Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la placa conmemorativa fundacional de la Academia Sevillana de Buenas Letras en la calle Abades, 47.
En la fachada del número 47 de la calle Abades (en el Barrio de Santa Cruz del Distrito Casco Antiguo) encontramos una placa conmemorativa, realizada en mármol blanco grabado, dedicada a la fundación de la Academia Sevillana de Buenas Letras, puesto que fue en esa vivienda donde tuvo lugar dicho acontecimiento. El texto de la placa conmemorativa con tipografía en color negro, dice así:
EL DOCTOR D. LVIS GERMÁN Y RIBÓN,
CON EL CONCVRSO DE D. FRANCISCO LASSO DE LA VEGA,
D. JOSÉ CEBALLOS, D. DIEGO ALEJANDRO DE GALVEZ,
D. JOSÉ NARBONA, D. ALONSO CARRILLO Y AGVILAR,
Y D. LIVINO IGNACIO LEYRENS,
FVNDÓ EN ESTA, QVE FVÉ SV CASA MORADA,
LA ACADEMIA SEVILLANA DE BVENAS LETRAS
EN 16 DE ABRIL DE 1751.
Para comprender la importancia de tan insigne institución, hacemos una breve reseña de la misma, recogida de su web oficial: La Real Academia Sevillana de Buenas Letras se fundó el 16 de abril de 1751, por iniciativa del sacerdote y catedrático de la Universidad Luís Germán y Ribón y otros hombres de estudio, pertenecientes en su mayoría a la alta clerecía de la ciudad, grupo que por aquel entonces representaba el progresismo intelectual y el espíritu innovador de la Ilustración europea. La sesión fundacional tuvo lugar en el domicilio de Germán y Ribón, su primer Director, en la casa que éste habitaba en la calle de los Abades.
Fiel a esa mentalidad ilustrada, la Academia nació con el propósito de constituirse en un “centro de donde irradiase la luz del saber, en honra y provecho de las ciencias y de las letras patrias”, y de “contribuir a ilustrar la historia de Sevilla y de la región andaluza”. Un año más tarde, el 22 de abril de 1752, el Consejo de Castilla aprobó sus Estatutos, y el 18 de julio del mismo año el rey Fernando VI la situó bajo su “Real Protección”, concediéndole el emblema, que representa un olivo cargado de frutos, con el lema Minervae Baeticae. Poco después, el 30 de octubre de 1753, la nueva Academia hacía su presentación oficial y solemne en la ciudad en la bella “Sala Cantarera” de los Reales Alcázares, con una disertación de Germán y Ribón sobre “Las utilidades que resultan de los cuerpos académicos”.
En sus comienzos, estuvo muy vinculada a la Real Academia de la Historia, de ahí la orientación marcadamente historicista de sus investigaciones, centradas, sobre todo, en el estudio del pasado sevillano y andaluz y en la historia eclesiástica. Más tarde, sin abandonar estos dominios, fue ocupándose también, y cada vez con mayor insistencia, de los temas filológicos y literarios. En cualquier caso, una nota muy distintiva ha sido siempre, y continúa siéndolo, la variedad científica de sus integrantes, entre los que han figurado, aparte de historiadores, escritores y filólogos, otros notables especialistas en el campo de las ciencias físico-naturales, la medicina, el derecho y el periodismo.
En el tránsito del siglo XVIII al XIX experimentó un decaimiento, que se aceleró al verse afectada su sede por un incendio, en 1807, y por la invasión francesa del año siguiente, una de cuyas consecuencias fue el asalto de la sede de la Academia, así como la dispersión de sus miembros, que no reanudarían sus sesiones hasta 1820, convocados, en esta ocasión, por uno de ellos, Manuel María del Mármol.
Entre los académicos numerarios de la primera hora se encuentran importantes figuras de la creación y la erudición literaria ilustrada, como Cándido María Trigueros, Alberto Lista, José Blanco White, Pablo Forner, Manuel María del Mármol…, y estudiosos de la arqueología, la arquitectura, las antigüedades y la historia de Andalucía, como José de Cevallos, Sebastián Antonio de Cortés, Tomás Antonio de Gúseme, Antonio Jacobo del Barco, Juan Antonio Lorente… Ya en los siglos XIX y XX, personalidades de la significación intelectual, artística o social de Justino Matute, José Amador de los Ríos, Domínguez Bécquer, Antonio Machado Núñez, Francisco Rodríguez Marín, Joaquín Guichot, José Gestoso, Luis Montoto, Benito Más y Prat, Manuel Cano y Cueto, Joaquín Hazañas y la Rúa, los bibliófilos Juan y Manuel Pérez de Guzmán, Javier Lasso de la Vega, Manuel Blasco Garzón, Manuel Jiménez Fernández, Joaquín Romero Murube, Rafael Laffón… y tantos otros. Nombres espigados de una extensa relación que refleja lo más valioso de la tradición cultural de nuestra ciudad en los tres últimos siglos. Tradición que se hace presente en el quehacer de la Academia de nuestros días, integrada en el Instituto de España y en el Instituto de Academias de Andalucía. Desde el punto de vista jurídico, la Real Academia Sevillana de Buenas Letras es una Entidad de Derecho Público sin ánimo de lucro, y carece de fuentes propias de financiación.
Cuenta desde su fundación, por disposición estatutaria, con una nómina de 30 Académicos de Número. Puede, asimismo, nombrar Académicos de Honor a personas de muy relevantes méritos, y Académicos Correspondientes a aquellos que residan fuera de Sevilla y estén vinculados a la Academia por su labor investigadora y cultural. En cumplimiento de sus Estatutos, la Corporación desarrolla una sostenida labor de investigación. Organiza, también, numerosos actos públicos, como congresos, ciclos de conferencias, presentaciones de libros, etc. Con el fin de potenciar sus actividades, ha creado la Fundación Buenas Letras.
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la placa conmemorativa fundacional de la Academia Sevillana de Buenas Letras en la calle Abades, 47. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre la calle Abades, en ExplicArte Sevilla.
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