La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
La vía, en este caso una calle, está dedicada a Adolfo Rodríguez Jurado, abogado, historiador y político sevillano.
La vía, en este caso una calle, está dedicada a Adolfo Rodríguez Jurado, abogado, historiador y político sevillano.
Ha recibido varios nombres que identificaban distintas partes de esta calle. En el s. XV su parte final se denomina Arco o Arquillo de las Ataranzas, por el existente en la muralla y que daba acceso a las Atarazanas de los Caballeros, ubicadas en el solar que, a fines del s. XVI, se edificaba la Casa de la Moneda. En el s. XVI, al construírse ésta y la Aduana, se debió conocer por estos nombres. A lo largo del s. XIX se denomina plaza de la Aduana y esporádicamente de la Casa de la Moneda. La primera parte de la calle posee el nombre de Santo Tomás, a raíz de que, en 1517, se construyese en sus inmediaciones el Colegio Mayor de este nombre. En 1935 ambos espacios quedaron unificados bajo el nombre actual, en memoria de este abogado y erudito (1865-1933).
Su forma irregular ha sido característica permanente. El lado de los impares debió estar definido por la muralla que desde el Arquillo de la Plata en la calle Miguel de Mañara iba hasta la Torre del Oro, y la general de la ciudad a la altura de la fachada actual de Hacienda; en dicha muralla se abrían dos arcos, uno en el arranque de Joaquín Hazañas y otro en el de Santander; a ella se fueron adosando casas en fechas indeterminadas, que dan una línea quebrada en el plano de Olavide (1771). La acera frontera presentaba el mismo aspecto, algo simplificada al derribarse el antiguo edificio del colegio de Santo Tomás en la década de 1920. Tras múltiples proyectos, que arrancan de la segunda mitad del s. XIX, se diseña la forma actual, producto de abrir una comunicación más directa entre la Catedral y la Puerta de Jerez, coincidiendo con las reformas urbanas vinculadas a la Exposición Iberoamericana. Así su forma actual es aproximadamente la de un embudo, con un arranque muy ancho, más bien plaza que calle, que se va estrechando por el lado de los pares, y luego un segundo tramo sensiblemente recto, en el que desembocan por la derecha la plaza Ministro Indalecio Prieto y, por la izquierda, Joaquín Hazañas.
Durante siglos fue el lugar de paso más importante a la zona sur de la ciudad, primero a través de las citadas Atarazanas de los Caballeros y a fines del s. XVI, a través de la hoy denominada Joaquín Hazañas. Dicha importancia se acentúa en el s. XIX por la creciente vitalidad del sector, entre otras causas debido al establecimiento de los Montpensier en San Telmo y la creación de las Ferias de Abril y de Septiembre, en el Prado de San Sebastián. Por ello no es extraño que aparezca entre las calles empedradas en el s. XVI, sistema que fue sustituido por baldosas en 1851 y por adoquines y aceras de betún asfáltico en 1863; en la década de 1960 se le echó encima la capa asfáltica actual sustituida finalmente a comienzos del s. XXI por las losas actuales. En la segunda mitad del s. XIX se proyectó un jardín inglés (1884) y se la dotó de jardines, acacias y asientos diseñando un paseo. Según Galerín, hacia 1931 bajo un gran álamo existía un aguaducho; hoy conserva una isleta acerada en torno a un gran plátano en la confluencia con la avenida de la Constitución, donde se ha instalado un quiosco de periódicos inspirado en modelos antiguos y bancos de fábrica. Farolas de fundición, tipo fernandino, y grandes robinias completan la dotación de esta calle.
Adolfo Rodríguez Jurado, 3: CASA DE LA MONEDA. Los talleres de fabricación de moneda sufrieron varios traslados desde su creación; hasta el siglo XVII estuvieron dentro de los muros del Alcázar, pero ya en el siglo XVIII estaban separados y constituían un pequeño barrio aislado de la ciudad. La fachada monumental, que hoy se conserva, es de fines de dicho siglo.
Es, precisamente, esta crujía de fachada la que, en la actualidad, está en mejor estado. Grandes pilastras, entablamento con friso de triglifos y metopas y frontón triangular decoran dicha fachada, en cuyo centro se encuentra la portada principal de piedra, enmarcada por pilastras toscanas, que sostienen un frontón partido con jarrones, los cuales flanquean el balcón central.
Un tránsito cubierto con bóvedas de arista sirve de acceso al patio central, de planta rectangular, con arquerías sobre columnas en los frentes más pequeños. en uno de los frentes mayores se abre una de las calles que conducían a los diferentes talleres, algunos de los cuales conservan las linternas [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor a quien está dedicada esta vía del callejero sevillano, Adolfo Rodríguez Jurado:
Adolfo Rodríguez Jurado (Sevilla, 26 de julio de 1865 - Sevilla, 12 de junio de 1933), Abogado, historiador y político.
Nació en el seno de una distinguida familia sevillana: su padre, fue el ilustre notario don Adolfo Rodríguez de Palacios y su mujer, doña Josefa Jurado y Sarmiento. Dos días después de su nacimiento, se dispuso su bautizo en la Iglesia Parroquial de San Ildefonso y Santiago de Sevilla.
Tras cursar sus estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla, obtuvo la licenciatura en Derecho (24 de noviembre de 1882), recibiendo poco después su investidura de Doctor en Derecho (20 de noviembre de 1883), a pesar de ello, al contar con tan solo diez y ocho años de edad, no pudo incorporarse al Colegio de Abogados Hispalense hasta unos años después (26 de julio de 1886), colegiándose también en el de Madrid, e incorporándose a los juzgados de Carmona, Utrera, Lora del Río y Morón de la Frontera. Su carrera como letrado comenzó con un voluminoso pleito civil que sostuvo contra los conocidos letrados don Manuel Laraña y don Nicolás Gómez y Orozco sobre nulidad contractual.
A lo largo de su carrera representó numerosas causas civiles y penales que supo defender de forma tan brillante avalándole su nombramiento como Abogado Fiscal sustituto de la Audiencia de Sevilla (7 de enero de 1888).
Tras ser elegido diputado provincial de la ciudad de Sevilla, fue elegido al poco tiempo vicepresidente de la Diputación Hispalense. Su vertiginosa carrera como abogado y político le llevó a desempeñar los nombramientos de Decano del Colegio de Abogados, académico correspondiente de la Real Matritense de Jurisprudencia y Legislación, jefe honorario de la Administración Civil, diputado a Cortes y presidente de la Diputación Provincial de Sevilla. Así mismo recibió las distinciones civiles de Caballero Comendador de la Orden Civil de don Alfonso XII y la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica.
De forma paralela al ejercicio del derecho y la política, don Adolfo mostró desde muy joven un gran interés por la cultura y el arte, que le llevaron al enriquecedor campo de la investigación histórica. Pronto, recibió numerosos reconocimientos como historiador, que, como tal, llegó a documentar el lugar y fecha de nacimiento del escultor Juan Martínez Montañés, así como la autoría de algunas de las imágenes más conocidas de la Semana Santa de Sevilla, como la de Jesús del Gran Poder. Su carrera como historiador le llevó a desempeñar los cargos de académico de número y consiliario de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y de San Fernando. vice-director de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla y de la de Córdoba, vocal de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos o director honorario del Centro de Cultura Valenciano. Sus profundas creencias religiosas le llevaron a presidir la Junta de Beneficencia de la ciudad de Sevilla, ingresar como Hermano de la Santa Caridad y en la Hermandad de Jesús del Gran Poder (José de Contreras Saro, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
La calle Adolfo Rodríguez Jurado, al detalle:
La Glorieta Organista Padre Ayarra
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