Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de Nuestra Señora de las Madejas, de Rafael del Río, en la Iglesia de San Roque, de Sevilla.
Hoy, 2 de julio, es el aniversario del acuerdo (2 de julio de 1993) para la realización de una nueva imagen de la Virgen de las Madejas, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Retablo de Nuestra Señora de las Madejas, en la Iglesia de San Roque, de Sevilla.
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Retablo de Nuestra Señora de las Madejas, de Rafael del Río, en la Iglesia de San Roque, de Sevilla.
La Iglesia de San Roque se encuentra en la plaza Carmen Benítez, 7; en el Barrio de San Roque, del Distrito Nervión.
En la zona del presbiterio se sitúa una talla de la Virgen de las Madejas, copia moderna de Rafael del Río de la antigua devoción colocada en los Caños de Carmona que, tras ser profanada en su lugar original, fue trasladada a la parroquia, desapareciendo definitivamente en el incendio de 1936 (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Imagen de gran tradición y abolengo en el barrio, renovada a fines del s. XVIII por el acreditado escultor Cristóbal Ramos. Era una pequeña terracota de 65 cms. con mucha sencillez, encanto y naturalidad. La Virgen lucía policromada su túnica de color encarnado y el manto azul, mientras que el Niño estaba vestido de blanco. Antes de pasar a San Roque, se veneró por espacio de mucho tiempo en su retablo situado en uno de los arcos del acueducto llamado "Los Caños de Carmona". La etimología de su nombre "Ntra. Sra. de las Madejas" se deduce de que en dicho acueducto estaban colocadas también las armas del Municipio Hispalense, el popular jeroglífico "No-8-Do" que sirve como escudo o emblema al Ayuntamiento de Sevilla. La tradición dice incluso que la imagen se puso en aquel sitio por orden de Alfonso X, el mismo que otorgó dicho emblema. Gozó de altísima estima y veneración. Por ello, tras su destrucción durante la última guerra civil, resultaba muy lamentable que no se hiciera por lo menos una copia de la imagen (se conservan fotografías que pueden ayudar al intento), para que siquiera su nombre y su recuerdo hubiesen perdurado en el corazón del barrio. Según parece, logró salvarse del fuego el rostro de la Virgen, por lo cual todavía resulta más extraño y más incomprensible que no se intentara reconstruir la imagen en su día (luego ese rostro se perdió y ya no pudo ser localizado). Casi en prensa este libro, nos enteramos de que nuestros reiterados llamamientos han encontrado por fin eco: Durante el año 1992 el escultor Rafael del Río ha modelado una nueva versión de la imagen, que ha sido costeada por el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, a propuesta de la cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Penas. Queremos expresar aquí nuestra gratitud al Jefe de Protocolo de dicho Ayuntamiento, don Mauricio Domínguez Adame, y al Hermano Mayor de la citada cofradía, don Rafael Durán, por el cariñoso interés con que acogieron la idea. Al renovarse el culto a Nuestra Señora de las Madejas (día 2-7-93), Sevilla recupera uno de sus títulos marianos más singulares: Aquel que simboliza el propio escudo o anagrama. Poco después de hacerse la imagen, se ha colocado también un azulejo de ella en los restos del primitivo acueducto de calle Oriente (gracias a una iniciativa de EMASESA), despertando popular devoción, como se deduce de las espontáneas y sencillas ofrendas florales que generalmente tiene a sus plantas (Juan Martínez Alcalde. Sevilla Mariana, Repertorio Iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Retablo de Nuestra Señora de las Madejas, de Rafael del Río, en la Iglesia de San Roque, de Sevilla.
La Iglesia de San Roque se encuentra en la plaza Carmen Benítez, 7; en el Barrio de San Roque, del Distrito Nervión.
En la zona del presbiterio se sitúa una talla de la Virgen de las Madejas, copia moderna de Rafael del Río de la antigua devoción colocada en los Caños de Carmona que, tras ser profanada en su lugar original, fue trasladada a la parroquia, desapareciendo definitivamente en el incendio de 1936 (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Imagen de gran tradición y abolengo en el barrio, renovada a fines del s. XVIII por el acreditado escultor Cristóbal Ramos. Era una pequeña terracota de 65 cms. con mucha sencillez, encanto y naturalidad. La Virgen lucía policromada su túnica de color encarnado y el manto azul, mientras que el Niño estaba vestido de blanco. Antes de pasar a San Roque, se veneró por espacio de mucho tiempo en su retablo situado en uno de los arcos del acueducto llamado "Los Caños de Carmona". La etimología de su nombre "Ntra. Sra. de las Madejas" se deduce de que en dicho acueducto estaban colocadas también las armas del Municipio Hispalense, el popular jeroglífico "No-8-Do" que sirve como escudo o emblema al Ayuntamiento de Sevilla. La tradición dice incluso que la imagen se puso en aquel sitio por orden de Alfonso X, el mismo que otorgó dicho emblema. Gozó de altísima estima y veneración. Por ello, tras su destrucción durante la última guerra civil, resultaba muy lamentable que no se hiciera por lo menos una copia de la imagen (se conservan fotografías que pueden ayudar al intento), para que siquiera su nombre y su recuerdo hubiesen perdurado en el corazón del barrio. Según parece, logró salvarse del fuego el rostro de la Virgen, por lo cual todavía resulta más extraño y más incomprensible que no se intentara reconstruir la imagen en su día (luego ese rostro se perdió y ya no pudo ser localizado). Casi en prensa este libro, nos enteramos de que nuestros reiterados llamamientos han encontrado por fin eco: Durante el año 1992 el escultor Rafael del Río ha modelado una nueva versión de la imagen, que ha sido costeada por el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, a propuesta de la cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Penas. Queremos expresar aquí nuestra gratitud al Jefe de Protocolo de dicho Ayuntamiento, don Mauricio Domínguez Adame, y al Hermano Mayor de la citada cofradía, don Rafael Durán, por el cariñoso interés con que acogieron la idea. Al renovarse el culto a Nuestra Señora de las Madejas (día 2-7-93), Sevilla recupera uno de sus títulos marianos más singulares: Aquel que simboliza el propio escudo o anagrama. Poco después de hacerse la imagen, se ha colocado también un azulejo de ella en los restos del primitivo acueducto de calle Oriente (gracias a una iniciativa de EMASESA), despertando popular devoción, como se deduce de las espontáneas y sencillas ofrendas florales que generalmente tiene a sus plantas (Juan Martínez Alcalde. Sevilla Mariana, Repertorio Iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
Bajo el retablo-repisa en el que se encuentra la imagen de la Virgen de las Madejas podemos contemplar un placa pétrea con la siguiente inscripción:
"VIRGEN DE LAS MADEJAS
EN UN ARCO DE LOS CAÑOS DE CARMONA, SOBRE LA ALCANTARILLA DE LAS
MADEJAS Y EL ARROYO TAGARETE, TUVO SU RETABLO DESDE LOS MÁS
REMOTOS TIEMPOS LA VIRGEN CUYA ADVOCACIÓN ESTÁ UNIDA A LA MÁS
ANTIGUA REPRESENTACIÓN DEL NO8DO, QUE LA TRADICIÓN AFIRMA
CONCEDIÓ A SEVILLA POR SU FIDELIDAD EL REY DON ALFONSO X EL SABIO.
PROFANADA LA CAPILLA EN 1868, FUE TRASLADADA LA VIRGEN A LA IGLESIA
DE SAN ROQUE Y VENERADA HASTA 1936 EN QUE ARDIÓ EN EL GRAN
INCENDIO QUE DESTRUYÓ TODO EL TEMPLO TAN VINCULADO DESDE SUS
ORÍGENES AL AYUNTAMIENTO.
A SOLICITUD DE LA HERMANDAD DE SAN ROQUE, LA CORPORACIÓN
MUNICIPAL ACORDÓ COSTEAR NUEVO RETABLO E IMAGEN SEMEJANTE A
LA DESAPARECIDA PARA REANUDAR SU CULTO AL CUMPLIRSE CIENTO
VEINTICINCO AÑOS DE SU LLEGADA A ESTA PARROQUIA.
SEVILLA, 2 DE JULIO DE 1993."
Tal como ocurre en el arte bizantino, que suministró a Occidente los prototipos, las representaciones de la Virgen con el Niño se reparten en dos series: las Vírgenes de Majestad y las Vírgenes de Ternura.
La Virgen de Majestad
Este tema iconográfico, que desde el siglo IV aparecía en la escena de la Adoración de los Magos, se caracteriza por la actitud rigurosamente frontal de la Virgen sentada sobre un trono, con el Niño Jesús sobre las rodillas; y por su expresión grave, solemne, casi hierática.
En el arte francés, los ejemplos más antiguos de Vírgenes de Majestad son las estatuas relicarios de Auvernia, que datan de los siglos X u XI. Antiguamente, en la catedral de Clermont había una Virgen de oro que se mencionaba con el nombre de Majesté de sainte Marie, acerca de la cual puede dar una idea la Majestad de sainte Foy, que se conserva en el tesoro de la abadía de Conques.
Este tipo deriva de un icono bizantino que el obispo de Clermont hizo emplear como modelo para la ejecución, en 946, de esta Virgen de oro macizo destinada a guardar las reliquias en su interior.
Las Vírgenes de Majestad esculpidas sobre los tímpanos de la portada Real de Chartres (hacia 1150), la portada Sainte Anne de Notre Dame de París (hacia 1170) y la nave norte de la catedral de Reims (hacia 1175) se parecen a aquellas estatuas relicarios de Auvernia, a causa de un origen común antes que por influencia directa. Casi todas están rematadas por un baldaquino que no es, como se ha creído, la imitación de un dosel procesional, sino el símbolo de la Jerusalén celeste en forma de iglesia de cúpula rodeada de torres.
Siempre bajo las mismas influencias bizantinas, la Virgen de Majestad aparece más tarde con el nombre de Maestà, en la pintura italiana del Trecento, transportada sobre un trono por ángeles.
Basta recordar la Madonna de Cimabue, la Maestà pintada por Duccio para el altar mayor de la catedral de Siena y el fresco de Simone Martini en el Palacio Comunal de Siena.
En la escultura francesa del siglo XII, los pies desnudos del Niño Jesús a quien la Virgen lleva en brazos, están sostenidos por dos pequeños ángeles arrodillados. La estatua de madera llamada La Diège (Dei genitrix), en la iglesia de Jouy en Jozas, es un ejemplo de este tipo.
Una variante interesante de la Virgen de Majestad o Sedes Sapientiae, es la Virgen sentada sobre el trono con los leones de Salomón, rodeada de figuras alegóricas en forma de mujeres coronadas, que simbolizan sus virtudes en el momento de la Encarnación del Redentor.
Son la Soledad (Solitudo), porque el ángel Gabriel encontró a la Virgen sola en el oratorio, la Modestia (Verecundia), porque se espantó al oír la salutación angélica, la Prudencia (Prudentia), porque se preguntó como se realizaría esa promesa, la Virginidad (Virginitas), porque respondió: No conocí hombre alguno (Virum non cognosco), la Humildad (Humilitas), porque agregó: Soy la sierva del Señor (Ecce ancilla Domini) y finalmente la Obediencia (Obedientia), porque dijo: Que se haga según tu palabra (Secundum verbum tuum).
Pueden citarse algunos ejemplos de este tema en las miniaturas francesas del siglo XIII, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia. Pero sobre todo ha inspirado esculturas y pinturas monumentales en los países de lengua alemana.
La Virgen de Ternura
A la Virgen de Majestad, que dominó el arte del siglo XII, sucedió un tipo de Virgen más humana que no se contenta más con servir de trono al Niño divino y presentarlo a la adoración de los fieles, sino que es una verdadera madre relacionada con su hijo por todas las fibras de su carne, como si -contrariamente a lo que postula la doctrina de la Iglesia- lo hubiese concebido en la voluptuosidad y parido con dolor.
La expresión de ternura maternal comporta matices infinitamente más variados que la gravedad sacerdotal. Las actitudes son también más libres e imprevistas, naturalmente. Una Virgen de Majestad siempre está sentada en su trono; por el contrario, las Vírgenes de Ternura pueden estar indistintamente sentadas o de pie, acostadas o de rodillas. Por ello, no puede estudiárselas en conjunto y necesariamente deben introducir en su clasificación numerosas subdivisiones.
El tipo más común es la Virgen nodriza. Pero se la representa también sobre su lecho de parturienta o participando en los juegos del Niño.
Entre las innumerables representaciones de la Virgen madre, las más frecuentes no son aquellas donde amamanta al Niño sino esas otras donde, a veces sola, a veces con santa Ana y san José, tiene al Niño en brazos, lo acaricia tiernamente, juega con él. Esas maternidades sonrientes, flores exquisitas del arte cristiano, son ciertamente, junto a las Maternidades dolorosas llamadas Vírgenes de Piedad, las imágenes que más han contribuido a acercar a la Santísima Virgen al corazón de los fieles.
A decir verdad, las Vírgenes pintadas o esculpidas de la Edad Media están menos sonrientes de lo que se cree: la expresión de María es generalmente grave e incluso preocupada, como si previera los dolores que le deparará el futuro, la espada que le atravesará el corazón. Sucede con frecuencia que ni siquiera mire al Niño que tiene en los brazos, y es raro que participe en sus juegos. Es el Niño quien acaricia el mentón y la mejilla de su madre, quien sonríe y le tiende los brazos, como si quisiera alegrarla, arrancarla de sus sombríos pensamientos.
Los frutos, los pájaros que sirven de juguetes y sonajeros al Niño Jesús tenían, al menos en su origen, un significado simbólico que explica esta expresión de inquieta gravedad. El pájaro es el símbolo de l alma salvada; la manzana y el racimo de uvas, aluden al pecado de Adán redimido por la sangre del Redentor.
A veces, el Niño está representado durante el sueño que la Virgen vela. Ella impone silencio a su compañero de juego, el pequeño san Juan Bautista, llevando un dedo a la boca.
Ella le enseña a escribir, es la que se llama Virgen del tintero (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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