Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Jacob con el rebaño de Labán", de Francisco Antolínez, en la sala VI, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, 24 de diciembre, Conmemoración de Todos los Santos Antepasados de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán, es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos, los cuales murieron en la fe sin haber recibido las promesas, pero percibiéndolas y saludándolas, y de los que nació Cristo según la carne, que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "Jacob con el rebaño de Labán", de Francisco Antolínez, en la sala VI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala VI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Jacob con el rebaño de Labán", obra de Francisco Antolínez (h. 1645 - h. 1700), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado entre 1660-1700, con unas medidas de 1,08 x 1,70 m., y procedente de la Adquisición del Estado en 1994.
Representa la escena bíblica de Jacob con el rebaño de Labán. Las figuras son de pequeño tamaño, realizadas con una pincelada rápida y enmarcadas en un paisaje al aire libre. El paisaje de gran dinamismo, vibrante y apasionado es propio del pintor. La pincelada es fluida, ligera. Crea un amplio celaje en el que predominan los tonos grises, verdosos y marrones.
Se reconoce la influencia de las obras de Rubens por la fuerza del paisaje. La gama de color utilizado recuerda a la paleta de Murillo.
Se trata de una pintura de carácter decorativo, muy adecuada para el uso doméstico y propia del gusto burgués que se había establecido en la ciudad hispalense durante el siglo XVII, en el que eran muy valoradas las pinturas de temas profanos, paisajísticos, bodegones o escenas de género, todas ellas de pequeño formato, comerciales y relativamente baratas (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Del matrimonio de Isaac con «Rebeca la bella (speciosa)» habían nacido dos gemelos: Esaú y Jacob, cuya rivalidad, menos trágica que la de Caín y de Abel, es el principal resorte de su historia.
Jacob, o más exactamente Jacob-el, nombre teofórico apocopado como el de Isaac, fue llamado Israel después de su lucha con el ángel. Su leyenda parece el desarrollo del sentido de sus dos nombres: Jacob significa que Dios protege, e Israel: quien lucha con Dios.
Después de haber comprado a Esaú el derecho de primogenitura por un plato de lentejas, Jacob, con la complicidad de su madre, se hace bendecir por su padre en lugar de su hermano, aprovechando que éste estuviera de cacería.
Generalmente, se cree que esta «captación de bendición» era una captación de herencia, pero a esta historia se le ha dado una explicación extraída de la leyenda. Según sir James Frazer, la costumbre dominante en la época de los patriarcas era el derecho de ultimogenitura: era el hijo menor y no el mayor el que tenía derecho de prioridad sobre la herencia paterna. Por ello, Jacob no tenía necesidad alguna de recurrir al fraude para obtener una herencia que le correspondía por derecho. Pero como después esa manera de sucesión había caído en desuso y se había vuelto incomprensible, el narrador del Génesis inventó esta fábula.
Sea como fuere, el rencor de Esaú forzó a Jacob a alejarse; fue a Mesopotamia, país de origen de su madre Rebeca y de su abuelo Abraham, a casa de su tío Labán. Para pagarle sus prolongados y leales servicios de pastor de sus ganaderías, Labán le dio en matrimonio a sus dos hijas; en primer lugar a Lea, y luego a Raquel. Como Lea significa la vaca y Raquel la oveja, se ha supuesto que eran símbolos de las ganaderías, de manera que la bigamia de Jacob habría sido sólo alegórica.
Finalmente, Jacob disputa con su tío, suegro y patrón Labán y se fuga llevándose no sólo a sus mujeres y la parte de la ganadería que le corresponde, sino también los terafim o ídolos domésticos. Después de haber luchado contra un ángel que le cerraba el paso de un torrente, regresa a Canaan donde se reconcilia con Esaú.
Así, en sus relaciones con su hermano Esaú, como con su suegro Labán, Jacob representa el papel de un pastor astuto y marrullero, que sólo piensa en engañar a los demás. Podría llamárselo Jacob el Astuto.
El final de su vida está mezclado con la historia de su hijo José con el cual va a reunirse en Egipto, y a cuyos hijos, Efraim y Manasés, bendice antes de morir.
Los mitologistas pretenden que Jacob es, sin duda alguna, una personificación del pueblo hebreo, como Abraham e Isaac, y por ello cuestionan su existencia histórica. En cualquier caso, la personalidad legendaria de Jacob tiene fuerte presencia en el Génesis.
Interpretación prefigurativa
La bendición de Jacob en lugar de Esaú arrancada a Isaac, simboliza, como la bendición invertida de los hijos de José por Jacob, la sustitución de la Antigua Alianza por la Nueva.
Casi todos los episodios de su vida han sido ilustrados por el arte narrativo. Pero el arte simbólico se vincula sobre todo con dos temas: el Sueño de la Escala celeste y la Lucha con el ángel (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Francisco Antolínez, autor de esta obra;
Francisco Antolínez Sarabia (?, c. 1645 – Madrid, 1700). Pintor.
Francisco Antolínez compaginó la carrera de abogado con la profesión de pintor, que desarrolló mayoritariamente en Sevilla. Antonio Palomino, su biógrafo temprano, lo describe como una persona con inquietudes intelectuales y dotado de un carácter fuerte y extravagante que le causó algún disgusto.
Como pintor, su estilo deriva principalmente del de Murillo, cuyos tipos y cromatismo supo adaptar a escenas por lo general de pequeño tamaño que se agrupaban en series numerosas y que describían temas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Eran series destinadas tanto a instituciones religiosas como a casas particulares, que produjo en gran cantidad y que le permitían demostrar no sólo sus aptitudes para la narración y la anécdota, sino también sus dotes para el paisaje.
También produjo obras de mayor tamaño y ambición, como El triunfo de David y David ungido por Samuel (colección particular), que están firmadas en 1685 y muestran también su dependencia respecto al estilo de Murillo (Javier Portús, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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