Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Castillo de Martín Alonso, Museo de Ulía, Ermita de Nuestro Padre Jesús, Ermita de San Sebastián, Ermita de San José, Ermita de la Vera Cruz, Manchón de los Navarros, Cerro de la Alcoba, y Castillo de Dos Hermanas) de la localidad de Montalbán de Córdoba, en la provincia de Córdoba.
Es Montemayor un típico pueblo fortaleza, cuyo caserío se escalona en las laderas del cerro cuya cúspide comparten en convivencia de siglos el castillo y la parroquia mayor, notables monumentos que a su interés artístico unen su buena conservación. Pero la actual población de origen medieval tiene raíces más remotas, ya que aquí se alzó la antigua Ulía romana, como se encargan de demostrar los hallazgos arqueológicos.
Conquistada esta parte de la Campiña entre 1240 y 1241, el verdadero desarrollo de la villa de Montemayor va unido a la casa nobiliaria que le da nombre, del linaje de los Fernández de Córdoba, al que la Corona dará posesión de estos pagos en la persona de Alfonso Fernández de Córdoba. Estas tierras pasaron en 1327, en calidad de mayorazgo, a su segundo hijo, Martín Alfonso, quien fundará la villa en 1340. La vinculación de este señorío con el conde de Cabra significó la enemistad con la Casa de Aguilar. En 1529 se incorporó al señorío de Alcaudete y más tarde a la Casa de Oropesa y de Alba (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Es Montemayor un típico pueblo fortaleza, cuyo caserío se escalona en las laderas del cerro cuya cúspide comparten en convivencia de siglos el castillo y la parroquia mayor, notables monumentos que a su interés artístico unen su buena conservación. Pero la actual población de origen medieval tiene raíces más remotas, ya que aquí se alzó la antigua Ulía romana, como se encargan de demostrar los hallazgos arqueológicos.
Villa situada al sur de la provincia, en la carretera N-331.
Distancia a Córdoba: 32 Km.
Altitud: 392 m.
Extensión: 57,3 Km2
Habitantes: 3.936.
Gentilicio: Montemayorenses.
La actual población de Montemayor surge a partir de 1340, al trasladar a este lugar Martín Alfonso de Córdoba a los pobladores del cercano castillo de Dos Hermanas, para así mejorar la defensa del territorio que había conquistado Fernando III un siglo antes. La fundación de Montemayor comenzó con la construcción del castillo, en cuyo entorno se fue formando la población. Durante la Edad Moderna, el señorío de Montemayor estuvo sometido al dominio de los condes de Alcaudete, y más tarde fue incorporado a la Casa de Oropesa (Diputación Provincial de Córdoba).Conquistada esta parte de la Campiña entre 1240 y 1241, el verdadero desarrollo de la villa de Montemayor va unido a la casa nobiliaria que le da nombre, del linaje de los Fernández de Córdoba, al que la Corona dará posesión de estos pagos en la persona de Alfonso Fernández de Córdoba. Estas tierras pasaron en 1327, en calidad de mayorazgo, a su segundo hijo, Martín Alfonso, quien fundará la villa en 1340. La vinculación de este señorío con el conde de Cabra significó la enemistad con la Casa de Aguilar. En 1529 se incorporó al señorío de Alcaudete y más tarde a la Casa de Oropesa y de Alba (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.-
La construcción original de esta iglesia se remonta al siglo XVI, si bien experimentó una gran transformación durante el siglo XVIII, al añadírsele algunas capillas. En la actualidad se encuentra cerrada por obras de restauración. El retablo mayor es obra de Pedro Freile de Guevara, realizado entre 1631 y 1651. Es un conjunto escultórico, cuya estructura se extiende también por los lados del presbiterio, con relieves de los Evangelistas y los Padres de la Iglesia. En el banco se disponen relieves de la Última Cena y la Oración en el huerto y los pedestales de las columnas se adornan con figuras de apóstoles y arcángeles. Es reseñable el relieve de la Asunción de la Virgen que ocupa el ático. En el siglo XVIII se modificó el manifestador, habiéndose relacionado esta intervención con el maestro Gaspar Lorenzo de los Cobos.
La construcción original de esta iglesia se remonta al siglo XVI, si bien experimentó una gran transformación durante el siglo XVIII, al añadírsele algunas capillas. En la actualidad se encuentra cerrada por obras de restauración. El retablo mayor es obra de Pedro Freile de Guevara, realizado entre 1631 y 1651. Es un conjunto escultórico, cuya estructura se extiende también por los lados del presbiterio, con relieves de los Evangelistas y los Padres de la Iglesia. En el banco se disponen relieves de la Última Cena y la Oración en el huerto y los pedestales de las columnas se adornan con figuras de apóstoles y arcángeles. Es reseñable el relieve de la Asunción de la Virgen que ocupa el ático. En el siglo XVIII se modificó el manifestador, habiéndose relacionado esta intervención con el maestro Gaspar Lorenzo de los Cobos.
Las bóvedas baídas del crucero y cabecera de las naves laterales, de diseño emparentado con Hernán Ruiz II, se terminaron a fines de la década de 1580. La cabecera de la izquierda es de los Duques de Frías y tiene un retablo de madera, realizado en 1735 por Gaspar Lorenzo de los Cobos, enmarcado con decoración de yeserías. Las pinturas son aprovechadas de otra obra más antigua. A la izquierda se abre la capilla del Carmen, que guarda un tapiz del XVI con Cristo atado a la columna.
De las capillas abiertas a este lado la más importante está dedicada a la Inmaculada, talla documentada de Bernardo de Mora, realizada en 1692. Tiene retablo del XVIII, profusamente ornado con figuras de ángeles, y camarín, decorado con relieves de los Padres de la Iglesia. A la derecha hay una reja reciente, que cierra una antigua capilla donde hoy está el tesoro. Del ajuar cabe destacar dos cruces parroquiales del XVI, un cáliz de Pedro Sánchez de Luque, del XVII, y varias piezas de Damián de Castro, de 1769 a 1777, en especial el frontal de plata con la Asunción. La capilla bautismal conserva la pila renacentista de 1529, de fino diseño y pieza única en la provincia.
La cabecera de la nave derecha se prolongó en 1719 con la Capilla del Sagrario, debida a Gaspar Lorenzo de los Cobos. Se compone de dos espacios, decorados con yeserías polícromas que enmarcan angelotes y lienzos con la Imposición de la casulla a San Ildefonso y los cuatro arcángeles. En el primer ambiente hay un pequeño retablo con imagen de talla de la Virgen del Rosario, de hacia 1750. En el espacio principal está el retablo salomónico, con una imagen de Cristo Crucificado. A la derecha se ve una talla menor que el natural del Cristo de las Injurias, granadina del siglo XVIII. Hay otra capilla, dedicada al Santo Cristo de la Columna, con retablo fechado en 1758 e imaginería popular. De ésta se pasa a la de San José, habilitada como sacristía, con bóveda de casetones y retablo de estuco de hacia 1610. La imagen de San José es popular, del siglo XVIII (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción se localiza entre el Castillo de los duques de Frías y la Plaza de la Constitución. Su traza, de iglesia de tres naves, divididas en cuatro tramos más crucero y separadas por arcos apuntados sobre columnas de piedra con capiteles de acarreo de época romana, responde a las características de los estilos gótico mudéjar y renacentista de fines del siglo XVI, período al que responde este núcleo original y a la que se le añadirán nuevas capillas, fundamentalmente en el siglo XVIII. La nave central cubre cada uno de sus cuatro tramos con dos bóvedas de medio cañón con lunetos reforzada con arcos fajones. Esta cubierta se levanta sobre una cornisa dispuesta horizontalmente sobre la zona superior de los muros. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista entre dobles arcos fajones apoyados sobre pinjantes de formas geométricas. En la cabecera de la nave del Evangelio, se encuentra el retablo de los condes de Alcaudete y duques de Frías, señores de Montemayor. En él se combina la decoración de yeserías con la retablística, pintura y escultura. En la hornacina inferior se alberga la imagen de la Virgen de Gracia y en la zona superior, una tabla flamenca del siglo XV que representa a la Virgen con el Niño. Las capillas que se abren en esta nave son la de las Animas, en la cabecera y en el muro perimetral, la del Sagrado Corazón, la de la Plata, la de la Inmaculada Concepción y la Bautismal en el primer, tercer y cuarto tramo de la misma. En la nave de la Epístola se abre, en la cabecera, la capilla del Sagrario compuesta de dos espacios de planta cuadrada dispuestos en eje. El primero o antecámara se cubre con bóveda de arista y el segundo con bóveda semiesférica sobre pechinas, destacando en ellos la exuberante decoración de yeserías, en la que sobresalen los motivos vegetales, guirnaldas de rocalla y cabezas de ángeles entre otros. En el muro perimetral de la misma nave se abren la capilla de San Andrés, actual sacristía, de planta cuadrada cubierta de cúpula sobre pechinas, cuya fábrica responde a los postulados manieristas, y la de San Antonio, o del Cristo de la Columna, con planta cuadrada cubierta con media naranja sobre pechinas decoradas con yeserías. Bajo el coro se ubica el Museo Arqueológico de Ulía. Este ocupa una pequeña sala, que fue osario durante siglos, y un antiguo aljibe colateral. El acceso a su interior se realiza a través de un vano apuntado recercado de ladrillo visto, situado a los pies de la iglesia. El crucero está cubierto con tres bóvedas baídas muy planas, realizadas en sillería y decoradas con motivos platerescos que alternan con otros de rasgos manieristas. La bóveda central formada por cuatro anillos concéntricos, se remata con linterna de cupulín acasetonado y se apoya sobre cuatro arcos torales de medio punto que descansan sobre pilares fasciculados. El presbiterio es de planta rectangular y cabecera plana, se cubre con bóveda de medio cañón decorada con casetones de motivos florales. Los muros que conforman las fachadas están construidos de sillería y contrafuertes en los ángulos rematados por gárgolas góticas. El acceso al interior de la iglesia se realiza a través de dos portadas situadas a la altura del segundo tramo de las naves de la Epístola y del Evangelio. El acceso a la nave del Evangelio se realiza a través de una escalinata de mármol, de traza curva que salva el desnivel existente entre la plaza de la Constitución y la cota interior del templo. La portada está labrada en piedra y piezas de mármol rojo y negro. Presenta un vano de medio punto con ménsula de hojarasca en la clave y puntas de diamante en las enjutas, flanqueado por pilastras toscanas sobre pedestal que sustentan un friso de placas rectangulares, sobre el que se asienta un frontón curvo y partido rematado con pináculos, en cuyo centro se sitúa una hornacina avenerada que alberga en su interior la imagen policromada de la Inmaculada Concepción. La portada que da acceso a través de la nave de la Epístola va precedida por un pequeño pórtico. Está formada por un vano de medio punto flanqueado por pilastras en los laterales. La torre se encuentra situada a los pies de la nave del Evangelio. Tiene planta cuadrada y un alzado de tres cuerpos con remate superior. Los dos primeros cuerpos están construidos en ladrillo visto siendo el tercero o cuerpo de campanas de sillería, en cuyos frentes se abren vanos de medio punto flanqueados por medallones con representaciones de los apóstoles y decorados con roleos. En la zona superior muestra una cornisa labrada en piedra caliza. El remate, también construido en ladrillo, se compone de un volumen octogonal con vanos de medio punto en cuatro de sus frentes y su composición ochavada se adapta al cuadrado del cuerpo de campanas mediante cuatro arbotantes colocados en diagonal. Termina con una cubierta bulbiforme con pilarillos y pináculos en los ángulos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Entre los puntos de interés cabe señalar también el Castillo de Martín Alonso, de primera mitad del XV, que pasó en el XIX a los duques de Frías (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El castillo de Montemayor se eleva, rodeado de verdes y frondosas arboledas, en lo más alto de la villa del mismo nombre, en la provincia de Córdoba. Constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar de la provincia de Córdoba.
Tres grandes torres, conocidas como torre Mocha, carente de almenas, torre del Homenaje y torre de las Palomas, configuran un recinto triangular centrado por el patio de armas con sus cuerpos de arquerías. Estas tres torres se elevan con sus prismáticos volúmenes, aunque ninguna lo hace tanto como la del Homenaje, en cuya parte superior hay cuatro garitas, una en cada esquina. También a gran altura presenta pares de ventanas con arcos de herradura de bajo alfiz.
Se encuentra en magnífico estado de conservación. Es de propiedad privada, de los duques de Frías.
La población actual de Montemayor surgió cuando, a partir del año 1340, Martín Alonso de Córdoba trasladó a éste lugar a los pobladores del cercano castillo de Dos Hermanas, para mejorar así la defensa del territorio que un siglo antes conquistara Fernando III. Martín Alonso de Córdoba destruyó parcialmente la antigua fortaleza musulmana de Dos Hermanas para aprovechar sus materiales en la construcción de lo que posteriormente sería el castillo de Montemayor.
Así pues, la fundación de Montemayor comenzó con la construcción de su castillo, a cuyo alrededor se fue asentando la población.
Durante la Edad Media fue señorío de Montemayor, y estuvo sometido al dominio de los condes de Alcaudete, y más tarde al de la Casa de Oropesa.
Dicho castillo albergó entre sus muros uno de los mejores archivos históricos de la nobleza española, que trajo el último duque de Frías, don José Fernández de Velasco y Sforzza, fallecido en 1986. Tras su muerte, el legado documental fue trasladado al Archivo Histórico Nacional. Su viuda, también fallecida, doña María Silva de Azlor y Aragón, hizo mejoras en este recinto, muy logradas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En la parte alta de la villa, se encuentra el castillo residencia de los Duques de Frías, propiedad privada no visitable.
Inició su construcción hacia 1340 Martín Alfonso de Córdoba, como núcleo fundacional de la nueva población, y fue objeto de sucesivas ampliaciones y reformas, que le dan su aspecto actual: consta de tres torres de disposición triangular en torno al patio de armas, que llevan por nombres Mocha, de las Palomas y del Homenaje, que es la mayor y más vistosa (Diputación provincial de Córdoba).
El Museo de Ulía, situado desde 1976 bajo el coro de la parroquia, que guarda notables restos romanos (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
En la actualidad este museo se encuentra en la Casa de Cultura de Montemayor, en su planta baja, un edificio construido a mediados del siglo XX, cuyos usos han variado a lo largo del tiempo. En este espacio se situaron anteriormente unas escuelas de primaria y más recientemente un Hogar del Pensionista.
En el museo se expone una importante colección arqueológica procedente, en su gran mayoría, de donaciones particulares. La mayoría de los restos han aparecido en el pueblo y su entorno más inmediato.
Montemayor se identifica tradicionalmente con la ciudad iberorromana de Vlia, un opidum ibérico que durante la ocupación romana juega un papel importante al convertirse en varias ocasiones en refugio inexpugnable en conflictos y enfrentamientos. De hecho Vlia es citada por numerosas fuentes de la antigüedad (Aulo Hircio, De Bellum Alexandrinum, De Bello Civile, Plinio o Estrabón) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Las nuevas instalaciones del Museo Arqueológico de Ulía se ubican en la planta baja de la actual Casa de la Cultura de Montemayor, un edificio construido a mediados del siglo XX, cuyos usos han variado a lo largo del tiempo.
En el espacio ocupado por el actual museo se situaron anteriormente unas escuelas de primaria y más recientemente un Hogar del Pensionista.
En el museo se expone una importante colección arqueológica procedente, en su gran mayoría, de donaciones particulares desinteresadas. La mayoría de los restos han aparecido en el pueblo de Montemayor y su entorno más inmediato, por lo que son la muestra de la grandeza que este pueblo tuvo en la antigüedad.
Montemayor se identifica tradicionalmente con la ciudad iberorromana de Ulía, una importante ciudad ibérica amurallada (opidum) que durante la ocupación romana juega un papel importante al convertirse en varias ocasiones enrefugio inexpugnable en conflictos y enfrentamientos. De hecho Ulíia es citada por numerosas fuentes de la antigüedad (Aulo Hircio, De Bellum Alexandrinum, De Bello Civile, Plinio o Estrabón).
Entre los enfrentamientos destaca el episodio que tiene como escenario la Guerra Civil entre César y los hijos de Pompeyo, en el que César libera a Ulía, su fiel aliada, del férreo sitio al que la estaba sometiendo Cneo Pompeyo.
SALA I: En la Sala I se muestra una evolución histórica desde la Prehistoria hasta la fundación del municipio romano. Entre los restos prehistóricos encontramos una pequeña muestra de material lítico, desde los utensilios más antiguos, como cantos y lascas trabajadas, hasta otros más perfeccionados y recientes, como las puntas de flecha de sílex. También se exponen diversos materiales del Bronce Final, como hachas y puntas de flecha. De época ibérica encontramos una de las piezas más excepcionales, una cabeza de caballo de una gran belleza plástica. De esta época aparecen en las paredes del pueblo una gran cantidad de material cerámico, quizá prueba deese opidum que debía ubicarse debajo del actual municipio. Durante la República romana tienen lugar los enfrentamientos bélicos a las puertas de la propia ciudad y prueba de ello son los restos aparecidos, como bolaños de piedra, proyectiles de plomo que se lanzaban con hondas y algunos restos de armamento, como las puntas de hierro de las lanzas romanas opillum. Para facilitar la comprensión del acontecimiento bélico, concretamente el asedio que sufrió la ciudad, se ha elaborado una maqueta didáctica que muestra la variada maquinaria bélica empleada por los romanos para asediar una ciudad.
Igualmente destacan los conjuntos escultóricos propios de las ciuades romanas, destacando el retrato de un personaje de la familia Julio-Claudia.
SALA II: La sala II se centra en el mundo rural, dedicando un apartado especial a la economía y el mundo funerario. Los materiales recuperados proceden de dos yacimientos muy cercanos al pueblo: El Cañuelo y La Zargadilla, y evidencian lo que pudo ser la ubicación de villas suburbanas de propietarios muy ricos. La suntuosidad de estas villas se pone de manifiesto por la gran cantidad de mármoles, estucos, mosaicos y esculturas aparecidas en ellas en forma de hallazgo casual. Sus ricos materiales nos hablan de un esplendor inusitado, y de familias muy poderosas. Para recrear el ambiente de una villa de lujo, se ha decorado una de las paredes de la sala con una reproducción de la pintura de la Villa de los Misterios, de Pompeya (Nápoles). Y para ayudar a comprender que era realmente una villa se ha confeccionado una maqueta que representa una villa idealizada con sus distintas partes, basada en la Villa de Boscoreale de Pompeya (Nápoles). En la sala, podemos contemplar una buena representación de delicadas esculturas, como la Venus de Montemayor o el León de la Zargadilla, probablemente piezas de importación.
Horario de Visita:
Lunes y Martes: de 09:00 a 14:00 horas.
Miércoles a Viernes: de 09:00 a 14:00 h. y de 17:00 a 20:00 horas.
Sábados: de 09:00 a 14:00 horas.
Información y contacto:
Teléfono: +34 957 384 582
museoulia@montemayor.es (Diputación provincial de Córdoba).
La Ermita de Nuestro Padre Jesús tiene retablo de 1771, con imagen del titular, realizada en 1940 por Martínez Cerrillo (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
De una sola nave dividida en dos tramos más la cabecera, presenta planta rectangular con una amplia sacristía en el muro del Evangelio. La nave está decorada con una amplia cornisa decorada con ménsulas. Aquélla se prolonga hasta las pilastras que soportan el arco toral que da paso al presbiterio. Las cubiertas son de arista en la nave y una media naranja en el presbiterio que descansa sobre pechinas. Al exterior, la ermita aparece completamente encalada destacando su portada. Ésta es de arco rebajado enmarcada en una especie de alfiz resaltado que termina en una sencilla cornisa. Sobre ella aparece un azulejo que representa la titular del templo que se cubre con tejaroz. Remata todo el conjunto una especie de espadaña con un vano de medio punto que cobija a una campana y remata en frontón triangular. La cubierta del cuerpo de la iglesia es a dos aguas, mientras en el presbiterio es a cuatro.
En la ermita radican dos hermandades penitenciales de Semana Santa: la Hermandad de Nuestro Padre Jesús y María Santísima de la Soledad y la del Santo Entierro, remontándose la primera a 1640 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Inserta dentro del caserío, resalta la fachada encalada. La portada es de medio punto inscrito en un sencillo resalte formado por pilastras muy planas que descansan en un plinto. El conjunto se remata por una cornisa de poco vuelo. En el lado derecho del tejado a dos aguas, se levanta una sencilla espadaña de ladrillo que cobija a la campana y se remata por una cruz de cerrajería.
Es una de las ermitas más antiguas de la población, si bien ha sido reformada totalmente, habiéndosele colocado un nuevo tejado recientemente. El día 20 de enero, festividad del patrón, se celebra misa solemne y a continuación delante de la ermita, en la pequeña plazuela que ésta forma, se celebra una candelaria con asistencia de los vecinos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Presenta planta rectangular de tres tramos, los dos primeros presentan bóvedas de arista que apoyan en pinjantes a la altura de la cornisa. El tramo que ocupa el presbiterio se cubre con una bóveda de media naranja sobre pechinas, decoradas con pinturas murales que representan rocallas muy esquemáticas que albergan temas marianos y rodeadas con motivos vegetales. En el exterior, precede a la portada un pórtico formado por medo punto inscrito en un alfiz, su intradós se decora con pinjantes. En la parte superior se abre un óculo en el triángulo que forma el tejado a dos aguas.
La ermita se levanta extramuros de la población. Es una de las más antiguas de la población, mandándola edificar en 1697 Don Pedro de la Mata y Luque. El 15 de mayo, festividad de San Isidro Labrador se celebra romería, llevando al Santo en procesión hasta la parroquia y de ahí al lugar conocido como los "eucaliptos" donde se preparan los típicos peroles (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Ermita de la Vera Cruz, con imágenes de la Virgen de la Candelaria, el Crucificado, Cristo atado a la columna y San José, cercanas a la estética barroca sevillana (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Integrada en el casco urbano, es un sencillo edificio de una sola nave y presbiterio, separado de ella por un arco toral.
Rodea toda la nave una ancha cornisa que se abre en el lado de la epístola para albergar una hornacina. Las cubiertas han sido totalmente reformadas si bien el presbiterio conserva la media naranja sobre pechinas, decoradas con pinturas.
Al exterior destaca la fachada donde sobresale la portada formada por un vano de medio punto flanqueado por pilastras muy planas que soportan un entablamento con frontón. Éste se rompe en el vértice superior para albergar una hornacina.
En los ángulos del mismo aparecen unos pedestales a modo de pináculos.
Recibe culto, además del Cristo de la Veracruz, conocido popularmente por "el amarrao", la Virgen de la Candelaria. Ésta procesiona junto a aquél vestida de pasión, el jueves santo. En los días que anteceden a la fiesta de la Candelaria se van recogiendo de las casas todo lo que se tenga sin servicio para alimentar el fuego. Los jóvenes recogen en el campo ramas y troncos de árboles y los depositan en la puerta de la ermita. La noche anterior a la fiesta se prende fuego a estas maderas, muebles y troncos formando una gran hoguera. El día siguiente sale en procesión la imagen acompañada de San José. En la ermita existe una Hermandad con más de 400 hermanos que se remonta al siglo XVI (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Manchón de los Navarros.-
Situado a unos once kilómetros del municipio, este paraje se encuentra dentro de un entorno de la tipología de Monumento Natural de Carácter Biótico, ya que es un espacio cuya singularidad, valoración social, reconocimiento o interés más patente proviene de sus características biológicas, como árboles centenarios, históricos o monumentales, colonias de aves o zonas de refugio de determinadas especies (Diputación provincial de Córdoba).
Cerro de la Alcoba.-
Espacio natural donde se localizó una necrópolis de época íbera. De aquí precisamente proceden fabulosos ejemplares de la época que hoy pueden encontrarse en el Museo de Ulia, como un hacha de bronce, fíbulas, la cabeza de caballo, trozos de cerámicas, así como trocitos de piedras de sílex. También se hallaron algunos restos humanos.
En el pasado, este cerro se caracterizó por servir de cantera para la extracción de material para la construcción de caminos y carreteras.
Hoy en día, el Cerro de la Alcoba ha sido reforestado con múltiples especies forestales y arbóreas, lo que ha hecho que devenga en un precioso paraje natural con gran valor geológico y paisajístico, siendo un entorno propicio para la práctica de senderismo, y otras actividades como motocross, bicicleta, atletismo o carreras de galgos.
El Ayuntamiento de Montemayor organiza todos los años múltiples actividades en este paraje como la acampada nocturna (Diputación provincial de Córdoba).
Antes de describir los restos hoy visibles de esta fortaleza es preciso considerar que entre los restos del Castillo de Dos Hermanas abundan las cerámicas protohistóricas y antiguas, ya que, además de una vasta fortificación medieval, fue éste un importante asentamiento orientalizante, ibérico y romano que también ha proporcionado restos numismáticos, fíbulas de la Edad de Hierro, una necrópolis visigoda y una inscripción votiva de varios ciudadanos del municipio romano de Ulía. Las cerámicas ibéricas, como en Ategua, se hallan empotradas en los muros, es decir, que los restos ibéricos sirvieron para la construcción de la obra medieval. Según Bernier et alii, tal vez existiese en época ibérica un recinto amurallado en el lugar, que habría sido transformado y servido de cabeza al gran latifundio medieval de Los Córdoba.
A la vista de cimientos y torreones, este castillo probablemente fue, según algunos autores, de planta rectangular, con torres en las esquinas y patio de armas en el centro, como otros castillos de influjo musulmán. La excavación de 1999 puso en evidencia que la fortaleza contaba con tres grandes torreones, y en cada esquina otros cuatro salientes.
Según M. Valverde y F. Toledo, este castillo es de planta cuadrangular de 42 por 40 metros, con una torre en el ángulo este, de base cuadrada y de 6 metros de lado, siendo maciza desde su base hasta el nivel del terreno, reduciéndose a continuación para formar la cavidad que alojaba las escaleras que conducirían a una cámara en la parte superior, hoy desmochada. Desde la base descubierta tiene una altura de 14 metros. En el extremo Suroeste debió de poseer otra torre de menores dimensiones, desde la cual, y junto a las saeteras de la torre del homenaje, batiría este flanco y apoyaría a la que existe a mitad del muro Suroeste.
En la parte norte existen restos de una torre muy arruinada, como todo el castillo. Del muro este, incompleto, parte una cimentación que va a dividir en dos el castillo, uniéndose a un resto de fábrica que aún se eleva, en cuyo centro se ve un arco rebajado formado con dovelas desiguales en cuanto a su anchura; tiene una altura de 0"40 metros con una luz de 2 metros y ancho de 0"75, que sin duda sirvió de entrada a unas dependencias instaladas en la parte Noroeste, pudiendo tratarse de almacenes de víveres o de armas, o bien de ciertos alojamientos elementales, aunque para P. Moyano es el arco de entrada al castillo. En cualquier caso, como indica este autor, es un arco magnífico por lo bien construido, y hasta se puede distinguir el corte de alguna de las habitaciones laterales.
En la intersección de estos dos muros descritos del lado Este debió existir una torre, gemela a la opuesta del muro Oeste, e igual obra en el ángulo norte, suposición fundada en la analogía de las construcciones árabes, como ocurre en el castillo de Bujalance, cuyas torres tienen medidas exactas o muy aproximadas.
La fábrica de la torre del homenaje es de mampostería careada y los ripios rellenos con tejotes de barro, mientras que en los intersticios de los sillarejos se colocaron lajas a tizón. En la parte baja y en las esquinas hay sillares de grandes proporciones, posiblemente pertenecientes a los restos de una villa allí existente o a los de una construcción de época anterior. Por su parte, los restos del torreón que se ubica al norte están realizados con fábrica de sillería en su mayor parte, con sillarejos en las aristas y, a trechos, lajas para nivelación de la obra. Se observa, pues, una construcción diferencial en cuanto a los materiales empleados en la torre del homenaje, de más calidad, y las restantes, "más rudimentarios y deleznables" en palabras de P. Moyano. Igual ocurre con el material de los restos de obra divisoria, donde se conserva el arco, ya que es de mampostería y sillares intercalados y lajas sin orden, dando la impresión de que se trata de un material de acarreo que se iba colocando conforme llegaba. Eso explica la discordancia de sillares, sillarejos, mampuestos, lajas de piedra, tejolotes de barro y cerámica intercalados con el mortero de cal correspondiente.
En el patio de la parte norte existen restos de dos muros formando ángulo, posiblemente pertenecientes a la cisterna o aljibe del recinto. La excavación del año 1999 puso en evidencia la existencia de desagües y, como se pudo comprobar, la curiosa salida de ranas por uno de los caños demuestra efectivamente la existencia de un aljibe central, bajo los escombros.
En la zona de la entrada al castillo existe una gran y bella antigua fuente construida hacia 1810 por el XV Duque de Frías.
Quizás a la presencia de este importante surtidor de agua responda la antiquísima ocupación humana del enclave de Dos Hermanas, incluido el emplazamiento del propio castillo.
Según el Abad de Rute, los materiales del castillo de Dos Hermanas se emplearon en la construcción del castillo de Montemayor, pero en opinión de P. Moyano eso no es cierto, ya que el castillo de Dos Hermanas siguió en pie y lo que le falta ha sido derruido por el paso del tiempo, estando las piezas que faltan en las orillas del arroyo de la Carchena.
También es importante el hecho de que en el yacimiento se encuentren cerámicas posteriores a los Reyes Católicos, pues eso demuestra que la fortaleza siguió estando habitada, posiblemente hasta la construcción del cortijo de Dos Hermanas, en el cual se engloba el castillo actualmente.
La actual población de Montemayor, cuyos orígenes se remontan a la primera mitad del siglo XIV, estuvo vinculada desde su fundación a una de las ramas del linaje de los Fernández de Córdoba, que adoptará precisamente el nombre de esta localidad para su casa nobiliaria. Esta familia era la propietaria del castillo de Dos Hermanas "concedido por Fernando III a Fernán Núñez de Témez- y de su heredamiento y tierras colindantes "adquiridas por Alfonso Fernández de Córdoba, su tercer hijo y fundador de la Casa de Córdoba-, posesiones todas ellas que, al ser heredadas como mayorazgo en 1327 por Martín Alfonso, segundo hijo del anterior, constituirían el término de Montemayor, al fundarse esta población en 1340.
Según A. Franco, fueron causas puramente estratégicas (como la mejor defensa de la frontera y del territorio que rodeaba a Córdoba) las que motivaron el traslado de los pobladores de Dos Hermanas a un lugar próximo, un monte mayor, concedido por Alfonso XI en 1340 a Martín Alfonso dando así lugar al nacimiento del pueblo de Montemayor y de la fortaleza en el cerro que lo dominaba.
Como indica el sacerdote y cronista del municipio P. Moyano, desde principios del siglo XIV hasta 1912, año en que la finca fue vendida al Conde de la Cortina "que por entonces la explotaba en régimen de arrendamiento- estaría el Castillo de Dos Hermanas en manos de los Fernández de Córdoba, más tarde condes de Alcaudete, condes de Oropesa y duques de Frías. Por Tomás Márquez de Castro sabemos que a finales de la Edad Moderna Dos Hermanas era uno de los diecinueve señoríos cordobeses que habían sido fundados sobre un cortijo. A partir de su traspaso al mencionado Conde de la Cortina y hasta llegar a la actualidad, la finca se disgregará, primero por herencia y después por venta, repartiéndose entre varios propietarios.
El significado del topónimo Dos Hermanas, nombre castellano entre otros árabes de época inmediata a reconquista, pretende explicarse según las siguientes posibilidades: que existiesen dos cerros próximos de iguales características, que perteneciese a dos hermanas en una determinada época, o que existieran dos castillos próximos con nombres de significado igual o parecido.
Sobre los orígenes anteriores a su surgimiento, se ha querido identificar a Dos Hermanas con la antigua ciudad romana de Soricaria, pero recientemente J. A. Morena López ha demostrado que esa identificación no es apropiada. Lo cierto es que, como ha demostrado bien este investigador, en la colina donde se asienta este castillo se registra una importante ocupación en el Calcolítico. Se han observado también fragmentos de cerámicas de la Edad del Bronce. Asimismo, es bien conocida la presencia de un asentamiento íbero-turdetano y de otro romano que abarca toda la época imperial (siglos I-IV) a juzgar por las cerámicas que se ven en superficie. Según algunos autores, el castillo de Dos Hermanas fue una de las veintisiete fortalezas entregadas por los musulmanes a Fernando III al reconquistar éste las tierras cordobesas, aunque lo cierto es que no se especifica la fuente. De ser cierto el hecho de que este castillo fue entregado por Fernando III, ello indicaría que ya podía existir en época islámica.
Entre el 18 de julio y el 1 de agosto de 1999 se llevó a cabo la primera excavación científica en Dos Hermanas desde 1929 (año en que se hicieron algunos trabajos bajo el mecenazgo e interés del Conde de la Cortina). Esa excavación reciente se llevó a cabo en el marco de un campo de trabajo y fue dirigida por los arqueólogos Pedro Marfil y Carmen Romero (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Antigua fortaleza musulmana localizada en el término, a varios kilómetros de la población.
Aparece, por el contrario, arruinado, entre otras razones por el hecho de que don Martín Alfonso de Córdoba lo destruyó parcialmente aprovechando material de él para la construcción del citado castillo de Montemayor.
Pese a su ruina aún subsiste su trazado cuadrangular y torres en las esquinas. Recientemente se han realizado en él catas arqueológicas (Diputación provincial de Córdoba).
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