Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Cartuja de Santa María de las Cuevas - El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (C.A.A.C.) de Sevilla.
Hoy, 6 de octubre, Memoria de San Bruno, presbítero, el cual, oriundo de Colonia, ciudad de Lotaringia, en la actual Alemania, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, aunque después, deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, donde dio origen a una Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria, en la actual Italia (1001) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Cartuja de Santa María de las Cuevas (perteneciente en su día a la Orden de los Cartujos, fundada por San Bruno) - el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla.
La Cartuja de Santa María de las Cuevas - El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (C.A.A.C.) [nº 95 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 89 en el plano oficial de la Junta de Andalucía; y nº 311 en el plano oficial de la Exposición Universal de 1992], se encuentra en la calle Américo Vespucio, 2; o bien en la calle Camino de los Descubrimientos, 5; en el Barrio de Triana Oeste, del Distrito de Triana.
Se halla situada en la margen derecha del Guadalquivir. El monasterio fue fundado por el arzobispo de Sevilla D. Gonzalo de Mena en 1400. A comienzos de la siguiente centuria obtuvo el patronato Per Afán de Ribera, quien colaboró en la construcción de la iglesia primitiva que fue ampliada durante el primer cuarto del siglo XVI. A lo largo de los siglos siguientes continuaron las construcciones y ampliaciones, hasta llegar a la gran reforma del siglo XVIII.
La invasión francesa resultó desastrosa para la Cartuja pues fue saqueada y convertida en cuartel. En 1816 volvieron los monjes para ser expulsados de nuevo por la exclaustración de 1835. Cuatro años más tarde fue adquirido el edificio Carlos Pickman, instalando en el recinto una fábrica de cerámica. En ella se produjo por primera vez en España la loza decorada por estampación, copiada de los modelos ingleses. Tras la restauración del edificio con motivo de la Exposición Universal de 1992, tienen allí su sede el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
La antigua iglesia consta de una sola nave de gran altura cubierta con bóvedas de crucería, siendo aserrada la espina central. La cabecera también se cubre con bóveda de nervios. A los pies del lado derecho se abre la Capilla de Santa Ana, que sirvió de enterramiento a Cristóbal Colón, localizándose a mitad de la nave un arco apuntado, que comunica con el Claustrillo. Al exterior, el templo muestra una gran portada con arco ojival abocinado y alfiz, que va decorado en el borde con entrelazo mudéjar, conservándose algo de su primitiva policromía. En el hastial se abre un gran rosetón rodeado de un círculo de azulejos romboidales, con piezas de colores azul, negro, blanco y melado. Por el borde del círculo corre una cenefa renacentista. El anillo de azulejos termina en la parte superior en un afilado triángulo con una columnilla de mármol rematado en una cruz. La franja superior de la fachada también se adorna con una banda de azulejos. El interior de la iglesia conserva restos de los estucos decorativos realizados en 1614. Consisten éstos en unos plafones en el techo, que no coinciden con las claves, y que están formados por rosas muy prominentes. También se conservan en las paredes restos de la decoración pictórica mural realizada en el siglo XVIII.
La antigua Capilla de Santa Ana tiene planta rectangular y se cubre con bóvedas nervadas más una media naranja en la cabecera. Todo ello con prominentes estucos de comienzos del siglo XVII que se han relacionado con Juan de Oviedo. En los apeos de los nervios aparece una ornamentación de jarras. En dos pequeñas hornacinas hay representaciones de apóstoles en azulejos, que se deben a Juan Bautista Niculoso, hijo de Francisco Niculoso Pisano, quien las realizó en el primer cuarto del siglo XVI.
El antiguo refectorio es una gran nave cubierta por una armadura de madera con temas de lacería y piñas, más los escudos de don Gonzalo de Mena, que fue realizado por Diego Cerezo y Lucas de Cárdenas en 1587. En las paredes se conservan los zócalos de azulejos de superficie lisa, compuestos por paños de variados motivos, entre los que abundan los de tema floral y los de punta de clavo. El púlpito conserva su decoración de yeserías góticas y parte de las pinturas murales que lo enmarcaban. También existen restos de la decoración pictórica mural de época barroca del muro norte del recinto, que correspondía a la cabecera. La portada que comunica este refectorio con el Claustrillo es un gran arco de piedra con arquivoltas apuntadas, que debió de fabricarse a comienzos del siglo XVI.
Al mencionado claustro se abre también la capilla llamada de la Magdalena, que formó parte del primitivo núcleo monástico. Consta de una sola nave fragmentada mediante arcos transversales, presentando cabecera cuadrada cubierta por bóveda de paños sobre trompas que se decora con yeserías geométricas muy planas, de comienzos del siglo XVII. En las paredes se conservan algunos restos de pinturas murales medievales, destacando las que representan a San Cristóbal y a Santa Ana, con la Virgen y el Niño, más unos orantes. En la cabecera pueden verse restos de motivos florales y cortinajes. La parte inferior de los muros está ocupada por un zócalo de azulejos lisos con temas de clavo que se debieron de colocar a fines del siglo XVI, cuando se situó en este recinto el sepulcro del fundador, don Gonzalo de Mena, que ahora se conserva en la catedral sevillana.
En otro flanco del patio se halla el Capítulo. Se trata de un espacio con dos tramos, siendo rectangular y con bóveda de nervios el primero, mientras el segundo es cuadrado y ofrece una bóveda poligonal, cuyos nervios entrecruzados terminan en bustos de apóstoles. El zócalo del recinto es de azulejos lisos, ofreciendo paneles de dibujo geométrico separados por marcos con temas de "candelieri", elementos antropomórficos, florales, etc., siendo el dibujo muy correcto y la distribución de los temas muy ordenada. En el centro de los paneles aparecen los escudos nobiliarios de los Ribera. Van fechados en 1607. Recientemente se han situado en este recinto el retablo de la Virgen de las Cuevas y los dos grandes sepulcros parietales que antaño alojó, así como otros enterramientos que, en origen, estuvieron en la iglesia del monasterio. Tales sepulcros pertenecen a la familia Enríquez de Ribera, que fueron patronos de la cartuja sevillana. El correspondiente a doña Catalina de Ribera fue realizado en Génova por el escultor Pace Gazzini, labrando Antonio María Aprile de Carona el de don Pedro Enríquez. Ambos ofrecen un monumental enmarque arquitectónico cobijando el sarcófago del yacente y se decoran con relieves y figuras de carácter sagrado y profano. También se deben a Aprile de Carona el retablo y los restantes sepulcros de mármol que se localizan en este recinto.
Todas estas dependencias están distribuidas alrededor del Claustrillo, un pequeño patio organizado mediante arquerías de fino ladrillo enmarcadas por alfiz y apeadas sobre columnas de mármol, de clara inspiración granadina. En los ángulos se disponen pilares poligonales de ladrillo. Los muros de las galerías ofrecen un extraordinario zócalo de azulejos con temas vegetales y de lacería, realizados mediante las técnicas de cuenca y de cuerda seca. En su mayoría se realizaron en 1465, fecha de construcción de este claustro, si bien existen paneles del siglo XIX, realizados por la fábrica de Pickman. Recientemente se han instalado en estas galerías las esculturas orantes de doña Juana de Zúñiga y doña Catalina Cortés, que se atribuyen a Diego de Pesquera y se fechan en 1576, así como la lauda sepulcral en bronce de Perafán de Ribera, debida al escultor Juan Bautista Vázquez y al fundidor Bartolomé Morel.
Junto a la puerta principal del templo, en las inmediaciones de la antigua Hospedería, se localizan los restos de una galería mudéjar realizada en ladrillo fino y bícromo en torno a 1500. En el otro flanco de este atrio se sitúa el pórtico que comunicaba con la Celda Prioral, en el que se localizan los restos de la Capilla de la Virgen de la Antigua, cuya fábrica se debe a Hernán Ruiz el Joven. Precede a este atrio la primitiva portada del Ave María, constituida por un arco apuntado en el exterior y otro de medio punto en el interior. El espacio intermedio se cubre por una bóveda de nervios que apean en ménsulas con figuras de ángeles pasionarios. La portada se decora al exterior por tres paneles de azulejos lisos en los que se representan los símbolos del Calvario Cartujo, en el central, y los escudos del arzobispo Mena, en los laterales Los tres son de comienzos del XVII.
De la mencionada Celda Prioral se conserva su patio central de proporciones cuadradas, que ofrece en su piso bajo galerías porticadas con arcos peraltados sobre columnas de mármol, siendo rebajados los arcos de las galerías superiores, en las que también se emplean columnas marmóreas. Su construcción puede datarse en el primer tercio del siglo XVI, fecha a la que asimismo corresponden los azulejos por tabla que cubren las galerías.
A mediados del siglo XVIII los cartujos hicieron grandes ampliaciones y remodelaciones en el monasterio que afectaron especialmente al conjunto de de la Capilla de Afuera. Estas obras estuvieron a cargo de Ambrosio de Figueroa, quien era maestro mayor de obras de la Cartuja. En este sector destaca la monumental portada de acceso al monasterio, resuelta como un arco de triunfo articulado por pilastras jónicas y coronado por una hornacina con la imagen en piedra de la Virgen de las Cuevas y por el escudo de don Gonzalo de Mena. Fue trazada en 1759. A su derecha se sitúa la capilla, que es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos, presentando una cúpula con linterna a la altura del crucero. Su puerta de acceso está precedida de un pórtico, presenta pilastras y una hornacina en la parte superior. En el interior se conserva un retablo datable hacia 1780 y atribuible a Francisco de Acosta el Mayor y a Alonso de Vega, con imágenes de santos y relieves de temática cartuja. En el muro izquierdo se abre la antigua sacristía. De ella parte una escalerilla que da acceso al primitivo camarín de la Virgen de las Cuevas, que es un verdadero muestrario de la azulejería del siglo XVIII. Hay azulejos polícromos que figuran aisladas y otros blancos y azules de tipo Delft. Entre los temas aparecen los taurinos, de paisaje, de cacería y de arquitecturas. En el rellano hay un panel compuesto por flores y pájaros con inscripción central muy estropeada e ilegible, pero en uno de los escalones puede leerse la fecha de 1769.
En la fachada oriental del monasterio se localiza la monumental Puerta del Río, rematada por pináculos vidriados y decorada con azulejos reaprovechados del siglo XVII y otros contemporáneos de la edificación. Fue obra de Diego Antonio Díaz y está fechada en 1759.
Son escasos los restos conservados de la etapa fabril del recinto. Entre ellos cabe destacar la alta chimenea dispuesta tras la cabecera de la antigua iglesia, en lo que fue claustro principal del monasterio, así como los hornos de botella situados en sus inmediaciones, que siguen modelos ingleses.
En las antiguas huertas, que han sido recuperadas, destacan las primitivas capillas de Santa Ana y de Santas Justa y Rufina, así como un estanque, la noria y la galapaguera, elementos todos ellos restaurados [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
La invasión francesa resultó desastrosa para la Cartuja pues fue saqueada y convertida en cuartel. En 1816 volvieron los monjes para ser expulsados de nuevo por la exclaustración de 1835. Cuatro años más tarde fue adquirido el edificio Carlos Pickman, instalando en el recinto una fábrica de cerámica. En ella se produjo por primera vez en España la loza decorada por estampación, copiada de los modelos ingleses. Tras la restauración del edificio con motivo de la Exposición Universal de 1992, tienen allí su sede el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
La antigua iglesia consta de una sola nave de gran altura cubierta con bóvedas de crucería, siendo aserrada la espina central. La cabecera también se cubre con bóveda de nervios. A los pies del lado derecho se abre la Capilla de Santa Ana, que sirvió de enterramiento a Cristóbal Colón, localizándose a mitad de la nave un arco apuntado, que comunica con el Claustrillo. Al exterior, el templo muestra una gran portada con arco ojival abocinado y alfiz, que va decorado en el borde con entrelazo mudéjar, conservándose algo de su primitiva policromía. En el hastial se abre un gran rosetón rodeado de un círculo de azulejos romboidales, con piezas de colores azul, negro, blanco y melado. Por el borde del círculo corre una cenefa renacentista. El anillo de azulejos termina en la parte superior en un afilado triángulo con una columnilla de mármol rematado en una cruz. La franja superior de la fachada también se adorna con una banda de azulejos. El interior de la iglesia conserva restos de los estucos decorativos realizados en 1614. Consisten éstos en unos plafones en el techo, que no coinciden con las claves, y que están formados por rosas muy prominentes. También se conservan en las paredes restos de la decoración pictórica mural realizada en el siglo XVIII.
El antiguo refectorio es una gran nave cubierta por una armadura de madera con temas de lacería y piñas, más los escudos de don Gonzalo de Mena, que fue realizado por Diego Cerezo y Lucas de Cárdenas en 1587. En las paredes se conservan los zócalos de azulejos de superficie lisa, compuestos por paños de variados motivos, entre los que abundan los de tema floral y los de punta de clavo. El púlpito conserva su decoración de yeserías góticas y parte de las pinturas murales que lo enmarcaban. También existen restos de la decoración pictórica mural de época barroca del muro norte del recinto, que correspondía a la cabecera. La portada que comunica este refectorio con el Claustrillo es un gran arco de piedra con arquivoltas apuntadas, que debió de fabricarse a comienzos del siglo XVI.
Al mencionado claustro se abre también la capilla llamada de la Magdalena, que formó parte del primitivo núcleo monástico. Consta de una sola nave fragmentada mediante arcos transversales, presentando cabecera cuadrada cubierta por bóveda de paños sobre trompas que se decora con yeserías geométricas muy planas, de comienzos del siglo XVII. En las paredes se conservan algunos restos de pinturas murales medievales, destacando las que representan a San Cristóbal y a Santa Ana, con la Virgen y el Niño, más unos orantes. En la cabecera pueden verse restos de motivos florales y cortinajes. La parte inferior de los muros está ocupada por un zócalo de azulejos lisos con temas de clavo que se debieron de colocar a fines del siglo XVI, cuando se situó en este recinto el sepulcro del fundador, don Gonzalo de Mena, que ahora se conserva en la catedral sevillana.
Todas estas dependencias están distribuidas alrededor del Claustrillo, un pequeño patio organizado mediante arquerías de fino ladrillo enmarcadas por alfiz y apeadas sobre columnas de mármol, de clara inspiración granadina. En los ángulos se disponen pilares poligonales de ladrillo. Los muros de las galerías ofrecen un extraordinario zócalo de azulejos con temas vegetales y de lacería, realizados mediante las técnicas de cuenca y de cuerda seca. En su mayoría se realizaron en 1465, fecha de construcción de este claustro, si bien existen paneles del siglo XIX, realizados por la fábrica de Pickman. Recientemente se han instalado en estas galerías las esculturas orantes de doña Juana de Zúñiga y doña Catalina Cortés, que se atribuyen a Diego de Pesquera y se fechan en 1576, así como la lauda sepulcral en bronce de Perafán de Ribera, debida al escultor Juan Bautista Vázquez y al fundidor Bartolomé Morel.
A mediados del siglo XVIII los cartujos hicieron grandes ampliaciones y remodelaciones en el monasterio que afectaron especialmente al conjunto de de la Capilla de Afuera. Estas obras estuvieron a cargo de Ambrosio de Figueroa, quien era maestro mayor de obras de la Cartuja. En este sector destaca la monumental portada de acceso al monasterio, resuelta como un arco de triunfo articulado por pilastras jónicas y coronado por una hornacina con la imagen en piedra de la Virgen de las Cuevas y por el escudo de don Gonzalo de Mena. Fue trazada en 1759. A su derecha se sitúa la capilla, que es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos, presentando una cúpula con linterna a la altura del crucero. Su puerta de acceso está precedida de un pórtico, presenta pilastras y una hornacina en la parte superior. En el interior se conserva un retablo datable hacia 1780 y atribuible a Francisco de Acosta el Mayor y a Alonso de Vega, con imágenes de santos y relieves de temática cartuja. En el muro izquierdo se abre la antigua sacristía. De ella parte una escalerilla que da acceso al primitivo camarín de la Virgen de las Cuevas, que es un verdadero muestrario de la azulejería del siglo XVIII. Hay azulejos polícromos que figuran aisladas y otros blancos y azules de tipo Delft. Entre los temas aparecen los taurinos, de paisaje, de cacería y de arquitecturas. En el rellano hay un panel compuesto por flores y pájaros con inscripción central muy estropeada e ilegible, pero en uno de los escalones puede leerse la fecha de 1769.
En la fachada oriental del monasterio se localiza la monumental Puerta del Río, rematada por pináculos vidriados y decorada con azulejos reaprovechados del siglo XVII y otros contemporáneos de la edificación. Fue obra de Diego Antonio Díaz y está fechada en 1759.
En las antiguas huertas, que han sido recuperadas, destacan las primitivas capillas de Santa Ana y de Santas Justa y Rufina, así como un estanque, la noria y la galapaguera, elementos todos ellos restaurados [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
El monasterio de Santa María de las Cuevas fue fundado por don Gonzalo de Mena en 1400. En 1500 Per Afán de Rivera obtiene el patronato y construye la iglesia primitiva. Se cerca todo el sitio para que fuese un convento espacioso. La tapia tenía una altura media de 2,55 m., realizada con muros de tapial y rafas de ladrillo. En 1454 se edifica la capilla del Capítulo de Monjes y el claustro antiguo. Adosada al ábside de la iglesia estaba el gran claustro con pequeñas capillas en los ángulos y alrededor de sus largos tránsitos se encontraban las celdas de los monjes.
A lo largo de los siglos siguientes continúan las construcciones y ampliaciones hasta llegar a la gran reforma del XVIII. La invasión francesa produjo grandes desastres en el monasterio al ser terriblemente saqueado. En 1816 volvieron los monjes, para volver a ser expulsados en 1835 con la exclaustración. En 1838, Pickman, comerciante inglés que ya residía en Sevilla, al frente de su casa de loza y cristalería extranjera, pidió todo el edificio de la cartuja a censo y se le concedió por real decreto al año siguiente. Redimiendo después el censo, todo el edificio pasó a ser propiedad de la sociedad que formara con su hermano.
Al trasladarse recientemente la fábrica de loza, el edificio ha quedado, abandonado, sometido a un progresivo deterioro y amenazado de ruina incontrolada.
Del antiguo edificio resta hoy un claustro, en torno al cual se disponen la iglesia, el refectorio y dos capillas, algo más alejadas las dos naves cubiertas con arcos apuntados y la antigua puerta de acceso al convento. Separadas de este núcleo hay otras edificaciones del siglo XVIII que consisten en una capilla, dos puertas monumentales y un gran patio. Entre uno y otro se construyen las nuevas edificaciones industriales levantadas por los Píckman, entre la que destacan las cinco espléndidas chimeneas, que junto a las construcciones primitivas caracterizan la imagen actual de la cartuja.
Los edificios que conforman el núcleo original de la cartuja se construyeron entre la segunda mitad del XV y los comienzos del XVI. A mediados del XVIII los monjes hicieron grandes ampliaciones en el convento, y desplazan la puerta del recinto murado en dirección contraria al río, construyendo un nuevo muro circundante y una capilla junto a él, llamada capilla pública. El autor de esta construcción es Ambrosio de Figueroa, que en 1757 ocupa el cargo de maestro mayor alarife y de obras de la cartuja; construye igualmente la gran portada al campo, de dos cuerpos y un pequeño ático.
En 1752-59 Diego Antonio Diaz construye la monumental puerta frente al río, rematada por multitud de pináculos vidriados y decorada con azulejos de los siglos XVII y XVIII.
Se trataba, pues, de una pequeña ciudad cercada por un muro alto que permitía defenderla de las avenidas del Guadalquivir, y a la que se accedía sólo por las dos puertas a las que nos hemos referido. Fuera de la clausura había «extensión para un pueblo no muy pequeño en las que habitaban una infinidad de sirvientes y trabajadores de distintos talleres necesarios a la comunidad, pues allí dentro se fabricaban casi todos los ramos de uso y consumo».
La superficie interior del recinto murado, que incluye a todas las construcciones y huertas contiguas, podría aproximarse a los 110.000 m2. La superficie que delimita la construcción principal podría estimarse alrededor de los 35.000 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
Este monasterio se encuentra situado en la margen derecha del río Guadalquivir a su paso por la ciudad de Sevilla, entre el río y la dársena.
La edificación sigue las pautas del modelo cartujano convencional: el sur para oficinas de legos (graneros, almacenes, bodegas) y el norte para habitación de monjes, ambos unidos en el refectorio comunitario. Huertas y una cerca completan el canon. Dos son las corrientes dominantes, la gótico-mudéjar y la barroca, además de las muy posteriores construcciones fabriles decimonónicas.
La Cartuja se constituía en una pequeña ciudad, defendida de las avenidas del río por el muro que la rodeaba, en el que sólo se abrían dos puertas, la principal a poniente, que daba al campo, y la otra secundaria a levante, que lo hacía al río.
Extramuros había un asentamiento habitado por sirvientes y trabajadores. La cerca alcanzaba una altura en torno a los dos metros y medio que se construyeron en tapial con rafas de ladrillo.
La portada principal, barroca, consta de dos cuerpos y un pequeño ático y fue diseñada y ejecutada a mediados del siglo XVIII por Ambrosio de Figueroa. La situada frente al río, rematada por multitud de pináculos vidriados y decorada con azulejos de los siglos XVII y XVIII, fue construida por Diego Antonio Díaz.
Lo que constituyó el núcleo primitivo era el conjunto formado por la iglesia, capillas, refectorio y sala capitular, junto a las celdas de los monjes. Adosado al ábside de la iglesia y en torno a este núcleo se construye posteriormente el gran claustro de monjes.
Las celdas de los legos, separadas del gran claustro por la procuración, se ordenaban igualmente en torno a un gran espacio central. Junto a él, a sus espaldas se situaban los almacenes, graneros, tahonas, caballerizas y el resto de las dependencias de servicio del monasterio.
Con la instalación de la fábrica de loza se construyen nuevas edificaciones industriales de menor interés, se reutilizan las existentes, incluido el núcleo original de la Cartuja, provocando no pocos destrozos en sus fábricas primitivas.
La Iglesia de las Cuevas es, como todos los templos cartujos, de una sola nave, hacia la mitad de la misma se situaba el coro de los monjes, y al lado, en dirección a la puerta, el coro de legos, situándose tras este una gran reja destinada a separar los religiosos del público seglar. A los pies, en el lado del evangelio, se encuentra la capilla de Santa Ana, de planta rectangular, y la sacristía a la que se accede desde el presbiterio, también de planta cuadrada.
La cubrición se hace mediante bóvedas de crucería en la iglesia, con bóvedas estrelladas y cúpula de media naranja en la capilla de Santa Ana por y por cúpula octogonal en la sacristía.
La portada del templo se construye en piedra, posee un arco ojival abocinado enmarcado por alfiz y en el hastial encontramos un gran rosetón con vidriera.
El refectorio es una enorme sala edificada en 1422 y ampliada en 1588, se cubría con un magnífico alfarje de lazos moriscos en madera de alerce.
El proceso de conversión de la Cartuja en fábrica Pickman de loza comenzó por la reutilización de los edificios existentes, continuó ampliándolos primero con una construcción fabril pero técnica y formalmente correcta (hornos de botella y chimeneas, por ejemplo) y terminó por convertir el conjunto en un inmenso mar de tejados de todo tipo cubriendo una extensión mayor que la cartujana, ocupando huertos y casi todos los espacios abiertos (patios y jardines).
Del antiguo edificio resta hoy un claustro -el claustrillo- en torno al cual se disponen la iglesia, el refectorio, la Capilla de Santa María Magdalena, la Capilla del Capítulo y la Capilla de Santa Ana. El atrio de entrada, precedido por la Puerta de las Cadenas, y la celda prioral, hoy muy transformada. Separadas de este núcleo hay otras edificaciones de menor entidad: algunos restos del claustro de legos, naves de almacenes, caballerizas y otras dependencias de servicio.
De las instalaciones industriales que realiza Pickman en el siglo XIX destacan hoy por su importancia las cinco espléndidas chimeneas - hornos botella- que junto a las edificaciones covitanas caracterizan la imagen actual de la Cartuja.
El claustrillo fue construido en 1454 por mandato del prior Fernando de Torres, y es una de las piezas más bellas de la Cartuja. Se entraba a través de un hueco de la iglesia hoy cerrado. Consta de una galería, cubierta por artesonado, apoyada sobre arcos de gran peralte que apean en esbeltas columnas de mármol y acampanados capiteles, excepto en los flancos, que se refuerzan disponiendo pilares de ladrillo también con capiteles.
Tras el zaguán de la puerta principal se abre el patio del Ave María o de las Cadenas, se trata de un gran patio que se extiende hasta el atrio de la iglesia. Aquí se abre la portada de las Cadenas, que daba paso al hermético mundo cartujano. Se trata de una construcción del siglo XV, conformada por dos arcos góticos apuntados que delimitan un vestíbulo abovedado. Sobre el arco exterior se sitúan tres paneles de azulejos pisanos del XVII. Desde esta antesala se pasa a un pequeño atrio, que distribuye la mansión de los Pickman a la derecha, la celda prioral, a la izquierda, y la iglesia, situada al frente.
La casa de los marqueses ceramistas, fue levantada hacia 1870 para vivienda habitual, sobre la antigua Procuración y la cocina. Se trata de una vivienda de dos plantas en torno a un pequeño patio central.
La celda prioral constaba de una gran casa de dos plantas con patio central cuadrado de estilo renacentista, con galerías de arcos de medio punto en la primera y rebajados en la segunda, ambos sobre columnas de mármol. Aquí se encontraban la residencia del prior, habitaciones para la servidumbre, dormitorios para visitantes ilustres, oratorio, cárcel y biblioteca. Posteriormente el destino fabril de esta celda sería, entre otros, el de laboratorio.
La gran chimenea ubicada en el claustro de los mojes servía para evacuar los humos de la fábrica, hay también cinco hornos de "botella" de diseño inglés situados frente a la procuración.
Este denso entramado de edificaciones, tanto de origen religioso como fabril, se completaba con algunas edificaciones aisladas, como son, la Capilla de Santa Justa y Rufina, el mirador sobre el río, norias y albercas y grandes extensiones de terrenos destinados a huertas.
La Huerta vieja estaba situada detrás del claustro de los mojes, y contiene algunas edificaciones de la época monacal.
Desde aquí un camino conduce al merendero construido por Carlos Pickman y proyectado por Lizasoaín en el lugar que ocupara la capilla de Santas Justa y Rufina. Detrás de este merendero hay una edificación adosada a la tapia exterior, con balcones, que quizá fue usado por los monjes como mirador.
A continuación de la Huerta Vieja se encuentra la "grande" poblada por frutales y palmeras. Ocupa todo el sector norte del circuito de tapias y en su centro hay un estanque sobre el que se alza un templete diseñado por el autor del merendero.
Actualmente, tras las actuaciones realizadas en el conjunto de cara al 92, se distinguen cuatro áreas de construcción que se insertan como piezas independientes del conjunto cercado, y configuran un amplio abanico en cuanto a criterios de intervención sobre el patrimonio se refiere. Entre estas áreas se encuentran el Conjunto de Afuera, la Zona Monacal, el Área Fabril, la Clausura de Legos y la Huerta Sur.
El monasterio de Santa María de las Cuevas fue fundado por el arzobispo D. Gonzalo de Mena en 1400. El embrión del mismo fue la Capilla de la Magdalena, alzada sobre el solar de una pequeña ermita preexistente, alrededor de la cual se levantaron las restantes dependencias.
Posteriormente, en 1454 se edifica el antiguo claustro y la capilla del capítulo, en 1500 Per Afán de Ribera obtiene el patronato y levanta a sus expensas la iglesia gótica a cambio del derecho de enterramiento. Se trata de un magnífico ejemplo del arte gótico-mudéjar sevillano construido entre 1410 y 1419 y ampliado en 1523. Las Capillas del Capítulo y de Santa Ana datan del primer cuarto del siglo XVI, y en la segunda estuvo enterrado en una cripta Cristóbal Colón y algunos familiares suyos.
A lo largo de los siglos siguientes continuarán las construcciones y ampliaciones, así como las numerosas reconstrucciones, reparaciones y reformas del conjunto, debido a los destrozos causados por las frecuentes inundaciones del Guadalquivir.
La reforma más importante que tiene lugar en el siglo XVIII, en que se desplaza la puerta del recinto murado en dirección opuesta al río, levantándose una nueva cerca perimetral y reconstruyéndose casi totalmente la Capilla de la Virgen de Las Cuevas -llamada también Capilla de Afuera- a cargo del arquitecto Ambrosio de Figueroa, que en 1757 ocupa el cargo de maestro alarife y de obras del a Cartuja.
De 1752 a 1759, Diego Antonio Díaz construye la puerta frente al río, rematada por multitud de pináculos vidriados y decorados con azulejos de los siglos XVII y XVIII.
La invasión francesa produjo grandes desastres en el monasterio al ser violentamente saqueado y convertido en cuartel.
En 1816 volvieron los monjes, para volver a ser expulsados, ya definitivamente, con la exclaustración de 1835.
En 1838, Pickman, comerciante inglés que ya residía en Sevilla al frente de su casa de loza y cristalería, pidió todo el edificio de la Cartuja a censo y se le concedió por el Real Decreto al año siguiente. Redimiendo después el censo, el edificio pasó luego a ser propiedad de la sociedad que formara con su hermano, instalando una fábrica de loza, que ha venido funcionando hasta hace pocos años.
De 1971 a 1978 se realizaron los trabajos de restauración y consolidación del núcleo esencial de la Cartuja, bajo la dirección de Rafael Manzano. Estas operaciones afectaron a la iglesia, sacristía, claustrillo, refectorio, capilla de los Ribera, de gracias y caminantes, apeadero y portada principal. Se consolidaron la cubierta de la Iglesia y espadañas, así como los volúmenes exteriores de los ábsides.
En 1983, José María Benjumea realiza un estudio previo de la Cartuja por encargo del M.O.P.U. y en 1986 la entonces Consejería de Política Territorial de la Junta de Andalucía encarga a los arquitectos Luis Marín. Aurelio del Pozo y Enrique Yanes un proyecto de restauración y rehabilitación del conjunto.
En 1987, la Consejería de Cultura encargará definitivamente cuatro proyectos parciales, a los arquitectos Fernando Mendoza y Roberto Luna, al equipo formado por los hermanos Sierra, a Francisco Torres Martínez y a Guillermo Vázquez Consuegra, conservando los arquitectos Marín y Pozo, el proyecto de reconstrucción que afecta al conjunto de edificaciones que se hallan situadas a la izquierda de la Puerta del Río.
El recinto acoge hoy diversas dependencias, entre otras, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, que se ubica en las áreas de las naves industriales, la sede en Sevilla de la Universidad Internacional de Andalucía y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Bruno, presbítero;
El nombre del fundador de la orden de los cartujos en francés, normalmente debería escribirse Brunon, así como se escribe Bennon, Otton, Zénon. Y así es, en efecto, como se lo ha ortografíado en las biografías publicadas en 1785 y hasta en 1812, pero luego fue la forma latina Bruno la que prevaleció.
Santo internacional, nació en Colonia (no debe confundírselo con el arzobispo de Colonia que tenía el mismo nombre), Alemania, hacia 1056, vivió en Francia y murió en Italia, en el interior de Calabria.
Después de haber sido canónigo de la iglesia de San Cuniberto de Colonia, en 1056 se convirtió en maestro de la escuela adjunta a la catedral de Reims. En 1083 se retiró junto a seis compañeros a una región solitaria de Los Alpes del Delfinado, donde fundó, cerca de Grenoble, el monasterio de la Gran Cartuja, casa matriz de la orden de los cartujos. Allí sólo permaneció seis años, desde 1084 hasta 1090.
Llamado a Roma por el papa Urbano II, que había sido su discípulo en Reims, se instaló en las Termas de Diocleciano que se convirtieron en la Cartuja de Roma. Pasó los últimos años de su vida en el sur de Italia, donde después de haber rechazado la arquidiócesis de Reggio, fundó una nueva cartuja en La Torre, Calabria, que puso bajo la advocación de Santa María in Eremo. Allí murió en 1011.
CULTO
Beatificado tardíamente, en 1514, más de cuatro siglos después de su muerte, fue canonizado en el siglo XVII, en 1623. Ello explica que no ejerza otro patronazgo que el de la orden de los cartujos, que comparte con San Juan Bautista.
ICONOGRAFÍA
La beatificación tardía también explica que aunque haya vivido en el siglo XI, el arte de la Edad Media lo haya ignorado completamente. En las numerosas cartujas que han tenido un papel de primera importancia en la historia del arte, como en Champmol les Dijon, por ejemplo, o en la de Pavía, no se encuentra ninguna imagen de San Bruno.
Sólo ocupó un lugar en la iconografía cristiana a partir del siglo XV, cuando se autorizó su culto a los cartujos, y sobre todo después de su canonización en 1623. Es un ejemplo impresionante de la decisiva influencia de la fecha de canonización en la iconografía de los santos.
Está vestido con la túnica blanca de los cartujos.
Sus atributos son una estrella en el pecho, en recuerdo de la visión estelar de San Hugo, obispo de Grenoble, quien fuera avisado por siete estrellas de la llegada de los primeros siete cartujos; La mitra y el báculo bajo los pies, símbolo de su desprecio a las jerarquías de este mundo; una calavera ante la que medita; un crucifijo arborescente, porque gracias a él la cruz de Cristo fue plantada en la soledad boscosa de la cartuja; una rama de olivo, que alude al Salmo 51, que se le aplica: Ego sicut oliva fructifera in domo Dei (Yo, como olivo fructífero moraré en la casa de Dios).
A veces tiene un dedo cruzado sobre los labios que indica el voto de silencio impuesto a los cartujos por la regla.
Su iconografía es en su mayor parte francesa y española (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Después de haber sido canónigo de la iglesia de San Cuniberto de Colonia, en 1056 se convirtió en maestro de la escuela adjunta a la catedral de Reims. En 1083 se retiró junto a seis compañeros a una región solitaria de Los Alpes del Delfinado, donde fundó, cerca de Grenoble, el monasterio de la Gran Cartuja, casa matriz de la orden de los cartujos. Allí sólo permaneció seis años, desde 1084 hasta 1090.
Llamado a Roma por el papa Urbano II, que había sido su discípulo en Reims, se instaló en las Termas de Diocleciano que se convirtieron en la Cartuja de Roma. Pasó los últimos años de su vida en el sur de Italia, donde después de haber rechazado la arquidiócesis de Reggio, fundó una nueva cartuja en La Torre, Calabria, que puso bajo la advocación de Santa María in Eremo. Allí murió en 1011.
CULTO
Beatificado tardíamente, en 1514, más de cuatro siglos después de su muerte, fue canonizado en el siglo XVII, en 1623. Ello explica que no ejerza otro patronazgo que el de la orden de los cartujos, que comparte con San Juan Bautista.
ICONOGRAFÍA
Sólo ocupó un lugar en la iconografía cristiana a partir del siglo XV, cuando se autorizó su culto a los cartujos, y sobre todo después de su canonización en 1623. Es un ejemplo impresionante de la decisiva influencia de la fecha de canonización en la iconografía de los santos.
Está vestido con la túnica blanca de los cartujos.
Sus atributos son una estrella en el pecho, en recuerdo de la visión estelar de San Hugo, obispo de Grenoble, quien fuera avisado por siete estrellas de la llegada de los primeros siete cartujos; La mitra y el báculo bajo los pies, símbolo de su desprecio a las jerarquías de este mundo; una calavera ante la que medita; un crucifijo arborescente, porque gracias a él la cruz de Cristo fue plantada en la soledad boscosa de la cartuja; una rama de olivo, que alude al Salmo 51, que se le aplica: Ego sicut oliva fructifera in domo Dei (Yo, como olivo fructífero moraré en la casa de Dios).
A veces tiene un dedo cruzado sobre los labios que indica el voto de silencio impuesto a los cartujos por la regla.
Su iconografía es en su mayor parte francesa y española (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Cartuja de Santa María de las Cuevas - El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (C.A.A.C.) de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Horario de apertura de la Cartuja de Santa María de las Cuevas - El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (C.A.A.C.):
De Martes a Sábados: de 10:00 a 18:00
Domingos: de 10:00 a 15:30
Página web oficial de la Cartuja de Santa María de las Cuevas - El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (C.A.A.C.): www.caac.es/inf/ins.htm
Más sobre la Exposición Universal de 1992, en ExplicArte Sevilla.
La Cartuja de Santa María de las Cuevas, al detalle:
Extraordinaria artículo muy bien detallado de esta edificación religiosa antigua. Es su manera de interesante ver estas fotografías que demuestran un excelente estado de conservación de esta construcción. Seguramente se han tomado las medidas necesarias para preservar y protegerla.
ResponderEliminarMuchísimas por su comentario. Un saludo
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