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viernes, 17 de abril de 2020

La pintura "El incendio de Troya", de Francisco Gutiérrez, en la sala VI del Museo de Bellas Artes


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "El incendio de Troya", de Francisco Gutiérrez, en la sala VI, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
    El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
    En la sala VI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "El incendio de Troya", obra de Francisco Gutiérrez (1616 - h. 1669-1670), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado en 1657, con unas medidas de 1,07 x 1,62 m., y procedente de la Donación Villacieros (1981).

      Representación de la caída de Troya a manos de los griegos inspirada en los pasajes que narran la parte final del canto segundo de la Eneida de Virgilio. La escena está representada entre arquitecturas fantásticas en primer plano y el incendio de la ciudad al fondo (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
      Muy poco conocemos en nuestros días sobre la vida de este pintor (Francisco Gutiérrez) salvo que podemos situar su actividad en la Corte madrileña entre 1639 y 1668. Con cierta seguridad puede señalarse que en 1670 ya había muerto, pues ese año la que había sido su esposa se declaró viuda. Escasas referencias bibliográficas se encuentran sobre este artista en el pasado, las cuales además son muy escuetas. La primera de ellas la emitió Lázaro Díaz del Valle, contemporáneo del pintor que al referirse a él señala que "es vecino de esta villa de Madrid donde vive en este presente año de 1657; es admirable pintor de perspectivas". Posteriormente Ceán Bermúdez en 1800 repitió estos mismos datos.
      En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se encuentran dos pinturas características de este artista, firmadas ambas al dorso con el monograma que habitualmente utiliza, añadiendo la fecha de 1657 y también la abreviatura de Madrid.
      Los temas de estas pinturas son José recibido en Heliópolis y la Caída de Troya. En ambas obras el pintor muestra su habitual preferencia por narrar episodios multitudinarios, que se ambientan dentro de aparatosas y fantásticas escenografías captadas en perspectiva. En estos escenarios se advierten reflejadas formas arquitectónicas eclécticas, que derivan de estampas y especialmente de imágenes recreadas por el pintor Hans Vredeman de Vries. La descripción de estas escenas muestra la habilidad de Francisco Gutiérrez para recrear imaginarios ambientes arquitectónicos y animarlos con profusión de figuras de pequeño tamaño, que se mueven bulliciosas en los amplios espacios que las albergan.
      La representación pictórico de La caída de Troya se inspira en los pasajes que narran la parte final del canto segundo de la Eneida de Virgilio. El episodio representado muestra el momento en que los griegos han logrado introducirse en la ciudad de Troya, escondidos en el interior de un gigantesco caballo y atacan a los troyanos, destruyendo en incendiando lo que encuentran a su paso. El artista, ha desarrollado, como exige el texto original, la escena durante la noche, iluminada por los resplandores de los incendios. La fidelidad al texto de la Eneida se subraya en la pintura con la aparición en su parte inferior derecha de tres personajes que se identifican perfectamente con Eneas llevando sobre sus hombros a su padre Anquises y con Iulio Ascanio el niño que va delante de ellos. Resulta interesante advertir en la pintura, dentro del imaginario repertorio de edificios, como Gutiérrez ha incluido una interpretación fantaseada del templete circular realizado por Bramante en San Pietro in Montorio de Roma (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia y Leyenda de la Guerra de Troya, tema representado en esta pintura;    
     La guerra de Troya alude a un conflicto bélico en el que se enfrentaron los griegos contra los troyanos, acontecido entre los siglos XII y XIII a.C.
      A simple vista, el único motivo por el cual estalló la guerra consiste en el rapto de la reina Helena de Esparta por parte de París, príncipe de Troya. A partir de ello, el ejército griego cruzó los mares para llegar a Troya con el objetivo de recuperar a Helena y a su vez destruir la nación. 

      La guerra de Troya es desarrollada en los famosos poemas épicos griegos que se le atribuyen a Homero: La Ilíada y La Odisea. Los antiguos griegos creían que la historia planteada por Homero era cierta, y por tanto también confiaban en que la causa de la rivalidad entre persas y griegos se debía a dicha guerra.
      En la actualidad, tanto la ciudad de Troya como la guerra son consideradas mitológicas. Los textos de Homero representan unas de las más grandes obras literarias que existen y han originado cantidades de historias similares, libros, leyendas e incluso películas (www.enciclopediadehistoria.com).
Conozcamos mejor la Biografía de Francisco Gutiérrez, autor de la obra reseñada;
       Francisco Gutiérrez Cabello (Valle de Bárcena, Cantabria, 1616 – ¿Madrid?, c. 1669-1670). Pintor.
       Francisco Gutiérrez Cabello es sin duda uno de nuestros pintores barrocos más importantes en el género de las perspectivas arquitectónicas. No se conocen excesivos datos sobre su vida, aunque se sabe que nació en el valle de Bárcena (Cantabria) y que su sangre era hidalga, pues en ocasiones hace constar el “don” ennoblecedor junto a su nombre y los solares cántabros de su apellido. Se ignora cuándo y en qué circunstancias pasó a Madrid, pero su traslado debió de ser muy pronto, pues en 1630, cuando tenía catorce años, conoció a Velázquez en la Corte. Hecho que acaso pueda determinar su aprendizaje en la pintura con algún famoso maestro ligado a palacio.
       Como pintor aparece muy joven, en 1639, comprando diversos objetos en la almoneda de Vicente Carducho, entre ellos, dos figurillas de pasta, una Fortuna y un Mercurio en 12 reales. Parece lógico que una vez asentado como pintor en Madrid formalizase su matrimonio con Clara de Tobar, que con el tiempo habría de sobrevivirle.
       Su habilidad en el género de las perspectivas debió de darle muy pronto prestigio y enfocar un tanto su carrera profesional. Así, en 1649 ejecutó varios proyectos para las decoraciones callejeras que se hicieron a la entrada en Madrid de la reina Mariana de Austria, realizando junto a Juan Fernández de Gandía y Juan Lucio diversas demostraciones de la puerta de Alcalá y arcos triunfales que habrían de jalonar la comitiva real. Su éxito como pintor en Madrid debió de ser grande. Díaz del Valle, cronista de Felipe IV y cantor de la real capilla, consignó su prestigio en el Origen ilustración del nobilísimo y real arte de la pintura de 1657 considerando al artista como un “admirable pintor de perspectivas”. Un prestigio ratificado un año más tarde, en 1658, cuando se convocó al pintor para testificar a favor de la concesión del hábito de Santiago a Velázquez.
       Como tantos otros pintores de la época, Francisco Gutiérrez complementó su actividad pictórica con la de tasador de pinturas.
       Su obra es hoy relativamente abundante. Sus perspectivas con frecuencia se agrupan en series de varios lienzos desarrollando asuntos religiosos o mitológicos.
       En ellos el pintor representa a numerosos personajes de pequeño tamaño insertos en originales y fantásticas arquitecturas de gran efecto decorativo.
       Por regla general su fuente de inspiración se basa en estampas flamencas manieristas, especialmente en las de Vredeman de Vries. Destacan por su gran calidad artística los lienzos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (1657): La caída de Troya y José recibido en Heliópolis; la serie conservada en la colegiata vallisoletana de Villagarcía de Campos (1662) con episodios bíblicos y evangélicos: José recibido en Heliópolis, El traslado del Arca de la Alianza, El juicio de Salomón, La visita de la reina de Saba a Salomón, Los desposorios de la Virgen con San José y La cena en casa del Fariseo; y los cuadros del convento cacereño del Cristo de la Victoria, en Serradilla (1667-1668) con El castigo de Heliodoro, La expulsión de los mercaderes, Los desposorios de la Virgen y La cena en casa del fariseo.
       Otras obras también características de su producción son: el Moisés salvado de las aguas del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Juicio de Salomón del Museo del Prado, junto a su variante de la colección del Banco Hispanoamericano, y otras muchas obras en colecciones particulares (Triunfo de José, Destrucción de Jerusalén, Las bodas de Caná, Banquete de Esther y Asuero, etc.), donde muestra siempre su destreza técnica y decorativismo al estilo de Juan de la Corte.
       Como pintor religioso en el tradicional “cuadro de historia”, Gutiérrez está muy por debajo de su maestría anterior. Se conserva una modesta Inmaculada Concepción (1654, colección particular, La Rioja) que ratifica una vez más su enfoque hacia las perspectivas arquitectónicas.
       Francisco Gutiérrez debió de fallecer entre 1668, año en que fechó la serie del convento de Serradilla, y mayo de 1670, cuando su mujer se declaró ya viuda al gestionar unos asuntos dinerarios (Álvaro Piedra Adarves, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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