Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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viernes, 28 de febrero de 2025

El Parque de la Plaza de Andalucía, en Villanueva del Río y Minas (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Parque de la Plaza de Andalucía, en Villanueva del Río y Minas (Sevilla).
     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Parque de la Plaza de Andalucía, en Villanueva del Río y Minas (Sevilla).
     El Parque y la plaza de Andalucía siguen las trazas arquitectónicas del estilo de Aníbal González, en cuanto a la utilización de materiales como el ladrillo y la cerámica, formas muy típicas del regionalismo andaluz. Un coqueto edificio particular anexo a la plaza, recuerda a ese modernismo de la plaza de Armas de Sevilla, y en la fuente de los leones se aprecia el reincidente escudo de los Ingenieros de Minas y el Estandarte de España.
     En el caso de la plaza de Andalucía los actos incívicos han destrozado buena parte de los elementos decorativos que ya se habían repuesto con anterioridad. La plaza sigue siendo un espacio de uso público.
     El conjunto histórico de las Minas de la Reunión, catalogado como BIC, incluye dentro de esta declaración una serie de edificios singulares como el antiguo colegio de Hermanos Maristas, construido en el año 1926; la iglesia de San Fernando, el teatro-cine, la escuela para niñas, o el economato, entre otros, todos ellos promovidos por la compañía MZA.
     Serán los tres primeros, en el borde oeste del barrio de Casas Nuevas, los edificios de mayor valor arquitectónico y que más contribuyen al carácter histórico-artístico del conjunto.
     También digno de mención es el equipamiento mueble urbano propio de la época, como los rótulos cerámicos identificativos en los edificios más señeros, las farolas de forja, el alcantarillado, y las fuentes y bancos pertenecientes al parque de la antigua Plaza de España. En la mayoría de ellos se encuentra presente el acrónimo de la compañía explotadora de la cuenca minera, la MZA y en otros el escudo de Ingenieros de Minas, o el de España (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Parque de la Plaza de Andalucía, en Villanueva del Río y Minas (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

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     Ruta Sevilla y su río: Desde ExplicArte Sevilla te mostraremos la importancia que ha tenido el río Guadalquivir, el antiguo Betis, en la historia de la ciudad, recorriendo sus puentes, el Barrio de Triana, la Torre del Oro,...

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     Ruta Sevilla Modernista: Desde ExplicArte Sevilla te mostraremos el legado modernista que también tiene en Sevilla sus ejemplos como las casas que podemos encontrar en las calles Alfonso XII, Feria, Tomás de Ibarra, Felipe II y Adriano, entre otras.

     Ruta Sevilla Regionalista: Desde ExplicArte Sevilla te mostraremos el legado que arquitectos como Aníbal González y sus contemporáneos dejaron en Sevilla con la famosísima Plaza de España.

     Ruta Sevilla y la Expo del 29: Desde ExplicArte Sevilla te mostraremos el legado que la Exposición Iberoamericana de 1929 dejó en Sevilla en modo de pabellones y edificios que conforman el Parque de María Luisa y el Barrio de Heliópolis.

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La Ópera "El Convidado de piedra", ambientada en Sevilla, de Alexander Pushkin, y Constantino Dall' Argine

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la ópera "El convidado de piedra", ambientada en Sevilla, de Alexander Pushkin, y Constantino Dall' Argine.
     Hoy, 28 de febrero, es el aniversario del estreno (28 de febrero de 1872) de la ópera "El convidado de piedra", por Alexander Dargomisky en el Teatro Marinski, de San Petersburgo (Rusia), así que hoy es el mejor día para ExplicArte la ópera "El convidado de piedra", ambientada en Sevilla, con libreto de Alexander Pushkin, y música de Constantino Dall' Argine.
     “El convidado de piedra” de Alexander Pushkin, consta de 4 escenas.
     En la primera escena aparecen Don Juan y Leporello en las puertas de Madrid. Lugar de donde Don Juan fue desterrado por el Rey para protegerlo de los familiares del difunto Don Álvaro a quien Don Juan dio muerte en un duelo.
     En esta primera escena Don Juan relata dos de sus conquistas anteriores, una villana andaluza e Inés una novicia del convento de San Antonio.
     Al final de la escena Don Juan y Leporello se topan con un monje que les confunde con la “gente de Doña Ana” por lo que al final les cuenta que Doña Ana (la viuda del comendador) va a rendirle culto diariamente al monumento que erigió en nombre de su difunto esposo. A raíz de esto Don Juan siente curiosidad por conocer a Doña Ana, pero el monje les confiesa que ella no habla con ningún hombre más que con él debido al luto que guarda a su marido.
     La segunda escena comienza con una cena en la casa de Laura, donde están reunidos varios conocidos de Don Juan, entre ellos Don Carlos (hermano del difunto Don Álvaro).
     Laura es un personaje interesante ya que es actriz de teatro y en la cena Laura recita versos de Don Juan, al que confiesa su “amante veleidoso” (inconstante). Despertando así los celos de Don Carlos quien estaba enamorado de ella.
     Justo al momento en que Laura le dice a Don Carlos que no debe sentir celos porque ella lo ama a él y no a Don Juan, Don Juan llama a la puerta, Laura se hecha en sus brazos. Don Carlos reta a Don Juan en un duelo, y cae muerto. Laura no le reprocha a Don Juan la muerte de Don Carlos, de hecho sólo le importa que éste saque al cadáver de su casa.
     La tercera escena comienza con Don Juan disfrazado de monje en el cementerio para poder hablar con la viuda del comendador. En medio de la conversación le confiesa que no es monje, sino que se disfrazo porque la ama y esa era la única forma de hablarle. Ella le pregunta ¿quién es? Y él contesta Diego de Calvado. Como respuesta a la declaración de amor Doña Ana lo invita a su casa la noche siguiente. No conforme con esto luego de que Doña Ana se va, Don Juan también invita a la estatua a ir a la casa de Doña Ana, por lo cual la estatua inclina afirmativamente la cabeza.
     La cuarta escena comienza en la casa de Doña Ana con una conversación entre ésta y Don Juan, (o Don Diego de Calvado). En dicha conversación Don Juan revela su verdadera identidad, y le confiesa que hasta ese momento no había amado a nadie, ella se rehúsa a creerle, pero al final le confiesa que no puede odiarlo y se preocupa por el bienestar de él, ya que si lo descubren allí le darían muerte. A lo que él le contesta que daría su vida por un instante de esa cita. Al final de la escena cuando Don Juan se está marchando de la casa se encuentra con la estatua del comendador. Razón por la cual Doña Ana cae desmayada, Don Juan intenta ayudarla pero el comendador le dice que todo acabo, le pide su mano, Don Juan se la da, muere y se hunden. (Esta parte de la escena es muy corta y por tanto poco detallada).
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Ruta de los Tres Mitos: Mito de Don Juan

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jueves, 27 de febrero de 2025

La sala 3 de la Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la sala 3 de la Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola, de Sevilla.
     La Casa Fabiola - Donación de Arte Mariano Bellver [nº 97 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], se encuentra en la calle Fabiola, 5; en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
     En la planta baja, dedicada a la pintura romántica en Sevilla (1830-1860) y a las esculturas de Ricardo Bellver, podemos contemplar la sala 3 centrada en el Paisaje romántico.
     La pintura sevillana del siglo XIX adquiere su propia personalidad partiendo de dos factores fundamentales: el apego de los artistas locales a la tradición de la escuela sevillana y la llegada de los principios del Romanticismo europeo como movimiento cultural a través de viajeros y artistas que configuran una idea de ciudad, elaborada en primer lugar por los extranjeros y que será recogido y alimentado por los artistas locales y la cultura popular, imagen que se prolonga hasta la actualidad.
     A comienzos del siglo XIX se desarrolló en Europa un creciente interés por este novedoso ideal estético que rompió con los cánones de la cultura clásica. El movimiento romántico veía en lo español, y en concreto en lo andaluz, una sugerente fuente de inspiración a causa de su histórica cercanía a Oriente y a su estética claramente diferenciada de la Europa que había seguido fielmente las formas académicas. En este momento, la pintura europea comenzaba a abandonar los géneros pictóricos más solemnes que había cultivado durante siglos para acercarse a temáticas más descriptivas, anecdóticas o subjetivas. Los temas mitológicos o las series de vidas de santos, tan frecuentes en los siglos anteriores en iglesias y conventos, fueron sustituidos por una elaboración masiva de pinturas de paisajes, costumbres o retratos.
     A partir de 1857 con el establecimiento de la Escuela de Bellas Artes en la ciudad, el modo de producción de los artistas dio en las siguientes décadas un giro fundamental. No solamente cambiaron los temas representados, sino que, surgió asimismo una numerosa clientela que demandaba pintura para su disfrute, devociones o el amueblamiento y decoración de sus viviendas.
     Los pintores románticos sevillanos fueron experimentando una evolución que dio como resultado el género independiente del paisaje, como consecuencia de la gran influencia proveniente de las escuelas pictóricas europeas.
     El ideal romántico promueve también la pintura de paisaje, pero pronto se convirtió en uno de los testimonios de los rasgos diferenciadores de la pintura sevillana. Manuel Barrón y Carrillo (Sevilla, 1814-74) fue uno de los principales artistas sevillanos en la época del Romanticismo, pintando también temas costumbristas y retratos. Su obra encaja a la perfección con la ideología del Romanticismo, describiendo el espacio rural con gran maestría y una especial sensibilidad emocional. Observamos en su Descanso de pastores su plenitud creativa en la grandeza de la naturaleza frente a la insignificancia del ser humano en una relación idílica. Barrón y la saga de los Cortés dieron paso más tarde a los plenairistas, término para designar a los artistas que realizaban sus pinturas al aire libre.
     Por su parte, José Chaves Ortiz (Sevilla, 1839-1903) es uno de esos pintores que en el principio de su creación se dedicó a copiar a Murillo para convertirse luego en un especialista en retratar temas relacionados con el mundo taurino, aunque también realizó casacones (escenas de tipo cortesano que representan a los personajes masculinos con casaca), episodios religiosos, escenas costumbristas e incluso retratos (Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte sala 3 de la Donación de Arte Martiano Bellver - Casa Fabiola, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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miércoles, 26 de febrero de 2025

La sala 2 de la Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la sala 2 de la Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola, de Sevilla.
     La Casa Fabiola - Donación de Arte Mariano Bellver [nº 97 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], se encuentra en la calle Fabiola, 5; en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
     En la planta baja, dedicada a la pintura romántica en Sevilla (1830-1860) y a las esculturas de Ricardo Bellver, podemos contemplar la sala 2 centrada en el Costumbrismo romántico.
     La pintura sevillana del siglo XIX adquiere su propia personalidad partiendo de dos factores fundamentales: el apego de los artistas locales a la tradición de la escuela sevillana y la llegada de los principios del Romanticismo europeo como movimiento cultural a través de viajeros y artistas que configuran una idea de ciudad, elaborada en primer lugar por los extranjeros y que será recogido y alimentado por los artistas locales y la cultura popular, imagen que se prolonga hasta la actualidad.
     A comienzos del siglo XIX se desarrolló en Europa un creciente interés por este novedoso ideal estético que rompió con los cánones de la cultura clásica. El movimiento romántico veía en lo español, y en concreto en lo andaluz, una sugerente fuente de inspiración a causa de su histórica cercanía a Oriente y a su estética claramente diferenciada de la Europa que había seguido fielmente las formas académicas. En este momento, la pintura europea comenzaba a abandonar los géneros pictóricos más solemnes que había cultivado durante siglos para acercarse a temáticas más descriptivas, anecdóticas o subjetivas. Los temas mitológicos o las series de vidas de santos, tan frecuentes en los siglos anteriores en iglesias y conventos, fueron sustituidos por una elaboración masiva de pinturas de paisajes, costumbres o retratos.
     A partir de 1857 con el establecimiento de la Escuela de Bellas Artes en la ciudad, el modo de producción de los artistas dio en las siguientes décadas un giro fundamental. No solamente cambiaron los temas representados, sino que, surgió asimismo una numerosa clientela que demandaba pintura para su disfrute, devociones o el amueblamiento y decoración de sus viviendas.
     A partir del primer tercio del siglo XIX se asiste a un interés por lo popular, tanto en el arte como en la literatura o la música, tendencia conocida como Costumbrismo. Durante el siglo XIX este nuevo género fue tratado por un gran número de los pintores que realizaban sus trabajos en Andalucía, formando un grupo diferenciado en el panorama artístico español de aquel tiempo.
     La sociedad local sevillana asume como propia la imagen más típica que se da de ella en el resto de España y el extranjero. La clase alta en Sevilla reclama de los artistas esta visión artificiosa que extendieron los duques de Montpensier.
     En el segundo tercio del siglo XIX y promovidos por el Romanticismo, los artistas pintaron los tipos y las costumbres típicas de la región, siendo lo folclórico un componente fundamental. Sin embargo, nunca se plasman las desigualdades sociales ni los problemas de las clases más desfavorecidas, al ser rechazados por la clientela burguesa. Nos encontramos ante una pintura idealizada, sin sufrimiento, gozosa, vitalista y amable.
     Entre los tipos humanos encontramos las figuras del majo y la maja interpretados por Manuel Rodríguez de Guzmán (Sevilla, 1818 - Madrid, 1867), vinculados con lugares apartados y marginales de la ciudad, siendo su presencia indispensable en las fiestas por la riqueza y el colorido de los trajes.
     Otra versión la encontramos también la obra Pareja de majos de José Gutiérrez de la Vega (Sevilla, 1791 - Madrid, 1865), derivados del prototipo creado por su maestro José Domínguez Bécquer.
     Completan la sala cuadros de la saga de los Bécquer, en los que se siguen presentando los personajes tipos de la época, como los Bandoleros de Valeriano Domínguez Béc­quer (Sevilla, 1833 - Madrid, 1870), o escenas recurrentes como las reflejadas por su padre José Domínguez Bécquer (Sevilla, 1805-41) en La alegre reunión o Partida de naipes.
     Desde el Romanticismo se fija esa imagen castiza de tipos populares, que se distraen con el baile y el cante en tabernas y salones o que se representan en escenas de la vida cotidiana en su faceta más alegre y festiva. En Camino de la feria de Andrés Cortés Aguilar (Sevilla, 1810-79) observamos una de las mejores obras del autor en la que se refleja de forma muy hábil la descripción de los jinetes así como el mundo animal formado por perros, ganados y los caballos, reflejándose los ambientes festivos de la época con una asentada habilidad.
     Los viajeros, primeros turistas, la aristocracia y, en espe­cial, la nueva burguesía, serán ahora los que se conviertan en el principal cliente (Donación de Arte Mariano Bellver - Casa Fabiola).
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martes, 25 de febrero de 2025

Los sitios arqueológicos Arroyo Salado, en Herrera (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte los sitios arqueológicos Arroyo Salado, en Herrera (Sevilla).  
Arroyo Salado. El sitio arqueológico se encuentra en un cerro próximo al arroyo Salado, al noreste de Alhonoz III. La concentración de material cerámico y constructivo es escaso.
     Se documenta cerámica común que presenta las superficies cuidadosamente alisadas, con cocción oxidante y continua, la cronología no es muy precisa aunque podría tratarse de producciones turdetanas.
Arroyo Salado II. En una ladera, sobre unos terrenos dedicados al cultivo de olivar de secano, se observa una concentración media de fragmentos cerámicos.
     De época protohistórica se observan fragmentos de recipientes destinados al transporte y almacenamiento, escasos fragmentos de galbos y asas de ánforas.
     De época romana, fragmentos amorfos muy alterados y deteriorados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte los sitios arqueológicos Arroyo Salado, en Herrera (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Herrera (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

El monumento al General San Martín, de Juan Carlos Ferraro, en la avenida Torneo

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el monumento al General San Martín, de Juan Carlos Ferraro, en la avenida de Torneo.    
     Hoy, 25 de febrero, es el aniversario (25 de febrero de 1778) del nacimiento del General San Martín, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el monumento al General San Martín, de Juan Carlos Ferraro, en la avenida Torneo, de Sevilla.
     El monumento al General San Martín se encuentra en la avenida Torneo, en la acera de la derecha, a la altura del número 39-40, por lo que pertenece al Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo.
     El paseo de Juan Carlos I fue objeto de una extensa remodelación a propósito de la Expo 92, de manera que desde el comienzo del puente de Triana hasta la corta de San Jerónimo, por la margen izquierda de la Dársena del Guadalquivir, se ha convertido toda esta zona en un espacio ajardinado peatonable.
     Se quitaron para ello la tapia y las vías férreas que llegaban hasta la estación de Córdoba, se dispuso de amueblamiento urbano (farolas y bancos), y una serie de puentes y pasarela que conectan desde entonces la calle Torneo con la Isla de la Cartuja. Entre el puente de La Barqueta -obra de Juan J. Arenas y Marcos J. Pantaleón- y la pasarela (o puente de la Cartuja) -obra de Fritz Leonhart- se procedió a instalar el monumento donado a Sevilla por instituciones argentinas vinculadas a nuestro país, dedicado a San Martín, obra del escultor argentino Juan Carlos Ferraro. La obra en bronce sobre pedestal de fábrica recubierto por plazas de piedra, lo representa con su uniforme de General (Teresa Lafita. Sevilla Turística y Cultural. Fuentes y Monumentos Públicos. ABC de Sevilla, 1998).
     Se encuentra en la calle Torneo, entre el Puente de la Barqueta y la Pasarela de la Cartuja, en un espacio ajardinado peatonal. La calle consta de una calzada ancha con varios carriles en ambas direcciones. Soporta un tráfico considerable. Esta zona sufrió una intensa remodelación con motivo de la Expo 92, adquiriendo el espacio y la configuración que presenta en la actualidad.
     Este monumento fue donado a Sevilla por la Federación de Sociedades españolas de Buenos Aires vinculadas a nuestro país, fue realizado en 1992 por el escultor argentino Juan Carlos Ferraro. Ha sido restaurado recientemente.
     Retrato en bronce del militar argentino, que aparece representado vestido de general, sobre pedestal de fábrica cubierto por placas de piedra. El monumento tiene una altura de 3 metros. En el pedestal figura una placa de bronce en la que leemos: "República Argentina. Ministerio de Cultura y Educación. Secretaria de Cultura. Instituto Nacional Sanmartín. Homenaje al Padre de la Patria. General Don José de San Martín".
     Esta escultura es obra de Juan Carlos Ferraro, una figura trascendente del arte argentino que falleció en 2004. Forma parte del conjunto escultórico que recibió la ciudad con motivo de la Exposición Universal de 1992 (Diagnóstico de los Monumentos Públicos de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Biografía del General San Martín, a quien está dedicado el monumento;
     José de San Martín, El Libertador. (Yapeyú, Corrientes, Argentina, 25 de febrero de 1778 – Boulogne sur Mer, Francia, 17 de agosto de 1850). General argentino, caudillo de la emancipación de América del Sur.
     Nacido el 25 de febrero de 1778, en el pueblo de Yapeyú (Corrientes), capital de su departamento y uno de los cinco en que se dividió el gobierno de los guaraníes, organizado por misioneros y mártires. Era el quinto y último hijo del ayudante mayor Juan de San Martín, teniente gobernador de la provincia, y de Gregoria Matorras, casados en Buenos Aires, pero ambos palentinos, él de Cervatos de la Cueza y ella del próximo Paredes de Nava. En 1781, se trasladó la familia a Buenos Aires y, destinado el padre a España, llegaron a Cádiz el 23 de marzo de 1784 con cinco hijos, el menor José Francisco, de seis años.
     La niñez de José de San Martín se marcó por la ausencia de los jesuitas, expulsados de su Misión de Yapeyú y de su Colegio de Málaga, cuyo local ocupó la escuela civil a la que asistiría. Aprendió en Buenos Aires a leer y escribir, durante el largo año que la familia vivió en Madrid, esperando destino y el padre se quejó en sus instancias del año perdido, con sus hijos “sin educación ni carrera”.
     Luego, durante casi siete años, José iría en Málaga a la escuela gratuita de las Temporalidades, sucesora del Colegio jesuítico de la calle de la Compañía. Los alumnos admiraban su precoz inteligencia, su excelente caligrafía, visible a los once años en la instancia de ingreso al Ejército, y dotes para el dibujo, la natación y la equitación, entonces normal en Málaga.
     Desde los seis años hasta los trece, vivió José en la sencilla casa paterna y en el rudo cuartel de aquella Málaga de cincuenta mil almas, alegre y movida cara al mar. Su cristiana castellanía recibió influjos del fatalismo oriental, arábigo o bereber, y de puertos exóticos, que contribuyeron a su vigorosa personalidad.
     Por entonces llegó de Lima a Cádiz, con los cuadros de mando incompletos, el Regimiento de Infantería de Soria, “El Sangriento”, donde fueron “cadetes de cuerpo” sus hermanos mayores. Hubiera querido don Juan que José se les uniese al año siguiente, con los doce exigidos a hijos de oficial; al no haber plaza, el 21 de julio 1789 fue admitido cadete del Regimiento Murcia, con plana mayor en Málaga.
     Aquel año el Ejército entraba en transición. Con la pujanza de la burguesía, las nuevas ideas limitarían el clasismo. Las ordenanzas de 1768 advertían al oficial que su “nacimiento no debía granjearle esperanzas para el ascenso”. El saludo de San Martín, también reciente, era con la “gorra de sombrero”, casi mitra sueca, que sustituyó al “sombrero acandilado” —de tres picos, flexible y estrechado en candil— y la marina bandera roja y gualda desde 1785, popularizaría en el sitio de Gerona, y la vería José, como oía la marcha real, aún “marcha granadera”, que desde 1761 alternaba en infantería con “la fusilera”.
      No fue cadete cinco años, como sus hermanos, lo normal, sino menos de cuatro, tal vez por la campaña. Viviría en su casa —era permitido— y su alma militar se forjaría en el espíritu y la letra de las “sabias ordenanzas”, norma de vida del soldado y el oficial, que se las haría comprar a su ingreso el “maestro de cadetes”.
     Llevaría San Martín cerca de catorce meses en filas, aún sin cumplir trece años, cuando fue en un destacamento a Melilla. Debió partir de Málaga en septiembre de 1790, cuando el sultán de Marruecos, Muley Yasid, declaró la guerra. Pese a su corta edad, dadas sus cualidades, se le consideró útil para el servicio.
     En las siete semanas de destacamento melillense, San Martín no hizo más que aprender, navegando en su batallón, ida y vuelta de Málaga a Cartagena y a Mazalquivir hasta el 7 de mayo de 1791, ya con trece años de edad y dos de cadete. Al fin a Orán, que, asolado por un terremoto en octubre anterior, dio ocasión al bey Mascara para sitiarlo con abundantes fuerzas. Llegó el II Batallón el 25 de junio y el 28 empezaron treinta y tres días de ataques. Allí fue el bautismo de fuego de San Martín, granadero por diestro en lanzamientos. El 30 de julio de 1791 se entregó la plaza, aunque el Batallón permaneció siete meses más, hasta el 27 de febrero de 1792, en que abandonó Orán, cuando José cumplía catorce años con buena experiencia acumulada.
     El 21 de septiembre, proclamada la República en Francia, el Murcia navegó desde Cartagena al puerto de Los Alfaques, y por jornadas ordinarias, recorrió José unos 190 kilómetros hasta Villafranca del Panadés, al suroeste de Barcelona. De allí, otros 250 hasta Zaragoza, donde el 1 de diciembre quedó su Plana Mayor. Por buen tirador, en Seo de Urgel se incorporó a los cazadores del capitán Corts. En unos dos meses, aún cadete, anduvo casi 600 kilómetros con armamento y equipo. Aprendió a vivir en alta montaña por los valles de Arán y Tena. Su regimiento, el Murcia, fue de los que formaron la agrupación de maniobra del Ejército Pirenaico Central, del príncipe Castellfranco.
      Cuando la Convención, declaró la guerra a España el 7 de marzo de 1793, el general Ricardos invadió el Rosellón con el Ejército Oriental. Con el Murcia, en el Central, protegiendo Jaca y el valle del Tena, intervino San Martín en un combate cerca de la venta de Brouset, y el 19 de junio recibió el despacho de segundo teniente. Tenía mando en su cuarta compañía y quince años de edad, cuando el Murcia fue a reforzar el Ejército de Ricardos, el más avanzado, teniendo que, volver a la Seo, para su larga marcha de montaña casi hasta Figuras y, tras la frontera, combatió en Creu del Ferr y Tour de Batere.
     Las tropas de Ricardos, únicas en otoño de 1793, rechazaron a las de Dugommier, con fuertes pérdidas en Truillas, donde el Murcia venció en cinco encuentros, desde Mount Boulou hasta dos combates de Banyuls, el segundo con más de dos mil bajas francesas. En marzo de 1794 muerto Ricardos, el conde de La Unión mandó replegarse, el regimiento de San Martín, aún combatió del 3 al 27 de mayo, en Port Vendres, y luego en Puy des Dames y Collioure. Al capitular su general, Navarro, el Murcia fue prisionero a Barcelona, comprometido a no empuñar las armas hasta la paz.
      En julio de 1794 San Martín fue primer subteniente y en mayo de 1795, segundo teniente. A lo dos meses firmó Godoy la Paz de Basilea, y se le nombró príncipe de la paz de Basilea, mal abreviado en príncipe de la Paz, que era exclusivo de Jesucristo. San Martín recobró su hipotecada capacidad de lucha.
     El 27 de febrero de 1801, España declaró a Portugal la guerra llamada “de las naranjas” para la que el Murcia embarcó en la Santa Dorotea, que el año 1797 caboteaba la costa norteaficana. San Martín actuó en la captura de un jabeque en el cabo Falcón y en un combate cerca de Almería. La hoja de servicios cita su quinta campaña, primero en aguas de Toulón y al fin junto a Cartagena, contra el navío inglés Lión, que al fin apresó a la Santa Dorotea, y trasladó su tripulación a un bergantín de la república de Ragusa, que les desembarcó en Mahón en julio de 1798. Desde entonces los datos de San Martín son oscuros, se dice que volviendo a España como “prisioneros juramentados”, a él y otros, les llevaron a Londres, donde quizá se viesen con las primeras logias americanas.
     También consta en su hoja que el 19 de mayo de 1801 actuó como oficial del Murcia en la acción de Campo Mayor y que, a fin de año, yendo al mando de un destacamento de recluta, cerca de Valladolid, unos bandidos le robaron la caja militar con 3350 reales de vellón, quedando con graves heridas en el pecho y una mano, saliendo sin tacha del expediente que por ello se abrió el 6 de enero de 1802, mientras él actuaba en el sitio Gibraltar.
     La brillante carrera que presagiaban sus méritos en los Pirineos inició su declive el 8 de mayo al fracasar la flotilla, por los siete años y medio prisionero juramentado, más la inocua guerra de Portugal y la afrenta administrativa por su encuentro con los bandidos, dura lección en aprendizaje militar.
     José de San Martín llegó a Cádiz el 26 de diciembre de 1802, a raíz de su ascenso a segundo teniente, destinado al nuevo Batallón de Infantería Ligera de Voluntarios de Campo Mayor. En él se distinguió por su actividad humanitaria en la peste de 1804; el 2 de noviembre ascendió a capitán segundo, asistiendo a los preparativos y resultados de la batalla de Trafalgar. Allí recibiría ecos de los sucesos de Hispanoamérica, en contacto con las logias de inspiración británica, con noticias de la transformación de las juntas revolucionarias americanas, noticias que le irían interesando por la político-militar argentina.
     En noviembre de 1807 formó parte de la desorganizada expedición a Portugal y al regresar a Cádiz se enteró del motín de Aranjuez y vivió su tragedia inicial de la Independencia, cuando el 26 de mayo de 1808, la Junta Revolucionaria exigió alzarse contra los franceses al gobernador de Cádiz, general Solano, quien estudiando el caso con sus generales, publicó un indeciso bando que soliviantó al pueblo, moviéndole a ir hacia Capitanía, San Martín, que estaba en casa de Solano, veía desde allí la guardia, que era del Campo Mayor, su batallón, al ver el cariz del pueblo llegando la plaza, debió absorber el mando del teniente de guardia, al que la tropa obedecía mal, y disparaba al aire al mandarle hacer fuego.
     Solano se vio perdido y huyó por azoteas, hasta una casa próxima, y mientras San Martín, pugnaba por defender la puerta, los sublevados entraban en Capitanía por la de cocheras. Descubierto Solano el gentío le llevó hasta la plaza y le dio muerte. Algunos, confundiendo a San Martín con el general, muy parecido, iban a lincharle y no le lincharon por ocultarle un amigo, logró incorporarse en Ronda a su Batallón.
     Era ya un experto capitán de treinta años, con temple palentino y ceceo malagueño, que hasta el 29 de mayo de 1808 actuó como ayudante del Batallón de Campo Mayor, a las órdenes del general Francisco Solano, marqués del Socorro, a quien conoció en Orán y en el Rosellón y, criollo como él, pronto obtuvo su aprecio, siendo su capitán de guías en la Guerra de las Naranjas. San Martín le recordó toda su vida llevando en su cartera el retrato de quien había sido su compatriota, jefe protector, amigo y acaso hermano de logia.
     La Junta de Sevilla le nombró instructor de tropas en Jaén, pero al organizarse las unidades militares, volvió a su Batallón de Voluntarios de Campo Mayor, encuadrado ya en el Ejército de Andalucía del teniente general Castaños, que el 20 de junio inició sus operaciones con treinta y cinco hombres en tres divisiones mandadas por los generales Reding, Coupigny y Jones, y los destacamentos de flanqueo de Valdecañas y de la Cruz Mourgeón.
     Castaños creó para Coupigny, una agrupación volante, de choque, al mando de Cruz Mourgeón, teniente coronel del Campo Mayor, formada por una compañía de su Batallón, otras de a pie y varios escuadrones. Para una operación de caballería, dio la vanguardia el capitán San Martín, experto jinete, a quien el 23 de junio, ordenó Mourgeón explorar el terreno, y San Martín, cerca de Arjonilla, organizó en cabeza veintiún húsares de Olivenza montados y caballería de Borbón, y detrás, cuarenta y un infantes del Campo Mayor.
     La noche de San Juan, a las tres, San Martín inició en la oscura Aldea del Río un avance lento, que seguían los de a pie; y al verse el perfil del camino, destacó dos húsares a exploración, que vieron caballería en retirada. Mourgeón ordenó atacar, pero el enemigo ya lejos, hizo atajar por una trocha sobre el camino de Andújar. San Martín con los húsares, cargaron sobre una línea de caballería de la guardia imperial, formada en batalla ante unas casas de posta El parte de Mourgeón decía el 23 de junio decía: “Este valeroso oficial atacó con tanta intrepidez, que logró desbaratarlos, dexando en el campo diez y siete dragones muertos y cuatro prisioneros; emprendiendo la fuga el oficial y los restantes soldados, con tanto espanto que arrojaban sus morriones. Por nuestra parte herido leve un Cazador, pese a descargas de tercerolas y pistolas”.
     Fue la primera victoria española de la guerra y el primer mando de San Martín. El parte se hizo bando y edicto pregonado en las esquinas, con la sarcástica apostilla: “Los que así huyen son los vencedores de Jena y Austerliz”. A Austerlitz le faltaba una “t”. Se concedió a las tropas un escudo, boceto de San Martín, buen pintor, él ascendió a primer ayudante a las órdenes de Coupigny, y agregado a la caballería de Borbón, pues el cargo era de jinetes.
     El capitán San Martín continuó en la agrupación de vanguardia de Mourgeón. Consta como desde el 27 de junio, A los cuatro días de Arjonilla era ya ayudante primero y el 7 de julio agregado al regimiento de Caballería de Borbón, como ayudante de campo de Coupigny, con misiones del aún inexistente Estado Mayor, De sus acciones en la complicada batalla de Bailén, da idea el informe del general Reding a Castaños sobre su jefe, Coupigny: “En la dirección de los movimientos contribuyó al acierto, eligió los cuerpos y acudió con ellos a los puntos más vivos de los tres ataques generales, y con sus conocimientos y valeroso ejemplo, proporcionó los felices resultados”.
     Así se reconoció en su grado de teniente coronel, distinguido el día 11 en el cruce del Guadalquivir; el 13 en el del río Salado; el 14 y 15 en los combates de Villanueva de la Reina; el 16 al levantarse el campo para marchar a Menjíbar, el 17 por los combates allí y el 18 y 19 por los de Bailén. Como ayudante asistiría con Coupigny, al encuentro de Reding con Dupont, donde hubo de observar y aprender, como demostró después: En el combate de San Lorenzo aplicaría su experiencia de Arjonilla al campo raso; en los Andes, la de las cumbres pirenaicas y en Chacabuco, la de la batalla clásica que vio y practicó en Bailén.
     No consta una actuación masónica de San Martín en Cádiz; en 1810 sólo la logia “Lautaro” trataba de la emancipación americana, vinculada con “La gran Reunión Americana”, su matriz de Londres. De la “Lautaro” argentina quedan aún enigmas. Dos años antes de morir, el 11 de septiembre de 1848 escribía desde Boulogne al general Ramón Castilla declarando: “Una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos... resolvimos regresar cada uno a al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar.” El 2 de septiembre de 1811 solicitó la baja en el ejército y pasaporte a Lima bajo el nombre de José Matorras, con intención secreta de ir a Buenos Aires Cuando dijo adiós a Cádiz, se despidió también de España. Esa llamada “traición” de San Martín, no se explica por “la voz de la sangre”, cuando hijo de palentinos, el menor de cinco hermanos, salió de América, con cinco años, y sólo a él le “hirvió su sangre criolla”. El motivo está en “el glorioso desencanto”, la injusticia profesional con los méritos del padre, oficial “de tropa” muerto con sueldo de teniente; y con él, “cadete de cuerpo” por “hijo de americano” (militar en América), que fue postergado. Alfredo Villegas, el gran historiador sanmartiniano, vio en el Archivo de Simancas —y murió poco después— una lista de ascensos, con San Martín a teniente coronel efectivo, cuya noticia se cruzaría con su salida de Cádiz en glorioso desencanto.
     El día 14 zarpaba a Londres, donde permaneció cuatro meses, en los que se supone que renovó los contactos con la logia iniciados en Cádiz. El 19 de enero de 1812 embarcó con otros “patriotas” americanos en la fragata George Canning rumbo a Buenos Aires. Llevaba una biblioteca con 126 títulos en 430 tomos, muchos prohibidos en España, acaso regalo de “ilustración” inglesa a Hispanoamérica. De ellos, en francés 83 y 126; militares 48 y 84, en español, 25 de los 48 y 30 de los 84. Llama la atención lo absurdo de estar en francés los 11 tomos de las Reflexiones Militares, de Santa Cruz de Marcenado, el clásico texto militar español de entonces.
     Llegó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 y ocho días después ofreció sus servicios a la Junta Gubernativa, donde, según su carta “todos los vocales menos uno, le recibieron con una desconfianza muy marcada”. Siete días después, el 16, se incorporó al Ejército de la Revolución de Mayo y el Triunvirato le reconoció el grado de teniente coronel de Caballería. Le aceptaron formar un primer escuadrón de Granaderos a Caballo, cuerpo de aparente antítesis, ya iniciado en España en 1735 con la “Compañía de Granaderos a Caballo del Rey”, con variantes de los Dragones de fines del siglo xviii. San Martín llegó a organizar con ellos un regimiento de tal nombre, en largo período de instrucción. El 12 de septiembre de 1812 se casaba con María Remedios de Escalada, el 8 de octubre actuó en la revolución que derrocó al Triunvirato, y el 7 de diciembre, ascendido a coronel, se le nombró jefe del ya instruido Regimiento de Granaderos.
     El 3 de febrero de 1813. vencía a los realistas en San Lorenzo, combate de pequeña entidad, llamado “batalla” por ser la primera victoria contra los realistas, éxito semejante al de Arjonilla, famoso por su bando como éste por su himno, casi nacional: “Son las huestes que prepara/ San Martín para triunfar en San Lorenzo”. Buenos Aires le envió al pueblo de San Lorenzo con sus Granaderos a caballo que, a marchas forzadas, esperaron a los realistas ocultos tras el convento de San Carlos y les vencieron, teniendo sólo ocho bajas. A San Martín, con la pierna presa por su caballo muerto, le salvó de morir el sargento Cabral con heridas mortales.
     El 1 de junio de aquel 1813, moría en Orense Gregoria Matorras, madre de José Francisco, al que empezaban a llamar “El Libertador”.
     El general Belgrano, jefe del Ejército del Norte, vencedor en Tucumán y Salta, al ser vencido en Vilcapugio y Ayohuma, al retroceder a Salta para reorganizarse, el gobierno le envió refuerzos con el coronel San Martín, a quien luego dio el mando de aquel Ejército el 29 de enero de 1814, con cuartel general en Tucumán, donde planeó el proyecto del paso los Andes para liberar Chile y Perú. Cuando estaba entregado de lleno a organizar las tropas, se le agravó una enfermedad latente y hubo de pedir licencia, yendo a reponerse a la sierra de Córdoba.
     En septiembre de 1814 se le nombró gobernador intendente de Cuyo y tuvo que acoger allí a los patriotas que buscaban refugio después de la derrota sufrida en octubre de ese mismo año en Rancagua. Con el apoyo del nuevo director supremo, Carlos de Alvear, a quien conoció en Cádiz, organizó un ejército con los refugiados, cuando el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816 concedió la independencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El director supremo Juan Martín de Pueyrredón le nombró general en jefe del Ejército de los Andes, al que durante dos años instruyó en Mendoza, en el campamento del Plumerillo, preparando la invasión de Chile. Desde allí inició el paso de los Andes el 18 de enero de 1817 con 5.200 hombres que, con en marchas forzadas los atravesaron durante veinte días.
     No puede compararse con él, el paso de los Alpes por Aníbal, César, Alejandro y Napoleón, no puede compararse con el de los Andes por San Martín, ni por el obstáculo, ni por las circunstancias. Las tropas de San Martín franquearon alturas de 3200 a 4200 metros en ruta máxima 745 y mínima de 380, por zonas casi desérticas, clima riguroso, sin poblados ni refugios, y difíciles desfiladeros en la frontera con Chile; mientras que Napoleón no subió a más de 2500 metros, con recorrido máximo de 280 kilómetros y mínimo de cien, con algunas zonas fértiles y pobladas.
     Los Andes sólo podían pasarse desde finales de diciembre a principio de febrero, por la inmovilidad que exigen las tierras inhóspitas en temporales de nieve y viento, marchando a veces de noche, mal abrigados y alimentados, con dificultad extrema para transportar la artillería. Sólo de “puna”, mal de montaña, murieron unos trescientos soldados. Destaca la previsión y desarrollo operativo de San Martín, que con deficiente de cartografía, condujo sus columnas, casi sincronizadas, por seis rutas muy dispares: Planchón; Portillo; Guana; Comecaballos; La Cumbre y Los Patos, hasta reunirlas en Chile, casi en la fecha prevista, para ayudarse si era necesario, como así ocurrió.
     Cuando el 12 de febrero de 1917, tras la ardua hazaña, las tropas de San Martín y el general chileno O’Higgins, bajando de las montañas de Chacabuco, entraban al valle próximo a la capital, cortaban el paso unos mil quinientos realistas al mando de Rafael Maroto, que rechazaron y contraatacaron un ataque de O’Higgins. Al atacar San Martín hizo retirarse al enemigo con grandes pérdidas. La victoria de Chacabuco restableció la libertad en Chile y pasados dos días, San Martín entraba triunfador en Santiago. Tres días después se reunían allí una comisión de notables proponiendo como gobernante al Libertador, pero San Martín declinó tal honor en el brigadier chileno Bernardo O’Higgins, que llevó el título de director supremo.
     Entonces el Cabildo de Chile premiaría al vencedor de Chacabuco con 10.000 pesos, y San Martín, al rehusarlos, propuso fundar con ellos una biblioteca nacional “para que el pueblo se ilustrase en los sagrados derechos que forman la esencia de los hombres libres”.
     Reacción de los realistas el 19 de marzo de 1818 venciendo a los patriotas en Cancha Rayada, pero el 5 de abril, al mando vencieron éstos, al mando de San Martín, en la batalla de Maipú, de gran trascendencia, no sólo militar, pues al confirmar la independencia de Chile repercutió en todo el continente, despertando buenos augurios su influencia en la política europea.
     Seguro ya Chile, San Martín organizó con tropas argentinas y chilenas el Ejército Libertador del Perú, con el que se trasladaría al Perú y para complementarlo creando una escuadra en el Pacífico, regresó a Buenos Aires. Viendo allí una situación de práctica guerra civil entre el poder central y las provincias, se negó a emplear sus tropas en ella, y volvió a Chile en el otoño de 1817, cuando empeoraba su salud, retrasando hasta 1820, la campaña de Perú. Con el apoyo de la flota que mandó el escocés lord Cochrane, los patriotas lograron controlar toda la costa del Pacífico, desde el estrecho de Magallanes hasta el Perú, estrechando el cerco a las tropas realistas.
     Desembarcó en la bahía de Paracas el 8 de septiembre de 1820, anunciando a los peruanos que llegó la hora de su liberación. Al iniciar la campaña negoció una paz con el virrey absolutista Joaquín de la Pezuela, y en 1821 firmó el Pacto de Punchauca con el nuevo virrey, el liberal José de la Serna e Hinojosa, acordando la independencia de Perú, el establecimiento de una regencia de tres miembros y el envío de representantes a España, ofreciendo el trono a algún príncipe de la familia real, pero los oficiales realistas no aceptaban ese acuerdo. Reanudada la lucha, se coronó el 10 de julio de 1821, entrando San Martín en Lima, de incógnito y al atardecer, evitando alardes inmodestos, y demorando hasta el día 28 proclamar la independencia en la plaza mayor.
     San Martín gobernó como protector de la libertad del Perú desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822. Creó el ejército, la marina de guerra, las instituciones del país, su bandera y su himno. Fundó la Escuela Normal y la Biblioteca Nacional, donándole la suya; decretó la libertad de los negros hijos de esclavos y eximió de tributos a los indígenas. Convocó un Congreso Constituyente que acabase con las discrepancias entre líderes y marchó a Guayaquil a entrevistarse con el otro general Libertador, Simón Bolívar, que estaba en Ecuador.
     En la entrevista, el 26 de julio de 1822, los Libertadores trataron de la situación del continente, el régimen de Perú y la situación de Guayaquil: su independencia, pertenecer al Perú o integrarse en la Gran Colombia, como resultó al fin. San Martín, era partidario de una monarquía en Perú, pero al oponerse la burguesía limeña, optó por un Congreso Nacional, ante el que, en septiembre de 1822, pronunció un discurso de talla heroica resignando sus poderes en él, como expresión del pueblo soberano, pero, en realidad, quedando en Bolívar los asuntos del país.
     San Martín abandonó enseguida la sala del Congreso para descansar unas horas en su quinta antes de ir a Chile, Le visitó un grupo de diputados ofreciéndole, entre otros títulos, el de generalísimo y fundador de la libertad del Perú, lo que aceptó como honor, no con autoridad en el Ejército. El 20 de aquél mes, yendo a Valparaíso, enfermó gravemente y quedó en Mendoza del 4 de febrero al 20 de noviembre de 1823 en que salió para Buenos Aires al saber la muerte de su esposa. Al llegar allí en diciembre, un ambiente hostil le atribuía absurdos proyectos. Decidiendo educar a su hija en Europa, embarcó con ella en febrero de 1824, aún con la salud quebrada.
     Permaneció algún tiempo en Gran Bretaña y Francia, y al fin se instaló en Bruselas. En 1827 por la guerra con Brasil, ofreció sus servicios al gobierno argentino, y en 1829 quiso mediar en las tensiones entre centralistas de la capital y los federalistas de provincias, a quienes siempre se opuso, viajando a Buenos Aires, pero dado el mal ambiente político, sin desembarcar, volvió a Europa.
     Durante largo tiempo vivió en Bruselas con decoro y escasos recursos. A comienzos de 1831 reanudó en Francia la vieja amistad del banquero Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, que le invitó a instalarse en París, fue su benefactor y murió en 1842, habiéndole nombrado su albacea. En 1844 adquirió la casa de Grand Bourg, donde vivió hasta 1848, en que el agitado ambiente le movió a unirse a su familia a Boulogne sur Mer, dispuesto a ir a Inglaterra si lo aconsejase la inseguridad.
     Mantuvo relación epistolar con el mariscal Castilla, presidente del Perú, que le invitaba a “pasar allí tranquilo el último tercio de su vida”. Cuando dudaba de ir, murió en Boulogne el 17 de agosto de 1850, teniendo a su lado, su hija Mercedes y sus dos nietas, el enviado de Chile en Francia y el médico, doctor Jordán. Al trasladar sus restos a Buenos Aires, en 1880, se depositaron en un mausoleo de la Catedral, con símbolos de Argentina, Chile y Perú.
     Mientras tanto, aún se mantiene la vieja pugna entre su posible adscripción a las sectas y su manifiesta devoción religiosa, como se considera misteriosa la entrevista de Guayaquil con su inexplicable sometimiento a Bolívar (José María Gárate Córdoba, en Biografías, de la Real Academia de la Historia).
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lunes, 24 de febrero de 2025

Un paseo por la calle Laraña

   Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Laraña, de Sevilla, dando un paseo por ella
     Hoy, 24 de febrero es el aniversario del nacimiento (24 de febrero de 1815) de Manuel Laraña y Fernández, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Laraña, de Sevilla, dando un paseo por ella.
      La calle Laraña es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de la Alfalfa, y de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo; y va de la plaza de la Encarnación, a la confluencia de las calles Orfila, plaza de Villasís, y Cuna.
     La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
     También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     Al menos desde 1584 es conocida como calle de la Compañía, o Compañía de Jesús, por la casa profesa de los padres jesuitas, allí instalados desde 1557; por esta misma razón, en ocasiones se la denomina calle de la Casa Profesa. Desde finales del s. XVIII empieza a ser conocida también como calle de la Universidad, que ocupa dicho edificio desde 1771, coexistiendo ambos topónimos hasta la reforma general del callejero de 1845, en que se establece oficialmente Universidad. En 1903 se rotula con la denominación que hoy conserva, en memoria de Manuel Laraña y Fernández (1815-1903), abogado, catedrático, rector de la Universidad de Sevilla y senador del Reino, si bien la denominación de Universidad se mantiene incluso en la documentación oficial hasta los años veinte; en 1935 fue rotulada oficialmente como Laraña y Fernández, recupe­rándose la forma abreviada en 1949.
     Ancha, rectilínea y de mediana longitud, es el resultado de una operación de ensanche culminada en los años cincuenta de la presente centuria. Históricamente ha sido vía de mucho tránsito, al formar parte del eje de comunicación Campana-Osario, función que se acentúa desde el establecimiento de los jesuitas en la misma y la afluencia de coches y literas que se dirigen a la iglesia (v. Encarnación). Ya a finales del s. XVI el Ayuntamiento solicita a los jesuitas que alineen la fachada con la de la iglesia... "para que toda la pared vaya a la larga hasta la esquina onde quedan obligado que la rrompan y dejaran el mismo sitio de ancho y largo, de manera que la dicha pared se ha de romper desde la puerta de la Iglesia hasta la esquina de la calle de Carpinteros" (actual Cuna) (Sec. 10, 26-Vlll-1585). Unos años más tarde, en 1599, los jesuitas solicitan que el Ayuntamiento les pague lo que han cedido "para lo público" en esta calle, de donde cabe deducir que se habría procedido al retranqueamiento, pero manteniéndose un saliente en el tramo final que dará lugar a un largo litigio entre el Ayuntamiento y el marqués de la Motilla, propietario de los terrenos, y que se prolonga hasta finales del s. XIX, en que se consigue alinear toda la acera de los impares. Dentro de la opera­ción de reforma interior y ensanche del eje Osario-Campana, en 1906 es aprobado un proyecto de alineación para el tramo com­prendido entre Campana y Laraña,  y en 1911 se aprueba otro entre Laraña y Osario. Por lo que a esta calle respecta, el retranqueamiento sólo afecta a la acera de los pares, ya que la opuesta está formada por edificios históricos, y es realizado en dos fases: en la década de los veinte se derriban y alinean los edificios comprendidos entre Encarnación y Arguijo, y en la de los cincuenta el tramo que va de Arguijo a Villasís, adquiriendo la calle su configuración actual.
     Por el mucho tránsito que registra son frecuentes las referencias a su pavimentación: es enladrillada en 1588 y empedrada en varias ocasiones en la siguiente centuria; son habituales las referencias al pésimo estado del empedrado durante el XIX y es adoquinada por vez primera en 1885. Hoy posee calzada de asfalto y aceras de terrazo en tonos blancos y grisáceos, con robinias en alcorques, bastante descuidadas. Fue una de las primeras calles dotada, en 1958, con alumbrado fluorescente, y actualmente po­see farolas de báculo. La edificación de la acera de los impares está constituida por tres edificios singulares: la iglesia de la Anunciación, antigua iglesia de la casa profesa de los jesuitas, cuya construcción se finaliza en 1579. La cripta fue convertida en 1970 en Panteón de Sevillanos Ilustres, y allí se en­cuentran los enterramientos de la familia Ponce de León o los Perafán de Ribera, y personajes de las letras como Arias Montano, Alberto Lista, Bécquer, Rodrigo Caro, Gestoso, o Amador de los Ríos, entre otros. A continuación se encuentra el nuevo edificio de la Facultad de Bellas Artes, levantado en 1975 sobre el solar de la que durante casi dos siglos fue la sede de la Universidad lite­raria de Sevilla y anteriormente convento jesuita; este edificio se encuentra ligeramen­te retranqueado, protegido por varias columnas enlazadas con cadenas. El resto de la manzana está ocupado por la fachada la­teral de la casa-palacio de los marqueses de la Motilla, construida en la década de 1920 por Gino Coppedé y Vicente Traver, al estilo de los palacios toscanos, y de la que es de destacar su torre. La acera de los pares se inicia con un edificio regionalista obra de Juan Talavera y Heredia y Ramón Balbuena (1922), con cuatro plantas y dos torreones. A continuación se encuentra el edificio del que hasta hace sólo unos años fue teatro Álvarez Quintero, inaugurado en 1950 con la obra de dichos autores teatrales Lo que hablan las mujeres. También es de destacar el edificio de viviendas esquina a Orfila, obra de L. Gómez Estern, de 1957, en cuyo sub­suelo se conserva un pozo de noria árabe.
     Históricamente han sido las funciones de tránsito las que han presidido la actividad de esta vía y, desde el establecimiento de la Universidad en 1771, estuvo particularmente animada por los estudiantes. Así es reco­gida la solemne procesión del traslado de la Universidad: "El 31 de diciembre se juntó la Universidad con el colegio y precediendo soldados de a caballo, clarineros, atabales, iban los estudiantes en caballos enjaezados precedidos de su Rector, que llevaba el estandarte de la Universidad con las armas de ella y de la ciudad, seguían los ministros de la Universidad a caballo, después los vedeles y sus mazeros, y el maestro de ceremonia, a que seguía el claustro de Arte, Medicina, Cánones y Leyes,y el de Theología, todos con borlas y muzetas de su respectivo color, y precedidos por el Sr. Rector, Juez, Canciller, con su muzeta negra y los fámulos y coches de respeto. Salió por la calle de San Gregorio a la Lonja, Santa Marta, para que allí desde su palacio viese a la Universidad su Eminencia, siguió por Gra­das a calle Génova, calle de la Sierpe, de la Cuna y la puerta de el patio de escuela de la que havía de ser real Universidad" (Sec. 11, t. 3, núm. 11), Desde el establecimiento del mercado de abastos de la Encarnación, era frecuente la presencia de vendedores ambulantes a lo largo de toda la vía, con las consiguientes molestias para el tráfico. Hacia 1870 existía allí la fábrica de cerveza y gaseosa alemana de Dekinder y Unzalu. Hoy Laraña conserva la función de tránsito que ha tenido a lo largo de su historia, así como la educativa, mantenida por la Facultad de Bellas Artes; han desaparecido los puestos de vendedores ambulantes, pero concentra una importante y diversificada actividad comercial en las plantas bajas; las oficinas han ido sustituyendo a las viviendas en las plan­tas altas, e incluso durante algún período los bajos del palacio del marqués de la Motilla estuvieron ocupados por un comercio. En una casa, esquina a Arguijo, vivió el poeta Juan de Arguijo y Manuel, que también se encuentra enterrado en el Panteón de Sevillanos Ilustres [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de Manuel Laraña, a quien está dedicada esta vía;
     Manuel Laraña y Fernández, (Sevilla, 24 de febrero de 1815 – 3 de febrero de 1903). Abogado, jurisconsulto, catedrático y senador.
     Era hijo de Manuel Laraña y Muñoz y María del Carmen Fernández y Contreras. En 1828 obtuvo el graduado de bachiller en Filosofía y en 1831 el de bachiller en Leyes. Licenciado en Derecho en 1834 por la Universidad de Sevilla alcanzó el grado de doctor en la de Madrid en 1846. Ese mismo año se inició en la docencia como regente de 1.ª Clase en la Facultad de Jurisprudencia. Al año siguiente, 1847, obtuvo por oposición la cátedra de Historia y Elementos del Derecho Público, Civil y Criminal de España, y de Derecho Natural de Gentes en la Universidad de Sevilla.
     En 1875 fue decano de la Facultad de Jurisprudencia de Sevilla y en 1876 rector de la Universidad de Sevilla, cargo que ocuparía hasta 1884.
     En las elecciones del 15 de febrero de 1891 fue designado senador por la Universidad de Sevilla, jurando el cargo el 13 de abril. En 1892 participó en el III Congreso Católico Nacional Español en la Sección Segunda, dedicada a Asuntos de Propaganda, que estuvo presidida por Ciriaco Sancha Hervás (arzobispo de Valencia), formando parte de la ponencia.
     El 19 de abril de 1893 fue reelegido senador por la Universidad de Sevilla, tomando posesión y jurando el día 5 de mayo; y por última vez el 26 de abril de 1896, jurando el 1 de julio. Gran orador, participó en numerosas comisiones parlamentarias y pronunció elogiosos discursos sobre temas referidos a la enseñanza, la política de instrucción pública y en especial al fomento de los estudios universitarios.
     Fue además miembro de la Sociedad Económica de Sevilla y académico de la de Jurisprudencia y Legislación de Sevilla y Madrid. Estuvo casado con Rosario Ramírez Pascual, natural de Santa Cruz de Tenerife y falleció en su ciudad el 3 de febrero de 1903. En su homenaje, el Ayuntamiento puso su nombre a la calle de la antigua Universidad (María Ángeles Valle de Juan, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Laraña, al detalle:
    - Lápida conmemorativa a Luis Cernuda
    - Azulejo conmemorativo a Cervantes
Edificio de la c/ Laraña, 2
Facultad de Bellas Artes
Espacio Turina (antiguo Teatro Álvarez Quintero)
Edificio de la c/ Laraña, 10