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jueves, 2 de abril de 2020

El Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas)


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas), de Sevilla.     
   Hoy, 2 de abril, Conmemoración de San Francisco de Paula, ermitaño, fundador de la Orden de los mínimos en Calabria. Prescribió a sus discípulos que viviesen de limosnas, que no tuvieran propiedad ni tocasen nunca dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte, y, célebre por la austeridad de vida, murió a su vez en Plessis-les-Tours, junto a la ciudad francesa de Tours (1507) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
      Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas), de Sevilla
     El Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas), se encuentra en la calle Pages del Corro, 136; en el Barrio de Triana Este, del Distrito Triana.
       Frente a frente, desde el siglo XVI, en Triana confluyeron las ramas masculina y femenina de la Orden de los Mínimos en Sevilla. Permanece la rama femenina, fruto de la fusión de los conventos femeninos que hubo en la ciudad.
      La Orden de los Mínimos, denominados originalmente como ermitaños de San Francisco de Paula, fue fundada por San Francisco de Paula en la Italia del siglo XV. Su título alude a su vocación de humildad, sus miembros debían considerarse como los “más pequeños de todos los religiosos”. Siendo posible un origen anterior, se considera que la orden fue creada en 1435 por Francisco de Paula, quien, tras haber convivido con los franciscanos de San Marco Argentano, optó por una vida aislada, admitiendo a algunos compañeros franciscanos de Paula. Sus primeros conventos tendrían su sede en Calabria y Sicilia, concediendo la aprobación formal el papa Sixto IV en 1474. La aprobación de la regla llegaría en 1493 cuando el papa Alejandro VI aprobó la bula Meritis religiosae vitae. Esta regla fue sometida a modificaciones aprobadas en 1501, en las cuales se estipulaba una menor dependencia de la regla de San Francisco, y también en el año 1502. La redacción definitiva llegaría en 1506, cuando Julio II confirmaba mediante Dudum ad sacrum ordinem, la que sería regla de la segunda orden, la rama femenina, aprobándose también la constitución de una Orden Tercera. El espíritu de estas reglas es de gran penitencia y mortificación. Su característico voto impone perpetua abstinencia de carne, huevos y lácteos (hoy limitada a carnes y derivados), y solo en caso de enfermedad se pueden tomar por consejo médico.
      La orden, tras su expansión por Italia, se expandió por especial favor real en Francia, tras la llegada del fundador en 1482. Allí los primeros conventos estuvieron en Plessis-les-Tours, Amboise y Nigeon (cerca de París), llegando a conocerse en Francia como los bons hommes. Desde Francia los mínimos llegaron a España, donde fueron conocidos como “Frailes de la Victoria”. El motivo fue la victoria del rey Fernando sobre los musulmanes de Málaga y que la primera ermita que poseyeron en esta ciudad se tituló Nuestra Señora de la Victoria. Este fue el nombre que recibió la primitiva fundación masculina en Triana, en el solar del actual colegio José María del Campo. El gran convento masculino de Santa María de la Victoria desapareció con la desamortización de Mendizábal en 1837, quedando su recuerdo mantenido por la histórica imagen de Santa María de la Victoria, conservada de un altar lateral de la trianera parroquia de Santa Ana. Existió otra sede masculina en el centro de la ciudad, el llamado colegio de San Francisco de Paula, en la actual calle Jesús del Gran Poder (antes Palmas), también desaparecido con la desamortización y cuya iglesia se conserva hoy como sede de los jesuitas.

      En la cercanía del convento masculino se llevaría a cabo el establecimiento de la rama femenina. En el año 1565 se creaba el convento femenino de Nuestra Señora de la Consolación, una comunidad que había iniciado su andadura en la villa de Fuentes de León en 1546, con el nombre de Jesús María del Socorro. En aquella localidad había donado sus bienes don Juan Esteban del Barrero, que había puesto como condición su enterramiento en la capilla y la prohibición de traslado de la comunidad algo que, obviamente, no ocurrió. Al parecer, la excusa estuvo en el cuarto voto de abstinencia de las monjas, el que prohíbe la ingesta de carne, ya que en una gran ciudad como Sevilla era mucho más asequible el pescado y eran más cuantiosas las limosnas. Asentada la comunidad en las cercanías de la gran fundación masculinas, por una de las periódicas inundaciones que anegaban Triana, las monjas mínimas se trasladaron en 1596 a un nuevo solar en la calle de las Sierpes, a “unas casas principales con otra accesoria en la collación del Salvador, en la calle que va de la Cruz de la Cerrajería hasta el Colegio del Ángel”, una sede provisional hasta que se concluyera la restauración del edificio trianero. Esto supuso la ruptura de la comunidad, ya que una parte se quedó en el nuevo y céntrico edificio y otras monjas decidieron volver a su antigua sede en el año 1602, a la que dieron el nuevo título de Nuestra Señora de la Salud. Nacían dos conventos paralelos que irían creciendo según las noticias del siglo XVII, las que hablan de compra de casas por parte del convento trianero de la Salud o las que indican, por citar un ejemplo curioso, la concesión de un privilegio para comprar pescado libre de impuestos para las monjas de la calle Sierpes (1694).
      En 1755 el edificio trianero volvió a sufrir desperfectos, esta vez por el conocido terremoto de Lisboa, que tantos daños causó al patrimonio artístico sevillano, aunque el mecenazgo del canónigo Miguel Cossío permitió una nueva restauración en 1760. En 1837, tras las medidas desamortizadoras de Mendizábal, se produjo el cierre del convento, uniéndose sus monjas al convento de Sierpes. Todavía llegaría la revolución de 1868, momento en el que se suprimiría el céntrico convento, siendo ocupado por el pelotón nº 6 de la Compañía de Veteranos de la Libertad y saliendo con posterioridad a pública subasta. La consecuencia fue el traslado de las dos comunidades reunificadas al convento de clarisas de Santa María de Jesús, en la calle Águilas. La compleja historia de ambas comunidades se cerró con el definitivo regreso de las mínimas a Triana en 1878, con el título del convento de Sierpes, ya que el convento de la Salud había sido suprimido en 1837. Las monjas pleitearon durante largo tiempo (hasta 1927) por una indemnización por la expropiación del edificio de Sierpes, indemnización que nunca llegó. El traslado conllevó la llegada a Triana de algunas piezas artísticas provenientes de Sierpes. El retablo mayor del antiguo convento de Sierpes, pieza de notable interés de Cristóbal de Guadix documentada en 1702, se conserva en la actualidad en la iglesia de la Concepción de Castilleja de la Cuesta. La hermandad de Santa Lucía de la iglesia de Santa Catalina posee como titular una talla también proveniente de este convento; tuvo otros dos retablos, uno dorado y otro jaspeado según las crónicas de la época, que serían posteriormente devueltos a las mínimas. La orden masculina desapareció de la ciudad hasta su tardío regreso en 1995, al sencillo edificio anejo a la parroquia de San José Obrero, en las cercanías de la carretera de Carmona.

      La sencilla estructura de este convento de la antigua cava trianera se configuro entre 1755-1760, tras los desperfectos que ocasionó el terremoto de Lisboa, teniéndose constancia de la intervención del arquitecto Ambrosio de Figueroa en el año 1769. Apenas  hay signos al exterior de la arquitectura del edificio, una sencilla portada neogótica con el lema de los mínimos (Cháritas), y dos retablos cerámicos modernos, el dedicado al Cristo de las Penas de la hermandad de la Estrella y el presidido por la Esperanza de Triana. Una pequeña espadaña de ladrillos de dos cuerpos es el único volumen que sobresale hacia el exterior. Desde la portada neogótica se accede a un pequeño compás por el que se accede a la iglesia. Su entrada es lateral, por una sencilla portada con pilastras laterales y sin más decoración que una hornacina con una imagen de San Francisco de Paula de hacia 1760. El original arco poligonal de acceso a la iglesia denota la participación del arquitecto Ambrosio de Figueroa, que ya empleó este recurso en otras de sus obras. Ya en el interior, la única nave de la iglesia se cubre con bóveda de cañón con lunetos y bóveda baída en la zona del crucero. El coro se sitúa a los pies, acogiendo en su piso inferior la zona destinada a cementerio de las monjas. El retablo mayor es un curioso ejemplar de estípites y rocallas, datable hacia 1760, y atribuido al ensamblador Manuel García de Santiago, aunque parece que llegó a estar firmado por Cayetano de Acosta con la mencionada fecha, siendo probablemente una inscripción alusiva a su supervisión. Sigue modelos propios de Santiago como el retablo mayor del Santuario de Loreto o el de San Hermenegildo de la Catedral, apareciendo en la obra parejas de estípites antropomorfos que son típicos de este autor. Está presidido por la talla de vestir de Nuestra Señora de Consolación, sobre una estructura de manifestador hoy ocupada por un pequeño Crucificado, que proviene del convento de Sierpes. Porta en una de sus manos al Niño Jesús y en la otra un pequeño barquito alusivo a su protección a los marineros. Presenta banco, cuerpo de tres calles y ático. En el dinámico conjunto se intercalan tallas de San Agustín y de San Sebastián junto a relieves de San José, la aparición del ángel a San Francisco de Paula y San Antonio de Padua. Por el retablo se distribuyen ángeles atlantes en los estípites, rocallas, cornucopias y una característica decoración floral y dorados sobre tonos verdes y celestes, con cierta influencia oriental, muy característica del mobiliario de la época. A pesar de su profusión decorativa todavía no presenta las formas teatrales tan propias de los retablos de la época.
      En el muro de la Epístola, cerca del presbiterio, se sitúa un retablo de mediados del siglo XVIII que acoge en la vitrina central a la imagen de Nuestra Señora de la Salud, anterior titular del convento que desapareció en 1837. Es una imagen de vestir del siglo XVIII que sigue los modelos habituales de las Vírgenes de gloria, portando al Niño Jesús en la mano izquierda y cetro de plata en la derecha, corona y ráfaga de sobremanto y la luna bajo sus pies. En sus laterales, se sitúan pinturas de tema fernandino: la aparición de la Virgen de los Reyes al rey conquistador en el campamento de las tropas cristianas y la aparición de la Virgen de la Antigua. En el mismo muro se sitúa un retablo de la segunda mitad del siglo XVIII decorado con rocallas doradas sobre madera en su color, con talla de Cristo atado a la columna que se corona con una pintura de Santa Rosa. La imagen titular es obra de interés, de hacia 1700, que presenta rasgos propios de algún seguidor del taller de Pedro Roldán. Ya al final de la nave está una talla de San José, con pinturas laterales de dos santos jesuitas, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. En el muro del Evangelio destaca un retablo del siglo XVII, con discreta policromía neoclásica que acoge un Crucificado de tamaño académico y una dolorosa arrodillada a sus pies, de los siglos XVII y XVIII respectivamente. Le sigue un retablo del siglo XVIII presidido por una interesante talla de San Francisco de Paula, del siglo XVII, el fundador de la Orden Mínima, identificable por sus barbas blancas y su hábito negro con el anagrama Cháritas en el ostensorio de plata que porta en sus manos. Le acompañan tallas de San Nicolás de Longobardi y de Gaspar de Bono.

      La clausura conventual se organiza en torno a dos patios, además del sencillo compás de ingreso. A este compás se abre una estancia donde se sitúa el torno, por donde se pueden dejar las prendas para la labor de tintorería y limpieza en seco, ocupación actual de las monjas. Sobre el torno está colocada una antigua foto de la Esperanza de Triana, recuerdo de la vinculación de la hermandad con el convento. Así lo recuerda en el compás de acceso un azulejo conmemorativo con la imagen del Señor de las Tres Caídas: "el 21 de marzo de 1606 el clérigo Francisco de Lara fundó en este monasterio de monjas mínimas de San Francisco de Paula la hermandad de las Tres Caídas de Triana". Otro pequeño azulejo junto a la puerta de acceso recuerda una de las constantes de la historia del cenobio, las riadas: "desbordado el río Guadalquivir el día 8 de marzo de 1892 llegó el agua hasta esta altura".
      El claustro principal está formado por dos niveles, siendo el cuerpo inferior una estructura porticada de arcos de medio punto sobre pilastras. El superior está cerrado y presenta aperturas en forma de balconeras. La escalera que comunica ambos cuerpos fue construida, según tradición oral, con materiales de acarreo provenientes del desaparecido convento de Sierpes, un reaprovechamiento que también se aplicó a algunas columnas de mármol también provenientes del convento desaparecido. La planta baja del claustro acoge la zona dedicada a tintorería, los tenderos situados en el antiguo noviciado y los restos de unos antiguos lavaderos. La planta superior está destinada a las celdas-dormitorio de la comunidad, siendo uno de sus frentes ocupado por la nave de la iglesia. El otro patio tiene carácter doméstico, estando sustentado por pequeños pilares metálicos, de sección cuadrangular. En esta zona se sitúa el antiguo refectorio, la despensa, el archivo y despacho de la madre abadesa y los antiguos locutorios, hoy convertidos en almacén de ropa para la tintorería. El ala que da a la calle Pagés del Corro acoge el hogar del Pensionista de la hermandad del Rocío de Triana, función que requirió las reformas llevadas a cabo bajo la dirección del arquitecto Florentino del Valle Rodríguez Márquez. Otra zona se destina a guardería en régimen de alquiler.

      Del patrimonio del antiguo convento de Sierpes se conoce el paradero de algunas de sus imágenes. La más conocida es una talla de Santa Lucía que acabó en la parroquia de Santa Catalina. ES notable talla del siglo XVIII que posee gran devoción y hermandad propia. También en la iglesia de Santa Catalina, sobre una sencilla ménsula lateral, se conserva una imagen de San Francisco de Paula del siglo XVIII que perteneció al patrimonio de la comunidad. La imagen de la Virgen de Regla, que tenía retablo lateral propio, fue donada por las monjas a las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles en Madrid, lugar donde se conserva. En la actualidad el convento de monjas mínimas es el último reducto de vida conventual en Triana (Manuel Jesús Roldán,  Conventos de Sevilla. Almuzara, 2011).
     La estructura arquitectónica de este convento se levantó entre 1755 y 1760, presentando su iglesia una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos. El espacio del crucero se cubre con una bóveda vaída. Al exterior y a la altura de la cabe­cera se levanta una espadaña de dos cuerpos ejecutada en ladrillo. La portada de acceso al tem­plo se sitúa en su muro izquierdo; está flanquea­da por pilastras y rematada por un frontón curvo partido, en el que se dispone una hornacina con una imagen de San Francisco de Paula de hacia 1760. Consta que en 1769 realizaba algunos trabajos en el convento el arquitecto Ambrosio de Figueroa.
     En el presbiterio se levanta el retablo mayor, construido hacia 1760, articulado por estípites y decorado con rocallas. Está atribuido a Manuel García de Santiago. Figuran en el retablo esculturas de San Agustín, San Sebastián y relieves de San José, la Aparición del ángel a San Francisco de Paula y San Antonio de Padua. La hornacina central está presidida por una escultura de la Virgen de la Consolación, de candelero.
     En el muro de la izquierda, y a los pies de la iglesia, figura un retablo de principios del siglo XVII, con reformas neoclásicas que alberga un Crucificado del mismo siglo y una Dolorosa a sus pies. Sigue un retablo de la segunda mitad del siglo XVIII con esculturas de San Nicolás de Longobardi y Gaspar de Bono y San Francisco de Paula. En el ático del retablo figuran pinturas de la Virgen de Consolación, de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
     En el muro de la izquierda, y partiendo del presbiterio, figura en primer lugar un retablo de mediados del siglo XVIII, presidido por una escultura de candelero de la Virgen con el Niño; en los laterales aparecen pinturas que representan, respectivamente, la aparición de la Virgen de los Reyes y de la Virgen de la Antigua a San Fernando. Sigue un retablo de la segunda mitad del siglo XVIII con una escultura de Cristo atado a la Columna, en la hornacina central, y una pintura de Santa Rosa, en el ático. Finalmente al fondo de la nave figura un retablo con una escultura de San José y dos pinturas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, en los laterales. Repartidos por los muros de la iglesia se encuentra un Apostolado de buena factura, fechable en la segunda mitad del siglo XVIII.
     Entre las obras de orfebrería que posee el convento pueden citarse numerosas coronas y ráfagas de plata de estilo rococó, llevando el punzón de Palomino la de la Virgen de Consolación. Del mismo estilo hay varios cálices y copones así como un relicario de San Francisco de Paula, fechado en 1760. De estilo neoclásico es un gran acetre cordobés con el punzón de Aguilar y un incensario del platero sevillano Juan Ruiz que lleva la fecha de 1815. Como piezas de delicada perfección pueden citarse una naveta manierista con decoración geométrica y remate de pirámide sobre bola y una bandeja de perfil poligonal con hermosa decoración vegetal con figuras de faisanes. Es fechable en el último cuarto del siglo XVII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Francisco de Paula, fundador de la orden de los Mínimos
     Nació en 1416 en Paula (Paola), Calabria.
      Fundador de la orden de los mínimos (Paolotti, Paulaner, Mindeste, Brüder) franciscanos o hermanos menores reformados. Los menores o minoritas ya eran un comparativo, los mínimos acentúan y consiguen el superlativo de la modestia.
      A los tres votos conventuales: castidad, obediencia y pobreza, se suma la humildad. Es lo que se llama los cuatro votos de san Francisco de Paula.
      El ermitaño napolitano había adquirido tal reputación de taumaturgo, que en 1482 fue llamado por el rey Luis XI de Francia, quien esperaba curarse con sus plegarias. Permaneció veintiséis años en territorio francés, y murió en 1507, en el convento de los Bonshommes, cerca de Plessis les Tours.
      Según la leyenda, como había sido rechazado por los barqueros que lo juzgaban demasiado pobre como para pagarse el pasaje, habría cruzado el estrecho de Mesina sobre su manto. El mismo milagro, copiado del profeta Elías, se atribuye al santo español Raimundo de Peñafort, quien navegó por el mismo procedimiento desde Palma de Mallorca hasta Barcelona.
      Además, el santo de Paula resucitó a un cordero que habían comido unos obreros, cuya piel y huesos echaron en un horno de cal.
      Hizo brotar una fuente donde criaba una trucha. Cuando un sacerdote se la comió, Francisco la hizo resucitar. Rehizo con sus manos niños deformes. Para hacer comprender al rey de Nápoles el carácter odioso de sus exacciones, hizo que el oro quitado a los pobres sudara sangre.
CULTO
      Fue canonizado en 1519 por el papa León X, por solicitud de Francisco I de Francia.
      Sus sandalias, el manto sobre el cual atravesara el estrecho de Mesina y el escapulario que le trajera el arcángel Gabriel, se conservaban como reliquias en el convento que fundara en 1465 en Paula (Paola), Calabria. No obstante, los mínimos de la plaza Royale de París pretendían poseer "una parte del manto sobre el que atravesó sin mojarse el estrecho de Mesina". Es patrón de Calabria y de Tours, de la orden de los mínimos y de los ermitaños.
      Además del convento de la plaza Royale, los mínimos tenían en París otros dos, en Vincennes y en Passy.
      En Francia se lo invocaba contra la esterilidad conyugal, porque había obtenido con sus plegarias el nacimiento de Susana de Borbón, hija de Ana de Beaujeu y nieta de Luis Xl.
      Su principal santuario en Roma era el convento franciscano de los mínimos de La Trinidad de los Montes, cerca de la Villa Médicis, sobre la colina del Pincio. Una de las iglesias más bellas de Nápoles está puesta bajo su advocación.
      En México, las mujeres le pedían tres gracias: la salvación eterna, dinero y un buen marido.
ICONOGRAFÍA
      Está representado como ermitaño, con una larga barba, vestido con sayal y capucho y apoyado en un báculo en forma de tau.

      Se lo reconoce por su divisa: Charitas o Humilitas, rodeada de rayos, en una tarjeta rectangular, y a veces inscrita sobre su pecho.
      En el castillo de Plessis les Tours, residencia favorita de Luis Xl, se han reunido recuerdos de san Francisco de Paula y de los mínimos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Horario de Misas del Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas):
      Laborables: 08:00
      Domingos y Festivos: 10:30

Página web oficial del Convento de Nuestra Señora de la Consolación (Las Mínimas): www.minimas.org

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