Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Ximénez de Enciso, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Ximénez de Enciso es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de San Bartolomé, y de Santa Cruz; del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de las calles Jamerdana, Pasaje de Vila, y Pasaje de Andreu, a la calle Santa María la Blanca.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos.
En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Calle larga y quebrada, cuyo nombre se cita por primera vez en 1658 como calleja por donde circulan coches, conservando su denominación hasta nuestros nuestros días con cambios en la grafía y en el uso de uno u otro de los apellidos (Ensisos, Enciso, Giménez de Enciso, Jiménez de Enciso, Jiménez, y Ximénez de Enciso). A finales del s. XVI era conocida por calle del Hospital de los Pregoneros, por el que existió para los de este oficio, y también del Cisne en época anterior al s. XVIII (Libro de Caja de 1570-1574). Según Santiago Montoto, también se llamó del Azofaifo la barreduela que formaba en la confluencia con Fabiola. Su nombre refiere al caballero veinticuatro y alguacil mayor de Sevilla Diego Ximénez de Enciso, poeta y comediógrafo, nacido en 1585 en la plaza de Refinadores, aunque vivió en esta calle, donde su padre labró amplia casa. A ella confluyen las calles Fabiola, Cruces, Carlos Alonso, Santa Teresa, y Mesón del Moro. Bajo este rótulo se incluía el tramo de Fabiola al cruce de Santa Teresa y Mesón del Moro; la tercera vía que nace en este cruce se denominaba Jamerdana y fue incorporada a Ximénez de Enciso en 1869, pasando esta denominación a la de los Venerables.
Ambos tramos se distinguen incluso hoy: el que nace en Fab1ola se caracteriza por su estrechez, entre 1 y 2 m., carecer de aceras, y estar escalonado en descenso hacia Santa María la Blanca. ser más rectilíneo y en general presentar, al menos en la acera de los pares, mejores edificios. Asimismo, próxima a la confluencia con Santa Teresa y en la acera de los impares nace una barreduela rotulada actualmente como Carlos Alonso, de la que a su vez, nace la plaza de la Escuela de Cristo (v.). El segundo tramo arranca del cruce de Santa Teresa y Mesón del Moro, y presenta un claro desvío del precedente, siguiendo una línea ligeramente curva hasta confluir con pasaje de Andreu. Está adoquinado y carece de acerado; su caserío es más sencillo y presenta casas muy descuidadas, junto a otras restauradas recientemente. Hasta finales del s. XIX, en que se abrieron los pasajes de Andreu y Vila, la única salida de la calle hacia el centro de la ciudad era por los Venerables o por Mesón del Moro. Luis Montoto (En aquel tiempo) nos ha dejado una una gráfica descripción de ella: era "...estrecha como corazón de ávaro y sombría como corazón de pícaro". Por ello se proyectó pronto (1868) una alineación parcial. Poco después se inició su adoquinado, aunque tardaría decenios en concluirse totalmente. Posteriormente (1914) se proyectó actuar con alineaciones en toda la calle sin que se llevara a efecto el ensanche. El alumbrado eléctrico sustituyó al de gas en 1921. Caracterizan la calle edificaciones como la capilla labrada por la Escuela de Cristo en 1793, así como la construcción de grandes casas, como la edificada por Aníbal González destinada a niños pobres. Hubo también cierta actividad industrial, como una fábrica de tejidos existente en el s. XIX; aún hoy permanece una tienda de muebles, resto de una época en que era paso obligado desde la Puerta de la Carne al centro.
Según cuenta Montoto en la obra citada, en la calle, donde él mismo vivió, existía a mediados del s. XIX una tertulia en casa del canónigo doctoral López Vigil; asímismo existían por las mismas fechas varios corrales de vecinos que sin duda animaban el paso de la procesión de Nuestra Señora de la Alegría, de la parroquia de San Bartolomé; también era lugar de paso de piaras de cabras y vacas sueltas, lo que era motivo de quejas para el vecindario. Existen varias casas notables del s. XVIII, en las que aparecen los rasgos tradicionales de dos planta y ático con arcos y pilastras y fachadas avitoladas. En el muro de la capilla de la Escuela de Cristo hay dos azulejos-retablos, uno del Cristo de la Providencia y otro de la Virgen de la Misericordia. En la fachada de la casa de las Hermanas Catequistas (Obra Social y Cultural Sopeña) hay un azulejo de Olavide con la inscripción ''Calle Ensissos"; sus muros descansan sobre gruesas piedras de molino puestas al descubierto recientemente. Actualmente cumple funciones residenciales y algunos de sus tramos constituyen centros de concentración turística, por lo que se encuentran establecimientos de recuerdos, antigüedades y bares, entre los que cabe destacar el viejo bar-tienda de las Teresas [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Ximénez de Enciso, 10. Casa del siglo XVIII, de dos plantas y ático con balcones separados por pilastras.
Ximénez de Enciso, 12. Casa de1 siglo XVIII, de fachada semejante a la anterior, compuesta de dos plantas la segunda avitolada, y ático en que balcones de arcos semicirculares alternan con espacios adintelados ciegos, todos ellos separados por pilastras.
Ximénez de Enciso, 26 y 28. Casa del siglo XVIII, de dos plantas, avitoladas. En el interior destaca el patio de columnas con arcos inscritos en alfices, y la escalera de dos tramos, con azulejos en la contrahuella de los escalones. Existen, además, dos capiteles tardorromanos o visigodos.
Ximénez de Enciso, 30. Casa de dos plantas, con fachada avitolada, en uno de cuyos extremos existe un ático con vanos separados por pilastras. Uno de los balcones está defendido por un tejaroz. En el interior, patio de columnas con arcos de medio punto.
Ximénez de Enciso, 33. Casa del siglo XVIII, de dos plantas y ático, con fachada recorrida por pilastras. En el interior hay que destacar una fuente de pared en el segundo patio formada por una hornacina flanqueada por pilastras avitoladas y pequeñas columnillas sobre pedestales. En la actualidad la fachada ha sido alterada por la instalación de locales comerciales [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Biografía de Diego Ximénez de Enciso, a quien está dedicada esta vía;
Diego Jiménez de Enciso, (Sevilla, 1585 – 1634). Dramaturgo.
Diego Jiménez de Enciso, de ascendencia logroñesa, nació en 1585 en Sevilla, lugar donde residió la mayor parte de su vida. Fue veinticuatro de la ciudad (desde 1613) y tesorero de la Casa de Contratación.
Vivió una temporada en la Corte, donde se relacionó con los escritores de la época, y entabló algunas amistades ilustres y de las altas esferas del poder, entre ellos el conde-duque de Olivares. En 1623 obtuvo el hábito de Santiago y dos años después regresó a Sevilla, donde fue nombrado alguacil mayor, y el conde-duque le confió la tenencia de la alcaldía de los Reales Alcázares. Aunque participó en las tertulias literarias y certámenes poéticos, como el que él mismo presidió en San Juan de Aznalfarache, su vida cotidiana era bastante recogida, pues su salud comenzó a deteriorarse en 1629; no llegó a contraer matrimonio y los títulos nobiliarios que pudo haber ostentado los cedió a sus sobrinos; murió en septiembre de 1634.
No fue Jiménez de Enciso un autor prolífico y tampoco obtuvo una enorme fama como dramaturgo en sus días, aunque ya en 1609 fue elogiado por Lope en su Jerusalén conquistada, y en el Laurel de Apolo, de 1630 (también reconocieron su mérito en encarecidos versos Cervantes y Pérez de Montalbán). Entre sus estrenos más destacados figura Júpiter vengado, comedia escogida para las fiestas de 1632 en celebración del juramento como heredero del malogrado príncipe Baltasar Carlos; el gran aparato escénico de esta comedia mitológica corrió a cargo del célebre Cosme Lotti.
No ha sido Jiménez de Enciso un dramaturgo muy favorecido por la crítica literaria, aunque obras como La mayor hazaña de Carlos V (parodiada más tarde por Manuel de Pina en su comedia burlesca La mayor hazaña de Carlos VI) o El príncipe don Carlos se consideran entre las mejores del período. La mayor parte de sus obras son de tema histórico, y destacan Los Médicis de Florencia, que Pérez de Montalbán mencionaba muy elogiosamente en su Para todos (1632), como “pauta y ejemplo para todas las comedias grandes” (fue estrenada por Pedro Cebrián, y en 1684 volvió a representarla en palacio Manuel Vallejo), Santa Margarita (comedia sacra), Juan Latino, El encubierto y El valiente sevillano, Pedro Lobón (1.ª y 2.ª parte), representada en la Montería de Sevilla, en 1642, por la compañía de Bartolomé Romero. La calidad de todas estas obras resulta desigual, con tramas a menudo poco elaboradas dramáticamente, pero con un estilo natural y alejado de las afectaciones características de gran parte del teatro de la época. López Morales lo consideraba entre los ingenios andaluces, “el que aventaja a todos en logros escénicos” (Héctor Urzáiz Tortajada, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Ximénez de Enciso, al detalle:
Edificio calle Ximénez de Enciso, 10.
Edificio calle Ximénez de Enciso, 12.
Retablo cerámico del Cristo de la Providencia
Retablo cerámico de la Virgen de la Misericordia
Edificio calle Ximénez de Enciso, 26 y 28.
Edificio calle Ximénez de Enciso, 30.
Edificio calle Ximénez de Enciso, 33.
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