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martes, 4 de febrero de 2025

El edificio 44 "Josefa Amar y Borbón", de Juan Manuel Rojo Laguillo, y sus jardines, en la Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el edificio 44 "Josefa Amar y Borbón", de Juan Manuel Rojo y Laguillo, y sus jardines, en la Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla)
     Hoy, 4 de febrero, es el aniversario del nacimiento (4 de febrero de 1749) de Josefa Amar y Borbón, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el edificio 44 "Josefa Amar y Borbón", de Juan Manuel Rojo Laguillo, y sus jardines, en la Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla)
     Edificio de planta rectangular con sendos añadidos en los extremos, que albergan los accesos y cajas de escaleras, que le confieren un dinamismo que conjuga con las líneas rectas dominantes, dotando al conjunto de un acabado poligonal. 
     El uso de lucernarios y líneas rectas confieren al acabado de una sobriedad que relee las líneas generales del lenguaje utilizado por OTAISA en las primitivas construcciones. Su situación como elemento exento del conjunto de la antigua Universidad Laboral, dota de personalidad al entorno donde se erige (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Los jardines del edificio 44 se configuran en tres espacios independientes, dos de ellos de planta irregular. Se localizan en las caras norte, oeste y sureste del edificio, y se encuentran rodeados por el acerado. En ellos pueden observarse distintas especies de árboles, arbustos y palmáceas.
     Su base es de hierba y el perímetro se delimita con una línea de adoquines, que según la zona, puede encontrarse al mismo nivel del suelo o por encima de éste, en forma de escalón.
     En la cara norte se localizan ejemplares de Palmera canaria (Phoenix canariensis), Palmera mexicana (Washingtonia robusta), Olmo común o Negrillo (Ulmus minor), Catalpa de bola (Catalpa bungei), Flor del amor (Agapanthus africanus) y de Pacífco (Hibiscus rosa-sinensis).
     La Palmera canaria tiene un tronco de hasta 1 metro de diámetro y puede crecer hasta los 20 metros de altura, sus hojas son de color verde brillante, divididas y arqueadas, las fores pueden ser masculinas o femeninas y están presentes en ejemplares distintos; las flores femeninas producen frutos en forma de bayas de color naranja.
     La Palmera mexicana llega a superar los 30 metros de altura, tiene un tronco fino, hojas muy grandes en forma de abanico, de color verde brillante, flores hermafroditas de color blanco y frutos pardos de menos de 1 centímetro.
     El Olmo común o Negrillo es un árbol que puede sobrepasar los 20 metros de altura. Sus hojas son caducas, simples, alternas y asimétricas en la base, con el margen doblemente aserrado y haz lampiño pero rugoso. Presenta flores en ramilletes de color rojizo, y los frutos tienen forma de sámara alargada, rodeada de un ala plana.
     La Catalpa de bola es una especie caducifolia que puede alcanzar los 6 metros de altura. Su copa es aparasolada, llegando a alcanzar los 5 metros de diámetro. Las hojas son de gran tamaño, de color fuerte en el haz y más pálidas en el envés, acorazonadas. Las flores se presentan agrupadas, tienen la corola blanquecina con puntos púrpuras en la garganta. El fruto tiene forma de cápsula lineal.
     La Flor del amor es una planta perenne con raíces tuberosas, hojas lineares de unos 30 centímetros de longitud de color verde, y flores azul intenso o de color blanco.
     El Pacífico es un arbusto perennifolio que puede alcanzar los 2 metros de altura, con hojas simples y alternas, de color verde brillante; las flores son solitarias, axilares y tienen forma de embudo, pudiendo ser de color rojo, naranja, rosa o amarillo. 
      En la cara oeste, ocupando un parterre rectangular, se localizan ejemplares de Roble australiano (Grevillea robusta), un árbol de gran tamaño que puede llegar a los 20 metros de altura, con la copa piramidal. Sus hojas son persistentes, compuestas y de hasta 30 centímetros de longitud, verde oscuro por el haz y plateadas en el envés. Las flores son doradas, de unos 12 centímetros de longitud, en racimos cilíndricos. El fruto es negruzco y el extremo acaba en un gancho.
     En la fachada suroeste encontramos un espacio irregular que bordea el aparcamiento del edificio. Aquí hay ejemplares de Olmo común o Negrillo (Ulmus minor) y de Jabonero de la China (Koelreuteria paniculata laxm). Este último es un árbol caducifolio que puede alcanzar 7-8 metros de altura. Sus hojas son alternas con el borde dentado y gran cantidad de foliolos. Las flores son amarillas y se agrupan en espigas. Sus frutos tienen forma de farolillo, con 3 caras y una textura parecida al papel. Las semillas son de unos 7 milímetros de diámetro, negras y lisas. 
     Las Oficinas Técnicas de Arquitectura e Ingeniería S.A. (OTAISA), recibieron el encargo de construir la Universidad Laboral de Sevilla en 1949.
     Además de las edificaciones destinadas a acoger a los alumnos, los arquitectos encargados del proyecto tuvieron en cuenta la importancia de los jardines en un campus como este, creando diferentes composiciones. Con el paso del tiempo los espacios se han ido modernizando, añadiendo nuevas construcciones pero sin olvidar el papel esencial que tienen los jardines en esta universidad.
     Actualmente todos estos jardines forman parte de la Universidad Pablo de Olavide, que se asienta en los terrenos de la Antigua Universidad Laboral (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Biografía de Josefa Amar y Borbón, personaje que da nombre a la obra reseñada;
     Josefa Amar y Borbón, (Zaragoza, 4 de febrero de 1749 – 21 de febrero de 1833). Escritora ilustrada y defensora de la educación de las mujeres.
     Nació en el seno de una familia que contaba por las dos ramas con una larga tradición intelectual vinculada a la Medicina. Su padre, José Amar y Arguedas, nacido en Borja en 1715, se doctoró por la Universidad de Zaragoza en 1739 y obtuvo la cátedra de Anatomía unos años más tarde. En 1754 se trasladó a Madrid, donde fue médico real, vicepresidente de la Real Academia Médico-Matritense y autor de obras de su especialidad, falleciendo en 1779. Su madre, Ignacia Borbón y Vallejo, fue hija de Miguel Borbón y Berné, también zaragozano y catedrático, que en 1746 pasó a Madrid como médico de la Real Cámara. Fue el artífice de la venida de su yerno a la capital, beneficiándose ambos de la reorganización del Real Protomedicato en 1750 que supuso una relativa integración de las actividades médicas en el aparato administrativo de la Monarquía. Por razones de afinidad y paisanaje, don José mantuvo estrecho contacto con Andrés Piquer, que además de sus preocupaciones científicas también estaba interesado por temas de carácter pedagógico.
     Igualmente, en sus últimos años, se relacionó con el poderoso grupo aragonés de la Corte, cuyo punto de unión era el conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla entre 1766 y 1773.
     Nada se sabe de cómo transcurrieron los primeros años de la familia en Madrid, salvo que fijaron su domicilio en la calle de Caballero de Gracia y la asistencia regular del padre a Palacio. Doña Josefa era la quinta de doce hermanos, tres de los cuales siguieron la carrera militar y otro la eclesiástica y recibió una educación poco convencional para su tiempo.
     Fueron sus preceptores dos aragoneses de reconocida erudición, Rafael Casalbón, helenista de gran prestigio, vinculado a la Biblioteca Real y posterior bibliotecario de ella a la muerte de Juan de Iriarte en 1772, y el presbítero Antonio Berdejo, también excelente conocedor de las lenguas clásicas y miembro activo, años más tarde, de la Sociedad Económica Aragonesa. Ambos le dieron una excelente formación humanística y le iniciaron en el aprendizaje de los idiomas modernos, que consideraban imprescindibles.
     No solo leyó a los clásicos, sino a los humanistas españoles del siglo xvi, como Juan Luis Vives, fray Luis de León, Antonio de Nebrija o Arias Montano, por los que tanto aprecio sentían los eruditos ilustrados. Gracias a su buen conocimiento del latín, tuvo acceso a autores modernos, como Bacon o Leibniz, más asequibles en esa lengua que en cualquier otra traducción.
     En 1772, cuando contaba veintitrés años contrajo matrimonio con Joaquín Fuertes Piquer, un abogado oriundo de Valbona en Teruel, sobrino de Andrés Piquer y relacionado a través de su hermano Francisco, que fue canciller, con la Universidad de Cervera. Él mismo era colegial de San Ildefonso de Alcalá, y un hombre instruido, autor de una inédita Disertación Política legal sobre Potestades Eclesiásticas y Secular, sus términos y formas de los procedimientos de esta en varias causas y materias de las personas eclesiásticas, escrita en 1766, en la que no ocultaba sus puntos de vista regalistas. Además de estos méritos, como abogado de Madrid, había trabajado en la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y ocupado el cargo de depositario general del Monte de Piedad. Su porvenir parecía prometedor, ya que el Consejo de Castilla, a la sazón presidido por Aranda, le había hecho varios encargos y, prueba de ello fue que, en el propio año de 1772, fue nombrado alcalde del Crimen en la Real Audiencia de Zaragoza. Formó parte de la Sociedad Económica Aragonesa nada más constituirse ésta en 1776, llegando a ser director segundo, y redactó varios informes de carácter económico.
     La vida de casada y el traslado a la capital aragonesa abrieron nuevas perspectivas a doña Josefa, que no abandonó su afición por el estudio y que pronto gozó fama de mujer instruida. No se sabe desde cuándo empezó a acudir a la Biblioteca de San Ildefonso, que acababa de abrirse, como ella misma reconoce en 1790, pero fue durante mucho tiempo la única mujer que lo hizo. Debió interesarse no sólo por cuestiones eruditas, sino, sobre todo, por los temas de actualidad, porque en 1782 acometió la traducción del italiano del Ensayo histórico apologético de la literatura española... del abate Lampillas, un ex jesuita español que la había publicado en Génova entre 1778 y 1781.
     Era un ataque en toda regla contra los argumentos esgrimidos por S. Bettinelli y G. Tiraboschi que descalificaban el Siglo de Oro español, y una defensa en la línea que seguirían después Sempere y Guarinos, Masdeu, el padre Andrés y, muy especialmente, Juan Pablo Forner. Ya la emprendiera por iniciativa propia, o por sugerencia, la traducción no podía ser más oportuna, ya que precisamente ese año acababa de aparecer en la Encyclopédie Méthodique el célebre artículo de Nicolas Masson de Morvilliers sobre España que reavivaría la polémica y, consciente de ello, doña Josefa envió su texto al director de la Económica, marqués de Ayerbe, convencida de su utilidad.
     Acertó plenamente porque no sólo obtuvo el reconocimiento de la Sociedad, sino el nombramiento de socia de mérito, el 11 de octubre de 1782. Se trataba de una decisión insólita en su momento, máxime no siendo una dama de la aristocracia, porque se debía tanto a la “acertada traducción”, como a sus “otros conocimientos y prendas bien notorias”. Asistió a algunas sesiones y llevó a cabo con prontitud y diligencia los encargos que se le realizaron, como la revisión y, después, la traducción definitiva, de la obra de Griselini, Discurso sobre el problema de si corresponde a los párrocos y curas de las aldeas el instruir a los labradores en los buenos elementos de la economía campestre... que publicó al año siguiente. Posteriormente, y junto a otras señoras, recibió la comisión de hacerse cargo de las escuelas de hilar que había puesto en marcha la misma Sociedad.
     En 1786 se reavivó en la Sociedad Económica Matritense el debate abierto diez años antes sobre si convenía abrir o no sus puertas a las mujeres. Entonces, la propuesta de José Marín, a pesar de contar con el apoyo decidido de personajes tan ilustres como Luis Imbille y Pedro Rodríguez de Campomanes, ni siquiera se tomó en consideración. Ahora, en cambio, existía ya un precedente y, además, se habían renovado los socios con lo que se entabló una viva discusión.
     Entre los que eran favorables estaba Jovellanos, que presentó su memoria el 27 de marzo de 1786, mientras que Cabarrús se mostraba contrario. Josefa Amar fue invitada a participar y lo hizo enviando una Memoria [...] sobre la admisión de señoras en la sociedad, fechada el 5 de junio, que fue leída en la Sociedad el 24 del mismo mes. Estructurada en treinta y cuatro puntos, comenzaba planteando el tema de la querella de los sexos, quejándose de la falta de instrucción de las mujeres y de que carecieran de estímulos para salir de esta situación. Negaba que carecieran de aptitudes para hacer lo mismo que los hombres y, tras refutar los argumentos bíblicos o históricos al uso, concluía que su presencia reportaría muchos beneficios a la Sociedad.
     La polémica y el discurso de doña Josefa tuvieron eco y su escrito, como los otros, fue publicado en el tomo VIII del Memorial Literario con el título de Discurso en defensa del talento de las mujeres. Se llegó a nombrar con carácter extraordinario a dos socias, Isidra Quintana de Guzmán y la condesa-duquesa de Benavente, y no se tomó ningún acuerdo, con lo que el propio rey Carlos III tuvo que intervenir, autorizando por una Real Orden de 27 de agosto de 1787, la creación, en el seno de la Sociedad Matritense, de una Junta de Damas. Una de las primeras socias admitidas fue doña Josefa que escribió para esta ocasión una Oración gratulatoria. Aunque la Sociedad Aragonesa nunca aceptó la recomendación de Floridablanca de crear también una junta separada, su posición en su seno se resintió, limitando su actividad en ella a la escuela de niñas o a labores asistenciales en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.
     En 1789 salió en Madrid la segunda edición, corregida y aumentada, de su traducción de la obra de Lampillas, con una dedicatoria a la reina María Luisa.
     Al año siguiente, apareció el Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, estructurado en dos partes, que resume muy bien el pensamiento pedagógico y médico divulgativo de su época. En él aparecen muchos lugares comunes ilustrados, como su confianza absoluta en la capacidad regeneradora de la educación y su apuesta a favor de una práctica religiosa más interiorizada. En el plan de estudios que propone, junto a disciplinas renovadoras, como las lenguas modernas, la historia, el dibujo o la música, se da cabida a las labores manuales. También se muestra favorable a la enseñanza doméstica, por la poca confianza que le merece la conventual, y presta gran atención a la salud como soporte de la educación moral.
     Aunque en los años posteriores siguió traduciendo e, incluso, es probable que se arriesgara en alguna otra obra original, nunca más volvió a publicar. La enfermedad irreversible de su marido y su muerte, a los setenta y dos años, en 1798, le obligaron a abandonar las relaciones y actividades que hasta entonces venía desempeñando. Volcada en sus actividades como hermana mayor de la Congregación de Seglares Siervas de los Pobres Enfermos del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, conocida con el nombre de Hermandad de la Sopa, soportó el primer sitio de Zaragoza en 1808 y colaboró activamente en el traslado de enfermos.
     Después se trasladó a Cortes de Navarra, con algunos parientes, y no volvió hasta 1816, fecha en la que sus dos hermanos, Antonio y Francisco, residían también allí. La muerte de su único hijo, Felipe, debió llenarla de dolor, acentuando su retiro. Había seguido la carrera del padre, consiguiendo en 1802, el mismo año en que su tío Antonio era nombrado virrey de Nueva Granada, la plaza de oidor en la audiencia de Quito. Iniciado el proceso de independencias, su situación se hizo muy comprometida, pereciendo a manos de los insurrectos en 1810.
     A partir de estas fechas, los rastros de Josefa Amar se pierden definitivamente. Según distintos testimonios, falleció en Zaragoza el 21 de febrero de 1833, siendo enterrada en el cementerio del hospital en el que tanto había trabajado (María Victoria López-Cordón Cortezo, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre la localidad de Dos Hermanas (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

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