Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el sitio arqueológico de Santa María, en Lebrija (Sevilla).
Hoy, sábado 9 de diciembre, como todos los sábados, se celebra la Sabatina, oficio propio del sábado dedicado a la Santísima Virgen María, siendo una palabra que etimológicamente proviene del latín sabbàtum, es decir sábado.
Y que mejor día que hoy para Explicarte el sitio arqueológico de Santa María, en Lebrija (Sevilla).
Santa María. El sitio arqueológico se ubica en un cerro de perfil redondeado y sus laderas, especialmente por el suroeste, así como por el entorno de la Noria de Santa María que se encuentra en la otra orilla del arroyo de Santa María.
En superficie se observan densidades de restos diferentes según la zona:
La zona de mayor densidad se encuentra en el cerro de perfil redondeado. Se caracteriza por la presencia de abundantes fragmentos cerámicos de piezas elaboradas a mano y algunos restos de industria lítica que indican la existencia de un asentamiento con origen en la Edad del Cobre y con continuidad en la Edad del Bronce.
A unos metros al suroeste del Cerro hay otra zona con abundantes restos dispersos pero en un área más reducida y en ladera. La mayoría de estos restos son constructivos, de época romana, con presencia de elementos cerámicos de uso doméstico y de almacenamiento, que pueden corresponder con un espacio de uso secundario asociado a la villa.
Sobre un pequeño resalte en la ladera oeste del cerro, resguardado de las crecidas del arroyo Santa María aparecen diseminados de forma abundante restos de material constructivo como Ladrillos, Tegulas, besales. También se han localizado restos cerámicos de recipientes destinados al almacenaje y al transporte y sobre todo de tipo doméstico destacando la Terra Sigillata, Gálica, Hispánica y Clara. Todos estos materiales evidencian que en este lugar se erigió en un área residencial una villa con origen el el siglo I d.C., aunque muy probablemente existiera ya en época republicana, y con continuidad durante toda la época tardo-antigua, sin que se observen evidencias de continuidad en la edad media.
Por último, en la zona suroeste, al otro lado del cauce del arroyo sequillo junto a la noria de Santa María se observan los restos de lo que pudo ser un pequeño despoblado de época moderna y medieval.
El yacimiento presenta distintos grados de conservación según las zonas, en función de los agentes de alteración y de la intensidad con la que estos agentes actúan. Además, la erosión y el expolio superficial son otros factores a tener en cuenta.
Santa María II. Este sitio arqueológico se ubica sobre un cerro que se alza al sur del rancho de Esperi, en una zona de campiña.
En superficie se observan abundantes restos de época romana, en su mayoría fragmentos cerámicos, y en menor medida, algún elemento constructivo; destaca la presencia de restos de piezas de almacenamiento y transporte frente a ejemplares de usos cotidiano, entre los que predominan los de época tardía (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la historia de la Sabatina como culto mariano;
Semanalmente tenemos un culto sabatino mariano. Como dice el Directorio de Piedad Popular y Liturgia, en el nº 188: “Entre los días dedicados a la Virgen Santísima destaca el sábado, que tiene la categoría de memoria de santa María. Esta memoria se remonta a la época carolingia (siglo IX), pero no se conocen los motivos que llevaron a elegir el sábado como día de santa María. Posteriormente se dieron numerosas explicaciones que no acaban de satisfacer del todo a los estudiosos de la historia de la piedad”. En el ritmo semanal cristiano de la Iglesia primitiva, el domingo, día de la Resurrección del Señor, se constituye en su ápice como conmemoración del misterio pascual. Pronto se añadió en el viernes el recuerdo de la muerte de Cristo en la cruz, que se consolida en día de ayuno junto al miércoles, día de la traición de Judas. Al sábado, al principio no se le quiso subrayar con ninguna práctica especial para alejarse del judaísmo, pero ya en el siglo III en las Iglesias de Alejandría y de Roma era un tercer día de ayuno en recuerdo del reposo de Cristo en el sepulcro, mientras que en Oriente cae en la órbita del domingo y se le considera media fiesta, así como se hace sufragio por los difuntos al hacerse memoria del descenso de Cristo al Limbo para librar las almas de los justos.
En Occidente en la Alta Edad Media se empieza a dedicar el sábado a la Virgen. El benedictino anglosajón Alcuino de York (+804), consejero del Emperador Carlomagno y uno de los agentes principales de la reforma litúrgica carolingia, en el suplemento al sacramentario carolingio compiló siete misas votivas para los días de la semana sin conmemoración especial; el sábado, señaló la Santa María, que pasará también al Oficio. Al principio lo más significativo del Oficio mariano, desde Pascua a Adviento, era tres breves lecturas, como ocurría con la conmemoración de la Cruz el viernes, hasta que llegó a asumir la estructura del Oficio principal. Al principio, este Oficio podía sustituir al del día fuera de cuaresma y de fiestas, para luego en muchos casos pasar a ser añadido. En el X, en el monasterio suizo de Einsiedeln, encontramos ya un Oficio de Beata suplementario, con los textos eucológicos que Urbano II de Chantillon aprobó en el Concilio de Clermont (1095), para atraer sobre la I Cruzada la intercesión mariana.
De éste surgió el llamado Oficio Parvo, autónomo y completo, devoción mariana que se extendió no sólo entre el clero sino también entre los fieles, que ya se rezaba en tiempos de Berengario de Verdún (+962), y que se muestra como práctica extendida en el siglo XI. San Pedro Damián (+1072) fue un gran divulgador de esta devoción sabatina, mientras que Bernoldo de Constanza (+ca. 1100), poco después, señalaba esta misa votiva de la Virgen extendida por casi todas partes, y ya desde el siglo XIII es práctica general en los sábados no impedidos. Comienza a partir de aquí una tradición devocional incontestada y continua de dedicación a la Virgen del sábado, día en que María vivió probada en el crisol de la soledad ante el sepulcro, traspasada por la espada del dolor, el misterio de la fe.
El sábado se constituye en el día de la conmemoración de los dolores de la Madre como el viernes lo es del sacrificio de su Hijo. En la Iglesia Oriental es, sin embargo, el miércoles el día dedicado a la Virgen. San Pío V, en la reforma litúrgica postridentina avaló tanto el Oficio de Santa María en sábado, a combinar con el Oficio del día, como el Oficio Parvo, aunque los hizo potestativos. De aquí surgió el Común de Santa María, al que, para la eucaristía, ha venido a sumarse la Colección de misas de Santa María Virgen, publicada en 1989 bajo el pontificado de San Juan Pablo II Wojtyla (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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