Hoy, 26 de febrero es Miércoles de Ceniza, día de ceniza e inicio de la muy sagrada Cuaresma: he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el se asciende a la montaña santa de la Pascua [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Templete o Humilladero de la Cruz del Campo, de Sevilla, ya que éste era la última estación del famoso Víacrucis que se iniciaba en la Casa de Pilatos.
El Templete o Humilladero de la Cruz del Campo, se encuentra en la calle Luis Montoto, 143; en el Barrio de la Huerta de Santa Teresa, del Distrito San Pablo-Santa Justa.
El Templete o Humilladero de la Cruz del Campo se erigió a las afueras de la ciudad, relativamente lejos de sus puertas, y su función era el recibimiento ó término de los visitantes en una de las entradas a Sevilla.
Es una construcción exenta de tipo mudéjar en ladrillo, de planta cuadrada y abierta en sus cuatro laterales, que se alza sobre una plataforma de algo más de metro y medio de altura, con gradas en los costados Sur, Este y Oeste, y podio inclinado en el flanco Norte.
Exteriormente el templete se rodea de una verja de hierro, añadido contemporáneo, de barrotes coronados por puntas de lanza y cilindros en los ángulos rematados por piñas. Forman la estructura cuatro pilastras de ladrillo con contrafuertes radiales que se elevan sobre muretes, del mismo material, ubicados en los ángulos de la plataforma. Sobre estas pilastras apoyan cuatro arcos apuntados de arquivolta doble; una interna y otra externa, cuya doble rosca se resuelve, bajo la línea de impostas, con chaflanes simples. La cubierta presenta un antepecho de merlones dentellados que encuadra la resolución externa de la bóveda interior y se separa del cuerpo bajo con un sencillo flete. Cuatro canalones en piedra, uno en cada uno de los ángulos, solucionan la evacuación de las aguas. Remata la composición una sencilla veleta metálica apoyada sobre un pedestalillo de planta octogonal, de la que arrancan casquetes esféricos sobre trompas, formadas por semibóvedas angulares de arista viva. Por encima de ellas, y marcando la transición con la plementería de la bóveda, corre una nacela o registro en el que se observa escrita en letras góticas una inscripción conmemorativa.
Dentro del templete cinco escalones de ladrillo suben hasta la plataforma donde está la cruz. Ésta es plana de tipo latino y se apoya sobre una columna de mármol sin basa, con capitel compuesto y cimacio. La decoración de la cruz se resuelve con remates en las puntas a base de un módulo circular con terminación puntiaguda. En cuanto a la columna, el capitel presenta volutas rotundas y hojas de acanto muy esquematizadas y los cantos del cimacio se decoran por círculos formados por una cinta vegetal que contienen racimos y hojas en bajorrelieve.
El Templete de la Cruz del Campo fue levantado por orden del Asistente de Sevilla Don Diego de Merlo en 1482, en conmemoración del ruinoso acueducto romano conocido por los "Caños de Carmona", que traía agua a Sevilla de esta cercana localidad. En 1520 tuvieron lugar obras en el Templete de la Cruz del Campo, sufragadas al parecer por el Marqués de Tarifa, que consistirían en la reparación del humilladero y la erección de la columna con su capitel.
A partir de 1630 el templete acrecienta su importancia al convertirse en la última estación del famoso vía crucis que comenzaba en la Casa de Pilatos. A partir de la mediación del siglo el vía crucis fue entrando en decadencia, desapareciendo periódicamente y volviendo a resurgir, hasta 1873 en que definitivamente se perdió la tradición. Comienzan a partir de entonces numerosas restauraciones por parte del Ayuntamiento y los primeros estudios serios sobre el templete (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
A partir de 1630 el templete acrecienta su importancia al convertirse en la última estación del famoso vía crucis que comenzaba en la Casa de Pilatos. A partir de la mediación del siglo el vía crucis fue entrando en decadencia, desapareciendo periódicamente y volviendo a resurgir, hasta 1873 en que definitivamente se perdió la tradición. Comienzan a partir de entonces numerosas restauraciones por parte del Ayuntamiento y los primeros estudios serios sobre el templete (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia y Significado del Vía Crucis;
La expresión latina "Vía Crucis" significa "camino de la Cruz", es decir, el que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario. Dicha expresión se utiliza también de modo habitual para designar una forma de oración acompañada de meditación sobre los acontecimientos ocurridos en ese camino de Cristo, al que se añaden el hecho de su muerte en la cruz, el descendimiento de la misma y su sepultura. Junto a diversas oraciones, en general de penitencia y arrepentimiento, se van intercalando catorce meditaciones, que se llaman «estaciones», porque los que hacen este ejercicio de piedad se «estacionan» o detienen unos momentos para meditar en cada uno de los siguientes acontecimientos o escenas:
Los precedentes del Vía Crucis datan de los primeros siglos del cristianismo, de la piadosa compasión con que los cristianos primitivos veneraban los pasos de la Vía Dolorosa. La española Silvia Eteria, peregrinó a Tierra Santa en el siglo IV. Y en su Peregrinatio describe el ejercicio piadoso de los cristianos de Jerusalén, recorriendo durante la Semana Santa el camino del Calvario.
La mayoría de estas «estaciones» han sido tomadas del Evangelio, otras las ha deducido o añadido la tradición piadosa del pueblo cristiano con una sana lógica.
Las escenas o «estaciones» directamente descritas en los Evangelios son las siguientes:
· Primera: en Mt 27,1-31; Mc 15,120; Lc 23,1-25; Jn 18,28-40 y 19,1-16.
· Segunda: en Jn 19,17.
· Quinta: en Mt 27,32; Mc 15,21 y Lc 23,26.
· Octava: en Lc 23,27-32.
· Décima: en Mt 27,35; Mc 15,24; Lc 23,34 y Jn 19,23-24.
· Undécima: en Mt 27-25 s.; Mc 15,24 s.; Lc 23,33 s. y Jn 19,18.
· Duodécima: en Mt 27,50-51; Mc 15,37; Lc 23,46 y Jn 19,30-33.
· Décimo tercera: en Mt 27,57-59; Mc 15,42-45 y Lc 23,50-53.
· Décimo cuarta: en Mt 27,55-61; Mc 15, 42-47; Lc 23,50-55 y Jn 19,38-42.
Las otras estaciones –tercera, cuarta, sexta, séptima, novena– que ha añadido la tradición piadosa de los cristianos están relacionadas o deducidas de la descripción que los evangelistas hacen del camino que recorrió Jesús hacia el Calvario. Son posibles las caídas –estaciones 3ª, 7ª y 9ª, debido al agotamiento del Huerto, de los interrogatorios y sobre todo de las vejaciones –azotes, espinas– y episodios que acompañaron al arresto. Se deduce al menos una del hecho de haber pedido a Simón de Cirene que llevase la cruz, y se suponen lógicamente otras caídas, aunque no podamos saber el número exacto. Fue casi seguro el encuentro de Cristo con su Madre antes de la cruz (4ª estación), según Jn 19,25-27 y otros pasajes. Es muy probable el episodio de la Verónica según Lc 23,27 ss. y relatos escritos que se remontan a los siglos III y IV que pueden depender de relatos y tradiciones orales anteriores.
En cuanto a los orígenes de este ejercicio piadoso, es cierto que los cristianos de las primeras centurias veneraron los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo. Esto se facilitó a partir de la paz otorgada a la Iglesia por Constantino, con lo que se multiplicaron las peregrinaciones a los Santos Lugares, y de las que se conservan descripciones desde el s. IV. La célebre peregrina Eteria, por ejemplo, da una relación de los actos que se celebraban en Jerusalén en la Semana Santa en los distintos lugares relacionados con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Con motivo de las Cruzadas se manifestó aún más la devoción hacia los lugares en que se había realizado algún episodio de la Pasión de Cristo. No se contentaron los cruzados con haber venerado esos mismos lugares, sino que trajeron a sus respectivos países la idea de realizar algo parecido a lo que habían visto y obrado en Jerusalén. De ahí que se erigiesen en muchas partes «Calvarios», luego «Vía Crucis», con los que los fieles manifestaban su fervor, agradecimiento y amor a la Pasión de Cristo, oraban y meditaban en ella, etc.
Los franciscanos contribuyeron mucho a extender y propagar esta devoción, aún no muy bien definida, sobre todo cuando en el s. XIV se les concedió la custodia de los Santos Lugares. También la difundió mucho el beato Álvaro de Córdoba, dominico, a su regreso de Tierra Santa (1420). Después, el principal apóstol de esta devoción fue San Leonardo de Puerto Mauricio, que, en el curso de unas misiones por Italia (1731-51), erigió más de 572 Vía Crucis.
Había cierta diversidad con respecto al número de «estaciones».
Fueron los franciscanos los que establecieron en sus iglesias el número de catorce, para que los fieles las recorriesen a imitación de los devotos peregrinos que iban personalmente a venerar los Santos Lugares de Jerusalén. Parece que la forma definitiva, según se suele practicar hoy, surgió en España. De aquí pasó a Cerdeña y a otros lugares. En el s. XX diversos autores han pretendido que se añadiese otras estaciones, como la Resurrección, con la que culmina la Pasión y Muerte histórica de Cristo, y su Vía Crucis continuado a lo largo de la historia humana.
La práctica del Vía Crucis, pues, viene a arrancar de los primeros siglos y se halla muy extendida entre los cristianos. Es necesario meditar y conocer bien la vida y persona de Cristo, también su Pasión y Muerte, para facilitar la identificación con El a que está llamado todo hombre. Esta devoción es de gran importancia para la vida cristiana. Nos da la oportunidad de contemplar la pasión y muerte de Jesús, nuestro Salvador. Contemplación de los dolores en el cuerpo y en el alma del Señor. Recorrer la Vía dolorosa actualizando sus sufrimientos. La pasión de Jesús es real y actual. El motivo de sus dolores es el de siempre: el pecado. Cada vez que un cristiano peca, de algún modo crucifica de nuevo a Cristo. En cambio, cuando llevamos por amor a Jesús la cruz de cada día podemos decir, como San Pablo: "Completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia" (Co 1,24).
¿Cómo se reza?
El Vía Crucis o Camino a la Cruz es una de las más antiguas devociones practicadas por los Católicos en todo el mundo. Consiste en acompañar a Jesús en su Pasión y Muerte, en sus horas finales, repasando 14 momentos (las 14 Estaciones del Vía Crucis) desde que fue condenado a muerte hasta su sepultura.
Más recientemente a veces se suele agregar una nueva 15ª Estación: la Resurrección del Señor, en consideración a que si Cristo no resucitó, vana sería nuestra Fe (1 Cor 15, 14).
El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas. Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario. Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo. Si se reza en casa, ayuda tener en la mano imágenes de la Pasión y Muerte del Señor, para que puedas recordar e imaginar su dolor.
. + En el nombre del Padre + del Hijo + y del Espíritu Santo.
Amén
. Señor, que la meditación de tu Pasión y Muerte nos anime y ayude a tomar la cruz de cada día y seguirte, para un día resucitar contigo en la gloria.
Amén.
Rezo de las catorce estaciones.
Oración final:
Señor mío Jesucristo, que con tu Pasión y Muerte diste vida al mundo, líbranos de todas nuestras culpas y de toda inclinación al mal, concédenos vivir apegados a tus Mandamientos y jamás permitas que nos separemos de Ti. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
. Amén (Catholic.net)
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