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lunes, 21 de octubre de 2019

La reliquia de las Once Mil Vírgenes en la iglesia del Convento de Santa Inés


   Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la reliquia de las Once Mil Vírgenes en la iglesia del Convento de Santa Inés, de Sevilla.     
   Hoy, 21 de octubre, cerca de Colonia, en Germania, actual Alemania, Conmemoración de las Santas Vírgenes que entregaron su vida por Cristo en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a Santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo (c. s. IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la reliquia de las Once Mil Vírgenes en la iglesia del Convento de Santa Inés, de Sevilla.
     El Convento de Santa Inés [nº 29 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 50 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Doña María Coronel, 5; en el Barrio de la Encarnación - Regina, del Distrito Casco Antiguo.
     En la iglesia del convento de Santa Inés encontramos una de las tantas reliquias que guarda la iglesia. En una dorada urna en la zona del presbiterio se hace alusión a los restos de una de las once mil vírgenes que acompañaron a Santa Úrsula en su martirio, una deformada historia transformada en leyenda que llegó hasta el monasterio de Santa Inés. Según una leyenda muy extendida en la Edad Media, una joven llamada Úrsula u Orsola ("pequeña osa" en latín) se convirtió al cristianismo prometiendo guardar su virginidad. Como fue pretendida por un príncipe bretón de nombre Ereo decidió realizar una peregrinación a Roma y así lograr la consagración de sus votos. En Roma, fue recibida por el papa Ciriaco que la bendijo y consagró sus votos de virginidad perpetua para dedicarse a la predicación. Al regresar a Britania, fue sorprendida en Colonia por el ataque de los hunos, en 451. Atila, rey de este pueblo, se enamoró de ella pero la joven se resistió y, junto a otras doncellas que se negaron a entregarse a sus deseos, fue martirizada. En el lugar del martirio se erigió una basílica dedicada a las "once mil vírgenes", entre ellas Úrsula. En la inscripción de dedicación de este edificio se nombra a las otras, llamándose una de ellas Undecimilla ("la pequeña undécima" en latín), de donde parece derivarse la idea errónea del espectacular número de acompañantes de Úrsula. Una iglesia en la que el ama de Maese Pérez, el organista de la leyenda de Bécquer, no puede quejarse de soledad (Manuel Jesús Roldán,  Conventos de Sevilla. Almuzara, 2011)
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda y Culto de Santa Úrsula y las Once mil vírgenes;
   El punto de partida de la leyenda de santa Úrsula y las Once mil vírgenes asesinadas por los hunos ante los muros de la ciudad de Colonia es la Historia regum Britanniae de Godofredo de Monmouth. Las osamentas encontradas a partir de 1106 en un antiguo cementerio de Colonia, bautizado ager Ursulanus, porque allí se encontró una inscripción que nombraba a una virgo Ursula muerta a los dieciocho años de edad, die­ron ciertas apariencias de verosimilitud a los relatos legendarios que más tar­de fueron «embellecidos» por el beato Hermann José de Steinfeld y la aba­desa visionaria Isabel de Schonau.
   Debe señalarse que en los textos más antiguos no es santa Úrsula sino san­ta Pinosa, patrona del monasterio de Essen, la que está al frente de la legión virginal. Cuando las reliquias de Pinosa fueron transportadas a Essen, en el siglo XI, los devotos de Colonia la sustituyeron por Úrsula.
   Su leyenda comporta numerosas variantes. La versión más popular o difundida es la que ofrece Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada. Úrsula, hija del rey de Gran Bretaña, fue pedida en matrimonio por los embajadores de un rey pagano. Para casarse, ella puso como condición que su novio se hiciera bautizar y la acompañara en una magna peregrinación a Roma. Úrsula embarcó con un séquito de diez doncellas nobles acompañadas, cada una de ellas, por mil vírgenes. Ascendió el curso del Rin hasta Basilea en una barca que llevaba como timonel a un ángel, e iba en cabeza de una flotilla de once naves. Luego atravesaron los Alpes y llegaron a Roma donde la princesa y su novio fueron recibidos por el papa Ciríaco. El papa llevó su benevolencia hacia santa Úrsula hasta el punto de acom­pañarla en el viaje de regreso que terminaría trágicamente ante las mura­llas de la ciudad de Colonia, donde toda la caravana pereció en la matanza, asaeteada por los hunos. El castigo a los asesinos no se hizo esperar: un ejército de Once mil ángeles puso a los hunos en fuga. Esta matanza no cuenta con la menor prueba de historicidad, y ni siquiera se puede determinar la fecha en que habría ocurrido. Se trata del equivalente femenino de la Matanza de la Legión tebana en Saint Maurice de Agaune, en la región de Valais.
   La fabulosa cifra de Once mil vírgenes, que en la Edad Media no asombraba a nadie, fue reducida por los escépticos modernos a Once e incluso a Una. A once, si se admite que la inscripción XI. M. V. debe leerse Once mártires vírgenes y no Once mil vírgenes; y aun asi es verdad que el error procede del hecho de que una de las compañeras de santa Úrsula se habría llamado Undecimilla.
   La presencia del papa Ciríaco en la barca de Úrsula durante el descenso del Rin es una invención tardía que reposa en las visiones de santa Isabel de Schonau y del monje premonstratense Hermann José.
CULTO
   El centro del culto de santa Úrsula, o más exactamente el centro de distri­bución de sus reliquias y las de sus compañeras, era Colonia, donde su popularidad, aunque no igualase a la de los Tres Reyes Magos, superaba con gran ventaja a la del mártir de la Legión tebana san Gereón, con quien habitualmente forma pareja.
   El culto de san Gereón mantuvo un estricto carácter local, mientras que el de santa Úrsula y las Once mil vírgenes se difundió gracias a la exportación de las osamentas del ager Ursulanus hacia los monasterios benedictinos, cis­tercienses y premonstratenses de Renania, los Países Bajos, el norte  de
.Francia e incluso hasta Venecia, donde en 1300 se fundó una cofradía piadosa con el nombre de Scuola di sant' Orsola, dedicada a la crianza, mantenimiento y educación de jóvenes huérfanas, de la cual santa Úrsula fue nom­brada patrona.
   Aunque resulte curioso, puesto que según la leyenda Úrsula era hija de un rey de Gran Bretaña, esta devoción nunca ha sido popular en Inglaterra, don­de no hay iglesia alguna puesta bajo su advocación.
   Santa Úrsula es patrona de las ursulinas.
   Su manto protector hizo que la adoptaran no sólo las huérfanas sino tam­bién el gremio de pañeros. En su calidad de princesa británica, fue elegida como segunda patrona por la reina Ana de Bretaña.
   Se la invocaba contra los dolores de cabeza. En Avioth, localidad lorenesa, la capa craneana de una estatua de santa Úrsula, que era de quita y pon, se re-tiraba para ser colocada a manera de gorro o capelo sobre la cabeza de los peregrinos que padecían migrañas. Su intercesión también servía para conseguir una buena muerte (pro felici morte).
   La devoción a la Virgen del manto protector, que alcanzó su apogeo en el siglo XV, aún estaba viva a principios del XVI, como lo prueba este himno alemán compuesto en su honor:
   Sanct Ursula, ach steh uns bei,
   Du unser Schutz und Schirmfrau sei!
   Breit aus den Mantel dein,
   Ali wollen wir darunter sein. 
   Mit deinem mantel uns bedeck,
   Uns allesamt darunter steck.
   Eilf tausend zwar derinter stehn,
   Viel tausend mehr darunter gehn.
   Dein mantel uns ein Panzer ist.
   Für alle Feind und ihre List
   A partir del Renacimiento y de la Reforma, santa Úrsula fue víctima del espíritu crítico que la tomó como blanco sin que el concilio de Trento osara asumir su defensa.
ICONOGRAFÍA
   Entre los siglos XIV y XVI, la iconografía de santa Úrsula fue de una prodigiosa riqueza. Se han catalogado veinticinco ciclos de pinturas donde se narra su leyenda: diez en Alemania, cuatro en Bélgica, cuatro en Italia, tres en España, uno en Portugal y uno en Noruega (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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