Fue el primero de los establecimientos urbanos surgidos en el Campo de Gibraltar tras la conquista de la ciudad del Peñón por los ingleses en 1704 y el consiguiente exilio de sus pobladores.
El asentamiento se produjo en torno a la ermita de San Roque, que coronaba un cerro sembrado de viñedos y presenta una estructura urbana muy clara, con una arteria principal que desciende desde la plaza de la iglesia a la Alameda decimonónica, y calles transversales que se suceden siguiendo las cotas de nivel.
Conserva aún numerosas casas de los siglos XVIII y XIX , de dos plantas que se distribuyen en torno a dos patios; el principal puede ser de columnas y se accede a él tras el zaguán; a su alrededor se organizan las estancias principales, mientras que el segundo patio o corral está reservado para las labores y suele tener salida a las calles traseras. Algunas reproducen modelos gaditanos que incluyen una torre mirador de garita (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La ciudad de San Roque es una implantación urbana con origen reciente y que responde a una implantación ortogonal planeada. En contraste con la mayoría de las ciudades del corredor de la N-340 fruto de una intensa estratificación histórica devenida de su vínculo estratégico con el litoral Mediterráneo, San Roque es fundada a principios del siglo XVIII por un grupo de gibraltareños españoles que abandonan Gibraltar tras su conquista por los ingleses durante la Guerra de Sucesión. Se elige para ello el lugar simbólico ocupado por la Ermita de San Roque; en un territorio marcado por la topografía de sus lomas, la ciudad se erige en una colina entre las distintas sierras de Caballera al Norte, Almenara y Carbonera al Este, Amarguilla al Suroeste y las estribaciones de los Gazules al Oeste.
El terreno del municipio es bastante montañoso, tiene al Norte la Sierra Caballera, al este las de Almenara y Carbonera, al Suroeste la Amarguilla y al Oeste las estribaciones de los Gazules. Esta bañado por el río Guadiaro y su afluente el Hozgarganta, además del Guadarranque y el Palmones.
El Casco Antiguo se desarrolla fundamentalmente en las laderas orientadas al sur y oeste Su trazado de nueva planta responde a un esquema ortogonal, con calles de pendientes muy pronunciadas, de tramos rectos y de ancho constante.
Estructura casi en retícula ortogonal, con manzanas cuadradas y rectangulares de mediano y pequeño tamaño, con la mayor dimensión en sentido este-oeste.
Las viviendas generalmente son de una o dos plantas, con fachadas generalmente encaladas, en las que se abren vanos en forma de balcones o con cierros de forja. La cubierta más usual es la inclinada de teja, y los pavimentos actualmente se mantienen adoquinados con variaciones de chino lavado, losas de piedra y terrazo de fabricación reciente (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
Deliciosa población de sólo tres siglos de antigüedad, pero de un abolengo indiscutible. La fundaron en 1704 los habitantes del peñón de Gibraltar que se negaron a permanecer en la Roca una vez que el almirante inglés Rooke tomó posesión de ella durante la guerra de Sucesión. En la colina donde se asienta había una ermita dedicada a San Roque, de ahí el nombre de la ciudad.
El casco histórico de San Roque es de una belleza inesperada en población tan joven, belleza que fue premiada en 1975, con su declaración como Conjunto Monumental Histórico-Artístico. Consiste fundamentalmente en un gran marco de calles trazadas en retícula, algunas ciertamente empinadas, con casas que en su mayor parte muestran la líneas donosas del barroco privado, con plazas sumamente evocadoras, serenas e impecables y, en fin, con mucha luz y mucha blancura allá por donde se camina.
La alameda de Alfonso XI constituye el mejor de los atrios para pasar al casco histórico. Al borde de ella se encuentra el teatro Juan Luis Galiardo, gozoso actor sanroqueño de plena actualidad. Frente al parque se encuentra la plaza de Andalucía, desde la que parten dos preciosas calles, General Lacy, que va bordeando lo mejor del casco histórico, y San Felipe, que penetra en él como un luminoso puñal.
Se tome por donde se tome, se acaba subiendo hasta la plaza de la Iglesia, encantador lugar en el que se levanta el templo de Santa María La Coronada, notable iglesia de principios del XVIII construida según proyecto del ingeniero militar Juan de Soubreville. Arcos de medio punto sobre pilares redondos separan las tres naves de que consta, mientras una potente cúpula se alza en el crucero. La Virgen titular preside el altar mayor. Es una imagen del medievo que fue traída de Gibraltar. En la misma capilla mayor está también el Cristo de la Vera Cruz, una magnífica talla realizada en el siglo XVI y traída también de Gibraltar. Especialmente llamativa es la capilla sacramental, primera del lado del evangelio, en cuyo altar, a base de estípites y espejos, se venera una pequeña imagen de la Asunción del siglo XVIII. Hay otras buenas imágenes en el templo, como la Virgen de los Dolores y el Cristo Yacente, en su correspondiente capilla, ambas del siglo XVII y traídas de Gibraltar, y el Cristo de la Buena Muerte, magnífica escultura del sanroqueño Luis Ortega Bru.
En la misma plaza de la iglesia, en el que fuera Palacio de los Gobernadores, muy bien restaurado, se ubica un espléndido museo* dedicado a este insigne imaginero, en el que puede apreciarse la calidad de sus gubias. En este mismo palacio está también el Museo Municipal, de carácter arqueológico e histórico, y dos salas dedicadas a los pintores Daniel Castilla Zurita y José Cruz Herrera.
Una tranquila visita merece la plaza de Armas, donde se encuentra el Ayuntamiento y, en general, todo el casco urbano. Pero es que, además, en los últimos tiempos, y gracias principalmente al turismo, en el término de San Roque que cuenta con 15 km de espléndidas playas, se han multiplicado las urbanizaciones y los lugares de recreo. El más famoso de todos es Sotogrande, que comprende dos urbanizaciones de lujo, una en el interior y otra en la costa, donde cuenta además con un moderno puerto deportivo.
Al norte de la ciudad se sitúa la zona recreativa de Pinar del Rey, con un interesante Centro de Interpretación de la Naturaleza. Y al sur, junto a la barriada de Guadarranque, salida 117 de la autovía A7, está el yacimiento arqueológico de Carteia*, la antigua ciudad romana cuyos pobladores obtuvieron la ciudadanía de Roma en el 171 a.C., antes, por ejemplo, que Pompeya, lo que da idea de su importancia (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
Santa María Coronada fue devoción familiar de los duques de Medina Sidonia que rendían culto a esta advocación en la parroquia de Gibraltar y, por tanto se trasladó con los exiliados al nuevo asentamiento de San Roque. El edificio es obra del primer tercio del siglo XVIII y sustituye a la primitiva ermita de San Roque. Fue construido con planos del ingeniero militar Juan de Soubreville y la colaboración de alarifes locales. Puede que sea esta aportación la que configure la peculiar disposición de la estructura del templo, que se sostiene sobre pilares de sección circular, con un notable sistema de contrafuertes en fachada. En planta está conformada como espacio de tres naves, cuyo transepto se encuentra marcado por una gran cúpula. La nave central, de mayores proporciones que las laterales, se cubre con bóveda de cañón, en tanto que estas otras lo hacen con aristas. El conjunto será concluido en 1825, cuando se edifica el cuerpo de campanas de la torre de acuerdo a los principios académicos.
En las pechinas de la cúpula hay sendos medallones, restaurados, pero que parecen pintados por distintas manos en la segunda mitad del siglo XVIII. Representan a San Bernardo, San Roque, Santa Teresa y la Virgen de Europa. De entre las lápidas distribuidas entre las principales capillas del templo, que recuerdan a distinguidos difuntos, cabe destacar dos, asociadas al último de los Sitios de Gibraltar, la de García Ramírez de Arellano, marqués de Arellano, muerto en mayo de 1781, con las armas representadas en bajorrelieve y una elaborada rocalla al pie. Y la del escritor y militar José Cadalso, fallecido en el mismo hecho de armas.
El retablo mayor es una obra gaditana, asentada en 1815, construida en madera, que se ha policromado imitando jaspes y mármoles de colores. Se estructura siguiendo modelos clásicos habituales en Cádiz, con banco, un único cuerpo con tres calles separadas por columnas jónicas y ático coronado por frontón curvo. Está presidido por la Virgen titular, que procede de Gibraltar y en origen es una talla medieval. Retocada en varias ocasiones durante los siglos siguientes, la más determinante correspondió en 1842 al artífice sevillano Juan de Astorga. En una reciente restauración se ha recuperado la policromía del siglo XVI. Lleva corona de plata en su color, marcada por el sevillano Miguel Palomino en 1841. A los lados del camarín se sitúan sendas esculturas de San Roque y San José, la primera tallada en 1740 y la otra obra del escultor antequerano Diego Vázquez y Vega (1790). El conjunto está rematado por el lienzo del ático, que representa a San Bernardo y está firmado en 1810 por el pintor afincado en Cádiz, Francisco Javier Riedmayer. Al pie del retablo hay una escultura de San Sebastián, oriunda de Gibraltar, y en las paredes laterales del presbiterio cuelgan dos cuadros sevillanos de gran formato. Uno de ellos muestra a San Juan Bautista predicando y quizá procede del extinguido convento sevillano de San Francisco, fue pintado por Juan Valdés Leal. El que se sitúa enfrente representa la Asunción de la Virgen y su autor debió formar parte del taller de Zurbarán. Los pilares que flanquean el altar se encuentran revestidos de pinturas al temple con motivos decorativos y eucarísticos, sobre ellos se disponen dos pequeños retablos hornacina. Todavía en la capilla mayor se encuentran la sencilla sillería del coro y la cruz parroquial, realizada en plata y con decoración de rocallas, hecha en Cádiz en 1781. Y también el Crucificado de la Vera Cruz, talla de gran mérito realizada en la primera mitad del siglo XVI y que procede de la parroquia gibraltareña.
A la nave de la derecha abren seis capillas; inmediata al crucero se encuentra la dedicada a la Virgen de los Dolores, de planta poligonal, revestida con chapado de madera y decorada con estuco, lo que le confiere gran armonía estética. La imagen titular es de candelero y se aloja en su camarín; aunque tradicionalmente se considera traída de Gibraltar, fue muy reformada a fines del siglo XVIII. El mismo origen se atribuye al Cristo yacente, una interesante talla del XVII. Un Apostolado de terracota se reparte por las hornacinas que decoran la capilla. La contigua es la capilla del Cristo de la Buena Muerte, en cuyas jambas se conservan unas pinturas murales en muy malas condiciones. La talla del titular es del imaginero nacido en la localidad Luis Ortega Bru y la de la Virgen de la Amargura, de candelero, fue realizada por uno de sus discípulos. Le sucede la capilla en donde la cofradía de la Vera Cruz rinde cultos a sus imágenes, la Virgen del Calvario, San Juan y una de las Santas Mujeres, obras que provienen de Gibraltar, aunque fueron muy reformadas en el siglo XIX. En la cúpula tres tondos se han encastrado con escenas de la vida de San ]osé pintados a finales del siglo XVIII; se trata del El sueño de San José, La huida a Egipto y Los desposorios. La Virgen de Fátima, que preside el siguiente altar neoclásico, también fue tallada por Luis Ortega Brú. Concluye el recorrido por este lateral de la iglesia en la capilla de la Virgen de Lourdes, talla de fines del siglo XIX, que fue regalada a la parroquia por Dña. Adele Mª Rea de Galiardo, en 1891, y que se venera en un retablo de estípites del último tercio del siglo XVIII.
La primera capilla del lado de la izquierda, la Sacramental, se cerraba ocasionalmente con puertas de madera con postigos, cuya decoración al óleo presenta motivos eucarísticos y arcángeles. Sobre la embocadura unos ángeles en bajorrelieve muestran la Eucaristía y, a su alrededor, se despliega el marco arquitectónico con dos columnas corintias flanqueando el vano y un frontón roto y avolutado con figuras alegóricas de las Virtudes.
Una vez en la capilla, el testero está ocupado por un rico retablo de estípites y espejos, realizado a mediados del siglo XVIII, que se compone de banco, un cuerpo con tres calles y el ático.
En la hornacina principal se encuentra la Asunción, una talla policromada contemporánea al altar, y otras dos esculturas menudas de San Tarsicio y San Antón. El Sagrario presenta el relieve de la Anunciación, mientras que el ático muestra otro relieve, en este caso de la Santa Cena, flanqueada por las pinturas del Redentor y una versión de la Dolorosa de Sassoferrato. En el muro izquierdo de la capilla un lienzo de la segunda mitad del siglo XVIII describe El milagro de San Antonio.
Avanzando hacia los pies encontramos la capilla de la Virgen del Carmen, que se encuentra decorada con gallones en la cúpula y abultados motivos vegetales en las pechinas, que incluyen sendos ángeles. La imagen de la Virgen es de candelero y moderna. En las paredes laterales cuelgan cuadros del siglo XVIII con representaciones de San Antonio y de San José. Fray Diego José de Cádiz, escultura moderna, se aloja en una vitrina que ocupa el testero de la siguiente capilla.
Interesante es la última capilla de este lateral, con una cubierta muy rebajada, con linterna y decoración de palmas y rocallas. Es una obra de fines del siglo XVIII y su llamativo camarín, trasdosado al exterior para habilitar los huecos de luces, está presidido por la Virgen del Rosario. En la misma se guarda la custodia, de metal plateado y realizada en el siglo XX.
Se distribuyen por el cuerpo de la iglesia di versas esculturas de talla completa que proceden de Gibraltar. Por ejemplo la imagen de San Antonio, que podría ser del siglo XVII, lo mismo que el crucifijo de la Expiración, San Sebastián y el Cristo atado a la columna. Un Cristo de Humildad, que procesiona con la cofradía de la que es titular, también fue sacado de la ciudad del Peñón.
En la orfebrería de la parroquia se incluyen algunas piezas de notable interés. La principal es el copón bajorrenacentista, de plata sobredorada, fechado en el último cuarto del XVI y vinculado a un gran taller, quizás sevillano, apreciándose afinidades con el arte de Francisco Merino y de Remando de Ballesteros el Mozo. La base es polilobulada, el astil es corto con apenas un nudo de jarrón que parece más moderno, y la copa es cilíndrica, con ocho relieves separados por estípites, alternando las Virtudes con bustos que pueden ser de los Evangelistas. También es una pieza interesante el ostensorio de plata sobredorada, con sol de esmeraldas y rubíes, astil con diversas volutas y, en su tercio superior, la figura de un fraile tenante. Fue labrada en México en torno a 1760 y se ha vinculado al taller del orfebre Juan Montiel.
Además se conservan varios cálices de diversa calidad e interés, uno de ellos de plata con esmaltes azules y verdes, de nudo piriforme, fechado en el último cuarto del siglo XVII. Otro, gaditano, está marcado en 1750. El de gajos obra del cordobés Antonio José de Santacruz y Zaldúa, de 1774, llevando los punzones 74/LEIVA y S/CRUZ. Del mismo taller es otro cáliz de base mixtilínea decorada con motivos eucarísticos, nudo en forma de pera invertida y subcopa de rocallas. Y gaditana es la pieza firmada por M. DIAZ hacia 1780. Otro copón liso de nudo piriforme achatado es de 1715, y el clasicista de 1816 se decora con cenefas troqueladas, obra del orfebre cordobés Antonio Ruiz de León. Gaditano parece el incensario, con la casca decorada de rocallas y cuerpo de humo troncocónico, marcado en 1781. Las vinajeras neoclásicas, con hojas de acanto, son madrileñas, realizadas en el taller de Manuel Timoteo de Vargas Machuca en 1782. Por último, las jarras y la salvilla parecen inspirarse en los modelos de la fábrica Martínez. La Virgen del Carmen tiene dos coronas en plata, una neoclásica, decorada con palmas y motivos florales, hecha en Sevilla por M. Palomino en 1841, y otra madrileña, de Meneses.
En la Sacristía, entre otros cuadros de escaso interés, existe una representación de San Felipe Neri, procedente con probabilidad del antiguo oratorio filipense de la localidad y firmado por el pintor sevillano Andrés Cortés. También es de destacar el aguamanil de piedra labrada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El conjunto fue edificado en la primera mitad del siglo XVIII y responde a la estética barroca. La iglesia posee planta de cruz latina con tres naves crucero y cabecera plana. La nave mayor se compone de cinco tramos que se articulan mediante arcos de medio punto sobre columnas toscanas. La cubierta, al igual que en los brazos del crucero y capilla mayor es de bóveda de cañón con lunetos. Las naves laterales se cubren por bóvedas de arista y en el crucero se eleva una cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con yesería. Tanto los muros laterales como los brazos del crucero y tramos de la cabecera presentan capillas adosadas con diverso tipo de cubierta abovedadas.
En su interior destaca el altar Mayor, donde se veneran las imágenes de Santa María la Coronada, San Sebastián, San Roque y San José, traídas desde Gibraltar y que datan del siglo XV.
Al exterior la portada presenta vano de acceso rectangular flanqueado por pilastras toscanas y rematado por frontón que alberga una hornacina, repitiendo el esquema arquitectónico de la portada. La torre es de planta cuadrada con frente liso y cuerpo de campanas con vanos rematados en medio punto.
La Iglesia de Santa María la Coronada, erigida sobre la ermita primigenia dedicada a San Roque es la puerta de salida y de entrada de todas las cofradías en durante la procesión magna del Viernes Santo en San Roque. La Iglesia es un referente simbólico de primer orden para los sanroqueños, pues está situada, como digo, sobre la antigua ermita, que a su vez se erigía en lo alto del cerro, y por tanto, se convierte en el punto de referencia territorial desde donde se ve el peñón y se es visto por sus residentes.
La Iglesia de Santa María La Coronada, de San Roque (Cádiz) se levanta en el mismo lugar en que existió una ermita dedicada al Santo que da nombre a la ciudad. Comenzó la edificación de la iglesia en el año 1735, después de la pérdida de la plaza de Gibraltar; experimentó la construcción largas vicisitudes de modo que no quedó totalmente terminada sino hasta entrado ya el siglo XIX.
En el aspecto histórico constituye esta iglesia una notable manifestación de las inmutables aspiraciones españolas en orden a la integridad del suelo patrio. Esta parroquia ha sido considerada oficialmente como la "única matriz resumida trasladada, iglesia de Gibraltar representada formalmente en la de San Roque" (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
Asomados a la Bahía, a la sombra de las instalaciones industriales del polígono de Guadarranque, se encuentran los restos de esta importante ciudad romana. Había sido un próspero enclave púnico que, tras la incorporación de Hispania al Imperio Romano, tendría el privilegio de ser la primera colonia latina fuera de la península itálica (Colonia Libertinorum Carteia, desde el 171 a. C.). Era indudable su valor estratégico, a las puertas del Mediterráneo, pero también su riqueza pesquera. Los testimonios emergentes tras las prospecciones efectuadas desde los años sesenta, abundan en la significación del asentamiento. Del periodo cartaginés se ha identificado una vía de acceso a la ciudad, flanqueada en parte por un muro de grandes y regulares sillares, así como un tramo de la muralla que abraza la ciudad púnica por el sur. Bajo dominio romano y en tiempos de Augusto se produjo una importante renovación monumental, concentrada en el foro. De este espacio público, que se organizaba en dos niveles unidos por una escalinata, destaca un templo capitolino, en el lugar más elevado. A la misma altura están los restos de lo que se ha considerado una domus. En el plano inferior se encuentran diversas construcciones yuxtapuestas que podrían ser «tabernae». De las termas, obra del siglo I, se han identificado algunas dependencias; en cambio del teatro, edificado a fines de la República, apenas se conservan algunos fragmentos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Situada al fondo de la bahía de Algeciras, hoy término municipal de San Roque (Cádiz), la ciudad que hoy se conoce como Carteia fue fundada en el siglo IV por pobladores púnicos procedentes de un establecimiento de fundación fenicia situado en el Cerro del Prado, a unos 2 km al noroeste. Siguiendo los tradicionales criterios de ubicación fenicios, eligieron para la nueva ciudad un promontorio más cercano a la desembocadura del río Guadarranque, con una buena situación de control sobre el Estrecho de Gibraltar y de abrigo en el interior de la bahía de Algeciras. A lo largo de su desarrollo histórico, su situación es de un gran valor estratégico, hecho que explica su dilatado periodo de ocupación.
La aparición en escena de la ciudad de Carteia se produjo durante la Segunda Guerra Púnica (Roldán et alii, 2006a: 26 y ss.), que acabó con el triunfo de la potencia itálica. Los restos arqueológicos documentados hasta la fecha en Carteia adscritos a este periodo, denotan la magnitud de la ciudad púnica. Se han exhumado los restos de una puerta fortificada de la muralla, con acceso en codo, seguramente de época bárquida, dotada de un recio sistema de casamatas y levantada igualmente con potentes zócalos de sillares bien escuadrados y almohadillados así como con alzados de adobe, todo ello en la mejor tradición de la arquitectura defensiva helenístico-púnica (Bendala y Blánquez, 2002-2003; Roldán et alii, 2006a; Blánquez, 2007). Durante las campañas de 2009 y 2013, ha sido documentado un nuevo tramo de muralla (Blánquez et alii, e.p.). Por otro lado, y gracias a los sondeos realizados en el interior del templo republicano, ha sido posible documentar un altar de la fase bárquida que debió ser parte importante del santuario de la ciudad púnica y un claro testimonio de la perduración del carácter sagrado del lugar, perpetuado con la posterior construcción del edificio religioso romano en época republicana.
Tras las guerras púnicas esta zona sufre el proceso de romanización. Durante la época romana, la ciudad experimentó un notable desarrollo urbanístico, tal y como se constata a partir de los restos arqueológicos exhumados, si bien no muy numerosos, sí suficientemente significativos.
Carteia entró en la esfera romana y, más tarde, fue convertida en el 171 a.C. en la primera colonia latina fuera de la península itálica, bajo la denominación de Colonia libertinorum Carteia.
Es bastante probable que la población romana ocupara los terrenos próximos a la antigua ciudad púnica, siguiendo un modelo de dípolis (Bendala, 1998), tal y como sucede de forma similar en Carmo, donde se asentó un nuevo barrio al sureste del núcleo turdetano preexistente (Beltrán, 2001: 139).
De las estructuras exhumadas correspondientes a este periodo, el templo es su principal representación. El edificio se ajusta al modelo característico de la transición Por los materiales asociados a la destrucción del santuario púnico y la construcción del templo, parece que este último fue realizado en las últimas décadas del siglo II a. C.
Tras la guerra civil entre Julio Cesar y Pompeyo, se inició una nueva etapa para la ciudad, produciéndose la ampliación urbana y la construcción de algunos de sus principales edificios (Roldán et alii, 2006a: 543 y ss.; Roldán et alii, 2013). En época imperial, se produjo la construcción de un gran edificio de planta basilical, Al noreste de la ciudad se construyó el teatro (Roldán et alii, 1998: 174-175; Roldán, 1992; Roldán et alii, 2003: 251-259; Roldán, 2015; Jiménez et alii, 2015) y en la zona baja de la misma, al sureste, se ubicó un importante conjunto termal (Roldán, 1992; Roldán et alii, 2003: 241-250; Romero Molero, 2010), además de una domus con parte del entramado viario (Pérez, 2003: 261-269). La mayor parte de la zona intramuros de la urbe permanece hoy en día sin excavar, por lo que los datos disponibles para valorar la fase imperial de la misma son limitados, aunque significativos.
Tras una progresiva decadencia durante el Bajo Imperio y en época tardoantigua, un dilatado proceso histórico continuaría hasta la caída de la fortaleza meriní de Hisn Qartayanna a manos cristianas en el siglo XIV de nuestra era.
La memoria de la antigua ciudad de Carteia nunca llegó a perderse y, desde el siglo XVI, diversos autores se referirán a los restos arquitectónicos más significativas, entre ellas el acueducto, las termas, o el teatro. A comienzos del siglo XVII Hernández del Portillo llegó a identificar la Carteia romana con las minas del Cortijo de San Roque (Hernández del Portillo, 1994). Con posterioridad, Madoz (1849), Ceán Bemuidez (1832), Romero de Torres (1909, 1934) y Pemán (1942) vuelven a referirse a la ciudad, sin olvidar las descripciones de los ingleses J. Conduit, en el s. XVII, y Cárter un siglo después, que aportaron datos sobre las construcciones todavía visibles -y aún sin excavar- del yacimiento.
Los primeros trabajos arqueológicos fueron llevados a cabo en los años cincuenta y sesenta del siglo XX por Julio Martínez Santa- Olalla, animado en parte por la teórica identificación con Tartessos siguiendo el parecer de autores antiguos de la talla de Estrabón, Plinio o Mela. Por otra parte, Estrabón (3,1,7) también lo relaciona con el culto a Herakles, el Melkart fenicio.
Las excavaciones de Santa-Olalla, efectuadas en la muralla, el teatro y la zona suroeste de las termas, le permitieron rechazar la identificación de la ciudad de Carteia con Tartessos, y definirla como un asentamiento de gran antigüedad, originalmente púnico.
Los años sesenta marcaron la historia reciente de Catieia al acometerse la realización de un polígono industrial que dañó sensiblemente el contexto ambiental y arqueológico de la ciudad. En 1964, para preservar lo principal de ella, se encomendó a M. Pellicer una prospección que permitió delimitar el perímetro urbano e, incluso, la ubicación de las necrópolis, asimismo, el estudio de los materiales del sitio arqueológico determinó que nada en la ciudad era anterior al siglo III a.C. (Pellicer et alii, 1977, 224-225).
En 1965, comenzaron una serie de campañas arqueológicas patrocinadas por la Bryant Fundation y dirigidas por D. Wocxds, F.Collantes de Terán y C. Fernández-Chicarro. Durante cinco años excavaron en diferentes edificios y espacios de la ciudad constatando, en algunos casos, la existencia de niveles constructivos superpuestos, que, desde época ibérica, alcanzaban las etapas romanas, republicana e imperial (Wocxis et alii, 1967; Woods,l969).
Entre 1971 y 1985 hay una nueva etapa de excavaciones sistemáticas, dirigidas por F. Presedo, realizadas con el objetivo de conocer mejor la zona del foro, en particular el edificio del templo, las termas y, en general, enriquecer cuanto fuera posible la información arqueológica que permitiera recuperar la historia antigua de la ciudad (Presedo,1977; Presedo et alii,1982; Presedo y Caballos, 1988). Paralelamente, se realizaron estudios centrados en otras manifestaciones culturales como las emisiones monetales (Chaves, 1979).
A finales de los ochenta se realizaron investigaciones sobre la arquitectura y el urbanismo de la ciudad (Bendala, 1992), y a la publicación de un libro sobre las técnicas constructivas aplicadas en Carteia (Roldan Gómez, 1992). Posteriormente, tras una primera campaña de análisis de la documentación y de los materiales arqueológicos procedentes de antiguas excavaciones (Roldan Gómez, 1995a), se puso en marcha un Proyecto de Investigación bajo los auspicios de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el Estudio histórico-arqueológico de la ciudad púnicorromana de Carteia (Roldan Gómez, 1995b, e.p.). En él se abordó, de manera integral, el proceso poblacional de Carteia. desde sus primeras etapas históricas, hasta la Edad Media. Dirigida la investigación por M. Bendala Galán y L. Roldán Gómez, contó, desde su inicio, con la participación de un amplio equipo de profesores de las Universidades Autónoma de Madrid y Cádiz, especialistas en los diferentes campos culturales contemplados y requeridos por el Proyecto (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
Instalado en la Casa del Corregidor, es un interesante edificio de fines del XVIII rehabilitado recientemente como sede de las actividades culturales del Ayuntamiento y de la Oficina de Turismo. Está estructurado en dos muestras independientes, se paradas por pisos. En la planta inferior se encuentra la exposición monográfica dedicada a la ciudad antigua de Carteia y en la superior la relativa al imaginero local Luis Ortega Bru. La información sobre el yacimiento romano se articula en tres salas, con una introducción en la que se utilizan paneles para ubicar temporal y geográficamente la antigua población, así como una pieza excepcional a modo de preámbulo, el friso de mármol del bucráneo. En la primera sala se ofrece un relato del descubrimiento arqueológico y las distintas campañas de excavación, mostrándose en varias vitrinas algunas de las piezas procedentes del lugar, como monedas emitidas por la ceca de Carteia, pequeños objetos hogareños y el vigoroso retrato republicano de un anciano. En la segunda sala se reconstruye un templo tardorromano y las termas, utilizando algunos de los fragmentos conservados de la estructura. Se completa este capítulo con la ciudad en la antigüedad tardía y la edad media. Por último, en la tercera sala se trata de poner en valor el yacimiento, con presentación de la bibliografía generada por el tema, además de fotografías antiguas del cortijo y de la torre del Rocadillo.
La exposición sobre la obra de Luis Ortega Bru está organizada en tres salas. La primera recuerda la primera etapa en la vida profesional del maestro, estando presidida por una imponente Piedad. En la segunda estancia nos adentramos en el taller del escultor, conociendo su banco de labor y numerosos modelos y bocetos. Por último, se cierra el recorrido con una obra significativa de la historia de la comarca, El Éxodo, un relieve que recrea el momento en el que los moradores de Gibraltar abandonan su ciudad en 1704 para establecerse en su Campo (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Palacio de los Gobernadores es una construcción del siglo XVIII, siguiendo las formas barrocas. El inmueble se organiza en torno a un patio de planta cuadrada, con dos plantas sustentadas por columnas toscanas sobre las que van arcadas de medio punto. Al patio se abre la caja de la escalera de planta cuadrada con cubierta plana decorada por yeserías geométricas, los arcos de acceso son de perfil mixtilíneo. Las cubiertas de la planta baja son en su mayoría abovedadas (cañón, aristas o gallonadas) en la planta alta se disponen cubiertas planas, algunas con yeserías.
El exterior se resuelve mediante paramentos lisos, presentando algunos vanos sencillas molduras. La portada se flanquea por pilastras toscanas. Destaca la Torre-Mirador, de planta rectangular, sus muros se articulan por pilastras toscanas de fuste estriado, entre las que van arcos de medio punto sustentados por columnas toscanas. El caracol de acceso se remata por garita con cubierta semiesférica.
En una dependencia de la planta baja se sitúan las caballerizas, son de planta rectangular y cubiertas de doble bóveda de cañón con lunetas, comunicadas por una arcada de medio punto sobre pilares cuadrados.
El llamado palacio del General Castaños o casa de Torre, en la ciudad de San Roque (Cádiz), es una hermosa construcción de típica prestancia andaluza y notables valores arquitectónicos y artísticos. La severa nobleza de su aspecto exterior -caracterizada por el alto y elegante mirador de arcos y columnas- está en armonía con la suntuosidad de sus dependencias interiores, cumplidamente manifestada en la gracia y elegancia de su patio, la señorial escalera, las amplias salas y el espléndido abovedado de los pisos bajos. A los valores artísticos se unen otros de carácter histórico.
Este majestuoso caserón andaluz fue residencia de los Comandantes Generales del Campo de Gibraltar y guarda así el recuerdo de aquellos que, como el General Castaños o el General León, supieron mantener la presencia española inmediata y digna vigilancia de la integridad del suelo patrio. De este hecho deriva el nombre de palacio de los Gobernadores con que también es conocido este antiguo edificio.
Actualmente, el inmueble alberga la Sección Luis Ortega Bru del Museo Municipal y la Galería Municipal de Arte con exposiciones itinerantes, además de El Éxodo, bajorrelieve que representa a los gibraltareños españoles marchándose del Peñón en 1704, del escultor sanroqueño Luis Ortega Bru (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
La capilla de la Visitación, aneja al Centro Municipal de Asistencia Social, es un edificio de planta rectangular, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos. En los muros laterales, entre pilastras, se disponen cinco capillas hornacinas, que albergan imágenes modernas. Lo más destacable son las dos pinturas que cuelgan en la capilla mayor, fechables entre los siglos XVII y XVIII, que representan a Cristo Redentor y a Santiago en la batalla de Clavijo. En hornacina resaltada por marco arquitectónico se aloja un Nazareno de vestir, que se cree proviene de Gibraltar, aunque aparentemente no es anterior al siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Capilla de Nuestra Señora de la Visitación data del siglo XVIII, de estilo neoclásico. El templo alberga la imagen del Nazareno recuperado de Gibraltar. Entre otras imágenes cabe destacar las de Nuestra Señora de las Angustias y la Virgen de los Dolores que se procesionan en Semana Santa.
En el edificio anexo se encontraba el Hospital de Caridad; fundado en 1776 por una orden del mismo nombre que sustituyó a la existente en Gibraltar. El cometido de las hermanas era hacerse cargo de los enfermos pobres y la crianza de niños expósitos de toda la comarca (Ayuntamiento de San Roque).
Plaza de Armas
La Plaza de Armas fue en principio la Plaza Mayor, el suelo era de arena y aquí se celebraban los espectáculos taurinos. Cuentan que aquí dio el primer pase de muleta Manuel Ballón “El Africano” en 1720. La plaza se creó como tal, con el suelo enlosado, en el año 1846 (Ayuntamiento de San Roque).
Mirador Poeta Domingo de Mena
El Mirador Poeta Domingo de Mena se conoce popularmente como “Los Cañones”, ofrece magníficas vistas del Peñón, de toda la Bahía de Algeciras y el norte de África. En él están ubicados dos de los cañones del siglo XVIII que se utilizaron durante uno de los asedios a Gibraltar. Desde este lugar de retaguardia en los asedios a Gibraltar se hacían las señales necesarias a las fuerzas que combatían en el istmo (Ayuntamiento de San Roque).
La Plaza de toros, inaugurada en 1853, es una de las más antiguas de Andalucía y la segunda más antigua de la provincia de Cádiz. Su diseño fue basado en la Plaza de la Real Maestranza de Ronda, aunque dispone de detalles arquitectónicos únicos. De hecho, se cuenta que el maestro de obras había confiado las mediciones a un maestro de matemáticas local y que fue la causa de que esta plaza no tenga callejón, ya que no había espacio para construirlo, debido a un error con los cálculos. Para la inauguración de la Plaza de Toros fueron programadas dos corridas para los espadas Cayetano Sanz y Francisco Vilches “Llilly”. La primera tuvo lugar el 20 de agosto de 1853.
En la feria de 1885 perdió la vida en este coso el subalterno Mariano El Tornero, y en la de 1946, el novillero mejicano Eduardo Liceaga.
La Plaza pasó a propiedad municipal en diciembre de 1993. Aforo: 3500 personas (Ayuntamiento de San Roque).
La plaza de toros de San Roque es un elemento de carácter exento, con plena singularidad tipológica y volumétrica en la arquitectura de la localidad de San Roque. Se trata de una construcción poligonal regular de dieciséis lados, con un cuerpo adosado de edificaciones, en su flanco sudoeste, para toriles, desolladero y patio de cuadrillas.
La edificación se compone de dieciséis trapecios dispuestos radialmente y con estructura de doble crujía. La crujía interior es ciega, a excepción de la correspondiente a los tres accesos al ruedo y posee una sola altura, ya que está destinada a soportar las gradas escalonadas de los diferentes tendidos de la plaza.
La crujía exterior del anillo del ruedo se compone de dos alturas constantes, lo que se percibe en todo el perímetro de la plaza. El nivel inferior se registra casi en su totalidad desde el exterior de la plaza y agrupa una serie de dependencias, así como las cuatro escaleras que comunican con los tendidos y dos escaleras menores: una da entrada directa desde el viario público al palco de autoridades y otra llega a él desde el callejón del corral. Entre ambas se encuentran los chiqueros. El cuerpo superior es una galería sobre forjado plano, cubierta en todo el perímetro de la plaza, que sirve de tribuna alta.
El ruedo carece de callejón, circunstancia que singulariza mucho a esta plaza pues esto sólo se da en plazas de pequeño porte de ámbitos rurales o en las tipologías más arcaicas. La razón tiene una base histórica: el tracista, a la sazón un maestro de matemáticas de la localidad, erró sus medidas y cuando el maestro de obras replanteó sobre el solar el que iba a ser muro interior de la misma, no disponía de bastante espacio en la parcela para edificar los tendidos. Entonces, al parecer, se optó por construirla para adentro con la doble serie de muros interiores, de forma que se debió de prescindir del callejón para tener un ruedo lo suficientemente espacioso, que tiene un diámetro de 42,5 m. Imposibilitada la existencia de callejón y con un anillo más pequeño, no se pudo trazar un ruedo circular, como se consigue en otras plazas poligonales del siglo XIX. A diferencia de las plazas urbanas que también operan como plazas de toros y que tienen polígonos de menos lados, aquí los ángulos -dado su número- son muy abiertos (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
Cuartel Diego Salinas (nueva Casa Consistorial)
El antiguo Cuartel Diego Salinas, data del siglo XVIII y de estilo neoclásico, punto de envío a los conflictos en el Norte de África, fue uno de los más grandes de su época. El Regimiento PAVIA 19 fue el último en ocupar las dependencias de este cuartel que cerró sus puertas en 1995. Diego Salinas fue el gobernador militar que defendió Gibraltar cuando fue ocupada la plaza por los ingleses.
Actualmente en los pabellones del viejo cuartel militar, conservando su estilo neoclásico se ubica: la Nueva Casa Consistorial, la Biblioteca central, la Escuela Oficial de Idiomas, AMDEL (Club de Trabajo), CADE (Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial), y la Jefatura de Policía Local (Ayuntamiento de San Roque).
La nueva Ermita se construyó en 1801 y es de arquitectura neoclásica, en su interior alberga la imagen de San Roque. En la cuarta semana de abril se celebra la Romería de San Roque, cuando se saca en procesión a esta imagen. El itinerario comienza en el templo hacia el Pinar del Rey y termina otra vez en este lugar santo.
Durante la Guerra de la Independencia las tropas napoleónicas saquearon la Ermita y destruyeron la antigua imagen del santo. Ésta fue sustituida en 1833 por otra ofrecida por el capitán sanroqueño Juan Rojas, que estando destinado en Sevilla, y padeciendo dicha ciudad una epidemia de cólera, hizo una promesa de hacer la efigie si se liberaba de la enfermedad con toda su familia. Así ocurrió, y la nueva imagen de San Roque fue colocada en esta popular iglesia (Ayuntamiento de San Roque).
Estatua de Simón Susarte
En el Parque de Simón Susarte cabe destacar la fuente con la estatua del ilustre cabrero. Simón Rodríguez Susarte condujo a fuerzas españolas mandadas por el coronel Figueroa por los vericuetos del Peñón de Gibraltar, al poco tiempo de haberse perdido éste, en 1704.
Fue la mejor ocasión de recuperar la plaza, pero aquellos valientes fueron abandonados a su suerte por el campamento español, que no intervino, a pesar de estar previsto el ataque (Ayuntamiento de San Roque).
El León
Simboliza el valor, el coraje y la fuerza de los caídos en los asedios a Gibraltar. Su mirada hacia Gibraltar conmemora e indica que Gibraltar reside en San Roque (Ayuntamiento de San Roque).
Estatua de San Roque
El perro de San Roque se llama “Melampo” y según el famosísimo dicho, Ramón Ramírez fue quien le cortó el rabo. Existen varias leyendas sobre la falta de rabo del can. La más conocida se refiere a 1885 coincidiendo con una de las epidemias de peste que asoló estas tierras. Las personas que acudieron a la Ermita de San Roque, se servían de las oraciones y de unos polvos que el santero les vendía. Este producto “mágico” lo obtenía de una mezcla bien trabajada, en la que dicho empleado incluía raspaduras del rabo del perro (Ayuntamiento de San Roque).
Alameda Alfonso XI
La Alameda Alfonso XI data de 1831. El nombre de Alfonso XI se le dio en los años setenta del siglo XX en memoria del Rey castellano que fuera víctima de la peste, mientras sitiaba el Peñón para conquistarlo a los árabes, en 1350.
La Alameda es el lugar de encuentro y de actividad social de la ciudad. En ella se encuentra también el Teatro Juan Luis Galiardo, inaugurado en 1995 y que tiene el nombre del conocido actor sanroqueño. El teatro cuenta con aforo para 686 personas (Ayuntamiento de San Roque).
calle San Felipe
Arteria principal de la ciudad de San Roque. Destaca por sus impresionantes y regulares fachadas con balcones y rejas, y por los típicos patios andaluces.
En el número diez de esta calle nació del galardonado actor Juan Luis Galiardo (Ayuntamiento de San Roque).
calle San Nicolás y calle Historiador Montero
Son las calles más pintorescas del casco antiguo. La cale San Nicolás tiene una parte especialmente costumbrista. En este lugar se encontraba el Convento de Mercedarios que sería suprimido en 1835 en una de las desamortizaciones eclesiásticas. En el mismo edificio reformado en 1843, se encontraba también la iglesia castrense (Ayuntamiento de San Roque).
Fuente María España
Del siglo XVIII. Su imagen está ligada a los aguadores de antaño, que a lomos de burros transportaban los cántaros cargados de fresca agua, con la que surtían a la población sanroqueña. Era punto de descanso para caminantes y lugar de esparcimiento para los vecinos (Ayuntamiento de San Roque).
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