Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Iglesia de Jesús Nazareno, Iglesia de Madre de Dios, antiguo Convento de Scala Coeli, Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Iglesia del Colegio de San Acisclo y Santa Victoria, Ermita de Nuestra Señora de la Salud, Parque arqueológico de Torreparedones, Museo-Restaurante Oleocultura, Llanos del Espinar, Barrio de la Villa, Castillo, Triunfo de San Rafael, Muralla urbana, y Pósito) de la localidad de Castro del Río, en la provincia de Córdoba.
Población recostada junto al río Guadajoz, que serpentea mientras San Rafael contempla el vecino castillo. Se recuesta Castro junto al Guadajoz, río del pan que fertiliza huertas y serpentea entre lomas cerealistas camino del Guadalquivir. San Rafael contempla desde el triunfo la decadencia del vecino castillo, mientras La Villa de quebradas calles blancas se toma un realzar en el Llano de la Iglesia para realizar la fachada parroquial de la Asunción, cuyo encaje plateresco ha ido borrando el persistente azote del viento.
Tuvo origen esta villa durante el Califato, perteneciendo a partir del siglo XI, sucesivamente a los reinos de Granada y de Córdoba. Después de su reconquista, lograda por Fernando III en 1240 mediante pacto, quedó bajo su jurisdicción del Concejo de Córdoba. En 1467 fue entregada a Diego Fernández de Córdoba, volviendo poco después al Ayuntamiento cordobés. Por fin, en 1565 fue incorporada al marquesado de Priego, manteniéndose como ciudad de señorío hasta la extinción de este régimen. El castillo y las murallas, realizadas en el siglo XII por los almohades, configuran uno de los escasos ejemplos que perduran en tierras cordobesas de ciudad fortificada (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Población recostada junto al río Guadajoz, que serpentea mientras San Rafael contempla el vecino castillo. Se recuesta Castro junto al Guadajoz, río del pan que fertiliza huertas y serpentea entre lomas cerealistas camino del Guadalquivir. San Rafael contempla desde el triunfo la decadencia del vecino castillo, mientras La Villa de quebradas calles blancas se toma un realzar en el Llano de la Iglesia para realizar la fachada parroquial de la Asunción, cuyo encaje plateresco ha ido borrando el persistente azote del viento.
Villa situada al sureste de la provincia, en la carretera C-432.
Distancia a Córdoba: 42 Km.
Altitud: 236 m.
Habitantes: 8.074.
Gentilicio: Castreños
Mancomunidad: Guadajoz – Campiña Este
La actual población de Castro surgió probablemente en época musulmana, en torno a un recinto amurallado o fortaleza de carácter defensivo, bajo el nombre de Qasira o Casruh. En 1240 fue conquistado por Fernando III mediante pacto, y cinco años más tarde fue donado al concejo de Córdoba. Situado en el camino de Granada, Castro del Río fue durante el siglo XV punto de aprovisionamiento de las tropas cristianas que se dirigían a la conquista de Granada. En 1565 Castro se incorpora al Marquesado de Priego, a cuya jurisdicción señorial queda sometido a lo largo de la Edad Moderna.
Oficina de Turismo de Castro del Río
+34 957 943 081
https://www.ayuntamientocastrodelrio.org (Diputación Provincial de Córdoba).Tuvo origen esta villa durante el Califato, perteneciendo a partir del siglo XI, sucesivamente a los reinos de Granada y de Córdoba. Después de su reconquista, lograda por Fernando III en 1240 mediante pacto, quedó bajo su jurisdicción del Concejo de Córdoba. En 1467 fue entregada a Diego Fernández de Córdoba, volviendo poco después al Ayuntamiento cordobés. Por fin, en 1565 fue incorporada al marquesado de Priego, manteniéndose como ciudad de señorío hasta la extinción de este régimen. El castillo y las murallas, realizadas en el siglo XII por los almohades, configuran uno de los escasos ejemplos que perduran en tierras cordobesas de ciudad fortificada (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Viejo pueblo campiñés surcado por el Guadajoz, cuya historia como población se remonta a la Edad de los Metales. En el laberinto de sus calles de sabor musulmán se descubren buenas casas solariegas, restos de un viejo castillo y algunas notables iglesias, como la de la Asunción o la de Madre de Dios, ambas de de origen medieval (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2009).
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.- La primitiva fábrica de esta parroquia corresponde al periodo gótico tardío, pero las transformaciones sufridas durante el siglo XVI y posteriormente a lo largo del siglo XVIII, cambiaron su fisonomía. En la década de los setenta ha experimentado su última reforma, con la que se pretendido recuperar parte de su primitivo aspecto haciendo desaparecer algunos de sus enseres litúrgicos. en el interior se ha mantenido básicamente su organización mudéjar, es decir, planta de tres naves con cabecera triple y capillas laterales; las naves presentan bóvedas de aristas del XVIII y las capillas se cubren con bóveda sobre pechinas. La capilla mayor perdió el retablo y cuando se eliminó el coro de la nave central, se colocó en ella la sillería, realizada en 1717.
La cabecera de la nave izquierda la ocupa la imagen del Crucificado de la Buena Muerte, que puede fecharse en el primer cuarto del XVII. A continuación se halla la capilla del Sagrario, construida en torno a 1791. El retablo, obra barroca de finales del XVIII, procede de Lucena y en el ático tiene un lienzo de la Trinidad. Después de la capilla del Rosario se sitúa la llamada capilla de los Vargas, de hacia 1580. Luce una reja plateresca de estimable calidad, que se ha puesto en relación con Hernando de Valencia. Se guardan aquí, entre otras, la Vera Cruz, de fines del XVII, y la Virgen de la Alegría, realizada por Salvador Guzmán en 1999.
Sigue la puerta lateral, en cuyo zaguán se ve un cuadro retocado de la Virgen de Belén, de hacia 1600. A continuación está la capilla originalmente dedicada a San Pedro y San Pablo, del año 1649; se cierra por una reja neorrenacentista, realizada en Córdoba por Antonio Castillo en 1905. Luce un retablito moderno con San Nicolás, y en el ático hay un medio punto con Cristo entre la Virgen y Dios Padre adorado por santos, barroco de mediados del XVII, que pudo pertenecer al retablo primitivo. La siguiente capilla, con portada de mármol rojo, tiene una reja realizada en Lucena por Juan Labela en 1798. Tiene un retablo de mármol y guarda diversas imágenes procesionales de Martínez Cerrillo, Ruiz Olmos y González Jurado. La última capilla la ocupa un retablo dedicado a San Antonio. En el muro de la nave se ve el lienzo de la Visitación, de escuela barroca cordobesa de mediados del siglo XVII. A los pies hay una pintura mural muy deteriorada de San Cristóbal, de hacia 1600.
En el ábside del lado derecho está el retablo de la Divina Pastora, de hacia 1760, que procede de la iglesia colegial de San Acisclo y Santa Victoria; la imagen fue tallada en Córdoba por Lorenzo Cano en 1802. En el muro hay un lienzo de la Presentación de Jesús en el Templo, del XVII, obra popular pero de interés iconográfico, y otro más interesante con la Visión del Apocalipsis, de taller cordobés del tercio final del XVII. Hacia la mitad del muro de la nave se sitúa un pequeño retablo barroco de hacia 1700, de estética cercana a Gaspar Lorenzo de los Cobos, que enmarca una pintura del Cristo de Medinaceli. En la vane central hay una serie del Apostolado, del siglo XVIII, procedente del convento del Carmen de Lucena.
En la sacristía se guardan, entre otras obras, una curiosa Visión de la Nueva Jerusalén, de factura popular del XVII, un lienzo de la Inmaculada Concepción, de hacia 1750, dos tablas con Santa Teresa y la Magdalena, del XVII, otra con la Virgen del Rosario, de fines del XVI, un lienzo con la Muerte de San José, del XVII y otro con la Virgen de la Salud, del XIX.
Entre las piezas de orfebrería destacan un píxide con el escudo del obispo Álvarez de Toledo, punzonado en Córdoba, y un ostensorio con punzón de Diego de Alfaro, ambos de la primera mitad del XVI, un juego de sacras y atriles, obra de Bernabé García de los Reyes, de hacia 1750, un portaviático con el punzón de Antonio Ruiz, un cáliz de Damián de Castro y otro punzonado por Antonio de Santacruz (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se ubica en el Llano de la Iglesia de la localidad de Castro del Río (Córdoba), ocupando la zona más elevada del casco urbano. Está constituida por un templo de tres naves sin crucero con capillas en la nave del Evangelio, desde la que se accede al claustro; y por una sacristía en dos plantas adosada al lateral izquierdo del presbiterio.
La fachada principal se estructura con la portada de ingreso, de dos cuerpos, sobre la que se levanta la torre-campanario.
Toda la fachada es de sillares de piedra, estando en la actualidad enlucidos los espacios correspondientes a las naves laterales. El exterior consta de dos portadas; la principal, al Llano de la Iglesia, y otra de carácter secundario que se abre en el muro del lateral izquierdo de la iglesia. Destaca en esta fachada principal dos relojes de piedra esculpidos que datan del año 1593. El ábside de la totalidad de la Iglesia se presenta oculto por construcciones posteriores y anexas a la propia Iglesia.
Destaca la portada principal, de estilo plateresco, concebida como unidad artística independiente y con ciertas reminiscencias de arquitectura militar. Se labró en el año 1538, atribuyéndosele su construcción a Hernán Ruiz I. Se trata de una portada de dos cuerpos, ubicándose el acceso principal en el cuerpo bajo, y, sobre ésta, la torre campanario. La puerta presenta arco escarzano muy rebajado, y se encuentra flanqueada por pilastras cajeadas que apoyan sobre zócalos y sostienen un friso a modo de entablamento, y, sobre él un segundo cuerpo con tres hornacinas, siendo la central de tipo venerado. Ha perdido la mayor parte de su decoración por el tipo de piedra utilizada. La torre del campanario es de sección cuadrangular, bastante menor que la del cuerpo sobre el que se sienta. La primera planta tiene vanos apuntados, la segunda de medio punto para albergar a las campanas. Se corona con un chapitel de azulejos con remates en forma de bolas en las cuatro esquinas y en la cúspide del vértice.
La portada lateral, abierta en el muro del lado de la Epístola, data del obispado de Fray Alonso de Salizanes, del año 1678, según consta en una inscripción existente sobre el dintel. A continuación de ella, se observa también otro acceso a la iglesia desde las dependencias de la Sacristía.
El acceso al interior de la iglesia se realiza a través de un pasillo horadado en la base de la torre campanario, y, formalizado mediante una puerta con vano ligeramente rebajado, con marco labrado en piedra y decorado con tres tipos de flores dispuestas en los sillares de su perímetro; a sus lados se encuentran dos portaditas de acceso al campanario y a la maquinaria del reloj.
El interior de la iglesia consta de tres naves sin crucero, separadas por seis arcos formeros, ligeramente apuntados, que apoyan sobre pilares prismáticos de sección cuadrada con las aristas matadas, salvo el arco de ingreso a la capilla mayor que descansa sobre columnas adosadas a los pilares. La nave central es más ancha que las laterales. Se cubren con bóvedas de arista del S. XVIII, que en el caso de la central se ve reforzada por los correspondientes fajones que apean sobre ménsulas de placados geométricos. Con ellas se encubrió el artesonado de madera mudéjar y la estructura superior del templo en origen.
En el lado del Evangelio se abren seis capillas: la del Sagrario, la de San Antonio, la de la Vera Cruz, la de San Nicolás, la del Resucitado y la de Fátima. En su mayor parte, tienen planta cuadrangular y cubierta con bóvedas sobre pechinas, rematadas algunas con linterna, destacando entre ellas, por su antigüedad, la capilla del Resucitado, de antecedentes mudéjares. Así mismo, destaca la Capilla de San Antonio, con retablo dorado, de una sola calle y con hornacina semicircular central, y, la capilla del Sagrario, adosada al extremo más septentrional del presbiterio, que data su construcción del año 1736; posee planta de cruz latina que se cubre con bóveda de cañón con lunetos y bóveda semiesférica en el crucero, basando su decoración en motivos de rocalla; al fondo, un retablo barroco que procede del convento del Carmen de Lucena, y, que actualmente esta presidido por la imagen del Sagrado Corazón; el retablo consta de cuerpo, remate y ático, teniendo tres calles, quedando enmarcadas las laterales por columnas corintias; en el ático se encuentra un lienzo de la Trinidad, de ahí el nombre por el que también se le conoce: Retablo de la Trinidad.
A los pies de la nave del Evangelio se localizan dos pinturas murales; una en el primer tramo y en el lateral derecho, dedicada al Bautismo de Cristo, datada en el siglo XVIII, y, otra en el segundo tramo del muro izquierdo de esa misma nave del Evangelio, que representa a San Cristóbal, obra del 1600 aproximadamente.
Entre las capillas tercera y cuarta del lado del Evangelio, se abre una portada que da acceso a las dependencias auxiliares; dicho ingreso se formaliza mediante un interesante arco de herradura apuntado de piedra de cronología medieval, y, conecta con un patio claustrado, compuesto por arcos de medio punto sobre columnas toscanas, que data del año 1791, el cual es conocido por haber sido el cementerio. Dicho patio formó parte a su vez de la vivienda, con dirección postal en calle Colegio nº 10, la cual data de finales del siglo XVIII, habiendo sido utilizada como vivienda parroquial. Dicha edificación de carácter residencial, presenta una tipología propia de la arquitectura civil del XVIII, estructurándose en una doble crujía con dos plantas y un sobrado, cada una de ellas con diferentes tipologías de huecos.
En dicho patio se encuentra un escudo en piedra con corona de un marquesado y una cruz flordelisada en su tondo central, posiblemente de la Orden de Calatrava.
Los ábsides de la cabecera son lo más antiguo del inmueble, datándose en el siglo XIV. Son poco profundos, tienen forma poligonal, y, se cubren mediante bóvedas de crucería, en los ábsides laterales, y, cúpula semicircular en el ábside central: éste mantiene la piedra vista y, en él existen tres ventanas alargadas con vidrieras nuevas, abocinadas tanto al interior como al exterior. En la cabecera central, desprovista de retablo, se ha adosado recientemente la sillería de coro que anteriormente se localizaba a los pies de la nave central; es de madera de nogal, con 21 sitiales; esta fechada en el año 1717 y se encuentra presidida por un Crucificado de estética barroca en la que destaca tanto el tratamiento del paño de pureza como el soporte de tipo bulboso de los maderos de la cruz.
La comunicación entre los ábsides laterales y el central se realiza mediante arcos de medio punto que apean en el caso del lateral del Evangelio, sobre columnas y capiteles de acarreo, uno árabe y varios romanos, y otros de tradición gótico.
En este arco se puede leer una inscripción labrada en la piedra: " Siendo Pº López Ortega Obrero". Otro gran arco de medio punto en piedra da paso al ábside de la Epístola; éste es poligonal y poco profundo, cubierto por bóveda de crucería con seis nervaduras que arrancan de la clave y otro de crucería simple. En su muro frontal, un templete barroco del siglo XVIII, alberga una escultura que representa a la Divina Pastora, obra del artista cordobés Lorenzo Cano, datada en 1804. La nave de la Epístola es muy sencilla, sólo destacan en el piso superior los accesos de luz, con un óculo y tres ventanas rectangulares rematadas por arcos de medio punto. En el 5º tramo de esta nave de la Epístola, se adosa a la pared un retablo profusamente decorado, del siglo XVIII, a modo de marco, que cobija en la actualidad una estampa del Cristo de Medinaceli; de ahí el nombre por el que se le conoce. En esta nave se sitúa el acceso a la puerta del ingreso lateral al templo.
Desde el ábside de la Epístola se accede a las dependencias de la Sacristía y del despacho parroquial, a través de un espacio intermedio de gran interés, con bóvedas tipo árabes; desde dicho ámbito y mediante una escalera se comunica con el acceso a la calle, por la denominada puerta de las gradas. La Sacristía, de planta casi cuadrada, esta compuesta por dos dependencias; una en planta baja y otra en la superior; la de la planta baja esta cubierta con un artesonado de casetones de madera, del siglo XVII , y, la de la planta superior, posee un excelente artesonado de forma ochavada, con las esquinas matadas, y, con decoración de lazo y tracería. Esta dependencia tiene una interesante ventana con doble arco de medio punto sobre columnas toscanas de piedra arenisca, y, otra similar en el espacio de la escalera de comunicación entre las dos plantas; dichas ventanas o ajimeces dan vistas a la plaza de San Rafael.
Se conserva también en la Sacristía una puerta de madera de finales del siglo XVIII con motivos iconográficos marianos muy interesantes. En un patinillo junto al despacho parroquial y la Sacristía, adosado al ábside central, hay un torreón cuadrado, considerado como restos del minarete de la antigua mezquita. Aparece coronada por una espadaña, llamada tradicionalmente campanillo.
La iglesia de la Asunción de Castro del Río esta construida sobre lo que fue una antigua mezquita. Su origen data del siglo XIV cuando fue fundada por Fernando III después de la conquista de Castro del Río.
En el siglo XVI el edificio fue reformado y ampliado; se construye en esta época la portada, la torre y la puerta de las gradas en el lateral meridional. Durante el siglo XVII se realizan las capillas de la Concepción y de San Pedro y San Pablo, así como la puerta lateral de la parroquia. En el siglo XVIII se cubre con bóvedas el artesonado de las naves central y de las laterales, así como la Capilla del sagrario (1736). En 1791 se realiza el patio claustrado del cementerio anexo a la iglesia, cementerio que fue clausurado en 1834.
Durante todo el siglo XX se han realizado obras de consolidación y reparación, así como la construcción en 1949 de la capilla de Fátima (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El cercano Llano de la Iglesia está presidido por la esbelta fachada de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, templo gótico que data de los tiempos de la conquista, cuyo aspecto original cambió con la ampliación realizada a partir de 1523 en la parte de los pies, y, sobre todo, con la remodelación barroca llevada a cabo en 1760.
Consta de tres amplias naves sin crucero, separadas por arcos apuntados y cubiertas con bóvedas de arista.
Al exterior luce la parroquia una portada plateresca de 1538, construida en piedra arenisca tan deleznable que presenta un aspecto muy erosionado; sobre ella se eleva la torre, iniciada a principios del XVII (Diputación de Córdoba).
Iglesia de Jesús Nazareno.-
El origen de esta iglesia está en la ermita de San Benito, levantada en el siglo XV. En ella se establecería la cofradía de Jesús Nazareno, que fue tomando auge, hasta el punto de que hacia 1700 emprendió la construcción del templo actual. La fachada, que recuerda diseños de Hurtado Izquierdo, lleva fecha de 1712. La obra estaba prácticamente concluida en 1726. En 1733 el presbítero Juan Moreno sufragó la portada lateral. Finalmente, en 1735, Tomás Guzmán de Avellano fundó anejo el Hospital de Jesús Nazareno. Con motivo de la renovación del hospital en 1982, se colocó como portada del mismo la procedente del desaparecido convento de dominicas de Jesús y María de Scalacoeli, de la segunda mitad del XVII.
El origen de esta iglesia está en la ermita de San Benito, levantada en el siglo XV. En ella se establecería la cofradía de Jesús Nazareno, que fue tomando auge, hasta el punto de que hacia 1700 emprendió la construcción del templo actual. La fachada, que recuerda diseños de Hurtado Izquierdo, lleva fecha de 1712. La obra estaba prácticamente concluida en 1726. En 1733 el presbítero Juan Moreno sufragó la portada lateral. Finalmente, en 1735, Tomás Guzmán de Avellano fundó anejo el Hospital de Jesús Nazareno. Con motivo de la renovación del hospital en 1982, se colocó como portada del mismo la procedente del desaparecido convento de dominicas de Jesús y María de Scalacoeli, de la segunda mitad del XVII.
La iglesia tiene una nave con crucero de brazos cortos. La cubierta es de cañón con lunetos y bóveda semiesférica sobre pechinas en el crucero. Tanto éste, como el presbiterio, se hallan cubiertos por pinturas murales de motivos vegetales, que en las pechinas enmarcan óvalos con las Virtudes Cardinales, y en la bóveda emblemas pasionistas; el presbiterio muestra en los lunetos la Inmaculada y San José, dejando al centro un recuadro donde aparece la Trinidad. Junto a las ventanas del crucero están los Padres de la Iglesia.
El retablo mayor fue realizado por Gaspar Lorenzo de los Cobos en el año 1734 y dorado por Gabriel Jiménez. Seriamente transformado en la posguerra, a causa de los destrozos, actualmente se encuentra de nuevo desmontado y sometido a restauración por una escuela taller. Tiene en el banco cuatro relieves de la Pasión y en el ático, un Crucificado flanqueado por dos óvalos que muestran el Ecce Homo y la Dolorosa. El camarín está decorado con pinturas de mediados del siglo XVIII que representan las Sibilas, los Profetas mayores y, en los muros, la Flagelación y el Prendimiento. Lo preside la imagen de Jesús Nazareno acompañado del Cirineo; a los lados de la caja central se sitúan las hornacinas con la Virgen del Mayor Dolor y San Juan, ésta última de talla completa. Todas las imágenes son obras de Antonio Castillo Lastrucci, realizadas entre 1951 y 1952 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia de Jesús Nazareno, fue erigida en el primer cuarto del S. XVIII, en el sitio dónde se ubicaba la antigua ermita de San Benito.
Interesante edificio con planta de cruz latina, en la que sorprende la abigarrada decoración que ostentan el crucero, la cúpula y su retablo mayor, de 1734, obra de Gaspar Lorenzo de los Cobos; Destaca, además, por la Imagen que acoge su camarín, de Jesús Nazareno (Diputación de Córdoba).
Iglesia de Madre de Dios.- Su construcción se debió a los propios vecinos de la villa en 1420. Se reformó radicalmente en 1616 para convento de dominicas y fue restaurante en la década de 1990. La fachada de los pies tiene la fecha de 1607, mientras que la del muro derecho lleva la de 1674. Por estar situada en la confluencia de dos calles, su planta es el resultado de la fusión de dos construcciones diferentes, la del XV, con tres pequeñas naves, y la conventual del XVII, dispuesta en sentido perpendicular a la primera, que es la que funciona como iglesia propiamente dicha.
Las cubiertas son de madera, y han sido colocadas recientemente siguiendo el modelo de las primitivas que se hallaban en mal estado. Solamente el presbiterio tiene cubierta de fábrica, compuesta por una bóveda elíptica que apoya sobre pechinas. Se cubren con decoración algo abigarrada de yeserías de carácter popular, pero vistosas, en las que aparecen representados los cuatro Evangelistas, los Padres de la Iglesia, y angelotes distribuidos por todo el espacio.
El retablo mayor, de pinturas sobre tabla, procede de las dominicas de La Rambla, traído hacia 1945; consta que fue donado por don Francisco Navajas Camargo en 1556. En el banco se representan, por parejas, San Rafael y San Miguel, Santa Lucía y Santa Clara, muy retocados; en el primer cuerpo Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena, y en el segundo la Oración en el Huerto y el Bautista. En el ático se ven el Calvario y el Padre Eterno. En la tabla de Santa Catalina está la firma de Francisca de Atencia: "Frca de Atencia de Zuñiga me faciebat en la Rambla 1606". En la caja se colocado la Virgen de la Candelaria, imagen de vestir de fines del XVII con Niño Jesús del XVIII.
A la derecha, sobre la reja coral, hay un lienzo de la Sagrada Cena, de hacia 1700, procedente del Carmen. La capilla del Sagrario tiene un retablo recompuesto: la parte exterior procede del convento de dominicas y la interior, adornada con delicados motivos del siglo XVII, de la parroquia de la Asunción. La Virgen de la O, procedente de la Asunción, es moderna. A la izquierda hay un Ecce Homo de papelón, de hacia 1600, restaurado en 2003 por Clemente Rivas.
En los altares se ven imágenes de vestir de Santa Rita, del XVIII, y Jesús de la Oración del Huerto, mal restaurado. Por los muros hay numerosos cuadros, donados por pintores actuales de la localidad. En la sacristía está una pequeña talla de San Pascual Bailón, de fines del XVII, procedente de la parroquia (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La planta, muy irregular, viene a ser el resultado de dos iglesias perpendiculares con caracteres de distintas épocas, ocupando una cuña en la confluencia de dos calles. En el chaflán una sencilla fachada con tejado a dos aguas y una portada adintelada, rematada por en entablamento sobre pilastras, fechado en 1607 sobre cuya cornisa se alzan los pináculos, a parte de un reloj que la afea y dos ventanales.
La zona a que da acceso esta puerta es la más antigua del templo. Consta de 3 naves perpendiculares a fachada, separadas por dos arcos apuntados a cada lado apeando sobre pilares cuadrados con aristas matadas, revestidos recientemente de cemento, para reforzarlos. Los arcos, con las aristas achaflanadas. Las cubiertas de madera, la central de dos faldones y las laterales, de uno. Estas 3 naves se cortan en una arquería transversal de tres arcos apuntados dos de los cuales se curvan en los arranques formando ojivas túmidas. Esta arquería forma el costado del Evangelio de la nave principal, que está cubierta por artesonado de par y nudillo con tirantes de lazo. No hay crucero y la capilla mayor a la que da ingreso un arco toral de medio punto sobre pilastras, está cubierta por cúpula de planta elíptica, revestida de yeserías, así como las pechinas. Estas yeserías son de buena ejecución, pero enmascaradas por torpe policromía reciente. En el lateral unas capillas, separadas entre si por un grueso muro, que hace pensar en que las naves del primitivo templo se prolongaran hasta esta parte, en la que quedan restos de reformas y adaptaciones de distinta época.
Recientemente, se ha descubierto la cripta de la capilla mayor. Junto a ella, otros subterráneos con tinajas, que deben ser las bodegas de las casas que ocuparon las monjas.
Esta pequeña iglesia es muy particular, tanto por su planta y alzado, como por las diversas etapas que muestran su construcción y por haberse lanzado algunas hipótesis equivocadas sobre su origen islámico. Los autores que tratan de ella refieren que tras ser conquistada la villa por San Fernando, la población se acrecentó, por lo que resultaba insuficiente el único templo existente, la Iglesia de la sunción. Entonces se decidió erigir una nueva iglesia que se levantó extramuros junto a la puerta llamada del Agujero. Esta iglesia la edificó y costeó el pueblo en 1430, dotándola de amplias rentas.
Esta iglesia es el resultado de diversos momentos constructivos de los que, tal vez sea el último la portada lateral, muy simple y fechada en 1674 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La torre, de planta cuadrangular y tres cuerpos coronados por chapitel, presenta sus paramentos almohadillados.
En el primero de dichos cuerpos, destaca una ventana adintelada, enmarcada por placas, con clave resaltada y frontón curvo. Por su parte, en el segundo cuerpo tan sólo destaca la cornisa que da paso al tercero de ellos, concebido como cuerpo de campanas. Este, a diferencia del resto de la torre utiliza en su fábrica la combinación de piedra y ladrillo. En cada uno de sus frentes se abren vanos con arcos peraltados de distintos tamaños.
El conjunto queda rematado por un chapitel recubierto de cerámica vidriada y cruz de hierro.
El monasterio de Jesús y María de Scala Coeli, de religiosas descalzas de Santo Domingo, lo costeó la marquesa de Priego en 1631. Se empezó la iglesia en 1653 por el arquitecto Tomas de la Fuente y luego fue continuada por Felipe de la Cruz, que trabajó en el convento hasta 1657. Se hizo primero la iglesia y luego adaptaron para convento el antiguo mesón llamado del Moreno.
La iglesia tenía tres naves, la central más ancha y alta que las laterales, y una gran portada de piedra. Con motivo de la guerra civil fue incendiada la iglesia y después fue demolida por completo, excepto la torre campanario, que se ha conservado como testimonio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen.- Originalmente fue la iglesia del convento del Carmen Calzado, establecido en 1554. Esta primera fábrica fue sustituida por otra en 1729, acabada hacia la mitad de la centuria. Muy afectada por los destrozos de 1936, la nave hubo de ser levantada de nuevo, siguiendo el modelo anterior. En la fachada hay un azulejo de Cristóbal Toledo con la Inmaculada, de 2004. El interior es de nave única, con crucero y cabecera rectangular, el crucero se cubre con bóveda sobre pechinas y el resto, de cañón con lunetos. El coro se sitúa a los pies, en alto.
De su interior pueden destacarse, en el presbiterio, la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia, obra de Antonio Castillo Lastrucci, restaurado en 2005, y en el lado izquierdo del crucero, un buen lienzo de la Adoración de los Pastores, de hacia 1650, procedente de Madre de Dios. También el retablo de la Soledad, pagado por Pedro Criado Navarro en 1783, que procede de su capilla aneja, hoy sin culto, y tiene imagen titular comprada en 1944 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iglesia del Colegio de San Acisclo y Santa Victoria.-
La Iglesia del Colegio de San Acisclo y Santa Victoria, trazada por Miguel Prieto en 1798 y cerrada al culto, es el único vestigio de la fundación de Benito José Rodríguez Caballero en 1786 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia del Colegio de San Acisclo y Santa Victoria, trazada por Miguel Prieto en 1798 y cerrada al culto, es el único vestigio de la fundación de Benito José Rodríguez Caballero en 1786 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Ermita de Nuestra Señora de la Salud.-
En la ermita de Nuestra Señora de la Salud, construcción original del XVIII, se venera la imagen de la patrona de Castro, realizada en 1941 por Amadeo Ruiz Olmos, para sustituir a la perdida en 1936 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
En la ermita de Nuestra Señora de la Salud, construcción original del XVIII, se venera la imagen de la patrona de Castro, realizada en 1941 por Amadeo Ruiz Olmos, para sustituir a la perdida en 1936 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
En las afueras de la población pero muy próxima a ella, se encuentra la ermita cuya iglesia actual es de principios del siglo XVII.
Es de una sola nave, de unos catorce metros de larga y cuatro y medio de ancha, dividida en tres tramos por sencillas pilastras, y cubierta por medio cañón. Un arco toral de medio punto da paso a la capilla mayor que se cubre con bóveda vaída. El camarín tiene cúpula octogonal de paños.
Recientemente se ha remodelado su fachada, con no mucha fortuna, se ha agrandado la puerta y la graciosa espadaña, que estaba revocada y pintada, ha quedado con ladrillos al descubierto.
Según la tradición la ermita es fundada en el siglo XVI en el mismo lugar en que la Virgen se apareció a unos vecinos de Castro. Pero en los libros de los Visitadores Generales del Obispado no se recoge ningún templo con esta advocación, por lo que parece ser que la imagen se encontraba en la ermita de San Roque. Al arruinarse ésta, pasó a la de San Sebastián, llamada también de Jesús Nazareno. Es a raíz del brote de peste de 1658 cuando el templo pasó a denominarse de Nuestra Señora de la Salud. En agosto de 1736, se celebró un cabildo abierto en el que el vecindario decide pedir a Roma que declarase a la Virgen patrona de Castro. Pero hasta 1750, Benedicto XIV no expide la correspondiente bula. La proclamación de la Santa Sede va a tener como resultado de la constitución de una hermandad, cuyas reglas serán aprobadas a mediados julio de 1757. Durante la Guerra Civil la imagen fue destruida, tallándose una nueva en 1941 por el escultor Amadeo Ruiz Olmos. En 1972, la iglesia fue restaurada remodelándose la fachada. Hace pocos años ha sido convertida en iglesia parroquial del barrio que ha nacido a su alrededor. Durante los días 8 al 11 de septiembre se realizan las fiestas patronales. La imagen es llevada en procesión hasta la Iglesia Mayor, retornando a su templo en octubre. El 24 de julio de 1990 fue coronada canónicamente (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Parque Arqueológico de Torreparedones.- El sitio arqueológico de Torreparedones se localiza entre los términos municipales de Castro del Río y Baena, sobre uno de los cerros de mayor altura de la campiña cordobesa. Su situación, a unos 579 metros sobre el nivel del mar, hace que ocupe una posición estratégica y justifica que haya estado ocupado desde tiempos muy tempranos.
El cerro que ocupa el yacimiento ha sido referido por varios autores desde el siglo XIX tanto como Torreparedones, como Cortijo de las Vírgenes y Torre de las Vírgenes; sin embargo, cabe aclarar que al sureste de este cerro se localizan los restos de un recinto fortificado que también responder al nombre de Torre de las Vírgenes.
Destaca por su amplia secuencia estratigráfica, que comienza como un poblado de época calcolítica, al que se superpone posteriormente un asentamiento que data de finales del Bronce Medio. A partir del siglo VII- VI a.C., se amuralla pasando a ser un importante núcleo urbano hasta la etapa romana, documentándose estructuras domésticas que se inician en un momento orientalizante/ibérico y que perduran hasta la etapa romana republicana.
Posteriormente, durante el período visigodo e islámico, el registro aporta menos datos, aunque se han hallado estructuras de función indeterminada, con una cronología que oscila entre el califato (siglo X) y el período almohade (S. XIII).
El conocimiento actual del yacimiento permite saber que, ya en los siglos XIII y XIV, vuelve a adquirir importancia, detectándose su abandono en el siglo XV. Del período medieval el testimonio principal de hábitat es el castillo que se localiza en el área más elevada del yacimiento, donde se ha documentado la reutilización de estructuras de época romana.
La línea de muralla del oppidum se observa en la actualidad desde la simple acumulación de piedras hasta paneles de sillería, donde sobresalen diversas torres rectangulares, con las que a intervalos regulares estuvo reforzada. Este perímetro se conserva mejor en los flancos noroeste y suroeste, mientras que en otros puntos su presencia en alzado es más discontinua.
En líneas generales, las intervenciones arqueológicas han permito documentar la gran potencialidad de dicha muralla, que se levanta directamente sobre el nivel del suelo. Se compone de dos paramentos, uno interno y otro externo, con un núcleo de cascote de tierra y con varios muros, que debieron estar en función de una estructura celular de paramentos transversales con fuerte inclinación en talud para retener el mencionado relleno. El material cerámico asociado al nivel de construcción de la muralla permitió datarla en torno al año 600 a.C.
El registro arqueológico ha permitido detectar dos puertas del recinto, una localizada en la zona suroeste del yacimiento y otra en el noroeste, encontrándose en concreto la muralla en este sector construida mediante piedra suelta, con paramentos de bloques cuadrados sin desbastar colocados en hileras regularizadas. Esta zona sufrió una remodelación en los siglos IV-III a.C. para la construcción de dos torres.
Por otro lado, uno de los elementos más importantes de este sitio es el santuario ubicado al sur de la ciudad, que se asocia a un manantial próximo y cercano igualmente a una vía de comunicación importante como es la vía Obulco-Iulia.
La excavación de esta estructura desveló que el edificio original se construyó en el siglo IV a.C. y se modificó en el siglo III a.C., aunque lo que se conserva hoy es parte del edificio del siglo II a.C. compuesto de corredor, patio y cella.
En el centro de la cella se ha constatado la presencia de una columna sobre pedestal alto y liso que pudo servir de soporte al techo. En cambio, al fondo del muro de cierre se situaba una columna exenta, sin función arquitectónica, que en su momento constaba de un capitel foliáceo, que según las últimas investigaciones era la figura en torno a la cual se desarrolló la actividad religiosa del santuario. La presencia de este capitel se ha puesto, por parte de algunos investigadores, en relación con los distintos santuarios púnicos del Mediterráneo y con otros recintos sagrados de la cultura ibérica.
Por otro lado, esta cella se encuentra abierta en su lado sur, donde hay un patio, que consta de un banco pequeño en la esquina oeste de la puerta y otro mayor en la zona este. Frente a la puerta hay una basa de piedra que pudo sostener un altar, mientras que en el interior de la cella se hallaron dos altares menores.
Cuando el santuario empezó a perder su función se acumuló en él una gran cantidad de exvotos, en su mayoría representaciones femeninas. Algunas teorías interpretan que estos exvotos fueron destruidos en el siglo I a.C. cuando de forma repentina fue abandonado, pero el edificio permaneció en pie hasta que en el siglo II d.C. un incendio destruyó su cubierta.
Otro elemento a destacar es el manantial, localizado a las afueras de la ciudad, aunque relacionado directamente con el poblamiento de Torreparedones, ante la falta de otros recursos hídricos en la zona. En principio, su origen se podría considerar ibérico, dato que tendrá que confirmarse en futuras intervenciones arqueológicas, pero sí se aprecia una estructura rectangular con muros de opus incertum y opus caementicium. En uno de estos muros se disponían los caños para la captación de agua, de los que hoy en día sólo se conserva uno de ellos, realizado en piedra caliza. Finalmente, todo el interior de la obra y el exterior de uno de los muros se encuentran enlucidos con un mortero de cal y arena.
Los estudios realizados hasta el momento en el sitio arqueológico de Torreparedones apuntan a que este lugar estuvo habitado desde el II milenio a.C. hasta el siglo XVI, habiendo alcanzado sus momentos de mayor esplendor en las épocas ibérica y romana.
Los primeros testimonios materiales de la presencia humana en Torreparedones se remontan a la Edad del Cobre, como atestiguan los resultados de la prospección superficial y de un sondeo realizado en 1990 junto a la puerta oriental. Esta ocupación calcolítica prosiguió durante la Edad del Bronce, en especial durante el Bronce Final (1000-800 a.C.).
Ya en época ibérica antigua, en torno al 600 a.C., se construyó una potente muralla que puede considerarse como uno de los mejores exponentes de la arquitectura defensiva ibérica de toda la provincia de Córdoba. Su construcción tiene un significado social y político determinado, evidenciando la presencia de estructuras políticas de carácter estatal, al frente de las cuales estarían personajes integrantes de las élites aristocráticas locales. Torreparedones fue probablemente uno de los oppida principales que conservó y acrecentó su poder en esta época.
La presencia romana en el asentamiento está atestiguada desde la etapa republicana, habiéndose detectado cerámica campaniense y terra sigillata por toda la extensión del yacimiento. Su situación geográfica y su posición estratégica sobre una de las cotas más elevadas hicieron que este enclave se viese envuelto en determinados conflictos bélicos, como fue el caso de la guerra civil que enfrentó a Julio César contra los hijos de Pompeyo a mediados del siglo I a. C.
Pacificada la zona, la ciudad adquirió un estatuto jurídico privilegiado como evidencian algunas inscripciones que mencionan cargos de la administración municipal (aediles, duovir...). Es muy probable que el responsable de esta promoción fuese Augusto, incluso que la ciudad sea la colonia Ituci Virtus Iulia que Plinio menciona en el Conventus Astigitanus. Durante todo el siglo I se llevó a cabo un notable desarrollo urbanístico, del que son ejemplo el foro, el macellum, y las termas. Los restos escultóricos hallados en el sector del foro constituyen una prueba evidente del culto imperial que los habitantes de esta ciudad rindieron a diversos miembros de la familia julio-claudia.
Tras el esplendor de la época romana altoimperial, la ciudad fue perdiendo importancia de forma paulatina durante las épocas tardoantigua y visigoda. La presencia árabe está constatada desde el califato hasta el siglo XII, como evidencia el material cerámico y numismático, así como algunas estructuras murarias.
El castillo medieval que corona el punto más elevado del cerro es una obra castellana, de finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV. Los documentos de la época lo citan con el nombre de Castro el Viejo, y se sabe que perteneció al rey Alfonso X, quien lo donó a Fernán Alfonso de Lastres en compensación por los servicios militares prestados durante la conquista, manteniendo así el papel estratégico que el lugar había tenido durante siglos. Tras un corto período de tiempo en poder señorial pasó a manos del concejo de la ciudad de Córdoba, institución encargada de nombrar a sus alcaides.
A comienzos del siglo XVI quedó deshabitado, siendo vendidas sus tierras (cortijo de Paredones de Medina y cortijo de las Vírgenes) a particulares durante el siglo XIX (Morena López, 2010).
En 2005, el yacimiento pasó a estar tutelado por el Ayuntamiento de Baena. Desde entonces, se ha desarrollado un amplio proyecto de estudio, recuperación y puesta en valor para convertirlo en un parque arqueológico (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se trata de una ciudad ibero-romana, emplazada en la campiña de Córdoba, posible colonia Virtus Iulia Ituci o municipio Bora.
Ocupación : Prehistoria a Edad Media.
El lugar conocido como Torreparedones o Torre de las Vírgenes está ubicado en plena campiña cordobesa, entre los ríos Guadalquivir al norte y el Guadajoz al sur, en el límite septentrional de los términos municipales de Baena y Castro del Río. Su situación topográfica, sobre una de las cotas más elevadas de la zona (579.60 m.s.n.m.) lo convierten en el techo de la Campiña.
El empuje decisivo para la recuperación del yacimiento lo ha dado el Ayuntamiento de Baena, que decidió poner en marcha allí un parque arqueológico. Inaugurado y abierto al público desde el 16 de enero de 2011, de Torreparedones destacan como elementos más singulares y atractivos la muralla ibérica, la puerta principal de acceso a la ciudad de época romana, el santuario iberorromano, el centro monumental de la ciudad romana (termas, macellum y plaza del foro), así como el castillo medieval.
Estuvo habitado al menos durante 5.000 años, desde finales del Neolítico hasta la Baja Edad Media. En las épocas ibérica y romana Torreparedones alcanzó su máximo esplendor contando, ya desde el siglo VI a.C., de una potente muralla, reforzada con torres, que rodeaba un espacio de 10,5 Has.
Ubicación: Carretera A-3125, PK. 18. Distancia desde Baena al centro de recepción de visitantes 22 kms.
Horarios Turísticos: Abierto solo sábados y domingos de 10 a 14 h, permitiéndose el acceso hasta las 13 horas, este horario se mantendrá hasta la finalización de la puesta en valor de los últimos descubrimientos que será el momento de la apertura en su horario habitual.
Precio de las entradas: Visita individual adultos 2€. Visita precio reducido 1€ para menores de 12 años, familias numerosas, jubilados, personas con discapacidad superior al 33 %, poseedores del carnet joven y grupos organizados de más de 10 personas.
Más información:
Información en los teléfonos: 606704354 / 957671757 / 647571037
Correo electrónico: turismo@ayto-baena.es (Diputación de Córdoba).
Museo-Restaurante Oleocultura.-
El Museo-Restaurante Oleocultura surge como complemento a la actividad comercial de la empresa familiar Oleocultura, creada en 1998. Con él se desarrolla una labor de difusión de la cultura del olivo y el aceite de oliva, acercando este sector al público en sus instalaciones del antiguo molino de la familia, que incluyen la maquinaria, la fantástica bodega de tinajas y el empiedro.
El Museo-Restaurante Oleocultura surge como complemento a la actividad comercial de la empresa familiar Oleocultura, creada en 1998. Con él se desarrolla una labor de difusión de la cultura del olivo y el aceite de oliva, acercando este sector al público en sus instalaciones del antiguo molino de la familia, que incluyen la maquinaria, la fantástica bodega de tinajas y el empiedro.
Concebido inicialmente como museo que mostrara la antigua manera de obtener aceite de oliva mediante prensas, tiempo después se orientó hacia la actividad de Museo-Restaurante Oleocultura para otorgarle un enfoque más polivalente. De esta forma, actualmente se da a conocer la dieta mediterránea, al mismo tiempo que se organizan visitas guiadas para grupos o cursos de cata, así como se celebran reuniones y actividades relacionadas con el sector (Diputación de Córdoba).
Llanos del Espinar.-
Llanos del espinar es una aldea perteneciente al municipio de Castro del Río. Se encuentra situada a 18 km. del mismo, y entre los municipios de Cabra a 16 kilómetros, Nueva Carteya a 11 y Montilla a 12.
Llanos del espinar es una aldea perteneciente al municipio de Castro del Río. Se encuentra situada a 18 km. del mismo, y entre los municipios de Cabra a 16 kilómetros, Nueva Carteya a 11 y Montilla a 12.
Se halla situada a una altitud aproximada de 600 metros sobre el nivel del mar, rodeada de unas tierras muy fértiles y propicias para el cultivo del olivo y la vid (Diputación de Córdoba).
Barrio de la Villa.-
Después de ver la Parroquia de la Asunción de Castro del Río, se puede callejear por el típico y sobrio barrio de La Villa, de casas blancas y calles angostas, embellecidas con pintorescos arcos en sus principales accesos, como son el de Martos, el Agujero y Santo Cristo (Diputación de Córdoba).
Después de ver la Parroquia de la Asunción de Castro del Río, se puede callejear por el típico y sobrio barrio de La Villa, de casas blancas y calles angostas, embellecidas con pintorescos arcos en sus principales accesos, como son el de Martos, el Agujero y Santo Cristo (Diputación de Córdoba).
Castillo.-
El castillo está situado en la parte más alta de la población, en la zona oriental, unido a la muralla y defendiendo la única puerta que tenía esta: la de Martos, de época musulmana. En la actualidad se conserva la plaza de Armas, la Torre del Homenaje, algunas mazmorras y los aljibes.
El castillo está situado en la parte más alta de la población, en la zona oriental, unido a la muralla y defendiendo la única puerta que tenía esta: la de Martos, de época musulmana. En la actualidad se conserva la plaza de Armas, la Torre del Homenaje, algunas mazmorras y los aljibes.
La fortaleza actual, posterior a la Reconquista, muy deteriorada por el tiempo y con bastantes reconstrucciones, se encuentra bastante completa su estructura primitiva.
Consta de una plaza de armas cuadrangular de 25 x 20 metros, con cuatro torres en las esquinas y cuatro lienzos de muro que las unen.
La única entrada es una puerta en arco de medio punto, con dovelas y sillares bastante bien labrados. Junto a la puerta está la torre principal, del Homenaje, maciza, de tapial. Gran parte de sus paramentos tienen revestimiento de ladrillo, y en la parte superior de sus ángulos quedan restos de ménsulas que soportarían garitones. Tiene una cámara superior cubierta por bóveda vaída, con abertura en la parte superior. La torre noroeste, es también de argamasa y maciza, pero tiene excavada a nivel del suelo una estancia de planta muy irregular, de unos dos metros de altura. Más importancia tienen las restantes torres.
La torre noreste, está constituida por una gran cámara hexagonal cubierta por bóveda de paños, con orificio en la parte superior. A esta estancia se accede desde la plaza de armas por un portichuelo con arco escarzano. Un gran aljibe ocupa el centro de la estancia. Exteriormente esta torre es redonda y revestida de argamasa. La torre restante tiene también una cámara inferior abierta en sus cuatro frentes. En su interior está la escalera que sube al único adarve que es el que está sobre el muro de fachada, y ha sido reconstruido y utilizado como palomar. Los muros que cierran de torre a torre son de mampuesto y tapial en su mayor parte y de unos dos metros de espesor (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conserva Castro restos del antiguo recinto amurallado, erigido con fines defensivos por los almohades en el siglo XII, bajo el nombre de Qasira o Casruh.
En 1240 fue conquistado por Fernando III mediante pacto, y cinco años más tarde fue donado al concejo de Córdoba (Diputación de Córdoba).
Triunfo de San Rafael.- Se trata del primer triunfo documentado de San Rafael que se erige fuera de la ciudad de Córdoba. Sobre un pedestal cuadrangular, que sirve de base a la rejería que cierra el monumento, de cuyas esquinas sobresalen cuatro faroles, se apoya otro pedestal, también cuadrangular, pero más pequeño, en piedra, que sirve de base a un primer basamento, casi cúbico, con una inscripción castellana y rematado por una cornisa. En ella se apoya una alta peana que sirve de base a un segundo basamento más estrecho, con molduras mixtilíneas, rematado también por una cornisa, sobre la que se eleva la columna, de orden corintio, cuyo primer tercio del fuste viene machihembrado.
Una alta peana de forma avenerada sirve de base a la efigie del Arcángel. Éste, que se apoya en una nube, lleva la pierna izquierda adelantada, dirigiendo la mirada, levemente, hacia la derecha; sostiene, con la mano izquierda, el bordón de peregrino y, aunque le falta todo el antebrazo derecho, con esta mano sujetaría el pez (que cuelga de la estructura metálica interior de la escultura). Las puntas de las alas se abren hacia los lados, apreciándose acartonamiento en los paños. Conserva restos de policromía roja, al igual que la peana del segundo basamento.
La fecha de origen es 1762. El autor es anónimo. Su estado de conservación puede calificarse de regular, debido a la mencionada falta del antebrazo derecho. Por lo demás, hay suciedad en la estatua, la columna y el segundo basamento.
La idea de erigir un triunfo dedicado a San Rafael se debió a un sector de la sociedad castreña. Así, en octubre de 1761, se presenta ante el cabildo municipal un memorial en el que el presbítero de la villa, D. José Morales y Espinosa, y otros vecinos, parte de la nobleza local, solicitan licencia para edificar en el llano del castillo, cerca de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, un triunfo a San Rafael, y también ayuda económica para hacerlo. La licencia fue concedida, aunque no la subvención, y se inicia la construcción con las limosnas y las aportaciones de los devotos.
Éstas resultaron insuficientes a los pocos meses, de modo que en junio de 1762 se pidió permiso al titular del señorío de la Villa, el Duque de Medinaceli, para celebrar unas fiestas con el fin de recaudar fondos para continuar la construcción del monumento. Las fiestas se celebraron tras ser concedido el permiso, y con el dinero fue concluido el triunfo ese verano. El autor o autores de este triunfo es desconocido. En 1884, según consta en la inscripción del basamento, fue reedificado; esta actuación consistió en mejorar la base y añadir la rejería.
Para explicar esta devoción al Arcángel San Rafael aquí, donde no hay antecedentes como los había en la ciudad de Córdoba, hay que echar mano de influencias procedentes de la misma. Se conoce el caso de D. Andrés Luque Repiso, uno de los máximos promotores del triunfo y miembro de la nobleza local; su esposa era Dª. Mariana de Santa Marta y Estaquero, natural de Córdoba y devota de San Rafael, y probablemente influyó en su cónyuge a la hora de tomar parte activamente en la construcción del monumento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Muralla urbana.-
Las murallas bordean el núcleo de la actual población, la antigua villa, ubicada sobre la cima de un cerro en el margen del río Guadajoz.
Las murallas bordean el núcleo de la actual población, la antigua villa, ubicada sobre la cima de un cerro en el margen del río Guadajoz.
Parte del recinto ha desaparecido, pero se conservan buena parte de lienzos de muralla y torres, que permiten saber cómo era su trazado.
El recinto murado presenta una forma irregular, adaptándose a la configuración del terreno y en la parte oriental se encuentra el castillo y junto a él la Puerta de Martos, acceso principal del recinto de época musulmana, en el que se abrieron posteriormente unos portillos.
Los lienzos de muralla son de mampostería en su parte baja y de tapial en la superior, percibiéndose en algunas zonas verdugadas de ladrillo. Las esquinas están reforzadas con fábrica de ladrillo.
Las torres que jalonan la muralla son cuadradas y están construidas como los lienzos, presentando sillares en las esquinas. El perímetro actual se ha ido ampliando a través de los siglos, a partir de la máxima altura defendible, presentándose con viviendas adosadas en todo su perímetro (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Pósito.- Consta de dos partes unidas pero claramente diferentes. La primera es el cuerpo principal del edificio, de planta rectangular con hilera paralela a la línea de fachada. Este cuerpo tiene dos plantas y se organiza, en primer lugar, mediante una crujía central y perpendicular a la fachada que es el zaguán, el cual consta de tres tramos con bóvedas de cañón independizadas por arcos fajones de medio punto. En el primero está la portada principal del edificio y en el último arranca una escalera de caracol que sube a la segunda planta. A la derecha de esta escalera está la puerta que conduce a la segunda parte o núcleo que más adelante abordaremos. En segundo lugar y prosiguiendo con la parte principal, a ambos lados del zaguán hay dos alas prácticamente simétricas. Cada una está estructurada en dos crujías perpendiculares a fachada, cada una con tres tramos y separadas entre sí mediante arcos de medio punto ligeramente peraltados sobre pilares de ángulos achaflanados en el centro y pilastras en los muros perimetrales. Cada tramo se cubre con bóveda de arista, existiendo un total de doce, seis en cada ala.
En planta alta del núcleo principal se repite la misma estructura, sólo que con predominio de la cubrición de madera; así, el espacio central se cubre con una armadura de cuatro faldones con tirantas. Los laterales se cierran mediante bóvedas en las calles centrales y armaduras con tornapuntas en las laterales. Para dar luz a esta planta del edificio, destinado a biblioteca, se practicaron ocho claraboyas.
Por detrás del ala izquierda, en el exterior, se encuentra la antigua rampa por la que accedían las bestias con la carga hasta la planta alta, acceso hoy convertido en escalera; en tanto que detrás del ala derecha se halla un estrecho pasillo, a continuación de la puerta existente a la derecha de la escalera, que ya mencionamos, y que corre paralelo a este ala principal. Se cubre dicha galería con sendas bóvedas de arista en ambos extremos, y el centro mediante cañón.
Desemboca en otra galería, esta vez perpendicular, mediante recodo. Consta de dos tramos con bóvedas de arista y conduce al segundo cuerpo, más bien apéndice, que tiene planta casi cuadrada, salvo por el añadido de un tramo al final.
Efectivamente, este apéndice se organiza mediante una parte central de cuatro crujías con bóveda de arista cada una de ellas, que comparten un potente pilar central de sección cruciforme, al que van a parar los arcos que refuerzan la estructura y que, a su vez, descansan en pilastras adosadas a los muros. Se da la circunstancia de que, de las cuatro bóvedas, hay tres semejantes en proporción y dibujan una "L", y tienen continuidad con el tramo del fondo, mientras que la que constituye la esquina es rectangular y no cuadrada como las otras.
Originalmente, el edificio tenía ventanas más regularmente repartidas en el núcleo principal que en el apéndice. No son muy grandes, con el fin de que lo almacenado sufriera el menor deterioro posible por esta causa. Sin embargo, con motivo de la restauración y como consecuencia del destino de una parte para biblioteca, se abrieron cuatro ventanales más de mayor tamaño. Los originales presentan derrame y rejas de hierro.
La fachada refleja la estructura interna en dos plantas. Es muy sencilla y acorde con el fin utilitario del edificio, lo que no es óbice para lucir una portada de piedra con las jambas lisas y el dintel adovelado. Sobre ella, un vano con reja volada.
El tejado es a dos aguas, con hilera paralela a la fachada, y se quiebra en los extremos en pequeños faldones en forma de cola de milano. Desborda el tejado sobre una cornisa potente en forma de cuello de paloma, muy característica en los pósitos cordobeses.
En cuanto a los materiales empleados para la construcción, en los muros se utilizó tapial con verdugadas de ladrillo; los pilares son de ladrillo, con ángulos achaflanados y delgada imposta. Las bóvedas son de ladrillo y conservaban las piqueras en las claves para arrojar el grano desde la planta alta, adonde subían las bestias con la carga por la rampa, hacia la baja. En la zona de almacenamiento la solería es de ladrillo en espiga y en la entrada principal se emplearon bolos o cantos rodados. La escalera luce mamperlanes de madera y las ventanas cierran con postigos de carpintería claveteada, además de llevar rejas de forja machihembrada.
El estudio más amplio hasta ahora publicado sobre el pósito es el realizado por Juan Aranda Doncel, quien afirma que estuvo en funcionamiento hasta fines del XIX y, aunque después mantuvo algunas de sus funciones, perdió protagonismo.
Las primeras noticias referentes al funcionamiento del pósito datan de 1614, aunque ya en 1590 se compraron dos casas lindantes. Sin embargo, la descripción más amplia que ha llegado a nuestros días data de 1752 y figura en el Libro de Cuentas del Pósito, con fecha de 1 de febrero.
Hay quien afirma que, dadas las semejanzas entre este pósito y el desaparecido de Priego de Córdoba, cabe pensar que el de Castro sea también del siglo XVI. En la documentación no empieza a aparecer el pósito de Castro hasta 1614 y el análisis estilístico lo sitúa más bien en el XVIII, por lo que habría que plantear que aunque se creara en los primeros decenios del siglo XVII, luego conoció una importante reforma en la primera mitad del XVIII, cuando adquiere su actual fisonomía.
Con el fin de alinear la calle, se propuso derribar un edificio adosado al pósito porque carecía de utilidad y estorbaba para tal propósito, lo que tuvo lugar en las últimas década del siglo XIX. La corporación acuerda por unanimidad que "se proceda al derribo de la mencionada obra con lo que se ensancha la plaza que forma la calle del Pósito". Sin embargo, la demora en el asunto mueve a los vecinos a solicitar al ayuntamiento el derribo y alineación de la calle.
A través de las Actas Capitulares, Aranda Doncel recoge los datos históricos y documentales más relevantes referidos a la actividad del pósito como instrumento para evitar la escasez de pan y otras materias agrícolas de primera necesidad en tiempos de malas cosechas, facilitando también la regulación de los precios. Una de las primeras noticias acerca del pósito de Castro data de 1622, cuando el concejo dio orden de repartir trigo a los más necesitados y así paliar la carestía del pan.
A lo largo del siglo XVIII se repetirá en varias ocasiones la situación de escasez. Una de las más dramáticas tiene lugar en la primavera de 1785, cuando el campesinado se dirige nuevamente al Cabildo.
Generalmente, el pósito se proveía de las cosechas aportadas por el término, pero en tiempos de escasez se vio obligado a intervenir para evitar que el grano se vendiera fuera y tuvo que recurrir a la importación, siendo Sevilla y Málaga las capitales por las cuales se trae grano, a través de mercaderes italianos.
El problema del trigo importado de ultramar era la humedad que afectaba al grano y a la salud, y por ello en agosto de 1750 el cabildo se ve obligado a dar orden de solear el cereal.
Otras veces ocurría lo contrario: había excedente de grano y el que había almacenado corría el peligro de pudrirse o deteriorarse. Ante este panorama, en 1626 el concejo optó por prestar grano a los labradores "por ser añejo y estar mal acondicionado" (Aranda, p. 124).
Las dos últimas noticias que publica Aranda referentes al pósito aluden a la determinación de repartir trigo ante el paro de los jornaleros.
Del análisis de los elementos arquitectónicos y decorativos se desprende que la construcción del pósito de Castro pudo seguir dos etapas: una en la que se concibe el edificio principal y otra correspondiente al apéndice. La tipología del primero están en conexión con otros similares y se levantaría específicamente para almacenamiento de granos, por la disposición de planta, que sigue de modo aproximado el tipo retícula, así como por la distribución en dos plantas con la rampa detrás. Igualmente, hay que añadir el tipo de cubrición y los potentes pilares que se emplean, quedando las bóvedas para la planta baja, al ser más pesadas y tener que resistir más empuje, especialmente cuando el almacén estuviera más lleno, en tanto que la planta alta se cierra casi en su totalidad mediante techumbres de madera, mucho más livianas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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