Y que mejor día que hoy para Explicarte la escultura "San Bernabé", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Puerta de la Asunción [nº 067 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Ha tenido los nombres de puerta del "Perdón", "Perdón Nueva", "Principal" y "Grande", con obras que van desde 1481 hasta 1884 (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
En la portada de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede podemos contemplar en su lateral izquierdo y a modo de continuación de las archivoltas de la zona izquierda en su apilastrado izquierdo, en su cuerpo inferior, a la derecha, un santo varón que porta en su mano izquierda la palma del martirio, y en la derecha un puñado de piedras, por lo que se identifica con Bernabé. Éste, como toda la decoración escultórica de dicha portada fue realizado en cemento por Ricardo Bellver, en este caso, en 1889.
La distribución de todas las esculturas se corresponde con un programa iconográfico preestablecido y que, resumidamente, es el siguiente: en el cuerpo inferior de las archivoltas se sitúan los Apóstoles; en los frontales de los apilastrados, también en su cuerpo inferior, los Evangelistas y a continuación de los mismos cuatro Santos Mártires. En el cuerpo superior de las archivoltas centrales, la Familia de la Virgen, (Madre, Padre, y Esposo) así como a María Magdalena. A continuación, a ambos lados, los Padres de la Iglesia, seguidos de los Doctores de la Misma; y por último, en los frontales y laterales exteriores de los apilastrados, se han representado, a los Santos Fundadores de Órdenes Religiosas.
LEYENDA Señalar que no cabe duda que la envergadura del encargo de esta decoración escultórica puso en una situación difícil al artista, ya que por una parte se le exigía ajustarse al estilo del resto de la fábrica catedralicia, es decir, desarrollar un programa goticista; o bien, la otra solución que le quedaba era elaborar una obra personal, lo cual desentonaría sensiblemente con el conjunto. Ante tal disyuntiva, Bellver optó por una solución intermedia que le condujo hacia una obra ecléctica y un tanto fría, y a pesar de ser un escultor decididamente naturalista no consigue, en esta obra, reflejar tal característica, inclinándose por un particular neogoticismo en la elaboración del relieve central, y no consiguiendo en el resto de la estatuaria la fuerza realista y dramática propia de otras obras por él ejecutadas. Resultado que no es producto de la estilística del escultor, sino de las exigencias, estéticas y materiales, de unas instituciones y de una época que se ancló en el pasado y que, en lo que se refiere al panorama artístico, no destacó especialmente por su nivel creativo [José Antonio García Hernández, La Decoración Escultórica de la Portada Principal de la Catedral de Sevilla (1882-1899)].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Bernabé, apóstol:Judío chipriota, calificado de apóstol inapropiadamente, se llamaba José Halevi (o el Levita). Los apóstoles, que lo aceptaron como adjunto, lo motejaron Bernabé (hijo del profeta).
Era primo de un tal Juan que llevaba el nombre romano Marcos, a quien se pretendió identificar con el evangelio de San Marcos.
El nombre Bernabé sigue asociado a los de San Pablo y San Mateo, a cuyas sombras vivió.
Fue él quien presentó a San Pablo ante los apóstoles, después de la conversión de aquél en el camino de Damasco. Además lo acompañó en sus viajes de misionero, sobre todo a Listra, en Asia Menor, donde a consecuencia de un milagro se los creyó dioses y debieron negarse con indignación a los sacrificios que los sacerdotes paganos querían ofrecerles.
Tertuliano le atribuye la Epístola a los Hebreos que el canon del Nuevo Testamento da como obra de San Pablo.
Bernabé curaba enfermos aplicándoles el Evangelio de San Mateo sobre la cabeza o el pecho. De vuelta en su isla natal, fue lapidado, luego quemado vivo por los judíos hacia el año 63, en Salamina, Chipre.
La tradición que le atribuye la fundación de la Iglesia de Milán, de la cual se lo consideraba el primer obispo, fue forjada en el siglo XI para justificar las pretensiones de Milán contra las ciudades rivales de Aquilea y Rávena, que se jactaban de su propiedad. Como muchas leyendas hagiográficas, esta fábula tiene como origen un conflicto de precedencia.
Los documentos acerca de su pretendida residencia en Roma, donde habría precedido a San Pedro, son apócrifos.
El cuerpo de San Bernabé llevando sobre el pecho el manuscrito autógrafo del Evangelio de San Mateo, del cual no se separaba nunca, fue encontrado bajo un algarrobo en Chipre, en 458, con el objeto de defender la autarquía de la Iglesia chipriota contra el obispo de Antioquía.
Es patrón de Milán, donde la iglesia puesta bajo su advocación ha dado su nombre a la orden de los bernabitas fundada en el siglo XVI por San Antonio María Zaccaria.
También se lo veneraba en Venecia y en Florencia a título de primo hermano del evangelista San Marcos.
Se lo invocaba contra el granizo a causa de las piedras de su lapidación.
ICONOGRAFÍA
Está representado como obispo. Sus atributos son las piedras con las que fue lapidado y el libro del Evangelio de San Mateo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Ricardo Bellver, autor de la obra reseñada;
Ricardo Bellver y Ramón, (Madrid, 23 de febrero de 1845 – 20 de diciembre de 1924). Escultor.
Pertenecía a una famosa dinastía de escultores de origen valenciano. Su abuelo Francisco Bellver y Llop, estudió en la Real Academia de San Fernando y, más tarde, estuvo trabajando en la Corte.
Su padre, Francisco Bellver, ilustre escultor y académico, fue su primer maestro en el arte de la escultura.
Posteriormente entró como alumno en la Real Academia de San Fernando, y destacó en las asignaturas de Anatomía Pictórica y Dibujo del Antiguo, copia del Natural y Paños.
A los diecisiete años presentó su primera obra para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, el cacique Tucapel. Dos años más tarde, en 1864, para esta misma Exposición expuso dos bajorrelieves: Sátiro tocándose las tibias y Faunos jóvenes jugando con una cabra.
De 1866 es su magnífica obra La Virgen del Rosario, con destino a la iglesia de San José de Madrid, de soberbia ejecución y factura. Para la Exposición Nacional de 1867, realizó su extraordinario grupo de la Piedad, de gran tradición desde el siglo xv, con la que consiguió una mención honorífica de 1.ª clase. Para la Exposición Nacional de 1871, mostró tres bustos en yeso: Goya, José Bellver y Una señora.
En el año 1874, para el concurso abierto para las plazas de pensionado de Roma, presentó su obra: David teniendo en la mano la cabeza del gigante Goliat.
En Roma permaneció pensionado los años 1875, 1876 y 1877. En 1875 realizó el magnífico busto del Gran Capitán, copia en yeso de la estatua que talló en madera, en el siglo XVI, el escultor y arquitecto burgalés Diego de Siloé.
Al año siguiente, en 1876, presentó su segunda obra de pensionado el bajorrelieve titulado: El Entierro de Santa Inés, para el interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid.
Finalmente, como trabajo de tercer año de pensionado, en 1877, mostró su obra más famosa y que más gloria le dio: El Ángel Caído, modelada en yeso y más tarde fundida en bronce. Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Madrid, y en la Internacional de París. De 2,65 metros de altura, con notables influencias clásicas, helenísticas y barrocas, representa a Lucifer caído sobre unas rocas, retorciéndose por el dolor que le causa una serpiente enroscada en su cuerpo.
En el año 1880, ejecuta el boceto para el ilustre marino y navegante del siglo XVI: Juan Sebastián Elcano, encargado por el Ministerio de Ultramar, fue presentado en la Exposición Nacional de 1881, obteniendo primera medalla, siendo esculpida en mármol blanco de Carrara.
Acabado su plazo de pensión en Roma, permaneció en la ciudad, donde continuó vinculado hasta 1882.
En este intervalo de tiempo esculpió el imponente monumento al Cardenal de la Lastra y Cuesta, Arzobispo de Sevilla, en un purísimo y finísimo mármol de Carrara, con influencias de estilo plateresco.
Para la portada principal de la catedral de Sevilla realizó en yeso, en 1883, un bajorrelieve de la Asunción de la Virgen, más tarde pasado a piedra de Mónovar (Alicante), de tamaño colosal. Posteriormente para decorar la mencionada fachada talló cuarenta estatuas de apóstoles y santos, en las que trabajó hasta el año 1899, de tamaño mayor que el natural en piedra cemento Portland.
Durante los años 1883-1884, esculpió en mármol de Carrara dos colosales estatuas, de 2,65 metros de altura, de los apóstoles San Andrés y San Bartolomé, para la rotonda interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid; la obra le fue encargada por la Obra Pía de Jerusalén; por sendos modelos cobró la cantidad de tres mil pesetas. Esta obra fue ejecutada en claro estilo neobarroco.
El día 10 de noviembre de 1879 fue designado en Sesión Ordinaria académico correspondiente de la Academia de San Fernando. En atención a esto y al haber sido nombrado profesor ayudante de la Escuela de Artes invocando Oficios, y que los artículos 7.º y 8.º de los Estatutos, y el 77 y el 78 del Reglamento, los académicos Federico de Madrazo, José Barral, Antonio Ruiz de Salces, Francisco Asejo, Barbieri y los escultores Sabino de Medina y Elías Martín, lo proponen el 5 de mayo de 1884 como académico de número.
El 20 de octubre de 1884, es elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, su discurso de apertura fue: La Escultura en Miguel Ángel.
Por estas fechas el obispo de Cádiz, Vicente Calvo, le encarga tres imágenes en madera policromada y de tamaño natural: San Pedro, Santo Tomás de Aquino y San Alfonso María de Ligorio.
Durante esta época llevó a cabo otro excelente sepulcro de estilo neoplateresco, el del Cardenal Martínez Silíceo, para la iglesia-colegio de Doncellas Jóvenes de Toledo, inspirado en los sepulcros renacentistas del cardenal Tavera y el de Cisneros.
De 1877 son el Monumento Funerario a Goya, el Monumento a Meléndez Valdés y Donoso Cortés, con la famosa estatua de la Fama, en el cementerio monumental de San Isidro de Madrid.
A comienzos del siglo XX, esculpió en piedra blanca el Escudo colosal de España, para el Ministerio de Fomento, actual de Agricultura en Madrid.
A partir de 1904, R. Bellver se dedica casi por entero a su labor docente, en las clases de la Academia de San Fernando, también como jurado calificador en exposiciones nacionales e internacionales. También como jurado calificador en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, sustituyendo en 1904 al célebre escultor valenciano Mariano Benlliure, compañero suyo en la Academia.
Dos días después de su muerte, el 22 de diciembre de 1924, el escultor segoviano Aniceto Marinas se adhiere a las condolencias expresadas por su compañero el también escultor Mariano Benlliure, con motivo de la muerte de nuestro genial artista, ocurrida el 20 de diciembre del citado año.
Ricardo Bellver ha utilizado a lo largo de su carrera artística todo tipo de materiales para ejecutar su dilatada y extensa labor escultórica: el barro, arcilla, madera de pino, ciprés, policromada, dorada y estofada; el mármol de Carrara, la piedra de Monóvar, Novelda, el cemento Portland, el bronce y otros materiales.
Sus primeros trabajos de juventud están realizados en barro, arcilla, escayola, yeso y cera. Se trata de estudios preparativos para mostrar a las distintas y variadas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y a los Concursos a Oposiciones de Pensionados a Roma.
Desde sus primeros comienzos la obra de Ricardo Bellver ha generado grandes elogios por parte de la crítica especializada de la historia del arte. de fuerte personalidad, realismo libre, notable y crítico, es el más personal y original de los escultores.
Su estilo es ecléctico, academicista y romántico, y en muchas ocasiones se muestra neobarroco y realista.
Es creativo y original, con una gran fuerza expresiva en sus obras (José Luis Melendreras Gimeno, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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