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sábado, 1 de febrero de 2020

La Iglesia de Nuestra Señora de la O

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Nuestra Señora de la O, de Sevilla.  
     Hoy, 1 de febrero, en Kildare, lugar de Irlanda, Fiesta de Santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por San Patricio (c. 525) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la iglesia de Nuestra Señora de la O, cuyo origen fue el templo-hospital de Santa Brígida, de Sevilla.  
   La Iglesia de Nuestra Señora de la O [nº 89 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 24 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Castilla, 30; en el Barrio de Triana Casco Antiguo, del Distrito de Triana.
     Una vieja antífona de la Catedral de Toledo da nombre a la segunda parroquia más antigua de Triana. O Sapientia, O Vadix Jesse, O Clavis David, O Oriens Splendor, O Rex Gentium, O Enmanuel. Un rezo que era aclamado a voces por los canónigos toledanos y que da título a la Virgen de la Esperanzan o de la Expectación, la iconografía de la Virgen inspirada en el Apocalipsis que representa a la embarazada que dará a luz al Niño Jesús. La advocación tuvo hermandad propia en el antiguo templo de las Santas Brígida, Justa y Rufina, lugar donde se unificarían en 1569 ambas hermandades. Pocas son las noticias de un templo probablemente pequeño, más cercano a la categoría de ermita. Ello motivó su derribo en el año 1697 para procede a la construcción de un nuevo edificio. Las obras fueron dirigidas por el cantero Antonio Gil, que siguió los diseños de los hermanos Félix y Pedro Romero. Su ejecución debió marchar a buen ritmo, ya que la nueva iglesia se consagró el día 2 de febrero de 1702. La antigua ermita ya había funcionado a comienzos del siglo XVII como ayuda parroquial de Santa Ana, condición que volvió a repetirse a comienzos del siglo XX y que se consagró definitivamente el 23 de julio de 1909, cuando el cardenal Almaraz le concedió la categoría parroquial. Sufrió el templo el asalto de radicales en 1936, perdiéndose parte de su patrimonio artístico, aunque el templo no fue incendiado en su conjunto como ocurrió con otras iglesias de la ciudad. En 1992 fue restaurado con el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería.
     La iglesia se abre a la calle Castilla (antes llamada Castilleja), por una portada lateral coronada por arco de medio punto enmarcado por pilastras toscanas. Sobre el acceso se sitúa un frontón partido en cuyo tímpano aparece un gran escudo con una "O" sostenida por ángeles. A los pies del templo se sitúa la pequeña torre, con una interesante decoración de azulejos. Se distingue una Apoteosis de la Eucaristía y un San Andrés con una inscripción que fecha la obra en 1699. De gran interés es el retablo cerámico que representa a Jesús Nazareno, una obra de 1760 que puede considerarse como la precursora de la posterior tradición de retablos cerámicos con imágenes titulares de la Semana Santa, siendo la más antigua pieza conservada de estas características. En la torre se distingue también un pequeño azulejo que representa a San Ildefonso, estando rematado su único cuerpo de campanas con un chapitel cerámico de tipo bulboso. Como elemento decorativo flanquean las hornacinas unas columnas salomónicas adosadas que recuerdan el modelo de la parroquia de San Román. En una de las últimas restauraciones de la torre fue muy comentado el hallazgo en un nicho de su interior los restos de un bebé fallecido en siglos pasados.
     Ya en el interior se aprecia la tradicional estructura de iglesia de tres naves, con presbiterio destacado y coro en la zona de los pies. La división entre naves se hace mediante arcos de medio punto que se sostienen por columnas de mármol rojo, estando cubierta la nave central con bóveda de cañón y lunetos y las naves laterales con bóveda de arista. En el presbiterio se sitúa el retablo mayor, obra barroca de Miguel Franco terminada en 1716 y que está formada por un banco, un amplio cuerpo central subdividido en tres calles por columnas salomónicas y ático. Aunque dependiendo de los cultos puede variar su ubicación, preside el cuerpo principal sobre peana de ángeles, la imagen de la Virgen de la O, dolorosa realizada por Antonio Castillo Lastrucci en 1937 para sustituir a la talla destrozada en el asalto al templo de 1936. (Los restos de la antigua dolorosa fueron recompuestos y se conservan en las dependencias interiores de la hermandad). Esta imagen fue coronada canónicamente en junio de 2007. A ambos lados de la imagen titular se sitúan las tallas barrocas de Santa Bárbara y de Santa Brígida, recuerdo de la primitiva advocación de la capilla. Sobre la hornacina que cobija a la imagen de San Miguel Arcángel se sitúa el ático, con un relieve de Dios Padre entre ángeles. Fue dorado el conjunto por el maestro Juan Tejerizo. A ambos lados del presbiterio se sitúan dos notables ángeles lampadarios ya del siglo XVIII. 
     En la nave de la Epístola se abre la capilla sacramental, con una original decoración cerámica realizada en la trianera casa de García Montalbán. Insólito en la ciudad es el retablo que preside la estancia, realizado en cerámica, con una hornacina central que preside la excelente talla del Nazareno que realizó en 1686 Pedro Roldán, corriendo su policromía a cargo de Miguel Parrilla. En el asalto a la iglesia del año 1936 la imagen fue rota en pedazos aunque la intervención de Castillo Lastrucci permitió la feliz recuperación de su rostro y de sus manos, siendo el cuerpo una talla nueva diseñada para ser vestida. Junto a su devoción, la imagen es centro de numerosas leyendas como aquella que recoge la historia de unos marineros que donaron un gran caparazón de tortuga para la realización de su espectacular cruz procesional, donación motivada por la salvación de los donantes de un naufragio en los mares del Sur. Junto a la capilla se sitúa un lienzo de Santa Catalina de comienzos del siglo XVIII y un cuadro de San Juan  Evangelista en la isla de Patmos, obra de Juan del Castillo (hacia 1635). Ya en la cabecera de esta nave se sitúa un discreto retablo neoclásico que acoge el grupo de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, notable conjunto barroco de la segunda mitad del siglo XVII que suele atribuirse a Pedro Roldán, aunque atribuciones más recientes apuntan a la mano de Francisco Antonio Gijón. 
     En la cabecera del lado del Evangelio destaca la talla de la Virgen con el Niño, dinámico grupo del siglo XVIII que sigue los modelos de Pedro Duque Cornejo y que está flanqueado por dos ángeles lampadarios de la misma mano. En retablo neoclásico del muro izquierdo se sitúa la Virgen gloriosa con la advocación de la O, antaño situada en la hornacina superior del retablo mayor y hoy enmarcada en un retablo neoclásico que también cobijó el estandarte de la Virgen del Carmen del Puente de Triana. En la misma nave destacan algunas pinturas como el gran lienzo de Santa Bárbara, realizado por algún anónimo seguidor de Murillo y un cuadro anónimo que muestra al Nazareno camino del Calvario, probablemente inspirado en el titular de la cofradía, que regenta el templo.
     La hermandad de la O fue originalmente hermandad de gloria que en 1569, tras su fusión con la de Santa Brígida, se convirtió en penitencial. Daba culto inicialmente a un crucificado que, según algunas crónicas, se colocaba en su paso "con mucha indecencia" ya en el exterior de la calle, al no caber por el dintel de la puerta. El cambio de su titular por un nazareno pudo deberse, según algunos autores, a la talla del crucificado de la Expiración para la capilla del Patrocinio, situada al final de la misma calle Castilla. Tuvo una imagen de Jesús Resucitado que encargó en 1618 a Pedro Díaz de la Cueva y que se conserva hoy en Gines. En su larga historia contó con algunas piezas suntuosas de bordado, algunas de ellas conservadas en Jerez de la Frontera. En 1943 sufrió un aparatoso accidente la procesión al romperse los frenos de un tranvía en la calle Callao y arrollar el paso de la Virgen, aunque sin más consecuencias (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
    El proceso constructivo de esta iglesia se desarrolló entre 1697 y 1702, realizándose por el cantero Antonio Gil Gataón, quien siguió los proyectos de los hermanos Félix y Pedro Romero. La iglesia es de planta rectangular, constituida por tres naves de igual altura, y separadas por columnas de mármol rojo, que apoyan sobre basas del mismo material en color negro. En la nave izquierda se abre una portada formada por un arco de medio punto entre pilastras, que se remata con un frontón roto. La torre está decorada con azulejos trianeros que representan el camino del Calvario, la Imposición de la casulla a San Ildefonso y otros santos. Termina la torre en un cuerpo de campanas, con columnas salomónicas y un chapitel bulboso revestido de azulejos. Su construcción finalizó en 1699.
     El retablo mayor de la iglesia es de estilo barroco y fue realizado por Miguel Franco, estrenándose en 1716. Su hornacina central está ocupada por una escultura de candelero, de la Virgen de la O, obra moderna que pertenece al escultor Antonio Castillo Lastrucci. En los laterales del retablo figuran esculturas de Santa Brígida y Santa Bárbara. En el muro lateral derecho del presbiterio figura una pintura de San Juan Evangelista en Patmos, que puede ser atribuida a Juan del Castillo y fechable hacia 1630.
     El grupo escultórico, que representa a Santa Ana, San Joaquín y la Virgen, es una obra excepcional con figuras casi de tamaño natural, que pueden ser consideradas como una de las mejores creaciones de Pedro Roldán y fecharse hacia 1670.
     En la capilla colateral izquierda figura un retablo neoclásico con una imagen de gran tamaño, que representa a Santa Bárbara y es obra realizada hacia 1700 por algún anónimo seguidor de Murillo.
     En la nave derecha, se encuentra una escultura de la Virgen con el Niño, atribuida a Pedro Duque Cornejo, fechable hacia 1730. La capilla del Cristo alberga un retablo de azulejos modernos con una imagen de Jesús Nazareno, realizada por Pedro Roldán en 1685.
     Entre las piezas de orfebrería pueden mencionarse la cruz de carey de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de sección hexagonal y cantoneras de plata, labrada en 1713, y un ostensorio neoclási­co de fines del siglo XVIII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     Hacia la mitad, aparece la colorista fachada de la igle­sia de Nuestra Señora de la O, con su graciosa torre decorada a base de azulejos sevillanos y la portada de piedra. Cons­truida por el cantero Antonio Gil Gataón entre los años 1697 y 1702, bajo proyecto de los hermanos Félix y Pedro Romero, tiene tres naves separadas por arcos de medio punto sobre columnas toscanas de mármol rojo. Cuatro columnas salomónicas muy decoradas resaltan en el altar mayor, construido en 1716 por Miguel Franco siguiendo las pautas del estilo barroco. En el camarín se venera la imagen de la Virgen de la O, una talla muy bella realizada después de la guerra civil por el sevillano Castillo Lastrucci. Dos obras esenciales guarda este templo, el Nazareno de la O, al que los vecinos llaman el Jorobadito, y el grupo de San Joaquín y Santa Ana con la Virgen, ambas de las mejores de Pedro Roldán (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Brígida, abadesa;
   Santa nacional irlandesa que ha reemplazado a una divinidad  pagana. Para sus compatriotas fue la Señora de Erin: The Lady of Erin, Domina Hiberniae. A veces, por error, se la ha creído escocesa porque casi hasta el siglo XIII la palabra Scotia se empleó contemporáneamente con Hibernia para designar a Irlanda, y porque a los monjes irlandeses se los llamaba Scoti.
   Nacida hacia 452, fue bautizada por un discípulo de san Patricio y fundó el convento de Kildare (Cell. Dara) en el condado de Leinster, del cual fue abadesa hasta que murió, en 524.
   Sorprendida por una tormenta mientras cuidaba su rebaño ovino, habría colgado sus ropas de un rayo de sol para secarlas. Además se le atribuye haber convertido en cerveza el agua de su baño; y haber arrastrado tras de sí, hacia su monasterio, a ocas y patos. Pero esta  santa rústica  debe su popularidad, ante todo, a una vaca, animal que ordeñaba ella misma y cuya mantequilla, también elaborada por ella, distribuía entre los pobres por medio de un ángel. Un día que recibió la visita de numerosos obispos, tuvo la idea de ordeñar tres veces en el mismo día a su vaca, que le dio tanta leche como tres buenas lecheras.
CULTO
   De la misma manera que los irlandeses asimilan san Patricio a Cristo, para ellos, Santa Brígida es una segunda Virgen María (altera Maria): la llaman Maria Hibernorum.
   Su culto es muy popular en los demás países celtas, en el País de Gales, donde hay diecisiete iglesias puestas bajo su advocación, y en la Bretaña armoricana. En Europa continental, el culto de la santa se difundió sobre todo en los Países Bajos y en las orillas del Rin. En Colonia había una iglesia puesta bajo su advocación. En el siglo VIII, las reliquias de Santa Brígida fueron transportadas al convento alsaciano de Hanau, y desde allí a Estrasburgo, a la iglesia de Saint Pierre le Vieux. Uno de sus santuarios más frecuentados era la iglesia de peregrinación de Plappeville, cerca de Metz. Es patrona de los lecheros y protectora de las vacas y de los corrales.
ICONOGRAFÍA
   Está representada ya con vestiduras de abadesa: túnica blanca y velo negro, con un cirio en la mano y una llama encima de la cabeza, ya como granjera, en una vaquería, batiendo la mantequilla, o como vaquera en el cam­po.
   Su atributo habitual es una vaca echada a sus pies (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Virgen de la Esperanza;
   La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, no es del todo extraña al arte del siglo XIII, puesto que puede citarse un ejemplo en la catedral de León; pero se volvió frecuente a finales de la Edad Media. En efecto, en esta época la Iglesia instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, fijada el 18 de diciembre, ocho días antes de Navidad.
   Una abadía belga tomó el nombre de Abadía de Buena Esperanza.
   Ese tema del embarazo parece haber sido particularmente popular en España y en Portugal donde las Vírgenes de este tipo llevan el nombre de Nuestra Señora de la O (Nossa senhora do O), sea a causa de la forma ovoidal de su vientre abombado, sea, de acuerdo con otra explicación tomada de la liturgia, porque en la semana precedente a la Natividad, las antífonas cantadas en los oficios comienzan por la letra O.
   Muchas de estas figuras no son, verosímilmente, más que elementos separados de grupos de la Visitación, donde la Virgen formaba pareja con su prima Isabel: en el vientre de las dos mujeres había una cavidad oval para alojar los embriones del Niño Jesús y de san Juanito (san Juan Bautista).
   Los pintores españoles representan a la Virgen en cinta con un sol sobre su vientre abombado.
   Las escuelas de pintura italiana y alemana también ofrecen algunos ejemplos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).   
Conozcamos mejor la Solemnidad de la Expectación de la Virgen, llamada también Fiesta de la Esperanza
   Se estableció como fiesta principal de la Virgen de la liturgia hispánica, en conmemoración de la Encarnación del Verbo, en el X Concilio de Toledo, presidido por San Eugenio III Obispo de Toledo, celebrado el  656 durante el reinado de Recesvinto. Fue confirmada, así mismo, por su sucesor, San Ildefonso de Toledo, pues el anterior prelado murió al año siguiente de la promulgación, al que erróneamente se le atribuye el título que hoy tiene, pero al que pertenecen casi todos los textos eucológicos de la fiesta. Puesto que la observancia cuaresmal o la fiesta de Pascua imposibilitaban señalarla el veinticinco de marzo, nueve meses antes de Navidad, se decidió instaurarla en el contexto del Adviento, en la octava anterior a la celebración de nacimiento, fundamentándose en el ejemplo de Iglesias lejanas, quizás a la copta y a la etiópica. Fue la única fiesta mariana de la liturgia hispánica hasta que sobre el siglo IX se introdujo la de la Asunción. Recibe también el nombre popular de Fiesta de la O porque desde su víspera hasta el veintitrés se cantan solemnemente al Magníficat unas antífonas, que se hicieron muy populares, y que empiezan siempre por la exclamación latina O (español, Oh), para mostrar el perpetuo asombro del hombre por el nacimiento del Dios humanado. En la Iglesia de Inglaterra se adelantó ya en el medievo esta práctica al día dieciséis, señalando para el día veintitrés una octava antífona de tinte mariano: O Virgo virginum, que dice así: “Oh, Virgen de Vírgenes, ¿cómo ha de ser esto? / Ya que nunca antes hubo una como vos, ni la volverá a haber./ Hijas de Jerusalén, ¿por qué os maravilláis de mí? / Lo que vosotros admiráis es un misterio Divino”. Ésta pasó a utilizarse en la fiesta de la Expectación cuando se introdujo en el Rito Romano. Cuando se impuso en la Península Ibérica el Rito Romano a partir del siglo XI, se mantuvo como fiesta particular  hispana, con el título con que actualmente la conocemos, al tiempo que la festividad romana de la Anunciación del veinticinco de marzo pasó a ser introducida en el Missale Gothicum. En la reforma postridentina del Rito Romano esta fiesta fue aprobada por Gregorio XIII Buoncompagni en 1573 con la categoría de doble mayor en el Propio de Toledo. Las lecciones del breviario se tomaron del tratado De perpetua virginitate del citado San Ildefonso de Toledo. Esta Iglesia consiguió incluso el privilegio, aprobado el veintinueve de abril de 1634, de celebrarla incluso en concurrencia con el IV Domingo de Adviento. De aquí se extendió a casi todas las diócesis hispánicas.
   Del ámbito hispano pasó a otras Iglesias y congregaciones, a las que se les concedió: a Venecia y Tolouse en 1695, a los cistercienses en 1702, a Toscana en 1713, incluso a los Estados Pontificios en 1725 por Benedicto XIII Orsini (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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Horario de apertura de la Iglesia de Nuestra Señora de la O:
             De Lunes a Domingos: de 10:00 a 13:30, y de 17:30 a 20:00

Horario de misas de la Iglesia de Nuestra Señora de la O:
            De Martes a Sábados: 19:00
            Viernes: 19:30
            Domingos: 12:00 y 19:00

Página web oficial de la Iglesia de Nuestra Señora de la O: www.hermandaddelao.es/parroquia

La Iglesia de Nuestra Señora de la O, al detalle:

Retablo Mayor
            Santa Brígida de Irlanda

Hermandad de la O
            Guión de Santa Brígida

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