Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle San Eloy, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 1 de diciembre, Memoria en Noyon, lugar de Neustria, asimismo en Francia, de San Eloy, obispo, que siendo orfebre y consejero del rey Dagoberto edificó monasterios y construyó monumentos a los santos con gran arte y elegancia, y más tarde fue elevado a las sedes de Noyon y Tournai, donde se dedicó con gran celo al trabajo apostólico (660) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
La calle San Eloy es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de la Alfalfa, y del Museo, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de las calles Campana (plaza de la) con O'Donnell, a la confluencia de las calles Bailén con Canalejas.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si.
En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
La vía, en este caso una calle, está dedicada a Hospital de San Elogio o San Eloy, que en dicha calle existió.
El primer nombre conocido de este espacio fue el de Baño de San Pablo, documentado ya en 1496, aunque no se sabe con exactitud si se refería a toda la actual calle o sólo a la zona más próxima al convento del mismo nombre, en la que debieron existir unos baños. Ya a comienzos del s. XVI, en un padrón de pobres, figura como San Eloy, por el Hospital de San Elogio o San Eloy allí ubicado, propiedad del gremio de plateros y luego del de armeros. y documentado desde principios del XV. Ese nombre, alternando con los de Santolario y Santelorio, lo mantuvo hasta 1931, en que fue sustituido por el de Valencia, por la ciudad levantina, para volver a recuperar el de San Eloy a fines de 1936, a petición de numerosos vecinos de la ciudad.
Es larga, estrecha y rectilínea, con ligeros entrantes y salientes, sin duda por las numerosas rectificaciones de líneas que se han venido sucediendo a través del tiempo, al menos desde el s. XVII y muy especialmente desde mediados del XIX hasta hoy. Mientras en algunos tramos es bastante angosta, como sucede a la altura de Olavide, en otros se ensancha para formar una pequeña plazoleta, tal como puede verse en la esquina de San Roque, donde los bares de la zona han instalado veladores. La rectitud de su trazado, que prolonga, en paralelo con Alfonso XII, el eje este-oeste del centro histórico de Sevilla, aparece cruzada por una retícula de calles por lo general cortas y estrechas.
Por la derecha desembocan El Silencio, Sauceda (a cuya altura se ensancha a modo de pequeña plaza con naranjos), Fernán Caballero y San Roque. Y por la izquierda Manuel Alonso Vicedo, Olavide y Josefa Reina Puerto. Hay noticias de enladrillados y empedrados frecuentes a lo largo de los siglos XVI y XVII, y de adoquinados y readoquinados desde los últimos años del XIX. Su pavimento, rectificado recientemente, ofrece una ligera elevación respecto al de las calles limítrofes y es de losetas, sin aceras, salvo en algún pequeño tramo, en las que éstas son estrechísimas. Aunque considerada, a la vista de ese pavimento, como calle peatonal, soporta en realidad el limitado tráfico resultante de algunos garajes particulares pertenecientes a edificios comerciales o de viviendas. Hasta hace pocos años sufría un intenso tráfico como vía de salida del centro a la zona de plaza de la Legión.
Se ilumina con farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas. Su caserío ofrece una tipología muy variada, consecuencia del carácter comercial de la vía, que ha propiciado derribos y construcciones modernas. Aunque dominan todavía las casas sevillanas del XIX y principios del XX, con patios y cancelas de acceso y tres plantas de altura, son ya muchas las construcciones modernas que se intercalan, en algún caso edificios comerciales de fachada lisa y sin vanos. Como en otros lugares de Sevilla, algunos patios han sido habilitados como bares o locales de comercio.
Siempre ha sido San Eloy un espacio de especial animación comercial y humana. Vicente Espinel situaba en él en el s. XVII una posada de uno de los personajes de su Vida de Marcos de Obregón, quizás como antecedente histórico de la proverbial abundancia de hoteles y pensiones que caracteriza a la calle, muchos de ellos aprovechando viejas casas. La prensa del XIX recoge, por otra parte, numerosas noticias sobre "casas de bebidas", tiendas de aceite y carbón y casas de prostitución, que al parecer abundaban en la época. La siguiente información del diario El Porvenir, recogiendo quejas del vecindario, tiene todo el sabor de un cuadro costumbrista: "Suplicamos al señor gobernador se sirva adoptar las medidas que estime oportunas, a fin de hacer desaparecer el escándalo que todas las noches tiene lugar en uno de los sitios más públicos de Sevilla: en la calle de San Eloy. Allí hay cuatro o cinco casuchos seguidos, habitados por mugeres de mal vivir, que apenas oscurece prodigan las invitaciones y requiebros sottovoce a cuantos prójimos pasan por la referida calle; y esto sucede a quince pasos justo de donde hay colocado un vigilante sentado en una silla mañana, tarde y noche, suponemos que para conservar el orden" (22-VII-1858).
Por las mismas fechas los vecinos se quejan también del alboroto de los alumnos de una escuela pública: "Paz, paz, angelitos. A pesar de las repetidas veces que hemos indicado la conveniencia de aplicar un correctivo a los niños concurrentes a la escuela normal a fin de que a la salida de las clases no molesten al vecindario con escándalos, continúan haciendo de las suyas con el mayor descaro del mundo..." (La Andalucía, 18-IX-1860). O de los excesos de los quintos "cuando en formación son trasladados desde el ex-convento de San Pablo al depósito. Ayer mañana marchaban por la calle con infernal algazara, y entre otras gracias, hacían la de quitar el sombrero a cuan tos hombres hallaban a su paso y tirarlo a los balcones" (La Andalucía, 9-V-1862). Por San Eloy pasaban también a finales del XIX los viejos "ripers" o tranvías de mulas, evocados por Rafael Laffón en su Sevilla del buen recuerdo.
Esa animación que históricamente ha caracterizado a la calle la mantiene hoy gracias al carácter marcadamente comercial y a su condición de eje que ha unido la zona de la estación de plaza de Armas con la Campana. Junto a unos grandes almacenes, proliferan las tiendas de modas, zapaterías, comercios de alimentación, joyerías, bazares, etc. A ello hay que añadir la abundancia de bares y de tascas, donde se da cita la juventud en las horas nocturnas. Próxima a la esquina con Campana, existió hasta hace pocos años una vieja taberna donde se servía la manzanilla de Sanlúcar.
El ajetreo de la calle es grande, especialmente en las horas comerciales de la mañana. La proximidad de la estación aumentaba, sin duda, el trasiego humano y posibilitó la proliferación de establecimientos hoteleros, aunque en los últimos años han desaparecido algunos.
En el pasado estuvo en San Eloy el hospital del mismo nombre. Al parecer en la casa donde se ubicó existía todavía en el s. XIX una especie de capilla donde, según la leyenda, se dijo la primera misa el día que entró Fernando III en la ciudad. En otro lugar de la calle, probablemente frente a San Roque, se construyó en 1767 un teatro de madera que dio representaciones dramáticas y máscaras hasta su clausura en 1778. En una de sus casas vivió el pintor Miguel de Esquivel, de principios del XVIII. Y en otra el general Rafael Maroto después del Convenio de Vergara. En la núm. 9 se fundó en 1933 el Colegio Marista de San Fernando. Y en la núm. 51 tenía su sede uno de los talleres tipográficos más antiguos de la ciudad (Gráficas del Sur) [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
San Eloy, 41. En esta casa hay que destacar las ventanas que dan a la calle Josefa Reina Puerto, con rejas de estilo renacentista.
San Eloy, 44. Casa de dos plantas, avitolada la segunda. En el zaguán existe una cancela fechada en 1854, que da paso a un patio con galerías de columnas en la planta baja y balcones en la superior.
San Eloy, 47. La fachada de esta casa, que ha sido alterada, conserva en su segunda planta un balcón defendido por un guardapolvo de pizarra [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Eloy, obispo;
HISTORIA Y LEYENDA
Según su Vita, redactada por su amigo San Audoeno, nació en Chaptelat, Limousin, hacia 590. Después de haberse formado como aprendiz en el taller de Abbon, orfebre de Limoges, se relacionó en París con Bobbon, tesorero de ClotarioII, y obtuvo el cargo de monedero. El rey Dagoberto lo convirtió más tarde en tesorero y le confió misiones más importantes.
Después de la muerte del rey Dagoberto se hizo ordenar sacerdote.
En 632 fundó el monasterio de Solignac cerca de Limoges. Pero la última parte de su vida transcurrió en el norte de Francia, donde en 640 fue nombrado obispo de Noyon, cuya diócesis comprendía Tournai y todo el país de Flandes. Habría fundado la iglesia de las Dunes (las Dunas), cuna de Dunkerque. Murió en 659.
Sus obras de orfebrería más importantes son los relicarios de san Martín de Tours, san Dionisio, san Severino -en Chateau Landon-, de los santos Crispino y Crispiniano en Soissons, que han desaparecido, al igual que el cáliz de la abadía de Chelles que fue fundido en 1792. La única obra que subsiste y que se le atribuye es el trono de Dagoberto, conservado en la Sala de las Medallas de la Biblioteca Nacional de Francia. En realidad se trata de una silla curul de bronce de la época románica, reformada en la abadía de Saint Denis en el siglo XII.
Según la leyenda, antes de convertirse en orfebre y luego en obispo, habría sido herrador. El milagro del caballo herrado y la historia del diablo metamorfoseado en mujer a quien cogió de la nariz con la tenaza, contribuyeron mucho a su popularidad.
Con el objeto de herrar con mayor comodidad un caballo arisco, san Eloy le habría cortado una pata delantera, la habría puesto sobre el yunque, y después de haber herrado el casco, habría vuelto a colocar el miembro en el animal. Una variante de la historia asegura que ese milagro habría sido consumado por su ayudante, que no era otro que Cristo disfrazado.
Un día, el diablo disfrazado de mujer (impudica femina) se presentó en su taller. San Eloy lo reconoció y le apretó la nariz con la tenaza de herrero calentada al rojo. Esta leyenda del diablo cogido por las narices puede ser una copia de la de san Apeles, herrero genovés. En Inglaterra se atribuye a San Dunstano. Gaidoz ha supuesto que el orfebre y el herrero eran dos personas diferentes y que hubo sincretismo y contaminación entre la leyenda del obispo de Noyon, Eloy, y los vestigios sobrevivientes del culto de un dios herrero. No se necesita esta hipótesis para explicar que un orfebre representado con un instrumento como el martillo haya podido confundirse con un herrero.
Esta leyenda sólo pudo nacer mucho tiempo después de la muerte de san Eloy, puesto que éste vivió en la primera mitad del siglo VII, y la práctica de herrar los caballos no apareció en Occidente antes del siglo XI. Por lo tanto el milagro del caballo herrado es un anacronismo.
San Hilonio, monje de Solignac a quien se considera su discípulo, quizá no sea más que una duplicación. En Bretaña, a causa de la semejanza fónica, suele confundírselo con san Alar, obispo de Quimper y con San Telo o Elo, que como él, es protector de los caballos.
CULTO
Hay pocos santos más populares que san Eloy. Su fiesta se celebraba dos veces por año: en invierno y en verano (para la traslación de sus reliquias).
1. Lugares de culto
El culto de san Eloy tiene como centros principales Limousin, su provincia natal, y el norte de Francia donde fue obispo de Noyon y de Tournai. Desde allí se expandió hacia Alemania e Italia.
El monasterio que san Eloy había hecho construir en la isla de la Cité de París, bajo la advocación de san Marcial, patrón de Limousin, se puso bajo su patronazgo. La catedral de Notre Dame de París poseía un brazo de san Eloy que donó en 1212 el capítulo de Noyon. Los barnabitas conservaban entre otras reliquias preciosas, un cobertor de cama manchado de sangre "que se cree fue de san Eloy que solía sangrar por la nariz". En el siglo XIV, el rey de Francia Carlos V ofreció reliquias del santo orfebre al emperador Carlos IV de Bohemia.
La principal iglesia de Dunkerque se puso bajo la advocación de san Eloy (Saint Éloi), a quien se considera el fundador de la ciudad.
Roma tiene tres iglesias consagradas al santo: San Eloy dei Ferrari, San Eloy deglo Orefici y San Eloy dei Sellai. En los tiempos de la dinastía angevina en Nápoles, se puso una iglesia bajo su advocación. Y también era venerado en Bolonia.
2. Patronazgos
San Eloy había sido elegido como patrón por numerosas corporaciones: los orfebres, batidores de oro, doradores de cobre, fabricantes de campanillas, cuchilleros, cerrajeros, herreros, herradores, fabricantes de espuelas y guarnicioneros, los tratantes de caballos (a causa del caballo cuya pata repegara milagrosamente el santo después de haberla herrado), los carreteros y arrieros, los arrendadores de carrozas y los cocheros. En nuestros días, en la época del automóvil, los mecánicos y los arrendadores de cocheras o estacionamientos reemplazan en su clientela a los herradores y cocheros.
Por la misma razón era el protector de los caballos a los cuales solían llevarse en peregrinación a las capillas de san Eloy, adornados con guirnaldas y empavesados con pequeños banderines de forma triangular sujetos a la collera. El clero participaba en esta procesión montando a caballo, y se bendecía a los animales con el martillo de san Eloy. El día de la fiesta del santo se eximía de trabajo a los caballos. La ceremonia de la bendición de los caballos todavía subsiste en numerosas provincias francesas, al igual que en Flastrolf, en Sarre.
Su patronazgo de los caballos y el milagro del caballo herrado le habían valido también los sufragios de los palafreneros y la consideración de los veterinarios. A causa de la curación de un lisiado, se lo consideraba patrón de los hospitales. También se demandaba su intercesión para el tratamiento de las úlceras, y los cólicos o gastroenteritis infantil.
Se lo invocaba contra los incendios porque había salvado del fuego la iglesia de Saint Martial de París.
ICONOGRAFÍA
Los tejos de plomo historiados que se encontraron en los dragados del Sena, cerca del antiguo priorato de Saint Éloi, presentan siete tipos diferentes de la imagen del santo.
Pero todos ellos pueden reducirse a tres tipos iconográficos: el herrador, el orfebre y el obispo.
La mayoría de las obras de arte: estatuas, pinturas y vidrieras que lo representan, fueron donadas por corporaciones de herradores o de orfebres.
1. El herrador o herrero
Está representado con tenaza y martillo rematado en una corona. Sus otros atributos son un yunque, una herradura o un caballo, del cual a veces tiene en la mano una pata cortada, en alusión al milagro del caballo herrado, y una vela enrollada cuyo significado no está claro.
Ya realiza el trabajo de artesano como el de comerciante en su tienda.
Sostiene un cáliz o un anillo de boda, símbolos de la orfebrería religiosa y laica.
3. San Eloy obispo
Está tocado con la mitra y lleva el báculo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle San Eloy, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
La calle San Eloy, al detalle:
Edificio de la calle San Eloy, 41
Edificio de la calle San Eloy, 44
Edificio de la calle San Eloy, 47
No hay comentarios:
Publicar un comentario