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viernes, 16 de agosto de 2019

La Iglesia de San Roque


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Roque de Sevilla.    
   Hoy, 16 de agosto, en Lombardía, en Italia, Memoria de San Roque, que, nacido en Montpellier, en la región francesa del Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste (c. 1379) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].    
      Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Roque, de Sevilla.
     La Iglesia de San Roque [nº 113 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla] se encuentra en la plaza Carmen Benítez, 6; en el Barrio de San Roque, del Distrito Nervión.
      En un curioso triángulo, frente a Antonio Machín y frente a la capilla de los Ángeles que heredó su primitivo título, se sitúa la parroquia dieciochesca de San Roque. Su origen remoto hay que buscarlo en la segregación de una parte de la antigua feligresía de San Bernardo, un extenso terreno que iba desde Santa Lucía hasta el Prado, abarcando las zonas del llamado Campo de los Mártires y la Calzada. Fundada en 1578, fue conocida en sus orígenes con el título de la capilla donde se ubicó la del antiguo hospital de Nuestra Señora de los Ángeles. Respaldada por el cabildo de la Catedral, la Giralda y las azucenas que siguen apareciendo en su portada, el templo primitivo se terminó en 1585. Debió ser un templo modesto, de tres naves y sin notable gran patrimonio, salvo el retablo mayor que tuvo desde 1667 procedente de la capilla de San Pablo de la Catedral. Este primitivo edificio desapareció en un incendio en el año 1759. La nueva parroquia fue proyectada por Pedro de Silva y edificada entre 1760 y 1764. Sufrió un nuevo incendio, intencionado, en 1936; perdiendo notables obras artísticas como una serie de pinturas de Vicente Alanís, obras de Pedro Tortolero, la Virgen de Gracia, el antiguo Nazareno de las Penas y diversas tallas procedentes del desaparecido convento de San Agustín. Destacó sobre todo la pérdida del antiguo crucificado de San Agustín, milagroso crucificado gótico que fue en siglos pasados la gran devoción de la ciudad.

   La iglesia presenta planta rectangular, formada por tres naves con columnas toscanas de mármol rojo de las canteras de Morón, con bóveda central de cañón, siendo un ejemplo de la transición entre las formas del Barroco tardío y las primeras tendencias neoclásicas. El empleo de columnas de mármol rojo sobre pedestal sigue el esquema de la parroquia de San Nicolás, inaugurada pocos años antes. La torre, de claro recuerdo barroco y de formas inspiradas en la tradición local que luego se expandirán por todo el Condado de Huelva, está formada por cuerpo de campanas articuladas y por pilastras pareadas, estando rematada por chapitel en forma de pirámide de ladrillo. La portada, en color blanco y albero, presenta pilastras enmarcadas con frontón mixtilíneo y sobre su ático pilastras con frontón recto adornado con la Giralda y jarra de azucenas, emblema del cabildo catedralicio. En una hornacina se sitúa el titular de la parroquia, San Roque, el peregrino francés protector de los infectados por la peste que es consolado por un perro que le acompaña a sus pies. Recientes son los azulejos con los titulares de la hermandad penitencial, obra de Enrique Orce con clara inspiración en piezas de décadas pasadas, siendo aún más reciente la colocación de un azulejo que representa a la Virgen de la Sierra.   

   Ya en el interior, la parroquia de San Roque mantiene un cierto aire popular con recuerdos de décadas pasadas simbolizados en el añejo monaguillo que sirve de hucha en la entrada. En el presbiterio, el retablo mayor se recompuso con diversas pinturas tras la desaparición, en 1936, del antiguo. Se compone de tres cuerpos y ático, estando compuesto por un apostolado y una pintura del Resucitado atribuidos a la mano del pintor renacentista Pablo Legot, salvo el apóstol San Bartolomé. La hornacina central del primer cuerpo está presidida por una talla de la Virgen del Carmen de finales del siglo XIX, mientras que la hornacina central del segundo cuerpo la preside una talla moderna de San Roque. Todo el conjunto está coronado por un lienzo moderno que representa a la Virgen de los Reyes. En la zona del presbiterio se sitúa una talla de la Virgen de las Madejas, copia moderna de Rafael del Río de la antigua devoción colocada en los Caños de Carmona que, tras ser profanada en su lugar original, fue trasladada a la parroquia, desapareciendo definitivamente en el incendio de 1936.

   En la cabecera de la nave lateral izquierda se sitúa el retablo sacramental, presidido por los titulares de la hermandad de penitencia, obra neobarroca de Francisco Ruiz (el maestro Curro), realizado en 1945 y coronado por una copia de una Inmaculada de Murillo. Nuestro Padre Jesús de las Penas es obra de Antonio Illanes Rodríguez (1939), y vino a sustituir al antiguo titular, desaparecido en 1936. Nuestra Señora de Gracia y Esperanza es obra de José Rodríguez Fernández Andes (1938) y fue remodelada por Sebastián Santos en 1961, dándole el aspecto actual. La talla del San Juan es obra de Antonio Castillo Lastrucci (1943). La popular hermandad penitencial fue fundada en 1901 en torno a la imagen de un Nazareno, donado a la parroquia en 1756, y a una Dolorosa atribuida a Blas Molner que procedía de una ermita existente junto a la Cruz del Campo. En la misma nave, junto al lienzo moderno de las Ánimas Benditas, se sitúa la copia que realizó Agustín Sánchez Cid del antiguo Crucificado de San Agustín, con el busto de una Dolorosa a sus pies. Basado en el milagroso original, sigue presidiendo la función anual en la que el Ayuntamiento agradece el fin de la epidemia de peste que asoló a la ciudad en 1649.   

   En el testero derecho destaca el retablo de Nuestra Señora de la Sierra, la patrona de Cabra, presidido por la copia de Luis Ortega Brú (1953); el retablo moderno de la Virgen de la Cinta, el de San José y el de la Piedad. Sobresale el retablo barroco con el grupo pictórico de la Piedad, copia del conocido original de Van Dyck.
   Tuvo la parroquia pujante hermandad Sacramental, a pesar de la modestia de la feligresía, llegando a tener un retablo barroco encargado a Felipe del Castillo hoy desaparecido. También es un recuerdo la existencia de la antigua hermandad de Santa Justa y Rufina, que se trasladó en el siglo XVIII a la parroquia del Sagrario. Casi una leyenda es el recuerdo del antiguo bandido Diego Corrientes, cuya calavera descansó en la bóveda de la parroquia tras su ejecución pública. Cuentan que desapareció y sirvió como pelota para los niños de la feligresía. El denso tráfico de la zona quizás impediría hoy la afición a tan macabros deportes... (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010). ´
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Roque
Santo antipestoso del siglo XIV cuyas biografías, francesas o italianas, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. Puede decirse que "era más conocido por la devoción popular que por la historia de su vida". Algunos historiadores han llegado a sostener que su existencia era tan mítica como la de san Fuerte de Burdeos.
LEYENDA
   Nació en Montpellier hacia 1350 y habría venido al mundo con una pequeña cruz roja sobre el pecho. Quedó huérfano a muy temprana edad. Cuando murieron sus padres repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales, vistió hábito de peregrino y en 1367 se dirigió a Roma donde estu­vo tres años, hasta 1371.
   Al llegar a Acquapendente, en los Apeninos, encontró la ciudad devastada por la peste: asistió y animó a los enfermos a quienes curó haciendo la señal de la cruz sobre ellos.
   Al regresar de su peregrinación, en Plasencia sintió los primeros síntomas de la enfermedad. Una noche un ángel le advirtió que le había llegado la hora de sufrir. Aunque se sintió atravesado por el dolor, en vez de quejarse, dio gracias a Dios y se retiró en un bosque impenetrable para morir en soledad y no contagiar a nadie.
   Dios le envió un ángel consolador y curador para que lo asistiese en su soledad, el cual aplicó un bálsamo sobre su herida, y también hizo brotar  una fuente para que Roque pudiera aplacar su sed febril. Además, lo aprovisionó de alimentos: cada día, el perro de un señor de la región le llevaba un pan robado de la mesa de su amo. El perro proveedor tiene en esta leyenda la misma función que el cuervo que alimentó al profeta Elías y a san Pablo ermitaño.
   Restablecido, partió hacia Montpellier donde nadie pudo reconocerle, ni siquiera su tío. Fue denunciado como espía y lo encarcelaron. Un día, su carcelero lo encontró muerto, irradiando una luz sobrenatural.
   En verdad habría muerto en Lombardía (Angeria), hacia 1379.
   Esta leyenda parece copiada en parte de la de san Alejo, quien regresó de los Santos Lugares para morir en Roma como mendigo anónimo, bajo la escalera de la casa paterna.
CULTO
   El culto de «monseñor san Roque, verdadero preservador de pestilencia", se desarrolló tarde, incluso en Montpellier, cuya universidad en 1410 todavía se encomendaba a san Sebastián para hacer que cesara una epidemia de peste. Evidentemente, fue la competencia de un santo universal como, San Sebastián, invocado desde mucho tiempo antes contra las flechas de la  peste, quien postergó el progreso de la devoción a san Roque, aunque éste haya tenido sobre aquélla ventaja de haber curado apestados y de haber contraído él mismo esa terrible enfermedad.
   Hay dos hechos que explican la difusión del culto de san Roque en el siglo XV: la decisión del concilio de Ferrara, que amenazado por una epidemia de peste habría prescrito plegarias públicas para pedir la intercesión del  santo de Montpellier, y el traslado de una parte de sus reliquias a Venecia, en 1485.
   A partir de entonces, las cofradías de san Roque se multiplicaron en Francia, y también en Italia, donde llevan el título de Confraternita o Scuola di San Rocco. El teatro de los autos sacramentales también contribuyó a la popularidad de san Roque. En 1493 se puso en escena un Mystere de Monseigneur saint Roche (Misterio de monseñor san Roque). Una cofradía de san Roque tiene una capilla en la iglesia de los carmelitas de París.
   Este culto popular precedió a su canonización oficial. Fue recién en el siglo XV cuando el papa Gregorio XIII inscribió su nombre en el Martirologio, en el XVII cuando fue canonizado por el papa Urbano VIII.
Lugares de Culto
   En el sur de Francia se dedicaron numerosas capillas al "gentilhombre de Montpellier", al «glorioso san Roque», sobre todo en ocasión de las epidemias de peste de 1630 y de 1720. En París, Luis XIV colocó en 1653 la primera piedra de la iglesia de la calle Saint Honoré, destinada a reemplazar una capilla que se había vuelto demasiado pequeña. En Pontcarré en Brie, los peregrinos pasaban bajo el relicario de san Roque para preservarse del cólera.
   En Italia, Venecia adoptó a san Roque, cuyas reliquias se había procurado en 1485 porque estaba particularmente expuesta a la peste a causa de sus relaciones comerciales con Oriente, cuna de las epidemias. Se glorificaba al santo por haber salvado de la terrible enfemedad, mediante la señal de la cruz, a numerosas ciudades de Italia (multas Italiae urbes a morbo epidemiae signo crucis liberavit).
   El culto de san Roque está probado no sólo en Venecia sino en Portugal (Lisboa), en Alemania (Bingen), donde se realiza una peregrinación en su memoria a Rochusberg, y en Bélgica (Amberes y Huy). No obstante, la extensión del culto de san Roque permaneció limitada a Europa occidental, el Oriente cristiano nunca lo ha reconocido.
Patronazgos
   Algunas corporaciones lo habían adoptado como patrón: los marineros del Loira, los canteros y los empedradores, porque empleaban en su trabajo trozos de roca (roche).
   También se lo consideraba protector de los animales. El 16 de agosto, día de su fiesta, el sacerdote bendecía hierbas: jaramago (fr.: roquette), menta y poleo, que los campesinos mezclaban con el pienso del ganado para preservarlo de las enfermedades contagiosas.
   El culto de san Roque, vinculado con las epidemias de peste, no ha tenido una duración muy larga. Cuando la plaga se volvió más infrecuente y menos mortífera, la devoción al santo declinó. «Passato el pericolo, gabbato il Santo» Tanto más por cuanto san Roque no fue el último de los santos «antipestorosos», tuvo un temible competidor en san Carlos Borromeo, quien diera pruebas de una heroica devoción durante la Peste de Milán: la gloria del arzobispo de Milán, exaltado por el papado y la orden jesuita, eclipsó a la del humilde peregrino de Montpellier.
   San Roque conoció una provisional reanimación de su popularidad en el siglo XIX, con las epidemias de cólera de 1835 y 1854. Es la ley hagiográfica de la transferencia de especialidad lo que explica este fenómeno.
   El culto popular del santo amenazaba extenderse junto con la peste y el cólera, enfermedades de las que era el «preservador». Si sobrevivió en el campo fue porque pasó, por deslizamiento, desde las personas a los animales, a quienes protege contra las epizootias, y a la vid, que inmuniza contra la filoxera.
   Un indicio impresionante de esta decadencia, es que el nombre de pila Roch, que posiblemente haya sido en su origen un apellido: Roq, muy difundido en Montpellier, cayó completamente en desuso, a nadie volvió a ocurrirsele bautizar Roch a su hijo.
ICONOGRAFÍA
   San Roque es uno de los santos más fácilmente reconocibles de la iconografía cristiana. Su atuendo de peregrino, llamado sarrocchino, con sus accesorios tradicionales: bordón, cantimplora y zurrón, podrían hacer que se lo confunda con el apóstol Santiago o san Sebaldo, pero es el único peregrino que muestra en el muslo un bubón pestilente, que a veces venda un ángel, y además es alimentado por un perro que le lleva un pan en las fauces. El bubón, el ángel y el perro nutricio, tales son los atributos distintivos del santo patrón de Montpellier y de Venecia.
   A veces, aunque es infrecuente, lleva en la mano unas tarreñas o tablillas de leproso, atributo que comparte con el pobre Lázaro.
   En las imágenes más antiguas, san Roque está simplemente representado con el atavío tradicional de los peregrinos, el sombrero de ala ancha sobre el cual está aplicada la insignia de las llaves cruzadas que identifica al «romero» en camino hacia la Ciudad Eterna, mientras que la Santa Faz y las conchas recuerdan a otras dos peregrinaciones, a Jerusalén y a Santiago de Compostela. Además, lleva el bordón, la cantimplora y el zurrón.
   Con la mano descubre una úlcera (Pestbeule) que sus biógrafos sitúan en la ingle (peste inguinale), pero que por decencia los artistas trasladan más abajo, al centro del muslo.
   El ángel enfermero y el gozque aprovisionador se sumaron a su iconografía a partir del siglo XVI.
   El ángel que Dios habría enviado a san Roque en el bosque de Plasencia, para curarlo y confortarlo, aparece por primera vez hacia 1550, en un grabado que adorna la portada de su biografía.
   El santo se arrodilla para aplicar sobre la herida del apestado un bálsamo destinado a cicatrizarla mediante un pincel, o bien  la desinfecta con el líquldo contenido en un pequeño frasco. A veces, oprime el bubón con los dedos para extraer el pus.
   El perro de san Roque, tan popular como el cerdo de san Antonio, llamado gozque, aunque la palabra no tenga parentesco etimológico alguno con el nombre del santo, sólo se convierte en compañero inseparable de éste en la ima­ginería y las banderas de peregrinación del siglo XVI. A causa de una contaminación con la iconografía del pobre Lázaro, patrón de los «leprosos», a veces el perro lame la úlcera del leproso; pero en la mayoría de los casos, está acuclillado junto a él, y en sus colmillos sostiene el pan cotidiano roba­do a su amo. Así se diferencia del perro de santo Domingo (Domini canis) que tiene manchas blancas y negras, y que en las fauces lleva una antorcha encendida. En una xilografía alemana del siglo XV se yergue en dos patas. Con frecuencia, San Roque ha sido representado aisladamente, pero en los exvotos y retablos, al igual que en la imaginería popular, suele aparecer asociado con sus colegas «antipestosos» san Antonio, san Adrián, y sobre todo San Sebastián (tríptico de Jean Bellegambe en la catedral de Arras; estatua en la iglesia de Saint Riquier (Somme); boceles de la portada de Caudebec; tríptico de Cario Crivelli en la iglesia de San Giacomo dell' Orto, Venecia; postigo de grisalla  del tríptico del Tránsito de la Virgen, de Joos van Cleve, Pinacoteca Munich; políptico de los antonitas de Issenheim, Museo de Colmar).
   La mayoría de las pinturas que lo representan son cuadros votivos dedicados, que se encuentran en las capillas corporativas u hospitales (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
    Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Roque, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de apertura de la Iglesia de San Roque:
            Ver horario de las Misas

Horario de Misas de la Iglesia de San Roque:
            De Lunes a Viernes: 08:00, 12:00, y 20:00
            Sábados: 20:00
            Domingos y Festivos: 10:00, 12:00, 13:00, y 20:00
            
Página web oficial de la Iglesia de San Roque: No tiene.

La Iglesia de San Roque, al detalle:
Retablo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Retablo del Santo Crucifijo de San Agustín
              Dolorosa

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