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jueves, 7 de noviembre de 2019

Las Reales Atarazanas


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame Explicarte las Reales Atarazanas, de Sevilla.   
   Las Reales Atarazanas [nº 11 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla, y nº 18 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentran en la calle Temprado, 1; en el Barrio del Arenal, del Distrito Casco Antiguo.
   Las Reales Atarazanas de Sevilla fueron construidas en 1252 por mandato de Alfonso X el Sabio, fuera del recinto murado, apoyándose en el cobijo que ofrecía la muralla y la coracha saliente, que unía las Torres del Oro y de la Plata, entre las Puertas del Carbón y del Aceite.
   Probablemente consistieran en una reconstrucción ó remodelación de otras anteriores construidas en el siglo XII por orden del califa Abu Yaqub Yusuf, quien en 1184 ordenó el comienzo de las obras.
   Las Atarazanas constituyen un caso ejemplar de transformación de usos, debido básicamente a su potente estructura formal de gran contenedor que habrá de conferirle esa capacidad de admitir, a lo largo de su historia, nuevos y controvertidos destinos.

   En el siglo XVI se realizan obras destinadas a transformar la actividad como astilleros trasladándose a la primera nave la pescadería, que hasta entonces estaba ubicada en la Plaza de San Francisco.
   En 1580 comienzan las obras para alojar en las Atarazanas la Aduana, según las trazas de Asensio de Maeda. La construcción finaliza siete años más tarde, y en su proceso se reconoce la intervención de Juan de Oviedo.
   En 1641 comienzan las obras del Hospital de la Santa Caridad, cuya cofradía se reunía desde el año 1578 con la finalidad de recoger los cadáveres de ahogados y ajusticiados, en la capilla ubicada en la nave octava, consagrada a San Jorge.
   A principios del s. XVIII se levanta el primer plano conocido de la manzana. En él se distinguen ya perfectamente autónomas, las intervenciones de Maeda en la Aduana, y de Simón de Pineda, Figueroa y Sánchez Falconete en el Hospital de la Caridad y la Iglesia de San Jorge. 

   En el sector también se asentaban dependencias artilleras, cuyo primer asentamiento se remonta al año 1587. Posteriormente el continuo crecimiento de la Maestranza de Artillería traspasa sus puertas.    En 1804 se ocuparán los terrenos delanteros hasta alcanzar los malecones del río.
   En 1846 surge un proyecto de ensanche de la ciudad, se trata de la alineación a cordel del Paseo de Cristóbal Colón proyectada por Balbino Marrón. El comienzo del siglo XX coincide con la erección de los nuevos almacenes artilleros, que ahora se alinearán con el referido Paseo de Cristóbal Colón.  La consecuencia más importante es la creación del Pasaje Temprado, espacio urbano definido lateralmente entre verjas que guardan los jardines de ingreso a las Atarazanas y de otro lado al crecimiento exterior de la Maestranza de Artillería y los jardines de la Caridad.
   En 1945 se derribaron las últimas cinco naves en el flanco sur de las Atarazanas para la construcción del edificio de la Delegación de Hacienda.

   En la década de los años 80 se redacta y aprueba el Modificado del Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo de Sevilla, que pone de manifiesto la necesidad de elaborar un Plan Especial de Reforma Interior que libere, del Centro Comercial previsto en el anterior Plan de 1968, los terrenos ocupados por los almacenes exteriores de la Maestranza, y el Jardín de la Caridad. Documento que ordena el sector dedicando su edificación a una institución cultural.
   En el periodo 1993-95, la Consejería de Cultura llevó a cabo obras de consolidación en el complejo y en 1988 inició el estudio de viabilidad sobre la capacidad espacial y constructiva de la Maestranza de Artillería como paso previo a su adquisición. Tras el citado estudio adquirió el inmueble, quedando desalojado por la institución militar en abril de 1993.
   Recientemente, las instalaciones están siendo rehabilitadas para dedicarlas a usos culturales
   Las naves de las Atarazanas fueron construidas como astilleros para la construcción de galeras y se instalaron en el Arenal, porque en este lugar la diferencia de cota con el río apenas llegaba al metro, lo que facilitaba mucho la entrada y salida de los barcos, condición indispensable en estas instalaciones. 

   La construcción original albergaba un espacio diáfano estructurado en naves por potentes arcadas mudéjares. La fuerte direccionalidad producida por éstas se enriquecía con la aparición de una segunda dirección, perpendicular a la primera, generada por la sucesión en paralelo de estos arcos. Esta doble dirección dotaba al espacio de transparencia visual y doble perspectiva. El aspecto formal que las Atarazanas presentaban al Arenal, era el de un frente industrial abierto para posibilitar la entrada y salida de las embarcaciones.
   El interior se organiza actualmente a partir de diecisiete naves adosadas dispuestas en perpendicular a la dirección del río, cuyo fondo era la muralla almohade de la ciudad. Es una construcción realizada por la cubrición a dos aguas de una sucesión pilares de ladrillo sobre las que apoyan líneas de arcos, sobre las que se construyen amplios canales para la recogida de aguas, formalizando un acueducto que caracteriza el plano de las cubiertas.

   Las naves tienen unas dimensiones de cien metros de largo por doce de alto, las de pilastras de ladrillo son de sección rectangular, con unas medidas de dos metros y cuarenta centímetros por un metro ochenta centímetros, salvando una luz de ocho metros y medio con una altura hasta el arranque de los arcos de cinco metros, éstos son ligeramente apuntados con el intradós rehundido en continuación con las pilastras, y tienen una luz media de once metros.
   Debido a los rellenos sufridos posteriormente, cuando las naves dejaron de usarse para construir barcos, la base de las pilastras se encuentran a la cota -6, 15 metros, y bajo ella se encuentra la cimentación, que las excavaciones arqueológicas, han revelado que se compone de una zapata corrida de 1,30 metros de canto, de argamasa bastante compacta con un encofrado perdido de madera.
   Durante su periodo fundacional, bajo el mandato de Pedro I, se produjo una ampliación de las Atarazanas en tres naves añadidas en su flanco norte.   

   Durante el siglo XVI, la actividad como astilleros se transformó trasladándose a la primera nave la pescadería, y realizándose obras destinadas a la construcción de viviendas, compartimentación de los distintos despachos de pescado, y trabajos de relleno encargados de subir el nivel de las naves en casi cuatro metros, pues se inundaban con frecuencia al haberse quedado su cota por debajo de la del Arenal, que convertido en espacio portuario la elevó como sistema de defensa.
   Albergaba la primera nave doce lonjas grandes y dieciséis pequeñas, y las demás estaban divididas en bodegas con accesos desde el interior o desde el Arenal. En la novena nave se ubicaba la vivienda del alcaide, con un corral abierto al interior, y en la octava, la capilla. Los espacios comunes principales, la Placeta y el Pozo, se situaban en la nave octava, y a partir de ellos se organizaban unos pasajes cubiertos que permitían el registro de las distintas dependencias.
   Existían tres puertas principales, dos al Arenal y una al casco Histórico, situada en la placeta del Carbón y que se conocía como Puerta del Hierro.

   A finales del siglo XVI, las naves 13, 14 y 15, se transforman para alojar a la aduana, constituyéndose como entidad autónoma dentro de la trama espacial homogénea de Atarazanas. Esta intervención fue respetuosa con el sistema espacial, ofreciendo una lectura clara dentro del sistema general, y con ella se generaron también las dos últimas naves de la manzana, 16 y 17, utilizadas para almacenar lana y azoque.
   A mediados del siglo XVII, comienza una nueva actuación que transformaría las naves 8, 9, 10, 11 y 12 en Hospital de la Santa Caridad. En la transformación de las naves en hospital, se confirma la idoneidad de éstas para admitir nuevos usos, debido al carácter de gran contenedor de su estructura espacial.   

   En el interior del Hospital de la Caridad es donde la  estructura de las naves va a dejar su impronta, ya que todos los espacios generados quedan impregnados de su direccionalidad.
   Será a finales del siglo XVIII, con las reformas introducidas por la Maestranza de Artillería, cuando se produzca la total consolidación de la manzana constituida por las antiguas Atarazanas del río, al construir tres crujías perpendiculares a las siete naves de las Atarazanas, que cabalgaban transversalmente sobre los contrafuertes y primeros arcos de cada una de ellas. También se elevó una sala para el depósito de armas, con una potente cubierta de tejas y se dotó al conjunto de un cuerpo común de cabecera que introdujo un orden superior a la mera yuxtaposición, al practicar la entrada en el centro del mismo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Maestranza de Artillería se asentaba en cinco naves de las antiguas Atarazanas reales, construidas en 1252 por Alfonso X el Sabio. En 1786 se amplió el edificio, ocupando dos naves más y reformándose sus fachadas, de nítida composición neoclásica. Por estas mismas fechas se construye el cuartel de Caballería de la puerta de la carne. Según afirma Arana de Var­flora, refiriéndose a la Maestranza, en su "Compendio de Sevilla" (reedición de 1789): "(...) En estos últimos años se ha levantado todo el edificio subiendo sus paredes a mayor elevación, se ha construido una capacísima sala de armas, se ha decorado con buena portada y vistosos balcones."
     Se trata, pues de un edificio que utiliza para su instalación las fuertes estructuras de los mu­ros con arquerías de las Atarazanas, cubiertas por bóvedas de cañón o tejados a dos vertientes y construyendo en toda la anchura de la cabeza de las naves un cuerpo rectangular de fachada, apoyado sobre los muros de aquellas y organizado en tres crujías. La fachada a la calle Dos de Mayo se resuelve construyendo un cerramiento en una sola plantilla, próximo al muro lateral de la última nave, en el que se abren una serie de ventanas en forma de arco apuntado muy rebajado, trasunto formal de los arcos de los masivos muros interiores.
    El edificio ocupa en planta baja una superficie aproximada de 9.000 m2 y una superficie total construida de 9.500 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
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