Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia Santa María de la Mota - Museo Arqueológico, Iglesia de Santiago - Museo de la Semana Santa, Iglesia de San Juan de Letrán, Casa de las Tercias - Museo del Aceite, Hospital de Jesús Nazareno, Casas señoriales, y Puerta de la Torremocha) de la localidad de Montoro (II), en la provincia de Córdoba.
La antigua parroquia de Santa María de la Mota, restaurada a comienzos de los ochenta para usos culturales, se construyó a fines del XIII con tres naves de estructura mudéjar y conserva restos de pintura mural del XIV y un camarín del XVIII (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se encuentra situada en un punto estratégico del casco histórico de la ciudad, cercana a la Plaza de España y contigua al desaparecido castillo de la localidad.
Fue la primera parroquia que tuvo la ciudad siendo trasladada en el siglo XVI a la de San Bartolomé, ubicada en el nuevo centro estratégico del municipio, por haberse quedado pequeña para alojar a la población. Tras este suceso pasó a ser denominada documentalmente como ermita.
El inicio de su construcción podría fijarse en la segunda mitad del siglo XIII. En 1260 aparece citada en determinadas fuentes documentales relacionadas con la concesión de tierras a la iglesia de Montoro.
La iglesia, de estilo gótico-mudéjar, tiene planta rectangular con tres naves y cabecera plana a la que se añadió en el siglo XVIII un camarín para alojar a la Virgen de la Aurora.
Las naves se encuentran separadas por seis arcos apuntados enmarcados por alfiz. Éstos se sustenta mediante la alternancia de columnas sobre plintos, con basas romanas reutilizadas, y pilares rectangulares con columnas y medias columnas adosadas en sus frentes interiores. Los capiteles, de traza románica, se encuentran decorados con diversos motivos destacando elementos fitomorfos de flora abstracta, zoomórficos y antropomórficos y otros de clara inspiración clásica, en todos ellos se aprecian distintos tratamientos estilísticos. Toda la construcción se encuentra realizada en la característica piedra molinaza de la localidad.
En su origen, las naves estuvieron cubiertas por techumbres de madera, de par y nudillo la central y en colgadizo las naves laterales. Estas cubiertas fueron reemplazadas por unas nuevas en la rehabilitación que se llevó a cabo del edificio para adaptarlo a Museo Arqueológico Municipal. El camarín barroco se cubre al interior por cúpula sobre pechinas y al exterior a cuatro aguas.
El acceso al tempo se realiza a través de dos puertas. Tanto la situada a los pies como la de la nave de la Epístola fueron modificadas en el siglo XVII. La portada principal se estructura en torno a un arco de medio punto con pilastras laterales y cornisa, rematándose el conjunto por un frontón curvo.
Por último, cuenta con una espadaña de un sólo cuerpo con arco de medio punto entre pilastras y coronada por un frontón triangular.
Su origen estuvo vinculado al desaparecido castillo del siglo X, hasta que fue mandado derribar, junto con otros, mediante el pacto de Écija de 1469, por haber apoyado Montoro la causa del infante don Alfonso frente a su hermano Enrique IV.
Es la iglesia más antigua de la localidad y quizás una de las más tempranas de la provincia, junto a la parroquial de Castro del Río y la conventual de San Pablo de Córdoba. Fue la primera parroquia que se construyó para la ciudad conocida durante la Edad media con la advocación de Santa María y a partir del siglo XVI como santa María del Castillo, si bien vulgarmente ha venido denominándose como Santa maría de la Mota.
En los momentos previos a la Guerra Civil española, el edificio fue saqueado e incendiado, desapareciendo al completo su mobiliario litúrgico. En la década de 1980 se inició la restauración del edificio, fomentada por don Félix Hernández Jiménez y continuada por don Eduardo Barceló Torres. En todo momento se tuvo como objetivo que fuese la sede del Museo Arqueológico Municipal de la ciudad, objetivo que se hizo realidad.
El Museo Arqueológico Municipal de Montoro, se inauguró el 28 de febrero de 1992 . Tiene dos secciones de las que las piezas que las componen pueden ordenarse según una secuencia de tiempo; desde las rocas y minerales formadas en tiempos en que la Tierra carecía de vida, hasta la dominación árabe, pasando por fósiles de las diversas eras geológicas y los restos de la Prehistoria, y de las civilizaciones ibérica, griega y romana.
El Museo tiene básicamente carácter didáctico, considerándose éste como el principal objetivo al que debe tender la conservación del patrimonio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Museo Arqueológico Municipal de Montoro se encuentra ubicado en la ermita medieval de Santa María de la Mota.
El Museo recoge colecciones de minerales y roca así como exposiciones de fósiles, restos arqueológicos del paleolítico, Neolítico, Calcolítico así como piezas de cerámica íbera, griega, etc.
Su pieza más destacada es una escultura thoracata de época del emperador Trajano (Diputación Provincial de Córdoba).
La iglesia de Santiago, de una sola nave, reformada en 1730 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se encuentra situada en la confluencia de las calles Santiago y Puente, antiguamente llamada Coracha, dentro del casco histórico de la ciudad.
La iglesia para salvar en gran desnivel que existe entre la calle Santiago y la calle Puente, se asienta sobre un elevado basamento de grandes sillares de piedra molinaza, el resto del edificio está construido por gruesos muros de carga con pilastrones de piedra que se distribuyen por las esquinas y paños, entre los que se intercalan cajones de tapial.
La iglesia consta de una nave rectangular y cabecera cuadrada. Los muros de la nave se encuentran recorridos por grandes pilastras que llegan hasta el techo plano de escayola que sustituyó al original en una intervención llevada a cabo en 1924. El presbiterio se cubre con cúpula sobre pechugas decoradas con pinturas murales de mediados del siglo XVIII, representándose en las pechinas las figuras de los cuatro evangelistas. Éste se separa de la nave mediante un gran arco toral, que porta en la clave el escudo de la orden de Santiago, mientras que en las enjutas se despliegan elementos decorativos vegetales y florales.
El inmueble cuenta con dos portadas de acceso una situada a los pies de la iglesia y otra en el muro de la Epístola de la nave, ambas realizadas en piedra clara que la diferencia del resto del conjunto realizado en piedra molinaza. La primera de ellas es de finales del siglo XVI, parte de dos pilastras que sostienen un arco de medio punto, con decoración en la clave, realizado en sillares de piedra, encalados los alternos imitando dovelas. Sobre el arco se sitúa el arquitrabe, rematado por un frontón triangular en cuyo tímpano se encuentra un relieve con el alfa y el omega y una cruz con sudario, todo ello envuelto en un sol radiante. Por último, sobre el frontón, tres pináculos terminados en bola coronan el conjunto.
Sobre la portada y rematando el muro de la fachada se sitúa la espadaña, realizada a finales del siglo XVI o principios del XVII. Consta de un solo cuerpo que arranca de dos grandes aletas o mensulones entre los que emerge la estructura central compuesta por un vano de medio punto, flanqueado por pilastras y rematado por un frontón triangular sobre el que sirve de soporta a una cruz con veleta de forja.
La portada lateral está fechada en 1730. Consta de un arco de medio punto flanqueado por pilastras toscanas que soportan un sencillo entablamento, con arquitrabe, friso y cornisa carentes de decoración, sobre el que asienta un frontón triangular. Éste se encuentra coronado en sus laterales por remates sobre pedestales que portan bolas y en la parte central una cruz de piedra. La decoración se centra en el vano de acceso con un escudo de la orden de Santiago en la clave; en las enjutas del arco con decoración de roleos vegetales y flores y en el tímpano del frontón donde se representa el anagrama de Jesús Hombre Salvador (JHS) dentro de un sol en llamas, recordando al escudo de la Compañía de Jesús.
Exteriormente presenta cubierta a dos aguas en la nave y a cuatro aguas en la cabecera, aumentando su volumetría espacial al caminar por la calle puente debido al gran desnivel en el que está construido en edificio. Junto a la iglesia se encuentra adosada una pequeña casa destinada al santero.
Las características arquitectónicas de la iglesia de Santiago responden a mediados del siglo XVI. Aunque no se han encontrado fuentes documentales en las que se detalle su fundación, si se cuenta con datos que atestiguan la presencia de la Cofradía de la Vera Cruz en esta iglesia desde 1554, volviendo a tener constancia entre los años 1725 y 1732 cuando la cofradía se traslada a la iglesia de San Bartolomé debido a la obras que se estaban realizando en este templo.
En 1924 se realizaron una serie de obras en el edificio, entre las que destaca el cambio de la techumbre de la nave, siendo sustituida por paneles de escayola al interior.
Durante la Guerra Civil, la iglesia fue utilizada como polvorín, sufriendo graves desperfectos y destruyéndose la totalidad del mobiliario litúrgico así como las imágenes devocionales. A partir de 1940 se hizo cargo de ella el patronato de Regiones Devastadas, interviniéndose nuevamente en 1955 al detectarse una serie de grietas en el muro derecho que fueron subsanadas, instalándose la solería que se conserva en la actualidad.
En 1997 el Ayuntamiento de Montoro firmó un acuerdo con el Obispado de Córdoba por el que se cedía el uso de esta iglesia, que llevaba sin culto desde 1940, para sede del Museo de Semana Santa.
A partir de este momento se procedió a su restauración y adaptación como centro de exposiciones, participando en la redacción del proyecto el Servicio de Arquitectura y Urbanismo (SAU) de la Diputación de Córdoba con la colaboración de la Delegación de Turismo. El 5 de diciembre de 2007 abrió sus puertas el Museo de Semana Santa montoreña (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se fundó como colegio en 1791 por don Juan Antonio del Peral y Buenrostro, vicario de la parroquia de San Bartolomé. Durante el siglo XIX pasó a las Hijas del Patrocinio de María, que estuvieron hasta 1990. El templo presenta tres naves cubiertas por bóvedas de arista y separadas por arcos sobre columnas. La cabecera se cubre con bóveda de media naranja sobre pechinas. Llama la atención el camarín neonazarí, de fines del XIX. Junto al coro se conserva la cratícula con relieve del Cordero sobre el libro de los siete sellos. Se veneran aquí las devotas imágenes de Jesús Nazareno y la Dolorosa, hechas por Pío Mollar en 1940 v restauradas por Andrés Valverde en 1991 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Se encuentra situada en la Plaza de Jesús Nazareno, aledaña a la Plaza Mayor de la ciudad, concretamente a espaldas y lindero al Ayuntamiento.
La iglesia de San Juan de Letrán es la única parte que ha llegado hasta nuestros días de lo que fue Colegio de Niñas Educandas. El templo y sus dependencias se encuentran anexos al resto del caserío que conforma la plaza, destacando en uno de sus frentes la portada de acceso al recinto.
La iglesia, de planta irregular consta de tres naves, cabecera de planta cuadrada y camarín con testero plano. La nave central, más ancha y alta, se encuentra separada de las laterales mediante arcos de medio punto que apoyan en columnas toscanas con cimacio, estructurando el espacio en tres tramos. Las naves se cubren con bóveda de arista con arcos fajones. A los pies de la iglesia, ocupando el primer tramo, se sitúa la tribuna del coro sobre un arco escarzano que genera una bóveda con lunetos, en correspondencia con la nave central, y arcos peraltados que acogen bóvedas de aristas similares a los de las naves laterales.
La cabecera se cubre con cúpula sobre pechinas con decoración de rocallas correspondientes al siglo XVIII, distribuyéndose entre la decoración de las pechinas lienzos ovalados con los evangelistas. En el testero de la cabecera se encuentra el camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno, obra realizada durante el último tercio del siglo XIX.
La portada de acceso es similar en material y diseño a la de otros templos de la localidad. A través de ella se accede a una sala de tránsito que pone en comunicación la sacristía y el exterior con la nave del Evangelio. Consta de un arco de medio punto, con ménsula en la clave, flanqueado por pilastras toscanas que soportan un friso con molduras mixtilíneas en sus extremos, sobre el que asienta un frontón triangular rematado por tres copetes, destacando el central a modo de flamero.
La espadaña, realizada con sillares de piedra molinaza, se ubica junto a la portada principal, concretamente sobre el muro que cierra los pies de la fábrica. De estructura sencilla, consta de un solo vano de medio punto rematando el conjunto una cruz con veleta de forja.
Fue fundado como Colegio de Niñas Educandas en 1764 por don Juan Antonio del Peral y Buenrostro, Vicario de la parroquia de San Bartolomé, aledaño a una iglesia que al parecer su origen se remonta al siglo XVI. A lo largo de su historia ha pasado por varias vicisitudes, siendo atendido en fechas recientes por la Comunidad de Monjas del Patrocinio de María, quienes se vieron obligadas a abandonar la institución en 1990.
Por estas fechas el edificio fue adquirido por la administración local, siendo reformado y rehabilitado para albergar dependencias del Ayuntamiento de la localidad, como por ejemplo las actuales oficinas de intervención que se ubicaron en lo que era conocido como Salón Verde, lugar aprovechado por la Congregación de Hermanas del Patrocinio de María como sala de usos múltiples, y donde, según testimonios orales, se realizaron algunos cabildos y reuniones de cofradías locales como por ejemplo la de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Otras dependencias del edificio se destinaron para la sede de la Seguridad Social y para la Mancomunidad del Alto Guadalquivir, Policía local, Archivo, etc.
Como muchas otras parroquias de la época, la iglesia y la Cofradía perdieron la mayoría de sus enseres durante los acontecimientos acaecidos en la Guerra Civil (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Casa de las Tercias se encuentra ubicada en una de las calles más próximas a la Plaza mayor, formando parte del casco histórico de la población.
Este edificio se puede encuadrar en el tipo arquitectónico que consta de una nave transversal de fachada y tres naves en dos alturas perpendiculares a ésta. Debido a su función cuenta con una arquitectura austera y sencilla. Presenta planta rectangular ligeramente achaflanada en uno de sus vértices. Tiene planta en forma de rectángulo irregular, ya que posee dos ángulos en chaflán, uno de los cuales fue hecho "ex profeso" para permitir el giro de los carros, al quedar entre dos calles, hacia las cuales el edificio se muestra exento. Se accede por una portada en uno de los chaflanes y se ingresa en un pequeño patio ubicado en uno de los lados menores de la tercia; a continuación se pasa al interior por una portada con inscripción.
Cuenta con dos plantas que se comunican entre sí mediante una escalera situada en uno de los lados del patio. La baja, que en realidad es un entresuelo por la acusada pendiente de la calle, cuenta con un vestíbulo y una pequeña estancia a la izquierda iluminada por una ventana al patio; a continuación se levantan tres naves de igual altura, separadas entre sí mediante cuatro arcos formeros de medio punto a cada lado, soportados por anchos pilares de sección cuadrangular. Se generan cuatro tramos en cada nave que se cubren mediante bóvedas de arista. Los muros de carga perimetrales son muy gruesos y en el que da a la calle se perforan cuatro vanos de iluminación con fuerte derrame al interior. Estos muros aparecen enlucidos y enjalbegados.
Originalmente, esta planta baja fue utilizada como almacén de aceite, de vino, o ambas cosas, pues se encontraron cuarenta y ocho tinajas de barro cocido semienterradas, puesto que el gollete quedaba a ras de suelo, con el fin de preservar a baja temperatura el producto almacenado y así conseguir una mejor conservación. Esto se conseguía al mismo tiempo por el hecho de ser esta planta un semisótano y estar en penumbra, ya que las ventanas no son muy grandes y están las justas para iluminar lo imprescindible. En la actualidad las tinajas han sido rellenadas y cubiertas. En el tramo final de la nave izquierda había estacas que seguramente sirvieron para colgar objetos.
La planta alta es accesible por la escalera, la cual se ilumina mediante una ventana practicada en el techo y que probablemente se corresponde con una de las buhardas que se aprecian en el tejado desde el exterior. Esta planta, que servía para almacenar el grano, repite prácticamente la estructura de la baja, pues cuenta con una nave transversal desde la cual se accede al gran espacio de almacenamiento, constituido por tres naves separadas mediante cinco arcos formeros de medio punto a cada lado que apean sobre pilares de sección rectangular. La central se cubre con bóveda de cañón apuntado, con cuatro tirantes de hierro retorcido y las laterales mediante bóveda de cañón rampante tabicadas.
La iluminación se efectúa mediante tres vanos en forma de arco de medio punto con derrame hacia el interior, en el cual es posible apreciar el considerable grosor de los muros, y alféizar con mamperlán de madera. La solería era primitivamente de ladrillo plano; la actual, en el mismo material, se dispone en espiga.
Según recoge la descripción del edificio en el informe previo a la restauración, "desde la meseta superior de la escalera parte un estrecho y largo pasillo con solería de ladrillo y bóveda de cuarto de esfera, con lunetos para iluminación. En las paredes hay grafitis, probablemente de los años cuarenta [del pasado siglo]. Al final del pasillo hay una habitación alargada transversal a las naves de la estancia contigua, y cuyas dimensiones son mucho menores. Esta habitación se ha separado del resto en fecha posterior por medio de un tabique. Tiene cubierta plana reforzada por medio de dos arcos diafragma, una ventana y pavimento igual que las otras".
Tras la reforma, en esta parte del edificio se creó una entreplanta para alojar oficinas.
El edificio presenta una cubierta de teja curva, con la cumbrera paralela a la línea de fachada y dispuesta a dos aguas. En este tejado se abrieron buhardas, con distinta finalidad: las que dan a la calle Sor Josefa Artola servían para ventilación de las propias cubiertas, en tanto que las opuestas fueron utilizadas para abrir vanos de iluminación en la bóveda que cierra la nave lateral opuesta al lado de la calle.
La portada principal se abre en chaflán, justamente en el encuentro de dos calles "Sor Josefa Artola y Mártires". Es adintelada, flanqueada por pilastras despiezadas en sillares cogidos con mortero blanquecino que ejerce un efecto bicromo con el rojizo de la molinaza, muy efectista. Estas pilastras se alzan sobre basas molduradas y sostienen el dintel adovelado en el que se lee el año de construcción. Sobre el dintel corre el arquitrabe con finas molduras en gradiente. Las antiguas puertas eran de madera con clavos.
Originariamente, el patio era terrizo. Sigue la traza de un rectángulo irregular por los ángulos achaflanados, más arriba aludidos. Sus muros perimetrales, con seis remates piramidales, son de considerable grosor y en uno de ellos se abre la portada que, si hacia fuera es adintelada, hacia el interior del patio torna en arco carpanel. A un lado se encuentra la escalera. Sus peldaños son de piedra y el pretil de ladrillo enfoscado. Hacia la calle Mártires el muro que cierra el patio presentaba un enfoscado en el que se había fingido un aparejo de sillares con esgrafiado en tono rojizo que no dejaba ver la mampostería. En otros muros del patio el aparejo es de tapial y verdugadas de ladrillo, oculto por el revestimiento, de manera que únicamente se empleó el sillar en una parte de los muros exteriores y en la portada.
En el patio, la planta alta luce un vano de iluminación similar a los restantes.
Una inscripción ilustra el dintel de la portada de ingreso al pósito desde el patio, además de aparecer decorada con una espiga y una rama de olivo en alusión al uso del edificio. Reza: "Se hizo esta obra con intervención del Sr. D. Juan Antonio del Peral y Buenrrostro, prelado de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba y vicario de la de Montoro, artífice Francisco Luis de Mora, vecino de la ciudad de Buxalance y se acabó en 25 de Diciembre de 1786".
En cuanto a la fachada que da a la calle Sor Josefa Artola, se aprecia la división del conjunto en dos plantas, que quedan separadas por una línea de imposta. La planta inferior muestra el aparejo constituido por sillares de arenisca rojiza, también conocida como molinaza, bien escuadrados. Antes de la restauración, la superior aparecía enfoscada y enjalbegada de blanco, lo que se ha eliminado. En la inferior se perforaron tres vanos para aireación del entresuelo; son sencillos, rectangulares, apaisados y llevan reja de hierro en tubo formando retícula. Los de la planta superior, en número de cinco, repiten similar modelo.
En la parte alta de la calle se abre otra portada del pósito, en un muro que describe ligero chaflán. Lo más destacable es su dintel monolítico con mochetas.
El muro medianero con la casa contigua remata en piñón y consta de dos contrafuertes prismáticos y lisos. Bajo el piñón, una pequeña ventana serviría de ventilación para las cubiertas.
Para la construcción de la tercia se emplearon sillares de piedra molinaza, autóctona, procedente de las canteras de la cercana sierra y que da un característico color rojizo. También se utilizaron ladrillos, mampostería y tapial; materiales que en la mayoría de los casos hoy no se ven porque fueron enfoscados y enjalbegados. El ladrillo se empleó en parte de la fábrica de los muros, parte del pavimento y en las bóvedas tabicadas. Madera y herrajes se destinaron a la carpintería, aunque las ventanas actuales carecen de rejas y están renovadas por completo.
Edificio de carácter industrial construido en 1786 por iniciativa de Juan Antonio Peral y Buenrrostro, Vicario de Montoro, y costeado por el Cabildo de la Catedral de Córdoba con arreglo a un proyecto de Francisco Luis de Mora, arquitecto natural de Bujalance. El edificio se destinaría a almacén de productos agrícolas procedentes del cobro de los diezmos eclesiásticos.
Perdida su función originaria al desaparecer los diezmos, el edificio fue utilizado como cárcel, escuela, carpintería y almacén, hasta quedar finalmente abandonado. En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento quien lo adquirió en 1995 con la finalidad de rehabilitarlo para sede del Museo del Olivo.
La tercia de Montoro surgió para gestionar el cobro del diezmo a la Iglesia. El obispado contaba con una herramienta: la Diputación de Rentas Decimales, regida por un vicario, delegado del obispo, para controlar la subasta de los diezmos, los cuales se dividían en cuatro categorías: menudo (ganado, lana, queso, huertas), vino, pan y aceite (Moya Ulldemolins).
Las subastas se solían hacer unos domingos prestablecidos del año. Una vez deducidos los gastos, los beneficios se dividían en tres partes: una para el cabildo, otras para la fábrica de la iglesia y otra para sus ministros.
En la década de los setenta del siglo XVIII hubo buenas cosechas, pero los productos se acumulaban en los almacenes existentes y eso redundó en un aumento de la humedad y el consiguiente deterioro del pan. Fue entonces cuando intervino el vicario de Montoro (1764-1802), Peral y Buenrrostro, prelado de Córdoba, quien decidió hacer la tercia. A sus espaldas tenía su experiencia como administrador del diezmo del aceite en 1762. Fue diligente a la hora de negociar para quedarse con el solar del hospital de Jesús Nazareno, que en 1777 ya fue trasladado a un nuevo lugar. El 24 de mayo de 1784 se firmó la escritura de compraventa, tras haber autorizado el cabildo a Peral y Buenrrostro para que los nueve mil
reales en que fue tasado el solar pudieran ser adelantados por Peral a cuenta de los diezmos.
La inscripción da la fecha de conclusión: el 23 de diciembre de 1786. Posiblemente, el alarife fue Francisco Luis de Mora.
Los difíciles años que siguieron se entreven en las noticias referidas al año 1841, cuando las tercias montoreñas fueron incautadas por el estado; no obstante, el obispado, tras interponer un recurso, recobró la propiedad en 1846. Cuando en 1861 se crearon los Registros de la Propiedad, tras la aparición de una ley hipotecaria que así lo decretaba, la tercia de Montoro fue inscrita a nombre del Cabildo eclesiástico de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, tras haber realizado el escribano Luis Mª Pedrajas las oportunas indagaciones.
Poco después, viendo el obispado que el edificio había quedado sin utilidad alguna, lo puso en venta en agosto de 1863 y lo compró el canónigo Joaquín Ramírez Gallardo por 23.000 reales. Después pasó a Francisca de Paula Alonso y Barrera, vecina de Córdoba, quien lo arrendó, al menos entre 1875 y 1876, a la Junta Provincial de Instrucción Primaria. En 1879 lo vendió a Juan Antonio Benítez Gómez en 6.500 pesetas, quien se lo dejó a su hijo Bartolomé Benítez Romero. Queda éste viudo en 1911 y lo heredan sus hijos Juan Antonio y Mª Rosa Benítez Romero, pero queda en manos del primero, quien lo
transmite en 1943 a su hija Mª Rosa Benítez Cañuelo quien lo utiliza como almacén.
A lo largo de su azarosa historia ha conocido pocas transformaciones y sólo se ha visto afectado por la adición de algunos tabiques para compartimentarlo y hacer algunas dependencias. Una parte sirvió como carpintería. Al parecer, también fue cárcel y escuela.
En 1995 fue comprado por el Ayuntamiento por casi 10.000.000 pesetas y ha sido rehabilitado por una escuela taller con el fin de hacer un Museo del Olivo y albergar talleres.
Las obras de restauración concluyeron en 2006 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Hospital de Jesús Nazareno, fundado en l696 por el hermano Diego de la Cruz, se reconstruyó con la forma actual en el siglo XVIII, pero perdió sus enseres en 1936. Tiene la imagen de Cristo atado a la columna, tallado por José Sacrest en 1958 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El antiguo hospital de Jesús Nazareno se encuentra situado en una de las calles más céntricas de la ciudad de Montoro, aledaña a la Plaza de España.
Es un edificio civil de grandes dimensiones, al que con el paso del tiempo se han ido anexionando otras construcciones de menor interés, ocupando gran parte de la manzana.
Es un complejo conjunto de edificaciones y patios del que destaca su superposición de volúmenes, resaltando las dependencias de tres plantas destinadas a hospital y la iglesia. Desde el punto de vista constructivo se alterna la utilización de la piedra molinaza para los paramentos del cuerpo inferior, para las esquinas y para la iglesia, alternada con muros de tapial encalados en blanco, lo que produce un efecto bícromo que acentúa la división de espacios .En planta, asemeja a un rectángulo casi perfecto en el que se distribuyen las dependencias en torno a tres patios.
La fachada del edificio se dispone en sentido paralelo en la calle Alta, destacando en ella dos portadas de ingreso que, una para el hospital y otra para la iglesia, ambas realizadas en el siglo XVIII.
Dentro del conjunto de edificaciones y patios que componen el hospital, y que a comienzos del siglo XX estaban dedicados a salas de medicina, de cirugía, farmacia, botiquín, dispensario, etc., destacan el patio principal y la iglesia.
Las trazas de la iglesia son atribuidas a Francisco Hurtado Izquierdo, por la similitud del esquema desarrollado por éste en la iglesia de San Juan de Dios en la localidad de Priego. Consta de una nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos y dividida en tres tramos por arcos de medio punto, situándose el coro alto a los pies. La cabecera es plana y se cubre con cúpula sobre pechinas, dividida en ocho segmentos, donde se distribuye la profusa decoración de yeserías polícromas.
A la iglesia se accede por una portada situada en el penúltimo tramo de la nave, en el muro de la Epístola. Su construcción se ajusta a 1778, año en que finalizaron las obras del templo. Consta de un arco de medio punto, con ménsula en la calve, flanqueado por pilastras cajeadas sobre pedestal. Éstas sirven de base a un entablamento sobre el que campea un frontón triangular partido con remates de perinolas. Del centro emerge una hornacina de medio punto flanqueada por pilastras y coronada por un frontón curvo partido en cuyo centro se erige una cruz. Algunos investigadores atribuyen la realización de esta portada a Antonio Pérez Palomino o a Francisco de Mora, maestros de Bujalance, activos en estas fechas en la localidad de Montoro.
La portada del hospital, se estructura mediante un arco de medio punto dovelado, con decoración de un escudo en la clave, apoyado sobre pilastras toscanas, conjunto realizado en piedra molinaza. En el nivel superior se asienta un entablamento con inscripción en el friso, que sirve de base a un balcón. Tras el zaguán se accede al patio principal de planta rectangular, conformado por cuatro crujías con siete arcos de medio punto cobre columnas, con éntasis, en el piso bajo, mientras que en el superior, encontramos un balcón central de tres vanos con arcos rebajados sobre columnas flanqueado por dos ventanas rectangulares enmarcadas por molduras mixtilíneas.
En la confluencia de las calle Salazar con la calle Sor Josefa Artola, se sitúa sobre la cornisa del edificio un la espadaña.
Consta de un cuerpo, dividido en tres vanos de medio punto para las campanas, siendo el los vanos laterales más anchos que el central, sobre el que se dispone un óculo y remate a modo de frontón fingido.
Su historia se remonta a 1632, aunque su creación tuvo lugar el 5 de enero de 1699, a cargo del Cardenal Salazar, quien mandó fundar el Hospital bajo la advocación de Jesús Nazareno, declarando que el residuo que quedase de las rentas pertenecientes al Hospital y Obra Pía de la Caridad, que ya existía en esta ciudad, fuese entregado al nuevo hospital, así quedaban unidos ambos centros. Debido a que el edificio que ocupaba se encontraba obsoleto y con dificultades para ser ampliado, se decidió trasladarlo al lugar que hoy día ocupa.
Las obras del edificio se atribuyen a Francisco Hurtado Izquierdo, reproduciendo en la iglesia el esquema de la de San Juan de Dios de Priego, siendo inaugurado el 11 de enero de 1778.
Desde su apertura hasta los años 1867-1868 sufrió sucesivas transformaciones destinadas a mejorar las condiciones higiénicas del edificio. El Hospital ha sido administrado por el Ayuntamiento de Montoro, al que por Real Orden de 17 de Julio de 1898 se le reconoció el carácter de Patrono de la Fundación. Con posterioridad por Real Orden de 23 de julio de 1927 fue considerado de beneficencia particular mixta.
La iglesia, lo largo de su historia ha sufrido dos incendios uno el 20 de junio de 1849, que destruyó parte del templo, y otro en 1936 en el que desapareció el retablo mayor, siendo restaurada con posterioridad.
Actualmente es Residencia de Ancianos Jesús Nazareno, regida por el Patronato de la Fundación benéfica del mismo nombre (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Blasones, escudos nobiliarios, frontones característicos de molinaza… Es la oportunidad perfecta para que puedas apreciar en primera persona estos exclusivos emblemas que no encontrarás igual en ninguna otra ciudad.
Durante tu recorrido por el casco histórico de Montoro, verás muchas de estas casas con portadas engalanadas por escudos de armas y otros elementos característicos relacionados.
Los escudos de armas nacen como tales en el siglo XII con motivo de distinguir a los caballeros que demostraban mayor valentía en campo de combate contra los musulmanes.
Generalmente este tipo de blasones se colocaba en las Casas Solariegas, es decir, en la residencia de nobles y ricos que vieron en Montoro el sitio idóneo para construir su residencia habitual.
Estos edificios han soportado el paso del tiempo y nos permiten conocer, de primera mano, cómo vivían las clases acomodadas del siglo XVIII. En estos pequeños palacios se respira historia, ya que en sus paredes ha quedado grabado el paso del tiempo en cada una de sus rejas, puertas o ventanas.
Son muy abundantes las casas antiguas con portadas que van desde el siglo XVI al XIX. Por citarte alguna, destacamos la situada junto a la cabecera de la Parroquia de San Bartolomé, con cuatro blasones de piedra en la fachada de distintas épocas -dos del siglo XVII y dos más de transición al neoclásico-.
Existe una considerable variedad de escudos que podrás contemplar en tu visita. Una de las características que más han atraído la atención a los historiadores del arte que han participado en el análisis de alguno de estos emblemas nobiliarios es el uso y florituras de los yelmos colocados sobre la caja del escudo.
De la misma forma, muchos de estos expertos han comentado que algunos linajes no se corresponden con los representados en los diferentes cuarteles del emblema.
Asimismo, también encontrarás propias invenciones de carácter religioso como el situado en la calle Bartolomé Camacho, que representa la cita: «de la Verdad de la vida con las llaves de San Pedro».
Destacamos: casa señorial en la calle Manuel Criado Hoyo. Te invitamos a que observes en la calle Manuel Criado Hoyo, 4 -consecutiva a la Plaza de España-la fachada de esta casa señorial del siglo XVI: llamará tu atención su prominente portada de estilo renacentista con sillares de molinaza almohadillados, y rematada con un frontón partido sobre el que se asienta un pequeño balcón flanqueado por escudos nobiliarios (Ayuntamiento de Montoro).
La Torre Mocha se encuentra situada en una zona de la muralla de Montoro en la que posteriormente se realizó la apertura de una puerta. Se encuentra visible desde el interior del patio o corral de una vivienda midiendo aproximadamente entre 6 y 7 metros de lado.
Debido al estado de deterioro en que se encuentra se percibe más fácilmente la estructura de la misma, comprobándose que el interior de la torre posee relleno de material recubierto por sillares bien cortados de piedra molinaza dispuestos a soga y tizón, salvo en sus dos primeras hiladas donde se colocan los sillares a soga. La parte superior ha perdido los sillares, quedando a la vista el relleno de la torre.
La disposición a soga y tizón en la misma hilada se utiliza mucho hasta el siglo XI. En Córdoba será cada vez más frecuente entre los siglos XI y XV la reducción de la dimensión de las hiladas hasta los 0,40 metros de altura, medida a la que aproximadamente se ajusta la altura de los sillares de la Torre Mocha. Estos datos pueden hacer pensar que su cronología estaría cercana al siglo XI.
Por el exterior sólo es posible ver uno de los paramentos, en el cual son patentes los trabajos de consolidación con materiales que enmascaran parte de la torre. Sin embargo, se comprueba que no posee un lienzo de sillares continuos tal y como sucede en el interior, sino que se ha ido colocando piedra de distintos tamaños para la contención de la misma y el adecentamiento de este acceso.
Su estado de conservación es deficiente. La torre queda embutida en los edificios colindantes, puesto que actúa como muro medianero entre dos parcelas con un saliente muy reformado hacia el "Callejón de la Torre Mocha" y, concretamente, al arco del mismo nombre. Desde el interior se advierte su situación de deterioro propiciada por una oquedad de grandes proporciones en la parte sur, hoy utilizada como corral de gallinas, y, sobre todo, por la colocación en su parte superior de una terraza de ladrillo con cubierta de uralita hoy se encuentra casi en su totalidad en el patio interior de una vivienda de la calle Santos Isasa, en el casco urbano de Montoro (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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