El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla, y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la Plaza del Triunfo, 5; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo).
En el Real Alcázar, en el Cuarto Real Alto, se encuentra la Capilla de Isabel la Católica [nº 21 en el plano oficial del Real Alcázar].
Se llama así por haberse construido en tiempos de estos monarcas y era la Capilla privada del Palacio. Es de planta rectangular y se cubre con bóvedas sumamente rebajadas llegando a ser apuntadas en sus claves. Sus nervaduras arrancan de ménsulas en "culs de lampe" góticas y, aunque surgen verticalmente, después se van tornando curvilíneas y se adornan con tallos de encinas y granadas. Las claves se decoran con rosetones góticos muy bellos con las iniciales F e Y.
Existe un primer espacio que viene a ser el vestíbulo de la capilla, ostentando en su centro una bellísima columna de mármol, con capitel de mocárabe mudéjar, de la que arrancan sendos arcos rebajados con claraboyas flamígeras. Este mismo motivo de arcos apeados en columna medial vuelve a repetirse más adelante, conformándose con estos elementos una concepción espacial morisca, aunque interpretada en clave gótica.
El retablo es un homenaje a la Reina Isabel, siendo el tema central la visita de la Virgen María a su prima y aparece ornamentado con el yugo y las flechas, emblemas heráldicos de estos monarcas españoles, así como con sus escudos e iniciales. Pero fundamentalmente hemos de destacar la belleza de la decoración de grutescos, a través de los cuales los aires renacentistas se hacen presentes en esta bellísima obra, donde la perfección del dibujo y la vivacidad de los colores y tintas prestan una fuerza y brillantez inusitadas (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
Presidiendo este minúsculo espacio se halla el retablo-altar cerámico, obra de Niculoso Pisano, ejecutado en 1504 que va firmado y fechado. Se trata de una de las piezas clave del Alcázar sevillano y una de las obras maestras de nuestro Renacimiento. Fue ejecutado con la técnica del azulejo plano polícromo que trajo a España, a principios del siglo XVI, el ceramista antes nombrado, quien dejó otras muestras importantes en la ciudad, siendo el iniciador de una tradición que contaría en Sevilla y en el propio Alcázar con espléndidos seguidores.
También es del siglo XV la armadura, ochavada y apoyada en pechinas, de la sala que precede al llamado Oratorio de los Reyes Católicos. Corresponde éste a un espacio cubierto por bóvedas nervadas que preside el extraordinario retablo de azulejería firmado en 1504 por el italiano Francisco Niculoso Pisano. Este autor, que se documenta en Sevilla desde fines del siglo XV, fue el gran innovador de la cerámica sevillana y española de comienzos del quinientos.
Su aportación a este arte fue doble, pues introdujo tanto una nueva técnica, la del azulejo de superficie plana, como un nuevo repertorio decorativo, los grutescos. El tema central del retablo representa la Visitación de la Virgen a Santa Isabel, escena que va enmarcada por el Árbol de Jessé o Generación Temporal de Cristo, figurando la Anunciación en el frontal del altar y la Santa Faz en el remate. A estos temas se suma la presencia del escudo de la monarquía española y los lemas de los Reyes Católicos, el yugo y el haz de flechas, acompañados por las leyendas "tanto monta", así como un amplio repertorio de grutescos y motivos simbólicos. A la perfección del dibujo se suma la riqueza de su policromía, habiéndose pintado los diferentes temas en azul y blanco al claroscuro sobre fondos amarillos, con excepción del paisaje de la escena de la Visitación y la orla con los reyes de Judá, cuyo fondo es azul oscuro.
El conjunto es de una brillante y riqueza colorista extraordinaria, considerándose como una obra maestra de la cerámica renacentista (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
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