacea testamentario.

   La relación de Núñez de Villavicencio con el ambiente artístico sevillano fue intensa desde su juventud, puesto que desde 1660 aparece como uno de los fundadores de la Academia de Pintura. Sin embargo poco tiempo después ingresó en la Orden de Jerusalén de Caballeros de Malta por lo que hubo de trasladarse a dicha isla para realizar allí su noviciado.
   La estancia en Malta de Núñez de Villavicencio fue decisiva en el orden artístico, puesto que allí conectó con el gran artista italiano Matía Preti con el que mantuvo una estrecha relación artística que le llevó a asimilar su estilo e incluso a copiar muchas de sus obras.
   A partir de 1664 se constata la presencia alternante de Núñez de Villavicencio entre Italia y España, cumpliendo sus funciones como caballero de la orden de Malta. En 1693 fue nombrado por el rey Carlos II secretario de embajada, cargo que no debió ocupar demasiado tiempo puesto que debió de morir en fechas inmediatas. No conocemos con exactitud el año de su fallecimiento pero éste hubo de acontecer antes de 1698, año en el que su madre al redactar su testamento indica que su hijo Pedro había fallecido.

   Muy personal e interesante es la representación de El vendedor de bebidas, en la cual Núñez de Villavicencio recrea con personal estilo un tema que tiene claras derivaciones de origen murillesco. En la escena un muchacho aguador llena con calmada complacencia un vaso de agua para calmar la sed de un niño, que se apresta a pagar con una moneda tan estimable servicio (Enrique Valdivieso González, La pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ed. Galve, Sevilla, 1993).
Conozcamos mejor la Biografía de Pedro Núñez de Villavicencio, autor de la obra reseñada;
   Pedro Núñez de Villavicencio, (Sevilla, junio de 1640 – Madrid, 1695), pintor.
   Nació en un ambiente acomodado, en un hogar vinculado a la Carrera de Indias y alguno de sus hermanos ejercía como cargador de la flota mercantil. El talante aristocrático de la familia y la propia adscripción del pintor a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén no le privó de ejercer profesionalmente como pintor. Es una llamativa circunstancia que viene a encajar con el carácter liberal de la pintura, como se había venido reclamando desde el siglo XVI.
   Ceán Bermúdez alude a su formación inicial al lado de Murillo y lo expresa en términos de encauzamiento de una afición. A mediados de siglo, cuando Núñez de Villavicencio inició su formación, Murillo vivía entre las collaciones de San Nicolás y San Isidoro, muy cerca de la suya. En 1660 aparece entre los participantes de la Academia de la Lonja y un año más tarde abandonó la ciudad para emprender camino hacia Malta, donde desarrolló su formación en la Orden Militar de San Juan del Temple. Allí coincidió con una figura clave en su arte, Matia Pretti, miembro de la propia comunidad, con quien tuvo la oportunidad de conformar su estilo. De vuelta, en 1664, continuaría sus contactos con Murillo, recién instalado en el barrio donde estaba arraigada la familia de Núñez de Villavicencio, San Bartolomé.
   En los siguientes años, repartió su tiempo entre el taller de pintura y las comisiones de la Orden de Malta. En esa coyuntura alcanzó un gran prestigio, consiguiendo un importante reconocimiento como retratista. En 1670 hizo el del arzobispo Spínola, claramente inspirado en el autorretrato de Murillo, con un marco fingido sobre el que apoya la mano, para romper la frontera que separa realidad de ficción. Y tres años más tarde se encuentra en Roma, cumpliendo tareas propias de los sanjuanistas. La proximidad a Murillo queda de manifiesto en 1682 al aparecer entonces como su albacea testamentario.
   En 1689 obtuvo la encomienda sanjuanista de Bodonal de la Sierra (Badajoz), un claro reconocimiento a su progreso dentro de la Orden y un evidente signo de distinción social, como gusta de reconocer en el cuadro del Prado, donde firma como “Fr. D. Pº de Villavicencio fabt Comor de Vodonal hispsis”. En esta coyuntura se vio favorecido por la consideración de la propia Corte, donde residió entre 1692 y 1694, al final de sus días. Regaló al Monarca el cuadro que representa a los Niños jugando a los dados, un tema que atrajo a la sociedad del momento. Cuenta Palomino que el propio pintor regaló al conde de Monterrey otra pintura de ambientes urbanos.
   El particular estilo de Núñez de Villavicencio deriva de la propia idiosincrasia del noble que ejerce como pintor, y del hecho de ser un gran viajero y bien relacionado con la elite social. Cultivó un arte interesado por las descripciones callejeras, con jóvenes mendigos, puede que influido por el modelo murillesco, pero también marcado por el espíritu religioso-militar de la Orden de San Juan, dadivoso y protector de la infancia. Dentro de este capítulo de su producción destacan los lienzos del Museo de Leicester y el del Museo Ponce de Puerto Rico, los únicos firmados por el pintor, que muestran a Niños jugando a los dados y los Niños comiendo mejillones y a los Niños con calabazas. Pero sobre todo una pieza no firmada, pero sí documentada, que se encuentra en la pinacoteca del Prado, con los Niños jugando los dados, afín a la del Museo sevillano. Evocaciones todas del arte del maestro, Murillo, de acuerdo con el gusto imperante y la afición a la pintura de bambochadas. De acuerdo con ese mismo espíritu hay que reconocer el alto nivel que alcanzó su obra retratística con las distintas versiones del arzobispo Ambrosio Spínola. En la pintura de temática religiosa se aprecia claramente la incidencia del arte de Pretti, basten los episodios Judit mostrando la cabeza de Holofernes, del Museo de Bellas Artes de Sevilla, o La Piedad, del Prado (Fernando Quiles García, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "El vendedor de bebidas" de Pedro Núñez de Villavicencio, en la sala VI, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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