Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen de Nuestra Madre y Señora de Montserrat, en la Capilla de Montserrat, de Sevilla.
Hoy, 27 de abril, es la Festividad de la Virgen de Montserrat, conocida popularmente como "La Moreneta" es la patrona de Cataluña y es una de las siete Patronas de las Comunidades Autónomas de España. Está situada en el Monasterio de Montserrat, es un símbolo para Cataluña y se ha convertido en un punto de peregrinaje para creyentes y de visita obligada para los turistas. El 11 de septiembre de 1844, el Papa León XIII declaró oficialmente a la Virgen de Montserrat como patrona de la diócesis de Cataluña. Se le concedió también el privilegio de tener misa y oficios propios.
Y que mejor día que hoy para Explicarte la imagen de Nuestra Madre y Señora de Montserrat, en la Capilla de Montserrat, de Sevilla.
Y que mejor día que hoy para Explicarte la imagen de Nuestra Madre y Señora de Montserrat, en la Capilla de Montserrat, de Sevilla.
La Capilla de Montserrat se encuentra en la calle Cristo del Calvario, 1; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
Nuestra Madre y Señora de Montserrat, es una de las imágenes titulares de la Pontificia, Real, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón y Nuestra Madre y Señora de Montserrat, con sede canónica en la Capilla de Nuestra Señora de Montserrat de la calle Cristo del Calvario y que procesiona en la tarde-noche del Viernes Santo.
Representa iconográficamente a la Virgen al pie de la Cruz, tras la Crucifixión de Jesucristo, siendo de autor anónimo (círculo de Juan Martínez Montañés) a comienzos del siglo XVII (hacia 1605), y las manos son obra de Juan de Mesa y Velasco en 1608. Ha sufrido las restauraciones de Juan de Mesa y Velasco (1608), Manuel Gutiérrez Reyes Cano (1899), Francisco Buiza (1968) y José Rodríguez Rivero (1991), teniendo una altura de 164 centímetros.
Para poder hablar de la autoría de Nuestra Madre y Señora de Montserrat es no sólo necesario sino indispensable mencionar un documento que se conserva en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Nos referimos a un pleito entre una señora, de nombre Catalina Román, y la cofradía en cuestión de la propiedad de la dolorosa, fechado en el año 1619.
Desde que este documento salió a la luz, allá por 1919, ha dado lugar a interpretaciones de muchos autores con sus consecuentes afirmaciones las cuales, en la mayoría de los casos, han sido contradictorias, siendo otras de ellas totalmente injustificadas. Adolfo Rodríguez Jurado dio a conocer el pleito en un artículo escrito para la revista La Pasión, en el citado año. Tras el análisis del documento, Rodríguez Jurado llega a la conclusión de que la escultura data de 1608 y fue ejecutada por un tal Juan Guerrero y la pintura a Gaspar de Raxis. El primero, del cual se desconoce la mayor parte de su biografía y producción artística, era pupilo en el taller de Juan Martínez Montañés y, antes de finalizar la escultura, marcha a las Indias dejando descontenta a la hermandad. Por ello, la corporación encarga al entonces oficial de Montañés, Juan de Mesa, la ejecución de las manos. Nueve años después, en 1928, incluye, sin razón aparente, en la ejecución de esta dolorosa a Gaspar de la Cueva, en sustitución de Guerrero, quizás por ser uno de los muchos que marcharon a Indias en estos momentos. Este dato no concuerda cronológicamente ya que su marcha se produce cinco años después de la finalización de la escultura.
Francisco Caballero, en 1954, retoma de nuevo el hilo de este tema en una publicación para la revista La Pasión. Aparte de que los datos que nos ofrecen no coinciden con los de Rodríguez Jurado, aporta la declaración de un testigo y hermano de la cofradía llamado Gaspar Díaz de Acuña. Éste afirma "que el año mil y seiscientos y seis a lo que este testigo se puede acordar que fue el primer año que salio la dicha Cofradía de San Yldefonso por tener necesidad de Imagen, de orden y Acosta y por cuenta de los hermanos de la dicha Cofradía, se fabricó y hizo una Imagen de madera de medio Cuerpo que es la que hoy tiene la dicha Cofradía, que la hizo un Escultor que este testigo conoce a la vista que no sabe si es vivo, que en dicho tiempo vivía en la calle de la Ballestilla el cual por no haber acabado con perfección, los cofrades de la dicha Cofradía y este testigo que para ello fue diputado con ellos verbalmente, llevaron el cuerpo de la dicha Imagen a que lo perfeccionara como lo perfeccionó de nuevo un Oficial de Juan Martínez Montañés, escultor que vivía en la calle de la Muela y de allí se llevó a un pintor que se llamaba Pajes que vivió en la calle de Colcheros para que la encarnara".
Tras esta declaración podemos llegar a dos conclusiones: aquí no se hace mención ninguna del escultor Juan Guerrero y que podemos identificar a Juan de Mesa con el oficial de Martínez Montañés ya que él trabajó en este puesto precisamente por esos años.
En referencia a la intervenciones que ha experimentado esta imagen hemos de remontarnos hasta el año 1608, poco tiempo después de la ejecución de la imagen, año en el cual sabemos que Juan de Mesa "perfecciona" la escultura y talla el juego de manos, de las cuales Martínez Alcalde dice que son "finas, bellas y de muy delicada ejecución".
Pasarán 291 años para volver a destacar otra intervención en esta Virgen. En la Semana SAnta de 1899, al entrar la cofradía en la calle Murillo, el manto de la Virgen se prende fuego. Este incidente no llega a mayores gracias a la intervención de distintos hermanos, destacando la del Marqués de Paradas, que ofrece su casa y su dinero para la reparación de los daños. Sin embargo la imagen mariana quedó dañada. Seguidamente se encarga la restauración al hermano de la corporación Manuel Gutiérrez Reyes. Así se contaba esto en la prensa local: "Los desperfectos que el fuego ha causado en el rostro de la imagen serán inmediatamente corregidos por el escultor señor Gutiérrez Cano, el que se ajustará para el colorido a la coloración de las manos, en donde la parte de color no ha sufrido alteración en el incendio". Tras la restauración el escultor introdujo la siguiente nota en el interior de la talla: "En Sevilla año de 1899 por el Escultor D. Manuel Gutiérrez R. Cano se restauró esta Imagen de Ntra. Sra. De Montserrat a consecuencia de prenderse fuego a la saya y manto, y por consiguiente mutilado la cabeza y manos de la Imagen. Esto sucedió haciendo estación como de costumbre el Viernes Sto. Por la tarde del referido año, siendo Hermano Mayor de la Cofradía de Montserrat D. Manuel Rodríguez de los Palacios...".
Nuestra Madre y Señora de Montserrat está realizada en madera de cedro. Posee una cabeza con marcada visión frontal cuyos ojos de cristal, enmarcados con pestañas postizas, también siguen la misma línea de mirada. Cinco son las lágrimas que recorren su rostro, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda. Su boca entreabierta deja ver tímidamente los dientes, los cuales tiene tallados. Una de las más expresivas dolorosas de nuestra Semana Santa que "posee gran intensidad dramática en su mirada. Labios entreabiertos con gesto de atónita e interrogante sorpresa, donde parece reflejarse tada la tragedia del Gólgota".
En 1981, Luis Jiménez González realiza el puñal de oro que la Virgen luce en su salida procesional.
La corona de salida es de plata sobredorada y fue ejecutada por Eduardo Seco Imberg en 1931. Esta pieza destaca por su simplicidad decorativa, si la comparamos con otras de la misma magnitud, lo que le otorga un sabor muy personal. Su aro es liso y se adorna con motivos incisos geométricos que alternan con pedrería de distintas tonalidades. La decoración del canasto se organiza en base a grandes volutas que se enrollan y envuelven dejando en su centro espacios circulares y rectangulares que cobijan diversos motivos. La obra carece de imperiales aunque, en su defecto, ostenta una gran ráfaga a modo de diadema. Ésta se crea en una de gran "C" en cuya abertura se sitúa el canasto que en comparación parece minúsculo. Los perfiles se adornan con pedrería de similar tonalidad a la que hemos visto en el aro y que veremos en los rayos y cruz central. En el interior, la decoración va acomodándose al espacio creando, en su centro, un óvalo en el cual se plasma el escudo de la corporación, tres cruces latinas siendo la central más alta, en campo azur. Culmina los perfiles externos unos rayos que se alternan en distintos tamaños y morfologías, siendo los rectilíneos rematados por estrellas de ocho puntas, también de varias formas centrada por un engarce de pedrería. En el centro una cruz patada patriarcal, con dos travesaños, culminando formas trilobulares y con similar pedrería vista en todo este magnífico conjunto.
Las primeras noticias del ajuar textil de la Dolorosa se remontan al siglo XVIII, refiriéndose a un "bestido de felpa negro que tiene puesto Nuestra Señora y un manto de terciopelo negro muy rico nuevo que saca Nuestra Señora cuando sale la Cofradía" El manto negro estaba acorde con las tonalidades del palio que presentaba las mismas tonalidades. Hacia la mitad del siglo XIX, reorganizada la Cofradía, se realiza un nuevo paso de palio, que se le ha ido atribuyendo a Patrocinio López, en 1855 ó 1865, desmentido posteriormente por las investigaciones realizados por Rafael Jiménez Sampedro. La confección de este manto se enmarca dentro de la etapa de esplendor que vivió en estos lustros la Corporación, gozando de la protección que los duques de Montpensier, Don Antonio de Oleáns y Dña. Luisa Fernanda de Borbón, que se convirtieron en Hermanos Perpetuos. Se considera tradicionalmente que fueron los duques los que regalaron este manto, aunque otros investigadores consideran que fue en realidad la reina Isabel II. El estreno del nuevo manto procesional queda recogido en las descripciones que Bermejo apunta a finales del siglo XIX estas fechas, aludiendo que la Dolorosa "viste túnica blanca bordada de oro y manto de terciopelo azul con bordadura alrededor muy ancha y rica, y en el centro castillo y leones, todo bordado de oro. Este manto fue bordado por la referida (...) Dª Patrocinio López" Al mismo tiempo se puede apreciar en los distintos testimonios gráficos que se conservan de estos años.
La[s] de la confección de este manto fue publicada por Antonio Mañes, que por su interés reproducimos en estas páginas: "un suntuoso manto de terciopelo francés color azul claro profusamente bordado en oro, compuesto del gran collar de Carlos III de una cuarta de alto todo en redondo, sobre éste una gran guardilla de tres cuartos y cerrando la guardilla que se compone de una vara el toisón de oro, que parte del ramo de dos varas que tiene en la cola; y su centro salpicado de castillos y leones de una cuarta de alto, con otro segundo salpicado de flores de lis de media tercia, siendo todo el bordado y muchas hojas en él al aire, ejecutada esta obra por la señora Dña. Patrocinio López". En el año 1899 el manto dela Dolorosa sufrió graves daños a consecuencia de un incendio en el desfile procesional del Viernes Santo. Sin embargo, al año siguiente se restauró el manto, gracias a los auspicios del Marqués de Paradas, que comenzó una suscripción que él mismo comenzó con mil quinientas pesetas. Ya en 1912, se pasarían los bordados del manto a nuevo terciopelo de Lyon, y en 1969, Esperanza Elena Caro lo volvería a restaurar a otro terciopelo de igual color. En 1994, la bordadora Piedad Muñoz volvió a restaurar y pasar a nuevo tejido. Fue expuesta en la Exposición Los Tesoros, celebrada en los Reales Alcázares de Sevilla en 1992.
Probablemente sea uno de los mejores mantos decimonónicos conocidos de la Semana Santa hispalense, a pesar de las restauraciones que ha ido teniendo desde su confección Para su confección se inspiró en los trajes de la corte que se pusieron de moda en estos años, especialmente en los actos protocolarios. La prenda está realizada en terciopelo profusamente decorada con un precioso esquema compositivo. Una amplia cenefa con castillos y leones que bordean la sucesión de hojas de acantos, en cuyo eje central se coloca el símbolo del calvario de donde sale un amplio tallo que culmina en bandas verticales donde aparecen castillos y leones, flores de lis y de las cruces de Calatrava, Alcántara, Santiago y Montesa, apareciendo circundado con el Toisón de Oro. El manto se enriqueció con un programa iconográfico con elementos heráldicos que subrayaban el carácter real de María.
Al mismo tiempo Patrocinio López confeccionaría una excelente saya procesional, donde se aprecia los motivos ornamentales tradicionales de la estética decimonónica. Uno de sus últimos estremos ha sido la saya bordada en oro sobre tisú que ejecutó el taller de José Ramón Paleteiro, que confeccionó hacia 1998, utilizándose en algunas ocasiones en la estación procesional. De 1940 data también una saya de salida confeccionada por unas hermanas anónimas, de recorte y raso blanco. A este ajuar textil de salida, cabe añadir otras prendas que posee la hermandad de buena factura, como las sayas de camarín, que fueron confeccionadas por las Hermanas Antúnez, hacia 1928, de terciopelo azul bordada en oro fino y terciopelo rojo, a las que se ha unido ya en época más reciente la bordada por Piedad Muñoz la saya de raso blanco bordado en oro blanco, confeccionada en 1979. Por otra parte, la hermandad posee un manto de camarín, de autor anónimo que fue confeccionado hacia 1920, en pana roja bordada, al que se le unen varias piezas de este tipo donado por varios hermanos desde 1980 hasta nuestros días (Ismael Martínez Carretero O.Carm., Álvaro Dávila-Armero del Arenal, José Carlos Pérez Morales, y J. Fernando Gabardón de la Banda, en Palios de Sevilla, Tomo III La virgen dolorosa sevillana. Ed. Tartessos. Sevilla, 2006).
Nuestra Señora de Montserrat, se encuentra en un retablo lateral de la Capilla de Montserrat. Dolorosa de Semana Santa, cofradía de su nombre. Viernes Santo tarde. Una de las más augustas y expresivas efigies de su género, destacando por la calidad artística, que ha hecho atribuirla al taller mesino; aunque sin confirmación documental, es ciertamente de la época y estilo aúreos: s. XVII. Mide 1,64 m. Gran intensidad dramática en su mirada. Labios entreabiertos con gesto de atónita e interrogante sorpresa, donde parece reflejarse toda la tragedia del Gólgota. Finas y bellas manos, de muy delicada ejecución, El estilo decimonónico de su palio, (ejemplarmente conservado como verdadera reliquia histórica, a despecho de tantas modas pasajeras) realza los antedichos valores, dándole además una aureola de sugerente romanticismo. Son de singular empaque las bambalinas por fuera de los varales, rematadas por fúlgida crestería o cornisa de metal; este aditamento arquitectónico sugiere a primera vista cierta engañosa idea de severidad o de pesadez, pero luego tal impresión se corrige por completo en la calle, al moverse con enorme gracia y efectismo. El manto, bordado con símbolos monárquicos, es precisamente, lo que conviene a la realeza de tan hermosa Señora, digna de contarse entre las ocho o diez mejores Dolorosas de la Semana Santa sevillana. Por eso, condensándolo todo, se ha dado a sus andas el calificativo -merecidísimo- de "Salón de trono". Durante el desfile procesional, acompaña a la cofradía dos jóvenes representando la Fe y la Verónica. La capilla donde actualmente se venera perteneció antaño a la muy prestigiosa hermandad de la Antigua y Siete Dolores; de modo que puede decirse que, hasta el aire que se respira en su recinto, está secularmente trascendido por una historia ilustre y evocadora (Juan Martínez Alcalde, Sevilla Mariana, repertorio iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
Conozcamos mejor la Festividad de la Virgen de Montserrat;
Representa iconográficamente a la Virgen al pie de la Cruz, tras la Crucifixión de Jesucristo, siendo de autor anónimo (círculo de Juan Martínez Montañés) a comienzos del siglo XVII (hacia 1605), y las manos son obra de Juan de Mesa y Velasco en 1608. Ha sufrido las restauraciones de Juan de Mesa y Velasco (1608), Manuel Gutiérrez Reyes Cano (1899), Francisco Buiza (1968) y José Rodríguez Rivero (1991), teniendo una altura de 164 centímetros.
Para poder hablar de la autoría de Nuestra Madre y Señora de Montserrat es no sólo necesario sino indispensable mencionar un documento que se conserva en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Nos referimos a un pleito entre una señora, de nombre Catalina Román, y la cofradía en cuestión de la propiedad de la dolorosa, fechado en el año 1619.
Desde que este documento salió a la luz, allá por 1919, ha dado lugar a interpretaciones de muchos autores con sus consecuentes afirmaciones las cuales, en la mayoría de los casos, han sido contradictorias, siendo otras de ellas totalmente injustificadas. Adolfo Rodríguez Jurado dio a conocer el pleito en un artículo escrito para la revista La Pasión, en el citado año. Tras el análisis del documento, Rodríguez Jurado llega a la conclusión de que la escultura data de 1608 y fue ejecutada por un tal Juan Guerrero y la pintura a Gaspar de Raxis. El primero, del cual se desconoce la mayor parte de su biografía y producción artística, era pupilo en el taller de Juan Martínez Montañés y, antes de finalizar la escultura, marcha a las Indias dejando descontenta a la hermandad. Por ello, la corporación encarga al entonces oficial de Montañés, Juan de Mesa, la ejecución de las manos. Nueve años después, en 1928, incluye, sin razón aparente, en la ejecución de esta dolorosa a Gaspar de la Cueva, en sustitución de Guerrero, quizás por ser uno de los muchos que marcharon a Indias en estos momentos. Este dato no concuerda cronológicamente ya que su marcha se produce cinco años después de la finalización de la escultura.
Tras esta declaración podemos llegar a dos conclusiones: aquí no se hace mención ninguna del escultor Juan Guerrero y que podemos identificar a Juan de Mesa con el oficial de Martínez Montañés ya que él trabajó en este puesto precisamente por esos años.
En referencia a la intervenciones que ha experimentado esta imagen hemos de remontarnos hasta el año 1608, poco tiempo después de la ejecución de la imagen, año en el cual sabemos que Juan de Mesa "perfecciona" la escultura y talla el juego de manos, de las cuales Martínez Alcalde dice que son "finas, bellas y de muy delicada ejecución".
En 1981, Luis Jiménez González realiza el puñal de oro que la Virgen luce en su salida procesional.
La corona de salida es de plata sobredorada y fue ejecutada por Eduardo Seco Imberg en 1931. Esta pieza destaca por su simplicidad decorativa, si la comparamos con otras de la misma magnitud, lo que le otorga un sabor muy personal. Su aro es liso y se adorna con motivos incisos geométricos que alternan con pedrería de distintas tonalidades. La decoración del canasto se organiza en base a grandes volutas que se enrollan y envuelven dejando en su centro espacios circulares y rectangulares que cobijan diversos motivos. La obra carece de imperiales aunque, en su defecto, ostenta una gran ráfaga a modo de diadema. Ésta se crea en una de gran "C" en cuya abertura se sitúa el canasto que en comparación parece minúsculo. Los perfiles se adornan con pedrería de similar tonalidad a la que hemos visto en el aro y que veremos en los rayos y cruz central. En el interior, la decoración va acomodándose al espacio creando, en su centro, un óvalo en el cual se plasma el escudo de la corporación, tres cruces latinas siendo la central más alta, en campo azur. Culmina los perfiles externos unos rayos que se alternan en distintos tamaños y morfologías, siendo los rectilíneos rematados por estrellas de ocho puntas, también de varias formas centrada por un engarce de pedrería. En el centro una cruz patada patriarcal, con dos travesaños, culminando formas trilobulares y con similar pedrería vista en todo este magnífico conjunto.
Al mismo tiempo Patrocinio López confeccionaría una excelente saya procesional, donde se aprecia los motivos ornamentales tradicionales de la estética decimonónica. Uno de sus últimos estremos ha sido la saya bordada en oro sobre tisú que ejecutó el taller de José Ramón Paleteiro, que confeccionó hacia 1998, utilizándose en algunas ocasiones en la estación procesional. De 1940 data también una saya de salida confeccionada por unas hermanas anónimas, de recorte y raso blanco. A este ajuar textil de salida, cabe añadir otras prendas que posee la hermandad de buena factura, como las sayas de camarín, que fueron confeccionadas por las Hermanas Antúnez, hacia 1928, de terciopelo azul bordada en oro fino y terciopelo rojo, a las que se ha unido ya en época más reciente la bordada por Piedad Muñoz la saya de raso blanco bordado en oro blanco, confeccionada en 1979. Por otra parte, la hermandad posee un manto de camarín, de autor anónimo que fue confeccionado hacia 1920, en pana roja bordada, al que se le unen varias piezas de este tipo donado por varios hermanos desde 1980 hasta nuestros días (Ismael Martínez Carretero O.Carm., Álvaro Dávila-Armero del Arenal, José Carlos Pérez Morales, y J. Fernando Gabardón de la Banda, en Palios de Sevilla, Tomo III La virgen dolorosa sevillana. Ed. Tartessos. Sevilla, 2006).
Por rescripto de León XIII Pecci de once de septiembre de 1881 se declaraba Patrona de Cataluña a la Virgen de Montserrat y se establecía su fiesta litúrgica el día veintisiete de abril, fecha en la que se sigue conmemorando en esta comunidad autónoma española como solemnidad. Dos días antes había sido coronada canónicamente en la explanada del monasterio a ella dedicado, que señalaba el renacer de esa devoción multisecular tras los sucesos traumáticos del siglo XIX. Wifredo el Velloso, primer Conde de Barcelona (874-898), reconquistada esta comarca, cedió el macizo montañoso primero a las benedictinas y después a los benedictinos de Santa María de Ripoll, y se construyó allí una ermita dedicada a Santa María. Asentados allí los monjes de Ripoll desde finales del siglo IX, el Abad Oliva fue el que en el siglo XI puso los cimientos de su monasterio, que llegaría a ser uno de los más florecientes de Europa en la Edad Moderna. Una cofradía de devotos de la Virgen fue creada en el siglo XII y aprobada por decreto de Clemente III Scolari (1187-1191). Los milagros atribuidos a la Virgen de Montserrat fueron cada vez más numerosos y los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela los divulgaron. Así, por ejemplo, en Italia se han contado más de ciento cincuenta iglesias o capillas dedicadas a la Virgen de Montserrat. La imagen de la Virgen es de talla completa realizada en madera de álamo blanco, estofada y policromada. Es románica del siglo XII, de la iconografía de la Majestad de Santa María.
Fue sobrevestida durante una gran etapa de su historia. El veinticinco de julio de 1811 fue destruido el monasterio por las tropas francesas. Suprimida la comunidad en 1835, fue restablecida por Real Decreto en 1844, que señaló la vuelta de los monjes y de la imagen a un edificio en ruinas y que poco a poco ha sido reconstruido, hasta afirmarse como el corazón del catalanismo cristiano (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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