Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de la Virgen del Pilar, en la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
Hoy, 12 de octubre, Fiesta de Nuestra Señora del Pilar. Según una venerada tradición, la Santísima Virgen María se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Esta tradición encontró su expresión cultual en la misa y en Oficio que, para toda España, decretó el papa Clemente XII [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Capilla de la Virgen del Pilar, en la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
Los documentos dicen textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del Reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”. En la noche del dos de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los convertidos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Esta fue así la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen, estando Ésta aún viva.
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia remota de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza, datado en el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. Algunos interpretan en un bajorrelieve del sarcófago el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Así mismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.
Desde el siglo XV los textos litúrgicos celebran la dedicación de esta iglesia a la Virgen. Pero la devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se arraigó tanto entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".
En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que el Rey Fernando el Católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".
Pero el más famoso de los milagros atribuidos a la Virgen el Pilar es el de Miguel Pelicer, el Cojo de Calanda (1640). Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII Corsini sancionó en el siglo XVIII la fecha del doce de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar. El diez de octubre de 1613, el Concejo de Zaragoza había acordado guardar anualmente este día, con lo que la fiesta religiosa había pasado a ser también festividad civil. En el siglo XIX fue extendida a todas las Iglesias de España y el Venerable Pío XII Pacelli lo hizo a las naciones hispanoamericanas.
La oración colecta de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar es una obra maestra de síntesis teológica y sencilla plegaria y resume su simbolismo: “Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor” (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Capilla de la Virgen del Pilar [nº 057 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; En esta capilla, cuyos patronos son desde 1523 los Pinelli o Pinelo, está la imagen del mismo nombre y donde hoy existe un San Sebastián, aparecía hasta el siglo XIX la Virgen de la Alcobilla o de las Angustias, flanqueada por San Antón y Santa Inés, que allí siguen. Antes de los Pinelo fue su patrono, desde 1485, Martín Fernández de Salamanca (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
La Capilla de la Virgen del Pilar está situada en el muro septentrional del templo e inmediata a la Puerta del Lagarto. Se trata de un lugar singular, ya que el espacio existente bajo el arco apuntado está compartido entre un estrecho pasillo que conduce a la Puerta del Lagarto y la Capilla del Pilar o de los Pinelo. Por esta causa, son dos los lados cerrados mediante rejas, de 1.717, y no uno como es lo habitual en la Catedral. El origen de esta capilla reside en los caballeros aragoneses que participaron en la reconquista de Sevilla a las órdenes de Fernando III. Hablamos, pues, de mediados del siglo XIII. A principios del siglo XVI, el patronazgo de la capilla pasó a manos de Francisco Pinelli, comerciante nacido en Génova, aunque residente en Sevilla desde 1.476. El genovés financió con grandes sumas la campaña de la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos, lo que le valió para hacerse un hueco entre los más granado de la sociedad de la época. Hizo construir un palacio en la calle Abades (la actual Casa de los Pinelo), una de las primeras edificaciones renacentistas de la ciudad.
Su hijo, Pedro Pinelo, llegó a ser uno de los canónigos más considerados del cabildo. Hombre de gran cultura, en ausencia del arzobispo ocupaba su puesto, apareciendo su nombre en incontables comisiones de trabajo, incluida la dirección de los preparativos para la boda de Carlos V con Isabel de Portugal. A partir del fallecimiento de Francisco Pinelli, en 1.509, todos sus descendientes fueron inhumados en la cripta de la capilla.
El retablo de la Virgen del Pilar es barroco, del siglo XVII, aunque la imagen de la Virgen, moldeada con barro cocido y policromado, es de Pedro Millán, sobre el año 1.500, es decir, ya bajo el patronazgo de los Pinelo. Se trata de un arcosolio abocinado, con una moldura exterior de forma conopial, recubierto de madera tallada con abundantes relieves de roleos, formas geométricas, hojas de acanto y racimos de uvas. Mármoles rojos y blancos decoran el altar y la parte inferior. A los lados de la Virgen están situadas las figuras de San Pedro y San Pablo.
La imagen de la Virgen, obra de Pedro Millán, se encuentra en un retablo barroco con interesantes imágenes de los Santos Pedro y Pablo, de bulto redondo, del siglo XVII y de tamaño natural. Del mismo estilo es la peana de la Virgen y sus ángeles. La Virgen del Pilar, es una obra totalmente original en la iconografía de esta advocación de la Virgen y, por su situación, puede pasar inadvertida. Está realizada en barro cocido y policromado, y está firmada por el artista Pedro Millán (activo entre 1487-1507). Fue un escultor gótico, que realizó su actividad en Sevilla, discípulo y continuador de la obra de Lorenzo Mercadante. Es junto con su maestro uno de los introductores de la técnica del barro cocido en la escuela sevillana. Es un representante de la fase final de la escultura gótica en Andalucía y, aunque tiene un estilo típicamente hispánico, a veces se aproxima a la escultura flamenca.
El profesor Hernández Díaz hace una descripción muy exacta de esta imagen: La Señora está representada en figura de gran hermosura y empaque señorial, con dejo de tristeza en su rostro, correspondiente sin duda a la llamada “Melancolía de la Pasión”. El Niño sostiene la esfera terráquea y bendice con la diestra, con carácter deífico, compartible con la gracia y donosura de su atractivo realismo confirmado en el gesto de ternura por el que la Madre sostiene el pie de Jesús. La técnica del barro cocido es excelente, mostrada en el modo natural con que caen los paños y en todo el porte de la imagen. La policromía sobre un fondo oscuro da a la imagen un sentido particular de elegancia. Una cabeza de ángel aparece a los pies de la Virgen. Se puede fechar hacia 1500, como una de las últimas manifestaciones del gótico en la escultura sevillana.
A partir del siglo XVI, esta capilla perteneció al linaje de los Pinelo, pero antes fue propiedad de los aragoneses que acompañaron a San Fernando en la reconquista de la ciudad, de donde vendrá el hecho de esta advocación de la Virgen en la Catedral de Sevilla.
La capilla alberga un segundo retablo, realizado en el siglo XVII y dedicado originariamente a San Judas Tadeo, contiene actualmente una imagen escultórica de San Sebastián. Está flanqueada a su vez por representaciones de Santa Inés y San Antonio de Padua. La arquitectura es de la segunda mitad del siglo XVII y recuerda el estilo de los Ribas [José Hernández Díaz, Retablos y Esculturas de la Catedral de Sevilla, en La Catedral de Sevilla. Ediciones Guadalquivir, Sevilla. 1991].
Finalmente mencionaremos la vidriera dedicada a la Entrada en Jerusalén, rematando la capilla en un solo vano terminado en forma de arco apuntado, realizada por Arnao de Flandes en 1553 [Víctor Nieto Alcaide, Las Vidrieras de la Catedral, en La Catedral de Sevilla. Ediciones Guadalquivir, Sevilla. 1991].
Conozcamos mejor la Solemnidad de la Fiesta de Nuestra Señora del Pilar;
La leyenda, tal está atestiguada por primera vez en unos documentos del siglo XIII que se conservan en la Catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (ca. 40), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.Los documentos dicen textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del Reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”. En la noche del dos de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los convertidos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Esta fue así la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen, estando Ésta aún viva.
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia remota de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza, datado en el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. Algunos interpretan en un bajorrelieve del sarcófago el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Así mismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.
Desde el siglo XV los textos litúrgicos celebran la dedicación de esta iglesia a la Virgen. Pero la devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se arraigó tanto entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".
En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que el Rey Fernando el Católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".
Pero el más famoso de los milagros atribuidos a la Virgen el Pilar es el de Miguel Pelicer, el Cojo de Calanda (1640). Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII Corsini sancionó en el siglo XVIII la fecha del doce de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar. El diez de octubre de 1613, el Concejo de Zaragoza había acordado guardar anualmente este día, con lo que la fiesta religiosa había pasado a ser también festividad civil. En el siglo XIX fue extendida a todas las Iglesias de España y el Venerable Pío XII Pacelli lo hizo a las naciones hispanoamericanas.
La oración colecta de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar es una obra maestra de síntesis teológica y sencilla plegaria y resume su simbolismo: “Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor” (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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