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viernes, 30 de agosto de 2019

El edificio de viviendas y locales "Ybarra y Lasso de la Vega", de José Galnares Sagastizábal y Albert Wespi Schneider, en la calle Adolfo Rodríguez Jurado, 6


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el edificio de viviendas y locales "Ybarra y Lasso de la Vega", de José Galnares Sagastizábal y Albert Wespi Schneider, en la calle Adolfo Rodríguez Jurado, 6; de Sevilla.    
      El edificio de viviendas y locales "Ybarra y Lasso de la Vega", se encuentra en la calle Adolfo Rodríguez Jurado, 6; en el Barrio del Arenal, del Distrito Casco Antiguo.
     José Galnares Sagastizábal, nacido en Sevilla en 1904, se tituló tras diversas peripecias en la Escuela de Barcelona. Allí recibe la influencia de las nuevas corrientes racionalistas que se asientan en Cataluña, y esta influencia es patente en parte de su obra. Construye este edificio de la calle Rodríguez Jurado para el Conde de Ybarra, en los años 1935-36, junto al arquitecto suizo Albert Wespi Schneider. 
 El edificio se sitúa en el centro histórico de Sevilla, ofreciendo su fachada a la Avenida de la Constitución, en el entorno del área monumental de la Catedral, Alcázar y Archivo de Indias. La apertura de la Avenida de la Constitución fue iniciada en 1906 con proyecto del arquitecto municipal José Sáinz y López, y concluida en 1915, en lo que supuso la mayor operación de ensanche interior desarrollada en la ciudad. La idea subyacente en esta reforma urbana, de monumentalización del centro histórico a través del espacio público, quedó subrayada por la inclusión de arquitecturas historicistas acordes con las corrientes hegemónicas de la época. 

   El edificio se sitúa en el plano de fachada urbana de la calle Adolfo Rodríguez Jurado, que resuelve la transición entre la Avenida de la Constitución y la calle Santander. Se beneficia de la resolución de este encuentro entre estas vías, que se realiza a través de un espacio abierto de planta triangular, que encuadra la perspectiva con el Archivo de Indias en primer plano, y la Catedral en el fondo. En la dirección opuesta, este espacio permite la visión de la fachada completa del antiguo teatro Coliseo España, así como la portada de la Casa de la Moneda; antigua ceca de la ciudad. La presencia del edificio resulta notoria en su contexto, especialmente por el contraste de lenguaje que ofrece con los edificios de estilo mayoritariamente regionalista de la zona. No obstante, en su composición y materiales procura contribuir a la representatividad del entorno.
   Si bien la significación social del edificio es limitada, por tratarse de un uso privado desde sus orígenes, su impacto estético fue enorme en el momento de su construcción, debido al contraste de su imagen racionalista respecto al peso de la arquitectura histórica del entorno monumental de la Catedral, Archivo de Indias y Alcázar, y a los edificios regionalistas que constituyen la seña de identidad de la Avenida de la Constitución.
   El proyecto pasó por vicisitudes diversas que son muestra tanto de la incertidumbre cultural y estética imperante en la ciudad tras la Exposición de 1929, y de la capacidad ecléctica del autor. Tras diversas soluciones iniciales de corte historicista, Galnares Sagastizábal logró finalmente sacar adelante su proyecto en claves absolutamente racionalistas. Esta cierta vacilación aparece en algunos proyectos del mismo autor en la misma época, contrapuestos a otros de una decidida factura racionalista, con la magnífica Factoría de Hilaturas y Tejidos Andaluces S.A. (HYTASA), de 1937-1944. Contrasta absolutamente con el ejercicio historicista que Galnares realizó como sede de Hacienda en los albores del Franquismo, en la vecina calle Santander.
   Fue uno de los primeros edificios modernos construidos en el centro histórico de Sevilla, aún en la etapa republicana, tras el edificio Lastrucci, finalizado en el año de inicio de esta obra. Se trata, no obstante, de la primera obra netamente moderna construida en el entorno monumental de la Catedral, Archivo de Indias y Alcázar de Sevilla, y sigue siendo una de las contadas muestras del Movimiento Moderno en la zona.
   Este inmueble es uno de los casos más claros de apuesta por el racionalismo en la anteguerra en Andalucía. Situado en pleno centro histórico, da una brillante lección de cómo la vanguardia es capaz de convivir con un entorno monumental. Se trata de un edificio con una altura total de siete plantas, en el que se distinguen formalmente la planta baja, a modo de gran zócalo comercial, y la última planta retranqueada, que no se muestra a la calle, atenuando la presencia del edificio en el entorno.
    El programa a desarrollar originariamente mezclaba el uso residencial con el comercial. Un total de siete viviendas, con una superficie de 262 m2 cada una, se integraban en la finca, que incluye asimismo un local comercial destinado a albergar las oficinas de la naviera del promotor originario.  

   La planta baja aloja el local comercial con acceso directo desde la calle, de doble altura, consiguiéndose un paño transparente que enfatiza la estructura del edificio. Los huecos de las plantas tipo superiores se disponen en hilera consiguiendo un único paño acristalado, destacando su horizontalidad mediante el pretil sobresaliente y corrido a lo largo de dos terceras partes de la fachada, que se reviste con aplacado de piedra. Tanto el pretil como la carpintería sobresalen del plano principal de la fachada, curvándose ambos en sus extremos en el encuentro con la misma. La tercera parte restante al extremo derecho de la fachada, se marca por la disposición de una cristalera corrida vertical que recorre el edificio en toda su altura, enmarcada en una retícula matriz de dos calles en vertical y tres divisiones horizontales por planta, formada por elementos de piedra.
    La propuesta de fachada supuso para el arquitecto un auténtico reto de implantación de sus ideas renovadoras, y es, de hecho, el elemento de mayor interés, recordando a ciertas obras iniciales centroeuropeas en el uso del hormigón, para liberarla de su capacidad portante. El volumen curvo volado y el hueco vertical citado son expresión de lo anterior, es decir, de la utilización de este plano para llevar la luz al interior y hacerse expresión de una nueva arquitectura. Esto sirve para distinguir la iluminación de la primera crujía desde el interior de las estancias: mientras que la que ocupa la posición central y la de la izquierda cuentan con el hueco horizontal alargado, la de la derecha, detrás del hueco vertical, se abre al exterior desde el suelo al techo, con seis huecos en cada planta detrás de la mencionada retícula de piedra. Desde el interior del edificio, los generosos huecos permiten una relación visual directa con el entorno del Archivo de Indias y el Alcázar de Sevilla.
   El acceso al edificio se realiza desde una puerta situada bajo la retícula vertical. Un vestíbulo alargado que avanza hacia el interior de la finca pegado a la medianera derecha, hasta alcanzar el arranque de la escalera principal del edificio. Este arranque de la escalera es un episodio singular que afortunadamente ha sobrevivido a la reforma realizada, abriéndose de manera generosa y mostrando los elementos de cerrajería; barandilla y pasamanos, que perviven de la obra original. La escalera, de dos tramos por planta, se mantiene igualmente en su estado original, vinculada al patio principal del edificio, con un hueco vertical que la ilumina en toda su altura.

   La construcción del edificio explotó las posibilidades que ofrecía el empleo del hormigón armado, si bien se muestra conservador a la hora de llevar hasta sus últimas consecuencias la fenêtre en longueur de la fachada. Es de señalar el cuidado en la resolución de los detalles, en especial el mantenimiento de la directriz curva en la vuelta del balcón volado en los elementos de piedra, carpintería y vidrios, que constituyen una de las señas de identidad del edificio.
   El edificio se encuentra en uso y en buen estado de conservación. Entre 1988 y 1991, fue sometido a una renovación integral para su adecuación íntegra a usos comerciales y administrativos, a costa del uso residencial original. El motivo de la reforma fue interés del nuevo propietario, la compañía Seguros Bilbao, por ampliar su sede en el centro de Sevilla y disponer de espacio para el alquiler de oficinas a profesionales. Esto se encuadra en un escenario de progresiva desaparición de usos residenciales en la zona a favor de los administrativos, resultado del proceso de terciarización del centro histórico de Sevilla, iniciado en la década de los años 60. El edificio no se libró de estos cambios, sustituyéndose progresivamente el uso residencial desde la posguerra en adelante, y manteniéndose solamente una única vivienda en el momento en que se acometieron las reformas del finales de los años 80.

   La reforma mantuvo esencialmente la singularidad de la fachada, aun con la sustitución de la carpintería original por una de perfiles de mayor sección en aluminio, y el vidrio transparente por un vidrio reflectante. De igual manera, fueron mantenidos elementos singulares como la escalera principal, cuyo arranque sigue siendo el elemento singular que caracteriza el vestíbulo. Se mantuvieron los patios previstos en el proyecto original, con atención especial hacia el patio que ilumina la escalera. Igualmente, tanto en la azotea, como en la caja de escaleras, se mantienen los elementos originales de carpintería metálica y cerrajería de acero, característicos de la época.
   No obstante, la reforma ha alterado significativamente la distribución y materialidad interior del edificio, completamente reconfigurada. En la planta baja, se aprovechó la altura del local originariamente destinado a la sede de la naviera del promotor, creándose la oficina de atención al público de Seguros Bilbao, que incluye una nueva entreplanta dispuesta en maisonette, ofreciendo su doble altura a la fachada principal. 
   En las plantas superiores, la distribución original de las viviendas, algo caótica, fue completamente reformada para ofrecer tres locales de oficinas por planta; dos a la fachada principal, y uno en el fondo de la parcela. Hacia el patio principal, y junto a la escalera, se dispusieron aseos comunes por planta, que sirven a las oficinas. No obstante de la profundidad de la reforma, se mantienen del proyecto original el funcionamiento del ascensor de doble puerta, así como la escalera principal (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía y Docomomo Ibérico).
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Más sobre la calle Adolfo Rodríguez Jurado, en ExplicArte Sevilla.

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