Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Ronda (I), en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
Comarca de la Serranía de Ronda
Superficie: 481 km2
Altitud: 723 m
Latitud: 36º 44' - Longitud: -5º 10'
Distancia a Málaga capital: 102 km
Datos demográficos
Población: 33.451
Gentilicio: Rondeños
Ayuntamiento
plaza Duquesa de Parcent, s/n, 29400
952871171 - 952875441 www.ronda.es
Ernest Hemingway, Rainer Maria Rilke, Orson Welles, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Alberti, García Lorca… La nómina de artistas e intelectuales que alabaron a Ronda a lo largo de la historia parece no tener fin. Pocos destinos en el mundo pueden presumir de la belleza, la riqueza y la singularidad de un municipio declarado Conjunto Histórico-Artístico hace ya más de 50 años.
Datos geográficos
Comarca de la Serranía de Ronda
Superficie: 481 km2
Altitud: 723 m
Latitud: 36º 44' - Longitud: -5º 10'
Distancia a Málaga capital: 102 km
Datos demográficos
Población: 33.451
Gentilicio: Rondeños
Ayuntamiento
plaza Duquesa de Parcent, s/n, 29400
952871171 - 952875441 www.ronda.es
Ernest Hemingway, Rainer Maria Rilke, Orson Welles, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Alberti, García Lorca… La nómina de artistas e intelectuales que alabaron a Ronda a lo largo de la historia parece no tener fin. Pocos destinos en el mundo pueden presumir de la belleza, la riqueza y la singularidad de un municipio declarado Conjunto Histórico-Artístico hace ya más de 50 años.
En Ronda no puedes perderte sus monumentos
Es difícil enumerar la riqueza natural, arquitectónica y artística de Ronda, y más difícil aún destacar sólo algunos de sus monumentos. Aunque si algo existe en el imaginario colectivo como emblemas de esta ciudad es el Tajo y el Puente Nuevo que lo atraviesa, construido en el siglo XVIII. Este puente de casi 100 metros de altura y sus grandes arcos de medio punto le dan a Ronda su foto más característica.
No tan famoso pero igualmente bello es el Puente Viejo, de 1616. En sus inmediaciones encontramos el Arco de Felipe V y el Sillón del Moro, un banco de piedra escenario de leyendas andalusíes de princesas y reyes.
El patrimonio arquitectónico de Ronda es un extenso museo al aire libre de multitud de estilos y corrientes artísticas. El Palacio de Mondragón, construido en el siglo XIV y sede del Museo de Ronda, el Palacio del Marqués de Salvatierra o la Casa de San Juan Bosco, de estilo modernista muestran cómo los diferentes estilos se combinan y dialogan a pocos metros de distancia. De la herencia árabe destacan la Casa del Gigante y el Palacio del Rey Moro, desde el que una imponente escalera tallada en roca en sus jardines conduce al río.
Las edificaciones religiosas aportan también a Ronda alta singularidad. La iglesia de Santa María la Mayor, la iglesia de la Caridad y el convento de Santa Isabel de los Ángeles, o la iglesia del Espíritu Santo y el convento de Santo Domingo, construidos por los Reyes Católicos, son algunos de los monumentos que no puedes perderte.
Puedes continuar la visita al templo de la patrona, el Santuario de la Virgen de la Paz, descubriendo los imponentes retablos de la iglesia de Santa Cecilia o los conventos de la Madre de Dios y de San Francisco. También merecen especial atención la iglesia del Padre Jesús o el templete de la Virgen de los Dolores. Por último, una sorpresa para los más devotos: en la iglesia de la Merced se encuentra la mano incorrupta de Santa Teresa.
Ronda es una ciudad que soporta el peso de siglos y civilizaciones conserva vestigios de casi todas ellas. Como la romana, que nos dejó un interesantísimo teatro esculpido en parte en la roca, o la andalusí, con los Baños Árabes mejor conservados de España y la Puerta de Almocábar.
Vengas durante las fiestas o no, no puedes irte de Ronda sin visitar su Plaza de Toros. La Real Maestranza de Caballería de Ronda es un ruedo de grandes dimensiones por la que han pasado algunos de los más famosos toreros de todos los tiempos. Esta plaza fue construida en 1785 y sigue siendo aún hoy escenario imprescindible del calendario taurino mundial.
Ronda cuenta además con una interesante propuesta museística que ofrece una interesante mirada histórica y artística sobre la ciudad. Algunos de los más destacados son el Museo Municipal de Ronda, el Museo Lara, el Museo dedicado al famoso escritor Rainer Maria Rilke, el Museo del Bandolero, el Museo del vino y el Museo dedicado al pintor de origen rondeño Joaquín Peinado, situado en el Palacio de los Marqueses de Moctezuma (Diputación Provincial de Málaga).
Sólo el nombre de Ronda evoca al viajero imágenes sugerentes, algunas románticas y moriscas, y otras flamencas y toreras, que han sobrevivido al tiempo e incluso a los cambios de la misma ciudad. Ronda cuenta con uno de los emplazamientos más sorprendentes de España, colgada sobre un enorme tajo calizo y asomada desde su penillanura a los llanos del río Guadalcobacín y a las sierras del sur de Andalucía.
Custodiada como un relicario, Ronda es una auténtica fortaleza natural, guardada entre sierras que apenas si permiten una entrada al valle del Guadalcobacín, sobre el que la ciudad se constituye en el balcón amurallado que hoy podemos contemplar. Sus misterios, sus heridas históricas y naturales se han salvaguardado en sus iglesias, conventos, ermitas, palacios, jardines, puentes imposibles, plazas de toros, arcos y fuentes por los que personajes de leyenda, bandoleros, cantaores, mujeres malditas en su belleza y toreros de arte inaudito se pasean asomados en esquinas y plazuelas. Ejerció una gran influencia en el poeta checo Rainer Mª Rilke, considerado el mayor lírico europeo del s. XX, quien dijo:
Esta ciudad cuenta con un importante pasado romano. A 12 km. al noroeste, por la carretera de Setenil, se encuentra Acinipo, importante población romana del siglo I. Después decayó la vida en este asentamiento, debido tal vez a la dificultad de su defensa frente a la emergente ciudad de Arunda, la actual Ronda. Sólo se ha excavado una pequeña parte del yacimiento, pero los restos nos dan una idea de la importancia del lugar. Destaca el teatro, en su extremo occidental y cerca del borde del tajo de levante, con la cavea excavada en la misma roca; el frente de escena tiene cinco nichos, tres circulares y dos rectangulares, y se levanta a gran altura, visible desde varios kilómetros a la redonda. Se ha excavado también parte de los foros, varios aljibes y los cimientos de las casas privadas. En 2004, a escasos kilómetros del enclave romano, han salido a la luz los restos de una necrópolis ibérica del siglo IV a.C. El teatro romano de Acinipo está declarado Monumento desde 1931, y las necrópolis Angostura, el Moral y los Gigantes, Zona Arqueológica desde 1994.
Ronda alcanzó gran importancia y esplendor en la época islámica. Primero con el Califato y después con los Reinos de Taifas, como capital de uno de ellos, fue una de las plazas más importantes de Andalucía desde el punto de vista militar, político y cultural, hasta caer en manos de los almorávides a mediados del siglo XII. Fue una de las principales plazas del reino nazarí de Granada, que pasó a manos cristianas en 1485, pese a los numerosos intentos de conquista por parte de Castilla desde el siglo XIII. El sabor musulmán se conserva en su barrio antiguo, al sur de la ciudad, con calles adoquinadas y casas blancas con balcones enrejados, a los que se han superpuesto importantes monumentos cristianos, civiles y religiosos. Después de la crisis poblacional que siguió a la conquista castellana y a la rebelión morisca del siglo XVI, Ronda conoció un nuevo esplendor a partir de la mediación del siglo XVIII. Su expansión demográfica la llevó a salir del cerco amurallado; al otro lado del Puente Nuevo, que salva un tajo de 100 mts. sobre el río Guadalevín y que supone una de las cumbres de la ingeniería civil del siglo XVIII, se levanta el barrio del Mercadillo, dominado por la plaza de toros, una de las más antiguas e ilustres de España. Sus iglesias y su patrimonio mueble constituyen uno de los más homogéneos y mejor conservados de Málaga. Durante la Guerra de la Independencia, Ronda fue una de las ciudades que más se distinguió en la lucha contra los franceses. Estuvo dos años asediada, y tras su sometimiento, partidas de guerrilleros siguieron hostigando a los invasores desde las sierras cercanas. Esta resistencia de guerrillas dio lugar a uno de los más legendarios focos de bandolerismo de la España del siglo XIX. La leyenda de estos personajes sigue unida a la imagen romántica de Ronda.
En la actual ciudad, se aprecian tres partes bien diferenciadas que desarrollarán barrios individualizados que se han mantenido a lo largo de los siglos. La llamada «Ciudad», situada al sur del Tajo, núcleo primitivo y antigua medina musulmana, que aún conserva en su trazado el aspecto medieval y monumental. El centro de este sector es la plaza de la Duquesa de Parcent. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, construido en 1734 como cuartel de milicias, con una fachada con doble arquería y en su interior un interesante artesonado mudéjar. También en esta plaza se levanta la Colegiata de Santa María la Mayor, además de los conventos de la Caridad y de las Clarisas, ambos del siglo XVI. Se sale de la plaza por un callejón alfondo de ésta, que conduce al Palacio de Mondragón, sede del Museo de Ronda. Alrededor de Mondragón hay que destacar la casa de Don Juan Bosco, de estilo neoárabe de fines del siglo XIX, con jardines sobre el Tajo, y la iglesia de Nuestra Señora de la Paz. Una calle empinada conduce al palacio del marqués de Salvatierra, con una fachada barroca del siglo XVIII, y por las calles que bajan hacia el arco de Felipe V, numerosas casas ilustres con blasones. Antes, el convento de Santo Domingo, sede local de la Inquisición, y por detrás la casa del Rey Moro, con su imponente bajada a «la Mina». Otros elementos de interés de este primer barrio rondeño son el alminar de San Sebastián, los restos del convento del Carmen y la llamada Casa del Gigante.
Separado de la Ciudad por el tajo de 100 m. abierto por el río Guadalevín, el Mercadillo es el barrio situado al norte de dicho Tajo. Fundado en el siglo XVI, es un barrio comercial y moderno, con un trazado más ordenado que la Ciudad. Todavía conserva algunas casas del siglo XVIII con hermosas rejerías. Está unido a la ciudad vieja por tres puentes, el más famoso el Puente Nuevo, del siglo XVIII, obra que completó J. Martín de Aldehuela y símbolo de la ciudad. Entre sus monumentos destacan la plaza de toros, el templete de la Virgen de los Dolores, y junto al puente viejo, en el barrio de San Miguel, los Baños Árabes, construidos entre los siglos XIII y XIV. En la parte más baja del Mercadillo se encuentra la fuente de los Ocho Caños y la iglesia de Nuestro Padre Jesús; por la calle Santa Cecilia se puede ver la posada de las Ánimas, donde, según la leyenda, se alojó Cervantes.
El tercer núcleo es el barrio de San Francisco, que se construyó extramuros, hacia el sur, en el siglo XVI y que aún conserva su orientación agrícola. De los restos de las murallas árabes, destacan las puertas de Carlos I y de Almocábar, y junto a ésta, la iglesia del Espíritu Santo, levantada en los primeros años del siglo XVI, combinando deforma magistral los estilos gótico y renacentista. Del convento de San Francisco, que fue destruido por los franceses, se conserva una hermosa portada de estilo Reyes Católicos.
La «Ciudad» de Ronda está declarada Conjunto Histórico desde 1966, ampliado años más tarde según resolución de 4 de septiembre de 2001.
Por su particular disposición y diferenciación de sus barrios históricos, realizamos el recorrido de éstos uno tras otro (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Su núcleo urbano, sobre un promontorio que sobresale de una meseta elevada, se desarrolla en dos zonas separadas por un impresionante tajo por él que discurre el río Guadalevín. Sus altitudes más significativas son: el Puente Nuevo, 722,0 m.; la Plaza Ayuntamiento, 728,0 m.; la Puerta de Almocábar, 698,0 m.; y la Estación F.C., 744,0 m. Las características del trazado viario responden a las tres zonas diferenciadas del conjunto; La Ciudad, el Mercadillo y el barrio de San Francisco.
En la Ciudad el trazado viario corresponde a la complejidad de la trama árabe sobre la que se orienta y aunque a lo largo de la historia ha sufrido transformaciones, tales como la ocupación de adarves y el ensanche y corrección en la alineación de muchas de sus calles, conserva aún las características de su trazado.
El barrio de San Francisco conserva el característico trazado de extramuros en sus calles en abanico dirigidas a la Puerta del Almocábar y dejando delante de ella un espacio libre de la Alameda donde pudo estar situado una de las zonas de zoco o mercado de la ciudad. Al final de dichas calles observamos alineaciones rectas debidas a crecimientos de la ciudad en los siglos XVII y XVIII.
La estructura urbana más compleja en su trazado viario es la del Mercadillo. Su parte más antigua es también la de cotas más bajas y trazado irregular, apoyado en el trazado de los caminos que se dirigen a los puentes. El más antiguo posiblemente coincidiera con la calle Santa Cecilia que coincide a su vez con la directriz de la calle Setenil y con el trazado de la vía romana, quebrado en la calle Virgen de los Dolores por la pequeña cornisa natural donde está enclavada la iglesia rupestre de la Oscuridad o por la confluencia con la calle Sevilla. La calle Sevilla y la calle de los Remedios, que son ejes fundamentales del ensanche del Mercadillo, son también la prolongación de caminos confluyentes hasta la calle Santa Cecilia que bordean el pequeño cerro de c/ Cerrillo y c/ de la Ermita de la Concepción. Otro de los ejes del Mercadillo es la c/ Puya, prolongación en este caso de la calle Real y de las Peñas. Estos ejes paralelos son la base del ensanche del Mercadillo. En sentido transversal destacamos la c/ Virgen de los Dolores que resuelve la cuña de la Plaza de los Descalzos y la Iglesia y la Carrera de Espinel, verdadero eje comercial y posteriormente eje del desarrollo urbano de la ciudad. En la trama cuasi ortogonal del ensanche destaca la c/ Setenil que entra diagonalmente y que como hemos dicho se apoya en el trazado de la antigua vía romana.
Cabe destacar también en el viario la pavimentación, que aún tratándose en algunos casos de una creación reciente, no deja de ser acertada. En la Ciudad la pavimentación más frecuente es el empedrado con sección de la calle en bateas sin aceras. Esto hace surgir la edificación desde el mismo plano de la calle. En la zona del Mercadillo es más frecuente la acera, que en muchos casos está pavimentada con lajas o losas de piedra. En general, la pavimentación es un elemento destacable, contribuyendo en buena medida a la valoración del conjunto, siendo esto válido para el conjunto de los espacios públicos, calles y plazas.
Las manzanas y las calles más antiguas presentan parcelación y trazado irregular, apareciendo a partir del siglo XVIII las alineaciones rectas y el loteo de parcelas regular y ortogonal al viario. Las parcelas mantienen una relación fachada-fondo de 1:3, o incluso mayor. Sus dimensiones oscilan entre 7-10 metros de fachada por 30-40 metros de fondo.
Como hemos dicho el núcleo urbano estuvo dividido y aún se conserva esta división en tres barrios; el de San Francisco, el más antiguo en donde estuvo enclavado el Alcázar; la Ciudad, donde se encuentran los grandes edificios, conventos, iglesias, palacios, que posee calles muy pintorescas con columnas, arcos, artesonados y arabescos que rebelan su origen y, por último, el del Mercadillo, el más moderno, fundado a raíz de la Reconquista.
La tipología residencial predominante responde básicamente al tipo de casa patio y sus variantes, surgido de la transformación barroca de la casa hispano-musulmana. Generalmente son viviendas unifamiliares entre medianeras que se adaptan a parcelas más o menos irregulares. Con una altura común de dos plantas, sus crujías se disponen paralelas a fachada llegando éstas hasta el corral trasero, y dejando entre ellas uno o varios patios intermedios. Las cubiertas suelen ser de teja con caballetes paralelos a fachada, y sólo en los patios interiores surgen faldones perpendiculares a los anteriores y adosados a medianeras. Las soluciones de fachadas son variadas predominando el carácter murario cerrado, heredado de la casa hispano- musulmana, al que se le incorporan pequeños cierros y algunas rejas voladas.
También es muy común la aparición de un pequeño hueco en la planta alta correspondiente al soberado.
Los fuertes condicionantes topográficos que se han descrito han impedido el desarrollo urbano en casi todas las direcciones, salvo hacia el norte-nordeste, dirección donde se encuentra la parte más llana de la meseta (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La capital de la serranía, ciudad histórica y monumental, se levanta sobre una impresionante meseta que aparece, a su vez, cortada por una estrecha garganta -el famoso Tajo- de más de 180 metros de profundidad, por cuyo seno corre sinuoso el Guadalevín, afluente del Guadiaro.Historia
Durante mucho tiempo se pensó que el origen de la Ronda actual se encontraba en Acinipo, una ciudad romana cuyas ruinas pueden verse todavía a unos 20 km al noroeste de Ronda. Los descubrimientos arqueológicos llevados a cabo en los últimos tiempos han desmontado por completo esta hipótesis, poniendo de relieve la existencia de dos ciudades completamente distintas, si bien no coincidentes en el tiempo. En efecto, hoy se sabe que la espléndida meseta sobre la que Ronda se levanta ha estado ocupada ininterrumpidamente por el hombre desde hace más de 3.000 años. Fue un poblado ibero hasta el siglo VI a.C., en que los celtas bástulos establecieron un puesto de vigilancia al que denominaron Arunda. La ciudad actual, sin embargo, es de origen romano y se remonta a la época de la sublevación de Viriato. Fue en el ámbito de las campañas contra el pastor lusitano cuando en el año 139 a.C. Escipión Emiliano mandó construir el castillo de Laurus, al tiempo que fundó la Legio Arundensis, una orden ecuestre destinada a la pacificación del territorio. Arunda creció al amparo de este castillo. Cruce de caminos y atalaya privilegiada, se encontrón inmersa en la mayoría de los levantamientos íberos contra el poder de Roma así como en las guerras habituales entre los generales romanos. De este modo, Sertorio destruyó el castillo y la ciudad, que ya no volvería recuperarse plenamente hasta la época árabe.
En el mes de agosto de 711, las tropas musulmanas que acababan de derrotar a don Rodrigo en la cercana batalla del Guadalete, se apoderaron de Arunda, a la que cambiaron el nombre por el de Inz-Ran Onda, que significa ciudad de los castillos, de donde procede su nombre actual. La ciudad cobra una enorme importancia, resultado principalmente de su situación, hasta el punto de convertirse en capital de la cora denominada Tacoronna. Participó en la rebelión del caudillo Ibn Hafsún contra el califato cordobés, convirtiéndose brevemente, a la caída de éste, en cabeza de un reino de taifa bajo los Banu Ifrán, poderosa familia rondeña. Agriamente disputada por los reyes de Málaga y de Sevilla, Ronda caería bajo el dominio del reino nazarí de Granada, hasta su conquista por los Reyes Católicos en 1485. La conquista cristiana no trajo la paz a la ciudad, sólo un cambio de dueños, que se repartieron ávidamente casas y territorio. No obstante, los Reyes Católicos le concedieron los mismos fueron por los que se regían las ciudades de Sevilla y Toledo, lo que indica la gran consideración que Ronda le merecía a la Corona castellano-aragonesa. Sin embargo, en primer lugar, la expulsión de los judíos, decretada por Isabel de Castilla y su marido Fernando de Aragón el 31 de marzo de 1492, y, a continuación, las sublevaciones de los moriscos como consecuencia de los incumplimientos por parte de la Corona de las capitulaciones concertadas con el agareno Boabdil, supusieron para Ronda tan grave quebranto que ya nunca volvería a alcanzar el predominante papel político que había tenido durante la época musulmana. Durante los siglos XVI y XVII la ciudad sufre una profunda transformación, que alcanzará su culmen en el siglo XVIII, momento en que Ronda se convierte en un emporio económico gracias a la ganadería, a la industria, a la minería y al comercio con el Campo de Gibraltar. De espíritu profundamente liberal, la ciudad sufre dos graves contrariedades durante el siglo XIX: la invasión napoleónica, con el posterior reinado absolutista de Fernando VII como secuela, y el fenómeno del bandolerismo, que alteró gravemente los canales comerciales de la serranía.
El siglo XIX, sobre todo a partir de su segunda mitad, es también la época en que Ronda se pone de moda entre los románticos de media Europa. Numerosos escritores y viajeros la visitan, el poeta Rainer María Rilke, que vivió en ella durante varios meses del año 1906, es el prototipo de esta clase de personajes, que habrían de continuarse ya bien avanzado el siglo XX con otros como el escritor Ernest Hemingway o el cineasta Orson Welles. El siglo XIX termina con una mayoría republicana en el ayuntamiento de la ciudad y con la inauguración, en 1891, del ferrocarril que lleva a Algeciras. Este medio de locomoción y la superación del bandolerismo constituyen un fuerte impulso para Ronda, que recibe la visita del joven Alfonso XIII en 1909, el mismo año en que se funda la Caja de Ahorros de Ronda, una de las más importantes de Andalucía. La economía y el comercio serrano y gibraltareño renacen, y la ciudad adquiere un aire cosmopolita que le resulta muy apropiado y que se verá interrumpido con el golpe de estado franquista y la posterior guerra civil. Luego, Ronda sufrirá también la sangría de la emigración y no empezará a recuperarse de nuevo hasta el último tercio del siglo, gracias otra vez al campo y a las industrias de transformación, pero, sobre todo, al turismo, que ha hecho de la ciudad uno de sus hitos de referencia en Andalucía.
Gastronomía
La enorme proliferación de restaurantes y de lares destinados a satisfacer las demandas de sus numerosos visitantes, permiten a Ronda ofrecer una gastronomía en la que se reúnen todas las cocinas del mundo.
Ahora bien, la mesa propiamente rondeña se nutre tradicionalmente de los productos del campo, especialmente del cerdo y sus derivados, así como de la abundante caza. Platos verdaderamente autóctonos son las migas rondeñas; el guiso de patas, que se hace con las del cerdo; el rabo de toro; el conejo a la rondeña; las habas con tomate, y el cocido rondeño. Célebre es la morcilla de Ronda que, además de cruda -y ya es un manjar- los bares y restaurantes ofrecen de diferentes formas. Como célebres son los dulces de los conventos de carmelitas descalzas y franciscanas, así como las yemas que elaboran en diferentes confiterías.
Artesanía
De la tradicional cerámica rondeña, un tanto rústica y de uso diario, sólo queda ya un taller, el de José Antonio Segura, en la plaza de España. Ahora bien, hay otros oficios tradicionales que no sólo se resisten a desaparecer sino que se encuentran en franco desarrollo. El principal de todos es el de la fabricación del mueble rondeño, muy demandado tanto dentro como fuera de la ciudad. Pero están también la guarnicionería, la talabartería y la forja artística, como prueban las formidables rejas que proliferan en el entramado urbano.
Fiestas
A finales de enero, con epicentro en el día 24, tienen lugar celebraciones en honor de la Virgen de la Paz, patrona de la ciudad. La Semana Santa*, declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía, produce emociones inenarrables gracias, sobre todo, al impresionante recorrido que realizan las imágenes. Mayo es un mes muy festivo, aparte de corridas de toros, se celebran distintos concursos de doma de caballos, la Romería de la Virgen de la Cabeza y, del 20 al 23, la Feria del ganado, en la que participa toda la serranía. Pero la fiesta más importante de la ciudad es la Feria de Pedro Romero*, que se celebra los primeros días del mes de septiembre. Esta fiesta supone los prolegómenos del Festival de Cante, uno de los más importantes de la provincia, y la Gala Folclórica Internacional, ambos eventos a finales de agosto. La feria es animadísima y en ella, entro otros muchos actos, tiene lugar la renombrada corrida goyesca, que se celebra, claro es, en la incomparable plaza de toros.
VISITA
LA RONDA PRIMERA
Ronda es una ciudad mágica y abrumadora. Se llegue a ella con prisas o con el ánimo sosegado de los viajeros antiguos, el visitante cae atrapado de inmediato en la red del hechizo que brota principalmente del lugar en el que se eleva el caserío, esa altísima meseta cortada a pico y atravesada por el imponente Tajo, rodeada, en primer lugar, por una gran llanada que es como un valle reluciente, y, en segundo término, por una cadena montañosa que cierra por completo el horizonte allá donde quiera que los ojos se dirijan.
La plaza de España
El mejor lugar para iniciar la visita es, sin duda, este luminoso espacio que se abre a la vez a la Ronda de siempre y a la ciudad moderna y contemporánea. Aquí, bordeando el Tajo, se encuentra desde 1994 el Parador de Turismo, atalaya formidable que antes fue mercado de abastos y cine, y antes aún, desde 1843, Ayuntamiento. En el centro de la plaza, peatonal en su mayor parte, un busto sobre un monolito recuerda al político rondeño Antonio de los Ríos Rosas (1807-1873), diputado, ministro y presidente del Congreso. De esta plaza parte, hacia el sur, el llamado Puente Nuevo que une las dos orillas del abismo sobre el que se levanta la ciudad. Este puente es una soberbia obra de ingeniería que se construyó entre los años 1751 y 1793 bajo la dirección del arquitecto aragonés Martín de Aldehuela. Desde su construcción, es también el monumento más representativo de Ronda. Su visión desde cualquier ángulo es sobrecogedora. Arranca del fondo del Tajo y alcanza una altura de 98 m. a base de sillares de piedra labrados. Sobre un primer arco inferior de medio punto, se levanta otro, poderoso, de 90 m, flanqueado por otros dos sobre los que apoya la calzada. Entre el arco principal y la calle se configura un espacio cerrado, con dos balcones a cada cara, que, entre otros usos, ha sido cárcel de presos peligrosos y, en la actualidad, es el Centro de Interpretación del Puente Nuevo. En el pretil, igualmente de piedra bien labrada, se abren balcones con rejas rondeñas desde las que se obtienen vistas vertiginosas y espectaculares.
La calle Tenorio
Ronda es una ciudad muy limpia y muy cuidada, las fachadas de sus numerosas casas blasonadas relucen con el blanco de la cal y el brillo de la piedra. Nada más cruzar el Puente Nuevo aparece, a la izquierda, el convento de Santo Domingo, al comienzo de la calle Armiñán. Fundado por los Reyes Católicos, se construyó siguiendo pautas de los estilos gótico, mudéjar y renacentista. Fue sede de la Inquisición y primer mercado con el que contó Ronda. En la actualidad se encuentra en restauración. Enfrente del convento se abre la calle Tenorio, en cuyo número 1 se encuentra la casa natal de Pedro Pérez Clotet (1902-1966), poeta de la generación del 27. La calle Tenorio es una primera muestra espectacular de la ciudad primitiva que, en su actual configuración, mantiene la traza laberíntica que le dieron los musulmanes. Antes de llegar a la mitad, la calle, que conserva numerosas casas nobles, se abre en una plazoleta deliciosa. En el número 13, buen ejemplo de casa tradicional rondeña, vivió Federico Serratosa, médico muy volcado en el servicio a la ciudad. Pero la mejor casa de la calles es la número 20, conocida como casa de Don Bosco. Se trata de un edificio modernistas levantado por Santiago Sanguinetti a principios del siglo XX para la familia de los Granadinos, quienes, posteriormente, la cedieron a los salesianos como casa de reposo. En su patio de entrada conserva bellísimos azulejos nazaríes. Dentro tiene un jardín con una espléndida terraza sobre el Tajo y una preciosa fuente circular hecha de enchinado y azulejos.
La casa del Gigante
Desde la calle Tenorio, lo mejor es salir por la calle San Juan de Letrán, que se encuentra junto a la casa del médico Serratosa. En el número 3 de esta última calle murió el 24 de marzo de 1801 el beato Diego José de Cádiz. Enfrente, una plazoleta que lleva su nombre y en la que una estatua en bronce da fe de su memoria, se alza la iglesia de la Virgen de la Paz, patrona de Ronda. Es este un pequeño templo de una sola nave, cuya construcción se llevó a cabo entre los siglos XVI y XVIII. Destaca en su fachada la espadaña en ángulo y la decoración a base de rosetas y estrellas. Además de la imagen de la Patrona, el templo guarda los restos de Diego José de Cádiz. Al final de San Juan de Letrán, a la derecha, se alcanza la casa del Gigante, situada en la placita del mismo nombre, un lugar de ensueño que se abre para acoger tres hermosas casas solariegas: esta del Gigante, una particular, y el palacio de Moctezuma, hoy reconvertido en Museo Joaquín Peinado. La placita cuenta además con un busto de Vicente Espinel, músico, novelista y poeta rondeño, inventor de la décima llamada espinela y de la quinta cuerda de la guitarra. La casa del Gigante es la única que queda en Ronda de la época nazarí. Los rondeños la bautizaron con este apelativo por un busto que se levantaba en su muro exterior y que parecía corresponder a un hombre tremendamente grande. La casa, visitable, ha sido restaurada por la Junta de Andalucía y reinaugurada en diciembre del 2004. Tiene patios preciosos y salas delicadas y exquisitas que, poco a poco, se irán convirtiendo en museo etnográfico.
Joaquín Peinado (Ronda, 1898-París, 1975) fue un pintor vanguardista de la llamada Escuela Española de París. Su obra, plena de serenidad y de rigor, a la búsqueda siempre de la realidad objetiva, se encuentra en los mejores museos del mundo. Éste de Ronda se debe a la Fundación Unicaja y se ubica en una parte bellamente restaurada del soberbio palacio de Moctezuma. Guarda abundantes oleos y dibujos de Peinado, repartidos en dos plantas, de las que también son dignas de admiración las puertas y los artesonados.
El palacio de Mondragón*
En el número 11 de la calle San Juan Bosco, se encuentra el palacio de los Hinojosa Bohórquez, en cuyo patio se conservan bellísimos azulejos. Enfrente está el palacio de los duques de Ahumada, uno de cuyos miembros fundó la guardia civil. Toda esta zona, desde el Tajo hasta la puerta Almocábar, está llena de grandes palacios y casas solariegas, la mayoría de ellos en muy buen estado de conservación. Aquí está también la recoleta plazuela que Ronda le dedica al poeta Pedro Pérez Clotet. Desde ella, por Ruedo Alonso Gamero, se alcanza el majestuoso palacio de Mondragón, en la plaza de su nombre. Este es, sin duda, el palacio más suntuoso de Ronda. Se dice que fue residencia del rey Abomelic o Abdel Malik, hijo de Abul Hassan, sultán de Marruecos y último gobernador merinida antes de que la ciudad pasara a poder de los nazaríes granadinos. La construcción ha sufrido diferentes reformas a lo largo de su historia. Así, el exterior es del siglo XVIII. En él destacan los dos torreones de los extremos y la portada, magnífica, constituida por un hueco adintelado y flanqueado por pares de columnas toscanas sobre altos paramentos. Por encima se abre un amplio balcón coronado por un frontón curvo y partido para dar cabida a un tercer cuerpo puramente decorativo compuesto también de pares de columnas igualmente toscanas. El palacio es hoy la sede del Museo de Ronda, histórico y etnográfico. La entrada se hace por las que fueron en su tiempo cuadras. A continuación se alcanza el patio de entrada, magnífico claustro con arquerías sobre columnas corintias y singulares óculos en las enjutas, al que sigue un sobrio patio castellano muy propio de la época de construcción del edificio. A la derecha de éste se encuentra el patio mudéjar, típicamente rondeño, con su arcos de medio punto, de ladrillos finamente moldurados, la decoración de azulejos de las albanegas y del friso, así como la galería de madera en la planta alta. Este patio da paso al jardín, milagrosamente colgado sobre el Tajo, a través de un doble arco de herradura igualmente de ladrillo. Del patio de entrada sube la escalera a la planta alta. Es muy buena la cúpula de media naranja sobre pechinas que la cubre, profusamente decorada a base de escayola pintada.
Independientemente de las salas en las que se ubica el museo, todavía en formación, en esta planta sobresale el salón noble, dedicado a sala de actos, con un espléndido artesonado mudéjar, con sus característica decoración de lacerías.
Santa María la Mayor*
La calle Manuel Montero lleva directamente al corazón de la medina islámica, hoy plaza de la Duquesa de Parcent, solemne conjunto urbano de tan gran riqueza monumental que sólo por él ya merece la pena visitar la ciudad. La mayor parte del espacio central de esta plaza lo ocupa un romántico jardín, en lo más hondo del cual, entre unas tuyas, aparece un busto de doña Trinidad von Sholtz, duquesa de Parcent y gran benefactora de la ciudad. A la derecha, según se viene desde Manuel Montero, aparece el convento de Santa Isabel de los Ángeles, de monjas clarisas, edificado en 1540 en el sitio donde habían estado los depósitos de agua de la medina musulmana. En el lado sur de la plaza, se sitúa el colegio de El Castillo, denominado así por ocupar el solar del castillo romano de Laurus, que los franceses destruyeron en 1812. El colegio fue fundado por el marqués de Moctezuma y confiado a los salesianos, quienes lo han mantenido en funcionamiento hasta el año 2003, en que decidieron abandonarlo. De gran porte, aunque sin otro valor que el de las vistas que ofrece, el edificio se encuentra a la espera de un nuevo destino. A su lado, está la iglesia de María Auxiliadora, edificada por los salesianos en 1950 y muy visitada por los rondeños, tanto por la imagen titular como por la del Cristo de la Sangre, un Crucificado que se encuentra a la entrada, en la nave de la Epístola.
Edificio imponente es el del Ayuntamiento*, contiguo a la iglesia salesiana. Lo mandó construir Felipe V en 1734 para cuartel de milicias. La fachada se constituye en tres cuerpos. En el bajo se abre la portada, una gran dintel entre pilastras, así como una serie de ventanas protegidas con rejas rondeñas, en tanto los superiores muestran bellas arquerías de piedra, con arcos de medio punto sobre pilares de base cuadrada. Convertido en sede del Ayuntamiento en 1978, el edificio conserva un buen artesonado mudéjar, siendo también interesantes el área correspondiente a la antigua alhóndiga y el salón de plenos, con sus poderosos arcos de ladrillo sobre pilares de piedra.
Pero la joya de la plaza es la iglesia de Santa María la Mayor, antigua mezquita mayor de Ronda, de la que conserva la ubicación del alminar y un arco del mihrab, precioso, visible desde la sacristía. De cara a la plaza, el templo muestra un aspecto singular. A la izquierda, se levanta la torre, de estilo mudéjar, con tres cuerpos de ladrillo visto, el primero de base cuadrada; a continuación, uno muy airoso, octogonal, en el que se ubican las campanas, adornado en el remate superior con labor de lacería que recuerda a la sebka musulmana, y, por último, uno circular a modo de templete sumamente delicado. A la derecha, tapando la fachada del templo, aparecen unas galerías o balconadas a dintel sobre una estilizada arquería de medio punto, construidas en tiempos de Felipe II para la asistencia de la nobleza a las corridas de toros que, entre otros actos públicos, se celebraban en la plaza. El interior de la iglesia muestra dos partes bien diferenciadas La primera de ellas se corresponde con la edificación primera realizada a finales del siglo XVI y comienzos del XVI en estilo gótico. En ella sobresale el altar mayor, denominado del Sagrario, una gran máquina barroca construida en el siglo XVIII en la que se ubica el camarín de la Inmaculada. Un terremoto producido en 1580 causó tales daños en la edificación que fue necesaria la sustitución del artesonado mudéjar por las cúpulas sobre pechinas que se ven en la actualidad. Se derrumbó también el muro norte por lo que se procedió a levantar el segundo cuerpo de la iglesia, adosado al primero. Esta segunda nave, muy diferente a la anterior, es renacentista y llama poderosamente la atención tanto su grandiosidad como el equilibrio con el se conjugan sus elementos: altas columnas corintias y toscanas, bóvedas de cañón, cúpulas de media naranja, todo ello en un espacio de planta basilical y tres naves, en el que sobresale, además el coro, una excelente talla del escultor sevillano Dubé de Luque.
La casa del Rey Moro*
Saliendo de la plaza por el callejón de los Tramposos, se alcanza la calle Armiñán, singular eje que parte en dos la Ronda más antigua. Es lugar de mucho tránsito, con numerosas tiendas de muebles rondeños, de antigüedades y otros, y con tres magníficos museos. En el número 65 está el Museo del Bandolero, orientado a esta figura legendaria y a su época. En el número 59, se encuentra el Museo de la Caza, lugar insólito no porque la caza no constituya una actividad corriente en Ronda, sino porque aquí se encuentran taxidermias de animales de todos los rincones del mundo. En el número 29 está el Museo Lara, en el que fue palacio de los condes de la Conquista. Se trata de una verdadera joya y tan insólito o más que el de la caza, pues guarda la colección privada más grande de España, compuesta de todo tipo de objetos históricos que van desde armas blancas a armas de fuego, numismática, cerámica, relojes, etc., con dos salas especialmente llamativas, una dedicada a la brujería y otra a la Inquisición. Entre el Museo de la Caza y el Museo Lara se encuentra la plaza de Abul Beka. En ella se alza, airoso, el minarete de San Sebastián, obra del siglo XIII y único de la época que se conserva íntegro. Formaba parte de una mezquita, hoy desaparecida, que en 1485 fue erigida como parroquia de San Sebastián, de ahí su nombre.
Desde el arranque de la calle Armiñán, regresando hacia el Puente Nuevo, baja la cuesta de Santo Domingo en la que se ubica la casa del Moro, cuyo nombre se debe a haberla creído residencia del rey Abomalic. Sin embargo, el edificio es una obra relativamente moderna, de 1709, aunque su aspecto lo actual se debe a la duquesa de Parcent, última de los distintos propietarios que ha tenido a lo largo del tiempo, quien lo reformó profundamente en 1920. Ahora bien, lo que sí parece que se debe a Abomelic es la construcción de la Mina, un conjunto militar destinado a la obtención y protección del agua que abastecía a la ciudad, consistente en una escalera de 365 banzos, de los que conserva 200, por la que se subía el agua en grandes zaques u odres. Abajo existe todavía la sala del Manantial y la torre que servía para la defensa del venero con su sala de Armas y su curiosa sala de los Secretos, así denominada porque se puede hablar de un rincón a otro sin que el que se sitúe en el centro se entere de lo que se dice. El conjunto de la Mina, único en España, cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural desde 1943. Los jardines de Forestier forman parte del palacio, el nombre se lo deben a su diseñador, el paisajista francés Jean Claude Nicolás Forestier, bajo el encargo que en 1912 le hiciera la duquesa de Parcent. Se trata de un romántico rincón armonioso y bello.
El palacio del Marqués de Salvatierra
Un poco más abajo de la casa del Moro se levanta este fastuoso palacio, una de las obras arquitectónicas más singulares de Ronda. Construido a finales del siglo XVIII, es magnífica su fachada principal levantada en piedra y en estilo barroco. La portada muestra dos cuerpos bien diferenciados. El bajo contiene un dintel cerrado por gruesas puertas de madera y enmarcado por dos parejas de columnas corintias estriadas sobre esbeltos basamentos. El segundo, apoyado en las columnas, consiste en una balconada, cuyo barandal es un precioso trabajo de forja rondeño. Curiosísimas resultan dos parejas de indios que, a manera de cariátides, orlan el hueco del balcón sosteniendo un gran frontón partido en el que se cobija el escudo de la casa. Ambas parejas -hombre y mujer- están desnudas, ellos tapando su sexo con las manos y ellas sacando la lengua en actitud de burla.
Los baños árabes*
En este rincón y sus alrededores se han rodado series de televisión, como Curro Jiménez, y numerosas películas, como La Sabina, Carmen la de Ronda, Amanecer en Puerta Oscura, etc. Algo más abajo, a la vuelta del palacio, se alza la famosa puerta de Felipe V, levantada en 1741 para sustituir a la antigua puerta musulmana del Puente. A partir de aquí y, tras pasar el Puente Viejo, se abre el barrio del Mercadillo, crecido extramuros y centro comercial de la ciudad durante los siglos XVI, XVII y XVIII. En él se encuentra la fuente de los Ocho Caños y, junto a ella, la iglesia de Nuestro Padre Jesús, gótica y renacentista, construida entre los siglos XV y XVI. En el exterior sobresale la robusta torre campanario. En el interior, de tres naves separadas por arcos formeros de medio punto, yeserías barrocas añadidas en 1769 ocultan el artesonado mudéjar, de gran belleza, por lo que se sabe. Desde el Puente Viejo, una empinada cuesta baja hasta el Guadalevín. Aquí se encuentran, a la izquierda, el puente de San Miguel y, a la derecha, los baños árabes, unos de los mejor conservados de España. Se construyeron a finales del siglo XIII, entre el Guadalevín y su afluente, el arroyo Culebras. Constan de tres salas formadas por arquerías de ladrillo en herradura sobre pilares octogonales del mismo material, una de servicios con la caldera para calentar el agua, otra para el agua caliente y una tercera para la fría.
El barrio de San Francisco
Subiendo de nuevo al puente de San Miguel, pasada la puerta de Felipe V, sigue el paseo de Chefchauen, ciudad marroquí con la que Ronda está hermanada, que bordea la muralla de Xijara, en la que se encuentra la bellísima puerta del mismo nombre, que comunicaba la medina con el barrio Bajo, en el que estaban los baños. Desde aquí, volviendo a la calle Armiñán y bajando hacia el sur, se alcanza la iglesia del Espíritu Santo, formidable templo fortaleza levantado entre 1485 y 1505 sobre la mezquita que existía en el arrabal Alto, mandada derribar para la ocasión por Fernando el Católico. De estilo gótico, un gran arco triunfal separa el presbiterio del resto de su única nave. Prácticamente al lado de esta iglesia, tras la plazuela del arquitecto Francisco Pons Sorolla, reaparece de nuevo la muralla agarena, con la espectacular puerta de Almocábar*, cuyo nombre, que procede del árabe Al-maqâbir, que significa cementerio, se debe a que al otro lado se encontraba la necrópolis de la ciudad.
En esta zona sur, la más desprotegida, debido a que el precipicio desaparece, es donde las murallas eran más poderosas, circunstancia que se aprecia perfectamente en esta puerta y en los grandes lienzos que se extienden a un lado y a otro de las mismas. La puerta, además, es muy bella. Su construcción data de finales del siglo XIII o principios del XIV y se compone de un triple arco, los de las afueras de herradura y el interior ojival, entre dos robustas torres semicirculares. A la izquierda de esta puerta, conforme se mira desde el exterior, se añadió otra en el siglo XVI, bajo el reinado de Carlos I, de estilo renacentista y coronada con el escudo del emperador.
Al otro lado de la puerta se extiende el popular y luminoso barrio de San Francisco. Los musulmanes utilizaban el gran llano que forma la hoy denominada plaza Ruedo Alameda como musara, o lugar para ejercicios ecuestres, y como musalla, o espacio para ceremonias de carácter religioso. El barrio tiene una larga tradición taurina. En el número 21 de la plaza nació el gran Pedro Romero uno de los más importantes toreros de la historia. Prácticamente enfrente, con fachada a la calle Torrejones, está el convento de las Franciscanas, cuyas monjas elaboran deliciosos dulces.
LA RONDA DE HOY
La plaza de toros
La plaza de España constituye el mejor lugar para iniciar la visita de la Ronda moderna, la ciudad que fue creciendo al lado norte más allá del Puente Nuevo y en la que acabaron asentándose el comercio, los servicios públicos, la estación de ferrocarril y la de autobuses, y en la que se crearon los grandes jardines y las zonas de recreo, una ciudad alegre y cosmopolita que, además de los servicios modernos, mantiene el romanticismo de la zona antigua.
Al lado de la de España, en la calle Virgen de la Paz, se levanta la plaza de toros*, uno de los cosos taurinos más importantes de España, el más antiguo y, probablemente, el más bello. Se inauguró en la feria de mayo de 1785, con una corrida en la que participaron Pedro Romero y su gran rival Pepe-Hillo. Construida en piedra, forma un perfecto círculo en el que se escalona el graderío mediante una doble hilera de arcos escarzanos sobre un total de 136 delicadas columnas toscanas, rematado con una cubierta de teja árabe. Ante la puerta de cuadrillas aparecen las estatuas en bronce de Cayetano Ordóñez, Niño de la Palma y de su hijo Antonio Ordóñez, grandes figuras del toreo. La plaza guarda en su interior un apreciable museo con todo tipo de curiosidades del mundo taurino.
El recuerdo de Rilke
Junto a la plaza de toros y en parte rodeándola, se extienden la alameda del Tajo y el paseo Blas Infante, dos hermosos jardines colgados sobre el Tajo, desde cuyos vertiginosos barandales se obtienen inmensas vistas del valle y de las montañas que lo circundan. A su lado, en la cumbre de una empinada escalinata, se encuentra la iglesia de la Merced, templo del convento de las Carmelitas Descalzas anexo al mismo. El edificio tiene una fachada limpia, a base de ladrillo y cal que recuerda el manierismo y también el mudéjar. Es graciosa la torre ochavada, con huecos de medio punto en los que se ubican las campanas. El convento, al que se accede por la callecita de San Juan de Dios, guarda una mano incorrupta de Santa Teresa que las monjas enseñan con unción. La iglesia está en la plaza de la Merced. Desde aquí sube hacia arriba la calle Jerez, en cuyo número 25 está el hotel Reina Victoria. Este establecimiento, cuya visita es muy recomendable, se levantó tras la inauguración de la línea férrea Bobadilla-Algeciras, con parada en Ronda, y a partir de ese momento fue muy frecuentado por viajeros ingleses que recalaban en el cercano Gibraltar. Uno de estos viajeros fue el poeta Rainer María Rilke. La habitación 208 en la que se hospedó, se encuentra hoy día tal y como él la ocupó. Una estatua suya en bronce mira hacia la lejanía desde los recoletos jardines, sin duda, como el poeta lo hacía durante su estancia, al borde del mismo Tajo que aquí sigue conservando una altura espeluznante.
La plaza del Socorro
Desde aquí, Ronda se expande principalmente hacia el nordeste. Cuanto más se avanza en esta dirección, más contemporaneidad y también -así corren los tiempos- más uniformidad y menos atractivo. Por eso conviene ir regresando hacia la plaza de España, aunque no por el mismo camino, sino por el interior. Desde el hotel, la avenida Victoria lleva hasta la estación del ferrocarril. Bastante antes de llegar a ella, la calle Molino lleva directamente hasta la plaza del Socorro, uno de los lugares más significativos de la Ronda moderna. Creada hacia el último tercio del siglo XIX, aquí se reúnen algunos de los ejemplos del modernismo arquitectónico, que la burguesía de la ciudad adoptó a principios del siglo XX empujada por el arquitecto rondeño Santiago Sanguinetti. Son casas hermosas, en cuyas plantas altas aparecen los miradores, tan abundantes y tan bellos en toda Ronda. La plaza es alegre y bulliciosa. Presidida por una fuente con la figura de Hércules entre dos leones, emblema de Andalucía, en ella se levanta desde finales del siglo XIX el prestigioso Círculo de Artistas y aquí está también la iglesia del Socorro, templo del siglo XVIII que hubo de ser reconstruido por completo tras su destrucción en 1936. Por el costado oriental de la plaza discurre la calle Espinel, conocida en Ronda como la calle de la Bola, gran eje de la ciudad moderna y del comercio, que se congrega por sus alrededores. Se trata de una calle peatonal muy animada, con tiendas de todo tipo, recorrida por un constante fluir de gente que no deja de subir y bajar por ella de la mañana a la noche. Al otro lado, sigue la calle Virgen de los Remedios, vía sabrosa, a la que cruzan las calles Nueva, en cuyo número 28 nació el pintor Joaquín Peinado, y Las Tiendas. Esta última desemboca en la plaza de Carmen Abela, con su enorme farola de tres brazos y la terraza del bar La Farola. De aquí parte la calle Los Vicentes, en cuya confluencia con Yeseros se localiza la vieja posada de las Ánimas, en la que vivió durante algún tiempo Miguel de Cervantes. Yendo por Yeseros y cruzando por Santa Cecilia, se alcanza Virgen de los Dolores. En la esquina de la derecha de esta calle se levanta un curioso templete, el de la Virgen de los Dolores, cuya imagen aparece en el interior de una hornacina. La obrita es barroca, del siglo XVIII, y muestra abundante decoración de rocalla y elementos vegetales. Lo más curioso son las dos columnas exteriores en las que se reúnen, a manera de cariátides, cuatro figuras humanas con una soga alrededor del cuello, motivo por el que la pieza se conoce popularmente como templete de los Ahorcados. Bajando por la calle Santa Cecilia, se llega a la cuesta de las Piletas, escalonada, que desemboca en la plaza de la Oscuridad, precioso nombre para un lugar evocador desde el que, a través de Durazno, se entra en el barrio de las Peñas. Este barrio es uno de los espacios urbanos más entrañables de Ronda y, curiosamente, de los menos visitados. Merece la pena demorarse por él. Está formado por un dédalo de callejuelas, muchas de ellas con escalones, por casas de vecinos inmaculadas, con patios llenos de color gracias a sus flores y también, de tanto en tanto, por hermosas casonas blasonadas, vestigios de la nobleza que tras la conquista cristiana de la ciudad vino a ocupar estos lugares.
Si, desde la calle Peñas, por ejemplo, se sube por Capitán Cortés, se alcanza muy pronto la antigua plaza de los Descalzos, lugar sosegado, especie de gran oasis místico que la ciudad ofrece al lado del bullicio que discurrir por la calle de la Bola. En esta plaza, que sólo pierde la compostura la noche de San Juan, cuando en ella se encienden las grandes hogueras con las que la gente de Ronda celebra la entrada en el solsticio de verano, se levanta la iglesia de los Descalzos, actual parroquia de Santa Cecilia, que data del siglo XVIII y que, hasta la desamortización de 1836, formó parte del convento de los Trinitarios Descalzos. Hoy, un busto de Giner de los Ríos, colocado ante ella, acentúa la sacralidad del lugar (Rafael Arjona. Guía Total, Málaga. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005)
Antigua y monumental ciudad situada en la serranía de su nombre, en una altiplanicie de profundas paredes y gargantas cuya representación más característica es el famoso Tajo.
Historia
La proximidad de Acinipo, antigua ciudad romana a la que se conoce como Ronda la Vieja, hizo pensar a muchos historiadores que en ella se encontraba el origen de la ciudad actual. Sin embargo, el antecedente de Ronda se encuentra en el establecimiento por los celtas de un puesto de vigilancia hacia el siglo V a.C. en la plataforma donde hoy se encuentra la ciudad.
Los celtas llamaron a este lugar Arunda y con tal nombre pervivió y fue desarrollándose durante la época romana. Los árabes, que se apoderaron de ella en agosto del 711, la llamaron Izn-Rand Onda, que significa "ciudad de los castillos", de donde procede su nombre actual. A lo largo de toda la dominación árabe pasa por intensos periodos de lucha, pertenece al califato cordobés, forma en dos ocasiones un reino de taifa y cae bajo la órbita del reino nazarí de Granada. Fernando el Católico la conquista para las armas cristianas el 24 de mayo de 1485.
A partir de esta fecha, la ciudad entra en un largo proceso de desarrollo que se extiende durante los siglos XVI y XVII. El siglo XIX, en cambio, es de decadencia, primero con la invasión de los franceses, más tarde con la aparición del bandolerismo que infesta la serranía y que incide negativamente en el comercio.
Durante la guerra civil de 1936, Ronda ve desaparecer buena parte del gran tesoro artístico concentrado en sus templos. En la actualidad, la agricultura, el comercio y el turismo la están haciendo entrar en una nueva etapa de desarrollo.
Gastronomía
Los productos autóctonos que la ciudad incorpora a la gastronomía andaluza son los derivados del cerdo, la miel, el queso de cabra y el aguardiente, productos todos ellos propios de una ciudad serrana, a los que hay que incorporar los dulces que se elaboran principalmente en los conventos. Entre los platos de más tradición que brinda su cocina cabe mencionar la migas rondeñas, hechas a base de restos de pan, y el guiso de patas, que se hace con las del cerdo. Los pestiños de almendras, de tradición musulmana, constituyen el postre más clásico.
Artesanía
Aún existen en la ciudad algunos oficios artesanos que no sólo se resisten a desaparecer, sino que en los últimos tiempos están cobrando nuevos bríos. Tales son los que realizan trabajos de guarnicionería y talabartería, vidriería, cerámica y mobiliario rústico.
Fiestas
A finales de enero se celebran las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Paz. La Semana Santa posee un marcado interés, por el marco en el que se desarrollan las procesiones. Se celebran tres ferias: del 20 al 24 de mayo, dedicada principalmente a mercado de ganado; la de septiembre, llamada de Pedro Romero, la más importante, entre el 31 de agosto y el 10 de septiembre, y la de San Francisco, entre el 2 y 4 de octubre.
VISITA
El famoso Tajo divide a la ciudad en dos partes asimétricas. A un lado, mirando al sur, al mar, la Ronda primitiva y musulmana; al otro, la Ronda que fue creciendo a partir de la conquista cristiana. Es en la primera y en las zonas más próximas a ésta de la segunda donde se concentra el importante conjunto monumental del que goza la población. Con todo, un buen punto de partida para iniciar la visita puede ser la plaza de España, que se asoma al Tajo por el Puente Nuevo**, símbolo y emblema clásico de la ciudad. Este puente cruza una estrecha garganta de más de 180 m de profundidad por cuyo fondo discurre el río Guadalevín y es una soberbia obra de ingeniería concluida en 1793. Desde aquí se obtienen bellísimas vistas de la ciudad, de las casas colgantes y de la serranía.
Al otro lado del puente, en la plaza Teniente Arce, se encuentra la plaza de toros*. Se construyó en 1785, es toda de piedra con arcadas y columnas y tiene una espléndida portada barroca. Aquí se abre el Museo Taurino. Cruzando el puente, a la izquierda, la calle Santo Domingo lleva a la Casa del Rey Moro, llamada así por haberla creído mansión del rey Abomelic, aunque su construcción data de 1709. Desde ella, por una larguísima escalera tallada en la roca puede bajarse hasta la Mina, edificio de tipo militar construido por el rey Abomelic. A la derecha, la calle Tenorio lleva a la del Beato Diego José de Cádiz, en la que se encuentra la iglesia de la Virgen de la Paz, cuya titular es la patrona de la ciudad. Comenzada su construcción en el siglo XVI, ha ido incorporando elementos de diversos estilos, fundamentalmente del barroco, al renacentista inicial. Al final de esta calle, a la derecha, en la plaza del mismo nombre, se localiza la casa del gigante, vivienda musulmana del siglo XIV. Saliendo a la calle Armiñán, en la esquina con González Campo, hay un alminar llamado de San Sebastián, que data del siglo XIV y es de estilo mudéjar.
Todas las calles de esta zona tienen un enorme sabor y esconden rincones de un gran pintoresquismo, como el llamado callejón de los Tramposos, tras el cual se sitúa la iglesia de Santa María de la Encarnación*, uno de los edificios más notables de la ciudad. Se levantó en 1485 sobre los restos de sucesivos templos: romano, visigodo y musulmán. Es muy hermosa su torre, antiguo alminar. En el interior aparecen dos zonas bien diferenciadas, una gótica y otra renacentista de gran envergadura y categoría. Aquí es de gran interés el retablo barroco del Sagrario.
A un lado de la iglesia, en la plaza del mismo nombre, se alza el palacio de Mondragón, residencia del rey Abomelic quien lo mandó construir en el siglo XIV. Conserva aún en las zonas de acceso al jardín arcos de herradura y decoración de ataurique. Al otro lado, cruzando la plaza de la duquesa de Parcent, donde se levanta el interesante edificio del Ayuntamiento*, y bajando por Imágenes, se alcanza la puerta Almocábar, que fue en su día, allá por el siglo XIII, el acceso principal a la ciudad. La flanquean dos torreones circulares y conserva aún los tres arcos de herradura sucesivos a base ladrillo rojo.
En el número 65 de la calle Armiñán, se localiza el museo del Bandolero, inaugurado en 1995 gracias a la iniciativa privada, en una antigua casona del siglo XIX. Una taberna de la época recibe al visitante. A continuación, en las distintas salas, hay una abundante colección de curiosidades, desde los orígenes del bandolerismo, las rutas del contrabando o los viajeros románticos que recorrieron la serranía rondeña, hasta partidas de bautismo, certificados de enterramiento, órdenes de busca y captura, maquetas de acontecimientos históricos, reproducciones de las cuevas en las que vivían, trajes, armas, etc. (Visita: de 10.30 ha 20.30 h).
Regresando hacia el tajo por Espíritu Santo se bordea la muralla hasta enlazar con la calle Salvatierra en la que aparece, en un precioso rincón, el palacio del Marqués de Salvatierra, gran edificio renacentista construido en el siglo XVI y reformado durante el XVIII. Tiene influencias incaicas y unas notables balconadas hechas por herreros rondeños.
Al lado del palacio está el arco de Felipe V, levantado en 1742 y junto al que se encuentra el Sillón del Moro, del que se cuentan abundantes leyendas de amor y de celos. El arco da paso al Puente Viejo, construido sobre el Tajo en el siglo XVII aprovechando los restos de otro árabe.
Tras el puente aparece un conjunto arquitectónico sumamente interesante. En primer lugar, la fuente de los Ocho Caños, construida en el siglo XVI en estilo renacentista; a continuación la iglesia de Nuestro Padre Jesús, con su fachada gótica y su campanario renacentista, y, por último, el convento Madre de Dios, fundado en el siglo XVI, con un hermoso patio renacentista y una iglesia de factura barroca. En esta misma calle se localiza la posada de las Ánimas, hogar del pensionista en la actualidad y antiguo mesón del siglo XVI en el que se hospedó Miguel de Cervantes (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Ronda (I), en la provincia de Málaga. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia malagueña.
Más sobre la provincia de Málaga, en ExplicArte Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario