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jueves, 13 de febrero de 2020

La placa conmemorativa a Washington Irving, de Mariano Benlliure, en el callejón del Agua, 2


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la placa conmemorativa a Washington Irving en el callejón del Agua, de Sevilla.   
   El callejón del Agua es una vía que se encuentra en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo, y va de la plaza de Alfaro a la calle Vida.
   En la fachada del número 2 del callejón del Agua, encontramos una placa conmemorativa, de bronce con bajorrelieve que reproduce el busto del escritor romántico Washington Irving en el interior de un arco de medio punto con decoración vegetal. En la parte inferior, flanqueado por los escudos de Estados Unidos y España, aparece la siguiente inscripción: "A/ Washington Irving/ recuerdo de su amor/ España/ 30 de mayo 1925".
   Esta lápida, situada en la vivienda que sirvió de lugar de residencia de Washington Irving durante su estancia en Sevilla, fue realizada por el escultor Mariano Benlliure. 
Conozcamos mejor la Biografía de Washington Irving;
     Washington Irving (Nueva York, 1783 - Sunnyside, 1859) fue un escritor y diplomático norteamericano. 
     Perteneciente al mundo literario del costumbrismo, Washington Irving es el primer autor americano que se sirve de la literatura para hacer reír y caricaturizar la realidad, creando además el estilo coloquial americano, que después utilizarían Mark Twain y Ernest Hemingway. Aunque se mantuvo al margen de los movimientos políticos y sociales que lo alteraban todo, es, sin embargo, un representante perfecto del romanticismo americano. Pero, eso sí, lo que capta del espíritu romántico son sus rasgos más superficiales: el amor al pasado, al medievo, a lo fantástico y a las leyendas, o el impulso viajero que a tantos escritores y artistas llevó a deleitarse con las ruinas.
   Hijo de un rico mercader británico que había luchado en la Revolución junto a los rebeldes, después de prepararse para dedicarse a la abogacía, Irving dejó esta carrera y la sustituyó por la de la literatura, escribiendo para varios periódicos y publicando en 1807-1808, junto a su hermano William Irving y su amigo J. K. Paulding, una serie de ensayos y poemas satíricos recogidos en un libro llamado Salmagundi o extravagancias y opiniones del señor Lancelot Langstaff y otros (1808).

   Este libro fue seguido por la parodia de gran éxito Historia de Nueva York desde el Origen del Mundo hasta el Final de la Dinastía Holandesa (1809). Irving lo presenta como un supuesto estudio realizado por un personaje inventado por él: el holandés Diedrich Knickerbocker. La obra reflejaba tan bien la mentalidad de los americanos descendientes de holandeses que durante mucho tiempo el nombre de ese personaje sirvió para designarlos. Se la considera la primera muestra de la prosa humorística en las letras americanas.
   Durante los siguientes años, Washington Irving luchó (sin éxito) por salvar el negocio familiar de la quiebra. Para ello, incluso llegó a viajar Inglaterra, donde conoció a Walter Scott, Thomas Moore, Thomas Campbell y John Murray, entre otros. A su vuelta, animado por Walter Scott, escribió El libro de los bocetos, una serie de ensayos y cuentos escritos bajo el seudónimo de "Geoffrey Crayon, Gent" y publicado en Estados Unidos en 1819-20, en varios volúmenes, y en formato de libro en Inglaterra, en 1820. Este libro, que contiene retratos de la vida inglesa ("The Christmas Dinner", "Westminster Abbey", etc.), ensayos sobre tópicos americanos y adaptaciones americanas de cuentos populares alemanes (incluyendo "Rip Van Wilke" y "The Legend of Sleepy Hollow"), hizo de él un hombre célebre en ambos continentes. A esto siguieron otros trabajos populares, entre ellos Bracebridge Hall (1822).
   Algunos de sus trabajos siguientes fueron inspirados por su período como diplomático en España (1826-1829), entre ellos una biografía de Cristóbal Colón (1828) y las Leyendas de la Alhambra (1832), obra a la que añadió algunos capítulos en 1857. Irving escribió estas leyendas inspirándose en cuentos y leyendas populares. Como estudioso de la historia y el folklore, el escritor norteamericano se quedó impresionado de la riqueza de historias antiguas que había en España, y elaboró sus famosos cuentos con el material que recogió. Después se unió al mundo literario de Londres como secretario de la legación de Estados Unidos (1829-32), y volvió a América en 1832, donde tuvo una bienvenida entusiasta por ser el primer autor americano que había conseguido fama mundial.
   Entre sus últimas obras se encuentran The Crayon Miscellany (1835), Astoria (1836), donde cuenta el desarrollo del comercio de pieles de John Jacob Astor, y varias biografías, como la de Oliver Goldsmith, que apareció en 1849, la de George Washington (1855-59) y la de Mahoma (1850). Póstumamente aparecieron sus obras completas, Works, en 21 volúmenes, así como unos borradores agrupados como Spanish Papers.
   Irving fue uno de los primeros prosistas de las Letras norteamericanas. Estudioso sin ser erudito, más que a la calidad de su obra, debe su fama al carácter de ésta. Gran parte de esa fama no le vino por lo que hizo, sino por ser el primero en hacerlo. Los primeros cuentos cortos, algo tan característico de la literatura norteamericana, los escribió él. También fue el primero que hizo del humor, de la sátira burlesca, un arma literaria. Irving se recreaba en el detalle, disfrutaba con las descripciones y siempre de una manera sencilla, sin el menor rebuscamiento.

   Perfecto romántico por su amor a la historia pasada que, como ciudadano de un país recién creado, debe buscar en Europa, y muy atraído por lo exótico y pintoresco, encontró en España una fuente de inspiración inagotable, y aunque en sus escritos sobre España falta el rigor científico, no carecen de encanto (Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Washington Irving. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona).
Conozcamos mejor la Biografía de Mariano Benlliure, autor de la obra reseñada;
     Mariano Benlliure Gil, (Valencia, 8 de septiembre de 1862 – Madrid, 9 de noviembre de 1947). Escultor.
     Nació el 8 de septiembre de 1862 en la calle del Árbol  nº 14, actual calle Baja nº 36 de Valencia, en el seno de una humilde familia. Su padre, Juan Antonio Benlliure Tomás, rehusó a su ascendencia marinera para especializarse en pintura decorativa, e introdujo desde niños a sus cuatro hijos varones -Blas, José, Juan Antonio y Mariano-, fruto de su matrimonio con Ángela Gil Campos, en el mundo del arte.
     Mariano acompañaba con cinco años a su hermano José, que había sido admitido como aprendiz, al taller del entonces joven pintor Francisco Domingo Marqués, al que siempre consideraron su maestro. Su pasión por la escultura se despertó en la niñez, durante la que decía haber sido mudo hasta los siete años. Fue autodidacta y no asistió a ninguna academia ni escuela artística, sí en cambio aprendió de la observación y trabajando en todos los oficios que tienen que ver con el quehacer escultórico. En 1868 modeló su primera obra taurina, Frascuelo entrando a matar, que presentó a una exposición organizada por la Sociedad de Amigos del País de Valencia.
     Por motivos de trabajo del padre, la familia se trasladó en 1874 a Madrid, donde el joven escultor entró de aprendiz de cincelador en la platería Meneses, y participó de nuevo con un grupo taurino en cera Cogida de un picador en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876. Ese mismo año el padre recibió un nuevo encargo de pintura decorativa del ingeniero ferroviario Federico Cantero Seirullo que les obligó a marchar a Zamora. Allí, además de modelar un excelente conjunto de figuras y bustos en barro recibió su primer encargo importante por mediación de Cantero Seirullo, un paso procesional –Descendido– para la Real Cofradía del Santo Entierro de Zamora. Lo talló ya en Madrid y posaron para él toda la familia. Se procesionó por primera vez el 11 de abril de 1879. El año anterior había participado en la Exposición Nacional con los bustos de Narciso Heredia Heredia, II marqués de Heredia en mármol y Gitana andaluza en yeso.
     En abril de 1881 se marchó a Roma con su hermano Juan Antonio, donde ya residía su hermano José. Abrió un estudio en Via Margutta, que estaría activo durante casi veinte años. Al principio trabajó como pintor-acuarelista y con los beneficios pudo dedicarse más libremente a la escultura. Se perfeccionó en el dominio de las técnicas y materiales en contacto con las fundiciones artísticas más importantes y con frecuentes visitas a las canteras de Carrara; además de conocer y estudiar directamente desde la escultura clásica hasta las obras más recientes dentro de la nueva corriente verista que triunfaba en Italia. En esa línea modeló diferentes esculturas de tipos populares de la campiña romana y de escenas espontáneas e intrascendentes como Accidenti!!, que representa un monaguillo que se quema los dedos con el incensario. Tras presentarlo en Roma (1882 y 1883), Múnich y París (1883), lo envió ya fundido en bronce a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1884, donde causó un gran impacto en el medio artístico por su ligereza y naturalismo y, tras declararse desierta la Primera Medalla, le fue concedida la Segunda.
     En Roma, gracias a su carácter cosmopolita, abierto y participativo, y a su avidez e interés por conocer todo y a todos, se integró rápidamente en la colonia de artistas internacionales, participó en todas las actividades y exposiciones que se organizaban, y se relacionó no sólo con los artistas de su promoción sino también con los más veteranos y de reconocido prestigio. Así, por recomendación del pintor Alma Tadema, recibió el encargo de esculpir cuatro grandes relieves en mármol de temas clásicos ­–Carrera en el Anfiteatro Flavio, Carrera de cuadrigas, Lucha de gladiadores y Bacanal– para el palacete que Richard Morris Hunt le estaba construyendo en la Avenida Madison de Nueva York al magnate americano Henry Gurdon Marquand, y de cuya decoración era responsable el mismo Tadema.
     Durante esos primeros años en Roma viajó en dos ocasiones a París, en 1883 y 1885, invitado por su maestro Francisco Domingo. Allí modeló los bustos de los hijos del pintor y el del mismo Domingo, obra con la que ganó primeras medallas en las Exposiciones Internacionales de Múnich (1890) y Berlín (1891), y fue galardonado con Medalla de Honor en la de Viena (1894) y en la Universal de Paris de 1900.
     El éxito obtenido en la Exposición Nacional de 1884 le abrió las puertas a numerosos encargos de la aristocracia madrileña y a los primeros institucionales por parte de organismos madrileños y valencianos, como los monumentos dedicados a la reina Bárbara de Braganza (1887) para Madrid y al marqués de Campo (1885-1911) y al pintor José Ribera, El Españoleto (1888) para Valencia. Con la estatua de Ribera alcanzó la Primera Medalla en la Nacional de 1887. Fue en esta tipología en la que destacó de manera excepcional y muy por encima del resto de su producción, llegando a realizar más de una cincuentena de monumentos públicos repartidos principalmente por la península e Hispanoamérica.
     La década de los 90 resultó ser especialmente prolífica y gratificante para Benlliure. Presentó un cuantioso conjunto de obras a la Exposición Nacional de 1890, que abarcaban técnicas y géneros muy distintos y mostraban su inmensa capacidad de trabajo y su enorme facilidad para pasar de una técnica y de un material a otros. Destacaban las tapas de plata en bajorrelieve para el Álbum del general Cassola (1889), la estatua en mármol Buzo de playa (1889), la estatua y los dos relieves en bronce para el Monumento a Diego López de Haro (1890) en Bilbao, el modelo en yeso de la estatua del teniente Ruiz, y dos figuras alegóricas en bronce para el monumento en Valencia al marqués de Campo, El Ferrocarril y La Marina (1890), obra por la que fue premiado con la Primera Medalla y volvería a serlo en las exposiciones de Múnich (1894) y Berlín (1896).
     Fruto de su victoria en los concursos públicos convocados para ello, realizó los monumentos madrileños a Álvaro de Bazán (1891) y a la reina María Cristina de Borbón (1893), o el dedicado al prócer malagueño Manuel Domingo Larios, II marqués de Larios (1899).
     El monumento a la reina gobernadora, erigido con la colaboración del arquitecto Miguel Aguado de la Sierra, autor del edificio de la Real Academia Española, marca un hito en su primera etapa más historicista, y es un compendio de su maestría en el dominio de las técnicas y los materiales, de su exquisito tratamiento de las superficies para realzar formas y texturas, de su virtuosismo en el detalle y el equilibrio armónico de sus composiciones. Concebido como una unidad que integra elementos arquitectónicos y escultóricos, en una sutil combinación de materiales que le confieren un rico cromatismo. Destacan en él los dos relieves alusivos a destacados pasajes históricos de la regencia modelados con un depurado tratamiento de la perspectiva, y las dos estatuas contrapuestas de La Reina y La Historia, la minuciosidad realista en bronce como coronación del conjunto, frente a la belleza clásica en mármol en la parte baja próxima al espectador.
     De forma paralela a estos concursos, recibió otros encargos directos como los monumentos al ya mencionado teniente Ruiz (1891) y al general Cassola (1892) en Madrid, a la reina Isabel la Católica (1892) en Granada, la Estatua del Beato Juan de Ribera (1896) en Valencia o el innovador Monumento al escritor Antonio Trueba (1895) para Bilbao, que contribuyó de forma decisiva a consolidar el Realismo en la escultura monumental. Con la estatua de Trueba, al que evocó abstraído y sencillamente vestido, sentado en un rústico banco, con un lápiz y unas cuartillas en las manos, alcanzó el más alto reconocimiento en la Exposición Nacional de 1895, la Medalla de Honor, que por primera vez se concedía a un escultor.
     El creciente número de encargos oficiales y el anhelo de cambiar de ambiente tras su separación de Leopoldina Tuero O’Donnell (Saint Pierre de Irube, Bayona, 1867 – Madrid, 1952), que estaba a punto de fallarse en el Tribunal Civil de Roma, fruto de cuyo matrimonio (1886) habían nacido dos hijos –Leopoldina y Mariano–, le animó a instalarse en Madrid y abrir un primer estudio en la glorieta de Quevedo sin dejar aún el romano. Entusiasta de la música lírica Benlliure conoció a la entonces primera tiple del Teatro de la Zarzuela, Lucrecia Arana (Haro, La Rioja, 1867 - Madrid, 1927), con la que emprendió una nueva y estable relación que perduró hasta la muerte de la cantante, fruto de la cual tuvieron un único hijo, José Luis Mariano.
     Trabajaba desde hacía tiempo en su más ambicioso monumento funerario, el Mausoleo al tenor Julián Gayarre (1901), síntesis de los conocimientos y las influencias asimiladas desde su llegada a Roma. Una espectacular composición de raíz barroca, en bronce y mármol, en la que con gran alarde técnico en la manufactura de los materiales combinó figuras y motivos ornamentales de ascendencia clásica y renacentista; y que trascendió en el proyecto decorativo completo del salón de música del Palacio Bauer que incluía dos importantes grupos escultóricos en mármol, Idilio (1896) y Canto de amor (1898).
     Con el cambio de siglo la obra de Benlliure adquirió una notable resonancia internacional que se inició con su participación en la Exposición Universal de París de 1900. Presentó un importante y dispar conjunto de obras que le merecieron el anhelado Gran Prix, que comprendía desde exquisitas y minuciosas piezas casi de orfebrería en plata como el Álbum de general Cassola (1889) o la Espada del general Polavieja (1898), el relieve Retrato de la reina María Cristina de Habsburgo y sus tres hijos en mármol y bronce (1891), busto-retratos de diferentes personalidades, a grupos escultóricos como la chimenea monumental en bronce Infierno de Dante (1900), y obras monumentales como la Estatua de Velázquez (1900) o el Mausoleo del tenor Julián Gayarre.
     Paralelamente a sus éxitos artísticos Benlliure conquistó sus primeros reconocimientos académicos e institucionales. Su profundo conocimiento del arte italiano y el prestigio alcanzado en el ambiente artístico romano contribuyeron a su elección como miembro de la Academia de San Luca en 1899, que poco después daría lugar a que fuera nombrado Director de la Academia de España en Roma (1901-1903), el mismo año que ingresó como Académico de Número en la Real de San Fernando de Madrid.
     Con motivo de la jura de la Constitución del rey Alfonso XIII en 1902, se encargaron una serie de monumentos dedicados a personajes ilustres, y se convocó un concurso para erigir un monumento a Alfonso XII en el parque del Retiro de Madrid. Benlliure recibió el encargo del Monumento a Goya (1902), actualmente situado frente a la puerta norte del Museo del Prado, y de la Estatua del rey Alfonso XII a caballo (1909) que preside el conjunto proyectado por Grases Riera. También en 1902 modeló y fundió en bronce el busto del presidente del gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, y tras su muerte acaecida a los pocos meses, labró en mármol de Carrara su mausoleo para el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid (1904): un sencillo podio sobre el que yace el político cubierto por un amplio manto y el collar del Toisón de Oro, acompañado por un obrero sentado a sus pies de gran realismo, emblema de El Pueblo, en contraste con una figura sedente y semidesnuda de mujer de inspiración clásica en la cabecera, La Historia.
     Por encargo de la Universidad de la Sorbona de París realizó el Monumento funerario a Henrry Lacaze-Duthiers en Bagnuls-sur-Mer (1905), novedoso por la naturalidad y la cercanía al espectador: el biólogo francés aparece sentado sobre un promontorio rocoso al borde del acantilado, sin necesidad de un podio o pedestal arquitectónico.
     Entre 1905 y 1908 su extraordinaria originalidad y versatilidad en la manera de abordar las escultura monumental le permitió trabajar en paralelo en dos proyectos para Madrid, radicalmente opuestos en su concepción y composición, que marcaron el inicio de una nueva etapa. Su modelado de trazos largos que deja a vista la huella del deslizar de los dedos y las herramientas en las superficies, otorgó protagonismo a los volúmenes y las formas frente al anterior virtuosismo en el detalle y, con ello, las figuras adquirieron una mayor fuerza expresiva, intensificada por la simplificación y geometrización de los soportes y basamentos y el sentido escenográfico de las composiciones. En el Monumento al general Martínez Campos (1907), sencillo y rotundo en su concepción, construyó una gran roca sobre la que se alza, en actitud distendida, la estatua del general a caballo. En contraste, en el Monumento a Emilio Castelar (1908) creó una compleja composición escenográfica con diversidad de personajes, en la que el político se sitúa en la base de un conjunto, confiando su remate a tres desnudos femeninos, emblema de los ideales republicanos, Libertad, Igualdad y Fraternidad. También en 1908 y con motivo del centenario de la Guerra de la Independencia, realizó el Monumento a Agustina de Aragón en Zaragoza.
     El estatus artístico y social alcanzado por Benlliure, unido a las necesidades de disponer de un estudio más amplio donde poder trabajar en varias obras de carácter monumental a la vez y salas donde presentar sus últimas obras y organizar recepciones, animaron al escultor y a la cantante a adquirir un hotelito en la calle de Abascal en Madrid, próximo a la Castellana, y algunos terrenos colindantes para construir el gran estudio. El 18 de febrero de 1911 celebraron un banquete de inauguración al que asistieron representantes del gobierno, las academias, las artes y la prensa. Al proyecto del arquitecto Enrique Repullés, Benlliure sobrepuso a las fachadas principales un friso y dos fuentes en cerámica policromada con procesiones o juegos de niños como protagonistas, un tema recurrente en su obra, que realizó en colaboración con la Fábrica de Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina. Seducido por las posibilidades de este material, instaló una mufla en su nuevo estudio, lo que le permitió trabajar con libertad para realizar un considerable numero de piezas únicas de extraordinaria calidad como Maja con abanico (1927), Gitana con mantón de Manila (1925), ambas en la Hispanic Society de Nueva York, o Jarrón con figuras de mujer (1922) del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de Valencia.
     La casa-estudio de Abascal fue un punto de encuentro de los personajes más ilustres del momento, tanto para posar como participar en sus animadas tertulias. De allí salieron excepcionales y numerosos retratos y monumentos, entre ellos la larga serie dedicada a la familia real, que acostumbraba visitar al escultor para admirar sus últimas obras.
     Alternó los encargos de obra pública con la realización esculturas de menor tamaño y de libre creación que abarcan, entre otras, su extensa tauromaquia y la serie de grandes bailaoras que arrancó con La Pinrelitos (1909) y que culminaría con la dedicada a Pastora Imperio (1916). Obras en las que fijó con gran realismo, en bronce o en mármol, una instantánea de la lidia o del baile flamenco.
     1910 fue un año trascendental para Benlliure por su concurrencia en tres exposiciones internacionales conmemorativas de las independencias de Argentina, Chile y México.  En la exposición bonaerense destacaron la bailaora en bronce La Pinrelitos, un exquisito busto en mármol de Cleo de Merode (1910) y la Estatua de Velázquez que ya había presentado en París en 1900, por la que le fue concedido el Gran Premio de Escultura, y fue adquirida por el gobierno argentino. También tuvo una nutrida participación ese mismo año en la Exposición Internacional de Medallas Contemporáneas, organizada por la Sociedad Numismática de Nueva York, a raíz de la cual entró en contacto con Archer Huntington, que adquirió la placa Retrato de Santiago Ramón y Cajal (1909) para la Hispanic Society. Benlliure contribuyó de forma notable a la evolución de la medalla escultórica, con una abundantísima y constante producción que inició con la dedicada a José de Ribera (1888) y se cerró con la dedicada a Mariano Fortuny (1946).
     Su amplia presencia en las exposiciones hispanoamericanas motivó nuevos encargos públicos. Destacan los monumentos consagrados al general San Martín en Lima (1921), al estadista argentino Bernardo Irigoyen en Buenos Aires (1933), y en Panamá a Simón Bolívar (1926) y el Monumento a Núñez de Balboa (1924), este último en colaboración con Miguel Blay, declarado Monumento Nacional en 2013.
     En la Exposición Internacional de Roma de 1911 contó con una sala dedicada a su obra en el Pabellón Español, donde sobresalió de forma excepcional el grupo taurino monumental El Coleo (1911).
     Pocos meses después de la inauguración en Madrid del Monumento al cabo Noval (1912) y tras el asesinato del presidente del gobierno José Canalejas, recibió el triple encargo de esculpir su busto para el Ministerio de la Gobernación, una lápida conmemorativa para colocar en el lugar del crimen en la Puerta del Sol y un mausoleo destinado al Panteón de Hombres Ilustres (1915). En el Mausoleo de Canalejas presentó una sobria y emotiva escena de enterramiento tallada enteramente en mármol, que simultaneó con los panteones de los duques de Denia (1914. Madrid, Sacramental de San Isidro) y de la Vizcondesa de Termens (1915. Cabra, Fundación Escolar Termens) y el Altar del Sagrado Corazón (1914. San Sebastián, Iglesia de San Ignacio).
     Con motivo del fallecimiento del jurista y político Eugenio Montero Ríos asumió la elaboración tanto de un monumento para Santiago de Compostela (1916) como de su busto en mármol para el Palacio del Senado. Además del busto de Montero Ríos (1915) el Senado adquirió otros tres de los generales López Domínguez (1908), Azcárraga (1914) y Martínez Campos (1917), que juntos reciben al visitante en el zaguán de entrada.
     En 1917 fue elegido para ocupar dos de los cargos de mayor trascendencia dentro del ámbito cultural de la Administración Pública española, la Dirección del Museo de Arte Moderno (1917-1931) y la Dirección General de Bellas Artes (1917-1919), cargo desde el que asumió importantes retos como la conversión de la Ermita de San Antonio de la Florida en panteón de Goya y el traslado de sus restos desde el Cementerio de San Isidro; la creación de la Escuela de Paisaje del Paular (Rascafría, Madrid), de la Casa de Velázquez (Madrid) y del Pabellón Español en la Bienal de Venecia. También creó el Comité de aproximación franco-española que, presidido por el duque de Alba, gestionó la Exposición de Pintura Francesa Contemporánea 1870-1918 en Madrid y la Exposición de Pintura Española Moderna en París y Burdeos, en las que el escultor mostró dos imponentes retratos del rey Alfonso XIII (1919) y del duque de Alba (1918). Presentó su dimisión a finales de 1919, y seguidamente fue nombrado Patrono del Museo Nacional del Prado.
     Es en esos años cuando el hispanista americano Archer M. Huntington le encargó un primer busto del pintor Joaquín Sorolla para presidir la sala destinada a albergar su serie de grandes lienzos Visión de España en la Hispanic Society de Nueva York. Este busto supuso el inició de una serie de retratos de personajes ilustres de la vida cultural y política española para la sociedad americana (Guillermo de Osma y Scull (1918), conde de Romanones (1929), Gregorio Marañón (1931), Benigno de la Vega Inclán, marqués de la Vega Inclán (1931), Miguel Primo de Rivera (1929) y un segundo busto de Sorolla en 1932).
      Continuó alternando su prolífica producción retratista con los encargos de escultura pública para distintos puntos de la geografía española, que se sucedieron sin cesar durante el reinado de Alfonso XIII, demostrando una gran adaptabilidad a cada caso conforme tanto a los medios como a la personalidad de sus protagonistas.
      Entre 1921 y 1923 se involucró en la talla en diferentes piedras de una sepultura y tres monumentos que comparten la sencillez de su concepto y la rotundidad y expresividad del cincelado. Son la Sepultura de Miguel Moya (1921), las estatuas sedentes de Santiago Ramón y Cajal (1923) y de Marcelino Menéndez Pelayo (1923), y el Monumento a Aniceto Coloma (1922).
      No obstante su incesante actividad, continuó enviando obras a exposiciones nacionales e internacionales y, en la Nacional de 1924, obtuvo la Medalla de Oro otorgada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid por el busto en mármol de su sobrina Matilde, La lección (1918).
     De 1925 son los monumentos al comandante Villamartín en Toledo y a Eduardo Dato  en Vitoria, composiciones piramidales en las que tienen un gran protagonismo las figuras alegóricas que siempre aprehendieron la atención de Benlliure por brindarle una mayor libertad de creación.
      Su fuerte atracción desde la infancia por el espectáculo de la lidia y en particular por la belleza y elegancia de movimientos del toro bravo, que representó en diferentes actitudes y suertes, fomentó su amistad con algunos de los más famosos diestros a los que consagró en múltiples obras. Si a Machaquito le dedicó su más famosa estocada (1907) a Joselito un emotivo mausoleo (1926), en el que representó la desolada comitiva que porta a hombros su cuerpo en el féretro abierto. Su dramatismo se acentúa por el fuerte el contraste de los materiales, bronce y un mármol blanco de extraordinaria pureza reservado para el cadáver y el capote que lo cubre. En contraste con el Mausoleo de Joselito realizó el equilibrado y solemne Mausoleo de William Atkinson Jones (1926), su único monumento en Estados Unidos.
     La repentina muerte de Lucrecia Arana el 9 de mayo de 1927 marcó profundamente a Mariano Benlliure, que se recluyó aún con mayor intensidad en su trabajo y ese año terminó los monumentos a Miguel Moya (1927) y a Ángel Saavedra Duque de Rivas (1927), mientras seguía trabajando en los mausoleos del marqués de Cerralbo y de Eduardo Dato, y los monumentos isleños a Fernando León y Castillo (1928) y a Antonio Maura (1929).
     En la inauguración en Jerez del monumento ecuestre al general Miguel Primo de Rivera (1929) coincidió con Carmen Quevedo Pessanha (Viseu, Portugal, 1887 - Madrid, 1974), viuda del escritor y amigo Juan Nogales Delicado, a la que se uniría en matrimonio civil en 1931, y que escribiría una extensa biografía del escultor publicada después de su muerte.
     En 1931 entregó a la Cofradía de Jesús Nazareno el paso Redención, segundo realizado para Zamora, y el impresionante grupo de cinco jinetes para el Monumento al Regimiento de Caballería (1931) situado frente a la entrada de la Academia de Caballería de Valladolid.
     Unos meses después de la proclamación de la Segunda República, dimitió como director del Museo de Arte Moderno tras la remodelación de su patronato, y fue nombrado Director Honorario al tiempo que Patrono del Museo Sorolla de Madrid. Se abrió así una etapa en la que, aunque en menor número, siguió recibiendo encargos oficiales como el busto del Presidente del Consejo de Ministros, Alejandro Lerroux (1934). Sin declinar su actividad, emprendió la realización de retratos de su entorno más próximo y obras de menor tamaño en bronce y cerámica, generalmente de carácter costumbrista, modeladas con minucioso realismo, como el grupo Las víctimas de Navidad (1932) o diferentes versiones de sus esculturas taurinas, entre ellas Toro de salida (1939).
     En mayo de 1935 abrió las puertas de su estudio para presentar sus últimas obras: el Altar del Sagrado Corazón de Jesús (1935) destinado a la Catedral de Cádiz, el Mausoleo de la familia Falla y Bonet (1939) al Cementerio Colón de Buenos Aires, y el Sarcófago de Vicente Blasco Ibáñez (1935) amigo desde la juventud, y del que ya había modelado un espléndido busto (1909).
      Durante los primeros meses de la Guerra Civil no quiso abandonar su estudio y permaneció en Madrid trabajando. Modeló el busto del general José Miaja (1937) y el boceto de su estatua para un posible monumento. Invitado por el Gobierno Francés como miembro del Instituto de Francia a visitar la Exposición Universal de 1937, accedió a viajar a París donde se exponían dos de sus obras, los bustos de Santiago Ramón y Cajal (1932) y de Vicente Blasco Ibáñez (ca. 1935) en el Pabellón Español. Permaneció en París más de un año, tiempo en el que esculpió diversos retratos, hasta que cayó enfermo y a finales de julio de 1938 su mujer Carmen Quevedo, de origen portugués, se lo llevó a Viseu donde tenía casa, familia y medios para atenderle. Una vez recuperado reemprendió su trabajo en el estudio del escultor Texeira Lopes que le cedió un espacio, hasta su retorno definitivo a Madrid en junio de 1939. Aún regresó a Viseu un año después para montar el Monumento a Viriato (1940).
     De la última etapa de su vida en la que su estudio se vio sobrepasado ante la demanda de más de una treintena de imágenes, en su mayoría de carácter procesional, para reemplazar las que habían sido destruidas, resaltan dos obras civiles, el Mausoleo del tenor Francisco Viñas (1942. Barcelona, Cementerio de Montjuïc) y el Monumento a Mariano Fortuny (1946. Reus, plaza de Gabriel Ferrater y Soler). Las imágenes religiosas que salieron de su taller denotaban una cierta inspiración clasicista, ajena a la teatralidad barroca, reveladora de su interpretación personal, dirigida a resaltar el estudio anatómico y las expresiones graves y serenas de sus protagonistas, como por ejemplo Cristo de la Expiración (1940. Málaga, Iglesia de San Pedro del Perchel); Jesús Nazareno del Paso (1940. Basílica del Paso y la Esperanza); Cristo de la Fe (1941. Iglesia del Carmen, Cartagena); Cristo Yacente (1942. Hellín, Parroquia Nuestra Señora de la Asunción); Divino Cautivo (1944. Madrid, Colegio Calasancio de los Padres Escolapios) o Las Tres Marías y San Juan (1946. Crevillent, Iglesia de Nuestra Señora de Belén). Su talla la realizaba el escultor Juan García Talens a partir de los modelos ampliados de los bocetos modelados por Benlliure.
     Es en esos años cuando revisó sus obras dedicadas a la lidia, modeló nuevas escenas y fundió nuevos bronces, que presentó en dos exposiciones en Madrid y Valencia en 1944.
     En 1942 Valencia le rindió un emotivo homenaje en el Paraninfo de la Universidad y le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad, y en 1944 la Dirección General de Bellas Artes celebró un Homenaje Nacional en el que le fue concedida la Gran Cruz de Alfonso X, el último de la larga lista de reconocimientos oficiales y académicos que recibió a lo largo de su fructífera trayectoria artística. Mariano Benlliure fue miembro de diversas Academias de Bellas Artes: San Fernando de Madrid, Valencia, Zaragoza, Málaga, San Lucas de Roma, Brera de Milán, Carrara y París, así como de la Hispanic Society de Nueva York; y recibió innumerables condecoraciones entre las que destacan la Legión de Honor de Francia y Comendador de la Orden de la Corona de Italia, además de la mencionada Gran Cruz de Alfonso X y la del Mérito Militar de España.
     Falleció a los 85 años, el 9 de noviembre de 1947, en su casa-estudio de la calle de Abascal en Madrid. Sus restos fueron trasladados a Valencia con todos los honores, donde fue enterrado en el cementerio del Cabañal junto a sus padres (Lucrecia Enseñat Benlliure, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la placa conmemorativa a Washington Irving en el callejón del Agua, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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